SUMARIO - Centro de Estudios Políticos y Constitucionales
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Boletín <strong>de</strong> Documentación<br />
Sr. Barrera Costa<br />
Señor Presi<strong>de</strong>nte, señoras y señores Diputados, mi enmienda<br />
<strong>de</strong>fien<strong>de</strong> la república como forma política <strong>de</strong> Estado. Ya hablé<br />
<strong>de</strong> esto el pasado lunes y voy a tratar <strong>de</strong> evitar, en cuanto<br />
sea posible, la reiteración <strong>de</strong> argumentos, tanto<br />
<strong>de</strong> los míos como <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sarrollados esta tar<strong>de</strong> por los<br />
señores Gómez Llorente y Martín Toval. Si no lo consigo <strong>de</strong>l<br />
todo, les ruego benevolencia.<br />
En el <strong>de</strong>bate <strong>de</strong> totalidad <strong>de</strong>sarrollé la tesis sobre esta cuestión:<br />
el texto constitucional <strong>de</strong>bía subordinarse al resultado <strong>de</strong><br />
un referéndum previo. Esta continúa siendo mi posición y, por<br />
tanto, la presentación <strong>de</strong> la enmienda que tengo el honor <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r en nombre <strong>de</strong> mi partido, Esquerra Republicana <strong>de</strong><br />
Cataluña, significó sólo que había previsto <strong>de</strong> antemano que<br />
mi propuesta <strong>de</strong> rechazo global <strong>de</strong>l anteproyecto <strong>de</strong> Constitución<br />
no sería aceptada.<br />
En estas condiciones, <strong>de</strong>sechado el referéndum previo –lo<br />
cual lamento profundamente–, mi opción es la República, y por<br />
esto tomo la palabra en este momento.<br />
A pesar <strong>de</strong> que he dicho que procuraría evitar la mera repetición<br />
<strong>de</strong> lo que ya dije hace tres días en esta misma sala,<br />
lo que sí quiero reiterar, antes <strong>de</strong> entrar en la exposición <strong>de</strong> los<br />
argumentos que abonan la tesis republicana, es mi respeto y<br />
estima por el Rey Don Juan Carlos y mi agra<strong>de</strong>cimiento por<br />
sus indiscutibles esfuerzos para lograr la reconciliación entre<br />
los españoles y llevar el país a la <strong>de</strong>mocracia. Nada <strong>de</strong> lo que<br />
pueda <strong>de</strong>cir <strong>de</strong>be, pues, interpretarse como un ataque a su persona,<br />
ya que hasta ahora sólo alabanzas merece.<br />
El tiempo <strong>de</strong> que dispongo no me permite, naturalmente,<br />
entrar en discusiones técnicas propias <strong>de</strong> constitucionalistas.<br />
Yo, por otra parte, no soy jurista; soy sólo un mo<strong>de</strong>sto profesor<br />
<strong>de</strong> Química. Me limitaré, pues, a los aspectos políticos <strong>de</strong><br />
la cuestión y trataré <strong>de</strong> ser a la vez lo más sistemático posible<br />
y lo más breve posible.<br />
Los temas esenciales <strong>de</strong> mi intervención serán: primero, el<br />
<strong>de</strong> la acci<strong>de</strong>ntabilidad o sustantividad <strong>de</strong>l problema; segundo,<br />
el <strong>de</strong>l nulo fundamento <strong>de</strong> los ataques <strong>de</strong> que es ahora objeto<br />
la forma republicana <strong>de</strong> Gobierno, y tercero, el <strong>de</strong> la oportunidad<br />
actual <strong>de</strong> la Monarquía, <strong>de</strong> su legitimidad y <strong>de</strong> su legitimación<br />
futura.<br />
Son y han sido siempre muchos en España, y en particular<br />
en Cataluña, los que han sido acci<strong>de</strong>ntalistas con respecto a la<br />
forma <strong>de</strong> Gobierno. Es evi<strong>de</strong>nte que, si hay una auténtica <strong>de</strong>mocracia,<br />
los dos sistemas pue<strong>de</strong>n funcionar igualmente bien,<br />
y con un Rey con las cualida<strong>de</strong>s que Don Juan Carlos ha <strong>de</strong>mostrado<br />
hasta ahora poseer, la Monarquía no plantearía problemas<br />
importantes.<br />
¿Quién pue<strong>de</strong> dudar <strong>de</strong> que vale más una Monarquía con<br />
buen gobierno que una República mal gobernada? ¿Quién pue<strong>de</strong><br />
dudar <strong>de</strong> que vale más cualquiera <strong>de</strong> las Monarquías europeas<br />
actuales que la República portuguesa en tiempos <strong>de</strong> Salazar?<br />
Pero estos argumentos, que nos llevarían a la conclusión <strong>de</strong> que<br />
el dilema Monarquía-República es un falso dilema, no van al<br />
fondo <strong>de</strong>l asunto. Porque la comparación entre los sistemas sólo<br />
es válida aislándolos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más factores que entran en juego,<br />
para <strong>de</strong>terminar la situación <strong>de</strong> un país, es <strong>de</strong>cir, operando<br />
según el método científico, o sea, suponiendo igual todo lo<br />
<strong>de</strong>más.<br />
Separemos, pues, por un momento la cuestión <strong>de</strong> su contexto<br />
español actual y <strong>de</strong> la tradición <strong>de</strong> las Monarquías españolas<br />
y analicemos, aunque sea muy sumariamente, la naturaleza<br />
intrínseca <strong>de</strong> la Monarquía.<br />
La Monarquía es, en primer lugar, un sistema fundado sobre<br />
privilegios hereditarios que no respetan el principio <strong>de</strong><br />
igualdad que hemos consagrado en el primer apartado <strong>de</strong>l artículo<br />
1º <strong>de</strong> la futura Constitución, aprobado por esta Comisión<br />
esta mañana. Es, a<strong>de</strong>más, un sistema fundado sobre una<br />
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jerarquía que no proce<strong>de</strong> necesariamente <strong>de</strong>l mérito. Es, en<br />
tercer lugar, un sistema que en su funcionamiento tradicional<br />
introduce una discriminación contra la mujer. Es, en fin y sobre<br />
todo, un sistema que sustrae una parcela <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r -mayor<br />
o menor, pero siempre una parcela <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r– <strong>de</strong> la soberanía<br />
popular.<br />
La Monarquía pue<strong>de</strong>, a pesar <strong>de</strong> todo ello, funcionar bien<br />
con un buen rey, nadie lo duda. Pero ¿quién pue<strong>de</strong> garantizar<br />
que un buen Rey no <strong>de</strong>jará <strong>de</strong> serlo? ¿Quién pue<strong>de</strong> garantizar<br />
que lo serán sus sucesores?<br />
Algunos <strong>de</strong> los enemigos <strong>de</strong> la República no discuten nada<br />
<strong>de</strong> lo dicho, pero argumentan que la República es mucho peor.<br />
Sus razones no resisten el análisis. En primer lugar, veamos<br />
lo que pasa en el mundo. En Europa todos los Estados son<br />
republicanos, menos Gran Bretaña, Bélgica, Holanda, Dinamarca,<br />
Suecia, Noruega y, ahora, España. Todos los países<br />
americanos, sin excepción, son republicanos. La gran mayoría<br />
<strong>de</strong> los países <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong>l mundo son republicanos. Entre<br />
las Repúblicas figuran las naciones actualmente más po<strong>de</strong>rosas<br />
<strong>de</strong> la tierra. ¿Cómo es posible que un sistema tan malo<br />
como algunos dicen haya sido el escogido en la mayor parte<br />
<strong>de</strong> los países que van a la cabeza <strong>de</strong> la civilización? Soy el<br />
primero en reconocer que España tiene peculiarida<strong>de</strong>s que no<br />
existen en otros países. Pero países con Repúblicas, que mucho<br />
quisiéramos nosotros po<strong>de</strong>r igualar en cuanto a buen<br />
gobierno, los hay <strong>de</strong> todos los tipos y en todas las latitu<strong>de</strong>s.<br />
No es argumento aquí, pues, hablar <strong>de</strong> la especificidad <strong>de</strong><br />
España.<br />
Si <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong>l mundo pasamos a España es igualmente<br />
falacioso preten<strong>de</strong>r que la República ha funcionado mal en<br />
España. Las dos efímeras Repúblicas <strong>de</strong> 73 y <strong>de</strong>l 31 terminaron<br />
en sendas crisis <strong>de</strong> Estado. Esto es muy cierto. Pero<br />
igualmente terminaron así cinco Monarquías (para no remontarnos<br />
más allá <strong>de</strong> los Borbones): la instaurada con<br />
Felipe V terminó con las capitulaciones <strong>de</strong> Bayona; la <strong>de</strong><br />
José Bonaparte y la <strong>de</strong> Ama<strong>de</strong>o <strong>de</strong> Saboya fueron cortísimas<br />
y muy <strong>de</strong>sgraciadas; la <strong>de</strong> Fernando VII y <strong>de</strong> Isabel II<br />
terminó, tras incesantes convulsiones, con el <strong>de</strong>stronamiento<br />
<strong>de</strong> esta última; la <strong>de</strong> Sagunto –estable mientras hubo sólo<br />
el caciquismo como forma <strong>de</strong> gobierno– terminó con la Dictadura<br />
<strong>de</strong>l General Primo <strong>de</strong> Rivera y la II República. Y no<br />
hablo <strong>de</strong>l «Reino» franquista, que era también un Estado monárquico.<br />
La II República terminó, por cierto, con la guerra civil <strong>de</strong><br />
1936. Pero con la Monarquía hubo, en el siglo XIX, tres guerras<br />
civiles –<strong>de</strong> origen dinástico–, sin contar los golpes <strong>de</strong> estado<br />
y pronunciamientos y sin contar las guerras exteriores: las<br />
coloniales en América y Filipinas; la guerra <strong>de</strong> Africa y la<br />
<strong>de</strong>sastrosa contra los Estados Unidos. En el siglo XX tuvimos,<br />
con Monarquía, la guerra <strong>de</strong>l Rif.<br />
No quiero hablar a fondo <strong>de</strong> la última guerra civil porque<br />
soy partidario, como el que más, <strong>de</strong> la reconciliación, pero la<br />
responsabilidad <strong>de</strong> esta guerra no pue<strong>de</strong> atribuirse únicamente,<br />
ni tan sólo principalmente, a la institución republicana. Todo<br />
el mundo tuvo su parte <strong>de</strong> responsabilidad, y no fue la <strong>de</strong> los<br />
republicanos la mayor.<br />
De hecho, la Historia <strong>de</strong> España, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Carlos III hacia acá<br />
–para no remontarnos más lejos–, no es para enorgullecernos<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> los puntos <strong>de</strong> vista conjugados <strong>de</strong> estabilidad, libertad,<br />
justicia y buen gobierno. Creo que la institución monárquica<br />
no tiene nada que ganar en cualquier intento <strong>de</strong> buscar responsabilidad<br />
sobre el pasado. En realidad, ni un sistema ni a otro<br />
se le pue<strong>de</strong> pedir lo imposible y, en <strong>de</strong>terminadas circunstancias<br />
históricas, ningún sistema pue<strong>de</strong> ser capaz por sus solas<br />
virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> evitar la peor.<br />
Y voy a pasar ya al tercero y último punto <strong>de</strong> mi intervención,<br />
la República o la Monarquía, aquí y ahora. En el <strong>de</strong>bate<br />
<strong>de</strong> totalidad ya rebatí los argumentos <strong>de</strong> los que atribuyen a la