historia rador Carlos V, Muley Hassan. “Su Majestad en este poco tiempo se ha mostrado tan esforzado y se ha puesto tan adelante en los peligros que no convenía para su persona, aunque su esfuerzo real y ánimo de cristiano no lo deja hacer otra cosa, y tan sabio y diligente en la guerra que ni Cipión, ni el gran Aníbal Barca le hacen ventaja” (Pedro Girón). No obstante, también hubo derrotas como, por ejemplo, la expedición a Argel, en contra de las advertencias del almirante genovés Andrea Doria, del año 1541. En el año 1546, el emperador Carlos V renuncia a su idea de cruzada contra el turco, al que, inclusive, tuvo que proponer una tregua que le permitiese tener las manos libres contra los príncipes alemanes luteranos. El emperador Carlos V y su pugna contra el rey Francisco I de Francia Carlos V tuvo que vencer casi siempre la hostilidad del rey francés Francisco I, solamente tuvo sosiego cuando sus consejeros fueron los flamencos Jean Le Sauvage y Chievres, inclusive en esta época Francia obtendría Milán tras la victoria en Marignano (septiembre-1515) y España el reino de Nápoles. En vista de la situación, Erasmo de Rótterdam sueña con la perspectiva de una paz universal, basada en los principios del humanismo cristiano. Francisco I presentará su propia candidatura al Imperio, para tratar de evitar que Carlos V tenga tanto poder que le permita encerrar a Francia por todas partes. Tres problemas determinarán la enemistad entre Carlos V y Francisco I: 1º)Navarra, la cual había sido conquistada por Fernando “el Católico” y era un Estado asociado a los reinos de Castilla y de León. La familia Albret no había renunciado a sus derechos al trono, antañón de Sancho III “el Mayor”, y para ello se realizaron diversas reuniones, en Noyon (1516) y en Montpellier (1519) sin ningún resultado. En el año 1521, Francia invadió el ducado de Luxemburgo, patrimonial de los Habsburgo y Carlos V atacó Mezieres, el rey francés se jugó el todo por el todo cuando atacó Navarra, el 10 de mayo del año 1521, con un poderoso ejército a las órdenes de Andrés de Foix, señor de Esparre y apoyado por los agramonteses. El 19 de mayo el ayuntamiento de Pamplona juró fidelidad a Enrique de Albret, capitulando unos días más tarde. Antes de finalizar el susodicho mes, Tudela y Estella se pasaban al invasor. Al impedir que el joven rey Enrique de Albret fuese coronado y asesinar a los partidarios de Castilla y de León, el mencionado señor Andrés de Foix comenzó a sembrar dudas entre los navarros, los cuales empezaron a pensar en la posibilidad, indeseable, de que Francisco I quisiese conservar el “viejo” reino de Navarra para sí mismo. El Señor de Foix cruzó el río Ebro y llegó a sitiar Logroño. Los virreyes de Castilla y de León, que acababan de eliminar a los comuneros, reclutaron un ejército que derrotaría a los 34 franceses en Noaín (30 de junio del año 1521). La nueva ofensiva francesa (septiembre-1521) fue rechazada con prontitud y la “excepción” del castillo de Fuenterrabía, fue reconquistado en septiembre- 1524. 2º)Italia y Borgoña. El rey Francisco I de Francia, a la cabeza de su ejército entró victorioso en Milán (octubre-1524). Antonio de Leyva con el ejército imperial se había hecho fuerte en la ciudad lombarda de Pavía, y allí acudió el rey francés para sufrir una derrota tan impresionante, que fue herido y caería prisionero de las tropas imperiales españolas (25 de febrero del año 1525) y sería llevado cautivo a Madrid, hasta el mes de febrero del año 1526. Durante su cautiverio, el rey francés fue tratado con toda cortesía. En Guadalajara: “En el palacio del duque del Infantado hubo banquetes, toros y juegos de cañas; echaron un león a un lado y el toro arremetió al león y el león no acometió al toro; tuviéronlo como por azar; el duque entonces mandó matar al león” (Memorial histórico español). El tratado de Madrid, enero-1526, definía la nueva situación europea que Francisco I aceptaba y que conllevaba la entrega a Carlos V del ducado de Borgoña, y las ciudades de Italia tales como Milán, Nápoles y Génova. El 17 de marzo del año 1526, Francisco I de Francia era puesto en libertad y en el año 1530 entregaba dos millones de escudos, dinero que serviría en 1532 para la campaña contra el sultán turco Solimán “el Magnífico”, eximio aliado del rey francés. Al verse libre, el taimado rey francés no cumplió ninguna de sus promesas y reanudó las hostilidades, cuyo hecho más señero fue el saqueo de la ciudad de Roma por las tropas imperiales (mayo de 1527); la guerra acabará con el tratado de Cambray, en el que mediaron la reina-madre de Francia, Luisa de Saboya, y la tía de Carlos V, Margarita de Austria; Carlos V renunció al ducado de Borgoña y Francisco I al ducado de Milán. En febrero-1536, Francisco I firmó un tratado de mutua ayuda con Solimán “el Magnífico, que iba dirigido sobre todo contra el emperador Carlos V. La indignación imperial se pronunció en Roma ante el papa Paulo III, en forma de desafío caballeresco en toda regla contra el rey Francisco I de Francia: “Yo proprio, con mis manos, tomé en la Goleta estas cartas que tengo en la mano, que las enviaba a Barbarroja en una fragata el rey de Francia, en las cuales hay palabras de tan familiar amistad cuanto en ellas podrá bien ver quien ver lo quisiere (...). Yo prometo a Vuestra Santidad delante de este sacro colegio y de todos estos caballeros que presentes están, si el rey de Francia se quisiere conducir conmigo en campo de su persona a la mía, de conducirme con él armado o desarmado, en camisa, con una espada y un puñal, en tierra o en mar, o en una puente o en una isla o en campo cerrado o delante de nuestros ejércitos o do quiera y como quiera que él querrá y justo sea. Y con tanto no digo más, sino que yo le doy veinte días de plazo para que se resuelva en tomar la paz y estar en aquella verdad y fuerza que la verdad contiene”. Tras la muerte del duque de Milán, Francesco Sforza, en noviembre-1535, Milán pasó de nuevo al feudo del emperador; el rey de Francia no lo admitió y atacó el Piamonte y la Saboya; la paciencia de Carlos V se colmó y preparó el ataque a la propia Francia desde cuatro puntos: un ejército de 20000 hombres entraría en la Provenza al mando de Antonio de Leyva; Enrique de Nassau invadiría desde Flandes, el archiduque Fernando de Habsburgo atacaría la Champagne y Andrea Doria amenazaría el litoral mediterráneo francés. El resultado no fue el esperado y solo tuvo éxito en Provenza, donde los franceses huyeron dejando como sistema bélico el de la tierra quemada. Carlos V llegó hasta Aix-en-Provençe, pero retrocedió al no contar con suministros suficientes para el ejército. El mutuo agotamiento desembocó en la paz de Niza (junio- 1538), donde se firmó una tregua de diez años: “Estando el emperador en Villefranche de Nice y como desease ver a la reina muy cristiana, su hermana (la infanta doña Leonor), que hacía largo tiempo que no veía, ésta se acercó a Villefranche, acompañada de la Delfina (Catalina de Medicis), otras muchas damas y grandes personajes de Francia, con el propósito de apaciguar y conciliar la voluntad del Emperador y del Rey, su marido. Francisco I habla de tregua y promete desligarse de protestantes y de los turcos; se sentía dispuesto, como rey cristianísimo, a secundarme en el restablecimiento de la religión católica y de la autoridad imperial” (Pedro de Gante, 4 de julio de 1538). Nada de lo pactado fue cumplido, de nuevo, por el rey de Francia, hasta tal punto que Francisco I explica a Carlos V, por medio de María de Hungría (octubre de 1538), que no contemplará con los brazos cruzados una campaña imperial contra Solimán “el Magnífico”. En 1541, se reanudó la guerra que finalizaría con la paz de Crépy (septiembre-1544), por la que Carlos V renunciaba a Borgoña y Francisco I a Italia. El proyecto de boda entre el hijo mayor del rey francés, Carlos y la infanta María de España tampoco prosperó. ■
creación literaria poesía Debería de correr buscando y diciendo disculpas para verte quedaría parado y lejano pero por lo menos y sobre todo quedaría contento conmigo mismo ya que hubiera vuelto a ver a beber de las aguas verdaderas que me inspiran y mueven y permiten volver a quedar quieto recordando cuando ante un espejo me veía mirándote sabiendo que no mirabas y todo esto etcétera etcétera PENSAMIENTOS DE INSOMNIOS El día que falte no digas nada de nada ni rumbo ni destino. Que no se sepa si me fui de muerte natural o de muerte en vida de tanto morir, no cuentes lo que viví casi muerto abrazado el esqueleto de mis huesos. POEMA 97 El día que falte si preguntan, no digas nada de nada, mirando indiferente provoca la duda de… si estoy ausente o durmiendo eternamente que no sepan mi razón yacente… o donde velan lo que de mi queda… Que nadie rece al pie de mis carnes podridas envasadas en mortaja, tafetán y madera. Siempre estaré cuando quieras mirando y esperando Hoy salí creyendo que te vería pero nunca imaginé que tus manos taparían mis ojos Luego fue ir y venir y no quise ir más lejos ya que sentirte en diversos momentos era bastante Volver a espejismos oasis R. MATEOS No digas si mi alma reposa, o vaga de pena en pena… sin redimir pecados y cuentas pendientes. Que la duda se apodere de los que temen mi frío aliento sobre su cuello dormido. El día que falte no digas, nada de nada, que no sepan donde depositar Flores de escote. Que mi túmulo se confunda en los arados de secano. Un carrasco señalando mi cráneo. Una Cruz sencilla al pie de mis creencias. Gracias a Dios no temo a la Muerte… J. CEDEÑO 35