Ángel Zamanillo Estatutarización Inicial Barahona - Colegio Oficial ...
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38<br />
la herida luminosa<br />
Okwe, el protagonista de Negocios<br />
ocultos, es un nigeriano<br />
refugiado en Londres, que trabaja<br />
como taxista semi-clandestino y<br />
como recepcionista en un hotel, aunque<br />
tenga que ingerir grandes cantidades de<br />
hierbas estimulantes para soportar el<br />
ritmo que le imponen los dos turnos. Un<br />
día descubre, en el inodoro de una de<br />
las habitaciones del hotel... un corazón<br />
humano. Ese hecho aparentemente<br />
absurdo le pone sobre la pista de un<br />
horror mucho mayor: el encargado del<br />
establecimiento mantiene un negocio<br />
de extracción de órganos a inmigrantes<br />
en la miseria o necesitados de documentos,<br />
para venderlos después a<br />
otros, se supone que no necesariamente<br />
británicos pero sí en condiciones de<br />
pagar por ello diez mil libras.<br />
Este arranque argumental, a medio<br />
camino entre el surrealismo y la comedia<br />
de costumbres, deja paso muy<br />
pronto a una pormenorizada descripción<br />
de las situaciones por las que<br />
atraviesan en la gran urbe las personas<br />
llegadas allí de forma ilegal, o bien con<br />
un permiso precario o incluso con un<br />
estatuto de refugiado que no les permite<br />
trabajar, condenadas a la marginalidad<br />
y bajo el temor constante a la<br />
expulsión o la cárcel.<br />
Es sin duda en ese ambiente<br />
donde mejor se desenvuelve Stephen<br />
Frears con su cámara móvil, inquieta y<br />
capaz de sugerir mil matices como de<br />
pasada: la mirada siempre atemorizada<br />
de los ilegales, el hecho de que la<br />
inmensa mayoría de los que desempeñan<br />
los oficios más duros sean de<br />
razas muy diferentes, los gestos casi<br />
automáticos con que disimulan su condición<br />
o se buscan la vida como pueden,<br />
la malencarada arrogancia de los<br />
agentes de inmigración que acechan<br />
permanentemente...<br />
En cambio, el aspecto más directamente<br />
‘policiaco’ del argumento –el<br />
progresivo descubrimiento por parte de<br />
Okwe del indecente tráfico humano que<br />
Por Juan Antonio PÉREZ MILLÁN y Ernesto PÉREZ MORÁN<br />
El doctor Olatokumbo<br />
y la emigración<br />
Negocios ocultos, de Stephen Frears<br />
Con una espléndida y variada filmografía a sus espaldas –en la que destacan<br />
títulos como Mi hermosa lavandería (1985), Las amistades peligrosas (1988),<br />
Café irlandés (1993) o La camioneta (1996)– y antes del rotundo éxito obtenido<br />
con La reina (2006), Stephen Frears había rodado un curioso filme<br />
sobre la inmigración en su Inglaterra natal, centrado en la figura de un patólogo<br />
nigeriano huido de su país. Aquí se tituló, inadecuadamente, Negocios<br />
ocultos, y tuvo menos repercusión de la que merecía.<br />
se desarrolla a sus espaldas, al tiempo<br />
que el espectador va sabiendo que él<br />
es en realidad un médico nigeriano<br />
huido de su país por motivos ético-políticos<br />
y con un pasado familiar muy<br />
doloroso– resulta bastante esquemático,<br />
tiene algunos momentos gratuitos,<br />
de dudosa verosimilitud, y parece construido<br />
mecánicamente para servir de<br />
mero soporte a lo que verdaderamente<br />
interesa al cineasta, que es llamar la<br />
atención sobre ese submundo que<br />
cada día tiene más importancia en<br />
nuestras sociedades ‘desarrolladas’,<br />
por mucho que nos empeñemos en<br />
ignorarlo, mirando hacia otro lado.<br />
En cuanto al tercer eje que sostiene<br />
la acción, está constituido por una inevitable<br />
historia de amor entre el protagonista<br />
y Senay, joven turca que trabaja<br />
como limpiadora en el hotel y sueña<br />
con trasladarse a un Nueva York fuertemente<br />
idealizado por las informaciones<br />
que dice haber recibido de sus parientes.<br />
Ella ayudará a Okwe, permitiéndole<br />
compartir su piso hasta que la policía,<br />
alertada por los vecinos de la presencia<br />
de un ‘negro’, se lance en su busca,<br />
obligándola a encontrar otro empleo, en<br />
el que será explotada sexualmente, y,<br />
por fin, a decidir cambiar uno de sus<br />
riñones por el pasaporte europeo que<br />
le permita llegar a Nueva York.<br />
Enamorada de Okwe, Senay se<br />
empeña en que hagan juntos ese viaje<br />
hacia ‘la libertad’, pero él se resiste,<br />
alegando mil pretextos difusos. En<br />
cambio, al comprobar que la traumática<br />
decisión de su amiga es inamovible, se<br />
ofrecerá a realizar la operación él<br />
mismo –de hecho, el siniestro encargado<br />
del hotel lleva mucho tiempo presionándole<br />
para que haga otras, en lugar<br />
de los cirujanos-carniceros habituales–,<br />
como única forma de garantizarle un<br />
mínimo de seguridad. Aunque la joven<br />
deberá pagar todavía un alto precio<br />
suplementario, ‘dejándose’ violar por el<br />
encargado, con lo que se confirmará<br />
que era virgen...