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UNIDAD 5

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TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

Harald Weinrich: ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DE LOS TIEMPOS EN EL LENGUAJE<br />

Ed. Gredos. Madrid, 1968<br />

CAPÍTULO III<br />

MUNDO COMENTADO – MUNDO NARRADO<br />

<strong>UNIDAD</strong> 5<br />

LECTURA Nº 29<br />

GRUPO TEMPORAL Y SITUACIÓN COMUNICATIVA<br />

La lengua francesa tiene dos grupos de tiempos. ¿Qué significan? ¿Qué función tienen? Lo más inmediato<br />

parece preguntar por el Tiempo y sus dimensiones; pero la sospecha de que los grupos de tiempos mientan dos<br />

etapas del Tiempo no encuentra confirmación. En cada uno de los dos grupos está comprendido todo el Tiempo<br />

del Mundo, desde el pasado más remoto hasta el futuro más lejano. Con los tiempos del grupo I puede decirse: le<br />

monde a commencé, lo mismo que le monde aura une fin. Paralelamente, con los tiempos del grupo II: le monde<br />

avait commencé, así como le monde aurait une fin. La frontera estructural entre el grupo I y el grupo II no es una<br />

frontera temporal (de Tiempo). Entonces, ¿qué clase de frontera es?<br />

[...]<br />

¿Qué significa, pues, la divisoria estructural entre los grupos I y II? Recordemos que la obstinación del<br />

lenguaje en colocar el morfema personal en el verbo ha demostrado su lógica porque asegura éste, y con él la<br />

oración, en la situación comunicativa elemental reproduciendo el modelo fundamental de la comunicación. Por<br />

ello nos preguntamos si también los tiempos −o mejor dicho, ambos grupos de tiempos− tienen que ver con la<br />

situación comunicativa.<br />

Las situaciones comunicativas en las que actualizamos el lenguaje son tan diversas como puedan serlo las<br />

situaciones de la vida y ninguna es igual a otra, pero esto no excluye la posibilidad de intentar su tipología. Este<br />

intento constituye al mismo tiempo una tarea propia de la lingüística, ya que el lenguaje no se actualiza en el<br />

vacío, sino en situaciones concretas en las que se encuentran y condicionan mutuamente "comportamientos"<br />

lingüísticos y extralingüísticos. Haberlo señalado constituye el mérito perdurable del "behaviorismo".<br />

Situaciones comunicativas típicas son, por ejemplo, el pedir una información y la información misma; un<br />

monólogo; el relato de una historia; la descripción de un objeto o una escena; la composición y la lectura de una<br />

carta (naturalmente también hay situaciones comunicativas escritas); un comentario; un sermón; una discusión;<br />

la información política de un periódico; un expediente; una poesía lírica; el relato de un mensajero; una<br />

indicación escénica; una conferencia científica; un diálogo dramático; una biografía e... incluso este libro que<br />

trata de un problema lingüístico. Se espera, naturalmente, que aparezcan todos los tiempos en todas las<br />

situaciones comunicativas, pero la verdad es que, fijándonos concretamente en grupos de tiempos, y no<br />

vagamente en todos los tiempos, aparecen determinadas afinidades entre ambos grupos y ciertas situaciones<br />

comunicativas. Considerada como situación comunicativa una novela muestra inequívoca inclinación por los<br />

tiempos del grupo II, mientras que este libro, si el lector quiere considerarlo por un momento como espécimen de<br />

una exposición científica, muestra una preferencia igualmente inequívoca par los tiempos del grupo I.<br />

[...]<br />

Así pues, no sólo los tiempos concuerdan mejor con unos que con otros, sino que también los grupos de ellos<br />

resultantes concuerdan mejor con unos géneros y con unas situaciones comunicativas que con otros. De la<br />

misma manera, también las situaciones comunicativas se reparten claramente en dos grupos según el grupo<br />

temporal que en ellas predomine. El grupo II predomina en la novela, en la novela corta y en todo tipo de<br />

narración oral o escrita, excepto en las partes dialogadas intercaladas. Por el contrario, predomina el grupo I en<br />

la lírica, el drama, el diálogo en general, el periodismo, el ensayo literario y la exposición científica. Podemos<br />

ampliar esta enumeración más allá de las estadísticas a partir de la experiencia del vivir cotidiano en contacto


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

con el lenguaje y los tiempos. El grupo de tiempos I predomina también en deliberaciones, monólogos,<br />

descripciones, cartas, comentarios, sermones, discusiones, indicaciones escénicas, conferencias... y precisamente<br />

en este libro.<br />

COMENTAR Y NARRAR<br />

En el grupo de tiempos II es relativamente fácil señalar qué tienen de común las situaciones comunicativas<br />

en que dominan estos tiempos: son evidentemente situaciones comunicativas en las que narramos. Acaso sea la<br />

descripción de un pequeño acontecimiento, la información de un periódico sobre el curso de una conferencia<br />

política, la reproducción de una aventura de caza, un cuento inventado, una leyenda piadosa, una novelita<br />

artística, una obra histórica o una novela. En cuanto al carácter de un relato como tal relato es indiferente que la<br />

historia sea verdadera o inventada; también es indiferente que tenga aspiraciones estilístico-literarias o que sea<br />

un relato ingenuo; y, finalmente, es indiferente a qué leyes obedezca de los géneros literarios. Por encima de<br />

estas diferencias particulares se encuentran los rasgos distintivos de la situación comunicativa que es el relato.<br />

Éste no coincide exactamente con lo que, desde la conocida tipología de Aristóteles, la ciencia de la literatura<br />

llama épica, pero abarca la literatura épica en cuanto es verdaderamente narrativa.<br />

Miremos, sin embargo, más allá de las fronteras de la literatura sin perder de vista la totalidad del lenguaje.<br />

También se narra fuera de la literatura. El narrar es un comportamiento característico del hombre. Podemos<br />

comportarnos frente al mundo narrándolo. Narrándolo empleamos aquella parte del lenguaje que está prevista<br />

para narrar. Empleamos en particular los tiempos del relato. Su función en el lenguaje consiste en informar al<br />

que escucha una comunicación que esta comunicación es un relato. Ya que absolutamente todo, el mundo entero,<br />

verdadero o no verdadero, puede ser objeto de un relato, vamos a llamar a los tiempos del grupo II tiempos del<br />

mundo narrado o, abreviadamente, tiempos de la narración. "Mundo" no significa aquí otra cosa que posible<br />

contenido de una comunicación lingüística. Así pues, hay que entender los tiempos del mundo relatado como<br />

señales lingüísticas según las cuales el contenido de la comunicación lingüística que lleva consigo ha de ser<br />

entendido como relato. En tanto en cuanto formen parte del grupo temporal II de la lengua francesa* tienen sólo<br />

ésta y ninguna otra función. En otras situaciones comunicativas empleamos otros tiempos, a saber, los tiempos<br />

del grupo temporal I. Como junto a estos dos grupos no hay un tercero, tendrá que haber una nota común para<br />

cada una de las situaciones comunicativas en las que empleamos los tiempos del grupo I. La "vía negativa" es la<br />

primera que se nos ofrece. Lo que tienen en común las situaciones comunicativas en que domina ese grupo de<br />

tiempos es que el mundo (en el sentido ya indicado) no es relatado. Mas ¿cómo hablamos cuando no relatamos?<br />

Ahora no se trata tanto de hallar un término adecuado para el caso, sino de describir qué diferencia el tipo de<br />

estas situaciones comunicativas del tipo de las situaciones comunicativas narrativas.<br />

Lo mejor será aclarar la diferencia apelando a situaciones extremas de narración y de "no narración" y<br />

presentar de forma muy concreta al narrador y al "no narrador". El prototipo del narrador tal como siempre nos<br />

lo presenta la literatura en los relatos estereotipados es el narrador de historias. Tenemos de él una imagen<br />

determinada: es más bien viejo; en los cuentos infantiles es un viejo, una vieja, o la abuela. Está sentado −no de<br />

pie− en un sillón, en un sofá, o en una tajo junto a la chimenea. Es al anochecer, después de la jornada. El viejo<br />

interrumpe placenteramente su relato para dar una chupada a la pipa o al cigarro (raras veces al cigarrillo). Se<br />

mueve lentamente; se toma el tiempo necesario para contemplar uno por uno a sus oyentes, o hace memoria con<br />

la mirada puesta en el techo. Sus gestos son escasos y la expresión del rostro es más serena que agitada. Está<br />

totalmente relajado. Un par de ejemplos tomados de novelas cortas de Maupassant 7 . La titulada Châli empieza<br />

así:<br />

L'amiral de La Vallée, qui semblait assoupi dans son fauteuil, prononça de sa voix de vieille femme: "J'ai eu, moi, une<br />

* La investigación que propone Weinrich en esta obra fue realizada para el francés. Pero sus conclusiones son válidas para<br />

el español y las demás lenguas, como el mismo autor lo señala: "La estructuración del sistema temporal según dos grupos<br />

de tiempos, que aquí presentamos para el francés, se da no sólo en esta lengua. Si hubiésemos aplicado nuestra<br />

investigación a cualquier otra lengua románica, al alemán, al inglés, al griego o al latín, hubieran aparecido igualmente dos<br />

grupos temporales separados entre sí por una divisoria estructural ínsita en el lenguaje" (Cap. II El sistema de los tiempos<br />

en el lenguaje, p. 54).<br />

7 Guy de Maupassant: Contes et nouvelles. 2 tomos, París, 1956-57.


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petite aventure d'amour, très singulière, voulez-vous que je vous la dise?". Et il parla, sans remuer, du fond de son large<br />

siège en gardant sur ses lèvres ce sourire ridé qui ne le quittait jamais, ce sourire à la Voltaire qui le faisait passer pour un<br />

affreux sceptique. *<br />

Pareja situación se describe al comenzar Le Marquis de Fumerol:<br />

Roger de Tourneville, au milieu du cercle de ses amis, parlait, à cheval sur une chaise, il tenait un cigare à la main, et,<br />

de temps en temps aspirait et soufflait un petit nuage de fumée. **<br />

Por último, un tercer ejemplo ha de mostrar que la relajación del narrador no refleja la inocuidad de lo vivido<br />

o relatado. Escojo el comienzo del cuento L'horrible en el que, como el título ya indica, se relata una historia de<br />

miedo. Ya desde un principio se dice que la víspera había ocurrido un espantoso accidente que es el que acaba de<br />

ser contado. El relato arranca de la manera siguiente:<br />

La nuit tiède descendait lentement. Les femmes étaient restées dans le salon de la villa. Les hommes, assis ou à cheval<br />

sur les chaises du jardin, fumaient, devant la porte, en cercle autour d'une table ronde chargée de tasses et de petits verres.<br />

Leurs cigares brillaient comme des yeux, dans l'ombre épaissie de minute en minute. On venait de raconter un affreux<br />

accident arrivé la veille: deux hommes et trois femmes noyés sous les yeux des invités, en face, dans la rivière. Le général<br />

de G… prononça:… ***<br />

Lo terrible del suceso narrado no afecta en absoluto, o apenas tiñe, la situación, que, como situación<br />

narrativa, permanece por principio relajada. Los sucesos terribles, aunque sólo se remontan al día anterior,<br />

quedan como pasados por el filtro del relato perdiendo mucho de su dramatismo.<br />

Por parte del grupo temporal I no se presenta con la misma evidencia una situación característica. Casi toda<br />

la escala de las manifestaciones lingüísticas −con la sola excepción del relato− se sirve del grupo de tiempos I.<br />

Como situaciones características valgan el diálogo, el memorándum del político, la conferencia científica, el<br />

ensayo filosófico, el comentario jurídico y otras muchas. ¿A cuál ha de darse preferencia? Pronunciarse por una<br />

de ellas sería arbitrario y por ello baste señalar, en general, las notas que distinguen estas situaciones<br />

comunicativas de la situación narrativa. Como nota general de la situación narrativa hemos señalado la actitud<br />

relajada que, respecto del cuerpo, sólo es signo exterior del relajamiento del espíritu y del discurso. Valga, a la<br />

inversa, la actitud tensa, tanto del cuerpo como del espíritu, como nota general de la situación comunicativa no<br />

narrativa. En ella el hablante está en tensión y su discurso es dramático porque se trata de cosas que le afectan<br />

directamente. Aquí el mundo no es narrado, sino comentado, tratado. El hablante está comprometido; tiene que<br />

mover y tiene que reaccionar y su discurso es un fragmento de acción que modifica el mundo en un ápice y que,<br />

a su vez, empeña al hablante también en un ápice. Por eso, el discurso no narrativo es, por principio, peligroso;<br />

[...]. Hay Tiempo de comentar y hay Tiempo de narrar. Así, hay tiempos gramaticales del comentar y del narrar.<br />

Lo mismo que el grupo de tiempos II está para relatar, así el grupo I está para comentar, para tratar de las cosas.<br />

Vamos, pues a llamarlo grupo de tiempos del mundo comentado y los tiempos, tiempos comentadores.<br />

No es posible mostrar la peculiaridad de la actitud del comentario en un prototipo de comentador tal como<br />

había sido posible en el narrador. La escala de las situaciones comunicativas es muy amplia; va desde la<br />

confesión más privada hasta la alocución más pública, y no existe otro signo identificable inequívoco en el<br />

*<br />

(Todas las traducciones de los textos que incluimos en notas a pie de página aparecen en un apéndice del libro,<br />

Traducciones, pp. 400-419).<br />

El almirante de La Vallée, que parecía adormilado en su sillón, dijo con su voz de vieja: "Yo he tenido una aventurilla de<br />

amor, muy curiosa; ¿quieren que se la cuente? Y habló, inmóvil, desde el fondo de su ancho asiento conservando en sus<br />

labios la sonrisa arrugada que nunca le abandonaba, aquella sonrisa a lo Voltaire que le hacía pasar por un terrible<br />

escéptico.<br />

**<br />

Roger de Tourneville, en medio del círculo de sus amigos, hablaba, a horcajadas sobre una silla, tenía un cigarro en la<br />

mano y, de vez en cuando, aspiraba y despedía una nubecita de humo.<br />

***<br />

La noche tibia descendía lentamente. Las mujeres se habían quedado en el salón de la casa de campo. Los hombres,<br />

sentados o a horcajadas sobre las sillas del jardín, fumaban ante la puerta, en círculo alrededor de una mesa redonda<br />

cargada de tazas y de vasitos. Sus cigarros brillaban como ojos en la sombra que iba adensándose a cada minuto. Alguien<br />

acababa de contar un terrible accidente sucedido la víspera: dos hombres y tres mujeres ahogados ante los ojos de los<br />

invitados, en frente, en el río. El general G... dijo...


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Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

comentador que el ser alguien totalmente distinto del narrador. Por su compromiso podrá conocérsele. No<br />

importa que esté distraído o atienda a lo que dice; pero si no sale de su distracción se expone a la burla, a que lo<br />

califiquen de soñador. Como señal para que el oyente advierta que se trata de algo que le afecta directamente y<br />

que el discurso exige su respuesta, hablada o no hablada, el hablante hace uso de los tiempos del grupo I. Su<br />

función no consiste en mencionar un Tiempo, ¿para qué iban a hacerlo? Para ello dispone el lenguaje de medios<br />

más adecuados. La función de esos tiempos es la señal tua res agitur. Son, encareciendo la expresión, una señal<br />

de alarma: No se permite, o al menos no es adecuado, escuchar relajadamente. Los tiempos del grupo II, por el<br />

contrario, puede interpretarlos el lector o el oyente como señal de que le está permitido escuchar durante un rato<br />

o sólo por un momento, con relativa participación, es decir, con tensión laxa.<br />

Si esta interpretación es justa, podremos entonces volver a plantearnos la cuestión inicial: la obstinación que<br />

pone el lenguaje en el uso de los tiempos ¿va contra todas las leyes de la economía? No, sino todo lo contrario.<br />

Es en extremo económica, pues para la economía del esfuerzo psíquico no deja de ser importante si el hombre ha<br />

de usar de toda su concentración ("primer grado de alarma") en cada comunicación lingüística o, si alguna que<br />

otra vez, le está permitido relajarla ("segundo grado de alarma'"). Esto es útil conocerlo en cada oración. El<br />

derroche antieconómico en el uso de los tiempos es sólo aparente y está al servicio de una economía superior.<br />

También la concordancia de los tiempos, que con tanta obstinación se encuentra en los idiomas más diversos,<br />

es económica en extremo. Y es que si, por principio, está permitido pasar del narrar al comentar y del comentar<br />

al narrar, este paso, sin embargo, no debe poner en peligro la comprensión con un ritmo muy rápido. La<br />

concordancia de los tiempos, como limitación combinatoria en una oración compleja, está diciendo<br />

sencillamente que el lenguaje no ve con buenos ojos un cambio apresurado entre el mundo narrado y el mundo<br />

comentado y que el cambio sólo lo permite, normalmente, al llegar a la frontera de la oración. Al mismo tiempo<br />

queda así definible la frase (sentence, phrase) como unidad lingüística, que, según la actitud comunicativa, es<br />

decir, en relación con la distinción fundamental entre mundo comentado y mundo narrado, es unitaria.<br />

MUNDO COMENTADO<br />

El capítulo dedicado al presente aparece en todas las gramáticas de forma semejante al capítulo Présent de la<br />

gramática de Maurice Grevisse, Le Bon Usage. En el primer apartado se dice que el présent designa el Tiempo<br />

presente; en el segundo, que designa un hábito; en el tercero, que designa acciones atemporales; en el cuarto y en<br />

los siguientes, para concluir, que puede designar cosas pasadas y futuras 8 . ¿Hay mejor demostración de que el<br />

tiempo presente no tiene nada que ver con el Tiempo? El presente es un tiempo, es el tiempo principal del<br />

mundo comentado y designa por ello una determinada actitud comunicativa. Lo mismo vale para los demás<br />

tiempos del mundo comentado. Por el momento dirijamos nuestra atención con mayor interés a este tiempo, en<br />

el que aparece de manera particularmente ilustrativa lo peculiar del mundo comentado y del grupo de tiempos<br />

correspondientes. Como en este caso son varias las lenguas que muestran idénticas relaciones, permítasenos<br />

tomar los ejemplos de idiomas diferentes.<br />

La señora Hamburger, al estudiar el "pretérito épico", ya ha advertido que lo normal es que contemos una<br />

historia, una novela o una novelita en Präeteritum (en español: imperfecto y perfecto simple), pero que el<br />

contenido lo resumamos siempre en presente 9 . Esta observación se confirma con sorprendente falta de<br />

excepciones desde los argumentos de la comedia plautina hasta los resúmenes de obras de teatro y novelas<br />

contemporáneas. Käte Hamburger ve en ello la confirmación de sus sospechas, a saber, que el pretérito de la<br />

poesía épica no puede mentar el pasado. Por nuestra parte hemos de añadir la comprobación, complementaria de<br />

las conclusiones de Käte Hamburger, de que tampoco el presente del resumen de un argumento puede ser<br />

mención del Tiempo presente.<br />

Ahora bien, alguien podría pensar que el uso del pretérito (imperfecto y perfecto simple) en un relato y del<br />

presente en el resumen tienen su explicación en el hecho de que el pretérito menciona los propios sucesos del<br />

relato y que el presente, por el contrario, menciona los hechos del libro que tenemos ante nosotros. Esta<br />

explicación no nos satisface, porque también se emplea el presente cuando el libro no está ni siquiera terminado<br />

ni ante nuestros ojos, por ejemplo, en el boceto literario. André Gide recoge en su diario, con fecha del 16-VII-<br />

8 Grevisse: Le Bon Usage, 1955, §§ 714 s.<br />

9 Käte Hamburger: Deutsche Vierteljahrsschrift, 27 (1953), 352 s.


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1914, la nota siguiente:<br />

Beau sujet de roman: la jeune fille qui va se marier contre le gré de ses parents avec quelqu'un dont le passé a prêté à<br />

redire. Peu à peu elle parvient à faire accepter son mari; mais c'est elle qui, tandis que la famille découvre à ce mari de plus<br />

en plus de qualités, comprend qu'elle s'illusionnait 10 sur son compte. Par fierté elle dévore toutes ses tristesses, ses<br />

déconvenues et se trouve d'autant plus seule, qu'à présent la famille prend le parti du mari, contre elle, et à cause de<br />

l'habileté qu'elle a eue d'abord à faire valoir son mari. *<br />

Si Gide hubiese llegado algún día a escribir esta novela, lo habría hecho −como en sus otras novelas− en los<br />

tiempos narrativos imparfait y passé simple. Los tiempos del boceto, por el contrario, son los del grupo I [...].<br />

MUNDO NARRADO<br />

Cuando e1 hablante emplea los tiempos del grupo II, el oyente sabe que ha de recoger la información como<br />

relato, pero ignora que haya de relacionarla con lo pasado. Tenemos que repetir esto una vez más con toda<br />

claridad. La diferencia entre canta y cantaba no consiste en que a la información (semántica) "cantar" añadamos<br />

en un caso la información "en el presente" y en el segundo "en el pasado". En expresiones como "canta" y<br />

"cantaba", y sólo sobre la base de los tiempos, no aprendemos absolutamente nada sobre el Tiempo del "cantar".<br />

Los tiempos presente e imperfecto (y los correspondientes en otros idiomas) nos están informando más bien<br />

sobre el modo como tenemos que escuchar. Nos dicen si el "cantar" va a ser comentado o narrado. Para el oyente<br />

es importante. Reaccionará de forma distinta de un caso al otro. El "cantar" comentado exige generalmente una<br />

determinada postura, actitud, inmediata: una opinión, una valoración, una enmienda o cosa pareja. Si el "cantar"<br />

es empero "sólo" narrado, no se impone adoptar una postura; puede ser aplazada o se puede, sencillamente, no<br />

adoptar ninguna. Hay tiempo para fumar la pipa o el cigarro hasta el final. La información que facilita el tiempo<br />

presente en la forma canta reza así: "¡Atiende, que te atañe directamente!"; la forma cantaba nos facilita la<br />

información del imperfecto junto con los tiempos perfecto simple, pluscuamperfecto, etc.: "¡Ahora puedes<br />

escuchar con más descuido!" Con ello la situación comunicativa queda marcada cualitativamente.<br />

El mundo narrado es indiferente frente a nuestro Tiempo. Puede quedar fijado en el pasado por una fecha o<br />

en el presente o el futuro por cualquier otro dato. Esto no cambia para nada ni el estilo del relato ni la situación<br />

hablada que le es propia, lo cual explica el que muchos narradores puedan hacer alarde de una indiferencia<br />

verdaderamente provocadora respecto del Tiempo. Es muy conocido el procedimiento de sustituir por unos<br />

puntos suspensivos el año en que ocurren los sucesos de un relato. El ejemplo siguiente está sacado de un cuento<br />

de Edgar Allan Poe y vale por otros muchos; el cuento se titula La sin par aventura de Hans Pfahl: "Parece que<br />

el... del mes de... (no estoy seguro de la fecha), una inmensa multitud..." Y al comienzo del relato titulado<br />

Metzengerstein pregunta Poe: "El horror y la fatalidad han salido al paso por doquier y en todas las épocas. ¿Por<br />

qué dar entonces una fecha a la historia que voy a contar?"<br />

Puede decirse que estas palabras de Edgar Allan Poe manifiestan explícitamente lo que implícitamente<br />

contienen los tiempos del mundo relatado. Están diciendo que no se mienta el mundo en que se encuentran el<br />

hablante y el oyente y en el que están directamente a afectados; están diciendo que la situación hablada,<br />

reproducida en el modelo de la comunicación, no es tampoco escena del suceso y que el hablante y el oyente,<br />

mientras dure el relato, son más espectadores que personajes activos en el theatrum mundi aun cuando se<br />

contemplen a sí mismos. Ambos prescinden de la existencia del hablante y del oyente.<br />

Ahora bien; en lo que respecta a lenguas como el español y el francés que hacen la diferencia de los dos<br />

tiempos de la narración, imperfecto y perfecto simple (imparfait y passé simple), ya se ha advertido algo de su<br />

peculiaridad, pero sólo en aspectos aislados. Jean Pouillon en su libro Temps et roman conserva la<br />

correspondencia tiempo verbal - Tiempo, pero el imparfait del francés como tiempo del relato −de manera<br />

10 Para este imperfecto cfr la pág. 152 [El imperfecto, metáfora temporal, Cap. V. El sistema metafórico temporal].<br />

* Bonito tema de novela: la joven que va a casarse contra el gusto de sus padres con alguien cuyo pasado ha sido objeto de<br />

habladurías. Poco a poco logra que su marido sea admitido; pero es ella la que, mientras que la familia descubre en ese<br />

marido cada vez mejores cualidades, comprende que se hacía ilusiones sobre él. Por orgullo devora sus penas, sus<br />

desengaños, y se encuentra tanto más sola cuanto que ahora la familia se pone de parte del marido, contra ella, y a causa<br />

de la habilidad que ha tenido al principio en hacer valer a su marido.


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análoga a como hace Käte Hamburger para el Präeteritum alemán− lo considera una excepción. El imperfecto en<br />

la novela no tiene propiamente significación temporal (de Tiempo), sino más bien espacial: "nos aleja de lo que<br />

miramos". No está diciendo que el suceso haya pasado, porque, precisamente, el novelista nos quiere hacer<br />

participar en ese suceso. De esa forma llega Pouillon a la interesante consecuencia de que "el imperfecto de<br />

tantas novelas no significa que el novelista esté en futuro de su personaje, sino sencillamente que no es ese<br />

personaje, que nos lo muestra" 16 . No hay duda que tiene razón; sólo hay que lamentar el que Pouillon limite este<br />

resultado al imperfecto y sólo en la novela.<br />

Pero es que lo mismo vale para el perfecto simple (passé simple). De este tiempo dice el novelista Michel<br />

Butor en un ensayo: "es un pasado muy netamente cortado del hoy, pero que no se aleja, es un aoristo mítico".<br />

Es el tiempo que, por estar relatada en tercera persona, mejor le conviene a la novela 17 . Michel Butor al incluir el<br />

perfecto simple (passé simple) entre los tiempos del pasado paga tributo a la gramática del bachillerato.<br />

Prescindiendo de esto, nos queda la interesante observación de que el perfecto simple caracteriza un mundo que<br />

está "muy netamente" separado del nuestro y que ha sido desplazado al plano "mítico".<br />

Todo esto, sin embargo, hemos de añadir nosotros, tiene validez no sólo para el perfecto simple español y<br />

passé simple francés de la novela, sino para este tiempo en cualquier caso y para todos los otros tiempos del<br />

mundo narrado, pues siempre que estos se emplean, el hablante adopta el papel de narrador invitando al oyente a<br />

convertirse en escucha, con lo que toda la situación comunicativa se desplaza a otro plano. Esto no significa<br />

desplazamiento de la acción al pasado, sino a otro plano de la conciencia, situado más allá de la cotidiana<br />

temporalidad.<br />

No estaría de más, al llegar a este punto, recordar el trascendental estudio de Günther Müller sobre la<br />

significación del Tiempo en el arte de la narración 18 . Günther Müller llama la atención sobre una verdad que, de<br />

tan evidente, pasa desapercibida: el Tiempo narrado es de otra especie que el Tiempo vivido; es "en un aspecto<br />

más pobre, en otro, más rico" (pág. 22), pues todo Tiempo relatado es Tiempo acumulado. Toda omisión es<br />

selección y toda selección, interpretación. ¡Qué alejados nos hallamos del Tiempo físico! En su descripción del<br />

Tiempo relatado piensa Günther Müller en la literatura narrativa. Nosotros añadiremos que, naturalmente, la<br />

descripción puede aplicarse a todo relato no literario. Nos lo confirma el resultado obtenido del examen de los<br />

tiempos (y no del Tiempo), según el cual el mundo narrado con su Tiempo narrado no puede ser identificado con<br />

ninguna fracción de Tiempo del mundo comentado o Tiempo vivido, y mucho menos, con la porción de Tiempo<br />

llamada pasado. Los tiempos del mundo narrado están, entre otras señales, para que la temporalidad del mundo<br />

comentado no tenga validez mientras dure el relato.<br />

Como indicio de lo dicho sírvanos el hecho de que en el mundo narrado no tiene aplicación toda una serie de<br />

adverbios temporales. Ahora, hoy, ayer, mañana son "traducidos" cuando estamos relatando y decimos entonces,<br />

en aquel tiempo, la víspera, al día siguiente. [...] Los adverbios temporales, lo mismo que los tiempos, se<br />

ordenan en dos grupos y nos informan, en primer lugar, si nos hallamos en el mundo narrado o en el mundo<br />

comentado. Para el lenguaje no existe en absoluto "el Tiempo". Existe el Tiempo del mundo narrado que<br />

nosotros llamamos, con Günther Müller, Tiempo narrado y existe el Tiempo del mundo comentado, que, con<br />

Heidegger, podremos llamar temporalidad. Ambos órdenes temporales son cualitativamente diferentes. De<br />

manera análoga, en el lenguaje no existe en absoluto la clase de los adverbios temporales, sino que hay adverbios<br />

del Tiempo narrado y adverbios de la temporalidad. El paso de una a otra clase es un proceso de traducción. Si<br />

alguna vez se prescinde de ésta, se origina un fenómeno estilístico: el estilo indirecto libre; es decir, la ilusión de<br />

un discurso verdadero. Es una libertad poética que no deroga el uso idiomático, sino que, más bien, lo<br />

presupone.<br />

[...] Podemos [trazar] un paralelo entre las literaturas narrativa y dramática. Cuando se quiere transformar un<br />

relato en una obra dramática, o una obra dramática en un relato −de lo que la historia de la literatura conoce<br />

muchos ejemplos− hay que traducir. Ante todo, hay que traducir, con las personas, los tiempos, pues el relato<br />

está construido con los tiempos del mundo relatado y el drama con los del mundo comentado. Ambos campos de<br />

la literatura tienen, sin embargo, de común que la acción relatada o representada queda eximida de la verdadera<br />

realidad y es conducida a la libertad del arte. Si esto es así, entonces tiene que existir una profunda comunidad<br />

16 Jean Pouillon: Temps et roman, 1946, págs. 161 ss.<br />

17 Michel Butor: Les Temps modernes, Febrero, 1961, pág. 939. [...]<br />

18 Günther Müller: Die Bedeutung der zeit in der Erzählkunst, Bonn, 1947.


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Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

entre los medios expresivos con ayuda de los cuales uno logra liberarse de la situación. Estos son los medios que<br />

en la escena llevan al distanciamiento [...]. En el drama es imprescindible la representación; en el relato, los<br />

tiempos. El drama no necesita tiempos propios para liberarse de la situación (El "teatro épico" no emplea los<br />

tiempos del mundo narrado). En la representación existe libertad suficiente Por el contrario, el relato no necesita<br />

de representación. (Los buenos narradores no gesticulan). Los tiempos del relato son una especie de<br />

representación. Disfrazan y alejan nuestro mundo cotidiano y nos liberan por algún tiempo de la coerción de la<br />

situación. El mundo narrado es una escena. [...]<br />

EL MUNDO NARRADO DE LOS CUENTOS INFANTILES<br />

El mundo de los cuentos infantiles es el mundo narrado por excelencia. En ningún relato somos tan<br />

distanciados de la situación cotidiana como en el cuento infantil. En el cuento infantil todo es distinto del mundo<br />

cotidiano; por ello, el cuento infantil traza con más firmeza que cualquier otro relato la frontera entre el mundo<br />

narrado y el mundo cotidiano. La introducción y la conclusión del cuento corresponden generalmente a una<br />

fórmula.<br />

Se trata de a algo tan evidente que no es fácil figurarse un cuento que no empiece con la fórmula érase una<br />

vez (u otra semejante). Este una vez (once, une fois, einmal) no es otro Tiempo, sino otro mundo; un mundo con<br />

un Tiempo propio −que se parece muy poco al Tiempo de los relojes− en el que, por ejemplo, un sueño puede<br />

durar siete años. Esto tiene también validez en el caso de que en la fórmula introductiva del cuento aparezca la<br />

palabra Tiempo: once upon a time... Hay un cuento inglés que diferencia netamente el Tiempo del cuento de<br />

nuestro Tiempo. Comienza así: Once upon a time, and a very good time it was, though it wasn't in my time, nor<br />

in your time, nor any else's time 19 . El una vez del comienzo es la negación de nuestro Tiempo. Los cuentos se<br />

desarrollan "hace mucho tiempo" 20 . Una de las fórmulas con que comienzan los cuentos españoles hace ver que<br />

nuestro mundo cotidiano con su temporalidad queda burlado por el mundo del cuento infantil: Érase que se era...<br />

En este último caso la fórmula introductora está toda en los tiempos verbales. Es característico en esta como<br />

en todas las otras fórmulas iniciales el imperfecto, el tiempo del mundo narrado. Este tiempo de la fórmula<br />

inicial, señal comparable a los típicos trois coups del teatro francés, está diciéndonos que comienza el mundo<br />

relatado. Sin embargo, la señal del tiempo verbal se diferencia de los tres golpes del escenario francés en que<br />

todos los tiempos del cuento infantil contestan al aviso inicial como un eco continuo que nos recuerda siempre<br />

que ese mundo es diferente del que nos rodea inmediatamente y nos plantea problemas 21 .<br />

Tras la señal 'érase que se era' sólo el mundo del cuento tiene existencia durante cierto rato. Todo el que una<br />

vez ha contado cuentos a los niños sabe hasta qué punto éstos pueden perderse en el mundo del relato. Y es que<br />

los niños han de aprender primero, precisamente en los cuentos, que, junto a su pequeño mundo vivido, existe un<br />

mundo meramente narrado. Esto es precisamente lo que les enseñan los cuentos. Mientras no estén en<br />

condiciones de distinguir con seguridad entre el mundo narrado y el mundo "verdadero", es de importancia<br />

primordial que se les saque del mundo narrado por medio de signos claros y seguros. Por eso, la conclusión del<br />

cuento presenta generalmente una fórmula tan elocuente como la introducción.<br />

[...] Con la fórmula conclusiva se abandonan los tiempos del mundo narrado y en su lugar aparecen los del<br />

mundo comentado, en este caso el perfecto compuesto y el presente, ya que éstos son los tiempos con que,<br />

seguidamente, el mundo "verdadero" pedirá decisiones. Con estos tiempos también tiene el niño que adoptar a su<br />

modo pequeñas decisiones.<br />

¿De qué decisiones se trata? No es extraño que después de los cuentos infantiles aparezca la decisión de<br />

concluir el plato. Muchas fórmulas finales, particularmente en la Península Ibérica, conducen el cuento al tema<br />

de la comida. [...]<br />

También en los cuentos españoles se encuentra este motivo. La conclusión, que conserva el tiempo del<br />

relato, conduce con una divertida musiquilla al tema de la comida:<br />

Y vivieron felices<br />

19 Según Bolte-Polívka, comunicado por Robert Petsh: Wesen und Formen der Erzählkunst, 1942, pág. 165.<br />

20 Comienzo del cuento de los hermanos Grimm Tischlein deck dich (Ponte, mesita).<br />

21 Esto ya lo ha observado Petsch para el cuento infantil: Op. cit., página 162; y también T.A. Rompelmann: Form und<br />

Funktion des Präteritums im Germanischen, en Neophilologus 37 (1953), 65-83, especialmente página 82.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

Y comieron perdices<br />

Y a mí me dieron<br />

Con los huesos en las narices 23<br />

Esta conclusión no pertenece a un tipo determinado de cuentos, sino que puede añadirse a cualquiera. Es la<br />

señal que marca la frontera entre el mundo narrado del cuento y el mundo comentado, ya que de la comida es de<br />

lo que ahora va a tratarse.<br />

[...] Estos finales tienen como rasgo común el señalar con claridad más que suficiente la frontera del mundo<br />

narrado, lo cual puede hacerse de forma muy sencilla empleando la fórmula Colorín colorado, este cuento ya se<br />

ha acabado [...]. Cualquiera que sea el texto de la fórmula, sus tiempos son siempre los del mundo comentado.<br />

El cuento ya no es visto desde dentro, sino desde fuera. El narrador se escabulle de su papel y se convierte en el<br />

padre que tiene que ocuparse de hacer cosas, o en el tío que pronto se irá de viaje.<br />

Robert Petsch advierte que en muchas de las conclusiones se cita la palabra "cuento" o por lo menos se dice<br />

que se trata de un cuento. Esto es también señal de una situación comentadora. [...]<br />

CAPÍTULO IV<br />

EL PASADO<br />

PERSPECTIVA DE LA COMUNICACIÓN<br />

Hasta ahora hemos estudiado los tiempos según el criterio de su pertenencia a uno de ambos grupos<br />

temporales con exclusión de lo peculiar de cada uno de los tiempos dentro de su grupo correspondiente. Pues<br />

bien, no hay que perder de vista, naturalmente, que cada uno de ambos grupos temporales está representado en el<br />

lenguaje no sólo por un tiempo, sino por varios, variando su número de unas lenguas a otras. A esto es a lo que<br />

ahora vamos a dirigir nuestra mirada. Vamos a volver, pues, de la investigación de tipo sintagmático,<br />

conservando el criterio de la dicotomía de dos grupos temporales, a la dimensión paradigmática del lenguaje.<br />

Recordemos ahora la diferenciación paradigmática de los tiempos llamados simples y compuestos. Vemos<br />

que formas simples y compuestas se encuentran en ambos grupos y, evidentemente, no tienen mucho que ver<br />

con la organización del sistema de tiempos. Por eso nos desentendemos de este punto de vista. Pero Lucien<br />

Tesnière ha llamado la atención sobre un paralelismo formal entre los tiempos simples y compuestos. Esto nos<br />

lleva a considerar no los tiempos simples y compuestos, sino ambos grupos según un paralelismo formal. En<br />

efecto, en las lenguas más diversas se ofrece un claro paralelismo entre las formas temporales del grupo I y del<br />

grupo II. Voy a ordenar los tiempos en ambos grupos según formas paralelas [...]<br />

23<br />

Con la variante "Y a mí no me dieron / porque no quisieron", amablemente comunicada por la señora Manuela Cirre,<br />

profesora en la Universidad de Michigan, Ann Arbor.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

ESPAÑOL<br />

GRUPO TEMPORAL I<br />

cantará<br />

habrá cantado<br />

va a cantar<br />

acaba de cantar<br />

ha cantado<br />

canta<br />

GRUPO TEMPORAL II<br />

cantaría<br />

habría cantado<br />

iba a cantar<br />

acababa de cantar<br />

había cantado<br />

hubo cantado<br />

cantaba<br />

cantó<br />

[...] Salta a la vista [...] un claro paralelismo de formas que en parte puede percibirse por el oído (semejanza<br />

de los morfemas –rá / −ría, etc.) y en parte proviene del paradigma del morfema llamado verbo auxiliar (va /<br />

iba, acaba / acababa). El paralelismo queda desequilibrado, sin embargo, en español (y análogamente en otras<br />

lenguas románicas) por una mayor abundancia de tiempos en el grupo II. Baste por ahora seguir el paralelismo<br />

hasta llegar a la zona de esta asimetría y decir que las dos formas había cantado y hubo cantado son paralelas a<br />

ha cantado, y, de manera análoga, las dos formas cantaba y cantó son paralelas a canta. A este reparto se llega a<br />

partir de los paradigmas del llamado verbo auxiliar haber en el que aparecen las formas ha, había, hubo, y no los<br />

morfemas temporales de los otros tiempos asimétricos.<br />

Así pues, es evidente que los tiempos en sus grupos correspondientes designan la perspectiva comunicativa<br />

con la que nos orientamos tanto en el mundo comentado como en el mundo narrado. [...] En español y en las<br />

lenguas románicas no existe el tiempo principal del relato, sino que el imperfecto y el perfecto simple<br />

constituyen ambos juntos el tiempo fundamental, ofreciendo más o menos la misma frecuencia, es decir, un<br />

80%.<br />

Ahora bien, en cuanto al presente como tiempo fundamental del grupo I, se ha observado más de una vez que<br />

puede muy bien concebirse como "architiempo" 2 o como "tiempo con perspectiva cero" 3 . En esto estamos de<br />

acuerdo. El presente no facilita clase alguna de orientación en el Tiempo, pero hemos de señalar una salvedad: el<br />

presente no es en modo alguno el architiempo o el tiempo cero en todos los casos, sino sólo en el mundo<br />

comentado. Designa el punto cero justamente de este mundo comentado y del grupo temporal que le<br />

corresponde, pero no es indiferente frente a la diferenciación fundamental entre mundo narrado y mundo<br />

comentado.<br />

El mundo narrado tiene también por su parte un tiempo cero. [...]<br />

En español, y en muchas otras lenguas, junto al presente como tiempo del mundo comentado se encuentra en<br />

paralelo formal la pareja imperfecto y perfecto simple. Lo mismo ocurre funcionalmente. Ambos tiempos son<br />

tiempos cero del mundo narrado. Tanto el uno como el otro designan el mundo narrado como tal sin contener<br />

orientación temporal (de Tiempo) alguna. Naturalmente, se diferencian de otra manera. Esta diferenciación será<br />

objeto del capítulo X de este libro. Pero con el Tiempo −y esto podemos ya adelantarlo− no tiene nada que ver.<br />

Los tiempos cero del mundo comentado y del mundo narrado son, además, los tiempos que más usamos al<br />

hablar, es decir, que nuestro discurso muestra generalmente absoluta falta de interés por una orientación basada<br />

en perspectivas. El hablante y el oyente se contentan con la información sobre la actitud comunicativa.<br />

Las cosas se presentan con otro cariz en los demás tiempos (que frente a los tiempos del nivel cero son<br />

mucho más escasos) de ambos grupos. Aquellos designan la perspectiva comunicativa relativamente en cuanto<br />

al punto cero de los grupos temporales correspondientes. Se trata de perspectivas, que podemos llamar<br />

retrospectivas y prespectivas, y de sus matices. ¿Estamos hablando entonces, de "pretemporalidad" y<br />

"postemporalidad", es decir, de Tiempo? ¿Es que, entonces, los tiempos (¡algunos tiempos y estos los menos<br />

usados!) tienen algo que ver con el Tiempo? Se comprende que los fenómenos de retrospección y de prespección<br />

2 Edward Sapir: Language, New York, 1921, pág. 95. En este lugar Sapir se opone expresamente al concepto de tiempo<br />

cero formando su concepto propio análogamente al concepto fonológico de archifonema.<br />

3 H. Weber: Das Tempussystem des Deutschen und des Französischen, 1954, pág. 29.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

son a los que hay que atribuir el que los tiempos se hayan equiparado a priori con el Tiempo. Esta equiparación<br />

la hemos rechazado a limine. ¿Hemos llegado, pues, al momento de reconocer que en el concepto de perspectiva<br />

comunicativa se oculta algo del concepto de Tiempo?<br />

No creo que los tiempos en la perspectiva comunicativa sean formas más temporales (de Tiempo) que en sus<br />

otras características. Al decir que los tiempos del lenguaje no tienen nada que ver con el Tiempo, no quiere esto<br />

significar que los tiempos nieguen el fenómeno extralingüístico del Tiempo. Los procesos del mundo real se<br />

desarrollan en el Tiempo e incluso el discurso mismo es uno de esos procesos. Este tiempo físico, mensurable,<br />

ya está presupuesto en el lenguaje al mismo tiempo que el mundo real. Es cosa que no tiene nada de particular;<br />

al fin y al cabo la palabra "hora" también presupone Tiempo. De la misma manera, también las perspectivas de<br />

retrospección y de prespección en algunos tiempos presuponen Tiempo.<br />

Para hacerme entender mejor volvamos una vez más a la diferenciación básica entre Tiempo narrado y<br />

temporalidad. Ni el uno ni la otra son Tiempo mensurable por el reloj. Por eso tampoco existe una<br />

"pretemporalidad" ni una "postemporalidad" esquemáticamente imaginadas. La perspectiva comunicativa en el<br />

mundo narrado y en el mundo comentado es cualitativamente distinta en la proporción en que el "Tiempo<br />

narrado" y la "temporalidad" sean también cualitativamente distintos. En el mundo narrado existe también un<br />

presente; pero no es el presente en que tengo que decidirme. También hay un futuro; pero no es, con palabras de<br />

Heidegger, un "estar a la muerte" 4 . Y, finalmente, hay también un pasado; pero no es el pasado que me acucia,<br />

"qui me hante" (Sartre) 5 . No hay que entenderlo únicamente como un pasado ominoso y un futuro amenazador.<br />

También los recuerdos agradables y "la noche sosegada / en par de los levantes de la aurora" pueden entenderse<br />

como posibles perspectivas comunicativas de esta temporalidad. Sin embargo, lo decisivo es la significación<br />

existencial. Lo que ve la retrospección en el mundo comentado compromete y prejuicia. Lo que ve la<br />

prespección en el mundo comentado desafía como promesa o amenaza nuestras preocupaciones y ocupaciones,<br />

pues comentar es hablar comprometidamente. Esto vale también para la retrospección y la prespección. Para lo<br />

que no vale es para el mundo narrado.<br />

La retrospección y la prespección son en el mundo comentado manifestaciones de compromiso; la<br />

retrospección y la prespección son en el mundo narrado manifestaciones de la libertad. El pasado, por ejemplo,<br />

que estoy narrando, como pasado narrado está ya transformado. Este pasado pueden ser "los buenos Tiempos<br />

aquellos" o "aquella mala racha que sufrimos"; como Tiempo narrado es menos penetrante y ha quedado<br />

despojado de su carácter de compromiso inmediato. [...]<br />

En esto consiste la libertad del narrador que han conocido siempre los poetas épicos y los narradores. Desde<br />

los tiempos de la famosa correspondencia de Goethe y Schiller 7 a propósito de las características del poema<br />

épico, éstas se han convertido en objeto de la crítica literaria. Goethe, en su carta del 19 de abril de 1797, le<br />

participa a Schiller una observación que ha hecho respecto de la técnica de la composición: que uno de los<br />

rasgos fundamentales del poema épico consiste en un ir y venir constante. [...] Por último, en su carta del 26 de<br />

diciembre de 1797, vuelve Schiller sobre el tema con estas frases famosas:<br />

"La acción dramática se mueve ante mí; alrededor de la épica yo mismo me muevo, y ella casi parece estar queda.<br />

Según mi opinión, en esta diferencia se encierran cosas importantes. Si los sucesos se ofrecen ante mi vista, mis sentidos me<br />

encadenan al presente, mi fantasía pierde su libertad, dentro de mí va surgiendo y asentándose un continuo desasosiego;<br />

tengo que estar asido al objeto; se me niegan el examen a posteriori y la meditación porque voy arrastrado por una fuerza<br />

exterior. Moviéndome en torno de los sucesos que no pueden sustraerse a mi arbitrio tengo la posibilidad de avanzar con<br />

paso desigual; puedo demorarme, según mis necesidades subjetivas, más o menos tiempo, puedo retroceder o adelantarme<br />

algunos pasos, etc. Todo esto se acuerda muy bien con el concepto de cosas pasadas, que pueden pensarse como quietas y<br />

tranquilas, y con el concepto de narración, pues el narrador ya conoce la conclusión al principio y en el medio y, por<br />

consiguiente, todos los momentos de la acción tienen para él el mismo valor, conservando de esa forma continuamente una<br />

libertad serena".<br />

En su Estética recoge A. W. Schlegel estas ideas citando el ejemplo de Homero en cuyos poemas épicos se<br />

manifiesta la "serena reflexión del narrador". La serenidad diferencia al mundo épico de nuestro agitado mundo<br />

4 Martin Heidegger: Sein und Zeit, 1927, § 51.<br />

5 Jean-Paul Sartre: L'être et le néant, 1943, pág. 152.<br />

7 Der Briefwechsel zwischen Séller und Goethe, 3 vol., Insel-Verlag, 1955.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

cotidiano. Por ello, el poema épico tiene su Tiempo propio, cuyo decurso, contrariamente a lo que ocurre con<br />

nuestro Tiempo, puede remontarse en cualquier ocasión "aprovechando cada elemento posterior para volver a<br />

tocar algo anterior" 8 .<br />

Después de los juicios de Schiller, Goethe y Schlegel ha quedado canonizada la estética del poema épico<br />

según las características descritas, de forma que Wolfgang Kayser puede hablar de una "ley épica" 9 . Es una ley,<br />

o mejor dicho, un principio de la perspectiva narrativa que describe la actitud comunicativa del narrador<br />

omnisciente y, por ello, dueño de la situación. La retrospección (por ejemplo, en forma de reproducción del<br />

pasado) y la prespección (por ejemplo, al anunciar el desenlace de la historia) ponen de manifiesto al mismo<br />

tiempo que para el narrador no hay secretos y que éste es libre.<br />

[...] Así se ve que la retrospección y la prespección en la narración son, ante todo, perspectivas narrativas. Al<br />

modificarse éstas, se modifica también de la misma manera algo más que la sucesión narrativa y el decurso<br />

temporal (de Tiempo) de la historia: se modifica la interpretación del mundo narrado. [...]<br />

NARRACIÓN, PASADO, VERDAD<br />

El imperfecto, el perfecto simple y los otros tiempos del grupo II son, pues, señal de que nos encontramos<br />

ante una narración. Su misión no consiste en anunciar que nos encontramos ante un pasado. Sería injustificado<br />

identificar lo narrado con lo pasado. Ambos conceptos no coinciden. Lo pasado podemos actualizarlo sin<br />

narrarlo e, inversamente, podemos narrar sin que se trate de lo pasado.<br />

Nuestro comportamiento respecto del pasado no es cosa sencilla. Jean-Paul Sartre ha advertido que la<br />

polémica en torno al ser o no ser de lo pasado no agota el problema. Si lo pasado, según Bergson y Husserl, es,<br />

o, según Descartes, ya no es, todo va a parar a lo mismo al romperse el puente entre el pasado y el presente. [...]<br />

La respuesta de Sartre reza así: el pasado como pasado mío es componente de mi vida y de mi existencia actual:<br />

je suis mon passé 10 .<br />

Me inclino a pensar que Sartre ha tendido un puente demasiado ancho entre el pasado y el presente. Existe<br />

no sólo mi pasado; también hay un pasado intrascendental para mí. No todo pasado pesa sobre mi existencia.<br />

Sartre, en cierta ocasión, pone con aquiescencia en boca de Heidegger la frase siguiente: "soy lo que digo" 11 .<br />

¿Por qué no combina esta frase con su propia fórmula "yo soy mi pasado", para llegar a: "soy como digo el<br />

pasado"? Y es que puedo narrar el pasado, lo cual es a la vez un camino para liberarme de él neutralizándolo en<br />

el lenguaje narrativo. Mas también puedo comentar el pasado. Muchas lenguas han previsto un tiempo propio<br />

para comentar el pasado: el pretérito perfecto (o sus correspondientes en otros idiomas). El pasado que comento<br />

es siempre mi pasado y una porción de mi existencia. Y precisamente porque me afecta a mí lo comento.<br />

Aunque haya quedado atrás, es posible que para mí esté más cerca que cosas presentes que no comento o cosas<br />

futuras que narro. La frontera estructural entre el mundo narrado y el mundo comentado pasa a través del pasado<br />

y la cuestión que se plantea es si, bajo estas condiciones, tiene algún sentido hablar "del" pasado. El lenguaje, en<br />

todo caso, no pone a nuestra disposición una forma semejante de comunicación. El lenguaje conoce dos clases<br />

de pasado: uno que es mío y del que trato como trato de las cosas que directamente me afectan en mi situación<br />

comunicativa y otro del que me distancio a través del filtro de la narración. Quizá la vieja cuestión del ser o no<br />

ser del Tiempo pueda, también desde este punto de vista, llegar a una respuesta más atinada.<br />

Si quedamos en que no todo pasado es narrado, hemos de admitir, a la inversa, que no toda narración está<br />

narrando pasado. Ya al principio de este libro citamos novelas que llevan su acción hasta el presente o que se<br />

desarrollan totalmente en el futuro, sin que por ello dejen de emplear los tiempos del mundo narrado. En las<br />

novelas utópicas aparece bien patente lo que tiene validez para la literatura de ficción en general. El espacio<br />

ficticio de esta clase de literatura no es el pasado. Incluso cuando encontramos en una novela una fecha que<br />

corresponde a la Edad Media, ni siquiera sabemos si se trata, para decirlo con palabras de Paul Claudel, de una<br />

8<br />

A. W. Schlegel: Kritische Schriften und Briefe, publicados por Edgar Lohner, T. II (Sprache und Literatur V). Stuttgart, 1963,<br />

págs. 311 s.<br />

9<br />

Wolfgang Kayser: Das sprachliche Kunstwerk, 1959, págs. 349 s.<br />

10<br />

Sartre: Op. cit., págs. 152 ss.<br />

11<br />

Ibíd., pág. 440.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

moyen âge de convention 12 . En principio, y mientras no se señale expresamente lo contrario, se trata de una Edad<br />

Media ficticia porque es una Edad Media narrada. Pero, naturalmente, podemos encontrarnos ante el caso de una<br />

novela histórica que nos lleve a identificar esta Edad Media narrada con aquella Edad Media admitida como<br />

verdadera por el conocimiento de sus fuentes, por la correspondencia con los hechos históricos conocidos y por<br />

otros medios estilísticos. Aquella Edad Media es parte inmediata e integrante de mi mundo porque si soy, por<br />

ejemplo, historiador puedo tratar de ella. Pero el historiador Golo Mann nos trae a la memoria "que el relato,<br />

incluso de lo acontecido, es siempre poemático" 13 .<br />

Como puede observarse, los tiempos del mundo narrado por sí mismos no dicen nada al oyente o lector sobre<br />

la veracidad o la ficción de la narración. La una o la otra hay que deducirlas de información adicional. Si la<br />

narración es, de todas formas, verdad y no ficción, es que se refiere a cosas pasadas y como "historia verdadera"<br />

tiene, por consiguiente, que estar documentada y también tiene que haber dado ocasión a la experiencia, la<br />

observación o haber sido escuchada de labios de otra persona. De este tipo son la mayoría de las narraciones de<br />

la vida cotidiana. Cuando cuento un pequeño suceso del que he sido partícipe o un largo viaje no suelo colocar a<br />

mis oyentes ante un difícil acertijo, es decir, no necesitan averiguar si la narración es verdadera (lo que,<br />

entonces, significa pasada) o si ha sido inventada (lo que significa indiferente respecto del Tiempo). Lo más<br />

probable es que la narración sea verdadera. Pero de esto no se entera el oyente por los tiempos, sino por medio<br />

de indicios y gracias al conocimiento general de que la narración ficticia (¿se me permitiría llamarla engañosa?)<br />

puede darse a conocer por una disposición especial de la situación comunicativa: por una sonrisa, una<br />

exageración, el tono de la voz del narrador o por la obra impresa unida a las características genéricas de los<br />

géneros literarios admitidos como ficticios. En el caso de faltar esa disposición −por ejemplo, cuando el<br />

novelista quiere hacerse pasar por cronista− se borra la frontera entre la verdad y la ficción del relato. Es cosa<br />

que saben los novelistas que, desde siempre, se han complacido en jugar con la verdad. Para la literatura de<br />

ficción más antigua puede formularse más o menos este principio: cuanto más ficticia sea la historia tanto más<br />

se protestará de la verdad. La localización cronológica del relato a base de fechas que sitúan la acción en el<br />

pasado ha sido una de las formas preferidas de protestar de la verdad hasta que los narradores, bajo el signo del<br />

realismo, han advertido que su empeño en hacer creer en el pasado puede llevar a un anquilosamiento del género<br />

y que es preferible el intento de narrar el presente, pero narrarlo como si se comentase. El juego con la verdad,<br />

que se encuentra en la literatura narrativa de todas las épocas y de todos los países, es la prueba más segura de<br />

que no es tan fácil manipular la verdad como lo sería si pudiese leerse en los tiempos. Los tiempos, lo mismo<br />

que el lenguaje en general, son indiferentes respecto de la verdad. Por igual razón, y como tiempos de la<br />

narración, tampoco dicen si el mundo narrado es un mundo que queda en el pasado o es un mundo inventado. El<br />

que quiera saberlo ha de prestar oído a otras señales. Si, a pesar de ello, sigue incierto, tiene que comentar el<br />

relato. A esto se llama crítica histórica.<br />

[...] Así pues, llegamos al siguiente resultado: los tiempos no tienen nada que ver con la verdad y no orientan<br />

en absoluto sobre la cuestión de si un relato es verdadero y pasado o imaginado y no pasado. El límite que separa<br />

poesía y verdad no coincide con el límite que separa el mundo narrado del mundo comentado. El mundo<br />

comentado tiene su verdad (lo contrario de la cual es el error o la mentira) y el mundo narrado tiene también su<br />

verdad (lo contrario de la cual es la ficción). [...]<br />

EL PERFECTO COMPUESTO DEL ESPAÑOL<br />

Y EL "PASSATO PROSSIMO" DEL ITALIANO<br />

El perfecto compuesto del español y el passato prossimo del italiano no presentan nuevos problemas<br />

fundamentales en la materia tratada hasta ahora. Se trata, igualmente, de tiempos retrospectivos del mundo<br />

comentado. [...]<br />

Alarcos Llorach identifica el perfecto simple, sin abandonar, por otra parte, la adscripción temporal (de<br />

Tiempo) a un "pasado absoluto", como tiempo de la narración. En cuanto al perfecto compuesto, lo sigue<br />

identificando con el concepto de pasado cercano al momento presente, rechazando la explicación de Gili Gaya,<br />

12 Paul Claudel: L'Annonce faite à Marie, Prólogo.<br />

13 Golo Mann: Schiller las Geschichtsschreiber. En: Geschichte und Geschichten, 1962, pág. 84.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

según la cual el perfecto compuesto es subjetivo frente al perfecto simple objetivo 44 . Esta última interpretación<br />

no es tan equivocada como Alarcos Llorach pretende, siempre que se entienda el concepto de subjetividad en el<br />

sentido de compromiso, que es característico para la situación del comentario.<br />

CAPÍTULO V<br />

EL SISTEMA METAFÓRICO TEMPORAL<br />

METÁFORAS TEMPORALES DE LA VALIDEZ LIMITADA<br />

La divisoria estructural que en el sistema de los tiempos corre entre el grupo temporal del mundo comentado<br />

y el grupo temporal del mundo narrado se nos ha descubierto al estudiar la concordancia de los tiempos. Hemos<br />

realizado nuestra investigación sobre el español y el francés concibiéndola como representativa para estudios que<br />

sigan la misma dirección en el campo de otras lenguas románicas y germánicas. Todas las lenguas de las familias<br />

románica y germánica (además de muchas otras lenguas) presentan una concordancia de tiempos que ha de<br />

entenderse como limitación combinatoria de éstos fuera de su grupo temporal. Pero el mantenimiento de la<br />

concordancia no constituye en ningún idioma una imposición ineludible en el sentido de que su infracción atente<br />

contra su gramática. Es fenómeno que ocurre y no sin frecuencia. Esas desviaciones las hemos calificado<br />

provisionalmente de excepciones y hemos prescindido de ellas. De todas formas, este procedimiento presentaba<br />

la desagradable consecuencia de que, con la conciencia tranquila, no podríamos convertir en tesis la<br />

comprobación de la dicotomía estructural del sistema de tiempos, sino que teníamos que dejarla en la categoría<br />

inferior de hipótesis. En este capítulo y dentro de un marco más dilatado nos ocupamos también de esas<br />

excepciones. Si nuestra hipótesis es correcta, debe ser lo bastante fuerte pera incluir en la explicación todas las<br />

excepciones. Si no es capaz de ello, hay que abandonarla. Pero pudiendo explicarlas, quedará ipso facto<br />

despojada de su carácter hipotético para valer de tesis respecto de las lenguas para las que esto se sostenga<br />

expresamente.<br />

De hecho, la concordancia de los tiempos se quebranta con frecuencia y no sólo en el sentido de que una<br />

oración que comienza por un tiempo del grupo I sigue con un tiempo del grupo II, o viceversa, sino además,<br />

en el sentido más amplio de que en un texto, que según su grupo temporal es homogéneo, se intercala un<br />

tiempo o algunos tiempos del otro grupo. En ambos casos la conciencia perceptiva debe saltar rápidamente<br />

de un grupo al otro. ¿Qué consecuencias comporta esto?<br />

Voy a explicarme con un ejemplo. Como ya hemos observado la concordancia en la lengua francesa, los<br />

ejemplos siguientes, aparte de ocasionales excepciones, vamos a tomarlos también del francés. En primer<br />

lugar, echemos una ojeada a un texto del diario de André Gide en el que el autor recoge una visita de<br />

Claudel describiendo su figura y empleando para ello los tiempos del grupo temporal I: Paul Claudel est<br />

plus massif, plus large que jamais; on le croirait vu dans un miroir déformant; pas de cou, pas de front; il a<br />

1'air d'un marteau-pilon... (19 nov. 1912). Entre las formas del présent, surge de repente un conditionnel, o<br />

sea un tiempo del grupo II. Evidentemente, éste no tiene la intención de introducir otra perspectiva temporal<br />

(de Tiempo) y se refiere a la misma situación que en la proximidad del conditionnel se designa con el<br />

presente. ¿Qué hubiera cambiado si Gide hubiese escrito: on le croit vu dans un miroir déformant? La<br />

descripción no cambiaría como tal, pero su efecto sería distinto, ya que la descripción de Claudel como<br />

"martillo pilón" es, naturalmente, una caricatura (y por ello es tan acertada). Si Gide hubiera introducido<br />

esta caricatura por medio del presente, la imagen deformada sería mentada completamente en serio y el tono<br />

dejaría oír inflexiones malévolas. El conditionnel, por el contrario, suaviza la deformación y la descarga, en<br />

cierto modo, de seriedad; muestra por un momento la caricatura para borrarla inmediatamente. La oración<br />

44 Samuel Gili Gaya: Curso superior de sintaxis española, México, 1943, § 123.


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queda limitada en su validez y no ha de entenderse como afirmación o definición, sino como impresión y<br />

esquema. Tal es la función del condicional. No es un tiempo del mundo narrado ni el tiempo prespectivo de<br />

este grupo, porque ni narra ni mira hacia adelante; pero tampoco se ha convertido sin más ni más en un<br />

tiempo del mundo comentado. Está entre ambos y participa de los dos. De esa forma puede expresar un<br />

matiz que nosotros vamos a llamar el matiz de la validez limitada. ¿Cómo ha de entenderse esto? Los<br />

tiempos del grupo II son, sin duda, los tiempos de la narración. ¿Qué tiene que ver el narrar con la validez<br />

limitada? No podemos despachar el problema de pasada enumerando sencillamente una serie de funciones<br />

adicionales que tuviesen los tiempos del grupo II, como aquí el condicional, además de la suya propia<br />

narrativa. Sería el camino más seguro para equivocar la solución del problema. Cada tiempo tiene una<br />

forma y con ella una sola función, prescindiendo de homónimos ocasionales de formas aisladas.<br />

Volvamos de nuevo nuestra mirada al breve pasaje del diario de André Gide. En este fragmento el<br />

conditionnel es el único tiempo del grupo II. El texto entero presenta sólo tiempos del grupo I. El conditionnel<br />

es, pues, un intruso. Ya se discuta si el conditionnel atenta en este caso contra la concordancia de los tiempos, o<br />

si el psasaje ha de entenderse como una oración, tal como parece indicarlo la puntuación de Gide, o como dos, el<br />

caso es que el lector ha de saltar rápidamente del grupo I al grupo II y luego otra vez al grupo I. Lo que ahora<br />

cuenta es el valor expresivo que el conditionnel tiene en el texto. Se trata de un pasaje en el que ningún tiempo<br />

narrativo tiene lugar adecuado porque se comenta la figura de Claudel sin intención alguna de narrar una<br />

caricatura. El conditionnel como tiempo del grupo II no está, pues, propiamente en su lugar: está desplazado en<br />

un texto extraño, trasplantado a una situación de otra especie. Puede decirse que ha sido transferido: por ello lo<br />

concebimos como metáfora temporal.<br />

Este concepto vamos a comprenderlo en estricta analogía con el concepto semántico de metáfora. ¿Qué es<br />

una metáfora? Una metáfora es una palabra en un contexto extraño. El contexto extraño determina la palabra en<br />

un sentido que a partir de su propia significación no es previsible. A partir de la mera significación de la palabra<br />

llave no se ve cómo pueda cerrar un corazón: "...que tu corazón y el mío / se encierran con una llave".<br />

Análogamente, en los tiempos del mundo narrado no puede verse que con su ayuda pueda limitarse la validez de<br />

un discurso. Esto ocurre solamente cuando se les transfiere, traslada, a una situación y a un contexto que están<br />

caracterizados inequívocamente por el otro grupo temporal.<br />

En semántica el mundo de las palabras es muy dilatado y por ello es prácticamente ilimitado el número de<br />

las posibles metáforas. En sintaxis el margen de la metáfora formal es mucho más restringido. Naturalmente, no<br />

existen sólo las metáforas temporales que se desplazan como tiempos del grupo II a un contexto o una situación<br />

del grupo I. A su vez, también es posible la metáfora en sentido inverso: un tiempo del grupo I puede desplazarse<br />

a un contexto o una situación narrativa. De esto hablaremos más adelante. En primer lugar estudiemos sólo la<br />

metáfora según el desplazamiento de II a I.<br />

Volvamos a fijarnos por un momento en las metáforas semánticas que empleamos en el habla cotidiana. Si<br />

una palabra entra como metáfora en un contexto extraño, no se convierte con ello en una palabra nueva. La llave<br />

que cierra los corazones sigue siendo una llave que en la próxima ocasión puede cerrar la puerta de casa.<br />

Precisamente por eso una metáfora es algo especial. En la metáfora se mantiene la tensión entre la significación<br />

propia (entendida como expectativa de una determinación) y la determinación verdadera en el contexto concreto,<br />

la cual es de sentido opuesto a la expectativa. Esa tensión constituye el encanto de la metáfora. Y si la metáfora<br />

no se ha escuchado con demasiada frecuencia, toda metáfora es un hecho estilístico.<br />

Lo dicho vale también con rigurosa analogía para las metáforas temporales. No es que emigren olvidadas de<br />

su patria a un país extraño, sino que llevan su mundo consigo. La metáfora temporal del grupo II que se sitúa en<br />

el confín del grupo I conserva en él algunos caracteres esenciales de su grupo propio. De manera análoga, el<br />

tiempo del grupo I, cuando traspasa las inmediaciones del grupo II, conserva los caracteres peculiares que le<br />

corresponden como tiempo propiamente adscrito al mundo comentado. Así pues, las metáforas temporales ni son<br />

simplemente comentadoras ni simplemente narrativas, sino que son tiempos que conducen la tensión entre<br />

ambos campos temporales. Son notas de virtuoso en el instrumento del lenguaje. Por eso tiene sentido decir de<br />

cada metáfora temporal que crea un hecho estilístico, siempre que no se la haya oído con demasiada frecuencia.<br />

También las metáforas temporales pueden empalidecer, apagarse. El modo de empalidecer es la<br />

gramaticalización.<br />

El concepto de metáfora temporal presupone que morfemas como, por ejemplo, los morfemas temporales,


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tienen significación en el sentido en que la semántica habla de significación refiriéndose a los lexemas. Sólo lo<br />

que tiene significación puede convertirse en metáfora. Este presupuesto yo quisiera confirmarlo expresamente<br />

una vez más en estas líneas. De ello se deduce que entre la semántica y la sintaxis no corre frontera fundamental.<br />

La existencia de metáforas temporales explica también la razón de que se desplacen los tiempos de las<br />

distintas lenguas, a pesar de la relativa constancia de las categorías fundamentales de las situaciones<br />

comunicativas y así no podamos equiparar los tiempos de los idiomas particulares. De la misma manera que las<br />

metáforas semánticas, que son con frecuencia los abanderados de un cambio de significación, las metáforas<br />

temporales pueden también hacerse habituales y, por una cierta repetición, arrastrar consigo un reajuste del<br />

sistema temporal. Entonces es el momento de que intervenga la lingüística histórica (lo mismo que la historia de<br />

la literatura).<br />

[...] El sistema metafórico de los tiempos no debe limitarse [...] a algunos tiempos, ni debe hacerse<br />

dependiente [...] de la asociación con un adverbio temporal (de Tiempo) de otra clase. El contexto que constituye<br />

la metáfora puede ser de cualquier clase.<br />

EL CONDICIONAL, METÁFORA TEMPORAL<br />

A la vista del texto de Gide ya hemos tratado de un conditionnel (on croirait) que funciona como metáfora<br />

temporal. Ahora vamos a seguir ocupándonos del problema para intentar abarcar todas las metáforas temporales<br />

posibles a base de este tiempo, lo cual no quiere decir agotarlas. Las metáforas temporales difieren entre sí según<br />

el verbo portador de la metáfora temporal y según el contexto en que éste aparece. Por consiguiente, el sistema<br />

metafórico temporal es el dominio del matiz. Como es difícil que dos matices se equiparen, aquí sólo podemos<br />

tratar de revisarlos con vistas a establecer una tipología. Así se hace inevitable cierta simplificación que parece<br />

justificada, debido a que su objeto principal va dirigido a llamar la atención sobre el fenómeno de la metáfora<br />

temporal. La interpretación de las distintas metáforas temporales y de sus matices expresivos puede dejarse a la<br />

observación personal.<br />

La lingüística francesa se ha enzarzado en una larga polémica en torno al conditionnel francés: ¿Hay que<br />

entenderlo como tiempo o como modo? Como en esta polémica bajo el término de tiempo verbal se entiende<br />

Tiempo, y bajo el término de modo no se entiende nada concreto, podemos darla por concluida. Con la<br />

diferencia establecida entre tiempos y metáforas temporales y con algunas consideraciones más (V. págs. 296 y<br />

ss.), la discusión sobre tiempos y modos es cosa superflua. Todos los tiempos son modos y ningún tiempo es<br />

modo: el resultado siempre es el mismo porque, de todas formas, el concepto de modo no dice nada.<br />

Voy a tomar otros ejemplos del diario de André Gide. El pasaje siguiente constituye un buen ejemplo de<br />

rotura de la concordancia porque se trata de un período: Pour moi je crains toujours (un peu mystiquement<br />

encore, je l'avoue) de renforcer la position de l'adversaire en mettant l'injustice de mon côté. Et puis de toute<br />

manière, et lorsqu'elle amènerait ma victoire, l'iniquité m'est intolérable; j'aime encore mieux en être<br />

victime... * (1-IX-1931). El matiz del conditionnel se reproduce en español con el subjuntivo trajese. Valga esto<br />

como breve indicación de que otras muchas lenguas, entre ellas el español, conocen instrumentos lingüísticos<br />

para expresar matices análogos.<br />

El apunte siguiente del diario de Gide está redactado en una angustiosa época de guerra (25-X-1916):<br />

Du train dont nous allons, il se formera d'ici peu un parti germanophile en France, et qui se recrutera non point parmi<br />

les anarchistes et les internationalistes, mais parmi ceux qui se trouveront contraints de reconnaître la constante supériorité<br />

de l'Allemagne. Ils estimeront avec raison qu'il est bon, qu'il est naturel, que ce soit la supériorité qui gouverne. Et peut-être<br />

songeront-ils que quelque chose, en France, reste supérieur à cette supériorité même; mais, hélas! ce quelque chose de divin<br />

reste impuissant et muet. L'Allemagne saurait-elle le reconnaître, ce quelque chose? Chercherait-elle à l'étouffer? Ou ne<br />

consentirait-elle pas au contraire à le mettre en valeur?... Mettre en valeur la précellence de l'ennemi! Quelle chimère! Et<br />

même ce quelque chose souffrirait-il d'être mis en valeur par l'ennemi? **<br />

* En cuanto a mí, siempre temo (aun con cierto misticismo, he de confesarlo) reforzar la posición del adversario colocando la<br />

injusticia de mi lado. Y después de todo y aunque trajese la victoria, la iniquidad me es intolerable; prefiero ser su víctima...<br />

** Al paso que vamos, dentro de poco se formará en Francia un partido germanófilo que se reclutará no entre los anarquistas<br />

e internacionalistas, sino entre los que se vean obligados a reconocer la constante superioridad de Alemania. Estimarán con<br />

razón que es bueno, que es natural, que sea la superioridad la que gobierne. Y acaso piensen que algo, en Francia, quede


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El texto por su naturaleza general tiene el carácter de comentario. A André Gide le preocupa la situación de<br />

la guerra y el desarrollo futuro de las cosas. Mira hacia delante. Así pues, el tiempo predominante es<br />

primeramente el futuro; luego, progresivamente, sus consideraciones caen en el campo de la hipótesis. El<br />

carácter hipotético de la segunda mitad del texto se expresa con frecuencia: semánticamente por medio de un<br />

peut-être; sintácticamente por la forma interrogativa de las oraciones y además por la metáfora del condicional.<br />

El futuro se prolonga por medio del tiempo paralelo del grupo temporal II. La prespección no se altera con ello,<br />

pero André Gide expresa con este cambio dentro del grupo temporal la duda sobre la viabilidad de sus<br />

argumentos, preguntándose sobre su validez y presentando sus profecías con toda clase de reservas. No hay duda<br />

de que en este caso las formas del conditionnel no están encajadas en un contexto de tiempos del grupo I, pero<br />

toda la situación del texto es tan inequívocamente comentadora que el conditionnel hace de metáfora temporal.<br />

Otro ejemplo hace ver que Gide coloca y diferencia sus metáforas conscientemente. En Sainte-Beuve se lee<br />

una frase del político Sieyès que reza: la saine politique n'est pas la science de ce qui est, mais de ce qui doit<br />

être. A Gide le choca la frase y añade y corrige: Sieyès entend: de ce qui devrait être (16-VI-1932). Claro está<br />

que Gide no quiere relacionar esta opinión con otro Tiempo, sino atenuar el carácter categórico de la expresión<br />

del político. También en este caso la metáfora temporal delimita la validez. Y es que la limitación de la validez<br />

no tiene su origen en una posible peculiaridad del conditionnel, sino sólo en el hecho de que, en este caso, un<br />

tiempo del grupo II está encajado en un texto inequívocamente comentador. También podría ser otro tiempo de<br />

este grupo.<br />

Con más evidencia, pero también de forma más esquemática, aparece el conditionnel como metáfora<br />

temporal en el estilo periodístico. Georges y Robert Le Bidois lo llaman conditionnel "des dires" 3 : Paul Imbs,<br />

"conditionnel de l'information hypothétique" 4 . Tiene el valor expresivo del dicitur: le ministre préparerait<br />

une conférence de presse − 'parece que el ministro prepara una declaración'. También en este caso hay que decir<br />

en primer lugar que el valor expresivo (noticia no confirmada) no le corresponde al tiempo como tal, sino sólo<br />

como metáfora temporal. La condición para reconocerla es, pues, que ese conditionnel aparezca en un texto<br />

comentador, condición que desaparece aplicando el desafortunado método de explicar la sintaxis sobre ejemplos<br />

formados a base de oraciones aisladas. Por eso me limito a uno solo, pero colocándolo en un contexto bastante<br />

largo. Elijo un texto de un periódico muy viejo, el Journal de Paris del 1 de enero de 1813. Se trata de una<br />

noticia transmitida desde Londres por un corresponsal:<br />

Il est triste d'entendre nos ministres et leurs adhérents parler même en ce moment de leur espoir d'influencer la cour de<br />

Vienne, et de leur confiance dans la mission de lord Walpole. Est-il rien de plus puéril qu'un tel langage? Ils n'ont pas honte<br />

d'émettre l'opinion qu'un jeune homme sortant de l'école doit effectuer un changement dans les conseils de l'empereur<br />

d'Autriche. Si nous pouvons même en juger d'après le ton élevé que prennent les journaux à la solde des ministres, ceux-ci<br />

espéreraient que François ira jusqu'à déshériter son petit-fils… *<br />

El contexto, por sus características, puede considerarse como una unidad: se comenta la misión política de<br />

lord Walpole. Los tiempos son el présent y el futur. Se intercala un conditionnel, incluso rompiendo las<br />

concordancias de los tiempos en la oración. Este tiene el valor expresivo de una sospecha basada en ciertos<br />

indicios (Si nous pouvons même en juger d'après le ton élevé...), con lo que limita la veracidad de la noticia. Esta<br />

es la función del conditionnel como metáfora temporal. Con ello pierde su categoría de tiempo prespectivo del<br />

grupo II, pero conserva su carácter de tiempo narrativo. Justamente de la tensión establecida entre el carácter<br />

superior a esta misma superioridad, pero ¡ay! este algo divino permanece impotente y mudo. Alemania, ¿sabría reconocer<br />

este algo? ¿Procuraría ahogarlo? ¿O consentiría, por el contrario, en valorizarlo?... ¡Valorizar la superioridad del enemigo!<br />

¡Qué quimera! E incluso este algo ¿sufriría ser valorizado por el enemigo?<br />

3<br />

Le Bidois: Syntaxe du français moderne, 1935, t. I, § 768.<br />

4<br />

Paul Imbs: Op. cit., pág. 71.<br />

*<br />

Es triste escuchar a nuestros ministros y a sus partidarios hablar, incluso en este momento, de su esperanza de influir<br />

sobre la corte de Viena y de su confianza en la misión de Lord Walpole. ¿Hay algo más pueril que tal lenguaje? No se<br />

avergüenzan de exponer la opinión de que un joven que acaba de salir de la escuela pueda efectuar un cambio en los<br />

consejos del emperador de Austria. A juzgar incluso por el tono elevado que adoptan los periódicos a sueldo de los<br />

ministros, parece como si éstos esperasen que Francisco fuese hasta a desheredar a su nieto...


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propiamente narrativo de este tiempo y la determinación del tiempo por el contexto comentador se produce el<br />

matiz de metáfora temporal. La limitación de la veracidad no llega al extremo de dar por no válida la noticia,<br />

pero la validez queda, de hecho, muy limitada. En todo caso, el hablante no se hace responsable de la exactitud<br />

de la noticia.<br />

La limitación de la validez es corriente no sólo en el discurso precavido, sino también en el discurso cortés.<br />

Quien quiere ser cortés no dice: je veux vous demander, sino más o menos je voudrais vous demander; tampoco<br />

se expresa con je ne sais pas vous dire, sino con je ne saurais pas vous dire. No pregunta: Avez-vous de la<br />

monnaie?, sino Auriez-vous de la monnaie? El matiz de la cortesía surge de la validez limitada que al mismo<br />

tiempo constituye una obligación también limitada. El oyente no debe ser comprometido si él mismo no lo<br />

quiere. Está de más seguir añadiendo ejemplos. El conditionnel de cortesía está tan extendido y es tan familiar<br />

que en este caso es cuando con mayor facilidad puede caerse en la tentación de pasar por alto el sistema<br />

metafórico de los tiempos. De forma análoga a como ocurre con el sistema metafórico semántico podemos a<br />

veces considerar el conditionnel de cortesía, sobre todo cuando se ha convertido en una fórmula, como una<br />

metáfora temporal muerta (ex-metáfora).<br />

El condicional de cortesía se encuentra en los idiomas más diversos. Por eso puede traducirse sin temor:<br />

J'aimerais savoir...; Me gustaría saber...; Gostaría de saber...; I would like to know...; Ich würde (möchte) gerne<br />

wissen... El carácter formulario del condicional de cortesía explica también la razón de que las condiciones del<br />

contexto queden en este caso atenuadas. Este condicional no necesita quedar encajado en un contexto que<br />

contenga muchos tiempos del grupo I; basta como contexto una insinuación o una situación no lingüística. El<br />

mismo fenómeno está comprobado en las metáforas semánticas; cuanto más descoloridas más independientes se<br />

vuelven del contexto.<br />

EL IMPERFECTO, METÁFORA TEMPORAL<br />

El imperfecto como metáfora temporal está menos expuesto al peligro de convertirse en fórmula y de perder<br />

color como metáfora. Por eso es tanto más fácil que pase desapercibido, sobre todo aplicando el método fatal de<br />

exponer los tiempos en frases que, recogidas con celo, se han desprendido de sus situaciones habladas y<br />

contextos naturales. Este es el camino más seguro de hacer irreconocibles las metáforas temporales, pues, por<br />

principio, el contexto hace la metáfora. En el contexto es donde menos debe ahorrarse cuando se trata de<br />

metáforas. Y esto vale tanto para las metáforas temporales como para las metáforas semánticas.<br />

Voy a explicarme otra vez con un ejemplo tomado de la literatura francesa contemporánea. Se trata de un<br />

pasaje de Plume voyage, de Henri Michaux 5 , que, en conjunto, debe considerarse como prosa lírica compuesta<br />

en los tiempos del grupo I (présent, passé composé, futur). No hay que concebirlo como narración sino como,<br />

parábola poética. En este texto en prosa, que según sus tiempos hay que adscribirlo sin duda alguna al mundo<br />

comentado, se introducen algunos tiempos de la narración. Prescindo del passé simple fut que comentaré<br />

después. Prestamos particular atención a los tiempos del grupo II (13 imparfaits, 1 plus-que-parfait) que con la<br />

insistencia de un estribillo caracterizan las respuestas de Plume y corren por toda la pieza como un leit-motiv.<br />

También importa el valor situacional de los tiempos en toda la pieza, por lo que la cito sin abreviar.<br />

Plume ne peut pas dire qu'on ait excessivement d'égards pour lui en voyage. Les uns lui passent dessus sans crier gare,<br />

les autres s'essuient tranquillement les mains à son veston. Il a fini par s'habituer. Il aime mieux voyager avec modestie.<br />

Tant que ce sera possible, il le fera.<br />

Si on lui sert, hargneux, une racine dans son assiette, une grosse racine:<br />

"Allons, mangez. Qu'est-ce que vous attendez?<br />

−Oh, bien, tout de suite, voilà".<br />

Il ne veut pas s'attirer des histoires inutilement.<br />

Et si la nuit on lui refuse un lit:<br />

"Quoi! Vous n'êtes pas venu de si loin pour dormir, non? Allons, prenez votre malle et vos affaires, c'est le moment de<br />

la journée où l'on marche le plus facilement.<br />

−Bien, bien, oui... certainement. C'était pour rire naturellement. Oh, oui, par… par plaisanterie".<br />

5 Henri Michaux: L'Espace du dedans. Pages choisies, 1945, págs. 111-113.


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Et il repart dans la nuit obscure. Et si on le jette hors du train:<br />

"Ah! Alors vous pensez qu'on a chauffé depuis trois heures cette locomotive et attelé huit voitures pour transporter un<br />

jeune homme de votre âge en parfaite santé, qui peut parfaitement être utile ici, qui n'a nul besoin de s'en aller là-bas, et que<br />

c'est pour ça qu'on aurait creusé des tunnels, fait sauter des tonnes de rochers à la dynamite et posé des centaines de<br />

kilomètres de rails par tous les temps, sans compter qu'il faut encore surveiller la ligne continuellement par crainte des<br />

sabotages, et tout cela pour…<br />

−Bien, bien. Je comprends parfaitement. J'étais monté, oh, pour jeter un coup d'œil! Maintenant, c'est tout. Simple<br />

curiosité, n'est-ce pas. Et merci mille fois".<br />

Et il s'en retourne sur les chemins avec ses bagages.<br />

Et si à Rome il demande à voir le Colisée:<br />

"Ah! Non. Ecoutez, il est déjà assez mal arrangé. Et puis Monsieur voudra le toucher, s'appuyer dessus, s'y asseoir…<br />

c'est comme ça qu'il ne reste que des ruines partout. Ce fut une leçon pour nous, une dure leçon, mais à l'avenir, non, c'est<br />

fini, n'est-ce pas.<br />

−Bien! Bien! c'était… Je voulais seulement vous demander une carte postale, une photo, peut-être… si des fois…".<br />

Et il quitte la ville sans avoir rien vu.<br />

Et si sur le paquebot, tout à coup le Commissaire du bord le désigne du doigt et dit:<br />

"Qu'est-ce qu'il fait ici celui-là? Allons, on manque bien de discipline là, en bas, il me semble. Qu'on aille vite me le<br />

redescendre dans la soute. Le deuxième quart vient de sonner".<br />

Et il repart en sifflotant, et Plume, lui, s'éreinte pendant toute la traversée.<br />

Mais il ne dit rien, il ne se plaint pas. Il songe aux malheureux qui ne peuvent pas voyager du tout, tandis que lui, il<br />

voyage, il voyage continuellement. *<br />

Este magnífico fragmento de prosa quedaría notablemente empobrecido sin los cuatro o cinco tiempos del<br />

mundo narrado que se cuelan en el texto, precisamente en las respuestas (con excepción de la primera) que<br />

disponen el texto como dividido en estrofas. Para comprender estos tiempos hay que comprender todo el texto.<br />

* Plume no puede decir que se tengan excesivas atenciones con él cuando va de viaje. Unos le pasan por encima sin avisar,<br />

otros se secan tranquilamente las manos en su chaqueta. Ha acabado por acostumbrarse. Prefiere viajar con modestia.<br />

Mientras sea posible lo hará.<br />

Cuando con mal gesto le sirven una raíz en el plato, una gran raíz:<br />

−Vamos, coma. ¿A qué espera usted?<br />

−Ah, bueno, en seguida; ya está.<br />

No quiere meterse en líos inútilmente.<br />

Y si por la noche le niegan una cama:<br />

−¡Cómo! Usted no ha venido de tan lejos para dormir, ¿no? Vamos, coja usted la maleta y sus chismes, es el momento del<br />

día en que se camina más fácilmente.<br />

−Bueno, bueno, sí..., sin duda. Era una broma, claro. Oh, sí, en... en broma.<br />

Y vuelve a partir en la noche oscura. Y si le arrojan del tren:<br />

−¡Ah! Entonces usted se piensa que se ha calentado esta locomotora desde hace tres horas y se han enganchado ocho<br />

vagones para transportar a un joven de su edad, tan sano, que puede ser aquí tan útil, que no tiene necesidad alguna de<br />

irse allá y que por eso íbamos a haber perforado túneles, hecho saltar toneladas de rocas con dinamita y colocado<br />

centenares de quilómetros de raíles con cualquier tiempo, sin contar que además hay que vigilar continuamente la línea por<br />

miedo a los sabotajes, y todo esto por...<br />

−Bueno, bueno. Comprendo perfectamente. ¡Yo había subido, oh, para echar una ojeada! Ya he terminado; simple<br />

curiosidad, ¿sabe usted? Y gracias, mil gracias.<br />

Y vuelve a los caminos con su equipaje.<br />

Y si en Roma pide que le enseñen el Coliseo:<br />

−¡Ah!, no. Mire; ya está bastante destrozado. Y además querrá usted luego tocarlo, apoyarse en él, sentarse... Así es como<br />

no quedan más que ruinas por todas partes. Nos ha servido de lección, de dura lección; pero en el futuro no, se acabó,<br />

¿sabe usted?<br />

−Bueno, bueno; es que... sólo quería pedirle una postal, una foto, algo así...<br />

Y abandona la ciudad sin haber visto nada.<br />

Y si en el barco de repente el mayordomo le señala con el dedo:<br />

−¿Qué hace este aquí? Vamos, ahí abajo no hay mucha disciplina, me parece. Que me lo vuelvan de prisa a bajar a<br />

bodega. Ya han tocado para el segundo turno.<br />

Y se va silbando y Plume vomita durante todo el viaje.<br />

Pero no dice nada, no se queja. Piensa en los desgraciados que no pueden viajar, mientras que él viaja, viaja<br />

continuamente.


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También debería conocerse algo de Henri Michaux o por lo menos de la figura de Plume. En la obra de<br />

Michaux, Plume es un personaje lírico, encarnación de los seres pequeños marcados por el destino, que recorre<br />

como peregrino siempre maravillado un mundo poderoso y enemigo. Su signo es la modestia: Il aime mieux<br />

voyager avec modestie. Y muestra de esta modestia que se doblega siempre ante la fuerza de los poderosos son<br />

las respuestas entrecortadas del asendereado Plume y los tiempos del mundo narrado: C ' é t a i t pour rire<br />

naturellement... − J'étais monté, oh, pour jeter un coup d'œil… −Bien! Bien! c 'était… Je voulais<br />

seulement vous demander… Son tiempos de modestia que en este fragmento tienen valor de parábola. Tan<br />

extraños son los tiempos del mundo narrado en un fragmento del mundo comentado como es extraña la modestia<br />

de Plume entre las violentas increpaciones de las personas eficientes.<br />

Así pues, existe en francés un imparfait de modestia y (más raro) un plus-que-parfait de modestia. Ha sido<br />

con bastante frecuencia reconocido en francés y en otras lenguas, pero nunca se ha identificado como metáfora<br />

temporal: puede denominársele también metáfora temporal de la discreción, cortesía o timidez. Me decido por la<br />

denominación de metáfora temporal (imparfait, imperfetto, etc.) de modestia significando con ella todo el<br />

margen de matices entre la discreción y la timidez. Aparece no sólo en literatura, siendo muy frecuente en la<br />

lengua habitual cuando el hablante quiere expresarse con modestia. Una pregunta de este tipo suele ser: Quería<br />

preguntarle... Si queremos traducir esta oración a otras lenguas conservando el matiz, podemos sin aprensión<br />

conservar el tiempo y decir: Je voulais vous demander..., Volevo chiedere..., Vinhamos fazer um pedido..., I<br />

wonted to ask you...<br />

[...] Vemos en estos ejemplos en que se acumula la cortesía que el imperfecto y el condicional pueden<br />

aparecer seguidos como metáforas temporales. Ambos tienen en común el limitar la validez del propio discurso,<br />

pero se diferencian en grados y matices, ya que el condicional confiere más bien un tono de cortesía y el<br />

imperfecto, de modestia.<br />

Mas partiendo de la estructura del sistema temporal, no es posible predecir qué matiz presente en cada caso<br />

particular un imperfecto (o pluscuamperfecto) como metáfora temporal. Para ello hace falta conocer, por una<br />

parte, el verbo y, por otra, el contexto y la situación. Conociendo el sistema temporal sólo se puede predecir que,<br />

de alguna manera, se limita la validez del discurso. Una situación totalmente distinta crea un matiz totalmente<br />

distinto. [...]<br />

El imperfecto como metáfora temporal puede llevar consigo una limitación aún más fuerte que en el discurso<br />

cariñoso, cortés o modesto. Vuelvo a explicarme a la vista de un texto literario, sin dudar una vez más en<br />

presentar una larga cita por razón de una sola metáfora temporal. El contexto debe ganar relieve para que el<br />

imperfecto sea claramente reconocible en su aislamiento.<br />

La tirada de Pirro en la escena séptima del acto tercero de Andromaque, la tragedia de Racine, va a ser<br />

nuestro ejemplo. Pirro quiere casarse con Andrómaca. La declaración es al mismo tiempo una amenaza. La<br />

suerte de Andrómaca y de su hijito está en juego. Podemos decir que en este fragmento se comenta esa suerte.<br />

Los tiempos de la tirada son los del mundo comentado: présent, futur y futur prochain (je vais faire éclater).<br />

Solamente un tiempo del mundo narrado, un imparfait, es elemento extraño en cuadro tan armónico:<br />

Madame, demeurez.<br />

On peut vous rendre encor ce fils que vous pleurez.<br />

Oui, je sens à regret qu'en excitant vos larmes<br />

Je ne fais contre moi que vous donner des armes;<br />

Je croyais apporter plus de haine en ces lieux.<br />

Mais, madame, du moins tournez vers moi les yeux:<br />

Voyez si mes regards sont d'un juge sévère,<br />

S'ils sont d'un ennemi qui cherche à vous déplaire.<br />

Pourquoi me forcez-vous vous-même à vous trahir?<br />

Au nom de votre fils, cessons de nous haïr.<br />

À le sauver enfin c'est moi qui vous convie.<br />

Faut-il qu'en sa faveur j'embrasse vos genoux?<br />

Pour la dernière fois, sauvez-le, sauvez-nous.<br />

Je sais de quels serments je romps pour vous les chaînes;


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

Combien je vais sur moi faire éclater de haines.<br />

Je renvoie Hermione, et je mets sur son front,<br />

Au lieu de ma couronne, un éternel affront:<br />

Je vous conduis au temple où son hymen a'apprête;<br />

Je vous ceins du bandeau préparé pour sa tête.<br />

Mais ce n'est plus, madame, une offre à dédaigner;<br />

Je vous le dis: il faut ou périr, ou régner.<br />

Mon cœur, désespéré d'un an d'ingratitude,<br />

Ne peut plus de son sort souffrir l'incertitude.<br />

C'est craindre, menacer, et gémir trop longtemps.<br />

Je meurs si je vous perds; mais je meurs si j'attends.<br />

Songez-y: je vous laisse: et je reviendrai vous prendre<br />

Pour vous mener au temple où ce fils doit m'attendre;<br />

Et là vous me verrez, soumis ou furieux,<br />

Vous couronner, madame, ou le perdre à vos yeux. *<br />

Entre tantos tiempos del mundo comentado un solo tiempo del mundo narrado es evidentemente una<br />

metáfora temporal. Je c royais apporter plus de haine en ces lieux: esta oración no narra sencillamente de un<br />

odio ajeno a esta situación. El contexto de la tirada y la tensión de la situación son tan fuertes que la oración<br />

narrativa ha sido atraída a la inmediatez de una situación de máxima tensión. Pirro no quiere contar a<br />

Andrómaca su odio, sino que en la declaración quiere hacerlo olvidar. El imparfait croyais está diciendo dos<br />

cosas: antes había odio y ahora ya no lo hay; o más exactamente: creía haber traído odio conmigo y ahora creo<br />

que ya no existe. El imparfait como metáfora temporal descubre el odio para eliminarlo. Corrige una opinión<br />

equivocada e invalida el odio. Contiene en sí la tensión que es característica general de las metáforas y que surge<br />

de la contradicción entre la propia significación y el contexto verdadero. Aquí se trata de la contradicción entre<br />

la opinión (que también se podría contar) y la actitud crítica que la hace inválida. Esta proviene del contexto de<br />

toda la tirada, que, a su vez, quiere ser una declaración de amor. En la metáfora temporal se refleja reducida la<br />

contradicción entre declaración y odio que hacia el final de la tirada se advierte en las palabras amenazadoras de<br />

Pirro y que constituye la base de su carácter.<br />

Debemos entretenernos aún algo más en las metáforas temporales de la opinión inválida, porque se<br />

aprovechan con frecuencia como argumento para defender el carácter temporal (de Tiempo) de los tiempos. En<br />

diversas ocasiones se me ha argumentado al discutir este problema que el presente y el imperfecto podrían<br />

colocarse en oposición para mostrar el carácter opuesto del pasado y del presente: Ayer e staba enfermo, hoy<br />

estoy sano; y también sin adverbios temporales explicativos: estaba enfermo, estoy sano.<br />

No es un argumento que resista. A pesar del término "oposición", no es un argumento estructural, de la<br />

misma manera que el concepto de "oposición" (que proviene de la fonología) no es en manera alguna un indicio<br />

seguro del carácter estructural de una investigación lingüística. Este argumento no es convincente porque pasa<br />

por alto el fenómeno de la metáfora temporal. El imperfecto estaba, en efecto, se ha introducido como metáfora<br />

temporal en un contexto del mundo comentado, representado en este caso por el presente estoy. Naturalmente,<br />

* Señora, quedaos. / Aún puedo devolveros el hijo que lloráis. / Comprendo, sí, con pena que al moveros al llanto / no hago<br />

contra mí más que entregaros armas; / yo creía traer más odio a estos lugares./ Pero, señora, al menos volved a mí los ojos;<br />

/ fijaos si mis miradas son las de un juez severo, / si son de un enemigo que intenta disgustaros. / ¿Por qué vos me forzáis,<br />

vos misma a que os traicione? / Pensad en vuestro hijo; cesemos ya de odiarnos. / Salvar, en fin, al niño es lo que yo os<br />

ofrezco. / ¿Tengo con mis suspiros que reclamar su vida? / ¿Tengo que interceder besándoos las rodillas? / Que sea la<br />

última vez; salvadle y salvaos. / Yo sé qué juramentos por vos estoy rompiendo / y cuánto será el odio que estalle sobre mí.<br />

/ Repudio a Hermión y coloco en su frente / en vez de mi corona una afrenta infinita. / Condúzcoos al altar, dispuesto su<br />

himeneo, / y os ciño con la cinta que está para sus sienes. / La oferta ya, señora, no puede desdeñarse; / preciso es, os lo<br />

digo, reinar o perecer. / Desesperando un año de tanta ingratitud / mi corazón no puede seguir estando incierto. / Ya es<br />

mucho de temer, gemir y amenazar. / Yo muero si yo os pierdo, mas yo muero si espero./ Pensad en ello. Os dejo. Y volveré<br />

a buscaros, / a llevaros al templo donde él debe esperarme. / Y allí vos me veréis, sumiso o furioso, / coronaros, señora, o<br />

ante vos perderlo.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

con el mismo derecho puede decirse que estoy es metáfora temporal introducida en un contexto del mundo<br />

narrado. En esta sola oración es cosa que no puede afirmarse porque se trata de un ejemplo formado<br />

artificiosamente, desligado de toda situación hablada verdadera. El contexto subsiguiente y la situación hablada<br />

entera deberían ser decisivos para saber si hemos de concebir la metáfora temporal en una u otra de ambas<br />

direcciones. Que se trata de una metáfora temporal es cosa cierta porque existe una tensión entre ambos tiempos.<br />

Damos por muy probable que esta oración ha sido tomada de un diálogo en el que se trata de la salud. Nos<br />

hemos visto forzados a esta suposición incluso metodológicamente: una situación que no contiene más datos es<br />

una situación comentadora. La narración es lo derivado y tiene que ser expresamente señalada. Si esto es lo que<br />

ocurre en la oración citada, es que se trata de un imperfecto introducido como metáfora temporal en un contexto<br />

comentador (contexto lingüístico y comportamiento extralingüístico) que tiene valor metafórico como tiempo de<br />

la opinión inválida. Por una parte se narra un estar enfermo −que es la tensión de esta metáfora temporal− y por<br />

la otra se establece la invalidez de este estar enfermo, quedando a la vez ligado al pasado el tiempo narrativo.<br />

Como además el mundo comentado no es ficticio, las metáforas temporales en él introducidas designan algo no<br />

ficticio, es decir, pasado. Sin el contexto (hoy) estoy sano no puede determinarse nada sobre el carácter pasado<br />

ficticio o verdadero de la oración estaba enfermo.<br />

Expresa y excepcionalmente he argumentado una vez con un ejemplo construido para mostrar qué<br />

problemáticas son todas las consideraciones que desligan las palabras de sus oraciones y las oraciones de sus<br />

situaciones. El ejemplo estaba enfermo, estoy sano está ya en principio construido para sugerir una concepción<br />

de los tiempos como formas del Tiempo. Se le ha despojado de su contexto hasta un mínimo vergonzoso. Ahora<br />

bien, como el contexto hace la metáfora, ya en la construcción del ejemplo se han tomado las medidas más<br />

prudentes para que de todas formas se pase por alto el carácter metafórico del tiempo. Añadiendo un contexto<br />

más amplio o construyendo una situación en torno de esa oración, aparece inmediatamente que la oposición<br />

actualidad – pasado a base de los tiempos presente e imperfecto sólo es posible bajo las condiciones de un<br />

sistema metafórico de los tiempos. Este sistema metafórico no existe en razón de las fases del Tiempo, sino en<br />

razón del no que puede expresarse en un tiempo figurado y que da por inválida una opinión.<br />

Las metáforas temporales de la opinión inválida se encuentran en las lenguas más diversas. [...]<br />

[...] Vamos a presentar una oración española [...] tomada del libro de Cela del que ya nos hemos ocupado. El<br />

fragmento pertenece a uno de los pasajes en que se expone el mero progresar del vagabundaje. Como contexto<br />

tenemos los tiempos del mundo comentado: Al llegar al cruce, el vagabundo, que p ensaba irse en derechura<br />

a Peñafiel, siente que sus ánimos han cambiado... 13 . Es impensable colocar en lugar del imperfecto pensaba otro<br />

"tiempo del pasado", pues lo que importa no es el pasado, sino el no ser. El caminante ha alterado sus planes y<br />

echa por distinto camino del que pensaba.<br />

[...]<br />

EL PERFECTO SIMPLE, METÁFORA TEMPORAL<br />

También el perfecto simple aparece como metáfora temporal, pero con mucha menos frecuencia que el<br />

imperfecto [...]. Recordemos que al presente del grupo temporal I le corresponden imperfecto y perfecto simple<br />

del grupo II. Ambos son tiempos cero. Ambos podrían convertirse en metáforas. En realidad es el imperfecto el<br />

que casi siempre es metáfora temporal. Casi no encontramos perfecto simple de cortesía, modestia, discreción o<br />

invalidez La razón está en que el imperfecto como tiempo del segundo plano (v. pág. 207 * ) está aún más alejado<br />

del mundo comentado que el perfecto simple. El lenguaje prefiere por razón de mayor contraste la metáfora de<br />

mayor distancia entre los componentes metafóricos. Es un principio general del sistema metafórico 15 que vale<br />

también para el sistema metafórico de los tiempos, en particular para todas aquellas lenguas que presentan<br />

asimetría entre ambos grupos del sistema temporal en su aspecto comentador. Este principio se basa en el<br />

principio general de la comunicación, según el cual la transmisión de signos es tanto más clara y por ende tanto<br />

más fácil cuanto mayor es el contraste entre los signos empleados. [...]<br />

13<br />

Camilo José Cela: Judíos, Moros y Cristianos, 1956, pág. 73.<br />

*<br />

Cap. VII. Tiempos no aspectos. (El relieve en la narración)<br />

15<br />

Cfr. H. Weinrich: Semantik der kühnen Metapher, en Deutsche Vierteljahrsschrift für Literaturwissenschaft und<br />

Geistesgeschichte 37 (1963), 325-344.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

METÁFORAS TEMPORALES DE LA NARRACIÓN TENSA<br />

Las metáforas temporales hasta ahora tratadas han correspondido a tiempos del grupo II que se desplazan<br />

como metáforas en un contexto de tiempos del grupo I. Antes de pasar a hablar de otro tipo de metáforas<br />

temporales, dignas de estudio en un campo más amplio, vamos a tratar seguidamente de las metáforas<br />

temporales que se desplazan en dirección opuesta, es decir, de los tiempos del grupo I que se desplazan como<br />

metáforas a una narración. Como en general estas metáforas son más burdas, ya han sido objeto de más frecuente<br />

observación (aunque sólo en raras ocasiones han sido identificadas como metáforas temporales). Por ello<br />

podemos abreviar nuestra exposición.<br />

La forma más conocida de la metáfora temporal que se desplaza en la dirección de I a II es el discurso<br />

directo o estilo directo dentro de la narración. Nos referimos, como ya se sabe, al discurso de la persona sobre la<br />

que se narra, que el narrador, en lugar de narrar (discurso o estilo indirecto, discurso o estilo indirecto libre), lo<br />

destaca de la narración reproduciéndolo textualmente. En el estilo directo se encuentran los tiempos del grupo I,<br />

incluso cuando vuelve a narrarse con tiempos del grupo II, con lo que resulta una narración de segundo grado<br />

que está encajada dentro de los tiempos del comentario. Generalmente el narrador prefiere el estilo directo<br />

cuando quiere conseguir una presencia más inmediata y una participación más intima del lector. El estilo directo<br />

es más vivo que el indirecto. Es posible que durante un momento provoque en el lector o en el oyente la ilusión<br />

de que, realmente, está oyendo un discurso o un diálogo. Por ello se explica una cierta necesidad que el narrador<br />

o el lector sienten de imitar, o al menos insinuar, las voces de las personas que hablan directamente. En el estilo<br />

indirecto, en cambio, no se siente esa necesidad.<br />

Como los discursos directo e indirecto presentan un grado de inmediatez distinto, alternando ambas formas<br />

pueden conseguirse en la narración relieves muy interesantes. [...]<br />

Nos permitimos recordar que el estilo directo de la narración aparece siempre, como es lógico, dentro del<br />

marco de los tiempos de la narración. Cuanto más breve es un discurso directo en el contexto narrativo, tanto<br />

más fuerte es el efecto metafórico y con perfiles tanto más acusados se destaca el tiempo comentador de la<br />

corriente de los tiempos narrativos. Pero también en diálogos más largos los narradores se preocupan de que el<br />

marco narrativo no desaparezca de la conciencia del lector. Al menos, las conocidas fórmulas dijo, replicó,<br />

mantienen despierto el recuerdo del mundo narrado subrayando así el valor metafórico de las metáforas<br />

temporales.<br />

Una metáfora temporal de la narración es también el llamado presente histórico. Conservo la denominación,<br />

aunque no es sólo el presente el que desempeña dicho papel, sino también los demás tiempos del mundo<br />

comentado que acompañan al presente como tiempos de la prespección o de la retrospección y en las relaciones<br />

acostumbradas participan de la función del presente histórico.<br />

El presente histórico es incluso la primera metáfora temporal que ha sido observada. Los maestros de<br />

retórica llaman la atención sobre ella y la recomiendan en la prosa artística para destacar mejor el objeto. Este,<br />

en el presente histórico, aparece más manifiesto (manifestius) y más fidedigno (credibilius) 19 . Nosotros podemos<br />

añadir: aparece más tenso, porque la narración, gracias a la metáfora temporal del presente histórico, participa de<br />

la tensión del mundo comentado. Por eso Paul Imbs lo llama "tiempo de la cercanía a la experiencia" (la<br />

proximité du vécu) 20 y Robert Petsch lo denomina tiempo de "la alta tensión de la actualización épica" 21 .<br />

El presente histórico, sin embargo, no se limita al género épico. [...] Los autores modernos conceden menor<br />

importancia a la actitud de sabiduría reposada en la narración y emplean conscientemente esta metáfora cuando<br />

quieren prestar al relato mayor tensión y dramatismo. [...]<br />

Según la opinión de bastantes autores, componiendo desde el principio una narración completa en los<br />

tiempos del comentario, toda ella resulta de por sí más tensa que redactada en los tiempos narrativos. [...]<br />

Mientras que el estilo directo y el presente histórico no pueden negar cierto parentesco, existe otro tipo de<br />

metáforas temporales muy diferentes de aquéllas, que se desplazan en la dirección de I a II. Me estoy refiriendo<br />

al presente de las llamadas "verdades eternas". También éste contiene una metáfora temporal, ya que<br />

19<br />

Cfr. Lausberg: Handbuch der literarischen Rhetorik, 1960, § 814.<br />

20<br />

Paul Imbs: Op. cit., pág. 171.<br />

21<br />

Robert Petsch: Wesen und Formen der Erzählkunst, 1942, pág. 365.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

comentando "verdades eternas", como, por ejemplo, las de un libro de filosofía, el presente se da casi por<br />

supuesto y no necesita ser mencionado expresamente. Además, tampoco es totalmente justo considerar a este<br />

respecto sólo el presente. Según la perspectiva de la exposición, junto al tiempo guía, el presente, aparecen<br />

también los otros tiempos del mundo comentado.<br />

En cuanto al presente de las "verdades eternas", o de la "definición", como más acertadamente lo denomina<br />

Benvenieste 30 , puedo limitarme al ejemplo que las gramáticas citan hasta la saciedad: la tierra gira alrededor del<br />

sol. Según Ferdinand Brunot, esta oración designa una "acción fuera del Tiempo"; por eso está en el "presente<br />

atemporal" (de Tiempo), incluso cuando el contexto, por ejemplo, una oración principal, está en un tiempo de la<br />

narración 31 . Tras esta explicación se alberga la idea de que lo que se halla fuera del Tiempo no puede hacerse<br />

pasado. Y tras esto, a su vez, puede suponerse la doctrina platónica de que el ser fuera del Tiempo es un grado<br />

más distinguido del devenir en el Tiempo. Lo curioso de la cuestión es que haya de ser el movimiento de los<br />

astros, del que Platón y sus seguidores derivan el Tiempo, el ejemplo normalizado del empleo del "presente<br />

atemporal" en las "verdades eternas".<br />

[...] Naturalmente, las oraciones que contienen metáforas temporales adquieren con ello un perfil especial:<br />

quedan destacadas de la narración de la misma manera que las oraciones ya comentadas del estilo directo o del<br />

presente histórico. También, por la misma razón, y de manera análoga, aparecen con una tensión especial. El<br />

narrador abdica por un momento de su papel y aparece como autor. Frente al lector se presenta, pues, más<br />

comprometido.<br />

[...]<br />

Volviendo al sistema metafórico temporal como un todo, insisto una vez más en que hay dos formas<br />

fundamentales de metáforas temporales según la dirección del desplazamiento. Los tiempos narrativos pueden<br />

desplazarse como metáforas a un contexto comentador y los tiempos comentadores pueden desplazarse como<br />

metáforas a un contexto narrativo. Paralelas serán las diferencias de matices. Un tiempo narrativo aporta al<br />

contexto comentador lo peculiar del mundo narrado, lo que diferencia al que narra del que obra: relajamiento,<br />

falta de compromiso, sosiego. Las metáforas temporales de esta clase son por principio menos apremiantes que<br />

las del mundo comentado y limitan en cierto modo la validez del discurso. Cuál sea este modo depende del<br />

contexto semántico. El matiz puede ser de cortesía, modestia, timidez, sencillez o algo análogo.<br />

En sentido opuesto se desplazan los tiempos del comentario que pasan como metáforas a un contexto<br />

narrativo. También llevan consigo un fragmento de su mundo y aportan al relato algo de la tensión, compromiso<br />

y seriedad del mundo comentado. Son más apremiantes que los tiempos de la narración; no limitan la validez del<br />

discurso, sino que más bien la dilatan e insisten sobre ella. Por eso son en todo lo contrario de las metáforas<br />

temporales que se desplazan en la primera dirección. El modo como tensan la narración en cada caso concreto<br />

depende, lógicamente, de la palabra y de su nuevo contorno. También en este caso los matices tienen amplio<br />

campo de acción y el discurso parece en todo caso más directo, más próximo, más verdadero.<br />

Las dos formas fundamentales de las metáforas temporales podemos colocarlas bajo el concepto de como si:<br />

se comenta como si se narrase (con lo que se limita la validez) o se narra como si se comentase (con lo que se<br />

insiste sobre la validez). El lenguaje no sólo gusta de perspectivas, sino también de ilusiones de perspectiva.<br />

30 Bulletin de la Société de Linguistique de Paris 54 (1959), 71.<br />

31 F. Brunot: La Pensée et la Langue, 1922, pág. 210.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

CAPÍTULO VI<br />

REALIDAD E IRREALIDAD EN EL LENGUAJE<br />

LA ORACIÓN CONDICIONAL: "MODUS REALIS"<br />

En nuestra exposición del capítulo quinto no hemos agotado todas las variedades de la metáfora temporal.<br />

Ha quedado fuera, sobre todo, el sistema metafórico de los tiempos en la oración condicional, sistema que<br />

merece detenida atención y en el que también se atenderá adecuadamente a la oración condicional sin metáfora<br />

temporal. Es lo que vamos a hacer ahora. Como de lo que sigue tratándose es de la concordancia de los tiempos,<br />

que ha sido expuesta en el capitulo segundo sobre la base de la lengua francesa, las ideas que a continuación se<br />

exponen se apoyan también en el francés, pero valen igualmente para una serie de otros idiomas.<br />

Una oración condicional es una construcción en la que dos oraciones son puestas en tal relación por una<br />

conjunción condicional (si, se, if, wenn, etc.) que la prótasis designa la condición y la apódosis las consecuencias<br />

de unos hechos: si quieres, nos vamos. En francés, la frontera entre las oraciones condicionales y temporales<br />

(conjunciones quand, lorsque...) no siempre puede trazarse con precisión. Ahora vamos a limitarnos a las<br />

oraciones condicionales con si.<br />

Apenas hay un tiempo que no pueda aparecer en la prótasis o en la apódosis de una construcción<br />

condicional. Mas, por otra parte, no hay ningún otro tipo de oración que observe con más rigor la concordancia<br />

que, precisamente, la oración condicional. Esto significa que el empleo de un tiempo en la prótasis limita<br />

radicalmente la elección del tiempo de la apódosis. Sólo son elegibles los tiempos del mismo grupo temporal.<br />

Esto es lo que ocurre, por principio, en cualquier oración según la concordancia de tiempos, pero es<br />

particularmente riguroso en la oración condicional. Una infracción de la concordancia se encuentra muy<br />

raramente en las oraciones condicionales y el que la comete no puede contar con la indulgencia de las<br />

gramáticas. Esta clase de infracción es considerada como una infracción de la lógica, y la lógica sienta autoridad.<br />

[...]<br />

Una razón especial existe para que el lenguaje (¡y no sólo la lógica!) exija con rigor particular el<br />

cumplimiento de las leyes de la concordancia en las oraciones condicionales. [...]<br />

Cada tiempo del grupo I es combinable con todos los tiempos del mismo grupo para formar un período<br />

condicional. Según sean los tiempos que intervienen, la oración condicional queda bajo una determinada<br />

perspectiva, conllevando un elemento retrospectivo o prespectivo. La única limitación que impone el uso de la<br />

lengua francesas consiste en evitar un futuro detrás de si. En la apódosis, por el contrario, se permite el futuro y<br />

hasta se encuentra con bastante frecuencia.<br />

[...]<br />

De la misma manera que todos los tiempos del grupo I pueden combinarse para formar un período<br />

condicional según el principio combinatorio de la concordancia de tiempos, también los tiempos del grupo II<br />

pueden combinarse para formar un período análogo. Todavía esto no tiene nada que ver con la oración<br />

condicional irreal, sino quiere decir sencillamente que en el mundo narrado hay también condiciones y<br />

consecuencias y que pueden expresarse por medio de oraciones condicionales. Así pues, las relaciones<br />

condicionales pueden tanto comentarse como narrarse.<br />

[...] Se puede narrar, lo mismo que comentar, la relación existente entre condición y resultado, de igual<br />

manera que otras construcciones, como las oraciones temporales, causales, concesivas, pueden ser partes<br />

integrantes tanto del discurso comentador como narrativo.<br />

Con la realidad, o cosa parecida, todo esto no tiene aún nada que ver. Si las oraciones condicionales en las<br />

que se encuentran combinados los tiempos del grupo I se conciben como oraciones reales, habrá que adscribir de<br />

todas formas a la "realidad", quiérase o no, las oraciones condicionales en las que están combinados los tiempos<br />

del grupo temporal II. Desde luego, son "solamente" narradas, pero su contenido no es presentado expresamente<br />

como irreal, que es lo que se dice de las oraciones condicionales irreales. Por ahora, sin embargo, vamos a<br />

insistir en la diferenciación que puede leerse en la estructura del lenguaje y que puede oírse con el oído: la


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

diferenciación entre oraciones condicionales comentadoras y narrativas. En el fondo, ni siquiera hace falta esta<br />

diferenciación. Una vez que ya hemos establecido la diferencia fundamental entre discurso comentador y<br />

discurso narrativo, se da por supuesto que también las oraciones condicionales, ya que tienen tiempos,<br />

participarán en esta disposición estructural.<br />

LA ORACIÓN CONDICIONAL: "MODUS IRREALIS"<br />

Las gramáticas nos han enseñado la diferencia entre las oraciones condicionales reales e irreales. Los<br />

ejemplos son poco más o menos como este: s'il pleut, il reste à la maison – si llueve, se queda en casa. Se trata<br />

de una oración condicional real, porque, desde luego, la realidad de la condición y de la consecuencia no se<br />

afirma expresamente, pero tampoco expresamente se niega. Maurice Grevisse habla simplemente de una<br />

hipótesis. De ella hay que distinguir netamente las oraciones condicionales irreales. Ejemplo: s'il pleuvait, il<br />

resterait à la maison – Si lloviese, se quedaría en casa. Grevisse explica la irrealidad de la siguiente forma: "la<br />

oración condicional expresa un hecho presente o pasado que se considera contrario a la realidad" 5 . Así pues, en<br />

esta oración debe uno pensar: "pero no llueve". Negando la realidad de la condición, la consecuencia queda<br />

eliminada del ámbito de la realidad. Junto a las oraciones condicionales reales e irreales muchos gramáticos,<br />

como es el caso de Grevisse, conocen también, según el modelo latino una oración condicional potencial. En<br />

nuestro ejemplo sería igualmente: s'il pleuvait, il resterait à la maison; pero la oración no pone en duda<br />

expresamente la realidad, sino que remite el hecho a la esfera de lo eventual o lo imaginario.<br />

En esta forma, la doctrina de las oraciones condicionales es falsa. El que la falsedad haya pasado inadvertida<br />

se debe al método, ya tantas veces censurado, de argumentar con ejemplos aislados e incluso expresamente<br />

construidos, cuyo contexto es desconocido, si es que acaso lo tienen. No disponiendo del contexto de una<br />

oración condicional, no puede hablarse en absoluto de realidad, potencialidad o irrealidad. Así pues, si una<br />

oración comienza con s'il pleuvait, no puede predecirse en forma alguna si este imperfecto puede concebirse<br />

como real, potencial, irreal o como quiera llamársele. Quien guiándose de las gramáticas confíe a cierra ojos en<br />

que la realidad ha sido excluida, podrá después encontrar en Proust, si es que además de las gramáticas lee<br />

autores literarios, la oración siguiente:<br />

⎯S'il pleuvait, bien que le mauvais temps n'effrayât pas Albertine qu'on voyait parfois, dans son<br />

caoutchouc, filer en bicyclette sous les averses, nous passions la journée dans le Casino (pág. 893).<br />

En este caso también hay que conocer el contexto y saber al menos que se están narrando cosas de Albertine,<br />

precisamente en los tiempos del grupo II. Estos, naturalmente, se encuentran también en las oraciones<br />

condicionales del relato. Ante la combinación imperfecto-condicional tampoco debe uno creer confiadamente<br />

que se trata del signo inequívoco de una oración condicional irreal. Un poco más arriba ya hemos citado un<br />

pasaje de la novela de Proust en el que esta combinación de tiempos es sólo −permítaseme al menos<br />

provisionalmente la expresión− un "realis narrado".<br />

Como es lógico, uno está completamente perdido si se deja arrastrar por el hecho de que uno de los tiempos<br />

de la lengua francesa se llama conditionnel (il chanterait, il aurait chanté). Se trata de una denominación<br />

desafortunada y equívoca. El conditionnel es un tiempo como cualquier otro que con las oraciones condicionales<br />

no tiene que ver más que los otros tiempos. Ni siquiera es el que aparezca con más frecuencia en ellas. Para este<br />

tiempo también hemos conservado la denominación desafortunada porque preferimos usar un término<br />

inapropiado a otro apropiado pero que haya de ser explicado. Esto no constituye una dificultad siempre que nos<br />

atengamos estrictamente a la regla del juego ya aceptada según la cual nada debe explicarse por su nombre. Así<br />

pues, consideramos la semejanza acústica de las palabras conditionnel y oración condicional (proposition<br />

conditionnelle) como puro y casual flatus vocis. Con ello podemos volver a nuestro tema.<br />

Naturalmente, la oración condicional cuando tiene un imperfecto en la prótasis puede ser también un irrealis,<br />

es decir, que argumente con condición y consecuencia contra los hechos de la realidad. Ahora bien, para<br />

comprender el sentido irreal de la oración necesito del contexto.<br />

[...]<br />

Si los tiempos de una oración condicional son metáforas temporales, en el sentido de que los tiempos del<br />

5 Maurice Grevisse: Le Bon Usage, 1955, § 1037.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

grupo II se desplazan con la oración condicional a un contexto del grupo I, lo dicho en la oración condicional<br />

queda limitado en su validez. Se trata de una severa limitación. El hecho significado por esta oración nos parece<br />

irreal.<br />

Digamos que vuelve a tratarse de un engaño de perspectiva. Pensando rigurosamente, el lenguaje es<br />

indiferente a la realidad o irrealidad de lo mentado. Si el caballo que pasa es un penco o un pegaso mitológico es<br />

algo absolutamente indiferente a la palabra caballo. Y a la oración asinus asinum fricat le es indiferente si son<br />

verdaderos burros los que se frotan o si se trata de alguien que hace burradas. Sin embargo, el lenguaje no es<br />

indiferente frente a la validez de lo mentado. Ha creado medios para destacar lo dicho o para limitarlo, ambas<br />

cosas con los matices más variados. Pues bien; si en la oración condicional queda limitada la validez empleando<br />

los tiempos de otros grupos temporales en lugar de los tiempos que le son más afines al contexto, de forma que<br />

la expectativa quede frustrada, interpretamos entonces esta limitación como "contraria a los hechos".<br />

Esta interpretación tal vez no sea absolutamente concluyente. Nos la imponen el término realis y la lógica,<br />

pero el lenguaje no la ratifica exactamente así. Lo que es seguro es sólo la validez limitada. Aquí también hay<br />

margen para los matices. La gramática de inspiración lógica se esfuerza penosamente en justificarlos<br />

diferenciando entre "irrealis" y "potentialis" según que los hechos se perciban come irreales – imposibles o<br />

como irreales – posibles. Nosotros prescindimos de esta diferenciación a que no se ha llegado con medios<br />

lingüísticos y que, por ende, no nos ofrece garantías y dejamos a las relaciones mutuas y siempre variadas entre<br />

la significación de las palabras y la determinación de la frase el modo de limitar en cada caso particular la<br />

validez de la relación condición – consecuencia. De esta forma no resultan dos o tres modos, sino tantos<br />

"modos" como oraciones que, sin embargo, tienen algo común: el sistema metafórico temporal, Lo que importa<br />

no es cada uno de los tiempos en sí, sino el grupo temporal. En el francés actual la combinación del imperfecto<br />

con el condicional se ha ido convirtiendo en la combinación típica de la oración condicional "irreal". Pero no son<br />

estos tiempos los que limitan la validez como tales, sino en cuanto pertenecientes al grupo temporal II y a un<br />

contexto (también bajo ciertas circunstancias a una situación representante del contexto) del grupo temporal I.<br />

[...]<br />

Por regla general puede uno confiar en que en un período condicional no se cambia de grupo temporal entre<br />

la prótasis y la apódosis, es decir, que la argumentación es unitaria con validez ilimitada o unitaria con validez<br />

limitada.<br />

Las metáforas temporales dentro de una oración condicional son poco corrientes. La razón es fácil de<br />

comprender: Sólo se producen oraciones condicionales irreales cuando una oración pasa a un contexto del otro<br />

grupo temporal con los tiempos de la prótasis y de la apódosis como metáforas temporales. En ello está<br />

precisamente el origen de la validez limitada de la oración condicional que habitualmente se interpreta como<br />

irrealidad. Así pues, si toda la oración condicional en tanto que "irreal" descansa en metáforas temporales, no<br />

podrá contener en sí metáforas de otra clase. Un tipo de metáforas temporales interferiría al otro produciendo así<br />

una contravención no tanto de la lógica (que en este capítulo de la gramática no tiene nada que hacer), sino más<br />

bien de la estructura del lenguaje.<br />

EL "MODUS IRREALIS" EN LA NARRACIÓN<br />

Como las oraciones condicionales aparecen tanto en el discurso comentador como en el narrativo, se<br />

encuentran en ellas tanto los tiempos del grupo I como los del grupo II. Al querer limitar su validez y argumentar<br />

con ellos contra los hechos ("irrealis"), se construye una oración condicional con tiempos del grupo II en el<br />

contexto de tiempos del grupo I. Hasta ahora hemos tenido solamente la posibilidad de limitar la validez de una<br />

oración condicional en un contexto comentador, pues sólo en un contexto comentador pueden ser metáforas<br />

temporales los tiempos del grupo II. Entonces, ¿qué sucede cuando el contexto es narrativo? ¿Es que la<br />

irrealidad es totalmente imposible en la oración condicional?<br />

Ahora no debemos pensar en las metáforas temporales de dirección de desplazamiento inversa.<br />

Naturalmente, en un contexto narrativo, por ejemplo, como "verdad eterna" en la perspectiva autorial puede<br />

hallarse una oración condicional con los tiempos del grupo I. También esta oración tiene matices de metáfora<br />

temporal; pero, precisamente, el matiz peculiar de las metáforas temporales que se desplazan de I a II. Es decir,<br />

que se trata de insistir más, no menos. Sin embargo, al hablar de irrealidad, de lo que se trata es de insistir


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

menos, es decir, de aquella validez limitada que nos finge una irrealidad o algo semejante. ¿Puede alcanzarse<br />

esto también en un contexto narrativo?<br />

No hay duda que la posibilidad existe. Con esta finalidad el lenguaje ha desarrollado un sistema metafórico<br />

temporal derivado, un sistema metafórico temporal de segundo grado, como también podría formularse. [...]<br />

Para el irrealis en sentido más estricto voy a hacer uso de un ejemplo tomado una vez más de Proust. Este<br />

ejemplo tiene además como fin secundario mostrar que esta forma derivada de las metáforas temporales en la<br />

oración condicional es incluso posible en un contexto en que domina el pluscuamperfecto. El ejemplo se<br />

encuentra en À l'ombre des jeunes filles en fleur. Gisèle ha escrito un trabajo de clase sobre el tema "Sófocles<br />

escribe desde los infiernos una carta a Racine consolándole del fracaso de su drama Atalía". Ahora bien, esto es<br />

contado posteriormente por el narrador como explicación adicional. El punto de vista es retrospectivo; el tiempo<br />

dominante es el pluscuamperfecto; luego sigue la oración condicional:<br />

⎯Or Gisèle, par un excès de zèle qui avait dû toucher les examinateurs, avait choisi le premier, le plus<br />

difficile, de ces deux sujets, et l'avait traité si remarquablement qu'elle avait eu quatorze et avait été félicitée par<br />

le jury. Elle aurait obtenu la mention "très bien" si elle n ' avait "séché" dans son examen d'espagnol.<br />

La composition dont Gisèle avait envoyé la copie à Albertine nous fut immédiatement lue par celle-ci… (pág.<br />

911).<br />

Está claro que Gisèle no ha obtenido sobresaliente y que de hecho ha sido suspendida en el examen de<br />

español. Así, pues, la oración condicional va "contra los hechos" y esto ocurre a pesar del contexto narrativo e<br />

incluso de la narración retrospectiva. De ello resulta que lo que interesa no es la perspectiva del contexto, sino<br />

exclusivamente su carácter narrativo. Sin embargo, dentro de un contexto del mundo narrativo también puede<br />

limitarse la validez construyendo una oración condicional a base de combinar un pluscuamperfecto y un<br />

condicional II. Estos tiempos valen en un contexto narrativo de metáfora temporal con el mismo derecho que el<br />

imperfecto y el condicional de una oración condicional en un contexto comentador. Esto es lo que queremos<br />

decir con la expresión sistema metafórico temporal derivado de segundo grado. El fenómeno de la transposición,<br />

que está en la base de toda metáfora, también se encuentra en este caso. El pluscuamperfecto en la prótasis de<br />

una construcción condicional queda despojado de su carácter retrospectivo y adopta la función de un tiempo<br />

cero. Análogo es lo que ocurre con las metáforas temporales de "primer grado" en las que un tiempo narrativo<br />

adopta la función de un tiempo comentador.<br />

El sistema metafórico temporal de segundo grado no se limita a las oraciones condicionales. Por principio, es<br />

posible en el caso de que un matiz de la validez limitada también haya de mantenerse en un contexto narrativo.<br />

Así pues, si en el contexto comentador se ha dicho: le ministre préparerait une conférence de presse, en el<br />

contexto narrativo puede decirse le ministre aurait préparé une conférence de presse. El imperfecto del informe<br />

inseguro se convierte así en un pluscuamperfecto de la narración insegura. [...]<br />

EL SISTEMA METAFÓRICO TEMPORAL Y EL SUBJUNTIVO<br />

Las metáforas temporales de validez limitada pueden ser sustituidas por formas de subjuntivo. También<br />

puede darse la vuelta a la oración y decir: ciertas formas del subjuntivo son representadas por metáforas<br />

temporales. [...]<br />

[...] El subjuntivo es un grupo de formas verbales que aprovecha habitualmente aquella función que es<br />

aprovechada ocasionalmente por las metáforas temporales, a saber, limitar la validez del discurso. Esta no es una<br />

definición completa del subjuntivo, pero constituye el marco para los múltiples matices de sentido que,<br />

naturalmente, tienen tanto el subjuntivo como las metáforas temporales.<br />

En todo caso, el problema del subjuntivo debe plantearse totalmente de nuevo en relación con el sistema<br />

metafórico temporal, tanto más cuanto que el subjuntivo está más presente en las oraciones condicionales de<br />

otros idiomas que en las del francés. En español, como se sabe, la prótasis de una oración condicional (irreal) en<br />

un contexto comentador se encuentra generalmente en imperfecto de subjuntivo y la apódosis en condicional: Si<br />

lloviera (o lloviese), se quedarían en casa. En el contexto narrativo la prótasis lleva pluscuamperfecto de<br />

subjuntivo y la apódosis condicional compuesto: Si hubiera llovido, se habría quedado en casa. Las formas del<br />

subjuntivo y las metáforas temporales se reparten, pues, la función de limitar la validez del discurso. Es la regla<br />

del uso de la lengua. Pero las metáforas temporales condicional simple y condicional compuesto también pueden


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ser sustituidas en la apódosis por formas del subjuntivo, por ejemplo, por el imperfecto (pluscuamperfecto) e,<br />

inversamente, las formas del subjuntivo de la prótasis pueden ser sustituidas por metáforas temporales como, por<br />

ejemplo, el imperfecto o el pluscuamperfecto de indicativo 11 .<br />

CAPÍTULO VII<br />

TIEMPOS, NO ASPECTOS<br />

EL IMPERFECTO Y EL PERFECTO SIMPLE EN<br />

EL SISTEMA DE LOS TIEMPOS ESPAÑOLES<br />

Las ideas que aquí van a desarrollarse valen para las lenguas románicas y para otros muchos idiomas. Por de<br />

pronto, nuestra base va a ser el español. Será útil volver a tener en cuenta su sistema de tiempos que, como<br />

sabemos, descansa en los dos grupos temporales del mundo narrado y del mundo comentado. Helo aquí:<br />

GRUPO TEMPORAL I GRUPO TEMPORAL II<br />

(mundo comentado) (mundo narrado)<br />

habrá cantado habría cantado<br />

cantará cantaría<br />

va a cantar iba a cantar<br />

canta cantaba<br />

cantó<br />

ha cantado había cantado<br />

hubo cantado<br />

acaba de cantar acababa de cantar<br />

está cantando estaba cantando<br />

Recordemos de nuevo que este cuadro no aspira a ser completo. Es posible que contenga demasiados<br />

tiempos (por ejemplo, está cantando) o demasiado pocos (por ejemplo, los llamados tiempos surcomposés). No<br />

es cosa muy importante. El lector puede hacerse su sistema propio siempre que respete e1 principio estructural<br />

según el cual sólo deben considerarse tiempos aquellas formas que se dejen colocar sin ambages (naturalmente,<br />

teniendo también en cuenta el sistema metafórico temporal) en uno o en otro de ambos grupos.<br />

En este y en los capítulos siguientes vamos a dirigir nuestra atención en particular a la simetría del sistema<br />

temporal. El grupo del mundo narrado es más rico de formas: dos más según el cuadro. Aunque ampliemos el<br />

sistema recogiendo con la mayor generosidad todas las formas que de alguna manera pueden concebirse como<br />

tiempos, siempre resultará un número mayor de formas en el grupo temporal II. Además, cuando consideramos<br />

la prespección y la retrospección, ya indicamos el modo de concebir la asimetría del sistema aplicando el criterio<br />

de la perspectiva. Correspondiendo al tiempo cero (presente) canta del grupo I, en el grupo II se encuentran los<br />

tiempos cero cantaba (imperfecto) y cantó (perfecto simple). En perfecto paralelismo, frente al tiempo de la<br />

retrospección ha cantado (perfecto compuesto) del grupo I se hallan los dos tiempos de la retrospección había<br />

cantado (pluscuamperfecto) y hubo cantado (pretérito anterior) del grupo II. Esta correspondencia en la<br />

retrospección es una variante de la correspondencia que se da en la perspectiva cero. Por ello podemos tratar el<br />

problema haciendo uso de la perspectiva cero en lugar de la retrospección. Entonces el problema se plantea así:<br />

¿Por qué frente a un solo tiempo cero (presente) del comentario están los dos tiempos cero (imperfecto y<br />

perfecto simple) de la narración?<br />

La explicación tradicional, que en las gramáticas se ha convertido en doctrina, reza poco más o menos: el<br />

11 Cfr. Samuel Gili Gaya, op. cit. § 124 ss.


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imperfecto representa la acción en su decurso y es un tiempo durativo; el perfecto simple representa la acción<br />

como mero acontecer y es un tiempo puntual. En la Gramática de la lengua española de J.A. Pérez-Rioja, a<br />

propósito del perfecto simple se lee lo siguiente: "Predomina en él la acción momentánea frente a la durativa del<br />

imperfecto" (5ª ed., 1964, pág. 335). [...]<br />

UN CONCEPTO DESAFORTUNADO: "ASPECTO"<br />

Salta a la vista que la diferencia entre imperfecto y perfecto simple no tiene nada que ver con el Tiempo,<br />

cosa reconocida hasta por aquellos que juran por él. Ahora bien; con este argumento el concepto de aspecto ha<br />

encontrado su asiento en las gramáticas de las lenguas románicas. Paul Imbs, al caracterizar a ambos tiempos,<br />

habla de un aspecto durativo y de un aspecto puntual y establece entre ellos una oposición aspectual 6 . Knud<br />

Togeby encuentra en el imperfecto un aspecto imperfectivo y en el perfecto simple un aspecto perfectivo, pero<br />

además ve en el presente un tercer aspecto, el neutro 7 .<br />

Pero, ¿qué es aspecto? Paul Imbs lo define así: "El aspecto es una de las cualidades inherentes al proceso" 8 .<br />

Lo mismo quiere significar Ernst Cassirer cuando explica el aspecto como "cualidades formales del Tiempo"<br />

(zeitliche Gestaltqualitäten) 9 . No vamos a tomar la palabra zeitlich (temporal, de Tiempo) al pie de la letra.<br />

Cassirer quiere decir ante todo temporal (del tiempo verbal), pero identifica, naturalmente, como todos, los<br />

tiempos verbales con el Tiempo. Nosotros traducimos la definición de Imbs con ayuda de Cassirer para concebir<br />

el aspecto como cualidades formales del proceso. Del aspecto hay que distinguir con todo rigor, según una<br />

concepción más moderna, los llamados "modos de la acción", por ejemplo, los que constituyen la diferencia<br />

entre vocablos imperfectivos como "seguir" y perfectivos como "conseguir". Esta diferenciación, que atañe a la<br />

significación de las palabras, compete, por lo tanto, a la semántica general y no a la sintaxis ni al estudio de los<br />

tiempos 10 .<br />

[...]<br />

La doctrina del aspecto y la doctrina del Tiempo están relacionadas entre sí. La primera ha arraigado<br />

tardíamente en la lingüística románica, precisamente en un momento en que se ha visto que a la igualdad tiempo<br />

verbal = Tiempo le sobraba un resto considerable. Este resto tenía que ir a cuenta del concepto aspecto sin<br />

atender al hecho de que en la igualdad tiempo verbal = Tiempo + aspecto habían intervenido conceptos<br />

totalmente extralingüísticos para explicar el sistema temporal, en sí cerrado y armónico en su estructura. [...]<br />

Después de haber rechazado el fundamento según el cual tiempo verbal = Tiempo, no tenemos motivo para tratar<br />

con mejores modales el artilugio que es la ecuación tiempo verbal = aspecto. Nuestra ecuación es otra: tiempo<br />

verbal = comportamiento del hablante articulado en los dos grupos temporales del mundo comentado y del<br />

mundo narrado. Si esta doctrina es correcta, tendrá que ser lo bastante fuerte para explicar también la pareja<br />

imperfecto-perfecto simple y parejas comparables en otras lenguas y, lo que es más, por medio de una teoría<br />

sencilla y coherente. (La sencillez de la explicación es un criterio de la verdad).<br />

EL RELIEVE EN LA NARRACIÓN<br />

Para la explicación de la pareja de tiempos imperfecto y perfecto simple vamos a partir de un hecho muy<br />

sencillo hasta ahora no observado, aunque ya contiene en sí toda la explicación: en las lenguas románicas hay<br />

más tiempos narrativos que comentadores y la pareja imperfecto-perfecto simple, que hasta ahora se ha intentado<br />

explicar en vano con ayuda del concepto de aspecto, aparece sólo en el grupo temporal del mundo narrado.<br />

Supongamos una vez más por un momento que la explicación a base del aspecto es correcta, y que el lenguaje<br />

nos da a conocer, efectivamente, la forma y el decurso de las acciones y de los procesos. En este caso debería<br />

6<br />

Paul Imbs: Op. cit., págs. 16 y 170.<br />

7<br />

Knud Togeby: Structure immanente de la langue française, 1951, páginas 173 s.<br />

8<br />

Op. cit., pág. 15.<br />

9<br />

Ernst Cassirer: Philosophie der symbolischen Formen, 1956, pág. 180.<br />

10<br />

Esta diferenciación proviene del eslavista Sigurd Agrell. Cfr. para todo el problema Wolfgang Pollak: Studien zum<br />

"Verbalaspekt" im Französische. Wien, 1960, Parte I, cap. I. Además, Hans Helmut Christmann: Zum "Aspekt" im<br />

Romanischen, en Romanische Forschungen 71 (1959), 1-16. Completado en Romanstisches Jahrbuch 13 (1962), 193.


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esperarse, pues, que ambos grupos ofreciesen la posibilidad de ese conocimiento. Hasta podríamos imaginarnos<br />

una lengua en la que sólo los tiempos del mundo comentado tuvieran la capacidad de indicar "aspectos". Si<br />

ahora buscamos situaciones en que la forma y el decurso de los procesos sean tan interesantes que necesitemos<br />

enterarnos de ellos, estas situaciones serán más bien las del comentario. Así, pues, quien prepara planes, describe<br />

un experimento, concluye un contrato, imparte órdenes, escribe un guión cinematográfico, dirige una<br />

representación y se mueve en análogas situaciones, tendrá tal vez necesidad de conocer en alguna ocasión la<br />

forma y el decurso de los procesos. Incluso es posible que de la comprensión adecuada del decurso de un<br />

proceso dependa algo decisivo: el valor del experimento, la validez del contrato o el éxito del montaje. Yo puedo<br />

muy bien imaginarme que un coreógrafo estaría agradecido a su idioma si pudiese expresar los movimientos del<br />

cuerpo por medio de los tiempos. Pero los tiempos no le sirven para eso. Justamente, en las situaciones del<br />

comentario no hay parejas análogas a la que forman el imperfecto y el perfecto simple. Se dispone solamente del<br />

tiempo presente en la perspectiva cero y sobre ello no se ha quejado todavía ningún coreógrafo.<br />

Sólo existe esta pareja en el mundo narrado. De ello sacamos la evidente consecuencia de que la diferencia<br />

entre el imperfecto y el perfecto simple tiene algo que ver con el fenómeno de narrar. Aún más: tiene que<br />

referirse a algo que sólo es peculiar de la narración y no del comentario. Así pues, desde un principio ha quedado<br />

trazado el círculo de la explicación, de forma que el aspecto, de cualquier modo que se entienda, queda excluido<br />

porque cualesquiera que sean en sí las características de las acciones y de los procesos, estas no afectan a la<br />

narración. En principio no hay nada que no pueda relatarse por muy durativo o puntual que sea. Pero,<br />

naturalmente, puede relatarse de formas diversas. Esto lo sabe cualquiera por muy pocas dotes que tenga para la<br />

narración. Además, la cosa resulta de toda evidencia gracias a la existencia de los distintos géneros literarios<br />

narrativos. En diferencias de modos de narrar y de técnicas narrativas debe hallarse la clave que nos resuelva el<br />

problema de la pareja imperfecto-perfecto simple.<br />

Prefiero volver a explicarme con un ejemplo; pero antes he de mencionar que en las consideraciones<br />

siguientes el método de andar buscando ejemplos por un lado y por otro sacándolos de su contexto está desde un<br />

principio condenado al fracaso. Holger Sten ya ha advertido que para comprender adecuadamente un imperfecto<br />

y un perfecto simple hay que conocer todo lo que precede y sigue, "en caso necesario, el libro entero" 19 . [...]<br />

Voy a empezar reproduciendo una pequeña leyenda que se encuentra en el acto cuarto del drama de Albert<br />

Camus titulado Les justes (1949). Antes de presentar el texto permítaseme recoger el armazón temporal de la<br />

leyenda. El orden de los tiempos es el siguiente: imperfecto, imperfecto, perfecto simple, imperfecto, perfecto<br />

simple, imperfecto, perfecto simple, pretérito anterior, perfecto simple, imperfecto. Me parece que ya sólo a base<br />

del andamiaje temporal de esta leyenda pueden decirse cosas concretas sobre las funciones de los distintos<br />

tiempos narrativos. Lo más importante −y de ello sacaremos más tarde importantes consecuencias− es que los<br />

tiempos narrativos aparecen mezclados. No hay relato que esté construido a base o sólo del imperfecto o sólo del<br />

perfecto simple. La proporción de ambos tiempos es variable, pero, en general, raras veces se encuentran textos<br />

que muestren predominio evidente de uno de ellos. Para llegar a este resultado hay que tomar el texto en su<br />

totalidad, porque en él los tiempos no están mezclados de forma tan uniforme como para que cualquier<br />

fragmento contenga la misma proporción que le corresponde al texto en conjunto.<br />

Valga ahora nuestra leyenda de ejemplo representativo. Para evitar confusionismos hemos de anticipar que<br />

el pretérito anterior se comporta frente al pluscuamperfecto lo mismo que el perfecto simple frente al imperfecto.<br />

Así pues, el perfecto simple y el pretérito anterior hay que considerarlos juntos. Entonces nuestro texto ofrece el<br />

cuadro siguiente: las formas del imperfecto dominan al principio y al final de la leyenda; los perfectos simples<br />

(incluyendo el pretérito anterior que les está adscrito funcionalmente) ocupan la parte media de la leyenda. El<br />

juego dos veces repetido entre perfecto simple e imperfecto podemos concebirlo como prolongación del<br />

imperfecto introductivo interrumpido por los perfectos simples, o también como componente de la parte media<br />

en perfectos simples dos veces interrumpidos por imperfectos. La cosa no es importante y apenas oculta las tres<br />

fases que, como estructura narrativa, se encuentran en la base de la leyenda y que inmediatamente vamos a<br />

reconocer con toda evidencia al leer el texto de la leyenda de San Dmitri:<br />

Il avait rendez-vous dans la steppe avec Dieu lui-même, et il se hâtait lorsqu'il rencontra un paysan dont la voiture était<br />

19 Holger Sten: Op. cit., pág. 104.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

embourbée. Alors saint Dmitri l'aida. La boue était épaisse, la fondrière profonde. Il fallut batailler pendant une heure. Et<br />

quand ce fut fini, saint Dmitri courut au rendez-vous. Mais Dieu n'était plus là 20 * .<br />

¿Es necesario, a la vista de este texto, demostrar una vez más hasta qué extremo es inapropiada una<br />

interpretación de la leyenda desde el punto de vista del aspecto? Durante una hora el santo tiene que luchar con<br />

el carro; sin embargo, la oración está en perfecto simple. La primera vez tenemos il se hâtait (imperfecto); la<br />

segunda, il courut (perfecto simple). ¿Es que una vez marchaba a la "carrera" y la otra "como un rayo"? No se<br />

trata de expresar esta diferencia. Si Camus lo hubiese querido así, habría podido encontrar las palabras que están<br />

previstas para el caso. Y para tal caso no están los tiempos.<br />

[…] Tenemos, pues, un núcleo narrativo en perfecto simple desde la tercera forma temporal (rencontra)<br />

hasta la penúltima (courut). En medio de este núcleo narrativo las circunstancias secundarias están en<br />

imperfecto.<br />

Alrededor de este núcleo narrativo hay un marco formado por una introducción y una conclusión, ambas en<br />

imperfecto, que, en esta leyenda, no son circunstancias secundarias. La leyenda en sí no se comprendería si no se<br />

supiese que San Dmitri tiene una cita con Dios, y tampoco se comprendería la agudeza humanística o teológica<br />

si faltase la frase final. Pero la introducción y la conclusión no son simplemente la primera y la última oración<br />

del relato, sino partes el relato que narrativamente conllevan funciones especiales. La introducción es<br />

exposición; da a conocer el mundo que va a narrarse invitando al lector o al oyente a encaminarse a él. La<br />

conclusión cierra este mundo misterioso del relato, en el que un mortal se cita con su Dios, conduciéndonos a la<br />

moraleja de la leyenda, que pertenece al mundo comentado. De ese mundo maravilloso volvemos al nuestro<br />

cotidiano en el que no se dan citas con Dios, pero en el que hay moral y teología, y en el que éstas pueden<br />

discutirse. Se trata de dos funciones que cualitativamente son distintas del mero narrar porque marcan la<br />

divisoria entre el mundo comentado y el mundo narrado. Son dos funciones que circundan el propio cuerpo<br />

narrativo en el que se desarrolla el relato.<br />

Desde esta perspectiva uno puede imaginarse el armazón de un cuentecito que permita distinguir las tres<br />

fases fundamentales del proceso del relato: Era una vez una pobre huerfanita... Un día pasó un príncipe por<br />

delante de su casa, se enamoró de ella y se casaron... Muchas eran las chicas que envidiaban su suerte. [...] Los<br />

tiempos en este caso son: imperfecto, perfecto simple, imperfecto. Las tres fases de la narración, introducción,<br />

núcleo narrativo y conclusión son a la vez tres fases de los tiempos. De este modo la narración cobra relieve y se<br />

distribuye en un primer plano y en un segundo plano. El imperfecto es en el relato el tiempo del segundo plano;<br />

el perfecto simple es el tiempo del primer plano.<br />

Qué sea en el relato el primer plano y qué el segundo es cosa que no puede decirse de una vez para todas, si<br />

es que aún no quiere admitirse la inversión de los términos según la cual es segundo plano todo lo que está en<br />

imperfecto, y todo lo que está en perfecto simple es primer plano. Para la distribución de estos tiempos en la<br />

narración no hay leyes inmutables, excepto el que ambos aparecen entremezclados. En cada caso particular su<br />

distribución depende del criterio del narrador; sin embargo, su libertad está limitada por algunas estructuras<br />

fundamentales del acto de narrar. Al principio de la historia es necesaria una exposición de ciertas proporciones<br />

que constituye normalmente una introducción. En la introducción hay normalmente un tiempo del segundo<br />

plano. Muchos relatos subrayan expresamente el final por medio de una conclusión que, además, se inclina por<br />

el tiempo del segundo plano. Esto no es necesario ni ocurre siempre, pero al principio y al final de la narración<br />

se encuentra con relativa frecuencia una acumulación de tiempos del segundo plano, tal como muestra la leyenda<br />

de San Dmitri. Luego, en el propio núcleo del relato se encuentran los tiempos del segundo plano imperfecto y<br />

también pluscuamperfecto en circunstancias secundarias, descripciones, reflexiones y todos los demás objetos<br />

que el narrador quiere ver desplazados al segundo plano.<br />

Por otra parte, tampoco es posible predecir a priori qué será en el relato primer plano y qué estará en<br />

20 Aquí prescindo de la moraleja de la historia que, naturalmente, se encuentra en los tiempos del mundo comentado: il y a<br />

ceux que arriveront toujours en retard au rendez-vous parce qu'il y a trop de charrettes embourbées et trop de frères à<br />

secourir.<br />

* Se había citado en la estepa con el mismo Dios y se apresuraba, cuando encontró a un campesino cuyo carro se había<br />

atascado en el barro. Entonces San Dmitri lo ayudó. El barro era espeso y el bache profundo. Fue preciso batallar durante<br />

una hora. Y cuando ello hubo acabado, San Dmitri corrió a la cita. Pero Dios ya no estaba.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

perfecto simple. Primer plano es lo que el narrador quiere que se sienta como primer plano. Sin embargo, el<br />

margen de apreciación del narrador también está en este caso limitado por algunas condiciones fundamentales<br />

del acto de narrar. Es primer plano, según las leyes fundamentales del narrar, aquello por lo que la historia se<br />

cuenta, lo que contendría un resumen, lo que el título insinúa o pudiera insinuar, lo que hace que la gente, dado<br />

el caso, suspenda por un rato el trabajo y escuche una historia cuyo mundo no es el suyo cotidiano; con una<br />

palabra de Cervantes, "el extraño suceso". A partir de aquí puede determinarse, invirtiendo los términos, qué es<br />

segundo plano de la narración. Segundo plano de la narración es, en el sentido más general, lo que no es extraño<br />

suceso, lo que por sí solo no movería a nadie a escuchar, lo que, sin embargo, ayuda al oyente en este acto y le<br />

facilita orientación en el mundo narrado.<br />

A partir de aquí se explica ya sin dificultad el hecho fundamental del que hemos partido: el predominio de<br />

los tiempos narrativos sobre los tiempos del comentario. El lenguaje pone a disposición del mundo del relato<br />

más tiempos porque es más difícil situarse en el mundo narrado que en el mundo comentado en el que nos<br />

movemos con toda confianza. Al tratar de una cosa disponemos de los apoyos más diversos para hacernos<br />

comprender que nos facilita la situación. En la mayoría de los casos se reconoce sin esfuerzo si el tema del<br />

discurso se identifica con la situación en que se encuentran el hablante y el oyente. Esto lo dan a entender toda<br />

clase de gestos y los elementos deícticos del lenguaje. Si ello es así, el discurso comentador ocupa siempre el<br />

primer plano. En el caso de faltar todas las señales deícticas y los medios auxiliares que determinan la situación,<br />

el objeto del discurso se desplaza por sí mismo al segundo plano, es decir, se aleja de la situación inmediata<br />

hacia lo general o lo lejano. El lenguaje casi nunca necesita tiempos para darlo a entender. La situación por sí<br />

misma habla con lenguaje inequívoco.<br />

También en el sistema temporal hay que atender a la situación extralingüística, que, sin embargo, hace uso<br />

de los medios auxiliares de la determinación sólo en situaciones comentadoras. La situación no sirve de ayuda en<br />

el mundo narrado; éste ha de ser representado con medios puramente lingüísticos. En particular, la situación no<br />

dice lo que en el mundo narrado haya que ver como primero o segundo plano. Así pues, en el mundo narrado, y<br />

como compensación de los medios auxiliares extralingüísticos que faltan para determinar la situación, hay que<br />

hacer uso de mayor número de medios expresivos lingüísticos para conseguir la misma inequivocidad del<br />

discurso. Estos medios son las parejas de tiempos imperfecto-perfecto simple y pluscuamperfecto-pretérito<br />

anterior que realizan en la narración lo que la situación en el comentario, dando relieve al discurso según un<br />

primero y un segundo plano.<br />

Detrás de la observada asimetría del sistema temporal de las lenguas románicas se encuentra, pues, sobre un<br />

plano más fundamental, una simetría absoluta de ambos grupos temporales. El mayor número de tiempos de que<br />

dispone el mundo narrado los compensa el mundo comentado con más situaciones. Así pues −podemos decir en<br />

una lingüística que salve las fronteras del lenguaje acústico−, existe no sólo la pareja imperfecto-perfecto simple,<br />

sino también la pareja correspondiente del mundo comentado: presente (identificado con la situación<br />

comunicativa) – presente (no identificado con la situación comunicativa). Ambas parejas son tiempos en el<br />

sentido más amplio. Como medios expresivos son equivalentes y absolutamente económicos. A su modo, ambas<br />

garantizan la consecución del objeto que busca la comunicación: la comprensión óptima.<br />

En la equivalencia que hemos observado entre situaciones y tiempos estamos autorizados a ver una constante<br />

del lenguaje. En el fondo, el contexto y la situación operan conjuntamente para determinar la significación de las<br />

palabras según la intención del hablante fijando así el sentido del discurso. Esto es un principio de la semántica.<br />

Cuanto menor sea la determinación de la situación, tanto mayor tendrá que ser la determinación del contexto y<br />

viceversa. La suma de elementos determinantes es constante en el discurso inteligible. También los tiempos<br />

están sometidos a esta ley semántica.<br />

[...]


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

CAPÍTULO XI<br />

LOS TIEMPOS Y LOS SEMITIEMPOS<br />

LOS TIEMPOS Y LOS "MODOS"<br />

[...]<br />

Con diferencias particulares según los distintos idiomas, la gramática conoce los modos siguientes:<br />

indicativo, subjuntivo, infinitivo, imperativo y, en muchas lenguas, además el condicional, optativo y otros.<br />

¿Qué significan todos estos conceptos? Escuchemos a Wackernagel: "La diferencia de las formas modales se<br />

refiere a la relación entre acción y realidad" 1 . Estas palabras hay que comprenderlas poco más o menos en el<br />

sentido de que el indicativo reproduce la acción como real y los otros modos, en cambio, como posible,<br />

indeterminada, ordenada, condicionada, deseable e incluso como expresamente irreal. Al tratar de la oración<br />

condicional irreal ya nos hemos ocupado de esta concepción y hemos llamado la atención sobre lo equívoco que<br />

es en la gramática el concepto de realidad. Ahora vamos a seguir aquellas ideas ampliándolas a todos los modos<br />

y a algunas otras formas verbales.<br />

[...] En el lenguaje encontramos la clase de las formas verbales. Este era nuestro punto de partida. Hemos<br />

pasado revista a esta clase y de ello hemos obtenido con criterios puramente lingüísticos la clase de los tiempos.<br />

Esta clase ha sido luego objeto exclusivo de nuestro estudio, advirtiendo expresamente, sin embargo, que las<br />

otras formas verbales iban a ser excluidas sólo provisionalmente. Ahora ha llegado el momento de que sean<br />

objeto de estudio. Con la expresión "otras formas verbales" no designamos los otros modos excepto el<br />

indicativo, sino todas las formas verbales que no son tiempos; podríamos llamarlas no-tiempos. A ellas<br />

pertenecen, por lo menos en algunos idiomas, determinados modos como el subjuntivo, el infinitivo o el<br />

imperativo, pero también otras formas verbales como el participio y el gerundio que, por regla general, no<br />

cuentan entre los modos.<br />

A continuación, y para un idioma determinado, es decir, el francés vamos a ir más allá del sistema de los<br />

tiempos para describir y analizar el sistema superior de las formas verbales.<br />

Un tiempo es, así lo hemos definido, una forma verbal que se deja adscribir manifiestamente (atendiendo, sin<br />

embargo, al sistema metafórico temporal) a uno de ambos grupos temporales. La divisoria estructural entre el<br />

mundo narrado y el mundo comentado no afecta sólo al sistema temporal, sino que organiza también el sistema<br />

completo de las formas verbales según éstas encajen o no en esta estructura. Así como todas las formas verbales<br />

que se hallan a un lado o al otro de esta divisoria estructural forman una clase, de la misma manera también<br />

forman una clase todas las formas verbales que son indiferentes frente a la diferenciación mundo narrado-mundo<br />

comentado. No sólo muchos de los "modos" tradicionales pertenecen a esta clase, sino también otras formas<br />

verbales. Desde muchos puntos de vista son semejantes a los tiempos, pero no lo son desde el punto de vista que<br />

diferencia el mundo narrado del mundo comentado. Por eso vamos a llamarla clase de los semitiempos. Un<br />

semitiempo es, pues, una forma verbal que no se deja adscribir manifiestamente a uno de ambos grupos<br />

temporales.<br />

No obstante, como dentro de ambos grupos temporales hay diversos tiempos, el sistema temporal −como<br />

hemos visto− conoce no sólo la frontera estructural entre el mundo narrado y el mundo comentado. Los tiempos<br />

se orientan en la situación comunicativa de forma que en cada uno de los dos grupos se da un grado cero, en el<br />

que se prescinde de toda fijación de perspectiva, y varios grados de retrospección y prespección. Dentro de los<br />

grados, de todos o de algunos, se hace además la diferenciación de relieve según un primero y un segundo plano.<br />

Estas son en las lenguas estudiadas las tres dimensiones del sistema temporal. La primera, y la más<br />

importante, la llamamos actitud comunicativa. Presenta la forma de una dicotomía en la situación comunicativa,<br />

a saber, una actitud narrativa y una actitud comentadora. La segunda dimensión del sistema temporal es la<br />

dimensión de la perspectiva comunicativa. Esta también presenta la forma de una dicotomía ya que podemos<br />

1 Wackernagel: Vorlesungen ubre Syntax, I, 1926, pág. 210.


TEORÍA GRAMATICAL IV<br />

Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil<br />

distinguir entre tiempos de grado cero, que carecen de toda perspectiva especial, y todos los tiempos que a partir<br />

de la situación comunicativa distinguen una prespección y una retrospección. En el último de los grupos citados<br />

se contiene un momento temporal (de Tiempo) en tanto en cuanto la perspectiva comunicativa presupone el<br />

fenómeno (extralingüístico) del Tiempo. La tercera dimensión del sistema temporal es la dimensión del relieve.<br />

Esta dimensión se encuentra en algunos de los idiomas estudiados sólo en ciertos sectores del sistema temporal.<br />

En tanto en cuanto aparezca en el grupo temporal del mundo narrado, se trata de una adjudicación pura de<br />

relieve narrativo. También esta dimensión se presenta en forma de dicotomía según un primero y segundo plano.<br />

[...]<br />

Si el sistema temporal de la lengua francesa presenta tres dimensiones, habrá que tenerlas en cuenta en el<br />

análisis de una oración. Entonces ¿qué información obtengo con la forma verbal il chantait? Obtengo<br />

información sobre el cantar. Se halla contenida en el lexema −chant−. Además, obtengo información sobre la<br />

persona: se halla en el morfema il. Y, finalmente, obtengo −así lo hemos interpretado al principio de nuestro<br />

estudio− información sobre el tiempo: está contenida en el morfema –ait (pronunciado è).<br />

Sin embargo, una vez que estamos al tanto de la estructura del sistema temporal del francés en la forma<br />

descrita, ya podemos desentrañar la última información citada. En el tiempo, percibible por el morfema −ait,<br />

tenemos la triple información según las tres dimensiones del sistema temporal. Tenemos, primero, información<br />

sobre la actitud comunicativa: il chantait narra el mundo. Tenemos, en segundo lugar, información sobre la<br />

perspectiva comunicativa: il chantait narra el mundo sin perspectiva alguna que presuponga Tiempo. Tenemos,<br />

en tercer lugar, información sobre el relieve: il chantait narra en el segundo plano de la narración. (Lógicamente<br />

estas informaciones pueden ser modificadas por medio de las determinaciones contextuales o de la situación<br />

cuando se trata de metáforas temporales).<br />

Permítaseme en este lugar introducir algunos símbolos para dar mayor claridad a las ideas que vamos a<br />

exponer seguidamente. Designamos con L (lexema) la información semántica del verbo; con Pn (persona) la<br />

información sobre la persona; con A (actitud) la información sobre la actitud comunicativa; con Pe (perspectiva)<br />

la información sobre la perspectiva comunicativa; y con R (relieve) la información sobre la adjudicación de<br />

relieve. Entonces la fórmula estructural del verbo completo, o de la oración il chantait es así: L – Pn A Pe R.<br />

En la fórmula la información semántica (la significación del verbo o, más exactamente, de su lexema) está<br />

separada de la información sintáctica por un guión. Y es que la información sintáctica es de otra especie.<br />

Cimenta la significación del verbo en la situación comunicativa.<br />

[...]

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