LA VOCACIÓN Un llamamiento al amor - Autores Catolicos
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que es Rey y bien lo podrá.<br />
¡Oh qué venturosa suerte<br />
os estaba aparejada!<br />
¡Que os quiera Dios por amada!<br />
En servirle estad muy fuerte,<br />
Pues que lo habéis profesado.<br />
¡Que el Rey de la Majestad<br />
es ya vuestro desposado!<br />
La señ<strong>al</strong> de tu matrimonio con Jesús es tu anillo nupci<strong>al</strong>. Llév<strong>al</strong>o con dignidad,<br />
respeto y <strong>amor</strong>. Y cada vez que lo veas, recuerda tu <strong>al</strong>ianza de bodas con Jesús y d<strong>al</strong>e un<br />
beso en tu corazón. Ser esposa de Jesús es una gran dignidad. Y esta dignidad no es<br />
exclusiva de las religiosas mujeres, esto es fundament<strong>al</strong>mente para todo ser humano,<br />
pues todos estamos llamados a una <strong>al</strong>ianza nupci<strong>al</strong> con Jesús, pues la unión con Jesús es<br />
espiritu<strong>al</strong>, con nuestra <strong>al</strong>ma. Y todo debemos celebrar las bodas místicas con Jesús,<br />
especi<strong>al</strong>mente en la Eucaristía.<br />
ESPOSAS DE JESÚS EUCARISTÍA<br />
Las religiosas deben centrar su vida en Jesús, su divino esposo. Al igu<strong>al</strong> que<br />
cu<strong>al</strong>quier casada, ellas deben amar a su esposo y tratar de servirlo, acompañarlo y<br />
hacerlo feliz en todo. Ahora bien, Jesús no es un ente abstracto, no está demasiado<br />
lejano como para no poder comunicarse con Él. Jesús esta muy cerca; como hombre y<br />
como Dios, está presente en cada hostia consagrada. Por eso, la Eucaristía es el lugar de<br />
encuentro entre Jesús y su esposa. La Eucaristía debe ser para cada consagrada el centro<br />
de su vida. Debe pasarse mucho tiempo mirando a Jesús delante de la custodia o del<br />
sagrario, acompañándolo para que no se sienta solo, y sirviéndolo y amándolo. La mejor<br />
manera de amarlo y servirlo es uniendo su vida a la suya durante la misa, ofreciéndose<br />
con Jesús <strong>al</strong> Padre por la s<strong>al</strong>vación del mundo y renovando en cada misa su <strong>al</strong>ianza<br />
matrimoni<strong>al</strong> con Jesús. Especi<strong>al</strong>mente importante, es el momento de la comunión o<br />
común unión con el esposo Jesús. En ese momento, recibe el abrazo cariñoso de su<br />
esposo divino. En la comunión, une su sangre y su vida a la de Jesús. Y le entrega todo<br />
lo que es y todo lo que tiene con una disponibilidad absoluta para hacer siempre su<br />
voluntad.<br />
Para una religiosa el participar en la misa y comulgar cada día es una necesidad<br />
mor<strong>al</strong>; pues, de otro modo, perdería para todos sus hijos infinidad de bendiciones.<br />
Además, Jesús quiere verla y abrazarla cada día en la misa y comunión. No asistir a<br />
misa o no comulgar sin motivo razonable sería una infidelidad. Por eso, cada día debe<br />
renovar su unión matrimoni<strong>al</strong> y renovar su fidelidad en el abrazo de la comunión. La<br />
misa sin comunión o la misa sin ofrecerse con Jesús, sería una pobre misa. Y ella debe<br />
hacer de su vida una misa continua por su ofrecimiento y su deseo permanente de ser<br />
UNO con Él. Recomiendo decir cada día en la misa estas o parecidas p<strong>al</strong>abras:<br />
Jesús, esposo mío, Rey mío y Dios mío, te ofrezco mi vida con mis sufrimientos y<br />
mi <strong>amor</strong>. Te doy cuanto soy y cuanto tengo. Recibe conmigo a todos mis hijos del<br />
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