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MISIÓN: JUVENTUD<br />
Por: Gabriel Elías Vidal<br />
8–Mensajero Ala Blanca enero-febrero del 2002<br />
Charles Swindoll dijo: “Nunca te<br />
arrepentirás de perdonar a alguien que<br />
no se lo merece”.<br />
Después de que Saúl persiguiera a<br />
los filisteos le dijeron que David estaba<br />
en el desierto de Engadi. Él tomó tres<br />
mil hombres de Israel y salió en busca<br />
de David y sus hombres cerca de los<br />
Peñascos de las Cabras.<br />
En aquel lugar había una cueva en la<br />
cual entró Saúl a descansar. Dios le<br />
había prometido a David que pondría<br />
en sus manos a Saúl y de acuerdo a sus<br />
acompañantes, el momento había llegado.<br />
David y sus hombres estaban al<br />
fondo de la cueva. David se levantó y<br />
sin hacer ruido cortó el borde del manto<br />
de Saúl. Luego le dijo a sus hombres:<br />
“–¡Que el Señor me libre de hacerle al<br />
rey lo que ustedes sugieren”, (1 Samuel<br />
24:6) [Nueva Versión Internacional].<br />
Estoy seguro que si Saúl hubiera<br />
tenido la oportunidad que tuvo David,<br />
la historia hubiera sido otra. David perdonó<br />
la vida de su enemigo, simplemente<br />
porque Saúl era el ungido de<br />
Jehová. Este relato de Samuel cuenta<br />
que después que Saúl salió de la cueva<br />
David lo siguió, gritando: “¡Majestad,<br />
Majestad! y postrando rostro en tierra,<br />
se inclinó y dijo: -¿Por qué hace caso Su<br />
Majestad a los que dicen que yo quiero<br />
hacerle daño? Usted podrá ver con sus<br />
propios ojos que hoy mismo, en esta<br />
cueva, el Señor lo había entregado en<br />
mis manos. Mis hombres me incitaban<br />
a que lo matara, pero yo respeté su vida<br />
y dije: ‘No puedo alzar la mano contra<br />
el rey, porque él es el ungido del<br />
Señor’”, (1 Samuel 24:8-10) [Nueva<br />
Versión Internacional].<br />
El apóstol Pablo dijo: “y ya no vivo<br />
yo, más vive Cristo en mí”, (Gálatas 2:20)<br />
[Versión Reina Valera 1960]. Como<br />
cristianos debemos perdonarnos y<br />
respetarnos los unos a los otros, ya que<br />
Cristo –el Ungido– vive en nosotros. La<br />
generación de hoy debe aprender a<br />
respetar y a perdonar a sus líderes<br />
aunque no tengan razón. Es del mundo<br />
no perdonar, pero es de Dios perdonar<br />
sin razón. Esta es la base de la gracia divina.<br />
Saúl merecía la muerte. Dios lo<br />
había puesto en las manos de David, sin<br />
embargo, él lo respetó, ya que alguna vez<br />
había sido tocado por Dios. De igual<br />
manera, los jóvenes de hoy debemos<br />
vivir con el código de vida de David.<br />
Muchas veces nuestros pastores y líderes<br />
cometen errores e injusticias. Es posible<br />
que no tengan la razón, pero eso no debe<br />
abrirnos campo para faltarles el respecto<br />
y si es posible destruirlos. Esta generación<br />
debe romper con esa práctica, y<br />
dejar que Dios tome el curso y el control<br />
de las cosas. David esperó a que Jehová<br />
tratara con el rey Saúl personalmente, y<br />
así lo hizo. En el tiempo de Dios, la casa<br />
de Saúl dejó de existir. Luego David se<br />
convirtió en el rey que vivía “conforme<br />
al corazón de Dios” y una de las razones<br />
fue ésta. David supo perdonar cuando<br />
no tenía que hacerlo. Así hizo el Señor<br />
con nosotros, nos perdonó cuando no<br />
merecíamos ser perdonados. Cuando a<br />
David le tocó ser juzgado, Dios hizo lo<br />
mismo con él; le perdonó donó a través de un<br />
arrepentimiento genuino.<br />
¡Feliz año 2002!<br />
Misión: Juventud/Mensajero Ala Blanca<br />
White Wing Publishing House<br />
P.O. Box 3000<br />
Cleveland, TN 37320-3000 EUA<br />
Atención: Gabriel Elías Vidal<br />
gvidal@cogop.org<br />
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www.lavozdesalvacion.org