Política sexual y política textual en tres escritoras del Cono Sur
Política sexual y política textual en tres escritoras del Cono Sur
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<strong>Política</strong> <strong>sexual</strong> y <strong>política</strong> <strong>textual</strong> <strong>en</strong> <strong>tres</strong><br />
<strong>escritoras</strong> <strong>del</strong> <strong>Cono</strong> <strong>Sur</strong>:<br />
Eltit, Peri Rossi y Val<strong>en</strong>zuela<br />
Jorgelina Corbatta, Wayne State University<br />
I<br />
La mujer latinoamericana contemporánea lucha por liberarse de tabúes<br />
impuestos por una sociedad machista regida por una ideología católica<br />
represiva que le impone como mo<strong>del</strong>o el de la Virg<strong>en</strong> María con sus<br />
características de humildad, sumisión y sacrificio. 1 Esta ideología católica<br />
se ve complem<strong>en</strong>tada, y reforzada, por una ideología de mercado <strong>en</strong> la<br />
cual la mujer cumple el papel de valor de cambio, de mercancía que<br />
circula de varón a varón. 2 Doble verti<strong>en</strong>te ideológica católica y económica<br />
que ha sido abordada por Gabriel García Márquez <strong>en</strong> Crónica de una<br />
muerte anunciada, Manuel Puig <strong>en</strong> Sangre de amor correspondido y, con<br />
creci<strong>en</strong>te frecu<strong>en</strong>cia, por <strong>escritoras</strong>. Dado que la actual escritora<br />
latinoamericana int<strong>en</strong>ta con <strong>del</strong>iberación una escritura difer<strong>en</strong>te que la<br />
id<strong>en</strong>tifique como mujer <strong>en</strong> cuerpo y voz; o sea, como sujeto erótico a la<br />
vez que como sitio de <strong>en</strong>unciación, he seleccionado a <strong>tres</strong> autoras<br />
prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes <strong>del</strong> cono sur: Eltit <strong>en</strong> Chile, Peri Rossi <strong>en</strong> Uruguay y<br />
Val<strong>en</strong>zuela <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina para analizar la doble alianza, de sexo y <strong>política</strong>,<br />
al interior de sus obras respectivas. Allí, el cuerpo de la escritura <strong>en</strong>carna<br />
el cuerpo fem<strong>en</strong>ino como símbolo de la organización <strong>política</strong> <strong>del</strong> cuerpo<br />
social. Mediante la repres<strong>en</strong>tación <strong>del</strong> cuerpo fem<strong>en</strong>ino, con sus miedos<br />
y deseos, heridas y c<strong>en</strong>tros de placer construy<strong>en</strong> - desde el imaginario<br />
<strong>sexual</strong> individual - el modo de repres<strong>en</strong>tación <strong>del</strong> imaginario social<br />
colectivo. Más aún, el deseo de cambiar la relación de la mujer con su<br />
propio cuerpo expresaría la voluntad mágico-realista ('wishful thinking?')<br />
de un cambio social <strong>en</strong> que las tradicionales relaciones de poder<br />
desaparecerían para dar lugar a nuevas formas igualitarias y justas de<br />
relación <strong>del</strong> hombre con la mujer, y <strong>del</strong> hombre / la mujer con la sociedad<br />
y el mundo.<br />
II<br />
Al parecer se espera que la mujer responda a ciertos mo<strong>del</strong>os<br />
dominantes <strong>en</strong> los cuales se ha cursado su palabra, su escritura. Muchos<br />
de esos mo<strong>del</strong>os me parec<strong>en</strong> muy frágiles porque han sido tan
Eltit, Peri Rossi y Val<strong>en</strong>zuela 139<br />
simplificados que se han despojado de matices. No es el espacio <strong>del</strong><br />
folletín amoroso el único posible para la mujer, ni el de la abnegación<br />
irrestricta, ni el anecdotismo de la liberalidad <strong>sexual</strong>. Más importante<br />
me parece que es el despliegue de la constelación meditada de un<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to que conecte lo individual con lo público, lo subjetivo<br />
con lo social. 3<br />
En la pres<strong>en</strong>tación de Una poética de literatura m<strong>en</strong>or: la narrativa de<br />
Diamela Eltit, Juan Carlos Lértora afirma que 'la int<strong>en</strong>sa <strong>sexual</strong>idad de<br />
los personajes es una de las matrices (movibles) de la escritura que Diamela<br />
Eltit utiliza para cuestionar los roles <strong>sexual</strong>es vig<strong>en</strong>tes, y los mecanismos<br />
sociales con que se ejerce el poder' (pp. 13-14). Y ha de ser el cuerpo<br />
fem<strong>en</strong>ino <strong>en</strong> donde ese cuestionami<strong>en</strong>to ti<strong>en</strong>e lugar. En Lumpérica<br />
(Santiago: Ediciones <strong>del</strong> Ornitorrinco, 1983), el cuerpo de la mujer, L.<br />
Iluminada, se sitúa a la vez que se superpone e id<strong>en</strong>tifica, con la plaza<br />
pública habitada por vagabundos que contemplan a la mujer iluminada<br />
por un letrero luminoso. La plaza está <strong>en</strong> la ciudad de Santiago y, durante<br />
el día, <strong>en</strong>carna el c<strong>en</strong>tro, el ord<strong>en</strong> y el poder. Por la noche, <strong>en</strong> cambio, la<br />
plaza desierta se convierte <strong>en</strong> el asi<strong>en</strong>to de una mujer, desarrapada y<br />
orgiástica, y <strong>del</strong> lumperío. La plaza alberga a esa mujer iluminada por un<br />
anuncio comercial que parodia el rayo de luz divina (que otrora iluminara<br />
a la virg<strong>en</strong> Maria) 4 y que, <strong>en</strong> este caso, <strong>en</strong> lugar de incitarla al bi<strong>en</strong>,<br />
des<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>a su autoerotismo. Autoerotismo que, como anota Nelly<br />
Richard, es un acto de transgresión a la práctica de p<strong>en</strong>etración masculina<br />
y, a nivel simbólico, al mito de la profundidad. 5 Sara Castro-Klar<strong>en</strong>, por<br />
su parte, ve <strong>en</strong> esa iluminación la pres<strong>en</strong>cia de los rituales <strong>del</strong><br />
interrogatorio y la tortura <strong>en</strong> Chile. 6 En la misma línea de interpretación<br />
socio-<strong>política</strong>, Pablo Catalán sosti<strong>en</strong>e que ese cuerpo, iluminado y<br />
grotesco <strong>en</strong> sus contorsiones eróticas, 'devuelve al lumperío la palabra<br />
perdida: el grito es la donación de una id<strong>en</strong>tidad y un s<strong>en</strong>tido'. 7 Respecto<br />
de su preocupación por lo fem<strong>en</strong>ino como otra faceta de su 'gesto<br />
político', dice Eltit <strong>en</strong> una <strong>en</strong>trevista:<br />
Yo no podría hablar <strong>del</strong> feminismo latinoamericano <strong>en</strong> un s<strong>en</strong>tido<br />
cabal apoyada por ideas y conceptos bastante elaborados como algui<strong>en</strong><br />
lo pudiera hacer con respecto a Europa o los Estados Unidos, donde<br />
ya hay una praxis desarrollada de un movimi<strong>en</strong>to feminista fuerte.<br />
En nuestro contin<strong>en</strong>te recién esto <strong>del</strong> feminismo se está p<strong>en</strong>sando. En<br />
esta línea se está considerando que un eje importante <strong>en</strong> torno al cual<br />
girarían nuestras preocupaciones es el de la categoría de la pobreza*<br />
En ese s<strong>en</strong>tido lo erótico es un gesto político; el cuerpo de la mujer es<br />
el signo de la subversión de los pobres. Lumpérica/L. Iluminada, expuesta<br />
a la mirada <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro de un espacio público tradicionalm<strong>en</strong>te masculino,<br />
oficia como refer<strong>en</strong>te fem<strong>en</strong>ino autónomo que se apropia <strong>del</strong> poder para
140 Jorgelina Corbatta<br />
cedérselo a los desposeídos. En el ya citado 'Errante, errática', Eltit<br />
<strong>en</strong>fatiza: 'Mi solidaridad <strong>política</strong> mayor, irrestricta, y hasta épica, es con<br />
esos espacios de desamparo, y mi aspiración es a un mayor equilibrio<br />
social y a la flexibilidad <strong>en</strong> los aparatos de poder' (p. 22).<br />
En Vaca sagrada (Santiago/Bu<strong>en</strong>os Aires: Planeta, 1991), a lo largo de<br />
un relato fragm<strong>en</strong>tado y complejo, dislocado y tejido de m<strong>en</strong>tiras 9 que<br />
<strong>en</strong>cubr<strong>en</strong> una trama personal pero también colectiva (represión y muerte<br />
<strong>en</strong> Chile bajo Pinochet), la escritura se c<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> el cuerpo como la única<br />
vía válida para acceder al mundo y a cierto precario modo de id<strong>en</strong>tidad.<br />
La sangre m<strong>en</strong>strual ocupa un lugar privilegiado <strong>en</strong> el texto cuyos hiatos<br />
están marcados por esa periodización <strong>del</strong> cuerpo fem<strong>en</strong>ino. Se constituye<br />
también <strong>en</strong> desafío <strong>del</strong> hombre fascinado por los humores con los que se<br />
confunde su propio sem<strong>en</strong>. Raquel Olea habla de una 'resignificación de<br />
signos fem<strong>en</strong>inos desprestigiados culturalm<strong>en</strong>te' ('El cuerpo mujer', p.<br />
93); haci<strong>en</strong>do refer<strong>en</strong>cia a la pres<strong>en</strong>cia de la sangre no sólo como signo<br />
de la imposibilidad de procreación, o como impureza fem<strong>en</strong>ina (nos<br />
remite a La rama dorada de Frazer) sino como otro modo de lo sagrado<br />
(cita a Girard) y de la transgresión <strong>en</strong> la medida <strong>en</strong> que concibe ese estado<br />
como apto para el placer. La m<strong>en</strong>tira, la sangre y el sueño (el capítulo<br />
uno se abre: 'Duermo, sueño, mi<strong>en</strong>to mucho' y, más a<strong>del</strong>ante, 'Sangro,<br />
mi<strong>en</strong>to mucho') serían <strong>en</strong>tonces <strong>tres</strong> modalidades tradicionalm<strong>en</strong>te<br />
adscriptas a 'lo fem<strong>en</strong>ino' que Eltit reinvidica (como lo hace con 'lo<br />
sudaca').<br />
En el capítulo 'uno', que se abre con 'duerme, sueña y mi<strong>en</strong>te mucho',<br />
se conc<strong>en</strong>tran ya todos los motivos de la novela: la m<strong>en</strong>tira y la escritura<br />
c<strong>en</strong>surada; el trabajo asalariado y la búsqueda imposible de una<br />
solidaridad laboral; el sur. El sur que, pres<strong>en</strong>te ya <strong>en</strong> El cuarto mundo<br />
('Todas mis voces me ord<strong>en</strong>an profundizar el descont<strong>en</strong>to. Este<br />
descont<strong>en</strong>to sudaca, rojo y ávido de sangre', p. 94), apunta no sólo a<br />
una nacionalidad y a un lugar geográfico sino también a lo cultural y<br />
político. Sudaca indica el sur pero es, ante todo, el rescate de una<br />
designación inicialm<strong>en</strong>te peyorativa. En el ya citado reportaje con García<br />
Corales, Eltit aclara: 'Los españoles nos nombran peyorativam<strong>en</strong>te a<br />
nosotros como sudacas; término que yo exploté' ('Conversación', p. 92).<br />
La novela termina cuando la escritura comi<strong>en</strong>za:<br />
Escribiría sobre ellos amparada <strong>en</strong> la soledad de una de las habitaciones<br />
de mi casa. Me levanté <strong>en</strong> pl<strong>en</strong>a oscuridad y busqué las pruebas que<br />
había conservado. Allí estaban las cintas, las cartas, las fotografías.<br />
Allí estábamos capturados <strong>en</strong> el cuadrante de la caja que empecé a<br />
catalogar con una obsesión que ya me conocía. (Vaca sagrada, p. 188)<br />
Vaca sagrada es, <strong>en</strong>tonces, el rescate de todos aquellos c<strong>en</strong>surados,<br />
reprimidos y desaparecidos durante el sil<strong>en</strong>cio y el miedo de la dictadura<br />
militar. Y la afirmación, decía, será a partir de su propio cuerpo, de su
Eltit, Peri Rossi y Val<strong>en</strong>zuela 141<br />
sangre, <strong>del</strong> sexo y el vino, trasmutados <strong>en</strong> la escritura como únicas formas<br />
de rescate ante la represión y la paranoia ('Sangro, mi<strong>en</strong>to mucho', p.<br />
188).<br />
m<br />
Yo creo que <strong>en</strong> realidad la revolución <strong>política</strong> y la <strong>sexual</strong> van muy<br />
unidas desde el mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que las formas de la <strong>sexual</strong>idad <strong>en</strong> una<br />
sociedad determinada correspond<strong>en</strong> a un modo de producción<br />
económica y a los roles culturales, educativos y sociales que la clase<br />
dirig<strong>en</strong>te establece como 'normales', esto es, los más frecu<strong>en</strong>tes... La<br />
revolución ti<strong>en</strong>e que pasar necesariam<strong>en</strong>te por la libertad <strong>sexual</strong><br />
(solam<strong>en</strong>te limitada por el derecho individual de cada uno a no ser<br />
viol<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> sus deseos) y por la liberación completa y absoluta de<br />
la mujer, pero para ello es necesario que se vea la relación que existe<br />
<strong>en</strong>tre la dominación y los roles <strong>sexual</strong>es, <strong>en</strong>tre la sociedad capitalista<br />
y la esclavitud de la mujer. 10<br />
La nave de los locos (Barcelona: Seix Barral, 1984) es una novela <strong>del</strong><br />
exilio. 11 En su transcurso el protagonista, X, accede al autoconocimi<strong>en</strong>to<br />
mediante el viaje que le permite experim<strong>en</strong>tar seres y acaeceres diversos.<br />
Hay también otras formulaciones <strong>del</strong> viaje: el teatro (un viaje sin<br />
traslado), los sueños y los 'desaparecidos'. Todo ello <strong>en</strong>globado <strong>en</strong> la<br />
vida que, según el epígrafe de Fernando Pessoa, es 'un viaje experim<strong>en</strong>tal<br />
hecho involuntariam<strong>en</strong>te'. El exilio, y el viaje se vuelv<strong>en</strong> <strong>en</strong>tonces<br />
sinónimos y, más aún, constituy<strong>en</strong> alegorías de la vida humana: 'Todos<br />
somos exilados de algo o algui<strong>en</strong> /.../ En realidad, esa es la verdadera<br />
condición <strong>del</strong> hombre' (p. 106). Pero lo que quiero retomar aquí es el<br />
viaje de Equis a Londres, a bordo de un autobús que lleva mujeres a<br />
abortar, <strong>en</strong> el que conoce a Lucía. Lucía, qui<strong>en</strong> tras el viaje y el aborto, se<br />
promete que esa será la última vez que ti<strong>en</strong>e relaciones <strong>sexual</strong>es con los<br />
hombres. Lucía buscada fr<strong>en</strong>éticam<strong>en</strong>te y re<strong>en</strong>contrada al interior de un<br />
bar sólo frecu<strong>en</strong>tado por hombres. Lucía <strong>en</strong> un espectáculo <strong>en</strong> el que<br />
repres<strong>en</strong>ta a Marl<strong>en</strong>e Dietrich junto con algui<strong>en</strong> que <strong>en</strong>carna a Dolores<br />
<strong>del</strong> Río:<br />
Y Lucía imitaba a Marl<strong>en</strong>e y algui<strong>en</strong> (un hombre disfrazado de mujer,o<br />
una mujer, un travesti, uno que habia cambiado sus señas de id<strong>en</strong>tidad<br />
para asumir la de sus fantasías, algui<strong>en</strong> que se había decidido a ser<br />
qui<strong>en</strong> quería ser y no qui<strong>en</strong> estaba determinado a ser) era Dolores <strong>del</strong><br />
Río. (p. 191)<br />
Enfr<strong>en</strong>tado con Lucía, impersonando a Marl<strong>en</strong>e, X se si<strong>en</strong>te subyugado<br />
por su 'ambigüedad' a la vez que <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra la clave <strong>del</strong> <strong>en</strong>igma que
142 Jorgelina Corbatta<br />
habitara sus sueños recurr<strong>en</strong>tes: '¿Cuál es el tributo mayor, el hom<strong>en</strong>aje<br />
que un hombre puede hacer a la mujer que ama?' (p. 195). La respuesta<br />
es <strong>en</strong>tonces clara: su virilidad. Aquí Peri Rossi usa el cuerpo de Lucía/<br />
Marl<strong>en</strong>e como una forma de reinvidicación <strong>del</strong> amor homo<strong>sexual</strong> y,<br />
también, como la respuesta a la guerra <strong>en</strong>tre los sexos. Conciliación,<br />
<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro, <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to sin p<strong>en</strong>etración, impot<strong>en</strong>cia como forma de<br />
tributo, <strong>sexual</strong>idad fem<strong>en</strong>ina como gozo car<strong>en</strong>te de procreación, o de su<br />
aus<strong>en</strong>cia, <strong>en</strong> los abortos obligados.<br />
IV<br />
A m<strong>en</strong>udo el escritor logra <strong>en</strong>focar un problema con mayor precisión<br />
que el teórico, por el simple hecho de no estar tratando de imponer<br />
su propia verdad que siempre resulta dogmática. Por un proceso<br />
inconsci<strong>en</strong>te de captación el escritor a veces logra ser el trasmisor de<br />
aquello que está flotando <strong>en</strong> el aire y que muy pocos alcanzan a<br />
percibir consci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te. 12<br />
Si <strong>en</strong> Peri Rossi la aus<strong>en</strong>cia de deseo <strong>sexual</strong> o, mejor aún, de su<br />
consumación como pot<strong>en</strong>cia <strong>sexual</strong> masculina, es una conquista, <strong>en</strong><br />
Val<strong>en</strong>zuela el deseo es la única-la última-la primitiva afirmación de sí<br />
(<strong>en</strong> esto coincidiría con Eltit). A lo largo de toda su obra la interrogación<br />
acerca de la <strong>sexual</strong>idad va ligada a la búsqueda de una respuesta <strong>política</strong><br />
y social. Recordemos la bi<strong>sexual</strong>idad <strong>en</strong>ferma <strong>del</strong> Brujo <strong>en</strong> Cola de<br />
lagartija; la gozosa <strong>en</strong>trega de Bella y su colaboración con refugiados<br />
políticos <strong>en</strong> 'Cuarta versión'; la marca <strong>del</strong> cuerpo fem<strong>en</strong>ino por la<br />
represión <strong>en</strong> 'Cambio de armas'; la cama como lugar de gozo y también<br />
de refugio ante el absurdo político imperante para una arg<strong>en</strong>tina recién<br />
vuelta <strong>del</strong> exilio <strong>en</strong> Realidad nacional desde la cama. Me interesa ahora<br />
ver cómo la <strong>sexual</strong>idad fem<strong>en</strong>ina, y masculina, se exploran <strong>en</strong> Novela<br />
negra con arg<strong>en</strong>tinos (Barcelona: Plaza y Janes, 1990) <strong>en</strong> su relación con<br />
un país - Arg<strong>en</strong>tina - y una situación político-social - la represión, torturas<br />
y desapariciones durante la Guerra Sucia.<br />
Novela negra con arg<strong>en</strong>tinos es, como The Bu<strong>en</strong>os Aires Affair de Manuel<br />
Puig, una parodia de novela policial. El crim<strong>en</strong> de Agustín, con el que<br />
comi<strong>en</strong>za la novela - poco importa si cometido o imaginado - se va<br />
desmaterializando <strong>en</strong> su transcurso hasta convertirse <strong>en</strong> cifra de otra cosa.<br />
La víctima, o VIC, como gustan llamarla con Robería - su amante,<br />
también escritora y arg<strong>en</strong>tina como él - constituye sólo un pretexto para<br />
dinamizar la viol<strong>en</strong>cia reprimida <strong>en</strong> el país de orig<strong>en</strong> durante el gobierno<br />
militar. Es el receptáculo hacia donde Agustín desplaza su impot<strong>en</strong>cia<br />
creativa - desde su llegada a New York no puede escribir - y <strong>sexual</strong> -<br />
convive con Roberta pero no puede hacerle el amor. Como ya he señalado<br />
<strong>en</strong> otra parte," Agustín dispara el revólver <strong>en</strong> lugar <strong>del</strong> p<strong>en</strong>e como un
Eltit, Peri Rossi y Val<strong>en</strong>zuela 143<br />
acto expiatorio mediante el cual la sociedad (como describe R<strong>en</strong>e Girard<br />
<strong>en</strong> La viol<strong>en</strong>ce et le Sacre) se lava a sí misma de la culpa colectiva. El<br />
asesinato, la viol<strong>en</strong>cia y la destrucción ejercidos <strong>en</strong> el cuerpo <strong>del</strong> otro/<br />
otra como único modo posible de comunicación. Erotismo necrofílico<br />
<strong>en</strong> el que no se eyacula sobre un cadáver sino que se eyacula porque hay<br />
un cadáver. El hombre se vuelve impot<strong>en</strong>te (no como <strong>en</strong> el caso de X por<br />
un acto de libre elección) sino por una sociedad castradora y represiva.<br />
En oposición la mujer, Roberta, sigue escribi<strong>en</strong>do y haci<strong>en</strong>do el amor. Su<br />
cuerpo es su isla y su id<strong>en</strong>tidad. Es el instrum<strong>en</strong>to que la guía y protege<br />
a través de las miasmas de una ciudad, New York, que va poco a poco<br />
abandonando. Mi<strong>en</strong>tras tanto su cuerpo busca el gozo y desplaza la<br />
impot<strong>en</strong>cia de Agustín mediante el contacto con Bill, un negro cómodo<br />
<strong>en</strong> su piel, g<strong>en</strong>eroso <strong>en</strong> su elem<strong>en</strong>talidad. Sexualidad, erotismo, creatividad<br />
de Roberta que también sobreviv<strong>en</strong> a otro tipo de viol<strong>en</strong>cia, la viol<strong>en</strong>cia<br />
artificial g<strong>en</strong>erada por una sociedad de consumo que debe gastarse <strong>en</strong><br />
una perversión de 'material plástico' (me refiero a las humorísticas, si no<br />
patéticas sesiones sado-masoquistas organizadas por Ava Taurel). Una<br />
vez más esta viol<strong>en</strong>cia constituye una parodia de la viol<strong>en</strong>cia real que, <strong>en</strong><br />
los países <strong>del</strong> Tercer Mundo, conduce a la impot<strong>en</strong>cia, tortura y muerte<br />
reales.<br />
Tres universos literarios, <strong>tres</strong> modos de abordar lo <strong>sexual</strong> <strong>en</strong> relación con<br />
lo político. Y un común d<strong>en</strong>ominador: la búsqueda de una<br />
transformación que asegure la libertad e igualdad de los seres humanos.<br />
En sus obras, Eltit establece una estrategia narrativa sumam<strong>en</strong>te compleja,<br />
rica <strong>en</strong> la pres<strong>en</strong>tación de aspectos degradados de lo real <strong>en</strong> donde la<br />
rabia y la soledad son constantes y la solidaridad, escasa y am<strong>en</strong>azada.<br />
El cuerpo de la mujer, <strong>en</strong>tonces, es a la manera <strong>del</strong> chivo expiatorio, el<br />
lugar de comunión - ya sea <strong>en</strong> la masturbación pública <strong>en</strong> la plaza - o <strong>en</strong><br />
la sangre celebrada como exaltación de la copulación. Peri Rossi, por su<br />
parte, expresa la reinvindicación <strong>del</strong> deseo y el placer homo<strong>sexual</strong>, y -<br />
mediante la impot<strong>en</strong>cia de X - muestra la abdicación <strong>del</strong> poder fálico<br />
como el mayor atributo <strong>del</strong> hombre a la mujer, y a la sociedad. Val<strong>en</strong>zuela,<br />
por último, <strong>en</strong> una búsqueda más equilibrada de transformación y<br />
perman<strong>en</strong>cia reinvidica el cuerpo fem<strong>en</strong>ino <strong>en</strong> su pot<strong>en</strong>cia para el goce<br />
(<strong>en</strong> oposición a la impot<strong>en</strong>cia <strong>sexual</strong>, creativa y civil <strong>del</strong> hombre) como<br />
una forma de afirmación individual y social <strong>en</strong> medio de la viol<strong>en</strong>cia<br />
contemporánea.
144 Jorgelina Corbatta<br />
NOTAS<br />
1<br />
Cf. Hel<strong>en</strong>a Araújo, La Scherazada Criolla (Bogotá: Universidad Nacional<br />
de Colombia, 1989): 'Entre vírg<strong>en</strong>es y Marías', pp. 61-75, <strong>en</strong> donde<br />
analiza, primero, 'el mo<strong>del</strong>o mariano' y luego su pres<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> los textos<br />
de Peri Rossi, Val<strong>en</strong>zuela y Somers. Entre las teóricas que cita figuran<br />
Graciela Maturo, Adri<strong>en</strong>ne Rich, Símone de Beauvoir y, <strong>en</strong> especial,<br />
Julia Kristeva.<br />
2<br />
Una vez más la fu<strong>en</strong>te es Friederich Engels, The origin of the fatnily,<br />
prívate property and the state (Chicago: C. H. Kerr, 1902). Sin embargo,<br />
la refer<strong>en</strong>cia está también <strong>en</strong> Claude Levi-Strauss acerca <strong>del</strong> tabú <strong>del</strong><br />
incesto, Antropología estructural (Bu<strong>en</strong>os Aires: Endeba, 1964), y <strong>en</strong> otros<br />
escritos.<br />
' Diamela Eltit, 'Errante, errática', <strong>en</strong> Juan Carlos Lértora (ed.), Una poética<br />
de literatura m<strong>en</strong>or: la narrativa de Diamela Eltit (Santiago: Ed. Cuarto<br />
Propio, 1993), pp. 17-27 (p. 24).<br />
4<br />
Respecto de la pres<strong>en</strong>cia de la luz, cf. Julio Ortega, 'Diamela Eltit y el<br />
imaginario de la virtualidad', <strong>en</strong> Lértora, Una poética, pp. 53-82. Y Raquel<br />
Olea qui<strong>en</strong> señala no sólo la c<strong>en</strong>tralidad <strong>del</strong> cuerpo fem<strong>en</strong>ino <strong>en</strong> la plaza<br />
sino también su exposición a la mirada voyeurista <strong>del</strong> lector; y su<br />
iluminación como forma de espectáculo teatral y también símbolo de<br />
glorificación divina: 'L. Iluminada se hace cargo de los poderes de su<br />
cuerpo <strong>en</strong> cuanto espacio esc<strong>en</strong>ificado por el acoso de la luz. Crucificada<br />
por la luz, "glorificada" por la luz <strong>del</strong> luminoso, L. Iluminada revierte el<br />
acoso <strong>en</strong> gesto exhibicionista de su cuerpo <strong>en</strong> el gesto de autoerotismo y<br />
la provocación' ('El cuerpo mujer. Un recorte de lectura <strong>en</strong> la narrativa<br />
de Diamela Eltit', <strong>en</strong> Lértora, Una poética, pp. 83-96 (p. 90)).<br />
5<br />
Nelly Richard señala el autoerotismo como una constante: Auto-erotismo<br />
y auto-<strong>textual</strong>idad: "ella planea su misma manipulación para lograr su<br />
equival<strong>en</strong>cia íntima" {Lumpérica, p. 161), "me basto sola para mis gustos"<br />
(Por la patria, p. 62), "nunca habia experim<strong>en</strong>tado una s<strong>en</strong>sación que a<br />
solas ya no conociera" (Vaca sagrada, p. 17)' ('Tres funciones de escritura:<br />
desconstrucción, simulación, hibridación', <strong>en</strong> Lértora, Una poética, pp.<br />
37-52). Constante que aparece como recurr<strong>en</strong>cia temática y estilística:<br />
'Contraria al fantasma <strong>sexual</strong> de la p<strong>en</strong>etración masculina sust<strong>en</strong>tada - a<br />
nivel de las ideologías <strong>del</strong> s<strong>en</strong>tido - por el mito de la profundidad e<br />
interioridad <strong>del</strong> yo, la narrativa de Diamela Eltit despliega una práctica<br />
anti-metafísica de la superficie y <strong>del</strong> roce de superficies: frotami<strong>en</strong>to y<br />
repasada, sobre-impresión, toque y retoque <strong>en</strong> los que la alegoría y la<br />
metáfora operan como revestimi<strong>en</strong>tos figurativos (maquillajes) de la<br />
literalidad <strong>del</strong> s<strong>en</strong>tido' (pp. 44-45).<br />
6<br />
S. Castro-Klar<strong>en</strong>, 'Escritura y cuerpo <strong>en</strong> Lumpérica', <strong>en</strong> Lértora, Una<br />
poética, pp. 97-110.<br />
7<br />
P. Catalán, 'Lumpérica o las iluminaciones de Diamela Eltit', Les Cahiers<br />
de CRIAR (Rou<strong>en</strong>, 1991), 157-63 (p. 160).<br />
8<br />
Guillermo García Corales, 'Conversación con Diamela Eltit: desde
Eltit, Peri Rossi y Val<strong>en</strong>zuela 145<br />
Lumpérica hasta Vaca sagrada', Hispamérica (Maryland, 1992), pp. 87-<br />
99 (p. 72).<br />
9 Respecto de la m<strong>en</strong>tira como otro elem<strong>en</strong>to recurr<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la obra de<br />
Eltit, dice Nelly Richard: 'todas las protagonistas de la narrativa de<br />
Diamela Eltit usan y abusan de la falsedad para obstruir cualquier<br />
transpar<strong>en</strong>cialismo de los hechos y volver la "realidad" aún más<br />
problemática, haciéndola materia de seguimi<strong>en</strong>tos, despistes y<br />
persecuciones /.../ La m<strong>en</strong>tira funciona como recurso distorsionador que<br />
ll<strong>en</strong>a el relato de ambigüedades y contradicciones, y que plantea la duda<br />
ante cualquier falsa evid<strong>en</strong>cia de que la realidad es una sola. La m<strong>en</strong>tira<br />
es el jeroglífico de narraciones de pistas cruzadas que <strong>en</strong>redan al lector<br />
<strong>en</strong> falsedades y falsificaciones, obligándolo a mant<strong>en</strong>erse alerta fr<strong>en</strong>te a<br />
las trampas y burlas <strong>del</strong> s<strong>en</strong>tido. Pero la m<strong>en</strong>tira es también algo que<br />
sobra, que está de más <strong>en</strong> relación a la estricta ceñidura de la verdad<br />
objetiva. Es un suplem<strong>en</strong>to de verbalidad (de palabras e interpretaciones)<br />
tallado como voluta y exhibido como adorno. Esta figuración ornam<strong>en</strong>tal<br />
de la m<strong>en</strong>tira la inscribe <strong>en</strong> todo un registro cosmético que la escritura de<br />
Diamela Eltit trabaja como brillos e incrustaciones-reverberaciones de<br />
superficies' (p. 44).<br />
10 C. Peri Rossi, 'Entrevista con Eile<strong>en</strong> Zeitz', Chasqui, 9: 1 (1979), 79-87.<br />
1 ' Cf. mi artículo 'Metáforas <strong>del</strong> exilio e inter<strong>textual</strong>idad <strong>en</strong> La nave de los<br />
locos de Cristina Peri Rossi y Novela negra con arg<strong>en</strong>tinos de Luisa<br />
Val<strong>en</strong>zuela', Revista Hispánica Moderna, XLVII (1994), 167-83.<br />
12 Luisa Val<strong>en</strong>zuela, 'La arg<strong>en</strong>tina literaria', Liminar, 9/10 (1981), 97-103.<br />
13 Cf. mi ya m<strong>en</strong>cionado artículo 'Metáforas <strong>del</strong> exilio'.