Cantemos hoy, ante la tumba inolvidable, el himno de la vida

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Violencia
doméstica
por JAPE
ESTE es un término muy utilizado por estos días
y para algunos podría traer cierta confusión.
Hubo alguien que sin pensarlo dos veces conminó:
Violencia doméstica se refiere a ese instante
en que llegas del trabajo, miras para la
cocina y no sabes qué vas a cocinar. Craso
error. Este sentimiento está más relacionado
con la impotencia doméstica. Nada de tipo
sexual y con una génesis más cercana a la categoría
filosófica de la oferta y la demanda. Ver precios
del agro.
Otra persona asegura que la violencia doméstica
es la que tiene lugar cuando, luego de tres
horas de excesivos mimos, táctica y estrategias
para darle la comida al niño, el infante decide que
no va a comer. Entonces viene el consabido cocotazo
(no confundir con cocotaxi). En esta acción sí
hay violencia y por ello este ejemplo ilustra con
más acierto el tema pero aún contiene ciertas
mutilaciones.
La violencia doméstica se refiere a todos
los integrantes del hogar: mamá, papá y nené.
En algunos casos nené se puede multiplicar
por siete u ocho y entonces la violencia doméstica
toma aristas de Tercera Guerra Mundial.
Cuando me refiero a ciertas mutilaciones no
supone que para llegar a la ejecución del término
sea necesario que algún integrante de la
familia pierda una porción o la totalidad de sus
extremidades. La violencia doméstica tiene
mayor presencia en las proyecciones sicológicas.
Abusos psíquicos y mentales que laceran
el subconsciente a mediano o largo plazo.
Dígame usted mismo: ¿Porqué razón en algunos
casos es un único miembro de la familia (y
muchas veces la mujer) quien debe de ir al
agro, ir a pagar el agua, la luz, el gas… y además
solucionar todos los problemas de altas y
bajas de los visitantes provinciales en la Oficoda?
Esto puede acarrear graves problemas en
la psiquis del mismísimo Einstein.
Cuando menciono el dato fémino (no felino,
a pesar de algunas coincidencias) ya me refiero
a otro término muy ligado al antes expuesto:
La violencia de género. Y en este caso la palabra
lo define todo. La violencia de género se
refiere a cuando tu esposo es un degenerado
y sobre esto aún queda mucha tela por dónde
cortar.
Mi asociación inmediata tiene referente en
un viejo «chiste» del afamado grupo argentino
Les Luthiers que decía: «No puedo ver a mi
mujer llorar, sin haberle pegado antes» Bromas
de esta magnitud deben quedar en el pasado
pues son sin dudas el reflejo de una realidad
machista e indecorosa. Por supuesto que me
refiero a la generalidad. No incluyo el caso de
mi amigo Adán que asegura no haber maltratado
nunca a su concubina y que ella jamás le
ha levantado la mano: le pega por lo planos
bajos.
Detenernos a pensar sobre estos temas es
importante, como importante es la armonía
familiar, que es la base de una sociedad de
colaboración basada en la igualdad de derechos.
Yo ya he resuelto este asunto. En mi
pequeño núcleo familiar la que manda es mi
mujer; y lo hace tan bien que yo sería incapaz
de dejar de cumplir con todas las tareas de la
casa para que ella se afiance en la dirección
del hogar.
SI TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES, POR QUÉ LAS MUJERES ELIGEN TANTO