revista completa en pdf - Revista EL BUHO
revista completa en pdf - Revista EL BUHO
revista completa en pdf - Revista EL BUHO
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
-¡No puede ser!, grita sinti<strong>en</strong>do que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra<br />
agarrado ap<strong>en</strong>as por un ganchito de la razón.<br />
-Sí, v<strong>en</strong>imos de <strong>en</strong>terrarlo -explican los reunidos:<br />
el pintor Carlos Humberto Val<strong>en</strong>cia, el poeta Nazario<br />
Chacón Pineda, el periodista R<strong>en</strong>ato Leduc, el compositor<br />
Alberto Elorza; la muralista Aurora Reyes, el<br />
cronista Villela Larralde, la folklorista Concha Michel,<br />
la periodista Magdal<strong>en</strong>a Mondragón, el guitarrista<br />
Helguera… el político… la historiadora… el dramaturgo…<br />
el actor… el caricaturista… V<strong>en</strong>imos de<br />
Azcapotzalco, v<strong>en</strong>imos de darle sepultura.<br />
-¡No! -Exclama <strong>en</strong> el desconcierto total Martínez<br />
Montes-. Eso no puede ser, lo acabo de dejar <strong>en</strong> la<br />
ciudad de Santiago, fue a Chile a dar una serie de confer<strong>en</strong>cias<br />
sobre López Velarde.<br />
Todos lo miran como si hubiera perdido la razón,<br />
como si el ganchito al que todavía se agarraba se<br />
hubiera despr<strong>en</strong>dido ya de la cordura.<br />
-Anoche conversé con él <strong>en</strong> la Plaza de Armas<br />
de Santiago y un día antes estuvimos <strong>en</strong> la Casa del<br />
Escritor y un día antes tomamos café <strong>en</strong> Il Bosco.<br />
-¿En Il Bosco? -Interroga el periodista Ernesto<br />
Carmona, chil<strong>en</strong>o que se sabe su tierra de memoria.<br />
-¡Sí, <strong>en</strong> Il Bosco, ahí tomamos café y platicamos<br />
por varias horas.<br />
-Pero si Il Bosco hace tiempo que no existe, más<br />
de veinte años, quizá, o más, mucho más. En ese lugar<br />
hay ahora pequeños comercios sin gracia y <strong>en</strong> fr<strong>en</strong>te<br />
el Plaza San Francisco, de una transnacional hotelera.<br />
-Explica otro chil<strong>en</strong>o ilustre, Víctor Pey, editor de El<br />
Clarín, el diario izquierdista de Santiago.<br />
-Pues ahí estuvimos, ahí platicamos Villaseca y yo<br />
hace ap<strong>en</strong>as unas cuantas horas; ¡Ahí estuvimos, mi<strong>en</strong>tras<br />
ustedes estaban <strong>en</strong> la luna o quién sabe <strong>en</strong> dónde!<br />
Martínez Montes deja a sus amigos sumidos<br />
<strong>en</strong> medio de una profunda mortificación. Todos se<br />
si<strong>en</strong>t<strong>en</strong> preocupados por él. Él se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra aturdido<br />
total, como si flotara <strong>en</strong> otra dim<strong>en</strong>sión. Se ve tan<br />
real la actuación de todos. Pero, qué caso ti<strong>en</strong>e esta<br />
repres<strong>en</strong>tación de tan mal gusto. Sin embargo ellos,<br />
dan detalles precisos del cortejo, del ataúd… de las<br />
oraciones fúnebres…<br />
Ahora está sólo, <strong>en</strong>cerrado <strong>en</strong> su biblioteca.<br />
Confundido. ¿En qué mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong>loqueció el mundo?<br />
Cuando regrese Villaseca de Chile le platicará de esta<br />
mala broma que le están jugando: pi<strong>en</strong>sa que para<br />
<strong>en</strong>tonces todo será risa y él les m<strong>en</strong>tará la madre a<br />
cada uno.<br />
De uno de sus libreros toma un título de Villaseca;<br />
lo abre con l<strong>en</strong>titud; se deti<strong>en</strong>e; recuerda algo del diálogo<br />
con Juan Bautista <strong>en</strong> el interior de Il Bosco.<br />
-Y tú, ¿nunca has s<strong>en</strong>tido t<strong>en</strong>tación por acercarte<br />
aunque sea un poco a eso del espiritismo?<br />
-No, de la poesía nace todo y todo vive y muere <strong>en</strong> ella.<br />
-Yo también creo <strong>en</strong> eso.<br />
-Hasta que la poesía misma muriera. Entonces sí acabaría<br />
todo, m<strong>en</strong>os el dolor, éste seguiría vivo, unos cuantos<br />
segundos más, como dolor-reflejo, dolor-fantasma,<br />
esperando <strong>en</strong> la fugacidad que la poesía resucitara<br />
necesariam<strong>en</strong>te para cerrarle piadosam<strong>en</strong>te los ojos.<br />
Vuelve a recordar la macabra broma de sus amigos<br />
de la Morada de Paz. Macabra broma o dem<strong>en</strong>cia<br />
o ¿qué?...<br />
Ahora sí abre el libro; busca aquellos versos<br />
que Villaseca le escribió a Neruda. Lee <strong>en</strong> voz baja:<br />
“Era como la tierra, una argamasa/ sin picaportes para<br />
la alegría,/ alquilaba sus huesos, se dormía/ como un<br />
limón soltero que se casa./ Yo lo miraba herirse <strong>en</strong> esa<br />
gasa/ que cobijó <strong>en</strong> un beso la agonía,/ v<strong>en</strong>ía obrero<br />
del dolor, v<strong>en</strong>ía/ capitán de una lágrima a mi casa./<br />
Una tarde dejó aquel equipaje/ de distancias. Se fue<br />
silbando el viaje…”<br />
94 El Búho