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24 LA VANGUARDIA OPINIÓN VIERNES, 14 FEBRERO 2014<br />

Luis Racionero<br />

Parsifal olagran belleza<br />

Friedrich Nietzsche, energúmeno<br />

exigente donde los haya, sólo<br />

concedió su admiración yrespeto<br />

auncreador contemporáneo,<br />

Richard Wagner, pero tras años de amistad<br />

se la retiró por componer Parsifal,<br />

donde, según el exaltado filósofo, Wagner<br />

había traicionado sus principios, rindiéndose<br />

al cristianismo.<br />

Lo que Nietzsche confundió en ese momento<br />

sigue sin entenderse un siglo más<br />

tarde. Wagner no se convirtió al cristianismo,<br />

sino que, en una tesitura plenamente<br />

nietzscheana, vislumbró al superhombre<br />

cristiano ylellamó Parsifal,<br />

el caballero que, en busca<br />

del Grial, alcanza durante su<br />

viaje unestadio superior<br />

de evolución que le hace<br />

ver la realidad cambiada<br />

por sucapacidad<br />

suprasensorial de<br />

percepción.<br />

En resumen,<br />

Wagner entró ocayó<br />

–según los gustos–<br />

en el misticismo<br />

yParsifal es el<br />

arquetipo del cristianismo<br />

místico que<br />

podría existir en el futuro.<br />

Nietzsche, que<br />

pregonaba el superhombre,<br />

debió haberlo<br />

captado, pero su trascendencia<br />

era sólo de la<br />

voluntad, no de la consciencia.<br />

Se quedó en la acción<br />

cuando Wagner volaba<br />

hacia la mística.<br />

Parsifal es una de las<br />

obras de arte más excelsas<br />

que jamás se haya compuesto.<br />

Se la puede calificar de<br />

sublime yparangonar con<br />

la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, La<br />

Tempestad de Shakespeare oelHermes<br />

de Praxíteles. Lo sublime va más allá de la<br />

belleza, incluyendo un escalofrío sobrecogedor<br />

ante las fuerzas elementales de la<br />

naturaleza. Nietzsche no llegó acaptarlo<br />

yserefugió en las obras de Berliotz, para<br />

luego enloquecer.<br />

Lo malo es que lo que Nietzsche no logró<br />

ver será difícil que lo vean nuestros<br />

contemporáneos sepultados por el tsunami<br />

de feísmo dirigido contra la gran belleza.<br />

Una conjura de necios se ha propuesto<br />

enmendar la plana aWagner desnaturalizando<br />

sus obras por medio de lo que puedan<br />

cambiar. Ni la música ni las palabras<br />

JAVIER AGUILAR<br />

DEBATE. ¿Antes sabíamos más? / Esther Secanilla<br />

han sido atacadas; pero ya que no podemos<br />

alterar lo que se oye, “modernicemos”<br />

lo que seve.<br />

¿Quién se negará amodernizar algo si<br />

con ello se mejora?, pero ¿y si empeora?<br />

Kubrick, en 2001: Una odisea en el espacio,<br />

usó El Danubio azul para unir dos naves<br />

espaciales yaZaratustra para un eclipse,<br />

logrando sugerir emociones nuevas. Pero<br />

los escenógrafos no son Kubrick yenlugar<br />

de mejorar la emoción estética buscada<br />

por Richard Wagner, la destruyen por<br />

los ojos.<br />

No es lo mismo que Parsifal entre en un<br />

templo románico como Sant Pere de Roda<br />

aque entre en una mina de carbón; no<br />

es lo mismo Montsalvat que Auschwitz,<br />

ni causa el mismo efecto que Lohengrin<br />

entre montado en un cisne que sobre una<br />

gallina (como el de Lepe que se va aMadrid<br />

en el AVE).<br />

Apoyados en la indestructible belleza<br />

de la música de Wagner, en la enorme calidad<br />

de las orquestas ydirectores actuales,<br />

en las voces de los cantantes, una porción<br />

de diseñadores ególatras yengreídos, sin<br />

respeto ni imaginación, se permiten tergiversar<br />

el sentido de la obra, dañando los<br />

efectos estéticos buscados por el autor.<br />

No hay que olvidar que Wagner teorizó<br />

por escrito sobre la obra de arte total, hacia<br />

la cual experimentó con las incipientes<br />

iluminaciones de focos ideados por<br />

Fortuny Jr. La obra de arte total wagneriana<br />

llegó con el séptimo arte, pues en el<br />

gran cine se unen música, voces, paisajes,<br />

escenografías, argumentos: todas las artes<br />

tienen cabida en una buena película.<br />

Amis doce añitos tuve el privilegio de<br />

ver yoír Parsifal en el Liceu (desde el<br />

quinto piso,por cierto), interpretado<br />

por la compañía yorquesta del Festival<br />

de Bayreuth con Windgassen<br />

como protagonista. Entonces,<br />

los nietos de Wagner<br />

habían comenzado<br />

el proceso deabstracción<br />

del decorado y<br />

la escenografía para<br />

sustituirlos románticosycursis<br />

papeles<br />

pintados del siglo<br />

XIX por volúmenes<br />

creados<br />

por la luz. El efecto<br />

fue tal que me<br />

condenó aser de<br />

por vida un buscador<br />

de la gran belleza.<br />

Cada vez más difícil<br />

enlos últimos<br />

tiempos: una conjura<br />

de necios formada<br />

por directores de los<br />

teatros de ópera temerosos<br />

de no ser lo bastante<br />

modernos, de escenógrafos megalómanos<br />

que pretender enmendar<br />

la plana aWagner, de directores de<br />

escena progres partidarios de que<br />

las óperas discurran en manicomios,<br />

parvularios o, como mínimo, en ambulatorios,<br />

de que Lohengrin sea epiléptico yAnfortas<br />

nazi, se han confabulado para modernizar<br />

sin capacidad estética unas obras<br />

cuyas emociones los depasan porque son<br />

incapaces de sentirlas. Este asalto general<br />

de feísmo contra la belleza sólo pueden pararlo<br />

los directores de los teatros, pero parece<br />

que ese es el eslabón más débil en la<br />

cadena; de otro modo, no asistiríamos alos<br />

disparates que pasan por representaciones<br />

artísticas. ¡Qué difícil es conseguir la gran<br />

belleza! Solo se vislumbra ya, como dice<br />

Jep Gambardella en la gran película de Sorrentino,<br />

en breves destellos efímeros bajo<br />

el tedio de la vulgaridad.c<br />

La comunicación, ¿espejo virtual?<br />

Hace unos días fui invitada a<br />

un encuentrodeblogueros al<br />

que asistieron profesionales,<br />

madres y padres, empresas<br />

de diversa índole para promocionar sus<br />

productos. Tenían un objetivocomún, conocerse<br />

presencialmente, además de en la<br />

red. Este tipo de encuentros indican que<br />

la inquietud sigue siendo la misma, la necesidad<br />

de comunicación; únicamente<br />

que esta ha cambiado en los últimos tiempos.<br />

En el contexto cultural del siglo XXI<br />

muchos se preguntan qué repercusión están<br />

teniendo las nuevas tecnologías. Los<br />

medios de comunicación se han apuntado,<br />

los centros educativos las utilizan cada<br />

vez más. Pero la pregunta que muchos<br />

E. SECANILLA, profesora asociada del departamento<br />

de Pedagogía Social ysistemática de la UAB<br />

se hacen es si estas herramientas permiten<br />

saber más omenos anuestros jóvenes.<br />

También, si la comunicación mejora oempeora.<br />

Aunque deberíamos preocuparnos<br />

al mismo tiempo sobre sus repercusiones<br />

sociales yemocionales, sobre las repercusiones<br />

en el comportamiento on line yoff<br />

line en las nuevas generaciones.<br />

Los niños de hace 60-70 años sabían algo,<br />

pero ahora los jóvenes saben mucho y<br />

de todo. ¿Hay un exceso de información?<br />

Ysiesasí, ¿cómo lo gestionamos? Adquirir<br />

tantos conocimientos quizá implica no<br />

dedicar espacios ytiempo para la experiencia,<br />

para la emoción, para los sentimientos,<br />

para la autonomía, esa otra comunicación<br />

que implica tanto la verbal como<br />

la no verbal, las miradas, los silencios.<br />

¿Dónde quedan aquellos días en que los<br />

niños yniñas se encontraban en los parques,<br />

se relacionaban, jugaban, merendaban,<br />

experimentaban, probaban, erraban,<br />

reían? Sin prisas, sin tantas actividades extraescolares,<br />

sin tantos deberes por hacer.<br />

¿Qué tiempo pueden dedicar las familias<br />

arelacionarse? ¿Cuánto tiempo dedican<br />

nuestros niños yjóvenes aencontrarse?<br />

El gran psicopedagogo Francesco Tonucci<br />

hace ya tiempo apunta arecuperar<br />

esos momentos, ofreciendo alos niños un<br />

papel protagonista como plenos ciudadanos<br />

con derechos; muchos de nuestros políticos<br />

deberían tomar nota, más cuando<br />

van hablando de hacer pedagogía…<br />

Ahora bien, nuestros alumnos, que son<br />

el futuro de la sociedad, deben tanto saber<br />

utilizar la comunicación virtual como<br />

la comunicación real. Ytanto la una como<br />

la otra son herramientas positivas si se les<br />

acompaña en su utilización.c<br />

Francesc-Marc<br />

Álvaro<br />

Hagamos<br />

un Kilian<br />

Puede más el anhelo de ser<br />

como el superdeportista<br />

que el análisis racional de lo<br />

que cada uno puede hacer<br />

Unconocido que se dedica a<br />

hacer actividades de montaña<br />

me explica que la Federació<br />

Catalana d’Alpinisme<br />

iEscalada, así como varias asociaciones<br />

excursionistas, están preocupadas<br />

por una moda que crece araíz de<br />

las proezas ylaproyección mediática<br />

de Kilian Jornet, que acaba de recibir<br />

el premio Aventurero del año, otorgado<br />

por la prestigiosa revista National<br />

Geographic. Resulta que cada día hay<br />

más gente que, al grito de “¡Hagamos<br />

un Kilian!”, se dedica aintentar subir y<br />

bajar montañas corriendo, como si fuera<br />

lo más fácil del mundo. La mayoría<br />

de los que lo hacen piensa que el hecho<br />

de estar más omenos habituado a<br />

correr es garantía suficiente para emular<br />

al tres veces campeón del Ultratrail<br />

del Mont Blanc. Huelga decir que los<br />

disgustos ylos accidentes son muy corrientes<br />

entre buena parte de estos imitadores<br />

que se lanzan alegremente y<br />

con un equipo mínimo arealizar unas<br />

aventuras que los superan.<br />

Mi interlocutor es contundente,<br />

mientras observa la fotografía de La<br />

Vanguardia de ayer, donde aparece el<br />

mítico corredor yesquiador de montaña:<br />

“Este tipo nos está destrozando”.<br />

¿Por qué? Porque el personal –me explica–<br />

quiere ser, como por arte de magia,<br />

como este fenómeno criado en los<br />

Pirineos, yeso no puede ser. La moda<br />

tiene tanta fuerza que, ahora, las actividades<br />

tradicionales de montaña son<br />

vistas como retos poco interesantes<br />

por todos los que han quedado fascinados<br />

por la aparente facilidad con la<br />

que Jornet va coronando las principales<br />

cimas. Los humanos somos así. Puede<br />

más el anhelo de ser como el superdeportista<br />

que el análisis racional de lo<br />

que cada uno puede ynopuede hacer.<br />

Antes de que hagamos responsable<br />

aeste ilustre hijo de la Cerdanya de todos<br />

los males que nos puedan pasar,<br />

hay que dejar claro que él no engaña.<br />

En declaraciones aeste diario, lo explicó<br />

muy bien hace meses: “Creo que cada<br />

uno debe ir alamontaña siendo<br />

consciente delos peligros yriesgos<br />

que comporta. Saber que si va con menos<br />

material los riesgos son más altos y<br />

es algo que se debe asumir. Yo voy de<br />

la manera que me siento más cómodo,<br />

pero soy muy consciente de que los<br />

riesgos que corro son mayores. Tampoco<br />

quiero convertirme en un ejemplo<br />

para nadie: cada persona debe ser consciente<br />

de sus capacidades ylimitaciones<br />

para tomar decisiones”.<br />

¿Y por qué creemos que podemos<br />

ser Kilians de la noche alamañana?<br />

Porque vivimos en una sociedad que<br />

promueve una consigna tan absurda<br />

como frustrante ydestructiva: las cosas<br />

no son tan difíciles como parece y<br />

todo el mundo puede hacerlo todo. Da<br />

igual que quieras ser cocinero de fama,<br />

cantante de éxito odeportista de récord,<br />

sólo hace falta que te lo propongas<br />

ylas cosas –te dicen– irán casi solas.<br />

Como si el talento, el esfuerzo ylas<br />

circunstancias concretas yespeciales<br />

de cada uno no contaran.c<br />

www.francescmarcalvaro.cat

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