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RSE Y PYME Del discurso a la implementación - Dirección General ...

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Una de <strong>la</strong>s razones fundamentales para explicar el reciente auge de <strong>la</strong> <strong>RSE</strong> hay que<br />

buscar<strong>la</strong> en <strong>la</strong> incapacidad del mundo académico y empresarial para explicar <strong>la</strong>s<br />

interre<strong>la</strong>ciones entre <strong>la</strong> empresa y su entorno social (Steiner, 1999: 4). Buena parte de<br />

esta deuda habría que imputar<strong>la</strong> a pautas de pensamiento tradicionales según <strong>la</strong>s cuales<br />

toda empresa es, en esencia, un ente maximizador de beneficios que funciona con<br />

independencia del marco de re<strong>la</strong>ciones e incentivos que se establecen con su entorno<br />

social y medioambiental más inmediato.<br />

Lógicamente, con un aparato conceptual tan limitado, tan desligado de una realidad<br />

mucho más compleja, ha sido inevitable que, en el momento en que <strong>la</strong> sociedad, los<br />

gobiernos e, incluso, los mercados han empezado a demandar una visión mucho más<br />

plural de <strong>la</strong>s organizaciones, <strong>la</strong> teoría económica tradicional se haya visto desp<strong>la</strong>zada<br />

por lecturas mucho más sociológicas de lo que representa este entramado de re<strong>la</strong>ciones<br />

entre individuos, organizaciones y gobiernos que forma lo que conocemos por<br />

economía (para una aproximación, véase Biggart y Beamish, 2003).<br />

En este sentido, <strong>la</strong> teoría neoclásica ha obviado <strong>la</strong> existencia de conflictos de interés en<br />

el seno de <strong>la</strong> empresa (Swedberg, 2003: 75), ha marginado <strong>la</strong>s lecturas de <strong>la</strong><br />

organización como coalición de diferentes intereses (véase <strong>la</strong> stakeholder theory de<br />

Freeman, 1984), o bien ha minorizado aproximaciones como <strong>la</strong>s que hab<strong>la</strong>n de un<br />

contrato social o de <strong>la</strong> legitimidad de <strong>la</strong> empresa para desarrol<strong>la</strong>r su actividad<br />

(Donaldson, 1982). Asimismo, <strong>la</strong> institucionalización de <strong>la</strong> <strong>RSE</strong> en el ámbito de <strong>la</strong>s<br />

organizaciones (Ackerman, 1973; Jones, 1980) o <strong>la</strong>s interpretaciones de <strong>la</strong> empresa,<br />

particu<strong>la</strong>rmente transnacional, como agente político, o incluso como ciudadana (Davis,<br />

1960), han sido tradicionalmente obviadas en los círculos académicos ortodoxos.<br />

Para <strong>la</strong> economía organizacional tradicional, de acuerdo con <strong>la</strong> interpretación de<br />

Swedberg (2003), <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones sociales de los individuos son sólo una consecuencia de<br />

ese individualismo metodológico que parte de <strong>la</strong> actuación racional de los individuos.<br />

Es natural, por tanto, que cuando los medios de comunicación, los movimientos<br />

sociales, <strong>la</strong>s iniciativas legis<strong>la</strong>tivas e incluso los índices bursátiles nos hablen de <strong>RSE</strong>,<br />

haya que mirar un poco más allá de <strong>la</strong> teoría económica omnipresente para entender por<br />

qué esto es así.<br />

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