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“El autor, la ciudad y lo real: tres narradores peruanos del siglo XXI”.

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Días más tarde, entre <strong>lo</strong>s malestares de garganta, optó por olvidarse de <strong>la</strong> señorita<br />

Ur., a sabiendas de que en el fondo le traía recuerdos de Milena. El 27 de abril, sin<br />

embargo, el Dr. Schalf asomó por su oficina, conversaron media hora hasta que este le<br />

señaló que su hija había empezado a escribir y que, sobre todo, había leído su única nove<strong>la</strong><br />

publicada. , le dijo el Dr. Schalf, aún sentado,<br />

. Esta última frase le pareció impertinente al<br />

Dr. K., pero no atinó a contradecir ni increpar nada. Al despedirse, ambos en <strong>la</strong> puerta, el<br />

Dr. K se asombró de ver a <strong>la</strong> señorita Ur. sentada en el pasil<strong>lo</strong>; vestía como aquel<strong>la</strong> primera<br />

vez: falda y chaqueta, con aquel<strong>la</strong> boina que le otorgaba a su fisonomía cierto encanto.<br />

, bromeó el Dr. K., pero el Dr. Schalf se<br />

apresuró a negar con <strong>la</strong> cabeza. , acotó, dando <strong>lo</strong>s primeros pasos y señalándole a <strong>la</strong> señorita Ur. que debían<br />

subir al tercer piso. Los dos se despidieron <strong>del</strong> Dr. K., evacuando el despacho de inmediato.<br />

El último día de abril, mientras se sentía agobiado por <strong>lo</strong>s continuos ataques de tos<br />

que habían comenzado a agudizarse, el Dr. K. esperó el arribo <strong>del</strong> Dr. Schalf. Vio, con<br />

asombro, <strong>la</strong> aparición de <strong>la</strong> señorita Ur., quien se presentó a su oficina con <strong>lo</strong>s papeles que<br />

su padre debía traer personalmente. Había pensado muchas horas en ese rostro similiar al<br />

de Milena, en esa fotografía donde esta aparecía con un paraguas y una boina, y que ahora<br />

venía a apreciar casi en persona, frente a una muchacha que debía estar enamorada de algún<br />

mocete de su edad. Se sentó, mostrando cierta timidez, hasta que, luego de un par de<br />

minutos de quedar en silencio mientras el Dr. K revisaba <strong>lo</strong>s documentos, le confió haber<br />

leído el re<strong>la</strong>to que este publicara en 1915.<br />

—Su padre ya me <strong>lo</strong> confesó—dijo el Dr. K.—, pero dudo mucho de que haya<br />

pasado un rato ameno.<br />

La señorita Ur. frunció <strong>la</strong>s cejas por <strong>la</strong> manera en cómo el Dr. K. desacreditaba sus<br />

propios textos, aunque contradijo esa creencia.<br />

—A mi padre le encantó—añadió al instante, con un tono de voz menos débil y con<br />

<strong>la</strong>s manos firmes sobre <strong>lo</strong>s mus<strong>lo</strong>s, con <strong>la</strong> cadera erguida y <strong>la</strong> mirada atenta hacia el<br />

semb<strong>la</strong>nte <strong>del</strong> frente—. Es sugestivo, pero pensé que estaba orgul<strong>lo</strong>so de su trabajo.<br />

—Si me conociera diría que sí <strong>lo</strong> estoy, aunque tal vez todo forme parte de una falsa<br />

modestia. Es cuestión de que me vean día tras día.<br />

—A usted <strong>lo</strong> vi hace un tiempo—repuso <strong>la</strong> señorita Ur., como si pretendiera<br />

contradecir<strong>lo</strong> de nuevo.<br />

El Dr. K. alzó <strong>la</strong> vista, que había fijado en <strong>lo</strong>s papeles, y observó a <strong>la</strong> muchacha con<br />

cierta incredulidad.<br />

—¿Se refiere al encuentro con sus padres?—preguntó el Dr. K., dejando <strong>lo</strong>s<br />

documentos a un <strong>la</strong>do y reclinándose sobre el respaldar de <strong>la</strong> sil<strong>la</strong>.<br />

—No, me refiero a otro día. Usted cruzó <strong>la</strong> avenida de nuestra casa como si fuera un<br />

extranjero, un rostro incrédu<strong>lo</strong> y perdido, incluso volteó a mirarme, pero dudo mucho de<br />

que se acuerde de el<strong>lo</strong>.<br />

—Sue<strong>lo</strong> deambu<strong>la</strong>r por Praga como un alma en pena—acotó el Dr. K., antes de<br />

liberar una tos seca, de <strong>la</strong> cual se recompuso inmediatamente.<br />

VOLUME 24, NUMBER 1 235

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