04.04.2014 Views

“El autor, la ciudad y lo real: tres narradores peruanos del siglo XXI”.

“El autor, la ciudad y lo real: tres narradores peruanos del siglo XXI”.

“El autor, la ciudad y lo real: tres narradores peruanos del siglo XXI”.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

En <strong>la</strong> cena de Mr. y Mrs. Schiff<br />

Joyce vive en un apartamento de <strong>la</strong> rue du Cardinal Lemoine, a diez minutos <strong>del</strong> Jardín du<br />

Luxemburg. Nora, su esposa, ha viajado en compañía de sus dos hijos a <strong>la</strong> <strong>ciudad</strong> natal de<br />

este, pese a <strong>la</strong> persistencia de Joyce de disuadir<strong>la</strong> para que no llevara a cabo dicho recorrido.<br />

Dos días antes <strong>del</strong> viaje discutieron aca<strong>lo</strong>radamente, pero no hubo reconsideración: Nora<br />

partió con <strong>lo</strong>s hijos a Londres el primer día de abril, permaneció en aquel<strong>la</strong> <strong>ciudad</strong> más de<br />

una semana y luego enrumbó a Dublín. Él, en cambio, se sumió en una profunda soledad,<br />

en una creciente depresión y un incisivo do<strong>lo</strong>r en <strong>lo</strong>s ojos. Las cartas desde París que Joyce<br />

envió con mucha esperanza no <strong>lo</strong>graron que el<strong>la</strong> se decidiera a regresar; en una misiva,<br />

incluso, escribe que es un hombre mirando un estanque oscuro. Pero ni esta ni otras frases<br />

compadecieron a Nora para que volviese.<br />

El do<strong>lo</strong>r artrítico en su hombro se había vuelto más agudo, al igual que <strong>la</strong> iritis.<br />

Pensó en acudir a un reconocido oftalmó<strong>lo</strong>go, terminar con <strong>la</strong> dolencia que sentía en el ojo<br />

izquierdo, pero desistió. En 1917 se había operado el derecho, y si bien <strong>lo</strong>s resultados<br />

fueron óptimos, <strong>la</strong> iritis se había extendido a su ojo sano (ahora el infectado) y temía que<br />

una nueva operación fuese necesaria, <strong>la</strong> cual imposibilitaría sus horas de escritura. Para<br />

agravar esta situación, recibió en uno de esos días <strong>la</strong> noticia de Nora, <strong>lo</strong>s infortunios que<br />

había sufrido con sus hijos en Galway. La causa: <strong>lo</strong>s enfrentamientos entre <strong>la</strong>s tropas <strong>del</strong><br />

Estado Libre y el Ejército Republicano Ir<strong>la</strong>ndés. El primer hecho fue <strong>la</strong> irrupción de<br />

algunos soldados en <strong>la</strong> vivienda donde se habían establecido, utilizando el dormitorio de<br />

Nora como lugar de tiro. El segundo: disparos contra el ferrocarril que <strong>lo</strong>s iba a llevar de<br />

Galway a Dublín.<br />

Joyce, enterado de aquel<strong>lo</strong>s incidentes, no creyó que fueran circunstanciales; <strong>lo</strong><br />

atribuyó a una afrenta personal. Su esposa, felizmente, ya había tomado <strong>la</strong> determinación<br />

de volver a París, arreg<strong>la</strong>r <strong>lo</strong>s problemas conyugales que existían entre <strong>lo</strong>s dos, por <strong>lo</strong> que<br />

se embarcó de inmediato en una nave que iba a Holyhead. Un día después, Joyce recibía<br />

<strong>la</strong> invitación de Mr. y Mrs. Schiff para asistir a una cena con el motivo de celebrar <strong>la</strong><br />

primera representación <strong>del</strong> Zorro de Stravinski, pero dudó mucho si correspondería a<br />

dicho agasajo. No so<strong>lo</strong> estaba sumido en una depresión por su familia, sino que estaba sin<br />

el ánimo ni <strong>la</strong> capacidad para asistir a una reunión como aquel<strong>la</strong>. La amistad que tenía con<br />

<strong>lo</strong>s Schiff, de todos modos, <strong>lo</strong> obligaba a concurrir.<br />

El 18 de mayo, día de <strong>la</strong> representación, el ardor en el ojo <strong>lo</strong> afligió desde temprano<br />

y supuso que su presencia en <strong>la</strong> cena so<strong>lo</strong> sería me<strong>lo</strong>dramática, ridícu<strong>la</strong>. Por otro <strong>la</strong>do, era<br />

necesario acudir a un oftalmó<strong>lo</strong>go cuanto antes, pero el pánico a una nueva operación <strong>lo</strong><br />

desanimaba a persistir en dicha posibilidad. Sin <strong>la</strong>s condiciones para leer o escribir, prefirió<br />

dormitar <strong>la</strong> tarde entera. Nora <strong>lo</strong> sorprendería con su aparición uno de estos días, quizá hoy<br />

mismo, y era mejor permanecer en casa, aguardando dichos regresos. Pero hasta <strong>la</strong>s ocho<br />

de <strong>la</strong> noche no sucedió nada. El sueño había disminuido el do<strong>lo</strong>r que sentía en <strong>la</strong>s retinas<br />

y calmado <strong>la</strong> artritis de su hombro izquierdo, por <strong>lo</strong> que se preguntó, ya que estaba en<br />

mejores condiciones de salud, por qué no se animaba a acudir a <strong>la</strong> reunión de <strong>lo</strong>s Schiff.<br />

Lo meditó más de cinco veces; el problema era que en <strong>la</strong> esque<strong>la</strong> de invitación <strong>lo</strong>s Schiff <strong>lo</strong><br />

invitaban a una cena de ga<strong>la</strong>, con <strong>la</strong> formalidad <strong>del</strong> caso, y él no poseía ningún traje de<br />

etiqueta. ¿Pero acaso no bastaba con aparecer por allí?, ¿saludar a <strong>lo</strong>s esposos y retirarse<br />

luego de una hora? Si al final optaba por presentarse, se hacía demasiado tarde.<br />

VOLUME 24, NUMBER 1 237

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!