04.04.2014 Views

“El autor, la ciudad y lo real: tres narradores peruanos del siglo XXI”.

“El autor, la ciudad y lo real: tres narradores peruanos del siglo XXI”.

“El autor, la ciudad y lo real: tres narradores peruanos del siglo XXI”.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

debe pararse de su inmerecido descanso y satisfacer <strong>la</strong>s necesidades defensivas de <strong>la</strong> obra.<br />

Sabe que no queda más salida. Y es que por fuera quizás tan so<strong>lo</strong> se observe <strong>la</strong> inamovible<br />

consistencia de un muro, un muro de proporciones descomunales de cuya incuestionable<br />

función de defensa nadie podría renegar. Aquel que se tras<strong>la</strong>de de un <strong>la</strong>do a otro -y para<br />

el<strong>lo</strong> habría que tener suma paciencia, puesto que deben ser varios <strong>lo</strong>s kilómetros por <strong>lo</strong>s<br />

cuales se extiende el muro- jamás sospecharía, a pesar de su normal extrañeza frente a<br />

semejante estructura, de su naturaleza vacía, de <strong>la</strong> oquedad y el movimiento que rige en sus<br />

entrañas. El muro está hueco, y es por sus profundidades por donde nos tras<strong>la</strong>damos cada<br />

día y proseguimos su construcción. Podría pensarse que <strong>la</strong> medida es absurda y sin sentido,<br />

que no conduciría a nada productivo tener que construir <strong>la</strong> obra utilizando <strong>la</strong> misma piedra<br />

de <strong>la</strong> cual está hecha por dentro, pero aquel que sostenga esto habrá olvidado <strong>la</strong> triste<br />

presencia <strong>del</strong> peligro que cada día acecha sin descanso y que ya habrá dado cuenta de<br />

muchos de nosotros. La obra transcurre entonces a través de <strong>lo</strong>s campos dividiéndo<strong>lo</strong>s sin<br />

cesar a cada metro ganado por nosotros, sus órganos primarios de subsistencia. El muro<br />

avanza y el círcu<strong>lo</strong> simbiótico se estrecha y hace más fuerte: necesitamos <strong>del</strong> muro para<br />

sobrevivir y éste de nosotros para extenderse. Desde cada sección obscura que recorremos<br />

día a día, eso es <strong>lo</strong> que más recordamos.<br />

Es extraño; a mí el muro me ha dado <strong>la</strong> tenacidad que buscaba para llevar en mi vida<br />

un ritmo, casi un verdadero orden frente a <strong>lo</strong> que era mi habitual caos personal. Yo me<br />

tras<strong>la</strong>do con <strong>la</strong>s herramientas a través de <strong>lo</strong>s pasajes <strong>del</strong> muro, <strong>del</strong> ancho corredor obscuro<br />

que nos protege y siento <strong>la</strong>s gotas húmedas <strong>del</strong> aire circu<strong>la</strong>ndo en silencio; cuando eso me<br />

pasa, sea <strong>la</strong> hora que sea, a veces pienso que este día me va a ser más difícil llegar hasta el<br />

extremo occidental, o al oriental dependiendo <strong>del</strong> caso (más de una vez me he<br />

confundido). Pero aquel<strong>la</strong> sensación apenas dura unos instantes porque sé que en algún<br />

momento habré de llegar, que mi cara o mis manos tocarán de pronto el conjunto de<br />

piedras que conforman el límite <strong>del</strong> muro y todo empezará de nuevo. He aprendido que<br />

siempre aliviará un poco el desánimo el frotar <strong>la</strong>s manos encallecidas contra <strong>la</strong> superficie<br />

de <strong>la</strong>s paredes <strong>del</strong> muro; hurgar y deslizar <strong>lo</strong>s dedos por <strong>la</strong>s grietas, por <strong>la</strong>s ranuras que unen<br />

<strong>la</strong>s porosas piedras que conforman <strong>la</strong>s paredes produce una sensación de pertenencia, de<br />

aproximación, que es muy grata.<br />

Hay días en que pienso en que si a mí me preguntaran si considero aún a <strong>la</strong> obra<br />

como un refugio, no sabría qué responder. Quizás en un inicio pudo haber<strong>lo</strong> sido, pero<br />

ahora que me ha dado <strong>la</strong> necesidad <strong>del</strong> día a día, <strong>del</strong> infortunio o el o<strong>lo</strong>r <strong>del</strong> peligro<br />

tras<strong>la</strong>dándose por el corredor, entiendo que esto es só<strong>lo</strong> posible en alguien que piensa en el<br />

muro como en su hogar. Y no creo ser motivo de bur<strong>la</strong> al seña<strong>la</strong>r esta idea. En <strong>real</strong>idad es<br />

algo que no comprendo bien. Pienso simplemente en cómo he <strong>lo</strong>grado sobrevivir gracias<br />

a mi construcción y mi esfuerzo y me siento un mejor hombre, alguien que anda más<br />

contento. Incluso he pensado, aunque esto para alguno sería un exceso, en que si no<br />

existiera un peligro inminente allá afuera <strong>del</strong> muro, si pudiese tras<strong>la</strong>darme por sus pasajes<br />

y su ancho corredor sin <strong>la</strong> angustia de un ataque inminente, o si pudiera recobrar <strong>la</strong> calma<br />

de <strong>lo</strong>s primeros días, en que <strong>la</strong> obra avanzaba a buen paso porque éramos varias manos<br />

trabajando juntas, quizás podría co<strong>lo</strong>carme aquí algunos días a descansar, a pensar un poco<br />

más en sus galerías y, ahora sí con calma, disponer una efectiva e inexpugnable defensa.<br />

Quién sabe, tal vez podría pensar en una remode<strong>la</strong>ción, en un volver a empezar de una<br />

VOLUME 24, NUMBER 1 241

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!