139 nov/dic 2008 - Odebrecht Informa

[ Shunji Nishimura: trayectoria en Brasil iniciada en una hacienda de café ]
Un grupo empresarial que empezó con un hombre y su azada
A fines de los años ‘20, Japón enfrentaba
serias dificultades económicas. Miles
de japoneses salieron del país, principalmente
entre 1924 y 1934, en busca de nuevas
oportunidades en países como Brasil.
En 1932, el joven mecánico Shunji Nishimura,
en la época con 22 años, estaba entre
ellos. El comienzo de su vida brasileña
empezó en una hacienda de café en el interior
de São Paulo.
Delgado y poco acostumbrado al ritmo
de trabajo con la azada, demasiado
grande para él, Nishimura percibía que las
cosas no serían fáciles, pero estaba determinado
a vencer. Su creatividad y su conocimiento
técnico le ayudaron a amenizar los
días difíciles en el campo: se fabricó una
azada que se adaptaba más a su estatura.
El cotidiano no le resultaba fácil y el
sueldo lo estimulaba poco. Salió de la
hacienda y se fue a intentar la vida en Río
de Janeiro, donde trabajó como mozo.
Logró juntar algunas economías y, al
regresar a São Paulo, decidió estudiar portugués.
Trabajó un tiempo en la propia
escuela, después en una fábrica como ayudante
de tornero y soldador, ganando lo
suficiente para alimentarse de pan con
banana.
Se le iluminó la vida cuando conoció
a Chieko, se casó y tuvo la primera hija,
Mitiko. Después vinieron seis niños (Takashi,
Jiro, Chikao, Shiro, Lincoln y Jorge). Decidido
a mejorar de vida y con ideas de
inventor en la cabeza, tomó un tren con el
propósito de desembarcar al final del trayecto:
allí sería el local donde trataría de
recomenzar. Se estableció en Pompéia, ciudad
de 18 mil habitantes en el interior de
São Paulo.
Alquiló una casa, instaló a la esposa
y a la hija y colocó una placa en la puerta:
“Se arregla de todo”. El taller fue, poco a
poco, conquistando clientes. Y Nishimura
seguía inventando cosas. Le puso asa a las
latas, creando jarritas. Adaptaba motores.
Desarrolló un alambique para destilar
mentol, que era un ítem importante de la
economía local. En 1948, creó la primera
máquina de pulverización nacional, que en
esa época se fabricada en metal. Nacía la
industria de Máquinas Jacto. El año
siguiente Nishimura ya estaba vendiendo
30 pulverizadores por mes. Él no paró más
de inventar y el negocio, de crecer. Ya recibió
decenas de homenajes por asociaciones
empresariales y autoridades, incluyendo el
gobierno japonés.
En la sede de la Fundación Shunji
Nishimura, en Pompéia, hay salas repletas
de regalos recibidos por él, además de un
museo con objetos que cuentan su trayectoria
y la historia del grupo Jacto. Actualmente,
a los 98 años, afirma que “está muy
satisfecho con lo que logró y que puede
marcharse en paz” o
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