LA FORMACION PERMANENTE - Provinciasannicolas.org
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Así sucedió con Pedro: 'Apacienta mis ovejas'. 'En verdad,<br />
en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías<br />
e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo,<br />
extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde<br />
tú no quieras'. Con esto indicaba la clase de muerte con que<br />
iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: 'Sígueme'» (Jn<br />
21, 17-19). Por tanto, hay un «sígueme» que acompaña<br />
toda la vida y misión del apóstol.<br />
Los Padres sinodales han considerado la formación<br />
permanente como «fidelidad» al ministerio sacerdotal y<br />
como «proceso de continua conversión». Es amor a Jesucristo,<br />
coherencia consigo mismo y un acto de amor al Pueblo<br />
de Dios. Más aún, es un acto de justicia verdadera y<br />
propia: él es deudor para con el Pueblo de Dios. La<br />
formación permanente es necesaria para que el sacerdote<br />
pueda responder debidamente a este derecho del Pueblo de<br />
Dios. Alma y forma de la formación permanente del sacerdote<br />
es la caridad pastoral. La misma caridad pastoral empuja al<br />
sacerdote a conocer cada vez más las esperanzas, necesidades,<br />
problemas, sensibilidad de los destinatarios de su ministerio,<br />
los cuales han de ser contemplados en sus situaciones<br />
personales concretas, familiares y sociales.<br />
Los diversos aspectos de la formación permanente.<br />
71. Se debe descubrir relación que hay entre la formación<br />
que precede a la Ordenación y la que le sigue. La formación<br />
permanente no es una repetición de la recibida en el<br />
Seminario y que ahora es sometida a revisión o ampliada<br />
con nuevas sugerencias prácticas, sino que se desarrolla con<br />
contenidos y de métodos relativamente nuevos, como un<br />
hecho vital unitario que, en su progreso requiere adaptaciones,<br />
actualizaciones y modificaciones, pero sin rupturas ni<br />
solución de continuidad.<br />
Su finalidad no puede ser una mera actitud, que podría<br />
decirse, «profesional», conseguida mediante el aprendizaje<br />
de algunas técnicas pastorales nuevas. Debe ser más bien el<br />
mantener vivo un proceso general e integral de continua<br />
maduración.<br />
72. Dimensiones:<br />
Dimensión humana:<br />
ción permanente, destinada a hacer que todos sus presbíteros<br />
sean generosamente fieles al don y al ministerio recibido,<br />
como el Pueblo de Dios los quiere y tiene el «derecho»<br />
de tenerlos.<br />
Momentos, formas y medios de la formación permanente<br />
80. Son momentos «privilegiados», aunque sean comunes<br />
y establecidos previamente.<br />
Encuentros del Obispo con su presbiterio, tanto litúrgicos<br />
(en particular la concelebración de la Misa Crismal el Jueves<br />
Santo), como pastorales y culturales.<br />
Encuentros de espiritualidad. Ejercicios espirituales, días<br />
de retiro o de espiritualidad.<br />
Encuentros de estudio y de reflexión común, que impiden<br />
el empobrecimiento cultural y el aferrarse a posiciones<br />
cómodas; aseguran una síntesis más madura entre los diversos<br />
elementos de la vida espiritual, cultural y apostólica.<br />
Vida común. Además de favorecer la vida y la acción<br />
apostólica, esta vida común ofrece a todos, presbíteros y<br />
laicos, un ejemplo luminoso de caridad y de unidad.<br />
Dirección espiritual. Contribuye no poco a favorecer la<br />
formación permanente de los sacerdotes. Se trata de un<br />
medio clásico, que no ha perdido nada de su valor, no sólo<br />
para asegurar la formación espiritual, sino también para<br />
promover y mantener una continua fidelidad y generosidad<br />
en el ejercicio del ministerio sacerdotal.<br />
III. DE <strong>LA</strong> EXHORTACIÓN APOSTÓLICA “VITA CONSECRATA”<br />
La formación permanente<br />
69.La formación permanente, tanto para los institutos de<br />
vida apostólica como para los de vida contemplativa, es una<br />
exigencia intrínseca de la consagración religiosa. El proceso<br />
formativo, como se ha dicho, no se reduce a la fase inicial,<br />
puesto que, por la limitación humana, la persona consagrada<br />
no podrá jamás suponer que ha completado la gestación de<br />
aquel hombre nuevo que experimenta dentro de sí, ni de<br />
poseer en cada circunstancia de la vida los mismos sentimientos<br />
de Cristo. La formación inicial, por tanto, debe engarzarse<br />
con la formación permanente, creando en el sujeto<br />
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