Desde Le Havre hacia Valparaíso - Revista de Marina
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nuestra vista. Una costa larga y montuosa se extendía a <strong>de</strong>recha.<br />
Lo que sentí con esta visión es difícil <strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir. ¡Con qué<br />
placer y alegría saluda el hombre a la tierra, aunque resultara ésta<br />
ser la más pequeña y triste en la redon<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l globo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
haber estado casi 70 días suspendido entre el cielo y el agua!<br />
Hacia el oeste se extendía el cabo San Diego y la punta más<br />
oriental <strong>de</strong> la Tierra <strong>de</strong>l Fuego, y justo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nosostros,<br />
separada <strong>de</strong> dicha Tierra por el estrecho <strong>de</strong> <strong>Le</strong> Maire, la isla <strong>de</strong> los<br />
Estados <strong>de</strong> unas 11 horas <strong>de</strong> largo, junto con algunas más pequeñas,<br />
<strong>de</strong>nominadas islas <strong>de</strong>l Año Nuevo. Un viento suave nos acercó<br />
lentamente a la isla <strong>de</strong> los Estados y esta tar<strong>de</strong> sólo 2 horas nos<br />
separaban <strong>de</strong> su ribera. Con una atmósfera extraordinariamente clara<br />
y transparente se podía reconocer cada peñasco y avizorar cada rincón<br />
mediante el buen "Dollond" <strong>de</strong>l capitán.<br />
En vano busca el ojo un lugarcito ver<strong>de</strong>; ningún árbol había<br />
echado sus raíces en esta isla solitaria. Lomas <strong>de</strong> tierra café,<br />
cerros cupuliformes <strong>de</strong>snudos cuyos <strong>de</strong>speña<strong>de</strong>ros grises y escarpados<br />
que se hun<strong>de</strong>n en profundos <strong>de</strong>sfila<strong>de</strong>ros y valles, era el cuadro que<br />
se presentaba.<br />
Patos silvestres, albatroses, gaviotas, anidan en las rocas;<br />
sólo las focas habitan ese erial don<strong>de</strong> ningún hombre mora y raras<br />
veces <strong>de</strong>sembarca.<br />
Esta noche ro<strong>de</strong>amos la punta más saliente <strong>de</strong> la isla, el cabo<br />
San Juan, en dirección <strong>hacia</strong> las zonas más frías.<br />
27 <strong>de</strong> marzo. Hoy puedo comenzar mi relato con la alegre exclamación<br />
¡estamos a salvo! ¡Cabo <strong>de</strong> Hornos y cabo Victoria, los fantasmas <strong>de</strong><br />
los navegantes, ya los <strong>de</strong>jamos atrás! Sólo queda llenar la laguna que<br />
se produjo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el 10 <strong>de</strong>l presente, y para evitarles la pregunta por<br />
qué he estado tiempo ocioso, voy a a<strong>de</strong>lantarles aquí la respuesta o<br />
disculpa.<br />
Primero quería darles la agradable sorpresa que habíamos cruzado<br />
felizmente esa pasada peligrosa. Por otro lado, el frío y los saltos<br />
a veces casi locos <strong>de</strong> la señorita Cubana me habrían impedido escribir<br />
aun cuando hubiese sentido <strong>de</strong>seo para ello. ¡Pero, vamos al grano!