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METODO GUIT FLAMENCA vol2 OK.indd

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La primera mitad del XIX confirmará esta tendencia, con el cambio organológico de seis cuerdas<br />

dobles a seis cuerdas simples en la llamada guitarra “clásico-romántica”. Si las fuentes literarias e<br />

iconográficas demuestran el inicio de cierta profesionalización de lo popular en el contexto del<br />

Romanticismo, con el paso de la guitarra popular rasgueada a “guitarra pre-flamenca”, las fuentes<br />

musicales reflejan la consolidación de la dicotomía entre guitarra popular rasgueada y guitarra<br />

clásico-romántica, con el rechazo de cualquier referencia popular -empezando por el uso del<br />

rasgueado- en los planteamientos teóricos de la guitarra “de escuela”. Sin embargo, las fuentes<br />

periodísticas apuntan que esta división no es tajante, y que entre los guitarristas concertistas,<br />

personajes como Trinitario Huerta seguirán cultivando el ya viejo interés europeo por la “guitarra<br />

española”, a base de rasgueados y referencias a los bailes españoles y andaluces, abriendo nuevos<br />

públicos a esta modalidad, como el de Estados Unidos.<br />

Por otra parte, la adición del sexto orden, convertido en seis cuerdas simples, con la aportación<br />

definitiva del guitarrero Antonio de Torres en la nueva plantilla, permite el desarrollo de un nuevo<br />

toque sobre las antiguas formas del fandango dieciochesco “por medio”: el toque “por arriba”. Hasta<br />

tal punto supone un nuevo sonido para la música popular andaluza, que la propia forma fandango<br />

pasa a ser llamada “rondeña” o “malagueña”. Se quiere diferenciar de esta manera el<br />

acompañamiento barroco con cinco cuerdas o “música ruidosa” del fandango, y el acompañamiento<br />

con seis cuerdas o “abandolao” de la rondeña y malagueña.<br />

Las fuentes musicales utilizadas en la segunda mitad del XIX, a diferencia del periodo anterior,<br />

confirman la generalizada práctica “popularizante” de la guitarra académica de concierto. Son sobre<br />

todo discípulos directos e indirectos de la escuela de Dionisio Aguado, con su concepto guitarrístico<br />

de “brillantez”, los que van a incluir de forma constante “aires nacionales” y “aires andaluces” en sus<br />

programas. Este repertorio, influido por la constante demanda de “lo andaluz” como exotismo por<br />

parte de los públicos burgueses, se nutrirá parcialmente del emergente género flamenco. A su vez,<br />

los tocaores “por flamenco”, liberados paulatinamente de su doble función de cantaor/tocaor, se<br />

especializarán en el toque para acompañar la nueva demanda de cante “palante” o cante para<br />

escuchar, desarrollada sobre todo con la rápida extensión de cafés cantantes. Se alimentarán del<br />

repertorio de los concertistas “de escuela” para construir artísticamente esta adaptación del toque<br />

popular de guitarra rasgueada. Si la guitarra flamenca es un hecho palpable a principios del siglo XX<br />

con la publicación de su primer método, el de Rafael Marín, solo faltará una figura primordial, entre<br />

muchos otros, como lo fue Ramón Montoya, para definir el canón de la guitarra flamenca clásica de<br />

concierto, y otra figura primordial, entre muchos otros, como lo es Paco de Lucía, para redefinir este<br />

canón en el contexto musical contemporáneo.<br />

Norberto Torres Cortés<br />

Doctor en Ciencias Sociales y Humanas<br />

MUESTRA<br />

1. De lo Popular a lo Flamenco: Aspectos Musicológicos y Culturales de la Guitarra<br />

Flamenca, Siglos XVI-XIX, Tesis Doctoral, Universidad de Almería, 2009.<br />

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