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La primera obra de Plath, The<br />
Bell Jar, fue publicada bajo el<br />
seudónimo de “Victoria Lucas” en<br />
Inglaterra en 1963. Plath residió en<br />
Inglaterra de forma permanente<br />
después de haber conseguido una beca<br />
para estudiar en The University of<br />
Cambridge. Fue en Cambridge donde<br />
Plath conoció a Ted Hughes, escritor<br />
que a los pocos meses se convertiría en<br />
su esposo. The Bell Jar es considerado<br />
un roman à clef 3 ; Plath utiliza a Esther<br />
Greenwood, la protagonista su obra,<br />
para hablar de ella, de su pasado y del<br />
infierno que poco a poco la consumiría<br />
hasta la muerte. Viviendo bajo la<br />
sombra de Hughes, un escritor mucho<br />
más reconocido, y teniendo con éste<br />
una relación tormentosa en la que ella<br />
era víctima de adulterio, la confianza<br />
de Plath decaía: como persona, como<br />
esposa, como escritora. Sylvia Plath se<br />
suicida en su departamento en Londres<br />
(casa en la que había vivido el poeta<br />
W . B. Y eats) en 1963 como<br />
consecuencia de la bipolaridad,<br />
enfermedad que padecía desde la<br />
adolescencia y a la que se refería en<br />
The Bell Jar. Años después, Hughes,<br />
su esposo, con la ayuda de Aurelia<br />
Plath, madre de Sylvia, decide hacer<br />
públicos los diarios ilustrados y los<br />
poemas de Sylvia. Sylvia se vuelve<br />
popular. Sylvia es reconocida como<br />
poeta. Sylvia gana un Pulitzer 19 años<br />
después de su muerte. Sylvia se<br />
c o n v i e r t e en u n a m u s a .<br />
Si alguien ha visto alguna vez Annie Hall (Woody Allen, 1977) seguramente<br />
recordará las palabras de Woody Allen, o Alvy Singer –sería más adecuado decir–<br />
respecto a Sylvia Plath y a todo esta imagen construida sobre cimientos que falsean.<br />
Algunos utilizan a Sylvia Plath y su suicidio como bandera feminista: alguien a le fue<br />
impuesto el estereotipo de mujer sumisa de los 50s: madre, esposa perfecta, talentosa<br />
para cocinar, recatada, discreta, pero si se le observa con el debido detenimiento, resulta<br />
ser una mujer “perfecta” infeliz. Otros grupos juzgan severamente a Sylvia Plath,<br />
descalificándola e imponiéndole prejuicios: cobarde, inhumana, cruel, desconsiderada. El<br />
punto de este ensayo no es discutir qué tan ético o poco ético es suicidio. Este ensayo es<br />
sobre Sylvia Plath y su influencia cultural, su consagración como musa y todo lo que se<br />
ha creado en torno a ella 4 .