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LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA<br />
AL FRENTE DEL PODER<br />
FEDERICO BARROETA GÓMEZ<br />
federicobarroeta@yahoo.es<br />
Venezuela llega a su segunda semana de huelga convocada por la oposición al gobierno de Hugo Chávez. Este movimiento<br />
parece poder provocar la caída del modelo que gobierna en Venezuela con una holgada mayoría parlamentaria desde 1998<br />
Este modelo supuso una expresión clara del rechazo de las<br />
clases populares venezolanas a las políticas aplicadas por<br />
los partidos tradicionales, caracterizadas por una clara ortodoxia<br />
en las políticas económicas y un alto nivel de corrupción.<br />
Este esquema se repite a lo largo de la geografía de América Latina<br />
desde mediados de los ochenta. Los diferentes gobiernos se transforman<br />
en alumnos aventajados de la escuela neoliberal de Chicago.<br />
Se produce una reducción del gasto público buscando el equilibrio<br />
presupuestario y el saneamiento de las finazas públicas. Estos son<br />
los ejes de los mandatos de los diferentes organismos financieros<br />
multilaterales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario. El<br />
FMI condicionó cualquier entrega de ayuda al cumplimiento de los<br />
compromisos financieros. Este cumplimiento se tradujo en una política<br />
fiscal contractiva y un rigor presupuestario. La reducción del<br />
gasto público se centró esencialmente en un recorte absoluto de los<br />
gastos sociales. La sanidad, la educación, los subsidios a los productos<br />
de consumo básico pasan a ser un recuerdo del pasado. La crisis<br />
afecta no ya solo a las clases populares sino a las clases medias de estos<br />
países. Se produce una pauperización de amplios segmentos de<br />
la sociedad. Este empobrecimiento incrementa la fractura social.<br />
Paralelamente los gobiernos surgidos de las elites tradicionales<br />
continuaron con una tradición de corrupción ligada al reparto de<br />
poder oligárquico.<br />
Frente a este enfoque ideológico surgen claros signos de rechazo<br />
por parte de los perdedores del ajuste. Los partidos de la izquierda<br />
que en los ochenta, con la caída del telón de acero, habían perdido<br />
gran parte de su fuerza. Ante esta situación surgen nuevos movimientos<br />
ligados a las estructuras comunitarias que luchan por el reconocimiento<br />
de los derechos de las minorías.<br />
Venezuela se convierte en el primer país en conocer un movimiento<br />
que alcanza el poder fruto de este rechazo a la realidad social<br />
y económica surgida tras décadas de injusticias sociales. En<br />
1998, Hugo Chavez llega a la presidencia de su país alcanzando<br />
unas cuotas de popularidad del 80% en los primeros meses de su<br />
mandato. Este ex coronel que trató de derribar al corrupto Carlos<br />
Andrés Pérez a mediados de los noventa supo capitalizar el cansancio<br />
de la población y sus deseos de cambio. Los partidos tradicionales<br />
COPEI y Acción Democrática, deslegitimados, son incapaces de<br />
responder a las necesidades de la mayoría de la población. El gobierno<br />
propone establecer una política redistributiva y lanza una<br />
política exterior contraria a los intereses norteamericanos. Entabla<br />
una relación preferencial con Cuba y declara públicamente su admiración<br />
por el régimen castrista. Paralelamente, estrecha los lazos<br />
con Irak, enemigo número uno de los Estados Unidos. En 1999 se<br />
promulga una nueva constitución, y trata de implantar un paquete<br />
de medidas económicas de corte estatalista, con un proyecto de reforma<br />
agraria y una mayor intervención del Estado en muchos ámbitos<br />
de la economía. Estas medidas provocan el recelo de la oligarquía,<br />
que impone una feroz campaña de oposición que le ha ido restando<br />
popularidad a Chavez, alcanzando un 30% en estos momentos<br />
a pesar de haber resultado vencedor en los tres últimos comicios.<br />
En estos momentos el país parece al borde de una confrontación civil.<br />
Uruguay sigue en este camino, y Tabaré Vázquez resulta vencedor<br />
con un programa claramente de izquierdas en la primera vuelta<br />
de las presidenciales del 2000. Sin embargo, una alianza entre los<br />
partidos que se han alternado en el último siglo, los Blancos y los<br />
Colorados, frustra el cambio en este país. En el último año se ha venido<br />
confirmando este giro a la izquierda. Lucio Gutiérrez resultó<br />
vencedor en Ecuador frente al empresario bananero Eduardo Noboa<br />
al prometer combatir la corrupción y la pobreza. El proceso de dolarización<br />
de la economía y una crisis de identidad junto al resurgimiento<br />
de los movimientos indígenas ayudan a su victoria. Este ex<br />
coronel protagonizó una alzamiento con el apoyo de la Confederaciones<br />
Nacionales Indígenas provocando la caída del presidente Jalil,<br />
acusado de enriquecimiento ilícito.<br />
Sin embargo, la llegada al poder de Lula ha sido el fenómeno más<br />
relevante de este giro de la política latinoamericana. Uno de los fundadores<br />
del PT, con una dilatada experiencia en la oposición y proveniente<br />
del mundo sindical se ha convertido en el primer obrero<br />
que alcanza la presidencia de la economía más importante de América<br />
Latina. Su reto consiste en reducir las desigualdades en ese país<br />
de extremos. Este movimiento surgió de la base al margen de los<br />
partidos tradicionales, y recuperó las expectativas de los movimientos<br />
comunitarios de base. Proyecta relanzar un nuevo MERCOSUR<br />
que suponga un freno a la propuesta norteamericana de una zona de<br />
libre comercio de Alaska a la Patagonia. Este proyecto supondría la<br />
materialización de un dominio absoluto de la economía americana<br />
sobre sus vecinos del Sur.<br />
Todas estas experiencias diferentes entre sí no suponen un fenómeno<br />
homogéneo, pero si constituyen una tendencia de fondo. Como se<br />
ha señalado, la brecha provocada por las políticas neoliberales de los<br />
últimos veinte años ha creado una crisis de valores. Esta crisis constituye<br />
el caldo de cultivo para el cambio necesario en las estructuras sociales<br />
y para la reducción de las desigualdades. A pesar de ello, tanto<br />
Lula como Lucio Gutierrez tienen que aprender la lección de los fracasos<br />
de experiencias anteriores, teniendo en cuenta las resistencias de<br />
las oligarquías. Desde Allende a Chavez, las fuerzas dominantes de estos<br />
países han reaccionado violentamente ante cualquier intento de<br />
reforma. La influencia de Estados Unidos en la región es el segundo<br />
factor relevante a tener en cuenta. Por lo tanto, el principal problema<br />
es cómo superar estos escollos y ser capaces de producir los cambios<br />
necesarios en las estructuras que lleven a un verdadero desarrollo de<br />
esta región y a una profundización de la democracia. Por otro lado, solo<br />
cuando las antiguas clases dominantes comprendan la necesidad<br />
del cambio asistiremos a un cambio sostenible.<br />
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