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INSUMISIÓN Y PACIFISMO<br />
EN MEDIO ORIENTE<br />
FEDERICO BARROETA GÓMEZ<br />
federicobarroeta@yahoo.es<br />
Una sentencia del supremo israelí rechazando la insumisión en Gaza y Cisjordania muestra la creciente<br />
división interna y la renovación del movimiento pacifista en el seno de la sociedad hebrea<br />
Desde el inicio de la segunda Intimada se había producido<br />
un proceso de radicalización de las posiciones dentro de<br />
los campos enfrentados. Los medios de comunicación y el<br />
gobierno de Israel en los diferentes ámbitos han sido capaces de monopolizar<br />
la información impidiendo la difusión de posturas discrepantes.<br />
Mediante el establecimiento de un censura moral, fruto de<br />
una simbología de lucha entre el bien y del mal, han tratado de esconder<br />
el rechazo de una parte de la sociedad israelí a la política en<br />
los territorios ocupados. Se mostraba una sociedad monolítica preocupada<br />
exclusivamente por la seguridad.<br />
Esto forma parte de una estrategia perfectamente organizada<br />
desde el gabinete de Ariel Sharon en su relación con la Autoridad<br />
Palestina. Las líneas maestras de esta política han venido siendo definidas<br />
por la solución militar del conflicto. Una vez doblegada la<br />
Autoridad Palestina se podría llegar a un acuerdo en el que Israel<br />
sacaría partido de una posición de dominio absoluto. Esta estrategia<br />
se ha traducido en medidas concretas que determinan la vida diaria<br />
en esta parte de Oriente Próximo. Acciones de represalia a los ataques<br />
terroristas, toque de queda permanente, acoso total a la figura<br />
de Arafat y a su gobierno son entre otras las acciones más significativas<br />
de esta política beligerante.<br />
Sin embargo, el propio sistema empieza a mostrar sus grietas por<br />
la aparición de una parte cada vez más importante de la sociedad<br />
civil hebrea, que rechaza esta constante confrontación que lleva a<br />
vivir en un estado de guerra y a una vulneración sistemática de los<br />
derechos humanos de los palestinos.<br />
Como tantas cosas en Israel, paradójicamente esta renovación del<br />
pacifismo surgió de las filas del propio ejercito. En los últimos dos<br />
años se ha larvado un importante movimiento de objeción de conciencia<br />
entre los reservistas que constituyen uno de las pilares de las<br />
fuerzas armadas. En efecto, suponen más de la mitad de los efectivos<br />
totales, cifrados en torno a los cuatrocientos mil soldados. Los reservistas<br />
están obligados a prestar servicios de 30 a 50 días anuales<br />
hasta los 49 años.<br />
Este movimiento tiene su origen en la guerra del Líbano, durante<br />
la cual se produjeron numerosas negativas a acudir a luchar en este<br />
país. Este conflicto provocó un desgaste en los gobiernos israelitas<br />
que condujeron a la retirada de la franja ocupada por Israel en el sur<br />
de su vecino árabe.<br />
Sin embargo, la amplitud del rechazo a la política militar es<br />
mucho mayor en estos momentos. No se trata ya solo de una minoría<br />
de extremistas de izquierda, como pretendía el gobierno de<br />
Sharon. A principios del pasado año, 52 oficiales de alta graduación<br />
en la reserva mostraron su total rechazo a participar en lo que en sus<br />
propias palabras se trata de una "guerra de defensa de la colonización<br />
israelí". En la misma declaración señalaron que “no continuarán<br />
luchando del otro lado de nuestras fronteras con el fin de conquistar,<br />
ocupar, deportar, destruir, impedir el libre movimiento, eliminar<br />
sospechosos, hambrear a la población y humillar a la totalidad del<br />
pueblo palestino". A lo largo del pasado año numerosos soldados se<br />
han ido sumando a este movimiento hasta constituir un contingente<br />
suficientemente numeroso como para suponer un verdadero desafío<br />
para la derecha en el gobierno.<br />
Para estos objetores, denominados "refuseniks" en referencia a su<br />
negativa a participar en acciones militares dentro de los territorios<br />
ocupados, el precio a pagar puede ser caro. Los reclutas Jonathan Ben-<br />
Artzi y Uri Ya'acovi cumplen<br />
actualmente su sexto año consecutivo<br />
de prisión por haberse<br />
negado a servir en el<br />
ejército israelí por motivos de<br />
conciencia. SergioYahni, un<br />
ciudadano israelí emigrado<br />
desde la Argentina en 1979,<br />
cumple prisión por idénticas<br />
razones. Yahni, de 35 años, es<br />
periodista y un destacado<br />
militante en favor de la paz.<br />
En una carta abierta al ministro<br />
de defensa señala refiriéndose<br />
a las actividades<br />
militares en los territorios<br />
ocupados que “esta guerra<br />
sucia incluye asesinatos extrajudiciales, asesinatos de mujeres y niños,<br />
destrucción de la infraestructura económica y social de la población<br />
palestina, incendios de tierras agrícolas, arranque de raíz de árboles.”<br />
El movimiento parece indicar un cambio a nivel más global dentro<br />
de Israel y el desgaste de una política que nunca ha garantizado<br />
la seguridad. Se observa un cansancio ante la oleada de violencia y la<br />
falta de soluciones reales. Los hechos han confirmado los presagios<br />
de una parte de la izquierda, acostumbrada a recorrer ese camino<br />
desde hace tiempo. Desde Bat Shalom, una organización feminista y<br />
pacifista de mujeres israelíes, se lleva tiempo trabajando junto a<br />
organizaciones palestinas para la creación de una cultura de paz.. Sus<br />
principales iniciativas va encaminadas al apoyo a la causa palestina<br />
con medidas concretas como el apoyo a la reconstrucción de las casas<br />
de los militantes palestinos o el boicot a los productos procedentes<br />
de los asentamientos en Gaza y Cisjordania. Lo novedoso es que cada<br />
vez este trabajo es más reconocido y apoyado por amplios sectores de<br />
la población. Numerosas organizaciones de derechos humanos tuvieron<br />
un importante papel en la denuncia de los asesinatos del campo<br />
de refugiados de Jenin, producidos y silenciados por el ejercito.<br />
Incluso dentro del propio partido laborista las cosas parecen estar<br />
cambiando. Tras haber permanecido en el gabinete de Sharon a la<br />
sombra del mismo, las elecciones primarias de diciembre dieron un<br />
resultado sorprendente en el contexto actual de confrontación. La<br />
elección de Amran Mitzna constituye un cambio dentro de la línea<br />
política de una parte de la izquierda israelí. El alcalde de Haifa es un<br />
firme partidario de un nuevo proceso de paz. Proviene de uno de los<br />
pocos lugares dentro de Israel donde conviven pacíficamente árabes y<br />
judíos. Su candidatura se basa en una reanudación de las conversaciones<br />
de paz con los palestinos, y en una renovación de los compromisos<br />
adquiridos en los acuerdos de Oslo. A pesar de la previsible<br />
derrota en las elecciones del 28 de este mes, unos resultados positivos<br />
permitirían prever cambios en la dinámica general del panorama<br />
político interno que ayudarían a solventar a medio plazo el conflicto.<br />
Estos movimientos suponen la garantía de un mínimo de pluralidad<br />
dentro de una sociedad cada vez más mediatizada y con menos<br />
capacidad crítica. Son la forma para atacar la censura moral y real,<br />
un fenómeno habitual dentro de la información disponible dentro de<br />
la región. Como señalan algunos activistas es la esperanza para superar<br />
la confrontación actual y encontrar una paz real para Medio<br />
Oriente.<br />
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