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Educación<br />
¿un proyecto de nación?<br />
lo que distingue las exitosas de las fallidas es que<br />
los reformadores asumen que están trabajando<br />
por un futuro mejor, al margen de sus beneficios<br />
recuperables. Así pasó con las reformas educativas<br />
de Finlandia en los años 50 del siglo pasado o las<br />
de Polonia, Perú o Nueva Zelanda ya en este milenio.<br />
Las reformas exitosas cambian la tendencia<br />
y abren el ángulo de la trayectoria.<br />
La tentación, a un año de iniciadas las reformas<br />
normativas, es que nos quedemos en la “normalidad<br />
mínima”, que haya un cambio de planes de<br />
estudio y de libros de texto, que se limpie la nómina<br />
y no mucho más; que en aras de una falsa paz,<br />
se propicie la impunidad de la Coordinadora y se<br />
reviva la alianza charra con el SNTE; que se deje<br />
sin cambiar la lógica de las Normales, que se reediten<br />
malos programas de estímulo tipo Carrera<br />
Magisterial, que nos reduzcamos a la evaluación<br />
genérica tipo EXCALE y que esperemos la decepción<br />
pedagógica o el escándalo financiero ligado a<br />
la entrega masiva de computadoras o tabletas. El<br />
mayor problema de la reforma es que los padres<br />
no la sientan suya y que las organizaciones de la<br />
sociedad civil se cansen de denunciar y mejor se<br />
sumen a programitas sin impacto o revivan el papel<br />
de edecanes de lujo en los eventos de la Secretaría.<br />
Toda reforma es problemática, porque busca solucionar<br />
una injusticia presente; sus opciones son la<br />
valentía con costo, o la prudencia con simulación.<br />
La resistencia está asegurada de parte de quienes<br />
quisieran que las cosas sigan igual. Lo que no está<br />
asegurado es que exista la entereza gubernamental<br />
y ciudadana para seguir adelante con la aplicación<br />
de los cambios. Ahí, en buena medida, nos jugamos<br />
el futuro de la educación y el futuro de México.<br />
Ya no más eventos, convenios y discursos. Ya no<br />
más excusas y dilaciones. Basta de promesas. Lo<br />
que se requiere es aplicar la ley; lo que necesitamos<br />
es acción y decisión; lo que va es poner a nuestros<br />
niños primero; lo que reclamamos es pasión, visión<br />
y valor para habilitar las reformas legales.<br />
Rendición de cuentas en educación<br />
Alberto Serdán Rosales.<br />
Investigador.<br />
Como ningún otro, la escuela es el espacio donde<br />
se tiene la más frecuente y mayor cantidad de<br />
interacciones entre los ciudadanos y un servicio<br />
público. Es imposible recordar el hospital donde<br />
uno nació, pero todos recuerdan la escuela a la<br />
que asistieron. Nueve de cada diez mexicanos lo<br />
hicieron en el sistema público. Ahora se cuenta<br />
con 21 millones de alumnos en educación básica<br />
en este sistema y otras tantas madres y padres de<br />
familia están al pendiente de lo que ocurre durante<br />
200 días al año en las 179 mil escuelas públicas<br />
que ha identificado el Censo de Escuelas, Maestros<br />
y Alumnos de Educación Básica y Especial 2013 y<br />
cuya base de datos desagregada no es pública por<br />
disposición de la Secretaría de Educación Pública<br />
(SEP).<br />
Visto desde esta perspectiva y dado el carácter<br />
formativo del sistema educativo, resulta relevante<br />
conocer cuáles son los mecanismos que tienen las<br />
madres y padres de familia para interponer quejas,<br />
sugerencias, pedir explicaciones, informaciones,<br />
justificaciones sobre el servicio público educativo<br />
en un ejercicio democrático de rendición de cuentas<br />
por parte de aquéllos que asumen responsabilida-<br />
I n i c i a t i v a C i u d a d a n a p a r a l a P r o m o c i ó n d e l a C u l t u r a d e l D i á l o g o 12