Vinos falsos - diasiete.com
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<strong>Vinos</strong><br />
texto: Mónica Maristain<br />
<strong>falsos</strong><br />
Si no es un experto conocedor<br />
es posible que<br />
le hayan tomado el pelo,<br />
principalmente con caldos<br />
que gozan de una<br />
gran reputación y se<br />
venden a precios increíblemente<br />
bajos. Quienes<br />
falsifican o adulteran<br />
este producto están explotando<br />
un nicho que<br />
no tiene nada que ver<br />
con el gusto del vino<br />
sino con satisfacer los<br />
deseos de quienes quieren<br />
poseer cualquier cosa<br />
sin importar el precio.<br />
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la reconocida bodega château margaux “jamás envasaría uno de<br />
sus vinos en una botella estilo riojana (botella medio vacía)”,<br />
asegura el sommelier del club de industriales, manuel orgaz.<br />
Una de las cosas que quiere hacer el amigo de la protagonista<br />
de la serie The Big C (El gran cáncer) antes<br />
de morir es tener en sus manos una botella de Lafite<br />
Rothschild. Se trata de un vino proveniente de una<br />
antigua bodega de Burdeos, Francia, que cuenta con<br />
una gran historia y enorme prestigio al tener entre sus<br />
férreos cultores a personajes tan importantes <strong>com</strong>o Thomas<br />
Jefferson o el Mariscal de Richelieu, entre otros.<br />
La cosecha a que hace alusión el actor alcanza una cotización<br />
de casi 7,000 dólares en el mercado, por lo que la<br />
encantadora Laura Linney, protagonista de la serie, opta por<br />
regalarle un Lafite Rothschild, pero de 2007, cuyo precio nada<br />
desdeñable oscila entre los 15 mil y 20 mil pesos mexicanos.<br />
“Todas las etiquetas parecen iguales, así que podemos<br />
fingir que tomamos una botella de vino ridículamente cara,<br />
pero a precio muy rebajado”, dice la actriz.<br />
Su amigo entrañable le contesta: “Bueno, <strong>com</strong>o dice<br />
mi colega, no es el vino lo que cuenta, sino la gente con la<br />
que lo bebes”.<br />
Más allá de las cuestiones sentimentales que rodean<br />
a esta deliciosa práctica, el consumo de vinos ha alcanzado<br />
un enorme prestigio en nuestras sociedades y son cada vez<br />
más numerosas las reuniones en donde la bebida proverbial<br />
es gran tema de conversación; no faltan entonces los “entendidos”<br />
dispuestos a documentar al iniciado más desprevenido<br />
en pos de un ejercicio no exento de cierto esnobismo.<br />
El dibujante argentino Quino, creador de la célebre Mafalda,<br />
es un gran conocedor del vino y al mismo tiempo una<br />
persona que se muestra bastante reticente a la moda expandida<br />
por “los sabios”. “Una vez alguien dijo que los que más<br />
saben de vino son los borrachos y no los críticos que hablan<br />
del sabor de terciopelo y esas chorradas. Lo importante es que<br />
los vinos están cada vez más caros y que para que un vino sea<br />
bueno uno debe gastar mucho dinero, lamentablemente”, dijo<br />
el humorista en una entrevista realizada en 2004.<br />
Lo cierto es no es sólo el precio lo que define un buen<br />
vino. Símbolo de lo que puede considerarse un concepto genuino<br />
de cómo disfrutar lo hermoso de la vida, la bebida del<br />
dios Baco tiene una gran carga espiritual al punto de convertirse,<br />
<strong>com</strong>o vimos, en el deseo primario de un enfermo terminal.<br />
La influencia de esta nueva costumbre de las sociedades<br />
ricas ha llegado a la mismísima China, donde gran parte<br />
de su enorme masa de habitantes se ha volcado de lleno al<br />
consumo vitivinícola. Se sabe que allende la muralla no sólo<br />
fue la Revolución Cultural de los sesenta lo que cambió para<br />
siempre la historia del gigante asiático, sino también esa gran<br />
transformación que los chinos lograron<br />
afuera de su territorio, imitando, duplicando<br />
hasta la fascinación, los caros<br />
objetos que hacen perder la cabeza<br />
a los consumidores de Occidente.<br />
Mientras Estados Unidos se esfuerza<br />
por perpetuar su supremacía<br />
mundial a fuerza de invasiones, películas<br />
de Hollywood y demás linduras<br />
de dominación, los chinos lo intentan<br />
a base de bolsos Louis Vuitton, lentes Ray Ban y hasta <strong>com</strong>putadoras<br />
Apple de imitación. Va de suyo: los asiáticos le han<br />
pegado al capitalismo donde más le duele.<br />
El vino no está exento de esta costumbre de hacer verdadero<br />
lo falso y es así <strong>com</strong>o en China usted puede <strong>com</strong>prar una<br />
botella del tan mentado Château Lafite a ¡15 dólares!<br />
Alimentando el creciente mercado de los vinos <strong>falsos</strong>, un<br />
estigma que aunque muchos bodegueros e importadores se<br />
nieguen a admitir frente a los medios, está causando serios<br />
perjuicios en la industria vitivinícola mundial. Los falsificadores<br />
tratan de satisfacer así un consumo creciente que nada<br />
tiene que ver con el gusto por el vino, acendrado <strong>com</strong>o está<br />
en la cuestión de la imagen y de la moda.<br />
China se convirtió en 2010 en el primer cliente de la región<br />
de Burdeos y el Château Lafite, en el caldo preferido por<br />
los habitantes de este país, según un reportaje de la agencia<br />
France Press publicado en el pasado agosto.<br />
“Algunas personas con poder adquisitivo pueden gastar<br />
hasta 7,700 dólares por un Château Lafite Rothschild 1982<br />
y uno de los síntomas de la creciente afición asiática al producto<br />
es la apertura de centros de cata y de formación”,<br />
cuenta la nota.<br />
Agua edulcorada, colorantes y aromas artificiales definen<br />
la “calidad” de los vinos <strong>falsos</strong> que han aparecido en<br />
gran cantidad en China. Se trata obviamente de imitaciones<br />
burdas que no engañan a los conocedores. Así <strong>com</strong>o existen<br />
los tenis “Niko” o “Mike”, cuyos logos usan la misma<br />
tipografía de la marca “inspiradora”, también hay vinos cuyas<br />
etiquetas traen un “Lafitte” al que le sobra una “t”. Por<br />
supuesto, quienes adquieren estos productos no son engañados,<br />
puesto que por el precio que pagan no es posible<br />
obtener una botella de vino genuino.<br />
No obstante ello, el mercado de los vinos <strong>falsos</strong> ha crecido<br />
tanto que ya hay mezclas muy sofisticadas. Se trata de<br />
buenas copias que pueden engañar al enólogo o al sommelier<br />
más avezado y contra ellas intenta defenderse una industria<br />
que convertirá a China, en 2014, en el sexto consumidor mundial<br />
de vino.<br />
Las autoridades chinas acaban de cerrar 30 bodegas de<br />
la provincia de Hebei que estaban dedicadas a producir vinos<br />
<strong>falsos</strong> y, en algunos casos, usando solo un 20 por ciento de<br />
mosto fermentado: el resto era agua, colorantes, aromatizantes<br />
y otros productos químicos.<br />
El problema no es sólo chino<br />
En México, 3 de cada 10 botellas de tequila o vino que se consumen<br />
son adulterados y de origen desconocido, según dio<br />
a conocer un trabajo llevado a cabo por el Centro de Investigaciones<br />
en Óptica (CIO), un instituto dependiente del Conacyt<br />
que a su vez logró desarrollar un sistema <strong>com</strong>putarizado que<br />
permite verificar el tipo de moléculas de los productos examinados,<br />
utilizando la velocidad de la luz.<br />
El problema es grave porque la adulteración de las bebidas<br />
puede causar daños serios a la salud del consumidor con<br />
síntomas <strong>com</strong>o dolor intenso de cabeza, intolerancia al ruido,<br />
náusea y diarrea, hasta ceguera momentánea o definitiva, fruto<br />
del metanol con que se contamina a las bebidas.<br />
El mercado del vino adulterado, sin embargo, es muy<br />
distinto al del vino falsificado. En este último caso, se trata<br />
de replicar las marcas de prestigio, tal <strong>com</strong>o se hace con los<br />
zapatos, los relojes y demás objetos suntuosos.<br />
Para ejemplo de esta “nueva área de negocios” emprendida<br />
por el crimen organizado y que mueve más de 4,000<br />
millones de dólares en todo el mundo, según lo reveló un reportaje<br />
reciente de The Wall Street Journal, está el sonado caso<br />
del magnate Richard Koch, quien en 2010 demandó a la casa<br />
de subastas Christie’s por haberle vendido un Château Lafite<br />
de 1870 que, según Koch, contiene en realidad vino embotellado<br />
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chateau lafite-rothschild usualmente sufre imitaciones. la<br />
etiqueta derecha es falsa, se evidencia por su mala impresión, el<br />
color claro de la botella y la mención de la apelación de origen<br />
“fauillac” cuando la original es pauillac. abajo: botella de<br />
chateau lafite con relieve de año de cosecha y grabado.<br />
Agua edulcorada, colorantes<br />
y aromas artificiales<br />
definen la “calidad”<br />
de los vinos <strong>falsos</strong> que<br />
han aparecido en gran<br />
cantidad en China.<br />
Imitaciones burdas que<br />
no engañan a los conocedores<br />
durante la Segunda Guerra Mundial. El millonario, todo un experto<br />
en el tema de los vinos, dudó también de la autenticidad<br />
de unas botellas de Lafite de 1787 que presuntamente habrían<br />
pertenecido al presidente Thomas Jefferson y por las que pagó<br />
400 mil euros (más de medio millón de dólares).<br />
El caso dio la vuelta al mundo y Koch se convirtió para<br />
los medios internacionales en una especie de superhéroe que<br />
osaba plantar batalla a la denominada “mafia del vino”, denunciando<br />
las maniobras de un personaje de dudosa reputación,<br />
el catador alemán Hardy Rodenstock.<br />
El millonario Koch es hijo de uno de los mayores empresarios<br />
estadounidenses de la industria del petróleo y está<br />
convencido de que la casa de subastas demandada no es del<br />
todo inocente en el asunto y que sigue “un patrón y una práctica<br />
de venta de vino falso desde hace muchos años”, algo que<br />
Christie’s niega rotundamente.<br />
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enombradas bodegas ante la falsificación de sus vinos, han<br />
tomado varias medidas: además de imprimir su grabado en la parte<br />
superior de la cápsula de la botella, lo han hecho alrededor de<br />
ella. incluso las cosechas son puestas en relieve en la botella o<br />
bien, un grabado que distingue ciertos años.<br />
Legitimidad<br />
La autentificación está en la botella. Para revertir un poco la desconfianza que ha generado<br />
el mercado de la falsificación y adulteración de los vinos a los consumidores, desde<br />
2005, cada botella de la vinícola Blankiet Estate en Napa Valley es protegida con un sello<br />
especial que garantiza su autenticidad. El sello en la etiqueta está hecho de una delgada<br />
película de plata que contiene burbujas microscópicas generadas de forma única y, por lo<br />
tanto, imposible de reproducir. Es <strong>com</strong>o la huella digital de la botella. Al adquirir una botella<br />
de éstas puede acceder al sitio de la bodega y consultar el número de serie. Incluso<br />
puede escanearse desde su iPhone.<br />
El encanto francés<br />
Hasta ahora, el mercado de vinos falsificados tiene <strong>com</strong>o objeto<br />
predilecto a los caldos franceses, pero grandes exportadores<br />
<strong>com</strong>o Chile y Argentina ya han puesto la voz de alarma,<br />
para evitar que los consumidores sean engañados con la venta<br />
de productos falsificados que tengan <strong>com</strong>o lugar de origen<br />
sus cada vez más conocidas bodegas.<br />
Según un artículo firmado por Yanina Sibona en el portal<br />
de la revista de marketing argentina Infroband, muchos elementos<br />
participan en la falsificación de los vinos y cada uno<br />
de ellos tiene que ser tomado en cuenta para no ser víctima<br />
de un fraude.<br />
“La etiqueta, el envase, el sello, la partida, el número de<br />
serie, el corcho y hasta una marca, casi imperceptible para<br />
los desentendidos, en el fondo de la botella” son detalles<br />
a analizar para determinar la autenticidad de un vino.<br />
Según datos de Interpol, el mercado de vinos falsificados<br />
en Argentina ha aumentado un 6 por ciento en la última década,<br />
aunque son cifras aplicadas al mercado interno. ¿Qué pasa<br />
con la industria exportadora? En ese sentido, los encargados<br />
de <strong>com</strong>erciar vinos entre distintos países se muestran reacios<br />
a hablar del tema. Es más fuerte el miedo a crear suspicacias<br />
y desconfianzas en un negocio floreciente, que enfrentar el<br />
problema con toda claridad.<br />
Sophie Avernin, líder de la firma importadora Grandes<br />
Viñedos de Francia y columnista de la revista Catadores, no<br />
distingue entre un vino adulterado y uno falso.<br />
“Para mí no hay ninguna diferencia: en los dos casos<br />
te están vendiendo algo que no querías <strong>com</strong>prar”, dice<br />
a Día Siete.<br />
La experta asegura que en México hay dos problemas<br />
graves al respecto: “Por un lado, la falsificación de vinos caros<br />
y el mercado paralelo, y por el otro, los vinos que entran<br />
ilegalmente al país”.<br />
Asegura Sophie que para evitar<br />
la falsificación de los vinos, “se toman<br />
en origen varias medidas. Una de<br />
ellas es el corcho. Los grandes vinos<br />
franceses imprimen en sus corchos el<br />
nombre del vino y la añada. Así que la<br />
única manera en la que puedes saber<br />
si el vino que adquiriste es legítimo es<br />
abriendo la botella”.<br />
Según Avernin, los productores<br />
importantes han tomado recaudos<br />
para evitar el fraude en todo el mundo.<br />
“Veuve Clicquot, por ejemplo, invierte<br />
mucho dinero en destruir champañas<br />
falsas alrededor del mundo. Es un trabajo que hace desde<br />
hace muchos años.”<br />
A la experta no le molesta hablar del tema, “pues ese es<br />
justamente mi trabajo: hacer que la gente se dé cuenta cuando<br />
les venden gato por liebre”, al tiempo que exhorta a los<br />
consumidores a “dejar de pensar que van a encontrar ofertones<br />
en vinos caros… eso no existe…. Y claro, debe <strong>com</strong>prar<br />
sus vinos en lugares formalmente establecidos”.<br />
Tomarlo con calma<br />
La actitud a seguir cuando se trata de degustar un vino exclusivo<br />
es sin dudas la humildad y no hacer <strong>com</strong>o que sabemos<br />
cuando en realidad desconocemos todo sobre el asunto.<br />
Como se preguntaba una nota aparecida en el periódico español<br />
El Mundo, ¿quién es capaz de distinguir un Mouton Rotschild<br />
del 61 de un Pétrus del 45? A esa pregunta, una experta<br />
<strong>com</strong>o Sophie Avernin responde con tranquilidad: “Aquí creo<br />
que ya no estamos hablando de falsificación, sino de habilidad<br />
de cata. La diferencia entre una añada del 45 y una del 61 es<br />
abismal. Los estilos de estas dos bodegas son muy diferentes,<br />
además”. Pero, ¿podría un consumidor <strong>com</strong>ún develar el enigma<br />
con solvencia?<br />
En el exclusivo restaurante londinense Zafferano, con<br />
una estrella Michelin, un cliente se quejó porque la botella de<br />
su Château Pétrus de 1961 no era auténtica. El local le dio la<br />
razón y tuvo que devolver los 20,000 euros que costó la bebida.<br />
Los perjuicios para un restaurante de semejante prestigio<br />
son enormes.<br />
Varios productores de la región francesa de Languedoc<br />
fueron condenados por la justicia por haber engañado durante<br />
dos años a la multinacional estadounidense E&J Gallo Winery<br />
con la venta de un supuesto vino Pinot Noir que, en realidad,<br />
era una mezcla de Syrah y Merlot. La estafa ascendió a más<br />
de 5 millones de dólares.<br />
En Italia dio mucho que hablar el escándalo suscitado<br />
por la falsificación del vino Sassicaia, cuando, en 2000, las autoridades<br />
italianas descubrieron una bodega con casi 20,000<br />
botellas de falso “Super Toscana” Sassicaia del 1995 y arrestaron<br />
a varias personas.<br />
Para los pocos conocedores del vino, lo importante es<br />
que no se adquiera el producto en sitios dudosos, <strong>com</strong>parar<br />
de ser posible las etiquetas y no tentarse con los precios baratos.<br />
No hay razones para bajar el valor en el mercado de un<br />
producto que, <strong>com</strong>o el vino, es principalmente de inversión.<br />
Los vinos <strong>falsos</strong> están entre nosotros, eso que ni qué.<br />
Queda en<strong>com</strong>endarnos al dios Baco antes de gastar unos<br />
buenos pesos en una botella cara de nuestro caldo preferido<br />
o, directamente, ¡beber cerveza!<br />
Hasta ahora, el mercado<br />
de vinos falsificados<br />
tiene <strong>com</strong>o objeto<br />
predilecto a los caldos<br />
franceses, pero Chile y<br />
Argentina ya han puesto<br />
la voz de alarma, para<br />
evitar que los consumidores<br />
sean engañados<br />
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