283KB - Buenas Prácticas para Superar el Conflicto

occidental, europeo o norteamericano. Se trata de que reconozcamos y utilicemos el
inmenso valor que tiene para la construcción de nuestro propio destino la riqueza
que yace en nuestras milenarias herencias naturales. Se trata de ser lo que somos.
“Llega a ser el que eres”, dice bella y sabiamente el poeta Píndaro” 13
Pero más allá de la escuela y la reflexión pedagógica, existen también resquicios por
donde se cuelan otros mensajes formadores, haciendo tanta mella en la cultura
como aquellos que hacen parte de un programa escolar. Es así que el “currículo
invisible”, que circula fundamentalmente por los medios de comunicación,
provenientes de múltiples fuentes que no conocen fronteras, deben ser vistos con
igual atención, para evaluar lo que desde allí se propone, aprender de su fuerza
coptadora y asumir la tarea de también allí, generar un compromiso en relación con
la responsabilidad que les compete en la construcción de cultura de paz.
Si bien desde el programa se entiende que la educación es responsabilidad de
muchos, que la comunidad educativa juega un papel primordial, el Maestro y la
Maestra tienen un papel fundamental porque es a través de ellos que se instituye
nos sólo el conocimiento, sino en esencia el ejemplo, y de su convicción, de su
solvencia moral e intelectual, del lugar que se le conceda en la sociedad, dependerá
la transmisión de contenidos, el entusiasmo que suscite por el saber, el compromiso
que despierte hacia la vida, el respeto que promueva por el otro y por la diferencia.
Asuntos, en apariencia instrumentales, como indicadores, estándares, evaluaciones,
formatos de gestión, y otros menos instrumentales, como currículos mínimos,
gobierno escolar, personeros estudiantiles, harán con seguridad parte de la reflexión
y evaluaciones, entendiendo que hoy Colombia cuenta con un modelo que debe ser
visto en su complejidad, porque la capacidad de la educación como constructora de
paz, pasa también por la posibilidad de indagar por la pertinencia de las metas que
se propone el Estado y por tanto, su validez para todo el territorio, y todas las
circunstancias.
Todos estos matices, visiones y constructos conducen a una certeza y a varias
cuestiones. La certeza es que, en efecto, la construcción de una nueva ciudadanía,
así como de las condiciones de convivencia de una sociedad que se autoreconoce y
que funda su progreso en ese autorreconocimiento, pasa por la educación y la
cultura. Las nuevas condiciones de la gobernabilidad de Colombia y de sus territorios
pasan por hacer de la educación y de la cultura para la paz un tema central de las
agendas ciudadanas.
Las cuestiones se materializan esencialmente en los cómos y las respuestas a estos
se abren paso en los objetivos y estrategias que conforman la apuesta que es este
programa.
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Idem.
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