Educación y políticas sociales Sinergias para la inclusion
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exclusión social, rasgo agregado que fue resultado de los procesos<br />
de empobrecimiento y desigualdad anteriormente mencionados<br />
y al que se alcanza mediante el desarrollo de <strong>políticas</strong> inclusivas.<br />
Como seña<strong>la</strong> F. Terigi, hay un juego de diferencias y similitudes entre<br />
exclusión social y exclusión educativa cuya resolución requiere<br />
<strong>la</strong> ampliación del significado de <strong>la</strong> exclusión en educación <strong>para</strong> encontrar<br />
propuestas de política educativa que apunten a <strong>la</strong> inclusión<br />
comprendiendo <strong>la</strong> complejidad de <strong>la</strong>s causas de los desempeños<br />
insatisfactorios. Este aserto nos coloca c<strong>la</strong>ramente en el campo del<br />
reconocimiento de <strong>la</strong> multi-causalidad de los fenómenos de exclusión<br />
educativa y –agregamos nosotros– de exclusión social.<br />
Otra característica importante de su diseño fue el hecho de pensar<br />
en familias más que en pob<strong>la</strong>ciones. Este pensamiento “familístico”<br />
ha sido común a diversos programas en <strong>la</strong> región que han operado<br />
desde ese locus, y explica en parte el modelo de contraprestación<br />
que se espera, <strong>la</strong> condicionalidad, que determina <strong>la</strong> continuidad del<br />
acceso al beneficio/derecho y <strong>la</strong> atribución de dicha responsabilidad,<br />
en <strong>la</strong> mayoría de ellos, a <strong>la</strong>s mujeres/madres de familia. Es de destacar<br />
que el foco en <strong>la</strong> acción de <strong>la</strong>s familias convierte a <strong>la</strong>s mujeres en<br />
<strong>la</strong>s actoras principales de <strong>la</strong> ejecución de los programas. Este tema<br />
ha sido <strong>la</strong>rgamente discutido ya que si bien se valoran los crecientes<br />
grados de autonomía que les permite acceder directamente a los<br />
recursos monetarios, algunas investigadoras feministas preocupadas<br />
por <strong>la</strong> cuestión de <strong>la</strong> autonomía de <strong>la</strong>s mujeres han hecho notar que<br />
esta asignación de responsabilidades limita sus oportunidades de<br />
desempeño en otros espacios públicos, especialmente los ligados al<br />
trabajo remunerado ya que esta situación refuerza su rol tradicional<br />
de organizadoras de <strong>la</strong> vida doméstica (Rodríguez Enriquez, 2011). Se<br />
trata de una operatoria sobre <strong>la</strong> base de personas o grupos familiares,<br />
teniendo como supuesto que <strong>la</strong> agregación de sus resultados positivos<br />
producirá externalidades virtuosas en <strong>la</strong> dimensión colectiva.<br />
La noción de condicionalidad/corresponsabilidad tiene una lógica<br />
que pone <strong>la</strong> carga de <strong>la</strong> prueba sobre los hogares, cuyo derecho<br />
de continuidad en el programa aparece subordinado al cumplimiento<br />
de <strong>la</strong> contraprestación. Esta situación empodera a otros actores<br />
<strong>sociales</strong>, ejecutores microcotidianos del programa, cuya responsabilidad<br />
es certificar el cumplimiento de esos requisitos, por ejemplo,