La resistencia
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<strong>La</strong> Resistencia<br />
cuidado de su madre, como si debajo de un mundo<br />
resecado por la competencia y el individualismo, donde ya<br />
casi no queda lugar para los sentimientos ni el diálogo<br />
entre los hombres, subsistieran, como antiguas ruinas, los<br />
restos de un tiempo más humano. En los juegos de los<br />
chicos percibo, a veces, los resabios de rituales y valores<br />
que parecen perdidos para siempre, pero que tantas veces<br />
descubro en pueblitos alejados e inhóspitos: la dignidad, el<br />
desinterés, la grandeza ante la adversidad, las alegrías<br />
simples, el coraje físico y la entereza moral.<br />
El niño sigue jugando en la glorieta de la plaza, donde<br />
seguramente mañana tocará la orquesta o habrá concierto<br />
de guitarras como antes en Rojas, los días de fiesta.<br />
En otra época —lamento utilizar expresiones con cierto<br />
aire arqueológico, pero cuando se tiene casi la edad del<br />
siglo... qué digo, ¡la del siglo pasado!—, cuando yo era un<br />
niño en Rojas, aún se mantenían valores que hacían del<br />
nacimiento, el amor, la adolescencia, la muerte, un<br />
ceremonial bello y profundo. El tiempo de la vida no era el<br />
de la prisa de los relojes sino que aún guardaba espacio<br />
para los momentos sagrados y para los grandes rituales,<br />
donde se mezclaban antiguas creencias de estas tierras con<br />
las gestas de los santos cristianos. Un ritmo pausado en el<br />
que fiestas y aconteceres marcaban los hitos fundamentales<br />
de la existencia, que eran esperados por aquellos que<br />
teníamos seis o siete años, por los adultos y hasta por los<br />
ancianos. Como la llegada del Carnaval, un cumpleaños, la<br />
celebración de la Navidad, ese encanto indescifrable de la<br />
mañana de Reyes, o la gran festividad del Santo Patrono<br />
con procesión, empanadas y bailes. Hasta el cambio de las<br />
estaciones y la alternancia de los días y las noches parecían<br />
albergar un enigma que formaba parte de aquel ritual,<br />
perpetuado a través de generaciones como en una historia<br />
sagrada. Todos participaban de esas fiestas, desde los más<br />
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