La resistencia
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<strong>La</strong> Resistencia<br />
desentenderse de los deberes a su cargo, de la fidelidad al<br />
lugar que la vida parecía haberles otorgado.<br />
Algo notable es el valor que aquella gente daba a las<br />
palabras. De ninguna manera eran un arma para justificar<br />
los hechos. Hoy todas las interpretaciones son válidas y las<br />
palabras sirven más para descargarnos de nuestros actos<br />
que para responder por ellos.<br />
No quiero pesarlos con las anécdotas grabadas en mi<br />
memoria. Además, es probable que los más jóvenes no<br />
comprendan el alcance de los mitos, que son la experiencia<br />
de una vida remota intemporal, cargada de significados<br />
que iluminan el presente. Como bien dice Eliade, cada<br />
concepción del mundo necesita ser vivida desde dentro<br />
para comprenderla, y el hecho de compartirla afianza la<br />
pertenencia y el vínculo entre los hombres.<br />
Entonces la gente se conocía y no necesitaba mostrarse,<br />
la trayectoria de la vida de cada uno estaba a la vista de<br />
todos. Y esto lo puedo afirmar porque, para mí, el hecho de<br />
que la gente me reconozca no sólo me da gran aliento, sino<br />
que también crea en mí una responsabilidad. En cambio,<br />
cuando multitudes de seres humanos pululan por las calles<br />
de las grandes ciudades sin que nadie los llame por su<br />
nombre, sin saber de qué historia son parte, o hacia dónde<br />
se dirigen, el hombre pierde el vínculo delante del cual<br />
sucede su existencia. Ya no vive delante de la gente de su<br />
pueblo, de sus vecinos, de su Dios, sino angustiosamente<br />
perdido entre multitudes cuyos valores no conoce, o cuya<br />
historia apenas comparte.<br />
Cuando la cantidad de culturas relativiza los valores, y<br />
la “globalización” aplasta con su poder y les impone una<br />
uniformidad arrogante, el ser humano, en su desconcierto,<br />
pierde el sentido de los valores y de sí mismo y ya no sabe<br />
en quién o en qué creer. Como dijo Gandhi:<br />
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