BIENAVENTURADOS LOS MANSOS PORQUE ... - Revista Biblica
BIENAVENTURADOS LOS MANSOS PORQUE ... - Revista Biblica
BIENAVENTURADOS LOS MANSOS PORQUE ... - Revista Biblica
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
REVISTA BÍBLICA<br />
Tomo 41 – Año 1979<br />
Págs. 239-243<br />
[239]<br />
<strong>BIENAVENTURADOS</strong> <strong>LOS</strong> <strong>MANSOS</strong><br />
<strong>PORQUE</strong> EL<strong>LOS</strong> HEREDARÁN LA TIERRA<br />
Diego Losada<br />
Mucho se ha escrito sobre las bienaventuranzas y se seguirá escribiendo más. No es nuestra<br />
intención hacer un estudio exhaustivo sobre el tema, sino dar sólo los lineamientos generales y<br />
luego intentar explicar el sentido de la bienaventuranza sobre los mansos a quienes se les promete<br />
la posesión de la tierra.<br />
Mientras Lucas trae sólo cuatro bienaventuranzas, el texto de Mt contiene nueve. Por otra parte, Lc<br />
contrariamente a Mt añade en forma de paralelismo antitético, cuatro maldiciones.<br />
Las bienaventuranzas propias de Mt son cinco: los mansos, los misericordiosos, los de recto<br />
corazón, los artesanos de la paz y los perseguidos.<br />
Las bienaventuranzas comunes a Mateo y Lucas<br />
Las tres primeras bienaventuranzas comunes a Mt y Lc: los pobres, los afligidos y los hambrientos<br />
tienen un marcado trasfondo veterotestamentario:<br />
Is 61,1 El espíritu del Señor está sobre mí, porque Yavé me ha ungido. Me ha mandado a<br />
evangelizar a los pobres, a curar a los quebrantados de corazón, anunciar a los deportados la<br />
liberación y a los cautivos la libertad;<br />
2 a proclamar un año de gracia de Yavé, un día de venganza de nuestro Dios. A consolar a todos los<br />
afligidos.<br />
S 107,9 Porque él sació a los que sufrían sed y colmó de bienes a los hambrientos.<br />
Estos dos pasajes sirven de base a las tres primeras bienaventuranzas comunes a Mt y a Lc. En el<br />
texto de Isaías se afirma que los pobres son los beneficiarios de la Buena Nueva (evangelizar) y por<br />
consiguiente de las promesas del Reino (cfr. Mt 4,23; Lc 4,43; 8,1). La bienaventuranza sobre “los<br />
afligidos que serán consolados” proviene igualmente del texto de Isaías 61,2. La tercera<br />
bienaventuranza común a Mt y Lc y que promete a los hambrientos que serán saciados depende del<br />
Salmo 107,9.<br />
La cuarta bienaventuranza, común a Mt y Lc, que se refiere a persecuciones, se diferencia<br />
notablemente de las otras tres. Mientras el resto de las bienaventuranzas en Mt están en la ter-
[240] cera persona del plural, ésta está en la segunda persona. Por otra parte se insiste sobre la<br />
hostilidad de los adversarios y la promesa prometida no está claramente especificada; sólo se dice<br />
vagamente: van a recibir un gran premio en el cielo. En esta bienaventuranza se respira el aire de<br />
los discursos de Misión de Jesús sus a sus discípulos, en los cuales se habla de las persecuciones a<br />
venir:<br />
Mt 10,17 Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las<br />
sinagogas<br />
18 A causa de mí serán llevados ante gobernadores y reyes para dar testimonio delante de<br />
ellos y de los paganos...<br />
22 Serán odiados a causa de mi nombre; pero aquél que perseverare hasta el fin se salvará...<br />
Contrariamente a las otras bienaventuranzas comunes a Lc y Mt, ésta no depende de ningún texto<br />
bíblico.<br />
Hemos visto cómo las bienaventuranzas propias de Mt y Lc, salva la cuarta que se refiere a las<br />
persecuciones, dependen del texto de Isaías y del S. 107. Una tal dependencia es perceptible en los<br />
llamados textos extrabíblicos. En el denominado Rollo de los Himnos de Qumrán, columna 8, línea<br />
14-15, se lee:<br />
Para llevar la buena nueva a los pobres según la abundancia de su misericordia...<br />
a los abatidos de espíritu y a los afligidos la alegría eterna.<br />
Nuevamente vemos en este pasaje de los escritos de Qumrán la influencia de Is 61,1-2 y por<br />
consiguiente el parentesco con nuestras dos primeras bienaventuranzas, comunes a Mt y Lc.<br />
Otro texto importante fuera de la literatura bíblica es el del Testamento de los Doce Patriarcas.<br />
En el Testamento de .Judá se lee:<br />
Y aquellos que habrán terminado su vida en la tristeza, se<br />
levantarán en la alegría,<br />
y aquellos que están en la pobreza a causa del Señor, serán<br />
ricos,<br />
y aquellos que están en la escasez serán saciados;<br />
y aquellos que están enfermos, serán fuertes,<br />
y aquellos que mueren a causa del Señor, se despertarán a<br />
la vida.<br />
Los puntos de contacto entre las Bienaventuranzas y este pasaje del Testamento de los Doce<br />
Patriarcas son patentes: a los que han vivido en la tristeza, se les promete la alegría escatológica, la<br />
riqueza a los pobres, la saciedad a los que están en la escasez. Además se acentúa el carácter<br />
escatológico de tales prome-
[241] sas; el texto comienza y termina con dos verbos que hacen alusión a la resurrección de los<br />
muertos: se levantarán-despertarán.<br />
Las bienaventuranzas propias de Mateo<br />
Comencemos con las tres bienaventuranzas de los vv. 7-9: los misericordiosos, los de corazón recto<br />
y los artesanos de la paz. En estas bienaventuranzas aparece algo nuevo que las diferencia de<br />
aquellas bienaventuranzas que Mt y Lc tienen en común. Mientras en las bienaventuranzas comunes<br />
a Mt y Lc se habla de pobreza, aflicción, hambre, las bienaventuranzas propias de Mt se refieren a<br />
cualidades activas, virtudes, que establecen las relaciones con el prójimo. Por ello la recompensa<br />
prometida no implica un cambio de situación, sino que promete una nueva relación entre el hombre<br />
y Dios: los misericordiosos recibirán misericordia de parte de Dios; los de corazón recto verán a<br />
Dios, los artesanos de la paz serán llamados hijos de Dios. Estas bienaventuranzas expresan una<br />
actitud activa: la práctica de la misericordia, el trabajo por la paz, la generosidad del corazón. Se<br />
podría decir que estamos delante de un programa de virtudes que debe practicar todo verdadero<br />
seguidor de Jesús.<br />
No hay ninguna duda de que las bienaventuranzas propias de Mt se mueven dentro de otra<br />
dimensión. Una pauta de ello la tenemos en el mismo texto: las bienaventuranzas de los vv. 7-10<br />
están encuadradas dentro del tema de la justicia del Reino. Así se habla de los sedientos y<br />
hambrientos de justicia (v. 6) y de los perseguidos a causa de la justicia (v.10).<br />
Dentro de esta visión hay un cambio de acento hacia lo ético: las bienaventuranzas se moralizan y se<br />
convierten en virtudes y el reino de Dios se actualiza. En este caso el Reino de Dios se hace presente<br />
donde la injusticia es superada, donde el hombre es movido por la misericordia, donde se trabaja por<br />
la paz.<br />
Puede concluirse entonces que estas bienaventuranzas provienen de otra fuente utilizada por Mt.<br />
Sin embargo la bienaventuranza prometida a los mansos es un caso especial. Esta se distingue<br />
netamente de las otras, promete la posesión de la tierra y no una nueva relación con Dios. Además<br />
retoma literalmente el texto del S. 37,11:<br />
pero los mansos poseerán la tierra,<br />
y gozarán de una gran felicidad.<br />
Hemos dicho que esta bienaventuranza constituye un caso especial; no pertenece al grupo de las<br />
bienaventuranzas comunes a Mt y Lc, con las cuales guarda una afinidad, y se distingue de las<br />
bienaventuranzas del grupo particular de Mt.<br />
La novena bienaventuranza de Mt, como hemos dicho, es de otro tenor, y rompe con la estructura de<br />
la inclusión “Reino de los cielos” prometido en la primera y en la octava bienaventuranza: “los<br />
pobres en espíritu recibirán el Reino de los cielos” y ”los perseguidos por practicar la justicia<br />
recibirán el Reino de los
[242] cielos”, por lo cual es lícito pensar que ha sido introducida posteriormente. Algo semejante se<br />
puede decir de la bienaventuranza de los mansos; y si tenemos en cuenta su peculiaridad por las<br />
razones aducidas, podemos concluir que ésta ha sido sin duda añadida por el último redactor<br />
mateano. En este caso tendríamos un conjunto compuesto por siete bienaventuranzas. El número<br />
siete es un número simbólico que expresa la perfección (el número tres) más la totalidad (el número<br />
cuatro). Esto se ve confirmado por la inclinación del Evangelio de Mt por el número siete. Así las<br />
maldiciones del cap. 23 son siete; en el cap. 13 Mateo ha introducido parábolas hasta lograr que<br />
sean siete. Un tal modo de proceder debe ser distinguido de la forma narrativa típica de las leyes de<br />
las tradiciones orales populares, como el caso de los dos ciegos (Mt 9,27-31; 20,29-34 contra Mc<br />
10,46-52), de los dos endemoniados (Mt 8,28-34 contra Mc 5,1-20), así como los dos testigos de Mt<br />
26,60.<br />
En el caso de las bienaventuranzas tenemos una confirmación también en el libro del<br />
Apocalipsis de Juan que contiene igualmente siete bienaventuranzas: 1,3; 14,13; 16,15; 19,9; 20,6;<br />
22,7.14. Se puede pues dudar seriamente de la autenticidad mateana de la bienaventuranza de los<br />
mansos.<br />
El sentido de la bienaventuranza<br />
Comencemos por constatar un hecho. Para el hombre moderno esta promesa hecha a los mansos<br />
suena como una quimera. Jesús parece prometer a los mansos el imperio del mundo, mientras la realidad<br />
parece decir lo contrario. Cada uno sabe que los humildes y los mansos son siempre los que<br />
llevan la peor parte en esta sociedad y que sólo triunfan y adquieren poder quienes pasan por encima<br />
de los demás. Pero ¿quiénes son los mansos? Podemos decir que son aquellos que no oprimen a<br />
nadie, ni sacan partido, ni piensan en la venganza, ni en la violencia para alcanzar sus objetivos. Se<br />
podría decir que son “los pacientes y generosos de corazón”, y, en contraposición a los poderosos<br />
de este mundo, los que carecen de poder. En otras palabras, se trata de aquellos que viven sumisos a<br />
la voluntad de Dios.<br />
Como hemos dicho, nuestra bienaventuranza está tomada del Salmo 37,11. Se trata de un salmo<br />
alfabético, que trata del problema angustiante de la prosperidad de los impíos que planteaba, en la<br />
perspectiva de la retribución temporal, un enigma indescifrable. El salmista intenta dar una<br />
respuesta: la felicidad de los malos es de corta duración; las pruebas a las que es sometido el justo<br />
son pasajeras. El salmo invita a tener confianza en el Señor (v.3.4.5.7.9.34). Para confirmar la<br />
confianza en Yavé el salmista le repite continuamente que aquellos que obran el mal perderán la<br />
posesión de la tierra (v.9.10.22.28.34.38) asegurando al justo la tierra como heredad; a él y a sus<br />
descendientes. La promesa hecha a Abraham es así reinterpretada en función de la retribución<br />
temporal. Visto de este modo el salmo no tiene nin-
[243] guna dimensión escatológica; la tierra de la cual se trata es la tierra de Palestina. Por otra<br />
parte resulta interesante la variedad de vocabulario que utiliza el salmista para designar a aquellos<br />
que poseerán la tierra. Estos son: v.8: “Domina tu enojo, reprime tu ira, no te exasperes...”; v.11:<br />
“los mansos poseerán la tierra y gozarán de una gran felicidad”; v.22: “los que el Señor bendice,<br />
poseerán la tierra”; v.29: “pero los justos habitarán la tierra y. permanecerán en ella para siempre”;<br />
v.34: “espera en el Señor y sigue tu camino...te honrará con la posesión de la tierra”. Se podría decir<br />
que los mansos de la bienaventuranza, dentro del contexto del Salmo 37, pueden ser identificados<br />
con: los pobres, los hambrientos, los afligidos, los misericordiosos, los artesanos de la paz, los puros<br />
de corazón, los perseguidos... de las otras bienaventuranzas evangélicas.<br />
El problema que plantea la bienaventuranza es el sentido que debe dársele. a esta tierra<br />
prometida a los mansos. Normalmente se interpreta esta bienaventuranza en un sentido escatológico,<br />
identificando tierra con el Reino de Dios y haciéndola extensiva a toda la tierra, es decir, al mundo<br />
entero. Una tal interpretación es en cierto sentido verdadera, pero en otro sentido nos parece<br />
demasiado simplista. Todos están de acuerdo en afirmar que el Evangelio de Mateo es posterior al<br />
año 70 después de Cristo y hemos visto que con toda probabilidad la bienaventuranza de los mansos<br />
ha sido introducida por el ultimo redactor mateano. ¿Por qué esa bienaventuranza sobre la posesión<br />
de la tierra? Sólo se nos ocurre una respuesta, y es que al perder Israel la tierra, debió surgir en los<br />
medio judíos cristianos el problema de quiénes la iban a poseer, es decir, de quiénes son los<br />
verdaderos herederos de la tierra. El evangelista no deja dudas: los cristianos son de ahora en más<br />
los únicos herederos de la tierra prometida por Dios a su pueblo, pues la Iglesia ha pasado a<br />
constituirse en el verdadero Israel. La heredad de la tierra debe ser entendida dentro del marco de la<br />
expectativa escatológica de la parusía del Señor, expectativa no ajena al pensamiento de Ezequiel.<br />
La idea de reunir a los dispersos entre los pueblos (12, 15; 20,23; 22,15) y a los diseminados en los<br />
países es un tema predilecto en las predicaciones salvíficas de Ezequiel (20, 41; 34,13; 36,24). Esa<br />
tierra, pues, de la cual hace mención la bienaventuranza no puede ser otra que la tierra concreta, el<br />
país de Canaán que Dios prometiera a Abraham y que el rechazo de Cristo hizo perder al antiguo<br />
Israel, del que se consideró heredero el judeocristianismo.