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atanga

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medades en particular se consideró el resultado de<br />

un entorno humano y geográfico inherentemente<br />

enfermos. Por ejemplo, la etiología de la malaria,<br />

que formó parte de las aterradoras preocupaciones<br />

tempranas entre los colonos, administradores<br />

coloniales y participantes en las expediciones científicas<br />

a la región, sirvieron para invocar principios<br />

y prácticas eminentemente racistas, incluyendo la<br />

segregación y el trabajo forzado.<br />

El médico militar Luis López Saccone, que en<br />

1893 defendió una tesis doctoral titulada Apuntes<br />

médico-geográficos sobre la isla de Fernando<br />

Poo y consideraciones acerca del paludismo como<br />

enfermedad predominante del país, argumentaba<br />

que “la raza negra parece poseer cierta resistencia<br />

[frente al paludismo] que le permite soportar<br />

con alguna esperanza de no sucumbir, los trabajos<br />

rudos del campo”. Este era un razonamiento muy<br />

extendido en Europa durante la primera mitad del<br />

siglo XX. En efecto, la malaria no era cualquier<br />

enfermedad: tenía el poder de permitir o impedir<br />

el acceso al continente, a los ojos del europeo.<br />

Por eso Nájera Ángulo alardeaba de que: “Fue un<br />

español, el célebre corregidor de Loja, López de<br />

Cañizares, quien al descubrir las quinas nos entregó<br />

la llave de los países tropicales y especialmente<br />

de África (…).<br />

Gracias a esta nueva arma, arma de lucha contra<br />

el paludismo y no contra nuestros hermanos, es<br />

como el hombre blanco ha podido penetrar en los<br />

países tropicales. Sucesivamente el progreso de<br />

la Parasitología ha permitido descifrar aquellos terroríficos<br />

enigmas constituidos por las tripanosomiasis<br />

y la enfermedad del sueño, el parasitismo<br />

intestinal y las disenterías, las bubas y la fiebre<br />

amarilla, para no citar otros”. Algunas enfermedades,<br />

es cierto, despertaron la imaginación de<br />

los administradores y los inspectores de salud con<br />

más agudeza que otras aunque, en verdad, para<br />

los estrategas racionalistas, la salud no era un fin<br />

en sí mismo, sino el requisito previo para el desarrollo<br />

colonial pleno.<br />

Este hecho queda sobradamente ilustrado con uno<br />

de los problemas de salud más devastadores en<br />

Guinea Ecuatorial durante finales del siglo XIX y la<br />

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