en escena - Casa de la Danza

EL BALLET EN CUBA
PASADO Y PRESENTE (II PARTE)
Por Célida P. Villalón
El pilar del más alto exponente
de la cultura universal,
Pro-Arte, continuó su
marcha triunfal hasta 1959,
cuando el recién establecido
régimen totalitario de Cuba,
comenzó a llevar a cabo la destrucción
sistemática de las instituciones
que representaban gustos
elevados.
Como primer golpe, el Banco Nacional,
por disposición de su presidente,
Ernesto "Ché" Guevara, negó a la organización
el acceso a los dólares necesarios
para abonar los honorarios de los
artistas extranjeros bajo contrato.
Seguidamente, el 31 de diciembre de
1960, el teatro Auditórium (conocido
desde marzo de 1961 como teatro
Amadeo Roldán), y la casona colonial
adjunta que albergaba las oficinas y la
escuela de baile de la institución, fueron
intervenidas por fuerzas de la milicia, y
entregados a la Orquesta Sinfónica y a
la directora del Ballet Nacional, respectivamente.
La gentileza de la Sociedad Infantil de
Bellas Artes (SIBA) para con Pro-Arte, al
permitirle compartir sus oficinas y estudio
de baile, hizo posible a la entidad proartina
continuar subsistiendo. Las clases
siguieron funcionando con las profesoras
del Cueto, Finita Suárez Moré e Hilda
Canosa - todas residiendo actualmente
en el exilio -. A la misma vez, la directiva
de la organización, tratando de mantener
viva la chispa del buen arte en Cuba,
concertaba actos culturales para sus asociados
(reducidos de cinco mil, a quinientos,
en 1961), en pequeñas salas
teatrales de la capital, con artistas locales.
El último recital de la escuela se celebró
en julio de 1961, y el último concierto
para los asociados, con la Coral de
Alfredo Levy, tuvo lugar el 23 de septiembre
de 1967. Días después, Pro-Arte fue
disuelta por decreto presidencial. Como
un triste acápite, es necesario añadir que
el hermoso teatro Auditórium fue pasto
de las llamas en 1977. Su reconstrucción
finalizó en 1999, por más que la sala
tiene ahora solamente 800 asientos,
donde antes se contaban 2.500.
Con el triunfo del castrismo, los cofres
del tesoro nacional se abrieron de par en
par para revivir el Ballet de Cuba, que
cambió su nombre por Ballet Nacional
de Cuba (BNdeC). El régimen no tardó
en comprender la importancia que para
el prestigio nacional podría significar en
el extranjero el nombre de Alicia Alonso,
de reconocimiento mundial, como representante
de una compañía cubana en un
arte tan refinado como el ballet.
Y para la estrella (o "assoluta", como
ahora es llamada), podría representar,
por otra parte, gran poderío, y la posibilidad
de perpetuarse en los escenarios,
hasta bien pasada la edad de la jubilación.
De su última presentación escénica
en EE.UU., en el festival "United We
Dance" (San Francisco, mayo de 1995),
un importante crítico de ballet escribió
lo siguiente (y traducimos) "…fue posible
ver a quien una vez fuera la espléndida
Alicia Alonso, rodeada de una pléyade
de bailarines envejecientes, en una escena
que parecía una fiesta geriátrica al
aire libre"(Dance Magazine, Attitudes,
Clive Barnes, Julio, 1995).
A partir de 1959, la Academia de Ballet
Alicia Alonso es llamada Escuela
28 Danza en Escena
nº22_2008