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<strong>Estela</strong><br />
un impulso caprichoso me incitó a comprar y hacer instalar<br />
una salamandra antigua en el centro <strong>de</strong> la estancia.<br />
Ese capricho resultó ser un acierto que durante los largos<br />
días <strong>de</strong> otoño e invierno me agrada la cali<strong>de</strong>z que<br />
proporciona, y por el aroma que emana la leña al ar<strong>de</strong>r,<br />
e igualmente porque me gusta observar las flamas que<br />
danzan en su interior, sin ninguna pretensión <strong>de</strong> resolver<br />
el misterio <strong>de</strong> la esencia <strong>de</strong>l fuego. También, en ocasiones,<br />
me ha sido útil como incinerador <strong>de</strong> escritos personales<br />
sobre episodios que me afectaron y que no <strong>de</strong>jaría que<br />
nadie leyera ni voy a compartir jamás.<br />
Al entrar en mi <strong>de</strong>spacho, el atar<strong>de</strong>cer estaba agotándose<br />
y la luz que penetraba por el ventanal <strong>de</strong>caía, a la par que la<br />
noche empezaba a insinuar el <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> su manto progresivo<br />
<strong>de</strong> oscuridad. Esa transición lenta volvió atraparme<br />
-(como a menudo solía suce<strong>de</strong>r)- y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el ventanal, me<br />
recreé con el paisaje que ofrece la ciudad al irse salpicando<br />
con un sinnúmero <strong>de</strong> lucecillas. Seguramente me <strong>de</strong>jo llevar<br />
porque me transmite serenidad y consigo sosiego...<br />
Volví en mí y estiré los músculos sin reparos. Caminé<br />
hacia el escritorio y aproveché <strong>de</strong> mirarme críticamente<br />
en el espejo. Me vi bastante atractivo aun <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />
extensa jornada. Conforme con mi imagen, me senté con<br />
pesa<strong>de</strong>z en la silla <strong>de</strong> lona que acostumbraba usar. Abrí<br />
la pequeña nevera, una antigualla, que seguía siendo útil<br />
a su fin a pesar <strong>de</strong>l tiempo. Saqué una lata <strong>de</strong> Coca-Cola<br />
(light) y bebí un largo sorbo que, <strong>de</strong> alguna manera, <strong>de</strong>marcó<br />
una separación entre la jornada laboral y lo que<br />
quedaba <strong>de</strong> ese día tan importante como especial y <strong>de</strong>terminante.<br />
Aunque nunca me ha gustado revelar mis estados<br />
anímicos, esta vez digo que sentí nerviosismo antes<br />
<strong>de</strong> efectuar la llamada telefónica que ya no sostenía más<br />
<strong>de</strong>mora. La verdad fue que, <strong>de</strong>liberadamente, había evitado<br />
hacerla a lo largo <strong>de</strong>l día con la intención <strong>de</strong> mostrar<br />
indiferencia a las efeméri<strong>de</strong>s. Pero ¡cómo iba pasarme inadvertida<br />
la fecha <strong>de</strong>l primer aniversario <strong>de</strong> boda con mi<br />
adorable Dánae! Olvidarlo era imposible, solo ella había<br />
conseguido hacer añicos mis prejuicios pretéritos sobre el<br />
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