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Estela_de_Alejandro_Gonzalez_Geell

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<strong>Estela</strong><br />

acaricié lentamente por todo su cuerpo. Durante largos<br />

minutos las caricias fueron siendo más intensas y atrevidas,<br />

que la llevaron a una excitación creciente. Ella se<br />

<strong>de</strong>jaba hacer, facilitando cualquier caricia que le hiciera<br />

sentir y sentirme. Sus manos también fueron activas<br />

para coger mi pene y sacarlo <strong>de</strong>l pantalón que aun llevaba<br />

puesto. Estuvimos acariciándonos nuestros sexos,<br />

el uno al otro por largos instantes, <strong>de</strong> distintas maneras,<br />

hasta que llevé mis <strong>de</strong>dos lubricados <strong>de</strong> su propia excitación<br />

a su boca, y ella los chupó y lamió con premura.<br />

A continuación, quiso quitarme toda mi ropa, y<br />

yo colaboré para que lo consiguiera. De modo que ya<br />

estábamos los dos <strong>de</strong>snudos. Dánae se inclinó y fue directo<br />

a acometer una felación y, cogiendo mi endurecido<br />

pene bastante predispuesto, lo mimó con sus labios y<br />

se lo introdujo en la boca que se afanó con habilidad<br />

y competencia, y cuyo propósito no <strong>de</strong>bía ser otro que<br />

darme placer y conseguir mi <strong>de</strong>scarga con su acreditada<br />

<strong>de</strong>streza en el sexo oral. Pero esta vez yo no estaba por la<br />

labor y se lo impedí, aunque mi libido bullía y me alentaba.<br />

Dánae ya había sucumbido al <strong>de</strong>seo, no estaba en<br />

condiciones <strong>de</strong> cuestionarse nada y solo quería obe<strong>de</strong>cer<br />

con sumisión. Nos tendimos en la cama y seguimos acariciándonos<br />

entre besos interminables. En un momento,<br />

al acomodarnos aproveché los movimientos <strong>de</strong> mi pequeña<br />

Dánae para proponerle un giro sobre su cuerpo<br />

hasta que quedara tendida boca abajo. Contemplé las<br />

sinuosida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su cuerpo perfecto y quise hacer <strong>de</strong> él<br />

mi dominio. Recorrí toda su espalda con mis labios eruditos,<br />

ya <strong>de</strong>sbocados en la aventura sicalíptica. La besaba<br />

y la mordisqueaba mientras transitaba con exageración<br />

por cada centímetro <strong>de</strong> su piel, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la nuca hasta<br />

sus pies. Su espalda lisa y sedosa se prestaba, igual que<br />

lo hicieron sus redon<strong>de</strong>adas nalgas cuando las mordía<br />

con suavidad y con la fuerza justa para que el pequeño<br />

daño se aunara con el placer. Y lo hacía con pru<strong>de</strong>ncia<br />

pero con energía, como mi intuición <strong>de</strong> buen amante<br />

me daba a enten<strong>de</strong>r. Mi mejor Dánae se <strong>de</strong>jaba hacer<br />

y sumaba su complicidad sugerente, como una hembra<br />

afrodisíaca siempre dispuesta a darse por entero a los<br />

<strong>de</strong>signios <strong>de</strong>l amor. De modo que, separé sus nalgas algo<br />

obsesionado, y, capturado por mis sentires y pulsiones,<br />

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