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tudinaria. Más que valorar la robustez de la ley consuetudinaria<br />

en el contexto africano, su lugar ha estado<br />

siempre subordinado no solo al derecho estatutario sino<br />

también a los decretos emanados de la matriz deficientemente<br />

estructurada que engloba la “política, sanidad<br />

y moralidad públicas”. Lamentablemente, las normas<br />

consuetudinarias siguen siendo el hermano pequeño<br />

de la ley, una posición que mina su crecimiento,<br />

adaptabilidad y resistencia.<br />

Los conflictos, especialmente los relativos a violencia<br />

masiva, han sido abordados deficientemente por el<br />

derecho estatutario. Esto se debe, en gran parte, a que la<br />

violencia masiva genera una compleja amalgama de incumplimientos<br />

de las leyes penal y civil – casos de tierras<br />

y políticos – y la mera magnitud de sus consecuencias<br />

siempre deja un efecto residual que la mayoría de<br />

los sistemas legales no pueden abordar adecuadamente.<br />

Además, aunque es posible resolver estos casos mediante<br />

nociones de culpabilidad individual, los conflictos<br />

también destruyen la cohesión de la comunidad, un<br />

aspecto al que la ley escrita no puede hacer frente ni<br />

eficazmente ni con prontitud.<br />

¿De que modo han contribuido las normas consuetudinarias<br />

de las comunidades indígenas a la resolución<br />

de conflictos en Kenia, un área donde las normas<br />

estatutarias han resultado ser un fracaso abismal<br />

Norte de Kenia: Estado incompleto<br />

El gobierno colonial instituyó el marco administrativo<br />

inicial separando las tierras de pastoreo del norte del<br />

resto del país, creando la Kenia del Sur y la del Norte.<br />

Los nómadas del norte eran considerados contrarios a<br />

la ética de la empresa colonial, debido a su distancia<br />

geográfica del centro en Nairobi, además de por sus<br />

medios de sustento, que chocaban con el imperativo colonialista<br />

de establecer comunidades para obtener beneficios<br />

mediante una moderna agricultura y un sistema<br />

tributario. En el norte de Kenia, el gobierno colonial<br />

legalizó el uso de fuerza militar y autorización administrativa<br />

para sofocar cualquier resistencia pastoralista<br />

contra la Pax Britannica, estableciendo las bases para<br />

la instrumentalización de violencia como árbitro fundamental<br />

en la región. Las leyes de emergencia aprobadas<br />

inmediatamente después de la independencia, con<br />

el objetivo de dominar a la milicia prosomalí, la Shifta,<br />

dio al nuevo gobierno dirigido por africanos carta blanca<br />

legal para combatir dicha insurgencia. Lo que comenzó<br />

como una lucha legitima por la libre determinación<br />

rápidamente degeneró en bandolerismo generalizado.<br />

Las armas de fuego que quedaron después de<br />

que se diera por concluida oficialmente la rebelión, y la<br />

necesidad de repoblar los rebaños mermados, explican<br />

los altos niveles posteriores de robos de ganado y atracos.<br />

Desde entonces, la Provincia del Noreste ha sido<br />

sinónimo de inseguridad. Aunque los derechos civiles<br />

y políticos estaban englobados en la constitución de independencia,<br />

incluyendo estar libres de arresto arbitrario,<br />

tortura y asesinatos extrajudiciales, comunidades<br />

en la frontera norte de Kenia fueron expuestas a un flagrante<br />

abuso de estos derechos. Por la Ley de Indemnización<br />

promulgada tras la Guerra Shifta, las acciones<br />

llevadas a cabo por los funcionarios de seguridad en los<br />

cerrados distritos del norte del país no podían ser recusadas<br />

en los tribunales.<br />

Durante los años 1990, se hizo patente que los métodos<br />

convencionales para abordar los conflictos, bien<br />

mediante el uso de fuerza bruta o de medios judiciales<br />

oficiales, no eran capaces, por más tiempo, de contener<br />

las recrudecidas disputas del norte. La apertura del espacio<br />

democrático en el país proporcionó oportunidades<br />

a las comunidades del norte para reconsiderar nuevos<br />

modos de solucionar enfrentamientos arraigados<br />

entre tribus y clanes. La respuesta era buscar resoluciones<br />

mediante las atemporales normas consuetudinarias<br />

de estas comunidades que, aunque fuertemente minadas<br />

o manipuladas durante la inmediata era colonial o<br />

postcolonial (Mamdani, 1996; Joireman, 2008), aún seguían<br />

siendo adecuadas como medio legítimo para resolver<br />

conflictos insolubles. En el caso del norte de Kenia,<br />

recurrir bien a formas puras o reinterpretadas de<br />

instituciones consuetudinarias parece haber sido la<br />

única opción, dada la absoluta inexistencia o total incompetencia<br />

de los mecanismos de resolución de disputas<br />

dirigidos por el estado. Recientes estudios indican<br />

que los tribunales oficiales en el norte de Kenia son<br />

pocos, burocráticos y a menudo se considera que administran<br />

un tipo de justicia que o se caracteriza por la<br />

larga duración de los procedimientos o tiene un impacto<br />

más castigador que reconciliador en los individuos y<br />

comunidades en cuestión (Chopra, 2009).<br />

Búsqueda de justicia consuetudinaria pura:<br />

el modelo de paz de los borana y gabra<br />

Los pueblos pastoralistas de los borana y los gabra del<br />

norte de Kenia y el sur de Etiopia habían estado inmersos<br />

en un violento conflicto entre ellos que alcanzó su<br />

punto álgido con las atrocidades de 2005; todo ello a<br />

pesar de sus estrechos lazos lingüísticos, territoriales y<br />

sociales. En lo que se ha dado a conocer como la masacre<br />

de Turbi, 100 miembros gabra fueron asesinados<br />

en su comunidad el 12 de julio de 2005. Durante este<br />

incidente, atribuido al ala militar de la comunidad borana,<br />

cientos de hombres armados con una surtida<br />

mezcla de armas, incluyendo desde rifles AK-47 y gra-<br />

18 Asuntos Indígenas 1-2/10

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