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“… la palabra “progreso” en su equivalente pali denota<br />
“desorden” o “confusión”. … Ivan Illich una vez<br />
me comentó que la palabra latina progressio, raíz etimológica<br />
de “progreso”, puede significar también “locura.”…”<br />
Sivaraksa, 1992:35<br />
Desde que a partir de la Segunda Guerra Mundial,<br />
la palabra “progreso” fuera introducida y<br />
se convirtiera en jerga común en asuntos y diplomacia<br />
internacionales, ha llegado a ser un término predominante<br />
con efectos quizás solo comparables a<br />
aquellos de la difusión de una religión. Progreso ha<br />
sido utilizado por varias dictaduras, tales como la<br />
de Suharto en Indonesia, para suprimir cualquier<br />
crítica dirigida hacia sus políticas antidemocráticas.<br />
Cuestionar cualquier proyecto o actividad gubernamental<br />
llevados a cabo en nombre del “progreso”<br />
adquiría la calificación de acto de subversión contra<br />
el Estado y el Gobierno, pudiendo resultar en una<br />
posible pena carcelaria.<br />
Expertos de todo el mundo han intentado definir<br />
“progreso” y clarificar lo que Ivan Illich cree “puede<br />
significar también locura”. Amartya Sen, ganador del<br />
Premio Nobel de Ciencias Económicas de 1998, entre<br />
otros, sugiere que debemos aceptar “progreso como libertad”<br />
(Sen, 2000). Por otra parte, “libertad sin oportunidades”,<br />
de acuerdo a Noam Chomsky, “es el regalo<br />
del diablo.” (Chomsky, 2000:135)<br />
Si tomamos el caso de Indonesia como ejemplo, la Constitución<br />
de 1945 reconoce a los pueblos indígenas (denominados<br />
“Comunidades de Derecho Consuetudinario” en la<br />
Constitución) de acuerdo a cuatro condiciones:<br />
1. que aún existan;<br />
2. que estén en conformidad con el avance de sociedades,<br />
tiempos y civilizaciones;<br />
3. que estén en conformidad con los principios del<br />
Estado Unitario de la Republica de Indonesia; y<br />
4. que estén regulados por ley.<br />
Este reconocimiento, mismamente expresado en la Constitución<br />
del Estado, es sin duda un “progreso” avanzado<br />
que ha dado a los pueblos indígenas de Indonesia algunas<br />
libertades. Sin embargo constituye, al mismo tiempo,<br />
un reconocimiento condicional que les ha dejado sin<br />
oportunidades de ejercitar esas mismas libertades. Tal<br />
reconocimiento legal, incluso cuando está contemplado<br />
en la Constitución del Estado, pierde por lo tanto su utilidad.<br />
Es, después de todo, un “regalo del diablo”.<br />
Como pueblos indígenas, hemos sido testigos y victimas<br />
de este denominado “regalo del diablo” del progresismo.<br />
En su nombre nuestras tierras han sido usurpadas,<br />
nuestros hogares destruidos, nuestras madres tierras<br />
violadas y desnudadas. En el pasado en muchos lugares,<br />
nuestros hermanos y hermanas, incluyendo mujeres<br />
y niños, han sido incluso asesinados o torturados,<br />
secuestrados o se les han lavado el cerebro. Quizás el caso<br />
reciente más espeluznante fue el reportado desde Perú<br />
por The Guardian sobre “Una banda peruana que supuestamente<br />
mataba personas y extraía grasa de sus cadáveres…y<br />
exportaba el líquido ámbar a Europa como<br />
crema antiarrugas.” 1 Esta banda ha sido apodada los<br />
“Pishtacos”, tomando como referencia un antiguo mito<br />
peruano relativo a colonos blancos que asesinaban a personas<br />
indígenas y descuartizaban sus cuerpos con machetes<br />
antes de sacar la grasa y convertirla en una gama<br />
de jabones perfumados. 2 Utilizando las adecuadas palabras<br />
de Boris Pasternak que describió esta macabra acción<br />
como, “… la alma humana desnudada y estremecida,<br />
pelada hasta el último jirón,…” (Pasternak,<br />
1958:394).<br />
Y sin embargo el mundo ha asistido también al constante<br />
e inflexible compromiso de pelear por un cambio<br />
de la realidad protagonizado por los pueblos indígenas y<br />
sus partidarios no indígenas. Durante más de dos décadas,<br />
nuestras luchas han sido capaces de conseguir el<br />
factor real más importante que el “progreso” debe ser<br />
capaz de ofrecer: “oportunidades”, que nos retan a ejercitar<br />
nuestra “libertad” y que nos aportan los frutos verdaderos<br />
del mismo. La adopción de la Declaración de las<br />
Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas,<br />
el 13 de septiembre de 2007 por la 61 ª Sesión de la<br />
Asamblea General de la ONU, proporciona inmensas<br />
“oportunidades” a través de las cuales ejercitar nuestra<br />
“libertad” y nuestro propio modelo de “progreso” — desarrollo<br />
libremente determinado.<br />
Además de ser un logro de nuestra lucha, la Declaración<br />
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (Declaración),<br />
sin embargo, también plantea desafíos. Es<br />
un hecho innegable que la Declaración no fue apoyada<br />
por todos los países miembros de las Naciones Unidas.<br />
Es obvio que los Estados Unidos de America, como el<br />
país con el papel más importante a desempeñar en los<br />
asuntos del mundo actual, junto con Canadá, Australia<br />
y Nueva Zelanda (también conocido como el grupo<br />
CANZUS), no apoyaron la Declaración. En el ámbito<br />
nacional, cada uno de nosotros está también experimentando<br />
diversos obstáculos incluso si nuestros Gobiernos<br />
apoyaron la Declaración. Aunque el tema del<br />
“derecho a la libre determinación” (articulo 3 de la Declaración<br />
de las Naciones Unidas sobre los Derechos de<br />
los Pueblos Indígenas) sigue siendo “insoportable” para<br />
la mayoría de nuestros Gobiernos, los pueblos indígenas<br />
lo acogieron con satisfacción como la más importante<br />
“oportunidad” para promover el tipo de desarrollo<br />
que querían.<br />
Asuntos Indígenas 1-2/10<br />
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(izq.) Mujer dayak trabajando en el campo, Kalimantan occidental, Indonesia – Foto: Christian Erni