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Libros y otros libros251.pmd - Casa de las Américas

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ario, sobre todo porque, más<br />

allá <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo, los escritores están<br />

con<strong>de</strong>nados a balancearse<br />

sobre una cuerda floja: hacer<br />

buena literatura o supeditarse<br />

a los patrones artesanales <strong>de</strong> los<br />

variopintos mercados <strong>de</strong>l libro.<br />

Supuestamente, la llamada posmo<strong>de</strong>rnidad<br />

nos proveyó <strong>de</strong><br />

una diversidad i<strong>de</strong>ológica y estética<br />

capaz <strong>de</strong> tornar infinitas<br />

<strong>las</strong> posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> abrir o cerrar<br />

el canon narrativo, pero resulta<br />

que en cuanto a la novela, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su nacimiento,<br />

fueron la ambigüedad y lo versátil, la pluralidad y lo<br />

disímil <strong>las</strong> reg<strong>las</strong> principales que tal vez logran <strong>de</strong>finir<br />

su única constante histórica más allá <strong>de</strong> todo tipo <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>finición caprichosa. No es que no existan los límites<br />

sino que resultan tan prodigiosamente dúctiles que no<br />

<strong>de</strong>marcan sino que provocan la trasgresión, sobre todo<br />

genérica. De modo que la singularidad <strong>de</strong>l novelista siempre<br />

es dudosa y, <strong>de</strong> querer perfilarla, habrá que son<strong>de</strong>ar<br />

con malicia <strong>las</strong> grietas textuales don<strong>de</strong> se nos revelan<br />

<strong>las</strong> lecturas digeridas o por digerir, o aquel<strong>las</strong> marcas<br />

inevitables don<strong>de</strong> el escritor –no siempre <strong>de</strong> modo consciente–<br />

se atribuye a una ralea. Lo habitual es que el<br />

autor puntualice su ascen<strong>de</strong>ncia o su sedición en una<br />

textualidad anterior y próxima, inmediata –el sobreabusado<br />

caso <strong>de</strong> El Quijote–, o que, al amparo <strong>de</strong>l espejo <strong>de</strong><br />

Henri Beyle, prefiera anclarse en esa que vive y que<br />

<strong>de</strong>sgrana a fondo; en otras, a modo <strong>de</strong> riesgo, reproduce<br />

formas canonizadas <strong>de</strong>l XIX y el XX y, o establece su<br />

compromiso exclusivamente con la fábula (sólo <strong>de</strong>sea<br />

entretener, lo cual suele acarrear el éxito en <strong>de</strong>terminadas<br />

zonas <strong>de</strong> los comercios editoriales) o gusta <strong>de</strong> un<br />

peligroso equilibrio entre la fábula, el manejo <strong>de</strong>l lenguaje<br />

y la experimentación formal don<strong>de</strong> arriesga el todo<br />

por el todo porque más que <strong>de</strong>sear escribir «literatura»<br />

necesita hacer <strong>de</strong> ello un ejercicio <strong>de</strong> salvación. Algo <strong>de</strong><br />

esto pudiera revelársenos al concluir la lectura <strong>de</strong> una<br />

novela final: Mil y una, <strong>de</strong> la argentina Susana Silvestre.<br />

Si nos diéramos a comparaciones con un par <strong>de</strong> obras<br />

<strong>de</strong> la misma autora que le han precedido, pensemos en<br />

Si yo muero primero, <strong>de</strong> 1991 y en No te olvi<strong>de</strong>s <strong>de</strong> mí,<br />

<strong>de</strong> 1995 (o en sus libros <strong>de</strong> relatos), notaremos que el<br />

acto <strong>de</strong> fabular primaba sobre el juego y la parodia, la<br />

carnavalización (para emplear un término <strong>de</strong> Bajtin que,<br />

al parecer, fuera tan caro a Susana), sobre el experimento<br />

intergenérico y el dialogismo exacerbados, rasgos<br />

que sí distinguen a esta otra obra premiada por la<br />

<strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas en el certamen <strong>de</strong> 2007 y sobre la<br />

que se hace obligatorio reparar por lo extraña que resulta,<br />

por la perplejidad que provoca. Porque ante Mil y<br />

una es inevitable <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> sospechar que nos traslada a<br />

un territorio muy distinto <strong>de</strong>l que se anuncia en la cubierta<br />

<strong>de</strong>l libro: una novela; y no estaríamos <strong>de</strong>scaminados<br />

si <strong>de</strong> momento nos sorprendiéramos como lectores<br />

<strong>de</strong> un ensayo o <strong>de</strong> una especie <strong>de</strong> compendio, casi inventario,<br />

<strong>de</strong> todas aquel<strong>las</strong> formas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la parábola<br />

hasta lo epistolar, que con el tiempo mol<strong>de</strong>aron la versatilidad<br />

<strong>de</strong>l género.<br />

En principio, nos <strong>de</strong>jamos conducir por un narrador-voyeur,<br />

un sabio <strong>de</strong>l Renacimiento <strong>de</strong>sfasado temporalmente,<br />

cuyo <strong>de</strong>jo arcaico <strong>de</strong>l lenguaje y los diversos<br />

guiños intelectuales y lingüísticos que emplea para<br />

dar cuenta <strong>de</strong> cuanto observa, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> una burla<br />

como salida <strong>de</strong> la pluma <strong>de</strong> Bocaccio –autor al que se<br />

nos remite explícitamente–, es el modo en que la escritora<br />

nos convida a remontarnos al comienzo <strong>de</strong> la<br />

historia <strong>de</strong> una discursividad. De modo que es la autora<br />

y no el narrador quien en verdad tiene la «capacidad<br />

<strong>de</strong> repetir el noventa y seis por ciento <strong>de</strong> <strong>las</strong> palabras<br />

que escucha», 2 que son al mismo tiempo <strong>las</strong> voces,<br />

los juicios, que provienen <strong>de</strong> sí misma: lo que, a ratos,<br />

transforma el roman en essai.<br />

No por resonancias caprichosas es Mil y una el<br />

título <strong>de</strong> este libro concebido a modo <strong>de</strong> una peregrinación<br />

por el género. Es cierto que no hay rastros <strong>de</strong><br />

Harum Al-Rachid, pero sabemos a dón<strong>de</strong> nos remite la<br />

erudición <strong>de</strong> Susana, lo que simboliza tal maroma <strong>de</strong><br />

bisbiseos literarios y cuáles fantasmas presentimos al<br />

inicio <strong>de</strong> una peroración múltiple, abarcadora, cuyo<br />

afán último sin dudas resulta totalizante.<br />

2 Susana Silvestre: Ob. cit. (en n. 1), p. 16.<br />

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