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LIBROS<br />
Revista <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas No. 251 abril-junio/2008 pp. 134-136<br />
GRAZIELLA POGOLOTTI<br />
La insoportable<br />
gravedad<br />
<strong>de</strong> la historia*<br />
Alberto Abreu obtuvo el premio <strong>de</strong> ensayo <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />
Américas en el año 2007. No puedo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> sentir<br />
simpatía por la ambición que animó un proyecto orientado<br />
a configurar el campo cultural cubano <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
triunfo <strong>de</strong> la Revolución hasta la década <strong>de</strong>l 90 <strong>de</strong>l pasado<br />
siglo. La aventura era riesgosa por la insuficiencia <strong>de</strong><br />
estudios monográficos previos y por la necesidad <strong>de</strong><br />
establecer una estrategia teórica a fin <strong>de</strong> articular el indispensable<br />
hilo conductor. La perspectiva asumida se<br />
afianza en el libre movimiento <strong>de</strong> la prosa, ejercicio <strong>de</strong><br />
subjetividad, y en el diálogo implícito entre creación literaria<br />
y artística, política cultural y ciudad, vale <strong>de</strong>cir<br />
polis, en un entorno estrictamente habanero. La voluntaria<br />
levedad <strong>de</strong> la escritura incita al <strong>de</strong>bate productivo y<br />
<strong>de</strong>be suscitar otras investigaciones en un terreno hasta<br />
ahora poco explorado, aunque muy manipulado con<br />
aviesas intenciones políticas.<br />
* A propósito <strong>de</strong> Los juegos <strong>de</strong> la escritura o la (re)escritura <strong>de</strong> la<br />
historia, <strong>de</strong> Alberto Abreu, La Habana, <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas,<br />
2007, premio <strong>de</strong> ensayo artístico-literario.<br />
En Los juegos <strong>de</strong> la escritura<br />
o la (re)escritura <strong>de</strong> la historia,<br />
Alberto Abreu apela al arsenal<br />
teórico más difundido <strong>de</strong> la posmo<strong>de</strong>rnidad.<br />
A la equivalencia<br />
mecánica entre el término i<strong>de</strong>ología<br />
y la doctrina marxista <strong>de</strong><br />
estrecho perfil político, se aña<strong>de</strong><br />
la <strong>de</strong>sconfianza respecto a<br />
la historia, entendida la perspectiva<br />
procesual como <strong>de</strong>venir<br />
teleológico, según el análisis<br />
<strong>de</strong>sarrollado por Rafael Rojas en sus polémicas con<br />
los origenistas. Nuestras vidas están involucradas in<strong>de</strong>fectiblemente<br />
en <strong>las</strong> gran<strong>de</strong>s sacudidas <strong>de</strong> la historia,<br />
aunque esta última pueda ser contada <strong>de</strong> diversas maneras.<br />
Imposible <strong>de</strong> <strong>de</strong>scifrar en la totalidad <strong>de</strong> su transcurso,<br />
la selección y jerarquización <strong>de</strong> los temas respon<strong>de</strong><br />
a un punto <strong>de</strong> vista. Lo mismo ocurre con la<br />
lectura <strong>de</strong> la contemporaneidad, sujeta siempre al entrechocar<br />
<strong>de</strong> i<strong>de</strong>as y ten<strong>de</strong>ncias, a la emergencia polémica<br />
<strong>de</strong> lo nuevo, al enfrentamiento por los espacios <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r<br />
en el ámbito <strong>de</strong> la cultura y en el <strong>de</strong> la política real.<br />
Al abordar el campo cultural <strong>de</strong> los 60, Alberto Abreu<br />
establece la contraposición entre heterónomos y autónomos,<br />
enmarcada en otro binarismo, el <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y<br />
saber. En el primer caso, se trata <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>ncias estéticas;<br />
en el segundo, <strong>de</strong> tensiones en el contexto <strong>de</strong> la<br />
política cultural. Convergían entonces generaciones diversas<br />
y, «<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la Revolución», corrientes i<strong>de</strong>ológicas<br />
con matices diferentes. De hecho, el ámbito cultural<br />
estaba caracterizado por un extraordinario<br />
134
policentrismo, amparado por distintas instituciones. El<br />
ICAIC, la <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas, el Consejo Nacional <strong>de</strong><br />
Cultura, la Editorial Nacional <strong>de</strong> Cuba, la editorial <strong>de</strong> la<br />
UNEAC mostraban en sus <strong>de</strong>bates y publicaciones una<br />
rica polivalencia alimentada por variados sistemas referenciales.<br />
Junto a la tradición intelectual <strong>de</strong>l Partido Socialista<br />
Popular, la izquierda <strong>de</strong> raigambre marxista apuntaba<br />
su espíritu crítico contra el realismo socialista y<br />
respecto a <strong>otros</strong> conflictos <strong>de</strong> la vida soviética. Unos<br />
preconizaban la lealtad al «mo<strong>de</strong>lo único», <strong>otros</strong> enfatizaban<br />
los rasgos originales <strong>de</strong> la Revolución Cubana, la<br />
alianza con los con<strong>de</strong>nados <strong>de</strong> la tierra, con la insurgencia<br />
latinoamericana y con la rebeldía <strong>de</strong> los afronorteamericanos.<br />
En medio <strong>de</strong> la guerra fría, se tomaba partido<br />
a favor <strong>de</strong>l tercer mundo y la <strong>de</strong>scolonización. Más<br />
que <strong>de</strong> la tradición marxista, la noción <strong>de</strong>l compromiso<br />
intelectual se inspiraba en Sartre, involucrado entonces<br />
en la solidaridad con los combatientes argelinos, tema<br />
muy difundido en <strong>las</strong> páginas <strong>de</strong> Lunes <strong>de</strong> Revolución,<br />
animado por algunos <strong>de</strong> los antiguos colaboradores <strong>de</strong><br />
la revista Ciclón. Cada uno <strong>de</strong> estos grupos disponía,<br />
en términos concretos, <strong>de</strong> una base <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r.<br />
Des<strong>de</strong> <strong>las</strong> instituciones <strong>de</strong> reciente creación, los intelectuales<br />
alcanzaron una visibilidad sin prece<strong>de</strong>ntes. Las<br />
generaciones emergían con una velocidad nunca vista.<br />
Mayoritariamente treintañeros, los protagonistas <strong>de</strong> la<br />
hora afirmaban su imagen juvenil. Poesía joven <strong>de</strong> Cuba<br />
fue el título <strong>de</strong> una antología preparada por Roberto<br />
Fernán<strong>de</strong>z Retamar y Fayad Jamís. Aún más jóvenes,<br />
los patrocinadores <strong>de</strong>l primer Caimán Barbudo –ha habido<br />
muchos <strong>otros</strong> <strong>de</strong>spués– irrumpían <strong>de</strong>safiantes en<br />
nombre <strong>de</strong> una hornada libre <strong>de</strong> contaminación con el<br />
pasado. En la polémica <strong>de</strong> Jesús Díaz con Ana María<br />
Simo asoma la contradicción entre heterónomos y autónomos.<br />
Sin saberlo, el autor <strong>de</strong> Los años duros estaba<br />
lanzando al aire una semilla que germinaría luego con<br />
lamentables consecuencias en el clima cultural cubano.<br />
El ataque ad hominem introducía temas <strong>de</strong> vida privada<br />
en el entramado <strong>de</strong> la discusión conceptual.<br />
El cine y la literatura <strong>de</strong>linearon el eje central <strong>de</strong> los<br />
<strong>de</strong>bates <strong>de</strong> la etapa. A pesar <strong>de</strong> la Conversación con los<br />
pintores abstractos, texto divulgado por Juan Marinello<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la clan<strong>de</strong>stinidad en los años <strong>de</strong> la dictadura <strong>de</strong><br />
Batista, reeditado luego por la Imprenta Nacional, la obra<br />
<strong>de</strong> estos artistas mantuvo su presencia en <strong>las</strong> galerías<br />
más prestigiosas. Tanto Expresionismo abstracto como<br />
la exposición personal <strong>de</strong> Hugo Consuegra, ambas en<br />
Galería Habana, obtuvieron una excelente recepción por<br />
parte <strong>de</strong> la crítica. La exposición <strong>de</strong> pintura cubana enviada<br />
a los países socialistas en 1962 tenía una amplia<br />
representación <strong>de</strong> la ten<strong>de</strong>ncia expresionista y <strong>de</strong> su contraparte,<br />
la geométrica. Pero en el ámbito internacional<br />
se estaba produciendo un momento <strong>de</strong> cambio. Des<strong>de</strong><br />
finales <strong>de</strong> la década <strong>de</strong>l 50, el expresionismo abstracto<br />
había ingresado al gran mercado. Un nuevo expresionismo<br />
marcaba pautas y, sobre todo, un conjunto <strong>de</strong><br />
razones culturales favorecía la expansión <strong>de</strong>l pop. Delimitada<br />
por la «maldita circunstancia <strong>de</strong>l agua por todas<br />
partes», la Isla es también un puerto, espacio <strong>de</strong> diálogo<br />
entre el a<strong>de</strong>ntro y el afuera.<br />
Cierta rutina mental a la que todos nos hemos acomodado<br />
conduce a contar por décadas los años transcurridos<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el triunfo <strong>de</strong> la Revolución. En realidad, los<br />
procesos históricos y, mucho más, los culturales, se producen<br />
al modo <strong>de</strong>l «pan dormido», brillante metáfora <strong>de</strong><br />
José Soler Puig, ese excelente narrador nuestro tan injustamente<br />
olvidado. Por factores internos e internacionales,<br />
el crepúsculo <strong>de</strong> los 60 comenzó en 1968 y se<br />
prolongó hasta el primer Congreso <strong>de</strong> Educación y Cultura.<br />
Calibán, <strong>de</strong> Roberto Fernán<strong>de</strong>z Retamar, sintetiza<br />
una zona <strong>de</strong>l acumulado intelectual prece<strong>de</strong>nte. Cierra,<br />
en términos muy radicales, la polémica abierta antes<br />
con la revista Mundo Nuevo y <strong>de</strong>sarrolla, en su núcleo<br />
generador principal, i<strong>de</strong>as maduradas también en sus<br />
reflexiones sobre la teoría literaria, sobre José Martí y<br />
sobre la relación entre mo<strong>de</strong>rnismo y 98. La perspectiva<br />
tercermundista no implica echar por la borda la herencia<br />
occi<strong>de</strong>ntal. Calibán nació en La tempestad <strong>de</strong><br />
Shakespeare. Se trata, como le hubiera gustado <strong>de</strong>cir a<br />
Carpentier, <strong>de</strong> colocar el punto <strong>de</strong> mira en otro lugar, <strong>de</strong><br />
asumir la diversidad <strong>de</strong> nuestras fuentes originarias y<br />
los problemas <strong>de</strong>rivados <strong>de</strong> nuestra mo<strong>de</strong>rnidad incompleta.<br />
Frente a la retórica <strong>de</strong> un universalismo abstracto,<br />
con la subordinación implícita al mo<strong>de</strong>lo único, reivindica<br />
la construcción <strong>de</strong> herramientas propias para el<br />
análisis <strong>de</strong> nuestros contextos específicos. En el plano<br />
135
nacional, se contrapone tácitamente a la orientación dominante<br />
en los 70. Privilegia la originalidad <strong>de</strong>l proyecto<br />
cubano frente a la adopción <strong>de</strong> fórmu<strong>las</strong> homogeneizadoras.<br />
Género mostrenco, el ensayo escon<strong>de</strong>, bajo la apariencia<br />
<strong>de</strong> la libertad suprema, una coherencia conceptual<br />
basada en el punto <strong>de</strong> vista escogido por el<br />
autor. El juego <strong>de</strong> la escritura… establece una periodización<br />
<strong>de</strong> la etapa revolucionaria con fronteras en 1968<br />
y en 1986. La licencia reconocida en una obra situada<br />
al margen <strong>de</strong> los requisitos académicos justifica la ausencia<br />
<strong>de</strong> fundamentación en el <strong>de</strong>slin<strong>de</strong> cronológico.<br />
Respecto a la primera fecha existe un extenso acuerdo.<br />
En lo que se refiere a la segunda, parecería remitirse<br />
a un acontecimiento político, el inicio <strong>de</strong>l llamado<br />
período <strong>de</strong> rectificación.<br />
Sin embargo, a mi enten<strong>de</strong>r, los procesos culturales<br />
tuvieron un ritmo diferente. El andamiaje institucional<br />
restrictivo en lo político, aislacionista en lo cultural y<br />
homofóbico, dominante en el Quinquenio Gris, correspondiente<br />
al primer lustro <strong>de</strong> los 70, empezó a <strong>de</strong>sarmarse<br />
con la creación <strong>de</strong>l Ministerio <strong>de</strong> Cultura en<br />
1976, a cargo <strong>de</strong> Armando Hart, integrante entonces<br />
<strong>de</strong>l influyente Buró Político <strong>de</strong>l Partido, bien conocido<br />
por su postura antisectaria y antidogmática. Las heridas<br />
resultantes <strong>de</strong> aquel período infausto no son fáciles<br />
<strong>de</strong> cicatrizar. Interrumpidos bruscamente, algunos<br />
procesos creativos no pudieron ser rescatados, sobre<br />
todo en el campo <strong>de</strong>l teatro.<br />
En 1980, el primer Festival <strong>de</strong> Teatro <strong>de</strong> La Habana<br />
premiaba <strong>las</strong> actuaciones y puestas en escena <strong>de</strong> algunos<br />
marginados <strong>de</strong> ayer. El Instituto Superior <strong>de</strong> Arte<br />
incorporaba profesores jóvenes y favorecía la apertura<br />
a una pluralidad <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>ncias. El conceptualismo<br />
acentuaba el peso <strong>de</strong> <strong>las</strong> i<strong>de</strong>as frente a <strong>las</strong> tentaciones<br />
hedonistas. El renovado interés por la antropología se<br />
manifestaba en <strong>las</strong> artes visuales. Una generación aspiraba<br />
a afirmarse con voz propia. Había surgido <strong>de</strong>ntro<br />
<strong>de</strong> la institución y, sin embargo, tensiones y malentendidos<br />
se multiplicaron, hasta que los aires <strong>de</strong><br />
g<strong>las</strong>nost aparecieron en el ambiente. El <strong>de</strong>rrumbe <strong>de</strong>l<br />
campo socialista, la crisis económica y la aparición<br />
<strong>de</strong>l mercado <strong>de</strong>l arte se unieron a <strong>las</strong> i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> la posmo<strong>de</strong>rnidad<br />
para modificar los términos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>bate cultural,<br />
acalorado a veces en el ámbito <strong>de</strong> la UNEAC.<br />
Como en los años 60, La Gaceta <strong>de</strong> Cuba reflejaba el<br />
movimiento <strong>de</strong> <strong>las</strong> i<strong>de</strong>as. Al igual que entonces, «joven»<br />
volvía a ser la palabra <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n. Des<strong>de</strong> el aula <strong>de</strong><br />
Salvador Redonet se alentaba la difusión <strong>de</strong> los «novísimos».<br />
En el contexto <strong>de</strong> la conmoción internacional<br />
generada por la <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> la Europa socialista, la<br />
Fundación Ludwig patrocinaba la irrupción <strong>de</strong> un número<br />
importante <strong>de</strong> jóvenes artistas plásticos en Europa.<br />
Curada por la misma institución, la muestra Una<br />
<strong>de</strong> cada c<strong>las</strong>e colocó en numerosos espacios urbanos<br />
los nombres <strong>de</strong> los emergentes <strong>de</strong>l momento.<br />
En los 80, <strong>las</strong> artes visuales habían planteado el <strong>de</strong>bate<br />
en el espacio <strong>de</strong> la ciudad, vale <strong>de</strong>cir en el <strong>de</strong> la<br />
sociedad y la política, a la vez que el diálogo con el<br />
mundo se enriquecía a través <strong>de</strong> la sucesión <strong>de</strong> bienales.<br />
Apuntaba ya el acento en la diversidad, con una<br />
visión <strong>de</strong>l erotismo que <strong>de</strong>safiaba la pacatería y una asunción<br />
<strong>de</strong> la perspectiva <strong>de</strong> género, ten<strong>de</strong>ncia en expansión<br />
en los años siguientes. De manera semejante, el<br />
franco abordaje <strong>de</strong>l homoerotismo está presente en la<br />
obra <strong>de</strong> varias generaciones <strong>de</strong> escritores y artistas.<br />
Volver la mirada hacia atrás, establecer lin<strong>de</strong>ros entre<br />
una y otra etapa y seleccionar acontecimientos precisos<br />
situados en el tiempo construye una memoria y conforma<br />
un relato <strong>de</strong> la historia. El momento que pasa es<br />
irrecuperable en su totalidad. Pero el transcurrir <strong>de</strong> los<br />
hechos se produce en una realidad compleja y poliédrica.<br />
Configurarla a partir <strong>de</strong> la contraposición <strong>de</strong> binarismos<br />
excluyentes <strong>de</strong> <strong>las</strong> inevitables contaminaciones<br />
impuestas por la vida <strong>de</strong> la polis entraña el peligro <strong>de</strong><br />
incurrir en simplificaciones <strong>de</strong>formantes. El mundo en<br />
que estamos y la necesidad imperiosa <strong>de</strong> diseñar el presente<br />
exigen un llamado a la luci<strong>de</strong>z. Esa invitación dimana<br />
<strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> Alberto Abreu. Como ciertos corrosivos,<br />
sacu<strong>de</strong> el conformismo y reclama el ejercicio <strong>de</strong> la<br />
necesaria reflexión. Porque me ha obligado a pensar y a<br />
<strong>de</strong>tenerme un instante en la marcha cotidiana, a pesar<br />
<strong>de</strong> mis discrepancias, agra<strong>de</strong>zco cuanto hay <strong>de</strong> ambicioso<br />
en la realización <strong>de</strong> su proyecto. c<br />
136
NORGE ESPINOSA MENDOZA<br />
Una explosión<br />
en tiempo Gamma*<br />
* A propósito <strong>de</strong> La paranoia, <strong>de</strong> Rafael Spregelburd, La Habana,<br />
<strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas, 2007. Premio <strong>de</strong> teatro.<br />
Una pieza teatral <strong>de</strong> Rafael Spregelburd no es una<br />
suma <strong>de</strong> escenas que pueda el lector-espectador<br />
disfrutar convencionalmente /Tal vez el verbo «disfrutar»<br />
resulta prescindible, y alguien preferiría un término<br />
menos cálido: acce<strong>de</strong>r/ Me permito entonces reescribir<br />
la frase: una pieza <strong>de</strong> Spregelburd no es una suma a la<br />
que pueda el espectador acce<strong>de</strong>r como lector convencionalmente/<br />
Pero con toda probabilidad es ahora el adverbio<br />
lo que sobra, en tanto el autor <strong>de</strong> La paranoia (Premio<br />
<strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas 2007) parece no pactar en<br />
sus reg<strong>las</strong> <strong>de</strong> juego con lo convencional, y rechace la<br />
expresión/ Sin embargo, la convención, <strong>las</strong> estructuras<br />
<strong>de</strong> lo convencional resultan imprescindibles como<br />
norma a trastocar a lo largo <strong>de</strong> esta extensa pieza, y<br />
como guiño a quien se interese en esta nota prefiero<br />
<strong>de</strong>jar esa palabra a la vista/ Tan a la vista como la nada en<br />
la cual el director y dramaturgo argentino levanta una<br />
especie <strong>de</strong> panóptico: un juego <strong>de</strong> espejos que solo<br />
refleja la calidad <strong>de</strong>l espejo vecino/ Sus personajes viven<br />
en ese espacio <strong>de</strong> nada que media entre una superficie<br />
y la otra, en el azogue mismo/ Claro que ahora tal<br />
vez la palabra que esté <strong>de</strong> más, sea espejo/ En el teatro<br />
Spregelburd los espejos, como si se empeñaran en retratar<br />
vampiros, no alcanzan nunca a retratar una faz<br />
verda<strong>de</strong>ra/ Verda<strong>de</strong>ra: otra palabra extraña para quien<br />
se asome a esta obra como quien preten<strong>de</strong> leerse en<br />
un espejo/ El rostro <strong>de</strong> un actor es el <strong>de</strong> sus personajes/<br />
Un actor es un vampiro y no se refleja más que<br />
mediante sus máscaras.<br />
Para quienes tuvieron la suerte <strong>de</strong> disfrutar en una<br />
<strong>de</strong> <strong>las</strong> pasadas ediciones <strong>de</strong>l Mayo Teatral que organiza<br />
la propia <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas<br />
<strong>de</strong> La estupi<strong>de</strong>z, pue<strong>de</strong> que<br />
La paranoia no resulte ya tan<br />
sorpren<strong>de</strong>nte. Los alumnos que<br />
Rafael Spregelburd acogió en<br />
su taller <strong>de</strong> escritura teatral tendrán<br />
/aparentemente/ algunas<br />
facilida<strong>de</strong>s para recorrer sin<br />
mareo excesivo los saltos <strong>de</strong><br />
tiempo, los juegos verbales, el<br />
trastocamiento <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s<br />
que presi<strong>de</strong> aquella pieza y esta<br />
/no en bal<strong>de</strong> partes <strong>de</strong> una serie<br />
también integrada, hasta ahora, por La inapetencia/La<br />
extravagancia/La mo<strong>de</strong>stia/y El pánico/ Aquellos<br />
que renunciaron al maratón <strong>de</strong> casi tres horas que<br />
<strong>de</strong>moraba el Patrón Vázquez /su grupo/ en representar<br />
la compleja trama que implicaba a una veintena <strong>de</strong> personajes<br />
diversos encarnados por un mínimo <strong>de</strong> eficaces<br />
actores /Spregelburd mismo entre ellos: con qué<br />
perverso placer escribirá para sí ciertos personajes/<br />
retroce<strong>de</strong>rán espantados ante <strong>las</strong> más <strong>de</strong> ciento cincuenta<br />
páginas <strong>de</strong> esta otra pieza suya, en la que el<br />
autor, malsanamente, se entretiene con escenas brillantes<br />
y algunas que parecen enredarse sobre sí para<br />
alcanzar aquel efecto «sacador <strong>de</strong> quicio» con el cual<br />
nos atormentaron <strong>las</strong> vanguardias hasta no hace mucho<br />
en sus más <strong>de</strong>svaídas versiones. En aquel taller<br />
Spregelburd habló, más que <strong>de</strong> escritura, <strong>de</strong> fractales,<br />
<strong>de</strong> holística, <strong>de</strong> tiempo y vacío, <strong>de</strong> probabilida<strong>de</strong>s matemáticas,<br />
etcétera. Su teatro es /también/ un vampiro<br />
que se alimenta <strong>de</strong> esos <strong>de</strong>shechos que el arte no recicla:<br />
ha leído física y otras materias semejantes para<br />
poner en crisis un or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> cultura que no apela a esos<br />
referentes. El lector/espectador tendrá que <strong>de</strong>jarse llevar,<br />
en La paranoia, tal y como sucedía con estos<br />
argumentos en La estupi<strong>de</strong>z. Esperará, inocente y aristotélicamente,<br />
que al final ese caos se resuelva en un<br />
nuevo or<strong>de</strong>n. Error/a pesar <strong>de</strong> manejar elencos numerosos<br />
(al menos en su dramatis personæ) Spregelburd<br />
no tirará los dados a la manera <strong>de</strong> Shakespeare. Creo<br />
que sus piezas no preten<strong>de</strong>n otra cosa, en el fondo, que<br />
inducirnos a pensar que el caos es en sí la única nor-<br />
Revista <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas No. 251 abril-junio/2008 pp. 137-139<br />
137
ma posible. La cultura, acaso, no sea sino una i<strong>de</strong>a<br />
terca y dolorosa mediante la cual el hombre ha intentado<br />
imaginar una posibilidad contraria. De ahí El ridículo/un<br />
título posible que añadir a la lista <strong>de</strong> obras <strong>de</strong><br />
este prolífico dramaturgo.<br />
La paranoia comienza con una escena <strong>de</strong> ópera china/<br />
Si dijera al lector que en los momentos finales aparecerá<br />
en una variante <strong>de</strong> esa misma escena un oficial<br />
venezolano <strong>de</strong>l gobierno chavista/ que el mismísimo<br />
Chávez será un miembro <strong>de</strong> la <strong>de</strong>senfrenada sucesión<br />
<strong>de</strong> cortes y <strong>de</strong>splazamientos que conforman la pieza/ Y<br />
más, que en casi todo momento se nos quiere confirmar<br />
la llegada <strong>de</strong>l fin <strong>de</strong>l mundo /El día que paralizaron<br />
la tierra/Armagedón/La guerra <strong>de</strong> los mundos/In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>nce<br />
Day/Plan Nine from Outer Space/ a manos <strong>de</strong><br />
una civilización superior alienígena que ha consumido<br />
toda LA FICCIÓN generada por los humanos y se aburre/<br />
tal vez ese lector se arriesgue. Las piezas <strong>de</strong> Spregelburd<br />
son en realidad dispositivos/módulos/conectores.<br />
Que esos dispositivos traten <strong>de</strong> hacer confluir<br />
dimensiones lo suficientemente distantes como para que<br />
la lógica como categoría resulte disfuncional ante tales<br />
enlaces, es parte <strong>de</strong>l riesgo. Y <strong>de</strong> la paranoia misma.<br />
Aunque una secuencia a<strong>de</strong>lante y confirme elementos<br />
argumentales <strong>de</strong> lo ya visto o por venir, el error<br />
más grave que pue<strong>de</strong> cometer el lector es leer la obra<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la comodidad que le permitiría ese recurso. El<br />
costo será alto/un lector burlado/no digamos ya un<br />
espectador que pi<strong>de</strong> que le <strong>de</strong>vuelvan el dinero a la<br />
salida/Un cine británico, tras el estreno <strong>de</strong> una <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />
piezas <strong>de</strong>l fundador <strong>de</strong> Dogma 95, anunció que <strong>de</strong>volvería<br />
el importe <strong>de</strong> la entrada a sus proyecciones a<br />
aquellos espectadores incapaces <strong>de</strong> digerir la inestabilidad<br />
<strong>de</strong> los movimientos <strong>de</strong> cámara y <strong>otros</strong> juegos <strong>de</strong><br />
estilo anticonvencional en el filme: lo pensará Spregelburd<br />
antes <strong>de</strong> presentarse en el Festival <strong>de</strong> Edimburgo/<br />
La paranoia se sostiene mediante lo que los arquitectos<br />
llaman con recelosa seguridad técnica<br />
Estática Milagrosa: una estructura que a pesar <strong>de</strong> lo<br />
evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> su precariedad, consigue mantenerse en<br />
pie/ Aunque no es por sí misma que se yergue sobre<br />
ese resorte la pieza, sino la atención <strong>de</strong>l lector/espectador/Claro<br />
que el Festival <strong>de</strong> Edimburgo se <strong>de</strong>sarrolla,<br />
evi<strong>de</strong>ntemente, en Escocia. Y no hay que imaginar<br />
que la convención británica se cumpla en esa otra<br />
zona, nacionalismos within, <strong>de</strong> la misma nación. Leía<br />
María Estuardo en su celda textos <strong>de</strong> física/ La locura,<br />
el estallido <strong>de</strong> la convención a que alu<strong>de</strong> el título es<br />
un estado <strong>de</strong> ánimo que se induce al ojo ajeno que<br />
mira al texto más que un elemento <strong>de</strong>l texto mismo/<br />
Rafael Spregelburd ha sido traducido no solo al inglés<br />
y <strong>otros</strong> idiomas pre<strong>de</strong>cibles sino también a algunos<br />
improbables, como el neerlandés y el checo/ En su<br />
taller, nos hizo ver una película checoslovaca/poscomunista,<br />
que acudía a semejantes recursos <strong>de</strong> tensión<br />
y sorpresa. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los filmes que produce BelAmi,<br />
parece ser que en ese país la física y la teoría <strong>de</strong> los<br />
fractales también han encontrado terreno ocasional en<br />
la producción cinematográfica. Qué será <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong><br />
Vera Chytílova<br />
Lo banal genera, como producto, una ficción que<br />
podría salvar al planeta. Agotadas <strong>las</strong> normas <strong>de</strong> lo<br />
banal y en circunstancias límites, producir banalidad a<br />
conciencia no es tan fácil. Generar confusión y no conflicto<br />
pue<strong>de</strong> ser también una variable <strong>de</strong> interés teatral.<br />
El terreno base es simple/ un panóptico/una refracción<br />
al infinito <strong>de</strong> una secuencia que se acelera y atrasa<br />
aparentemente a capricho para engendrar tiempo<br />
banal/ Mezclar travestis, putas, monstruos genéticos,<br />
autores plagiados, astronautas caídos no en <strong>de</strong>sgracia<br />
sino en ridículo, militares, cyborgs, la <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong><br />
toda California/Imaginar todo ello en un ciclo <strong>de</strong> progresivas<br />
velocida<strong>de</strong>s engendra paranoia/Me pregunto<br />
si en el movimiento <strong>de</strong> nuevos teatristas argentinos<br />
haya un director-autor-actor que me inquiete más que<br />
Spregelburd, que <strong>de</strong>spierte en mí tanto rechazo como<br />
disfrute/ En el centro <strong>de</strong>l panóptico hay un vampiro/<br />
Ya sé que al inicio <strong>de</strong> esta nota censuré el verbo disfrutar/<br />
Pero como a estas alturas puedo estar escribiendo<br />
en otra dimensión/puedo estar escribiendo esto<br />
en chino/ En Tarará, antigua ciudad estudiantil habanera,<br />
convergen niños rusos /ya hombres y mujeres/ sobrevivientes<br />
<strong>de</strong> la catástrofe <strong>de</strong> Chernobil con estudiantes<br />
chinos que acu<strong>de</strong>n a apren<strong>de</strong>r español, mediante un<br />
nuevo y acelerado programa <strong>de</strong> estudios/ Me permito<br />
disfrutar la filosa capacidad <strong>de</strong> sus entregas. He leído<br />
138
La paranoia con esa mezcla encontrada <strong>de</strong> placeres:<br />
el odio y la seducción también son placeres. Me gustaría<br />
recomendársela a un lector semejante/ Para evitar<br />
confusión, los estudiantes chinos son rebautizados<br />
con nombres castellanos. Si en su país <strong>de</strong> origen los<br />
padres se esforzaron en dar a una muchacha nombres<br />
como Flor De Loto Invernal o Luz De Mayo En El<br />
Jardín, ahora su i<strong>de</strong>ntidad se reduce ante el mar caribeño<br />
a la <strong>de</strong> una María Inés o Esperancita cualquiera/<br />
Me imagino el encuentro furtivo entre un sobreviviente<br />
<strong>de</strong> Chernobil y una estudiante asiática/ Paranoia: En<br />
qué idioma hablan, al verse cara a cara por vez primera,<br />
dos civilizaciones<br />
c<br />
NORBERTO CODINA<br />
Elogio <strong>de</strong> (a)<br />
Juan Manuel*<br />
Para que no haya lugar a dudas, y no creo que <strong>las</strong><br />
haya, <strong>de</strong>claro en la primera línea que esto no preten<strong>de</strong><br />
ser ni por asomo una reseña crítica, pues mi<br />
admiración <strong>de</strong> lector comprometido con la escritura<br />
<strong>de</strong> Juan Manuel Roca, hacen <strong>de</strong> estas palabras un elogio,<br />
<strong>de</strong>l que quizás los «maliciosos» que se encuentran<br />
entre los amigos y posibles lectores, que suelen ser los<br />
mismos, me quieran acusar.<br />
A mi mo<strong>de</strong>sto enten<strong>de</strong>r, abordamos a uno <strong>de</strong> los<br />
poetas latinoamericanos más importantes <strong>de</strong> su generación.<br />
Cantar <strong>de</strong> lejanía, antología personal dada a<br />
conocer primeramente por el Fondo <strong>de</strong> Cultura Económica,<br />
y que recién publica en una cuidada segunda<br />
* A propósito <strong>de</strong> Cantar <strong>de</strong> lejanía, <strong>de</strong> Juan Manuel Roca, La<br />
Habana, <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas, 2007. Premio honorífico <strong>de</strong><br />
poesía José Lezama Lima.<br />
edición <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas, a tenor <strong>de</strong> que el pasado<br />
2007 recibiera merecidamente el Premio José Lezama<br />
Lima que otorga la propia institución a poemarios éditos,<br />
es una oportunidad que se agra<strong>de</strong>ce para que un mayor<br />
número <strong>de</strong> lectores, sobre todo cubanos, puedan<br />
disfrutar <strong>de</strong> eso que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antiguo se conoce como el<br />
placer <strong>de</strong> la lectura.<br />
Conocí a Juan Manuel hace casi un cuarto <strong>de</strong> siglo,<br />
en esta Habana que le es tan familiar. Recuerdo, por<br />
ejemplo, que hace más <strong>de</strong> veinte años él estaba sentado<br />
en la sala <strong>de</strong> mi casa cuando llegué con la noticia <strong>de</strong> que<br />
me habían nombrado director <strong>de</strong> La Gaceta <strong>de</strong> Cuba.<br />
Des<strong>de</strong> un principio su poesía, su periodismo, su conversación,<br />
dieron fe <strong>de</strong> una<br />
persona por la que vale la<br />
pena apostar y ser su amigo.<br />
En sus viajes a la Isla, o en<br />
su Me<strong>de</strong>llín <strong>de</strong> la eterna primavera,<br />
en la Morelia colonial,<br />
en la Caracas <strong>de</strong> mi<br />
primera infancia, o en la conversación<br />
telefónica que una<br />
amiga nos propició en Maniatan,<br />
pero sobre todo en sus<br />
libros y cálidas <strong>de</strong>dicatorias<br />
don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>fine como<br />
«bateador <strong>de</strong> na<strong>de</strong>rías», o en<br />
<strong>las</strong> <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> suplementos literarios, por más señas el<br />
Magazín Dominical <strong>de</strong> El Espectador, <strong>de</strong>l que fue editor<br />
durante más <strong>de</strong> diez años, se ha encontrado y<br />
reencontrado nuestra amistad. Y también en sus <strong>otros</strong><br />
oficios: narrador (Alfaguara ha publicado su novela Esa<br />
maldita costumbre <strong>de</strong> morir, finalista <strong>de</strong>l Premio Rómulo<br />
Gallegos <strong>de</strong> 2007, y el libro <strong>de</strong> cuentos Las plagas secretas),<br />
gestor <strong>de</strong> antologías y revistas culturales, incluyendo<br />
esa rica vertiente que es su periodismo, y en especial<br />
sus crónicas.<br />
He seguido su poesía, y compartido con amigos<br />
esas lecturas, esa pasión que «nace <strong>de</strong> su insatisfacción<br />
con la realidad», ya sea con Enrique el escultor,<br />
Ramoncito el poeta, Greco el agrónomo, o Gisela la<br />
arquitecta. Ahí está, en el póster con el poema <strong>de</strong> amor,<br />
o en la amistad compartida con el entrañable Albertico<br />
Revista <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas No. 251 abril-junio/2008 pp. 139-1412<br />
139
Rodríguez Tosca, que con conocimiento <strong>de</strong> bares y<br />
lecturas sabe <strong>de</strong>finir esa búsqueda, don<strong>de</strong> el hombre<br />
«se asume como realidad cuestionable», por esa insatisfacción<br />
ya mencionada.<br />
Des<strong>de</strong> que leí sus primeros poemas, sentí que muchos<br />
<strong>de</strong> esos textos me hubiera gustado escribirlos, revelando<br />
el máximo <strong>de</strong> complicidad como lector, y la agonía<br />
<strong>de</strong>l oficio <strong>de</strong>l escriba. De eso habla un escriba mayor<br />
como Gonzalo Rojas, «tanta es la afinidad entre la visión<br />
y lenguaje», en su «Carta a Juan Manuel», que sirve <strong>de</strong><br />
pórtico a Cantar <strong>de</strong> lejanía. Y agrega Gonzalo: «Poeta<br />
mío entre los míos, lo que más celebro en él es la fiereza,<br />
esa amarra entre vida y poesía que llega a lo libérrimo, el<br />
tono, el tono, como dijo Vallejo, el epicentro <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir<br />
el mundo».<br />
Hace poco más <strong>de</strong> treinta años publicó Luna <strong>de</strong><br />
ciegos, que sigue siendo la piedra <strong>de</strong> toque <strong>de</strong> su poesía,<br />
don<strong>de</strong> tempranamente encontró su «tono», una<br />
<strong>de</strong> cuyas cualida<strong>de</strong>s es «su sintaxis cinematográfica».<br />
Aquellos primeros poemas que ya nos van <strong>de</strong>velando<br />
sus claves: «Como bel<strong>las</strong> mujeres / A quienes adivinamos<br />
/ La <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z <strong>de</strong> su cráneo / La certeza <strong>de</strong> que<br />
alguien, / Camina a nuestro lado...» («Como bel<strong>las</strong><br />
mujeres»), lo cual me recuerda el apunte martiano en<br />
la más terrenal <strong>de</strong> <strong>las</strong> confesiones: «Yo quiero vivir /<br />
yo quiero / ver a una mujer hermosa». O aquellos versos<br />
don<strong>de</strong> los sentidos, tan presentes en toda su obra,<br />
entran en acción: «El tacto <strong>de</strong>slizándose / en el lomo<br />
<strong>de</strong> un caballo» («Hellen Keller»).<br />
La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que casi todo escritor es autor en su vida<br />
<strong>de</strong> un solo libro, es una constante en la escritura <strong>de</strong><br />
Roca. En la poesía se pue<strong>de</strong> ser más absoluto: ser recordado<br />
por unos pocos poemas, como <strong>de</strong>cía Paz, o<br />
por unos pocos versos, como sentencia Rojas.<br />
En estas páginas encontramos ese discurso único,<br />
la voz <strong>de</strong> la tribu interpretando todo un magma <strong>de</strong> experiencias,<br />
sentimientos, <strong>de</strong>slumbramientos, diálogos<br />
con la otredad y el tiempo. Él mismo <strong>de</strong>clara «la posibilidad<br />
<strong>de</strong> monologar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el otro, <strong>de</strong> uno y los <strong>de</strong>más,<br />
todo esto envuelto en lo que creo el tema único<br />
en mi poesía: el tiempo». De esos vasos comunicantes<br />
rimbaudianos, <strong>de</strong> esa lección <strong>de</strong>l tiempo, <strong>de</strong> antigua<br />
raíz en el dilema sanagustiano, don<strong>de</strong> cruza su admirado<br />
Eliseo Diego <strong>de</strong>l que recuerda sus versos «la extraña<br />
conciliación <strong>de</strong> los días <strong>de</strong> la semana con la eternidad»,<br />
vienen los títulos <strong>de</strong> dos <strong>de</strong> sus poemarios más<br />
significativos: Monólogos y Las hipótesis <strong>de</strong> Nadie.<br />
La Historia y <strong>las</strong> historias le obsesionan. Abarcarla<br />
con unas breves líneas, «Porque yo puedo ser el guerrero<br />
saqueando Roma / (año 410)» («Lapsus linguae»),<br />
es con tres décadas, o con una en «Postal <strong>de</strong> Roma»,<br />
el anuncio <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> sus textos más conocidos: «Poema<br />
invadido por romanos». En este poema, realmente<br />
antológico, como en toda su obra, interroga al lector,<br />
al pasado y al presente. «He querido a través <strong>de</strong> mi<br />
poesía formular más preguntas que encontrar respuestas».<br />
Aquí encontramos la fuerza <strong>de</strong>scriptiva <strong>de</strong> sus<br />
imágenes: «Pensaron su ruina, una ruina proporcional<br />
/ a la sombra mordida <strong>de</strong>l sol que agoniza», don<strong>de</strong> nos<br />
sitúa, con la máxima <strong>de</strong> que el tiempo es romano y es<br />
poesía, en la contemplación impresionante <strong>de</strong>l Coliseo,<br />
como si lo recorriéramos apresados en un filme.<br />
En uno <strong>de</strong> sus mejores libros, Las hipótesis <strong>de</strong> Nadie,<br />
nos revela en «Biografía <strong>de</strong> Nadie» esa pasión entre<br />
lo mortal y lo imperece<strong>de</strong>ro que convive con nos<strong>otros</strong><br />
como en sus poemas: «Es notable la gloria <strong>de</strong> Nadie<br />
antes <strong>de</strong> la primera mañana <strong>de</strong> la historia, precursor <strong>de</strong><br />
hombres que hoy son hierba, <strong>de</strong> padres <strong>de</strong> <strong>otros</strong> padres<br />
que son ve<strong>las</strong> sin pabilo».<br />
La presencia <strong>de</strong> la tradición familiar, <strong>de</strong> la que es<br />
emblema su tío y amigo Luis Vidales («Soy Roca por<br />
lo terco, Vidales por lo muy terco»): «Mi madre paseaba<br />
por la alcoba limpiando el ojo a los retratos <strong>de</strong><br />
los muertos» («Mester <strong>de</strong> ceguería»). O en «Crónica<br />
familiar», un texto no incluido en esta selección, se<br />
interroga <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el ámbito doméstico: «¿Y la patria Es<br />
todo aquello, / Todo aquello que no tengo».<br />
Aquí tocamos a Colombia, que es protagonista, visible<br />
o subterránea, en angustias, <strong>de</strong>saliños, peleas y<br />
esperanzas, <strong>de</strong> todos sus libros: «Aquí crecen la rabia<br />
y <strong>las</strong> orquí<strong>de</strong>as por parejo» («Una carta rumbo a Gales»).<br />
El país que siempre le acompaña, ya sea el Magdalena<br />
triste y luminoso «En la ruta <strong>de</strong>l agua», o la<br />
Can<strong>de</strong>laria con sus aldabones <strong>de</strong> bronce en «Monólogo<br />
<strong>de</strong> José Asunción Silva». Todo un <strong>de</strong>samparo y<br />
una pertenencia cuando cavila: «Ahora mismo ignoro,<br />
140
como todos los nativos <strong>de</strong>l país, el lugar don<strong>de</strong> me<br />
encuentro». La violencia soterrada <strong>de</strong> ese país real, y<br />
ese país formal <strong>de</strong>l que nos hablara Montaña Cuéllar.<br />
Manuel Borrás, en el epílogo <strong>de</strong> este volumen, habla<br />
<strong>de</strong> esa voluntad <strong>de</strong> trasmitir: «El drama que pa<strong>de</strong>ce<br />
Colombia está presente en la poesía <strong>de</strong> Roca. Intenta,<br />
como ha dicho Darío Jaramillo Agu<strong>de</strong>lo, rescatar los<br />
rasgos míticos y vivos <strong>de</strong> ese país gobernado por<br />
muertos». Esa tristeza y <strong>de</strong>samparo que encontramos,<br />
acompañando el mismo acto <strong>de</strong> la creación, en un arte<br />
poética diferente, amarga, como en «La caída <strong>de</strong>l Reino»:<br />
«Y sólo encuentra / El peso <strong>de</strong> un silencio malogrado.<br />
/ El poema termina / Como un barco <strong>de</strong> papel /<br />
En los <strong>de</strong>ltas <strong>de</strong>l vacío».<br />
En otro <strong>de</strong> sus poemas antológicos, «Con el perdón<br />
<strong>de</strong> Kafka», sentimos la voz <strong>de</strong>l poeta al leerlo, cuando<br />
alarga <strong>las</strong> vocales, y queda temblando «la pesadilla».<br />
En «Testamento <strong>de</strong>l pintor chino» y «Del entierro <strong>de</strong><br />
<strong>las</strong> Meninas y <strong>otros</strong> asuntos», un ejemplo <strong>de</strong> su don<br />
para <strong>las</strong> asociaciones.<br />
Los viajes han ido alimentando sus palabras, dándole<br />
la ubicuidad <strong>de</strong> estar en Me<strong>de</strong>llín, México D.F., o<br />
La Habana, cuando sentencia: «Pero no hay nadie que<br />
sea mortal mientras baila un danzón» («Salón Colonia»).<br />
Esa <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> principio y final que es El<br />
rock <strong>de</strong> los adioses, <strong>de</strong>dicado a los cubanos Wichy<br />
Nogueras y Ramón Fernán<strong>de</strong>z Larrea: «Y todos los poetas,<br />
los engolados, los puros / Los amorosos los solemnes<br />
y los piojosos / Todos los arrogantes y soberbios<br />
poetas / ¿Van a morir ¡Yeah! ¡Tres veces yeah!...».<br />
En ese caldo <strong>de</strong> cultivo están sus preferencias: José<br />
Asunción Silva, Vallejo, Rimbaud, en primer lugar, o<br />
toda una pandilla <strong>de</strong> autores como los varios Pessoa, o<br />
Dylan Thomas, etnia espiritual, o su amigo Fayad Jamís,<br />
cuya tumba buscó en vano.<br />
Una hermosa lección sobre el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l sueño es<br />
«Última costura en el agua». O su mirada sobre <strong>las</strong> historias<br />
menudas protagonizadas por el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>las</strong> cosas,<br />
que dota a su lírica <strong>de</strong> una alegoría constante como<br />
ciudadano <strong>de</strong> los objetos, <strong>de</strong> profesión anticuario o<br />
relojero, atravesadas sus páginas <strong>de</strong> silogismos, que<br />
pue<strong>de</strong>n ser visibles u ocultos. Lo que escribe sobre<br />
Silva, «tien<strong>de</strong> a ver el reverso <strong>de</strong> <strong>las</strong> cosas, a otorgarles<br />
un animismo propio <strong>de</strong> magos o <strong>de</strong> niños», le correspon<strong>de</strong><br />
cabalmente.<br />
El humor es otra forma <strong>de</strong> dialogar e interpretar al<br />
mundo; junto a la poesía, un ejercicio para vencer la<br />
oscuridad. «No hay rasgo más humano que el que<br />
<strong>de</strong>scansa en el humorismo». Algo tan orgánico en Juan<br />
Manuel, que le acompaña siempre, lo sobrepasa, es<br />
una segunda piel, llega a hacerse insoportable para él<br />
mismo. Des<strong>de</strong> celebrar el graffiti anónimo, hasta los<br />
juegos verbales y retruécanos con que sazona, incluso<br />
traicionándose, toda conversación.<br />
Pero siempre es un humor lúcido, como lúcida es<br />
su poesía, en este territorio calcinado por <strong>las</strong> <strong>de</strong>sigualda<strong>de</strong>s<br />
y la violencia que es el mundo y la época en que<br />
vivimos, que no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> explorar convencido <strong>de</strong> que nada<br />
humano le es ajeno; don<strong>de</strong> la emoción pasa por la imagen,<br />
se levanta en la estructura <strong>de</strong>l poema, se da a<br />
conocer en sus silencios, poemas tan parecidos a su<br />
autor <strong>de</strong> tanto andar juntos. Saetas como <strong>las</strong> letras <strong>de</strong><br />
canciones populares que tanto gusta; en especial la<br />
música cubana, los bolerones <strong>de</strong> Orlando Contreras<br />
resonando en el Bulevar <strong>de</strong> Junín, su <strong>de</strong>voción por<br />
Bola <strong>de</strong> Nieves o el Benny, <strong>las</strong> crónicas que ha publicado<br />
a montón sobre los temas más diversos o esos<br />
mismos graffitis: «Las putas al po<strong>de</strong>r, sus hijos han<br />
fracasado», don<strong>de</strong> el humor y la síntesis se dan la mano.<br />
Dos virtu<strong>de</strong>s que mucho aprecia.<br />
Aquí encontramos al poeta, que como lo <strong>de</strong>finiría<br />
un ilustre compatriota suyo, el gran Héctor Rojas<br />
Herazo, «nos habla <strong>de</strong> nos<strong>otros</strong>». Recorriendo los pasillos<br />
<strong>de</strong> la <strong>Casa</strong> Silva, o los predios <strong>de</strong> La Can<strong>de</strong>laria,<br />
la cachaca o morocha, o El Vedado, con su tremenda<br />
capacidad <strong>de</strong> asociación, tanto para la conversación<br />
como para la escritura, para el humor como para la<br />
metáfora, nos acompaña en travesías don<strong>de</strong> se i<strong>de</strong>ntifica<br />
con los «maliciosos» colonizando la noche, a lo<br />
Villon o Barba Jacob, «confabulados con el tiempo».<br />
Todo en constante juego y <strong>de</strong>scubrimientos <strong>de</strong><br />
silogismos, sello que lo distingue, común <strong>de</strong>nominador<br />
en su obra.<br />
El placer <strong>de</strong> compartir esta antología, que se suma<br />
con justicia a una serie <strong>de</strong> autores latinoamericanos ya<br />
representados por este emblemático premio –baste<br />
141
Revista <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas No. 251 abril-junio/2008 pp. 142-144<br />
citar a Watanabe y Hernán<strong>de</strong>z Novás, dos amigos cuya<br />
poesía nos sigue acompañando–, es un hecho que celebramos<br />
editores y lectores.<br />
Y si <strong>de</strong> festejos se trata, parafraseando al antologado:<br />
«Festejemos a Juan Manuel que nos permite presumir<br />
que somos Alguien».<br />
El Vedado, abril <strong>de</strong> 2008<br />
c<br />
EDUARDO HERAS LEÓN<br />
Abelardo Castillo:<br />
todos los libros, el libro*<br />
* A propósito <strong>de</strong> El espejo que tiembla, <strong>de</strong> Abelardo Castillo,<br />
La Habana, <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas, 2007. Premio honorífico <strong>de</strong><br />
narrativa José María Arguedas.<br />
Creo haber dicho en otra ocasión que la generación<br />
<strong>de</strong> narradores cubanos a la que pertenezco tuvo (y<br />
tiene) una <strong>de</strong>uda permanente con Abelardo Castillo,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la aparición <strong>de</strong> Las otras puertas, mención (que<br />
<strong>de</strong>bió haber sido premio) <strong>de</strong>l Concurso <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />
Américas 1961, y cuya lectura nos <strong>de</strong>slumbró, inolvidable<br />
sensación que compartimos muchas veces con<br />
Jesús Díaz, Luis Rogelio Nogueras y <strong>otros</strong> jóvenes<br />
narradores <strong>de</strong> aquel entonces. Admiramos no sólo la<br />
prosa limpia y esa sorpren<strong>de</strong>nte pátina <strong>de</strong> emocionada<br />
ternura que la atravesaba, y que se comunicaba subterráneamente,<br />
en aquellos cuentos, con una crueldad<br />
estremecedora: operación <strong>de</strong> equilibrio literario que sólo<br />
habíamos visto con anterioridad en algunos cuentos<br />
<strong>de</strong> Borges y Cortázar; sino el <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> los recursos<br />
técnicos en perfecta a<strong>de</strong>cuación con los contenidos<br />
narrados: esos diálogos naturales y significativos<br />
que tras su aparente simplicidad ocultan y a la vez<br />
revelan magistralmente personalida<strong>de</strong>s, conductas,<br />
conflictos, situaciones oblicuas, y que tienen la rara<br />
virtud <strong>de</strong> introducirnos directamente, sin subterfugios,<br />
en la intimidad <strong>de</strong> los personajes; esa voz narradora<br />
que parece hablarle al oído no sólo <strong>de</strong>l personaje aludido,<br />
sino <strong>de</strong>l lector, en excelentes cuentos como «Conejo»<br />
y «El marica»; mudas <strong>de</strong> los puntos <strong>de</strong> vista,<br />
como esa notable muda espacial<br />
<strong>de</strong>l cuento «Hernán», que<br />
sorpresivamente convierte la<br />
voz narradora en primera<br />
persona, en la voz <strong>de</strong>l propio<br />
Hernán, el protagonista, con<br />
lo que el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> persuasión<br />
<strong>de</strong>l relato se eleva consi<strong>de</strong>rablemente:<br />
en resumen, nos<br />
<strong>de</strong>slumbraba ese magistral<br />
manejo <strong>de</strong> <strong>las</strong> técnicas <strong>de</strong><br />
narrar que mostraba el autor,<br />
y que no estaba muy<br />
difundido en aquella década<br />
<strong>de</strong> los 60, prodigiosa para la literatura y para la experimentación<br />
técnica y formal.<br />
Algo <strong>de</strong> eso intenté <strong>de</strong>cirle a Abelardo cuando hace<br />
unos años, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> varios intentos fallidos, nos<br />
encontramos en su casa en Buenos Aires. Me recibió<br />
como si fuera un conocido <strong>de</strong> toda la vida, y yo, con<br />
voz un poco altisonante y acento levemente retórico,<br />
le solté casi un discurso: «Llego a esta casa como si<br />
llegara a un santuario, para rendirle tributo a mi maestro»,<br />
le dije. «Más maestro serás tú», me respondió<br />
entre risas y abrazos, y el maestro ya fue amigo <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
entonces. Esa tar<strong>de</strong> hablamos <strong>de</strong> literatura y ajedrez,<br />
dos pasiones compartidas, mientras, en otro lugar <strong>de</strong><br />
la casa, la voz musical <strong>de</strong> Sylvia Iparraguirre respondía<br />
preguntas para algún diario bonaerense.<br />
Comparto estos recuerdos con los lectores como preparando<br />
<strong>de</strong> alguna forma el terreno para comentar El<br />
espejo que tiembla, un nuevo libro <strong>de</strong> cuentos <strong>de</strong>l gran<br />
narrador argentino, el cual obtuvo el Premio honorífico<br />
<strong>de</strong> narrativa José María Arguedas 2007 que otorga<br />
142
la <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas, a los mejores libros <strong>de</strong> narrativa<br />
publicados el año anterior.<br />
Once cuentos conforman el volumen que el autor<br />
ha subtitulado como el V <strong>de</strong> Los mundos reales, título<br />
bajo el cual ha reunido todos sus cuentos.<br />
Hace años [dice en el posfacio <strong>de</strong> Las panteras y el<br />
templo, tercer volumen <strong>de</strong> la serie] vengo sintiendo<br />
que, realistas o fantásticos, mis cuentos pertenecen<br />
a un solo libro. Y la literatura, a un solo y entrecruzado<br />
universo, el real, hecho <strong>de</strong> muchos mundos. Vasta<br />
y diversa región <strong>de</strong> la que no son ajenos, la reflexión<br />
sobre el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong>l hombre, el puro amor por la<br />
palabra y sus esplendores, o el testimonio político;<br />
país cuyos límites naturales van mucho más allá <strong>de</strong><br />
<strong>las</strong> tierras <strong>de</strong> la locura y el sueño.<br />
Si los leemos con ánimo <strong>de</strong>finitorio, los cuentos<br />
son <strong>de</strong> difícil c<strong>las</strong>ificación: excluyendo «La mujer <strong>de</strong>l<br />
otro», estrictamente realista, y tal vez «Cita en cualquier<br />
lugar», <strong>de</strong> un realismo neblinoso, cercano al absurdo,<br />
es <strong>de</strong>cir, que pertenecen al nivel <strong>de</strong> realidad<br />
«real», el resto <strong>de</strong> los cuentos transita por esa zona o nivel<br />
<strong>de</strong> realidad que contiene lo mágico, lo onírico, lo mítico,<br />
lo milagroso, lo legendario, es <strong>de</strong>cir, todo lo que<br />
pertenece a lo que comúnmente llamamos el nivel imaginario<br />
o fantástico <strong>de</strong> la realidad, niveles ambos (el<br />
fantástico y el real) que, como hemos visto, Abelardo<br />
Castillo agrupa en un solo universo que él llama «real».<br />
Con «La Cosa» se inicia el volumen que me da la<br />
impresión <strong>de</strong> que <strong>de</strong>fine el tono general <strong>de</strong> todos los<br />
cuentos: he aquí un relato fantástico cuyo tono narrativo<br />
se ofrece como en sordina, al nivel <strong>de</strong> la más común<br />
y chata cotidianidad, como si el autor quisiera<br />
narrarlo en tono menor, sin estri<strong>de</strong>ncias, don<strong>de</strong> lo fantástico<br />
<strong>de</strong> la anécdota –la propia existencia <strong>de</strong> La Cosa–<br />
se acepta como parte <strong>de</strong> esa vasta realidad que vivimos<br />
cada día: leído a la manera realista cualquier lector<br />
pudiera <strong>de</strong>cir que esa Cosa no es más que nuestros<br />
propios temores, angustias, ansieda<strong>de</strong>s, que se asumen<br />
a partir <strong>de</strong> un símbolo o alegoría (como la cucaracha<br />
kafkiana). Sin embargo, ese final levemente<br />
siniestro, alimenta una amenaza que volverá intranquilo<br />
nuestro sueño, como el <strong>de</strong>l protagonista <strong>de</strong> «La<br />
metamorfosis». ¿Qué pasará, nos preguntamos, cuando<br />
la certeza <strong>de</strong> que La Cosa está cambiando, en una<br />
forma más amenazadora, «no <strong>de</strong>l todo simiesca, pero<br />
tampoco humana», se haga realidad No lo sabemos,<br />
pero nuestra imaginación (un poco aterrada) lo intuye.<br />
«La mujer <strong>de</strong> otro» es una pequeña obra maestra,<br />
un singular ejemplo <strong>de</strong> la maestría <strong>de</strong> Abelardo Castillo:<br />
un hombre movido por una morbosa curiosidad<br />
visita la casa <strong>de</strong>l esposo <strong>de</strong> una mujer (fallecida) que<br />
fue su amante, y ante los ojos <strong>de</strong>l lector se <strong>de</strong>spliega<br />
un diálogo inolvidable entre estos dos hombres, aparentemente<br />
intrascen<strong>de</strong>nte, pero con una carga emotiva,<br />
sentimental, que navega escondida en una corriente<br />
subterránea, como el iceberg hemingwayano, y que<br />
va contaminando todo el tejido narrativo y lo dota <strong>de</strong><br />
un po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> persuasión irresistible. ¿Qué sentimos por<br />
el marido engañado ¿Lástima, compasión, o sencillamente<br />
nos i<strong>de</strong>ntificamos con ese conflicto que no es<br />
más que una <strong>de</strong> <strong>las</strong> facetas <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> una pareja Es<br />
un cuento perfecto técnicamente, con unas ligerísimas<br />
mudas temporales, y los diálogos están resueltos<br />
con una economía <strong>de</strong> recursos y una capacidad <strong>de</strong><br />
sugerencia sencillamente incomparables.<br />
Los cinco cuentos que aparecen a continuación<br />
abordan lo meramente fantástico <strong>de</strong>s<strong>de</strong> varias perspectivas:<br />
«Noche <strong>de</strong> epifanía» es una muestra <strong>de</strong> la<br />
eterna contradicción entre el mundo infantil y el mundo<br />
<strong>de</strong> los adultos. ¿Cuál <strong>de</strong> ellos es el real y cuál el<br />
imaginario La aparente ingenuidad <strong>de</strong>l relato <strong>de</strong> Carola<br />
a «Jesús dios mío», resaltada por el lenguaje empleado,<br />
aumenta notablemente el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> persuasión. El<br />
final <strong>de</strong>l cuento, que <strong>de</strong>ja sugerido un dato escondido<br />
elíptico, ofrece los suficientes elementos para pre<strong>de</strong>cir<br />
sus circunstancias amenazadoras y la realidad <strong>de</strong><br />
un <strong>de</strong>senlace trágico. En «La calle Victoria» asistimos<br />
a un encuentro don<strong>de</strong> dos dimensiones <strong>de</strong>l tiempo,<br />
pasado y presente, se superponen en un relato en que<br />
la muda <strong>de</strong>l nivel <strong>de</strong> realidad –<strong>de</strong> lo real a lo fantástico<br />
y viceversa– se produce <strong>de</strong> manera apenas perceptible<br />
para el lector. Otra vez los diálogos alcanzan una notable<br />
eficacia literaria. En el cuento, el final <strong>de</strong> la conversación<br />
coinci<strong>de</strong> con el final <strong>de</strong>l conflicto. Sólo quedan<br />
143
en el aire <strong>las</strong> interrogantes <strong>de</strong> siempre: ¿lo que contó<br />
Villari es un <strong>de</strong>lirio <strong>de</strong> su imaginación, o simplemente<br />
vivió unos momentos en otra dimensión <strong>de</strong> lo real<br />
¿Andará todavía la dama antigua, con su sombrerito<br />
tipo budinera, en el Buenos Aires <strong>de</strong> Villari, y volverán<br />
a encontrarse en una nueva casa <strong>de</strong> la calle Victoria<br />
Des<strong>de</strong> <strong>las</strong> páginas <strong>de</strong> «Aura», Carlos Fuentes le hace<br />
un guiño a Abelardo Castillo.<br />
«Fordham, 1944» y «Ondina» son sueños que se<br />
viven, fantasías, extrañas obsesiones que sorpresivamente<br />
un día irrumpen en la realidad cotidiana <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
nuestra imaginación, mientras que «El tiempo <strong>de</strong> Milena»<br />
es una construcción narrativa que se <strong>de</strong>sarrolla en<br />
dos tiempos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sigual duración: cada personaje vive<br />
tiempos distintos que el narrador termina por aceptar<br />
y a los cuales, en el <strong>de</strong>senlace, se aferra, como una<br />
última ilusión <strong>de</strong> su vejez.<br />
«Pava» es tal vez el único cuento <strong>de</strong> horror <strong>de</strong>l libro,<br />
<strong>de</strong> final previsible, aunque <strong>de</strong> ejecución impecable:<br />
el narrador va cambiando <strong>de</strong> ámbito: <strong>de</strong> Marcela, a<br />
los niños, a los padres, a Marcela, a los niños, todo<br />
con el propósito plenamente logrado <strong>de</strong> ir dosificando,<br />
aumentándola, la carga <strong>de</strong> horror que va a estallar en<br />
el <strong>de</strong>senlace, hábilmente sugerido por el autor. El lector<br />
siente, a lo lejos, la sombra <strong>de</strong> Horacio Quiroga y<br />
los vasos comunicantes que se establecen <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>las</strong><br />
páginas <strong>de</strong> «La gallina <strong>de</strong>gollada».<br />
«Cita en cualquier lugar» es también una pequeña<br />
joya: es la historia <strong>de</strong> una fatal equivocación, que tiene<br />
un resultado trágico. En este cuento, como prácticamente<br />
en todo el libro, la técnica <strong>de</strong>l dato escondido,<br />
en la cual Abelardo Castillo es un consumado maestro,<br />
se <strong>de</strong>spliega con suma eficacia: <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Hemingway, no<br />
conozco a ningún escritor que haya empleado con<br />
tanta originalidad y modalida<strong>de</strong>s, la técnica <strong>de</strong>l iceberg<br />
como Abelardo Castillo. A esto ayuda el empleo <strong>de</strong> un<br />
narrador en tercera persona (casi todos los cuentos<br />
<strong>de</strong>l libro están escritos en primera persona, aunque el<br />
estilo indirecto libre, sabiamente empleado, le otorga a<br />
los cuentos una dinámica, un ritmo narrativo que supera<br />
el peligro <strong>de</strong> la monotonía), que va dosificando<br />
<strong>las</strong> hilachas <strong>de</strong> sentido que permiten <strong>de</strong>scifrar paulatinamente<br />
<strong>las</strong> claves <strong>de</strong>l cuento. La revelación <strong>de</strong>l dato<br />
escondido elíptico final es una operación post-lectura:<br />
esa «última mirada <strong>de</strong> horror, <strong>de</strong> incomprensión y <strong>de</strong><br />
locura» <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los personajes, se traspasa al lector<br />
que, <strong>de</strong> repente, se percata, junto con él, <strong>de</strong> la espantosa<br />
dimensión <strong>de</strong> su error y su mortal consecuencia.<br />
«El <strong>de</strong>sertor» y «La que espera», los cuentos finales<br />
<strong>de</strong>l libro, están sólidamente emparentados: son profundas<br />
operaciones <strong>de</strong> buceo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l alma humana.<br />
Castillo quiere mostrarnos la génesis, la evolución y<br />
el <strong>de</strong>senlace <strong>de</strong> dos obsesiones. En el primer cuento,<br />
pue<strong>de</strong> seguirse el proceso <strong>de</strong> formación y <strong>de</strong>sarrollo<br />
<strong>de</strong> esa obsesión: el resto es puramente conjetural, como<br />
señala el narrador. La habitación que cada hombre lleva<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí, como nos señala Kafka en el epígrafe<br />
inicial <strong>de</strong>l libro, tiene la puerta cerrada, y el propio<br />
carácter absurdo <strong>de</strong> la supuesta <strong>de</strong>cisión tomada por<br />
el protagonista es lo que, paradójicamente, le da verosimilitud<br />
y eficacia literaria al relato. «La que espera»<br />
le otorga carta <strong>de</strong> ciudadanía a una <strong>de</strong> <strong>las</strong> contradicciones<br />
<strong>de</strong> la conducta humana: lo inesperado, lo ilógico,<br />
lo aparentemente irracional es la clave <strong>de</strong>l conflicto<br />
en el cuento. «La vida es un misterio», po<strong>de</strong>mos repetir<br />
con el doctor Cardona, mientras habla con Castillo,<br />
personaje que a lo largo <strong>de</strong> toda la obra narrativa<br />
<strong>de</strong>l autor aparece como su alter ego, y que a cada<br />
rato, nos envía unos guiños <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>las</strong> páginas <strong>de</strong> sus<br />
cuentos.<br />
No sé si mis <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> pasar revista a <strong>las</strong> excelencias<br />
<strong>de</strong> El espejo que tiembla han tenido éxito. Ruego<br />
al lector perdone mis <strong>de</strong>slices críticos: soy simplemente<br />
un narrador intentando reseñar un libro <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> sus<br />
maestros, o mejor, <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s maestros <strong>de</strong>l<br />
cuento latinoamericano. Porque Abelardo Castillo es<br />
eso: creo que junto con Borges y Cortázar forma la<br />
tríada indispensable <strong>de</strong>l cuento argentino contemporáneo.<br />
Yo sólo <strong>de</strong>jo constancia <strong>de</strong> esa certidumbre.<br />
Mayo <strong>de</strong> 2008 c<br />
144
LUCIANO CASTILLO<br />
La bendita manía<br />
<strong>de</strong> historiar*<br />
Qué sería <strong>de</strong> nos<strong>otros</strong> y <strong>de</strong> <strong>las</strong> generaciones futuras<br />
sin eso que podríamos <strong>de</strong>finir –parafraseando al<br />
Gabo y su manía <strong>de</strong> contar– como la bendita manía <strong>de</strong><br />
historiar <strong>de</strong> la costarricense María Lour<strong>de</strong>s Cortés. Si<br />
cada cinematografía <strong>de</strong>l continente –y exceptuamos,<br />
por supuesto, a <strong>las</strong> <strong>de</strong> México, Brasil y la Argentina,<br />
que disponen <strong>de</strong> una amplísima bibliografía– dispusiera<br />
<strong>de</strong> un libro tan abarcador como La pantalla rota. Cien<br />
años <strong>de</strong> cine en Centroamérica, los estudiosos, investigadores<br />
y cinéfilos que se aproximan al cine <strong>de</strong> esta<br />
América nuestra por primera vez, no tropezarían con<br />
tantos obstáculos.<br />
Y es que en lo referente a su cine, en esta tierra <strong>de</strong><br />
rebel<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> creadores que es la América Latina aún<br />
queda mucho por investigar, compilar y hurgar en fuentes<br />
dispersas para conformar una historia tan fraccionada<br />
como plural. Mérito <strong>de</strong> un volumen como este.<br />
Su autora, luego <strong>de</strong> una vastísima investigación, exhaustiva<br />
en grado superlativo, ha logrado configurar<br />
una suerte <strong>de</strong> mapa <strong>de</strong> la cinematografía centroamericana<br />
a partir <strong>de</strong> los «fragmentos <strong>de</strong> un cine oculto»,<br />
como precisa en la introducción. Sólo hojeándolo pue<strong>de</strong><br />
uno convencerse <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> una cinematografía<br />
centroamericana, plena <strong>de</strong> vasos comunicantes,<br />
inicialmente con<strong>de</strong>nada a la insignificancia, la exhibición<br />
limitada o la evocación <strong>de</strong> escasos títulos.<br />
Los albores <strong>de</strong> un cine que algunos imaginaban carente<br />
<strong>de</strong> historia, los pioneros, los géneros fundacionales,<br />
el indiscreto placer <strong>de</strong>l melodrama que nos aúna<br />
* A propósito <strong>de</strong> La pantalla rota. Cien años <strong>de</strong> cine en<br />
Centroamérica, <strong>de</strong> María Lour<strong>de</strong>s Cortés, La Habana, <strong>Casa</strong><br />
<strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas, 2007. Premio honorífico <strong>de</strong> ensayo Ezequiel<br />
Martínez Estrada.<br />
a todos, <strong>las</strong> búsquedas <strong>de</strong> un<br />
cine <strong>de</strong> autor y ese dilema<br />
nada shakespereano pero que<br />
pen<strong>de</strong>, como espada <strong>de</strong> Damocles,<br />
sobre todo el cine<br />
latinoamericano: coproducir<br />
o no producir, son abordados<br />
en la primera parte <strong>de</strong>l<br />
libro, titulada «Los primeros<br />
años <strong>de</strong>l cine en Centroamérica».<br />
Incluye hasta la reveladora<br />
información <strong>de</strong>l único<br />
centroamericano que obtuviera<br />
dos premios al mejor documental nada menos<br />
que en el Festival Internacional <strong>de</strong> Cannes. El cine <strong>de</strong><br />
estos países se nutrió en no poca medida <strong>de</strong>l tránsito<br />
<strong>de</strong> cineastas y figuras <strong>de</strong> uno a otro sitio, como el<br />
caso <strong>de</strong>l argentino Leo Aníbal Rubens, que luego <strong>de</strong><br />
realizar documentales en Cuba en los años 30 terminó<br />
su carrera en Honduras, Nicaragua y Costa Rica; o <strong>de</strong><br />
la actriz costarricense Yadira Jiménez, <strong>de</strong>scubierta por<br />
Juan Orol para El amor <strong>de</strong> mi bohío (1946), que rodara<br />
en Cuba, país don<strong>de</strong> ella se asentara para protagonizar<br />
luego La renegada (1951) y Honor y gloria (1952),<br />
a <strong>las</strong> ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Ramón Peón, en su tercera incursión<br />
en el cine nacional, en medio <strong>de</strong> los intervalos en que<br />
no cesaba <strong>de</strong> filmar en México, su segunda patria.<br />
Bajo el título temático «Cine y revolución», la segunda<br />
parte agrupa la ten<strong>de</strong>ncia social predominante<br />
en el cine centroamericano en <strong>las</strong> décadas <strong>de</strong> los años<br />
70 y 80 <strong>de</strong>l pasado siglo, provocados por el aliento<br />
emanado <strong>de</strong>l estado <strong>de</strong> beligerancia y los conflictos<br />
sociales. Como precisa la autora:<br />
[c]asi todos los países <strong>de</strong>l área iniciaron la búsqueda<br />
<strong>de</strong> una i<strong>de</strong>ntidad nacional en los espejos <strong>de</strong><br />
sus pantal<strong>las</strong> y la cintura <strong>de</strong> América comenzó a<br />
«existir» en festivales y muestras internacionales<br />
en una especie <strong>de</strong> «edad <strong>de</strong> oro» <strong>de</strong> la cinematografía<br />
regional.<br />
Ese recurrente adjetivo «nuevo» también fue asignado<br />
al cine producido en Panamá, Honduras, Guatemala,<br />
Revista <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas No. 251 abril-junio/2008 pp. 145-146<br />
145
Revista <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas No. 251 abril-junio/2008 pp. 146-148<br />
Nicaragua con los aportes <strong>de</strong>l sandinismo, y en El Salvador,<br />
estremecido por lo que Cortés <strong>de</strong>fine como «la<br />
utopía <strong>de</strong> la liberación», en la que <strong>las</strong> cámaras no estuvieron<br />
ausentes para registrar la convulsa situación<br />
reinante. Correspon<strong>de</strong> por estos tiempos a un puertorriqueño,<br />
Diego <strong>de</strong> la Texera, aportar un clásico a este<br />
cine <strong>de</strong> campaña: El Salvador: el pueblo vencerá<br />
(1980), triunfador en el Festival Internacional <strong>de</strong>l Nuevo<br />
Cine Latinoamericano. En el cierre <strong>de</strong> este apartado, la<br />
historiadora se interroga acerca <strong>de</strong> si ese inusitado<br />
«auge» cinematográfico <strong>de</strong> la región en esas «décadas<br />
<strong>de</strong> efervescencia y revoluciones –<strong>de</strong> sueños y <strong>de</strong> cine–<br />
en Centroamérica» fue sólo una secuela <strong>de</strong> ese momento<br />
histórico en el cual la victoria <strong>de</strong> la revolución<br />
sandinista ejerció la función <strong>de</strong> <strong>de</strong>tonante.<br />
Tras la <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> los países centroamericanos,<br />
primero <strong>de</strong>l mapa <strong>de</strong> la guerra y luego <strong>de</strong>l <strong>de</strong> la<br />
cinematografía, provocada por la disminución o suspensión<br />
<strong>de</strong>l apoyo estatal al audiovisual, el libro consagra<br />
una tercera parte a la alternativa contemporánea: la<br />
realización en vi<strong>de</strong>o: «Cine y vi<strong>de</strong>o en Centroamérica<br />
hoy». Análoga dosis <strong>de</strong> pasión vierte María Lour<strong>de</strong>s<br />
Cortés en un apartado que comienza <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el presente<br />
para vislumbrar el futuro inmediato. Nada escapa a su<br />
agu<strong>de</strong>za como historiadora: la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> los temas<br />
finiseculares, el rescate <strong>de</strong> la memoria histórica, el re<strong>de</strong>scubrimiento<br />
por el cine <strong>de</strong>l Caribe centroamericano,<br />
la presencia cada vez más vital <strong>de</strong> la mujer, <strong>las</strong><br />
incesantes migraciones y el cine <strong>de</strong>l exilio, el refugio<br />
en la literatura o el vi<strong>de</strong>o musical en Panamá. La eclosión<br />
<strong>de</strong>l cortometraje y la pujante fuerza con que irrumpiera<br />
el largometraje <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los primeros años <strong>de</strong>l nuevo<br />
siglo, gracias a una nueva generación <strong>de</strong> creadores,<br />
varios formados en la Escuela <strong>de</strong> San Antonio <strong>de</strong> los<br />
Baños –como el guatemalteco Rafael Rosal (Las cruces-Poblado<br />
próximo) o el hondureño Hispano Durón<br />
(Anita, la cazadora <strong>de</strong> insectos) son algunos <strong>de</strong> los<br />
temas tratados con un envidiable dominio <strong>de</strong> la síntesis<br />
para verter los datos atesorados.<br />
Complementa toda la información analizada por la<br />
autora una valiosísima Filmografía centroamericana<br />
(1896-2004), <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la llegada <strong>de</strong> los enviados <strong>de</strong> Lumière<br />
que introdujeron el cinematógrafo en estas tierras,<br />
hasta <strong>las</strong> primeras producciones <strong>de</strong>l año 2004,<br />
tomado como culminación <strong>de</strong>l libro, toda una conquista<br />
<strong>de</strong> la arqueología y la historiografía cinematográficas que<br />
esta edición <strong>de</strong> la <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas contribuye a difundir.<br />
María Lour<strong>de</strong>s Cortés consigue no sólo confirmar<br />
la existencia <strong>de</strong> un cine centroamericano ante los<br />
incrédulos, escépticos y <strong>de</strong>sinformados, sino reunir,<br />
con una paciencia <strong>de</strong> orfebre, esos fragmentos dispersos<br />
conformadores <strong>de</strong> una pantalla múltiple en un<br />
volumen que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ya es <strong>de</strong> obligada referencia para<br />
cuanta investigación o estudio pretenda realizarse en<br />
torno al universo audiovisual <strong>de</strong> la región.<br />
ERNESTO PÉREZ CHANG<br />
Una entre mil lecturas<br />
<strong>de</strong> Mil y una*<br />
Tenía entre sus manos un libro... Lucía el dicho<br />
ejemplar muy <strong>de</strong>teriorado, sin duda a fuerza <strong>de</strong><br />
emplear en ello el cerebro (y tal vez el corazón),<br />
en gozarlo o <strong>de</strong>testarlo...<br />
SUSANA SILVESTRE 1<br />
En el ocaso <strong>de</strong>l siglo XX y el inicio <strong>de</strong>l nuevo milenio,<br />
tan atiborrados <strong>de</strong> cuestionamientos, crisis, relecturas<br />
y reescrituras, asistimos a la constatación <strong>de</strong> un<br />
<strong>de</strong>sconcierto general a la hora <strong>de</strong> concebir el texto lite-<br />
* A propósito <strong>de</strong> Mil y una, <strong>de</strong> Susana Silvestre, La Habana,<br />
<strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas 2007. Premio <strong>de</strong> novela.<br />
1 Susana Silvestre: Mil y una, p. 23.<br />
c<br />
146
ario, sobre todo porque, más<br />
allá <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo, los escritores están<br />
con<strong>de</strong>nados a balancearse<br />
sobre una cuerda floja: hacer<br />
buena literatura o supeditarse<br />
a los patrones artesanales <strong>de</strong> los<br />
variopintos mercados <strong>de</strong>l libro.<br />
Supuestamente, la llamada posmo<strong>de</strong>rnidad<br />
nos proveyó <strong>de</strong><br />
una diversidad i<strong>de</strong>ológica y estética<br />
capaz <strong>de</strong> tornar infinitas<br />
<strong>las</strong> posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> abrir o cerrar<br />
el canon narrativo, pero resulta<br />
que en cuanto a la novela, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su nacimiento,<br />
fueron la ambigüedad y lo versátil, la pluralidad y lo<br />
disímil <strong>las</strong> reg<strong>las</strong> principales que tal vez logran <strong>de</strong>finir<br />
su única constante histórica más allá <strong>de</strong> todo tipo <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>finición caprichosa. No es que no existan los límites<br />
sino que resultan tan prodigiosamente dúctiles que no<br />
<strong>de</strong>marcan sino que provocan la trasgresión, sobre todo<br />
genérica. De modo que la singularidad <strong>de</strong>l novelista siempre<br />
es dudosa y, <strong>de</strong> querer perfilarla, habrá que son<strong>de</strong>ar<br />
con malicia <strong>las</strong> grietas textuales don<strong>de</strong> se nos revelan<br />
<strong>las</strong> lecturas digeridas o por digerir, o aquel<strong>las</strong> marcas<br />
inevitables don<strong>de</strong> el escritor –no siempre <strong>de</strong> modo consciente–<br />
se atribuye a una ralea. Lo habitual es que el<br />
autor puntualice su ascen<strong>de</strong>ncia o su sedición en una<br />
textualidad anterior y próxima, inmediata –el sobreabusado<br />
caso <strong>de</strong> El Quijote–, o que, al amparo <strong>de</strong>l espejo <strong>de</strong><br />
Henri Beyle, prefiera anclarse en esa que vive y que<br />
<strong>de</strong>sgrana a fondo; en otras, a modo <strong>de</strong> riesgo, reproduce<br />
formas canonizadas <strong>de</strong>l XIX y el XX y, o establece su<br />
compromiso exclusivamente con la fábula (sólo <strong>de</strong>sea<br />
entretener, lo cual suele acarrear el éxito en <strong>de</strong>terminadas<br />
zonas <strong>de</strong> los comercios editoriales) o gusta <strong>de</strong> un<br />
peligroso equilibrio entre la fábula, el manejo <strong>de</strong>l lenguaje<br />
y la experimentación formal don<strong>de</strong> arriesga el todo<br />
por el todo porque más que <strong>de</strong>sear escribir «literatura»<br />
necesita hacer <strong>de</strong> ello un ejercicio <strong>de</strong> salvación. Algo <strong>de</strong><br />
esto pudiera revelársenos al concluir la lectura <strong>de</strong> una<br />
novela final: Mil y una, <strong>de</strong> la argentina Susana Silvestre.<br />
Si nos diéramos a comparaciones con un par <strong>de</strong> obras<br />
<strong>de</strong> la misma autora que le han precedido, pensemos en<br />
Si yo muero primero, <strong>de</strong> 1991 y en No te olvi<strong>de</strong>s <strong>de</strong> mí,<br />
<strong>de</strong> 1995 (o en sus libros <strong>de</strong> relatos), notaremos que el<br />
acto <strong>de</strong> fabular primaba sobre el juego y la parodia, la<br />
carnavalización (para emplear un término <strong>de</strong> Bajtin que,<br />
al parecer, fuera tan caro a Susana), sobre el experimento<br />
intergenérico y el dialogismo exacerbados, rasgos<br />
que sí distinguen a esta otra obra premiada por la<br />
<strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas en el certamen <strong>de</strong> 2007 y sobre la<br />
que se hace obligatorio reparar por lo extraña que resulta,<br />
por la perplejidad que provoca. Porque ante Mil y<br />
una es inevitable <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> sospechar que nos traslada a<br />
un territorio muy distinto <strong>de</strong>l que se anuncia en la cubierta<br />
<strong>de</strong>l libro: una novela; y no estaríamos <strong>de</strong>scaminados<br />
si <strong>de</strong> momento nos sorprendiéramos como lectores<br />
<strong>de</strong> un ensayo o <strong>de</strong> una especie <strong>de</strong> compendio, casi inventario,<br />
<strong>de</strong> todas aquel<strong>las</strong> formas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la parábola<br />
hasta lo epistolar, que con el tiempo mol<strong>de</strong>aron la versatilidad<br />
<strong>de</strong>l género.<br />
En principio, nos <strong>de</strong>jamos conducir por un narrador-voyeur,<br />
un sabio <strong>de</strong>l Renacimiento <strong>de</strong>sfasado temporalmente,<br />
cuyo <strong>de</strong>jo arcaico <strong>de</strong>l lenguaje y los diversos<br />
guiños intelectuales y lingüísticos que emplea para<br />
dar cuenta <strong>de</strong> cuanto observa, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> una burla<br />
como salida <strong>de</strong> la pluma <strong>de</strong> Bocaccio –autor al que se<br />
nos remite explícitamente–, es el modo en que la escritora<br />
nos convida a remontarnos al comienzo <strong>de</strong> la<br />
historia <strong>de</strong> una discursividad. De modo que es la autora<br />
y no el narrador quien en verdad tiene la «capacidad<br />
<strong>de</strong> repetir el noventa y seis por ciento <strong>de</strong> <strong>las</strong> palabras<br />
que escucha», 2 que son al mismo tiempo <strong>las</strong> voces,<br />
los juicios, que provienen <strong>de</strong> sí misma: lo que, a ratos,<br />
transforma el roman en essai.<br />
No por resonancias caprichosas es Mil y una el<br />
título <strong>de</strong> este libro concebido a modo <strong>de</strong> una peregrinación<br />
por el género. Es cierto que no hay rastros <strong>de</strong><br />
Harum Al-Rachid, pero sabemos a dón<strong>de</strong> nos remite la<br />
erudición <strong>de</strong> Susana, lo que simboliza tal maroma <strong>de</strong><br />
bisbiseos literarios y cuáles fantasmas presentimos al<br />
inicio <strong>de</strong> una peroración múltiple, abarcadora, cuyo<br />
afán último sin dudas resulta totalizante.<br />
2 Susana Silvestre: Ob. cit. (en n. 1), p. 16.<br />
147
Revista <strong>Casa</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Américas No. 251 abril-junio/2008 pp. 148-149<br />
Ahora, ¿Mil y una es en verdad una novela Es posible.<br />
Suce<strong>de</strong> que estamos ante uno <strong>de</strong> esos textos poco<br />
frecuentes don<strong>de</strong> el buen lector se <strong>de</strong>jará arrastrar gustosamente<br />
hacia un juego (<strong>de</strong>l intelecto y <strong>de</strong> los sentidos)<br />
que a veces llega a convertirse en una trampa don<strong>de</strong><br />
se recuperan aquel<strong>las</strong> extrañas y gratas sensaciones<br />
que sólo se gozan en la aparente ingenuidad <strong>de</strong> los albores<br />
<strong>de</strong>l género, en esa cercana prehistoria don<strong>de</strong> luego<br />
<strong>de</strong> una <strong>de</strong>liciosa fábula plena <strong>de</strong> peripecias, chanzas y<br />
reflexiones se <strong>de</strong>riva <strong>de</strong> modo ineludible en algo muy<br />
similar a una moraleja o a una artimaña <strong>de</strong>l ingenio, como<br />
suce<strong>de</strong> en este caso. Es precisamente por esto que <strong>las</strong><br />
historias <strong>de</strong>l cuarteto <strong>de</strong> mujeres, <strong>de</strong> <strong>las</strong> cuatro «brujas»<br />
refugiadas bien lejos <strong>de</strong>l mundanal ruido, protegidas <strong>de</strong><br />
sí mismas, <strong>de</strong>vienen disertaciones en un tono similar al<br />
<strong>de</strong> Montaigne o, por momentos, puros ejercicios <strong>de</strong> retórica<br />
don<strong>de</strong>, en la oscuridad pero sin agazaparse, vemos<br />
moverse –¿para reír– los labios <strong>de</strong> una autora que<br />
no se contiene al esbozar un canon personal coinci<strong>de</strong>nte<br />
con el académico, don<strong>de</strong> están Rabelais, Petrarca,<br />
Bocaccio, Pasolini, Piran<strong>de</strong>llo, Goethe, Bergman y Borges,<br />
una nómina ilustre que sin dudas <strong>de</strong>scubre una gran<br />
reverencia autoral y la invitación a un diálogo hacia el<br />
interior <strong>de</strong> una obra última, terminal, que bajo <strong>las</strong> sombras<br />
<strong>de</strong> una tragedia no hay otro modo <strong>de</strong> escucharla<br />
sino como un grito, o tal vez como una carcajada o una<br />
burla, aunque muy en serio. Ciertamente con Mil y una,<br />
Susana Silvestre nos ha legado más que una novela un<br />
acertijo. La convergencia en un mismo espacio <strong>de</strong> tan<br />
diversos modos <strong>de</strong> narrar –a veces en apariencia inconexos,<br />
caóticos– sobre un discurso que en sí resulta<br />
heterogéneo, produce una verda<strong>de</strong>ra máquina <strong>de</strong> generar<br />
lecturas, y un recurso para dialogar infinitamente,<br />
por los siglos <strong>de</strong> los siglos, con la escritora porque, tal<br />
como se lee en la última carta <strong>de</strong> Van Gogh, encontrada<br />
entre <strong>las</strong> ropas <strong>de</strong> Susana el día <strong>de</strong> su muerte, «sólo<br />
po<strong>de</strong>mos hacer hablar a nuestras obras».<br />
c<br />
DAISY RUBIERA CASTILLO<br />
La música que queda<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la memoria*<br />
Acasi cuatro décadas <strong>de</strong> que el Movimiento <strong>de</strong> Liberación<br />
Nacional Tupamaros <strong>de</strong> Uruguay nos mantuviera<br />
expectantes ante los sucesos que se <strong>de</strong>sarrollaron<br />
en aquel país, Edda Fabbri nos sorpren<strong>de</strong> con<br />
Oblivion, testimonio que, con extraordinarias dotes<br />
narrativas y un lenguaje poético, reconstruye el mundo<br />
interior <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> un grupo <strong>de</strong> presas políticas<br />
en una cárcel <strong>de</strong> mujeres <strong>de</strong> Punta <strong>de</strong> Rieles.<br />
En Oblivion se vinculan recuerdos importantes <strong>de</strong> un<br />
pasado como causa <strong>de</strong>terminante <strong>de</strong> su existencia en<br />
un presente. Narración que alu<strong>de</strong> a <strong>las</strong> brechas entre <strong>las</strong><br />
c<strong>las</strong>es sociales, la marginalidad, la discriminación en<br />
complicidad o silencio <strong>de</strong> la Historia. Relato en el que<br />
está presente todo lo trágico y dramático que hay en la<br />
experiencia humana. Se distingue por la participación<br />
directa <strong>de</strong> la testimoniante en los hechos narrados, y<br />
hasta, en sus aspectos menos generalizables, se revela<br />
como una síntesis <strong>de</strong> una historia social.<br />
La esencia <strong>de</strong> Oblivion se organiza en temas para<br />
darle significado histórico y a la vez literario a la memoria,<br />
sin per<strong>de</strong>r los códigos gestuales, rítmicos y<br />
melódicos que promuevan una lectura comunicativa,<br />
para lograr que esa memoria reivindique su po<strong>de</strong>r en el<br />
ámbito <strong>de</strong> los microdiscursos al hacer confluir historia<br />
y opciones subjetivas que faciliten a lectoras y lectores<br />
el conocimiento <strong>de</strong> esa alteridad.<br />
En <strong>las</strong> propias percepciones <strong>de</strong> Edda Fabbri se perciben<br />
<strong>las</strong> dolorosas huel<strong>las</strong> que le <strong>de</strong>jó el tortuoso proceso<br />
vivido en el presidio; como plantea en una <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />
partes <strong>de</strong>l libro: «La memoria no es lo que pasó, son<br />
* A propósito <strong>de</strong> Oblivion, <strong>de</strong> Edda Fabbri, La Habana, <strong>Casa</strong> <strong>de</strong><br />
<strong>las</strong> Américas, 2007, Premio <strong>de</strong> testimonio.<br />
148
sus huel<strong>las</strong>. Y me digo: ¿Quién<br />
pue<strong>de</strong> interpelar a su memoria<br />
¿Quién va a preguntarles a<br />
su piel y a sus huesos lo que<br />
saben». Pero no por ello el<br />
relato <strong>de</strong> la Fabbri es vago, lánguido<br />
o dulzón; por el contrario,<br />
es un discurso que, en<br />
ocasiones, constituye una <strong>de</strong>nuncia<br />
a lo que consi<strong>de</strong>raba injusto.<br />
Oblivion gana una batalla al<br />
silencio. Hace pública una voz<br />
que no es una sola, son muchas voces que llevan varias<br />
décadas silenciadas y que al atrapar<strong>las</strong>, a través <strong>de</strong><br />
la suya, el sujeto hablante pone <strong>de</strong> manifiesto el po<strong>de</strong>r<br />
que resi<strong>de</strong> en lo cotidiano al interior <strong>de</strong> la prisión <strong>de</strong><br />
mujeres durante la dictadura militar. Batalla no exenta<br />
<strong>de</strong> los conflictos y contradicciones propios <strong>de</strong> la subjetividad<br />
<strong>de</strong> la testimoniante, ubicada a sí misma y a su<br />
propia experiencia en el centro <strong>de</strong>l relato, cuya legitimación<br />
no radica, <strong>de</strong> hecho, sólo en el contenido, sino<br />
en la forma <strong>de</strong>l relato mismo.<br />
En un momento <strong>de</strong> la narración, Edda Fabbri plantea:<br />
«Sería fácil <strong>de</strong>cir que escribo contra el olvido, pero<br />
yo no lo creo. Hay <strong>de</strong>recho al olvido, también. Hay un<br />
<strong>de</strong>recho a <strong>de</strong>sconfiar <strong>de</strong> los recuerdos. No sé si uno<br />
escribe para olvidar o para recordar». En tal sentido,<br />
Oblivion se nutre <strong>de</strong> los recuerdos, <strong>de</strong> la forma en que<br />
su autora recuerda y también en la que olvida el período<br />
a que hace referencia, ubicando el tiempo en sus<br />
recuerdos y sus recuerdos en el tiempo, dotándolo,<br />
a<strong>de</strong>más, <strong>de</strong> agu<strong>de</strong>za y vitalidad, <strong>de</strong> belleza y <strong>de</strong> poesía.<br />
Para narrar esta historia hacía falta una persona que<br />
conociera la prisión por <strong>de</strong>ntro y que fuera revolucionaria<br />
<strong>de</strong> convicción; entonces, todo lo que hubo <strong>de</strong><br />
transformación y <strong>de</strong> resistencia al cambio se convirtió<br />
en un canto épico. Historia en que la autora cuenta y<br />
en la que se ve envuelta en un momento histórico que<br />
la arrastra inexorablemente a situaciones que transformarán<br />
su vida. Cambio radical e irreversible en el entorno<br />
especial, específico y complejo <strong>de</strong> su encarcelamiento.<br />
La autora piensa, recuerda, lleva al papel<br />
anécdotas tanto <strong>de</strong> ella como <strong>de</strong> <strong>las</strong> otras mujeres que<br />
menciona y que, por los mismos motivos, comparten<br />
el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> haber sido mujeres combatientes, mujeres<br />
revolucionarias.<br />
En ese testimonio, la mirada femenina, su olfato,<br />
sus sentimientos, se enfrentan y analizan el pasado, el<br />
presente, en un acto <strong>de</strong> recuperación <strong>de</strong> la memoria<br />
que no podía esperar más. La autora sintió el latido <strong>de</strong><br />
su corazón y el <strong>de</strong> sus compañeras <strong>de</strong> encarcelamiento;<br />
hurgó en la sangre <strong>de</strong>tenida por los abusos y <strong>las</strong><br />
angustias, para hacerla fluir como un relato lleno <strong>de</strong><br />
realidad, <strong>de</strong> ahí que en cada capitulillo haya <strong>de</strong>dicación<br />
y entrega, pero también frustraciones, miedo, audacia,<br />
terquedad y esperanza.<br />
En Oblivion no se oculta ni se justifica nada; a cada<br />
una <strong>de</strong> <strong>las</strong> mujeres a que se hace referencia se le conce<strong>de</strong><br />
el papel que le correspondió, el <strong>de</strong>recho a ser, a<br />
estar, a vivir, sorprendiéndonos con rasgos muy poéticos<br />
que no nos impi<strong>de</strong>n la reflexión profunda, dados<br />
la humanidad y conocimientos <strong>de</strong> la autora<br />
El libro se divi<strong>de</strong> en dos partes; la primera es una<br />
reflexión a partir <strong>de</strong>l momento en que es encarcelada,<br />
en 1971. En tal sentido, los diferentes capitulillos que<br />
lo conforman están relacionados con los actos cotidianos<br />
y extremos <strong>de</strong> su vida y la <strong>de</strong> sus compañeras<br />
<strong>de</strong> presidio, entre los que hay que <strong>de</strong>stacar el titulado<br />
«El río».<br />
En 1971, <strong>de</strong>bido a la necesidad <strong>de</strong>l Movimiento <strong>de</strong><br />
Liberación Nacional Tupamaros <strong>de</strong> rescatar <strong>de</strong> <strong>las</strong> cárceles<br />
la experiencia vivida por los y <strong>las</strong> militantes que<br />
se encontraban en prisión, a través <strong>de</strong> un túnel realizado<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera, en <strong>las</strong> noches <strong>de</strong>l 29 y 30 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong><br />
1971, Edda, junto a treinta y siete mujeres más, se<br />
fugaron. De esa fuga, <strong>de</strong> la nueva etapa <strong>de</strong> encarcelación<br />
en 1972, <strong>de</strong> la salida <strong>de</strong>bido a la amnistía promulgada<br />
en 1985, <strong>de</strong> la inserción <strong>de</strong> nuevo a la sociedad,<br />
se conforman los capitulillos <strong>de</strong> la segunda parte que<br />
concluye con la misma frase con que Fabbri comenzó<br />
su relato. La lectura <strong>de</strong> este libro nos da la impresión<br />
<strong>de</strong> encontrarnos ante una pintura mural <strong>de</strong> lo<br />
que pue<strong>de</strong> ser la prisión para personas <strong>de</strong>l temple y la<br />
convicción revolucionaria <strong>de</strong> mujeres como la autora<br />
<strong>de</strong> esta obra.<br />
c<br />
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