el discurso colonial y postcolonial - Estudios – Revista de ...

ESTUDIOS. Revist¡ de Investigaciures Literarias. Año 4, Nr 8. Caracas' juldic,l9%,p.7-29
EL DISCURSO COLONIAL Y POSTCOLONIAL
Pern¡cr¡ SEso
Universidad Rice
A partir de los últimos años de la década de los ochenta, los historiadores y
anhopólogos han empezado a tenermayorconciencia de la maneracómo sus etnografias
e historias han sido modeladas por los a¡tificios retóricos y literarios. De manera
simultánea, entre los críticos literarios ha crecido el interés por emplear la teoría
anuopológica y los hechos históricos para formular nuevas interpretaciones de los
textos que habían sido considerados radicionalmente como de "aha cultura". Todo
esto ha dado como resultado una etapa extraordinariamente interdisciplinaria. I¡s
críticos literarios leen historia y anfopología" Los antr,opólogos culturales elaboran
sofisticadas opiniones sobre teóricos literarios como Mijail Bajtín, Roland Barthes y
Jacques Denida. Y aún los historiadores comienzan a interesa¡se poco a poco por lo
que se ha üamado "hisúoria cultural",una forma de análisis cultural menos desarollada
que ya se ha puesto en práctica en los campos de la antropología y de la crítica
literaria .l
En el marco de esta serie de discusiones en curso, una de lás corrientes que ha
a6aido un creciente interés entre latinoamericanistas, africanistas y orienalistas es
una emergente crítica interdisciplinaria del colonialismo conocida como el discuno
colonial. I¡s estudios sobre el discurso colonial se han originado debido a la confluencia
de dos factores: por una parte, la insatisfacción producida por las limitaciones de las
críticas existentes sobre el dominio colonial y por la otra, el movimiento intelectr¡al
contemporáneo conocido comopostestructuralismo. Ambos han dedicado sus esfuerzos
a repensar y revalorar la experiencia colonial europea en campos fan diversos como el
de la crítica literaria, el de la hisoria y el de la anropología.
El descontento con las críticas radicionales sobre el colonialismo su¡gió a raíz de
una creciente toma de conciencia sobre la desoladora uniformidad que cafact€riza a
muchos libros históricos y antropológicos que versan sobre los imperios coloniales y
t V* R.get Cl"at" r,Cultwal Hbtory, traducido al inglés por Lydia G. Cochrane (I¡hac¡, N.Y.,; Comell
University Press, 1988). Tradución del inglés Victori¡ Fmánde¿

sus sucesores postcoloniales. No importaba si el tema a tratar era Africa, Latinoamérica
o (con menor frecuencia) Asia, o si el poder colonizador en cuestión era Gran Bretaña,
España, Francia, Alemania, Portugal, Holanda o Bélgica, las versiones de los
anropólogos e historiadores acerca de lo que pasó consistieron en su mayoría en relatos
sobre la heroica resistencia con que los nativos defendieron su suelo, o bien en un
recuento manipulado en el cual los objetivos coloniales se presentaban al servicio de
los intereses de la comunidad nativa o, en todo caso, alguna combinación de estas dos
líneas narrativas.2
A finales de la década de los ochenta, estos relatos de resistencia empiezan a
percibirse como versiones mecánicas, homogeneizantes e inadecuadas de los encuentros
entre colonizadores y colonizados.3 En la medida en que las narrativas de resistencia
o de adaptación empiezan a perder credibilidad, emerge un importante movimiento
intelectual asociado a pensadores que se agrup¿rn vagamente como postestructuralistas,
cubriendo un amplio espectro de posturas teóricas que van desde Jean-Frangois Lyotard,
Roland Barthes, Jacques Derrida, Giles Delcuze y Félix Guatta¡i hasta Michel Foucault
y Richard Rorty.a Uno de los temas más acuciantes que atraviesa las obras de estos
escritores es el cuestionamiento de la nasparencia del lenguaje como vehículo de
comunicación. Las palabras, las oraciones y las frases pueden tener más de un significado
t l,asagadelas"armasdelosdébiles"continúaenelübrodeJamesScott,DomitwtionandArtsofResistarce:
HiddenTranscripts (New Haven, Conn,: Yale Univenity Press, 1990). Vertambién la revisiór¡ de Tygmunt
Baumar¡ de esta obra'How üe Defeated Answered Back", New YorkTitnes Literary Supplenent,ll de
enero de 1991, p.7.
3 JohnyJeanCama¡offllamanaestaespeciederelatos"challengeandriposte"('retoyrespuesu'). Consult¿r
su trabajo próximo a publicarse, Of Revelation and Revolution: Chrbtianity and Colonialism in Souh
Africa (Clticago, III,: University of Chicago Press.
' Jean Frangois Lyotard, Th¿ Posmodern Condition, traducido al inglés por Geoff Bennington y Brian
Massumi (Minneapolis: University of Minnesot¿ Press, 1984); Roland Barthes, Image, Musíc, Text,
traducido por Stephen Heaür Q'{ew York: Hill and Wang, 1977); Jacques Derrida, Of Grarwttatology,
traducido por Gayatri Spivak (Baltimore, Md.: John Hopkins University Press, 1976); Derrida, Wriuing
and Difference,aaducido por Alan Bass (Chicago IIL; University of Chicago Press, 1978); Giles Deleuze
y Felix Guattari, K¿fla: Toward a Mínor Lileralu¡e, traducido por Da¡ra Polan (Minneapoüs: Univenity
ofMi¡mesota Press, 1986); Michel Foucault,Order ofThings Q.{ew York: Random House, 1970); and
Richard Rorty, P hilosophy and the Mbror of Nature (Pricenton N.J. Princenton University Press, 1979).
Para consultar la introducción his¡órica de esras propuestas en los Estados Unidos ver la introducción de
JonaüanArac a su colección editada,PostmodernismandPolítics Qttimteapolis: University of Minnesota
Press, 1986). Entre las obras secundarias se incluyen la de Ionathan Cdler, On Deconstruction Qthaca,
N.Y.: Comell Univenity Press, 1982); Jonathan Arac and ChrisropherNorris, Derrida (Cambridge Mass.:
Harvard Univenity Press, 1987); John Raichman, Michel Foucault: Tlte Freedom of Philosophy $.lew
York: Coiumbia University Press, 1985); Herbert Dreyfus y Paul Ravinov, Miche Foucault: Beyoü
Structuralismandllertn¿neuics,2da. edicion (Chicago, III.: UniversityofChicago Press, 1983); y Hayden
White, Tropics of Dbcowse: Essays rz Cuttural Critic'sm (Baltimore, Md.: John Hopkins Univeniry
Press, 1978).

y más de una interpretación simultáneamente. La forma cómo las palabras son
interpretadas y entendidas estiá determinada por su contexto; no obstante, la comprensión
de tal contexto depende de la interpretación o raducción de las palabras o frases en
cuestión. Dentro de este esquema, el reconocimiento de lo que los teóricos llaman el
cwácÍer polisémico del lenguaje (a posibilidad de que una palabra posea múltiples y
aún contradictorios sentidos) ha abiero la puerta a un amplio abanico de posibilidades
interpretativas para la historia litera¡ia y para la antropología. En este telreno' el
conocimiento de las prácücas culturales de una sociedad ha venido ajugar un papel de
creciente imporfancia hasta converti¡se en el punto focal de la discusión p¿¡ra proponer
una mayor apertura de posibilidades interpretativas para las palabras, omciones y frases
de una época o cultura dada.
El d.iscurso colonial se ha dedicado, por lo tanto, a redi¡eccionar las reflexiones
críricas contemporáneas sobre el colonialismo (y su consecuencia posterior) hacia el
lenguaje usado por los conquistadores, los administradores imperiales, los viajeros y
los misioneros. Ya que fue a favés de la lengua retórica, las figuras del lenguaje
-la
y las formaciones discursivas- cómo los europeos se han entendido y gobemado,
tanto a sí mismos como a los pueblos por ellos someúdos en ultramar. Los escritores,
al reflejar el marco lingüístico sobre el cual se elaboró la política del dominio colonial,
han puesto de relieve las limitaciones de los discursos políúcos europeos, así como
también han resaltado la manera en la que el carácter polisémico del lenguaje ha dotado
a los pueblos na[ivos de los tenitorios colonizados de la capacidad de apropiarse y
r.ransformar los discursos de los colonizadores. Una crítica articulada con el lenguaje
de los movimientos de indepcndencia y dcl nacionalismo postcolonial, denominado
discurso postcolonial, ha est¿do examinando la forma cómo los discursos populares,
"la aha literatura" y la política panfletaria han cc¡rstruido todo el vocabulario
postcolonial y nacionalista. Pero poco importa si el foco de la discusión emerge de la
situación colonial o postcolonizrl; lo que hay que destacar es que la preocupación central
de estos estudios ha sido el tarnu lingüísúco a través del cual necesit¿ ser leído todo
lenguaje político del colonialismo, incluyendo sus reacciones y sus liberaciones.
Para los críticos del colonialismo son dos los afractrvos principales de las propuestas
postestructu¡alistas. El primero es el cuestionamiento que hace el estructuralismo al
humanismo radicional "por medio del desenmascaramiento de su héroe, el autor como
sujeto soberano, portado; de autoridail, legiúmidad y poder".s Algunos comentarisias
han resaltado la afinidad entre el desenmascaramiento del héroe del humanismo er¡ropeo
5 Ver el capítulo de la obra de Barthes "The Death of the Autho/', en Innge, Music,Text,l42-48; Michel
Foucaulr.Ih¿A¡claeologyofKnowledge,trtductdoalinglésporA.M.SheridanSmith(NewYork: Harper
and Row, 1962), Capítulo 2, especialmente pp.38,221-23; y "Qu'est-ce qu'un auteur" B ulletin de Ia
Sociéte Francabe de Phitosophie 63 ,no.3 (1969): 5-95, pubücado en inglés como'What is anAuüor"
enTextua! Stratagtes, editado por Iosué V. Harari (thaca, N.Y.: Comell University Press, 1979).

occidenlal y el desenmascaramiento del héroe del imperialismo como pertengcientes a
una línea común de pensamiento.d El segundo gran atractivo del postestructu¡alismo
descansa sobre el desplazamiento de la "intención" del autor o "significado original"
como punto central de reflexión, permitiendo así a los críticos literarios y a otros
especialisras aborda¡ el análisis a partir de las maneras cómo las distintas comunidades
textuales se apropian y usan el texloJ Esa evolución ha tenido dos efectos relevantes.
El primero ha sido el de socavar la tendencia a acepüar juicios normativos que se basan
en la cercanía de la interpretación, lo que los críúcos suponen que fue la intención de
los au¡ores originales del documento colonial. El efecto corolario de esta crítica ha
sido la apertura al examen de las formas de cómo la recepción y apropiación de un
texto por parte de los pueblos colonizados ha sido configurada atendiendo a una
experiencia social y política diferente de aquella que pretendieron los autores del texto
o sus intérpretes ortodoxos de la "alta cultura". Si los críúcos e historiadores tuvienrn
que conünuar insistiendo en Ia primacía de lo que la "aha cultu¡a" o la crítica imperial
considera que fue la intención original del autor, entonces lo que los intérpretes de las
culturas colonizadas han hecho de ¡odo ello se seguiría considerando como perdido,
desechable o simplemente ingenuo, sin importancia o como una "lectu¡a deficiente".
Tanto el postestructuralismo como cl discu¡so cokrnial comparten una afinidad con
un tercer conjunto de discu¡sos contemporáncos, aqucllos que versan sobre el
feminismo. L¡s Fes critican el sujeto tradicional dcl humanismo; pero con la crítica
feminista se ve atacado como una forma sexuada: cl discurso patriarcal. Además, la
denuncia de los defensores del discu¡so colonial pcrmitc habla¡ a los nativos con sus
propias voces; lo cual ha tenido resonancia en el rcclamo fcminista de permitir a las
mujeres hablar con su propia voz. Como resultado dc las discusiones del discurso
colonial y posrcolonial ha atraído una canüdad considcrable de mujeres prominentes,
entre quienes se destacan Gayatri Spivak.S Tanto cl discu¡so feminista como el
i . k,'Deccnstructing Historiography",subaltern Stwli¿s lV,crtiudoporRanajitGuh¿ (Delhi:
Oxford Univenity Press, 1985), ver especialmente p. 337.
7 l¿ .liferencia círica que existe entre la recepci&r de los lcxtos litcrurios por comunidades de lectorcs y
aquella recepción proveniente de los sujetos del poder irnpcrial. C'omo lo ha señalado Homi Bhabha, el
discu¡so colsrial no sólo es apropiado por las comunidadcs tcrtuslci. sino que apela a alguien (o a una
ccnunidadespecífica). ParalapropuestadeBhabha,yoa¡rotarluadcmásqueestediscursosemantiene
por el ejercicio de la fuerza por medio de los ejércitos, inquisicioncs, policla secreta y cárceles, todo lo
cual le provee de un madz cqnpletamente diferente. ü dcstürata¡i

postcolonial han ido más allá del simplereclamo de "dejar hablarala mujero al nativo",
desanollando una perspectiva que critica la celebración ingenua de las voces feministas
onacionalistasqueserepreSentanasímismascomo..provenientesdeabajo''.9
Los inicios del campo del discurso colonial se identifican generalmente con la
publicación de la obra Orientalism (1978) de Edwa¡d Said, que representó un ataque
sistemático pero efectivo de las formas de cómo los escritores occidenfales y los oficiales
coloniales habían venido construyendo su saber sobre el Meüo Oriente y del Oriente
desde frnales del siglo XVItr.l0 La denuncia de Said del exotismo, erotización y
romantización de los "otros" remotros del Medio Oriente y su crítica al reduccionismo
de las representaciones europeas de pueblos que han venido produciendo sus propias
representaciones a través muchos siglos, provocó una considerable conmoción . Como
era de esperarse, su libro tuvo un impacto definitivo en los estudios sobre el Medio
Oriente pero también atrajo el interés general sobre esüas tres discipünas académicas
tradicionales, la teoría literaria, la antropología y, más recientemente, la historia" [¿
publicación de Orientalismllevó a un renacimiento del interés por la poderosa acusación
que Franz Fanon hizo del colonialismo en Black SkinWhite Masks (I952),que desde
entonces ha sido reeditado con una nueva introducción de Homi Bhabha, un teórico
líder en el campo del discurso colonial.ll
llasta el momento presente, el libro de Said y el resurgimiento de las ideas de
Fanon han tenido su mayor impacto sobre la teoría literaria y la anropología. Los
teóricos literarios (entre quienes se encuentra Said) se han preocupado históricamente
por las propuestas sobre la representación textual y, en consecuencia, encuentran famiüar
la aproximación textual de Said a pesar de lo novedoso de la materia. Pa¡a la
th¿ThirdWorld (London: Zed Books, 1986); y también las propuestas temáticas de Inscriptions, nrímeros
34(1987-88)y5(1989). VertambiénTrinhT.Minh-ba,Wornan,Native,Other:WritingPostcoloniality
a d F e min is m @loomin gton: Indiana University Press, I 9 89).
e Porejernplo, lrüaAhmed "FeminismandCross-Culturallnquiry:TheTermsof¡heDiscouneinlslam,"
en Coming to Terms: Feminbm, Theory, Politics, editado por Elizabeth Weed (London:Routledge,
Chapman, Hall, 1989), 143-51. Vertambién Homi K. Bhabha,'Disserni-Nation:Time, Narrative, and the
Margins of the Modem Nation", en su colección editada Natbn and Nanation (London: Routledgc,
t990),29t-322.
t0 &lward Said,Orientalism (New York: Random House, 1978). Aunque Fredric Jamess¡ sostiene en su
prólogo a la venión inglesa de Ca liban and Other Essays que la obra de Roberto Femández Rer¿mar fue
elequivalentelatinoamericano de Ori¿ntalbmdeSaid, sus simürudes tienen sóloque ver con sus posürar
crlticas. Al contrario de Said, Femá¡rdez Retamar no se maneja con las prácticas discu¡sivas. Ver C¿ür¿¡
atd Other Essays, prólogo de Frcdric Jameson, traducido por Edward Baker (Mirmeapoüs: Univenity of
Minnesota Prcss, 1989)¡iü.
¡r FrantzFanon,Peau4oire,nusqwsblancs(Pais:EditionsdeSeuil,lg52),traducidoalinglésoriginalmarte
por Charles L Ma¡kham como Black Skin,White Masks (New Yo¡k: Grove, 1967). El prólogo de Homi
Bhabtra fue publicado en 1986 en l.ondres en la edici&r de Pluto Prcss bajo el mismo dtulo. k opinión de
que el discurso colonial ernpieza con Fanon y no con Said ha sido discutida más recienternenrc por
Benita Parry e

antropología, como disciplina que se ha deücado históricamente a la representación
de los oEos pueblos, este tema de discusión era bien conocido construcción de las
-la
comprensiones de los otros culturalmente cruzados- pero la aproximación textual
fue aceptada pronto como un nuevo y fructífero ángulo desde el cual se podia abordar
los estudios anropológicos.l2 En historia, la propuesta de Said ha sido adoptada
principalmente por los historiadores del Medio Oriente y por los del Sur de Asia hacia
quienes él orientó explícitamente la discusión de este tópico.l3 En épocas más recientes,
su propuesta se ha vuelto importante también para el estudio de la historia africana"
Entre los latinoamericanistas el creciente interés por los documentos coloniales p¿¡rece
seguir también las mismas corrientes disciplinarias, apareciendo primero ent¡e los
teóricos literarios, después entre los antropólogos y más recientemente, entre los
his¡oriadores.
Literatura
El interés por el discurso colonial en Latinoamérica se percibe más vívida y
extensamente en el campo de los estudios literarios . Uno de los primeros excelentes
estudios en este terreno es Colonial Encounters de Peter Hulme. 14 Los primeros dos
capítulos revisan las categorías del "caníbal" inventada en los discursos espaf,oles
sobre el Nuevo Mundo a finales del siglo XV, término que se volvió sumamente
problemático a la hora de definir a las sociedades que realmente encontra¡on. El
"caníbal" se transformó en una marca ideológica que separaba la frontera entre los
"salvajes" nativos y los europeos "civilizados", y que proveía jusúficación para el
12
C"o.ge E. Marcus y Michael Fischer, Anthropology as Culturat Crítique (Chicago Ill.: University of
Chicago Press, 1986); James Clifforl y Georye E. Marcus, Writíng Culture: The Poetics and Politics of
Etlnographty @erkeley y Los Angeles: University of Califomia Press,l986), publicado en castellano
cqno Relóricas de Anrropoloyía (Madrid:Ediciones Jucat, 1991); y James Atfford,Thz Pred.ícanwnt of
Culture (Canbndge, Mass.: Harvard University Press, 1988).
r3
T'mothy Mitch ü,Colonízing Egypt: OrientalbmReconsidered(Cambridge: Cambridge University Press,
1988). Muchos de los afículos y revisiones importantes en este campo han sido pubücados en el diario
Middle Eastern Research and Inhrnnlion ProjecL Para un resruncn del impacto de Orientalbm enlos
estudios del Medio Oriente en toda la pasada dócada ver Kharuin (1988).
raVertambión la excelenre y pionera obra de Rolena Ad

dominio de estos mismos europeos cuyo rito religioso de la comunión evitaba
cuidadosamente el uso del término canibalisma. El tema del canibalismo aparece en
las angusúosas fant¿sías de Robinson Crusoe, (donde imagina ser devorado) y en el
anagramadeCallbánenLaTempestad. Los tres capítulos siguientes deHulmeexploran
la paradoja central de los primeros encuentros entre los ingleses y los indios: la
superioridad de la técnica bélica de los ingleses en contraste con su incapacidad para
alimenta¡se con su consecuente dependencia de la hospitalidad nativa para la provisión
de alimentos. Tenemos tres diferentes interpretaciones de esta paradoja de la superioridad
técnica y dependencia física en LaTempesrcd, en los relatos de John Smith de Pocahontas
y en Robinson Crusoe.En LaTempestad,la magia de Próspero, como las armas y las
maquinaciones europeas, opera sólo durante la colonización. Próspero, como Crusoe
y como los colonizadores de Virginia, usa su magia (o la superioridad técnica occidental),
no pam producir comida, sino para cambiar su relación con los nativos: de invitado a
amo. Transformándose a sí mismos en los señores de la tierra por medio de la magia,
estos europeos t¿mbién convierten (o imaginan que convierten) a los nativos en mano
de obra paraproducir sus provisiones alimenticias (pp.131-32). Cuando seles confronta
con el reúro de la hospitalidad, de la cual dependía su supervivencia en Virginia, los
narradores ingleses relatan uniformemente est¿ pórdida de la hospitalidad como la
"traición india". Hulme sugiere, sin embargo, que ello representó una "eventual pérdida
de paciencia conjuntamente con un adverso descalabro en la economía" (p.130), ya
que los ingleses demostraron poca inclinación para corresponder recíprocamente a la
hospitalidad o para aprender cómo alimenta¡se. Al analizar la popular narrativa
folclórica inglesa del siglo XVIII de Inkle y Yarico, Hulme demuestra cómo la visión
sentimental de los caribes fue no obstante destruida para justificar el exilio y la
exterminación británica de los caribcs naüvos de St. Vincent. En las nanaúvas briuánicas
que hablan de sus guerras contra estos ca¡ibcs racialmente mezclados, los caribes
"originales" se transformaron en las víctimas pacíIicas de la usurpación negra, una
justihcación para la intervención brit'ánica contra estos usurpadores. Pero los británicos
no tenían intención de restituir estas tierras a sus legítimos dueños caribes. Después de
ser derro[ados por una fuerza expediciona¡ia de diecisiete mil soldados,los caribes
negros de St. Vincent fueron forzados a establecerse en una isla fuera de la costa de
Hondu¡as, y la tierra fue tomada por los colonizadores brit¿inicos. Hulme demuestra
cómo el uso del término "caníbal", como justilicación de la conquista etuopea, se
desplazó del campo del "salvajismo", para convertirse en un concepto nostágico del
siglo XVIII para nombra¡ a los originarios (y extintos) dueños. SuColoníal Encounters
es una obra modelo sobre el discurso colonial que combina el anáüsis textual con un
profundo conocimiento de la antropología cultural y la historia.
Una críúca menos sofisticada en la dimcnsión política de las historias de la conquista
es Discarsos narrativos de la conquista: mitificación y emergencia de Beariz Pasf.or.
l3

Pastor se concentra en cinco textos muy conocidos del siglo dieciseis. El Diario de
Cristobal Colón, las Cartas dc Relación de Hernfti Cortés, Los Naufragios de AIva¡
Núñez Ca&za de Vaca, varias versiones de la expedición de Lnpe de Aguirre y el
poema épico de Alonso de Ercilla, La Araucsna. En cada obra (y para varios texúos
menos conocidos), describe la posición del narrador, su descripción de la nahfaleza,
su relación con ella y su visión de los naüvos. Al establecer un contraste entre las
narrativas heroicas y épicas de Cortés y Colón con los juicios, fracasos y rebeliones de
Cabeza de Vaca, Fray Marcos de Nizza, Lope deAguine y Alonso de Ercilla, Paslor se
propone locafizar los discu¡sos críticos dentro de los relatos de fracaso y de rebelión.
En las narrativas de fracaso, el enemigo principal no son los nativos, sino el medio
ambiente, y la brÍsqueda de oro es reemplazada por la búsqueda de metas más cotidianas
como la comida, ropa y agua. Pastor sostiene que las narrativas del fracaso empiezan
a criticar los modelos ideológicos y literarios resaltando la incapacidad de los
exploradores para conseguir los ma¡avillosos objeúvos que buscaban. Los relatos de
rebelión, como ella los cataloga, tal como el de Lope de Aguirre, empiezan con el
fracaso y terminan denunciando "la realidad de violencia, rivaüdades, injusticia y
com:pción" que existe en las expediciones de la conquista (pp. 294-298). Pastor
considera este modelo radicalmente opueslo al modelo heroico (p.307), porque en las
narrativas de rebelión el terror caótico sustituye al orden épico (p.309) y el rebelde se
distancia a sí mismo explícitamente de las formas de auoridad representadas por el
Rey y sus representantes (p.312). Pasor plantea que el relato de Ercilla de la expedición
contra los araucanos, en la que los guerreros nativos están dotados con los rasgos de
los caballeros españoles y las mujeres nativas son vislas como las damas de las hisorias
de caballería, es la narrativa más crítica de todas, porque condena la pérdida de los
valores heroicos y la transformación de los conquistadores en ambiciosos encomenderos.
Sólo se puede üsualizar la victoria sobre los nativos si se impone el regreso de los
valores heroicos tradicionales (p.413). El problema, con todas esúas formas de crítica
identificadas por Pastor, es que ellas se manüenen claramente dentro de los límites
establecidos por la ortodoxia política española del siglo dieciseis. La crítica al
encomendero usurpador juega en la crítica española tradicional como el típico lamento
por la pérdida de un imaginario y primigenio mundo menos materialista. Aún Aguine
jusüfica su propia rebelión en términos de la decadencia del vasallaje y otros valores e
instin¡ciones políticas españolas tradicionales. Estas críticas están así moldeadas por
un deseo nostálgico y reaccionario del regreso a los valores tradicionales medievales
hispánicos, que se supone fueron la causa del éxito de las primeras expediciones de la
conquisla" Pero al caracterizar estas nÍurativas como de fracaso o rebelión, se mantiene
una perspectiva totalmente europea: ellos fallan o se rebelan contra las ambiciones
europeas. Como todo discurso orienLalista, los nativos de estas narrativas siguen siendo
una hoja en blanco sobre la cual están inscriras unto las frustraciones como las nostalgias
t4

de los europeos por la pérüda imaginaria del Edén de su propio pasado.
l¿s obras de Hulme y de Pastor comparten la preocupación por el período histórico
en el cual fueron producidos los textos literarios de la conquista. Ambos se.distancian
de la generación anterior de los "Nuevos Críúcos", quienes negaron la existencia de
un contexto histórico o político. Pasor y Hulme demuestran además un compromiso
para desarrollar críticas literarias del contexlo colonial en las cuales estos textos fueron
creados.
Los dos texos que Hulme anal iza, Robinson Crwoe deDantelDefcr', y LaTempestad
de William Shakespeare, han sido vistos a partir de entonces como parte del canon
litera¡io. Los ataques al canon lilerario se basan generalmente en consideraciones
sobre características de género, étnicas o raciales de los autores de los libros que están
dentro del canon. Siguiendo a Said, Hulme recuerda a los lectores el subtexto político
de cada obra que está dentro del canon, el cual no emana de la biografía del autor 0a
leuanía común acerca de la raza, clase y género) sino de la postura política e histórica
del estado en el que los textos fueron compuestos. De este modo,los gustos litera¡ios
que se guardaron como reliquia en el ca¡ron podrían reflejar el deseo de una cierfa
imagen del imperio. No odas las obras canonizadas de la literatura inglesa de los
siglos XVII Y XVIII reflejan estras preocupaciones imperiales, pero una gran cantidad
de ellas lo hace, lo que sugiere un fuerte nexo entre las relaciones de la autoridad
culn¡ral y la política-
Antropología
Como muchos críticos han señalado, la crítica de Said al proceso mediante el cual
Asia y el Medio Oriente fueron representados por Occidente, descansa únicamente en
su lectura de las obras de Occidente, de la filosofía continental y del canon üterario
europeo.15 A pesar del reclamo de Said para que la voz del "otro" sea oída, este autor
no analiza ni cita siquiera ningún texto que verdaderamente haya sido compuesto por
escritores del Medio Oriente o Asia. Tampoco procede a da¡ el paso adicional necesario
panl mostrarcómo o porqué tales textos diferían de aquellosproducidos en Occidente.l6
En ot¡as palabras, él no explica cómo las distintas perspectivas o cosmovisiones
funciona¡on entre las cultr¡ras ¡ por consiguiente, no proporciona ninguna base para
la dinámica del conocimiento del cruce cultu¡al. En antnopología, la disciplina que
más se interesa por las políticas y éticas que representan las perspectivas de las otras
Ú Jamo Cliffo¡d, TIu Pnücancnt of Cultwc (Cunbridge, Mass.: Harvard Univenity Prcss. 1988), 55'
76"
t6
lb¡d. l- defensa de Said cont¡a sus crlticas en antropologfa pueden encontranc cn "Reprcsenting thc
Colonizd", Crirical I aquiry 15 (1989):205-25.
l5

culturas, el reto de proveer un modelo o esrategia para la traducción del cruce cultu¡al
o para representar a los otros culturalmente diferentes era ya una búsqueda en el
momento en que el libro de Said se publicó. PaÍe de estos esfuerzos aparecieron
publicados como una serie de etnografías experimentales, algunas escritas como
Oiátogot y oEas producidas en colaboración con varios de autores.lT
Las diferentes esnategias para representar a otra cultura consútuyen la parte medular
de una cantidad de obras recientes sobre antropología latinoamericana, incluyendo la
obra precursorashamanism, Colonialism, and the Wild Man de Michael Taussig. Este
estudio ataca Ia "ficción objetivista" requerida por la escritura histórica mientras
producía un relato del tenor que acompañó el "boom" del caucho en la región de
Putamayo, Colombia. Taussig rompe con el andinismo (la antropología local, variante
del orientalismo)18, el cual ha roto la estabilidad y coherencia de las sociedades (y sus
formas de representación) en la Región Andina a ravés de la descripción de una cultura
fragmentada en la que el colonialismo (tenor) y la sanación (shamanismo) resultan
mutuamente conFadictorios, discursos fracturados que están extendidos entre múltiples
localidades. De este modo, Taussig va más allá de la voz del Otro, mostrando que ni
la voz del Occidente (colonialismo) ni las voces de los nativos pueden ser relxesentadas
como monolíticas, localizadas regionalmente o como sistemas estables de sentido.
Esta corriente de la antropología se entrecruza también con una conciencia altamente
politizada del contexto local e intemacional en el cual se realiza el fabajo de campo;
una toma de conciencia paralela a la designación del canón litera¡io basado en las
condiciones políticas que prevalecen en la metrópolis. El más reciente volumen de
George Stocking sobre la historia de la antropología, Colonial Situations, recopila
algunas de las más importantes reinterpretaciones actualizadas del contex¡o político
imperial de las tempranas etnografías del siglo XX.l9 Uno de estos estudios es
Unfinished Conversations de Paul Sullivan, que es una revaloración críúca del contexto
político de las excavaciones arqueológicas y trabajo etnográfico sobre los mayas en
los años treinta. El autor describe cómo Sylvanus Morley, uno de los primeros
arqueólogos que nabajaron en las ruinas mayas de Chichen Itzá, llevó a cabo un
reconocimiento en tiempos de guerra para la inteligencia naval norteamericana al mismo
tiempo que trabajaba como antropólogo. Cuando Franz Boas condenó el uso que
hacía Morley de la antropología, no fue Morley sino Boas quien fue censurado por la
tt Múlripl"r ejemplos de estas etnografías pueden verse en Anlhropology as Cultural Critiquz de Marcus
and Fisher.
It Orin Sram,'Missing rhe Revolurion: Anthropologisrs and the New Warin Peru" Cultural Anthropology
6 (1991):63-91.
re George Srocking Colonial Sítuations,vol. T de la serie Historia de la antropología (Madison: Univenity
of Wincor¡sin Press, 1991). Un trabajo anlerior es la colección de Tal¡l Assad Anllvopology and the
ColonialEncounfer (New York: llumanities Press, 1973).
l6

Asociación Americana de Annopología (pp. 131-36). Con la llegada de la Segunda
Guerra Mundial y la creciente tensión entre los oficiales mexicanos y los jefe mayas
sobre la reforma agraria, Morley y su colaborador instutucional, la Institución Carnegie,
se retira¡on de Chichen ltzá Gtp.152-53).
Sullivan explica los mayas con el argumento que Michael Herzfeld ya había
desarrollado complelamente en Anthropology through the Looking Glass: Critical
Etnography in the Margins of Europe.z0 Hetz feld sostenía que la visión occidental de
Grecia había sido moldeada por una especie de orientalismo cuya focalización sobre
las ruinas antiguas, t¡les como el Pafenón, había oscurecido la situación política de
los griegos contemporáneos. Interesados en crear un pasado mítico, los occidentales
habían ignorado o desatendido el presente. Tendencias similares se pusieron en práctica
para recuperar los lugares arquelógicos en la península maya. El di¡ec¡or del plan
arqueológico para desentena¡ Chichen Itzá lo describió en los años treinta como un
proyecto estético para restaurar la belleza de los edificios originales, pero dejándolos
parcialmente en ruinas como para hacer patente la distancia temporal entre el presente
y el pasado (p. 83). El efecto de semiterminado recordaría a los visitantes que deberian
simpatizar más con el pasado remoto que con los descendientes contemporáneos,
haciendo así de las ruinas un monumento de exotismo orientalista.
Una segunda consecuencia de esta tendencia orientalizante fue la eliminación
consciente o inconsciente de las referencias a los conflictos políticos contemporáneos
de los estudios arqueológicos y etnogúficos. Sullivan recuerda las conocidas críticas
basadas estrictamente en los estudios comunita¡ios, como aquellos de RobertRedfield
cuando comenta que estas comunidades mayas " no enm las encapsuladas células
sociales , pequeñas, homogéneas, llenas de sentido, imperturbables y orientadas hacia
la familia pertenecientes a un pasado humano miís placentero que Redheld imaginó ...
sino los descendientes desheredados de los imperios coloniales y los rabajadores a
medio üempo en la economía capitalista mundial" (p.158). Para ser más precisos,
estas comunidades estaban enfrascadas en una batalla militar continua por
independizarse del gobierno central de la ciudad de México.
Los antropólogos y arqueólogos que trabajaron en laregión durante los años treinta
omitieron cualquier referencia a la demanda de armas por parte de los líderes mayas a
cambio del acceso de los lugares arqueológicos sagrados. Sullivan describe cómo Morley
llegó a Yucatiin durante la rebelión maya conúa el dominio del gobierno nacional. El
traductor local que leyó la primera carta del comandante rebelde maya que conEolaba
un lugar clave tradujo el reclamo de armas del rebelde en una comunicación escrita
La segunda carta pidiendo armas fue raducida como una solicitud con una categoría
20 Michael Herdeld, Anthropology tlvough the Looking Class: Critical Etnography ia ttu Marghs of
Europe. (Cambridge Univenity Press, 1987).
t7

mucho más vaga, "contrabando". Ia petición posterior de armamenúo se convifió en
el continuo tema de las comunicaciones enEe mayás y antropólogos. Ya en 1971 se les
pidió a los exploradores que buscaban manuscrifros "antiguos" que proveyeran armas a
cambio de la observación de viejos übros (p.194). Desafornrnadamente Sullivan no
exploró la dinámica política de la mala traducción, limitándose a una explicación
mecánica de cómo la mala traducción se entendió como "ignorancia recíproca" (1l l).
Ot¡os dos antropólogos que trabajaron en la región, Robert Redfield y su asistente
decampoAlfonso Villa, t¿mbién se abstuvieron en sus etnografías de cualquier mención
a las demandas mayas de armas y omitieron cualquier descripción del conflico político
que ocurría alrededor de su sitio de fabajo. Dijeron simplemente que los mayas querían
armas, y que los anúopólogos deseaban que los mayas escribieran autobio$rafías (p.75).
Mientras que Redfield y Morley elaboraban el presente etnográfico para idializa¡lo,
el propio Sullivan romantizó el pasado, presentando relaos nostálgicos acerca del feliz
período anterior al acuerdo de las relaciones enBe los anropólogos y los informantes
nativos (p'p. 172-78, I97 -W).Morley (quien aparentemente no aprendió la lengua maya)
necesitó de un Eaductor ¡ éste último aadujo los "deseos" y "requerimientos" de
Morley con una palabra maya yucateca que significaba "anhelo", la cual tiene
connotaciones sexuales (p.110). Aunque probablemente Morley no estaba consciente
de las connotaciones sexuales de la raducción maya, los líderes mayas, tratando de
influir en el ánimo de los antropólogos, emplearon la retórica del sentimieno y del
amor (p.ll8). Sullivan describió los modernos nexos monetarios entre el rabajo de
campo y los informantes (pago previo por entrevistas, salario por historia o por hora),
lo que ha llevado a que los mayas tengan una nueva conciencia de su presencia en las
etnografias extranjeras, ¡ por ende, el cambio de la retórica del sentimieno por el
mejor comprador exranjero de sus hisorias (pp. 197-99).
Historia
En el campo de la historia, el discurso colonial y posrcolonial ha sido inspirado por
un grupo de hisoriadores del este de la India que escriben puaSubaltern Studies,wa
puUlicáciOn fundada y editada desde hace siete años por Ranajit Guha.2l A medida
que esta nueva propuesta se expandía hacia otras disciplinas, surgieron nuevos
problemas con el enfoque de Said sobre el discurso colonial. Said había afirmado más
que demostrado que existía un mecanismo por el cual el saber sobre otra cultura se
2r Sufultcrn Stu¿ies I,editada por Ranajit Guha @elhi:Oxford Univenity Prcss. 1982). Et úi¡imo volumea
bajolaediciónde Suhker¡Studi¿syI(1989I Vert¿mbiénmirevisi&rsob'reelimpactoposlestrucü¡¡alist¡
¡ob're l¡ hisori¡ del Tercer Mundo 'Postestructu¡alism in Postcoloni¿l History" ptóximo a pubücarse ca
T lu M aryland H ist or ian.
l8

aducíaen ejercicio de poder sobre ella-z El grupo que lideriza los estudios subalternos,
por el conrario, ha producido una variedad de análisis que especifican para la India los
mecanismos mediante los cuales las prácticas retóricas inglesas, incluyendo la reescritu¡a
del pasado hindú, fueron implementadas en el sistema legal y político colonial hindú.23
Aún más signilicativo para este campo ha sido la crírica de los estudios subalternos
hacia la retórica y prácücas de los movimientos nacionalistas de independencia.2a
Empezando con la obra pionera de Guha Elemcntary Aspects of Peasant Insurgency
(1983), los miembros del movimiento de estudios subalternos han liderizado el
movimiento del discurso postcolonial.2s
Entre los historiadores de Africa y Laúnoamérica, el discurso colonial y postcolonial
ha generado una serie de recientes alículos y ponencias, pero no úodavía libros. Los
historiadores africanos han reevaluado el lenguaje de la salud y el traoajo en la
documentación colonial y han generado una interesante discusión de la lucha política
sobre la construcción del pasado y la escritura de la historia en los estados
posrcoloniales.26 Los historiadores latinoamericanos han desa¡rollado recientemente
dos líneas de trabajo: el reexamen de los desvíos retóricos y conceptuales (incluyendo
el orientalismo) de las crónicas de viaje er¡ropeas y americanas sobre Latinoaménca,y
la revaloración de los conceptos coloniales y postcoloniales de orden.27
2 L¡ confusión entre las prácticas ürerarias y sociales de poder es comrín para muchos postestructuralistas,
ent¡e ellos Derrida en su capítulo de "Violence of ¡he l¡ue/' en Of Granututology. Yer ¡ambién los
coriceptossimilaresenJacquesL¿canen Ec¡its:ASeleclion,traducidoporAlanSheridan(NewYort:
Nortor, 1977) y arín *I, Pier¡e Rivére'de Michel Foucauü, traducido porFrank Jellinek (Lincoln: Univeniry
of Nebraska Press, 1982).
23 Ver Ranajit G'sha, A Rule of Property for Bengal (DeJhi: Orient l.ongnran, 1981) y su recieile e influyente
ardculo "Dominance without Hegemony" en Suáaltern StudiesYl (New York: Oxford Univenity Press,
1989). Los críticos literarios Homi Bhabha y Gayatri Spivak también comparten un interés en l¡
representación (y cornprensión) de la voz del otro en la escritura hisrórica acerca de la India durante el
período del dominio británico así como también la meta común de rcinterpretar esa historia a l¡ luz del
postestructuralismo contemporáneo. Bhabha es panidario de [¿can, Derrida, Fouc¿ult y Freud (ncluyendo
el discuno del psicoanáüsis), Spivak favorcce primordialmente la deconstrucción derrideana.
2'VerRajanitGuha'TheProseof
Counter-Insurgency"en Selectedsubalternsttdíes,editadoporGuhay
Gaytari Spivak (New Yo*: Oxford University Press, 1988); l¡ biografía de Maharma Ghandi por Guha
próxima a editarse; y Partha Chaterjee, Nation¿lismThought atú the Colonial lllorld:(London: Zed,
1e86).
t El*-i*rodeesracolecciónfueinspiradopor laobr¿deGuhaE/¿ttunlaryAspectsofPeasatlnsurgency
(Delhi: Oxford Univenity Press, 1983). Otros libros postcoloniales incluyenNationandNarration,eützdo
por Hcni Bhabha y Gayatri Spivak, Th¿ PosrColonial Critic, ediudo por Sarah Harasym (I-ondon:
Routledge, 1990).
t Frcd".i"k Cocper, 'From Free Labor to Family Allowances: Labor a¡¡d African Society in Cotoni¿l
Discourse", r{nrarican Etnologbt 16 l.{e 4 (1989):745{5; Randall Packa¡d "'The Healthy Reserve' and
üe 'Drcssed Native': Discourses or Black Health and the l:nguage of Legitimation in Sor¡th Africa",
19

Los latinoamericanistas están también interesados en otra esfera histórica
significativa para los discursos coloniales y postcolonialgs, esto es, la revisión de la
historia de las Filipinas llevada a cabo por un grupo de graduados del Ateneo de la
Universidad Jcsuiu de Manila, entre quicncs se encuentfan Reynaldo Ileto y Vicente
Rafael. Sus libros, que aquí revisamos, dcmuestran las disúntas aproximaciones de la
independencia y del colonialismo español.
El libro de Vicente Rafacl, Contracting Colonialism: Translation and Christian
Co nversio n in Tagal o g So c ie ry unde r E ar ly S panish Rule, exarnina dieciocho gramáricas
coloniales de los tagalog, confcsiones y catecismos escritos principalmente por los
misioneros españoles de los siglos XVII y XVIII. Tiene el propósito de contrastar la
manera en la que los cspañoles impusieron la religión con las formas cómo la sociedad
ragalog se apropió de ella. Rafael cxamina la t¡aducción de los conceptos lingüísticos
y religiosos, y comienza observando que la Eaducción significaba "conversión". El
compara las gramáúcas de base latina que los españoles escribieron para aprender el
tagalog con un libro de instrucción dcl siglo XVII hecho por un fagalog para enseñar el
cistellano. El autor tagalog soslaya lar categorías gramaticales castellínas (sustantivos,
pronombrcs, verbos) para privilegiar la na¡ración como primer paso en el aprendizaje
de un idioma. En vez de conjugar los verbos, él entiende las formas verbales españolas
como la intención dc un hablante ragalog de dccir "nosotros" o "ella"' El rando de
instrucción tagalog a veces subordina la traducción exacta dcl significado de las palabras
castellanas al ritmo del tagalog (p.62).
Rafael describe la apropiación tagalog del discu¡so español como una manera de
"pescar", tomando prestada esta analogía de una novcla popular dcl siglo XIX. Los
hablantes naúvos dcl tagalog tomaron las palabras españolas no traducidas como
"Cristo", "Dios" e "Iglesia", no como términos sagrados, sino como irrupciones
intraduciblcs dentro de su propio discu¡so (p.ll5). Estas palabras extranjeras fueron
"
A¡nerican Etnolo,grst 16 Ne 4 (1989): ó86-703; John Lonsdale, 'African Pasrs in Africa'sFuture" ,Canadían
Jowrwl ofAfrican StudieslRevu¿ Canadienne des Etudes Afrícaincs23 (1 989):126-46;Preben Kaarsholm,
"The Past as Barrlefield in Rhodesia and Zmbabwe:The Struggle of Competing Nationaüsms over History
from Colonizarion to lndependence",Culture and Il'story ó (1989):85-10ó y Fritz W. Krammer' 'The
Othemess of the Europcan",Cultwe and II¡story 6 (1989'):107-23.
Grun parre de esta obra puede ser encontrada en artículos, ponencias y tesis no pubücadas. Ver, por
ejemplo, PeterMason, "Porrrayal and Betrayal: The Colonial Caze in Sevenleeth-Century Braz'i",Culture
and II istory 6 (1959):31 -62. Ver rambión Wilüam Taylor, "Mexico as Orient: Introduction to a History of
American and British Represenlations s.ince 1921" y Ricardo Salvatore "Yankee Merchmts Narr¿tives:
Visions of Social Order in l-aún America and the U.S., I 800- I 870", trabajos leídos en las conferencias de
la Asociación de Esrudios l¿tinoamericanos, 4-ó, Abril 1991, Crystal City, Virginia. También Alexandra
David, "The Quesr for Pub[c Order", trabajo leído en la rer¡nión de la Asociación Histórica Suroccidenul,
28-3l,ma¡zn 1989, Fort Worrh; y Pamela Voekel, "Forging the Public: Bourbon Social Engineering in
I¡te Colonial Mexico" tesis M.A. Universidad de Texas en Austin.
20

"pescadas" dcl discurso español para producir una cadena de asociaciones e
intcrprctacioncs no rclacionada con la consrucción española de la relación de las
palabras con su refcrcnte. El uso de conccptos no t¡aducidos por parte de los españoles
les servía a los habl¿urtes dcl ragalog para justifica¡ la retención de palabras que no
podían ser t¡aducidas cxaclamcnte al castellano (pp. lll-15).
Al t¡aducir las palabras necesarias para explicar los ritos crisúanos, los misioneros
españoles usaron palabras dcl tagalog que acarreaban consigo otras connotaciones,
permitiendo otros significados distintos a los que querían los misioneros. Por ejemplo,
la Hostia (viáüco) dada en cl sacramento de la extrcmaunción se transformó en tagalog
en la comida que uno toma para un largo viaje, un conccpto que concuerda con la idea
de la expericncia del mundo cspiritual (p.l l8). El vocabula¡io usado para la confesión
crcó un especro aún más amplio de posibilidades intcrpretaúvas. Los misioneros
españolcs se qucjaban de que las confesiones de los tagalog tendían a convertirse en
discursos laberínticos sobre una v¿uicdad de temas inconexos en vez de una respuesta
directa a las prcguntas dcscadas por el misioncro. Rafael sosúene que esta frustración
exprcsada por los misioneros españoles con respecto a su incapacidad para controlar el
diálogo confesional sc produjo como resuhado del uso de la frase "uteng na loób"
para describir la dcuda dcl hombre con Dios. Esta frase se emplea para pedir perdón,
pcro también significa pcdir rcbaja, discuti¡ precios y ser evasivo. Rafael sugiere que
dcbido a quc los misioncros usaron la palabra urgalog para pedir perdón dentro del
conccpto de " utang na loób" , los ugalog entendicron la confesión como un modo de
regatcar ante cl saccrdof.e con respccto a la dcuda que ellos tenían con una autoridad
más alta. Esta perspccüva llcvó a una espccie de discurso laberíntico del que los
misioneros se qucjaban sin comprcnder (pp.132-22).
Los misioncros entendieron la falta de comprensión de los requisitos para la
confesión por parte de los nativos como cvidencia de su falta de inteligencia, su
infantilidad o una aprchcnsión insuficicnte de la sutileza docrinal (p.87). Rafael sugiere,
sin embargo, que los ragalog tenían su propia forma de apropiación de los signos
cristianos. El carácter polisémico dcl lenguaje scñalado por los postestructuraüstas Qa
capacidad de las pzrlabras pafiI tener simultáneamente más de un significado ) permite
en este caso a la socicdad tagalog apropiarse del discurso religioso español de forma
distinta a aqucllas que los conquistadorcs pretcndían.
La obra de Reynaldo lleto Pasyon and Revolution: Popular Movements in
Philippines 1840-1910, nos da también un lúcido ejemplo acerca de la plasúcidad del
lenguaje. La preocupación básica de Ileto es entender cuáles fueron las categorías de
sentido propias de los campesinos tagalog de los siglos XIX y XX y cómo ellas
configuraron las percepciones tagalog de indcpendencia y su participación en la lucha
anticolonial. Esta aproximación lo llevó a usa¡ los materiales tagalog en vez de las
fuentes tradicionales en idioma español y en inglés. El uso que él hace de un vocabulario
2t

no colonial refleja su sensibiüdad por la forma cómo el lenguaje acarrea la historia
semántica e interpretativa de sus hablantes y cómo además construye una manera de
relaciona¡se con el mundo diferente de la que proporcionaban los lenguajes coloniales,
hubiese sido el español o el inglés.
Para expücar la enorme popularidad de los movimienf,os nacionalistas de los siglos
XIX y XX, Ileto muestra la experiencia de los campesinos hablantes de tagalog sobre
de las representaciones d¡amáticas de la Sema¡ra Santa, denominadas I¿ Pasión de
Cristo (representaciones recitadas aprendidas de memoria y repetidas durante todo el
año), modelaron su comprensión de la lucha anticolonial. A pesar de que los
colonizadores españoles usaron la obra para inculcar la lealtad a España y a la iglesia
católica, la sociedad filipina trgalog encontró'en la versión popular de la obra de la
pasión el lenguaje para articular sus propios valores e ideales: para expresar sus protestas
contra los opresivos convenlos de frailes y conEa los agentes del estado y para demosfar
el üderazgo de un Cristo pobre e iletrado, de origen humilde cuyos soldados son, en
palabras de la obra, "la gente pobre y humilde sin valor en la tierra" (p.23). La
popularidad masiva del movimiento independenüsta entrc los campesinos ragalog tuvo
sus orígenes en las ideas de nacionalismo e independencia expresadas en el iüoma de
la Pasión.
Ileto señala además que el moümiento independentista no fue comenzado por las
educadas y occidentalizadas élites, sino que surgió de una sociedad secrcta tagalog
fundada por un empleado autodidacta perteneciente a la clase media baja llamado
And¡és Bonifacio. En su manifiesto, que circuló ampliamente, usaba un lenguaje similar
al que caracterizaala representación de la Pasión en Semana Santa al describirla
ocupación española de las Filipinas (pp.103-9). Por ejemplo, un poema tagalog del
hermano Bonifacio, yuxtapone el doloroso discu¡so que tiene un muchacho al separarse
de su familia con el diálogo de la Pasión enre Cristo y la Virgen para hablar de la
independencia de las Filipinas de Espafla @p. 128-30). Eventualmente, Bonifacio fue
capturado y ejecutado por el líder de una facción independenüsta rival, pero el lenguaje
de la independencia-Pasión sobrevivió a aquellos que lo crearon (pp. 138-39).
Ileto muestra también cómo la insútución religiosa espaflola de la hermandad 0a
cofradía) con sus ritos iniciáticos y su énfasis en la oración se convirtió en el modelo
pwa organizar los movimientos nacionalistas populares contestafarios, primero del
dominio español, y después del norteamericano. Los himnos y oraciones de estas
cofradías, conocidas después como hermandades o Kaüpunan, revelan una visión del
mundo dominado por las ideas de ransformación , cont¡ol delloób (corazones o almas)
y valor para enfrentar el sufrimiento. Su meca fue más terrenal que del paraíso
ulEaterreno; ella traeria el fin de toda clase de opresión mundana, incluyendo los
impuestos y el trabajo forzado.
l¿ creencia en estos objeüvos como la verdadera meta de la independencia llevó a
22

la resistencia continua de los campesinos tagalog ante la ocupación norteamericana en
el sudeste de Luzón. Los líderes filipinos hispanizados que colaboraban con los Estados
Unidos tenfun muy poco interés en la solidaridad social y la movilización masiva, que
eran los ideales del movimiento independentista Katipunan (hermandad), y estaban
más preocupados por la captura de fuerza laboral. De este modo, la resistencia al
dominio norteamericano fue iniciada y dirigrda por individuos de estrato social bajo y
con una educación mínima, que crcyeron en el sistema de organización social Katipunan
como la esencia de la madre patria (pp. 215-16). Macario Sakay, líder de uno de estos
movimientos, describió estos filipinos opulenlos como personas motivadas por el amor
a la riqueza, el conocimiento y el poder, y carentes de compasión por otros cenfándose
en la dinámica emocional de la obra de la Pasión. Sus corazones (loób) eran duros,
una alusión a la dureza del corazón de Judas en la conocida obra(p.222). Los críticos
que han etiquetado las revueltas de 1902 como "bandolerismo" o fanatismo religioso
no les otorgan cÉdito a estos grupos como portadores de una visión política diferente
acerca de lo que significaba el movimienfo de emancipación (pp. 225,227). Sakay fue
eventualmente forzado a rendirse con la promesa de que no se le haría daño. Fue
sumariamente juzgado y ejecutado. Los líderes "nacionalistas" de la asamblea 1907
fueron entonces elegidos por el mismo 3 porciento que representaba la élite nativa
(p.244). Pasyon and Revolutíonilttstra cómo las comunidades campesinas se apropiaron
de los textos religiosos e insütuciones españolas para dar forma a un modo de
comprensión y de acción que era to[ah¡ente distino de aquel que ss proponían las
autoridades coloniales. El libro se distancia de la comprensión común del nacionalismo
filipino como la mano de obra de la clase alta nativa hispanizada, argumentando, por el
contrario, que este grupo eütesco silenció las voces campesinas para preservar la imagen
de unidad nacional contra el dominio colonial. Los estudios sobre el discurso
postcolonial, tales como el de Ileto, van más allá de la propuesta de Said acerca de
"dejar hablar al riativo", para llegar a un examen crítico de la política interna del
anticolonialismo.
Ia perspectiva crítica de Ileo sobre los movimientos nacionalistas es compartida
por los estudios académicos de Africa y del Sur de Asia. Estas obras focalizan
críticamente las prácticas retóricas y políticas de conocidos líderes nacionalistas como
Mahatma Gandhi, Jawaharal Nehru y Jomo Keniatta.2s Examinan cómo, en oposición
al dominio colonial, los líderes nacionalistas han inventado algo llamado como !a
"sociedad t¡adicional" a úavés de sus prácticas de renombrar pueblos, villas y países
creando nuevos rituales y ceremonias públicas. Estas instituciones nacionales
supuestiamente auténticas, fueron, sin embargo, pastiches no reconocidos de elementos
coloniales e indígenas remodelados con propósitos polÍticos . De este modo,los líderes
2t Ver no¡as 22,24,26 y 26.
23

nacionalist¿s han rcclamado la autcnticidad de "hablar como nativo" o "habla¡ desde
abajo" parajustificar sus propias posturas políticas que son generalmente excluyentes.
Lo que los líderes nacionalistas excluyen sistcmáticamente (tanto en el terreno político
como en el intclectual) es de un intcrés considcrable para estos críticos, tenicndo
muchos de ellos que elaborar sus críticas dcsde el exilio políúco.
Las críticas de la construcción retórica y política de las comunidades indígenas en
la era postcolonial hechas por los antropólogos laúnomericanistas están a¡ticuladas a
estas críticas postcoloniales sudasiáticas y africanas. Michel Taussig, por ejemplo,
deconstruye la conocida mitología occidcnt¡l acerca del shamanismo indígena y la
sanación mostrándolo no como un discurso indígcna "auténtico", sino como uno
elaborado como reacción al colonialismo. La antropóloga brasileña Alcida Ramos
revisa críúcamente las cslratcgias rctóric¿u cmplcadas por los paÍicipantes del debate
brasileño sobre el estado de los indios dcl Amazonas. Muest¡a cómo los líderes
indrgenas, los antropólogos (naLivos y cxtranjcros) y los políücos brasileños, construyen
cada uno una retórica y una semiología de la idcntidad "indígcna" cn una lucha por la
influencia política que algunas veces no se anicula con las mismas comunidades.29 De
este modo, la frontcra ent¡c cl discu¡so colonial y cl postcolonial no est¿í siempre bien
definida. 1-anto Taussig como Ramos analizan las dimcnsiones coloniales del discuno
político en la cra postcolonial.
Gran parte de la escritura de anropólogos, historiadores y críúcos literarios, a quienes
se ha agrupado bajo cl nombre de "Gcnte del Tcrcer Mundo", adopun una postua que
defiende a aquellos con quienes han estado estudiando y trabajando. Por lo tanfo, son
reacios a critica¡ las formas posúndepcndcnústas dcl nacionalismo. La aprehensión
del pasado colonial propio a través dcl discurso colonial ha dcmostrado ser más
simpáúca para muchos académicos nacidos y cducados cn Occidente. En consccuencia,
las críticas al discurso nacionalista postcolonial han sido desarrolladas principalmente
por académicos nacidos en la India, Filipinm y Africa. Sólo recientemenl.e algunas de
estas críticas han sido publicadas por acadómicos dcl Primcr Mundo y ellos tienden a
tratar los discursos occidcnt¿rlcs accrca de los cstados postcolonialcs.30 Los primcros
teóricos en el campo del discurso colonial -Said,
Spivak y Bhabha- üenen una
posición ambivalente ent¡e cl Primero y el Tercer Mundo: nacidos y educados en
lugares como Palestina y Bengala, han hccho sin embargo sus logros académicos en
occidente. Hablan desde el Occidcnte, pero no son de é1. No obstante, en virtud de su
t' Alcidu Ramos. "Ind.ian voices: Conuct Experienced and Expressed," en Rethinking History and Myth:
Indigenous Perspectives on th¿ Past, editado por Jonathan Ilill, 214-34 (Urbana: University of Illinois
Press, 1988); y Ramos, "Indigenismo de Resultados" RevistaTempo Brasileiro,ne 100 (1990): 133-50.
r Prcbcn Kaarsh,;lm, "'lhe Past as Battlefield", Culture and tlbrory 6 (1989):85-106; and Nancy Vogeley
"Coloni¿ü Discourse in a Postcolonial Context: Ninereenth Century Mexico" trabajo presentado en el
encuentro de la Asociación de Estudios Latinoamericanos. Miami, 4-6 Dec. 1989. Ver umbién nota 28.
24

eputación y larga rcsidencia en Occidcnte no pertenecen más al Oriente. De este
modo, su contribución a la configuración dcl campo ha surgido dentro del mismo
contexto de la internacionalización que ellos intenLan estudiar.
La atracción del postestructuralismo occidental para aquellos del Tercer Mundo y
para aquellos que se encucntran en la fronf.era enlre el primero y el Tercer Mundo no ha
sido el státus dcl que gozan en Occidcnte, como muchos pudieran suponer. Más bien
su internacionalización proviene de la apropiación y manipulación de sus ideas por las
comunidades textuales fuera de Occidente, comunidades que han enconüado en su
at¡que al humanismo tradicional y al reconocimiento de la plasticidad de las poderosas
resonancias dcl lenguaje con las críticas que ya han sido desarrolladas en sus propios
contextos políticos y culturales.
Conclusión
El movimicnto intcrdisciplin¿rio asociado con el discurso colonial y postcolonial
esui teniendo un impacto significativo sobre un gran número de disciplinas académicas
occidentales con las cualcs comparte las críticas postestructuralistas del lenguaje. El
movimiento comparte un interés común ya sea sobre el lenguaje político o sobre los
contextos políticos del lenguaje litcr¿uio con estos otros dos campos, el nuevO
historicismo literario y la tcoría política. La miis anúgua de estas corrientes (que data
de 1980) es el "nucvo historicismo litcrario", un esfuerzo para moldear el estudio del
lcnguaje dent¡o de la literatu¡a canónica inglcsa (Shakespeare, Marlowe, Johnson) en
la selecta cultura política isabclina.3l El discurso colonial ^¡)rnparte con el nuevo
historicismo litcre¡io el intcrés en subsumir una cantidad mír)'ur de discu¡sos bajo la
dcnominación de lcnguaje políúco, por cjemplo, opúsculos rclgiosos, tratados políticos
y aún corrcspondcncia ordinaria. Los dos campos comparten fambién el interés por
"
El tér¡¡ino nu¿vt¡ hi:toricu¡na fue primcro aplicado al movimiento de los años cincuenu y sesenta que
buscaba wrir la hisroria litcraria y la críúca literaria dentro de una disciplina convencionalmente definid¿
de la literatura. Vcr Wesley Morns,Toward a New Histoticbm (Princeton, N.J.: Princeton University
Prcss, 1972) 14-78, y Roy Ilarvey Pearce, /y''tstoricísm Once More (Princeron N.J.: Princeton Univenity
Press, 1969),6-63. I¡ más recienre popularidad del término se atribuye generalmente a la int¡oducció¡r
de Srcphen Greenbla¡ a la colección Power a¡u1the Power of Forms inthe Reinaissance (Norman Univenity
of Oklahoma Press, 1982). Su ensayo critica el historicismo temprano por no percibir el rcxto en la
compleja articulación con la cultura que lo produjo. Para otras proPuestas programáticas del nuevo
hisroricismo, ver Jonathan Dollim

los discursos coloniales con dos de los primeros ensayos de mayor influencia que
sobre el tema colonial se hayan escritol2 pero ellos difieren en sus objeüvos últimos.
El nuevo historicismo literario se preocupa en última instancia por el canón literario,
mientras que los escritores del discu¡so colonial buscan la comprensión de la dinámica
de la situación colonial.
El fenómeno concomitante que surge es el estudio del uso del lenguaje en la ciencia
política. Aquí la mayor atención se dirige a un ca¡npo que puede considerane como el
sucesor del siglo veinte del discurso colonial, es decir, las relaciones internacionales.
Pero la discusión sobre el uso del lenguaje en las relaciones internacionales
contemporáneas difiere considerablemente, cenEiindose en aspectos tales como el
lenguaje usado en las discusiones sobre la guerra nuclear, un üscurso idealmente
propicio para el análisis postestruturalista en el sentido de que no tiene un referente
"verdaderamente real". 33
Lo que distingue el análsis del discurso colonial y postcolonial de estas discusiones
emergentes en la ciencia política es el de focaüzar una ci¡cunstancia hisórica diferente,
la de la autoridad imperial y sus consecuencias, las situaciones "coloniales" y
"postcoloniales". Otra cosa que también separa el campo del discurso colonial de las
oFas dos críücas postestructuralisras del lenguaje político es la necesidad de considerar
las perspectivas de los diferentes lenguajes y culturas. De esta manera, las propuestas
de traducción y/e (in)comprensiones por el cruce cultu¡al compücan los problemas
generales de la transparencia üngtústica, otorgándole a la antropología cultural un
lugar más cenFal en este campo interdisciplinario. El aspecto del cruce cultural es
in ttu English Renabsance @erkeley and l¡s Angeles Univenity of Caüfomia Press, 1975); Steven
Mullanery "srrange Things, Gross Terms , Cu¡ious Customs: The Reheanal of Cultures in ¡he Late
Renaissance," R epresenlatiors I (1983):40-67; Jonathan Goldbeqg , Jarn¿s I aú the P olitics of Lüeratw'e:
lohnson, Slnkespeare, Dotne, atd Their Contemporaries (Baltinore, Md.: Jolttts Hopkint University
Press, 1983); a¡üGreenblat,'Krngl¡arand Harsne$'s Devil's Ficcior," anForms andPower, y Greenblat,
Renaissance Self Fashioning: FromMore to Slwkespeare (Ctricagotr: Univenity of Chicago Press, 1980).
Un esfuer¿o recient*: por ampüar las aproximaciones al discurso colc'r¡ial que se basan en los principios
del nuevo historicismo es Macropolítics of Nineteenlh-Centur! Lilerature :Natbn¿lbm, Exotism,
Imperialbm, editado por Jonathan Azac y Harriet Ritro (Philadelphia: Univenity of Pensylvania Press.
l99l).
t Ver Mullaney "strange Things"; y Greenblatt, "lnvisible Bullets: Renaissar¡ce Authority and its
Subversion,Henry IV and Henry V", er¡ Dollimore and Sinfield, Poli¡ical Slakspeare ,1841.
33J. Fisher Salqn on. Dbcourse and Reference in tlw Nuclear Aga (Norman: Univenity of Oklahoma Press,
1988), Wiüiam E. Connolly, editor del periódico PolirícalTheory from 1984 to 1990; Michael J. Shapiro
The Potitics of Representation: Writing Practices ín Biography, PhotograPhy, atú Policy Analysis
(Madison: Univenity of Wincq¡sin Press, 1988)t y Shapiro, Language ard Political Understanding:
Ttt¿ Politics of Dbcourse Pract'rces (New Haven, Coon., Yale Univenity Press, l98l). Una buer¡a
colección de pubücaciqtes recientes en esta materia es Inlertulionalllntertextu¿l Relatíons: Poslnodcrm
Reading ofWorldPolitics, editado porJames DerDeriany Mictraell. Shapiro (-exingon Mass.: l,exington
Books. 1989)
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también el rasgo más relevante de las críticas del lenguaje colonial y postcolonial.34
Mientras que se di-fiere en el énfasis en las distintas discipünas, esta focalización en el
lenguaje, que ha sido usada, para la representación de otros pueblos en el contexto
político del colonialismo y el postcolonialismo, ha producido fuertes críticas en las
iorr* en las cuales el poder político se ha constituido y mantenido sobre los "otros".
Lo que todas estas obras hacen en distinta medida es cumplir con una de las funciones
de la crítica: afirmar una idea aceÍcade las disciplinas humanísticas -historia,
crítica
literaria, antropología cultural- como algo más que un conocimien¡o decorativo, es
decir, un conocimiento crítico de las relaciones de autoridad dentro de una sociedad-
La meta de esta crítica en cada una de estas üsciplinas es diferente: relaciones
económicas de autoridad, relaciones culturales de auOridad (el canon), relaciones
políticas convencionales de autoridad. Pero se mantiene el objetivo básico de la crítica
relaciones de autoridad en los estados coloniales y postcoloniales- y es de este
-las
modo como puede llevarse a cabo una empresa de crítica cultural en la era postcolonial.
Algunas disciplinas, tales como la antropología y la crítica litera¡ia, están más
inctinadas a llevar a cabo una auto-crítica de las agendas políticas de su propia discipüna
Los críticos liteftrios atacan Ia idea y la pnácüca del canon, mientras que los anropólogos
tienden a considera¡ la posición de los nabajadores de campo con respecto a los sujetos
nativos. De los invesügadores de estas tres disciplinas, son los historiadores los que
han estado relaúvamente más reacios a considera¡ cualquier forma de reflexión o
auto-reflexión críüca de sus prácticas'
Tanto los movimienúos del discurso colonial como del postcolonial significan un
renacimiento de la política y su regreso al centro del debate intelectual después de
décadas de haber sido relegada a una posición secundaria en estas esferas
predominantement€ sociales y culturales de la hismria, de la antropología y de la teoría
literaria. Sin embargo, este reciente corpus de trabajo, no significa el regreso a las
propuestas políticas en historia, teoría literaria o antropología cultural que prevelecieron
durante la época de los cincuenta. Más bien, el renacimiento del interés por la políúca
que ha permeado estas tres disciplinas estil ocurriendo en un contexto histórico diferente,
y consecuentemente tiene una inflexión intelectual diferente. La preocupación por "las
voces que provienen de abajo", un legado de la historia social y de la antropología
interprefaüva de los años sesenta y setenta, aún persiste. Pero la preocupación por el
lenguaje y la reórica, la éúca y las esfategias para representar a los otros anúopológicos,
a ¡.a influencia de la antropología en el nuevo historicismo se puede ver er¡ l¡uis Montrose, 'The Purpose
of Playing: Reflecfions qr a Shakespearean Anrhropology", H¿tios 7 (1980): 51-74. Para una crítica de
la anrropología ürer¿ria en el estilo antropológico, ver Aijaz Ahman, 'Jameson's Reüoric of Othemess
and üe 'Naris¡al Allegory'," Socül T¿:r¡s Ne 17 (1987):3:27 . Para una c¡í¡ica a los teóricos literarios quc
no han incorporados tales perspectivas ver Richa¡d Roth'The Colonial Experience and Its Postmodem
Far€'. Salntagundi, n'Q 85 (1989):248-ó5.
27

o aquellos que representan históricamente a los oEos de culturas remotas, son cuestiones
cruciales y sin precedentes con los cuales debe luchar este nuevo Fabajo. No repeümos
el pasado, como reclamaba Santayana, sólo lo reinventamos continuamente.3s
(Tradución del inglés: Victoria Femández)
5
l, id"" de que cualquier repetición no importa cuán itlóntica sea, siempre conlleva una diferencia que es
reconociblemenle postestructuralista. Ver Jacqu es Derida Limited Inc. (Baltimore, Md.: John Hopkins
University Press, 1977).
28

Bibliografía
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NewYork: Knopf, 1989. Bcrkelcy y LosAngelcs: University of CalifomiaPress, 1991,.
Contracting Colonialism: Translation and Christian Conversion in Tagalog Society
under early spanish rule. Por Vicente Rafael. Ithaca, N.Y.: Cornell University hess,
1988.
Pasyon and revolution: Popular movements in the Philippines,l840-1910. Por Reynaldo
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