Información - Biblioteca de Autores Cristianos

PRÓLOGO
XV
se puede decir de ese dogma olvidado, como dice el Papa, que es la
misma creación, escenario de lo mejor y lo peor que construimos los
hombres, domicilio del mal y del bien. O del mundo, como ámbito de
las tantas encrucijadas culturales en las que plantearse creativamente la
nueva evangelización.
Bien, este es el mapa del pensamiento que nos ha descrito Pablo
Blanco Sarto en este libro. Un buen complemento a sus obras anteriores
de mayor extensión teológica y biográfica sobre el Papa bávaro en
su dilatada trayectoria como hombre, como cristiano, teólogo y pastor.
Aquí encontramos un buen vademécum para abordar de modo sistemático
la rica aportación de Joseph Ratzinger. En este sentido no es
menos útil la completísima ficha bibliográfica que señala los libros, los
artículos, las obras colectivas, así como los diversos trabajos de otros
autores que abordan el pensamiento del teólogo alemán. Está presentada
por orden cronológico en cada sección, en su lengua original y su
correspondiente traducción a nuestro idioma.
Es para felicitar este precioso trabajo del profesor Pablo Blanco, y
lo hago con todo reconocimiento. Debemos señalarle como uno de los
autores españoles que mejor conocen a Joseph Ratzinger en todos sus
aspectos, y consiguientemente quien mejor ha podido describirnos en
esta obra el mapa de un paisaje profundo que tiene como humus, como
fruto, como color y encanto, la rica personalidad de quien se presentó
ante el mundo y ante la Iglesia, es decir, ante la historia, como un humilde
trabajador en la viña del Señor el día en que fue elegido como
sucesor del apóstol Pedro.
Como ya hemos dicho en otro lugar, el que fuera profesor brillante
y profundo que acompañó las preguntas de sus alumnos universitarios,
el que fuera pastor de una importante diócesis como Múnich, el que
durante tantos años acompañara a Juan Pablo II como guardián de la
fe de la Iglesia desde su atalaya romana, nos ha acostumbrado ya a las
tres notas de su ya fecundo magisterio: una fe que tiene razones y una
razón que se sabe creyente, una hondura que se expresa con sencillez
porque bebe en la mejor tradición de la Iglesia, y una belleza que suscita
el estupor ante la verdad y la adhesión a la bondad. Estos son los tres
grandes rasgos con los que Benedicto XVI nos habla y nos escribe. Por
todo ello, es un regalo manifiesto lo que el Papa en sus intervenciones
varias nos comunica: decirnos la Verdad con mayúsculas, y acertar a
contárnosla sin alharaca ni traición. Damos gracias a Dios porque con
dulzura embellecida y con indomable fidelidad, el papa Benedicto XVI
nos haya paseado la Verdad de Dios y la verdad del hombre por las
calles de nuestra realidad.