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Nacion web 2245

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el proyecto Los bocetos originales del conjunto de esculturas y fuentes de agua que rinden homenaje al genial compositor ruso<br />

Había una vez un hombre que amaba<br />

las máquinas. Las quería tanto, que<br />

las hacía explotar.<br />

El suizo Jean Tinguely (1925-1991) creó un<br />

universo a la altura de la célebre máxima<br />

surrealista, aquella que proclamaba “el encuentro<br />

fortuito entre un paraguas y una<br />

máquina de coser…”: inauditas estructuras<br />

de metal, ensamblajes de piezas industriales,<br />

esculturas dotadas de movimiento,<br />

humor, una pizca (o más) de locura y unas<br />

desaforadas ganas de celebrar a la humanidad<br />

y su intensidad creativa. Celebración<br />

que más de una vez incluía la denuncia de<br />

la alienación: ahí era cuando sobrevenía<br />

el estruendo, los estallidos, la infinidad de<br />

piezas de metal saltando por los aires.<br />

Quien haya visitado París probablemente<br />

habrá visto, próxima al Centro Georges<br />

Pompidou, la Fuente Stravinsky: un conjunto<br />

de esculturas que giran, se balancean<br />

o arrojan agua; algunas de acero, otras de<br />

brillante poliéster coloreado. Realizada por<br />

asi soy Tinguely, en una performance<br />

el artista y su mujer, Niki de Saint Phalle,<br />

la obra es parte del imaginario visual de la<br />

Ciudad Luz. Sin embargo, poco se conoce –al<br />

menos, en nuestro país– sobre su creador,<br />

quien este año por primera vez tendrá una<br />

muestra individual en la Argentina.<br />

Virginia Fabri, cocuradora de la exhibición<br />

del Centro Cultural Borges que, en el<br />

marco de la Semana Suiza 2012, permitirá<br />

a los porteños acercarse al espléndido delirio<br />

creativo de Tinguely, cuenta que desde<br />

hace tres años venía alimentando el sueño<br />

de hacer esta muestra. Cuando la posibilidad<br />

surgió, invirtió un año en investigar<br />

la figura del artista. Estudió los trabajos<br />

que se preservan en el Museo Tinguely de<br />

Suiza, conoció Friburgo –la ciudad medieval<br />

donde nació el que luego sería un neto<br />

exponente de las búsquedas expresivas del<br />

siglo XX–, visitó obras emblemáticas como<br />

El Cíclope, una monumental escultura de<br />

metal emplazada en el bosque próximo a<br />

Milly-la-Forêt (pueblo francés donde resi-<br />

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