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CREER Y COMPRENDER: 365 reflexiones para un ... - Editorial Clie

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1<br />

de julio<br />

La pena de muerte y el aborto<br />

«La mayoría que está en contra de la pena de muerte es la que está a<br />

favor del aborto»<br />

Luis F. Cano Gutiérrez 316<br />

La «progresista» sociedad posmoderna está dispuesta a manifestar <strong>un</strong>a gran compasión<br />

hacia el culpable, al mismo tiempo que se muestra cruelmente indolente hacia<br />

los inocentes. Y lo peor es que alg<strong>un</strong>os de los que se oponen a la pena de muerte argumentan<br />

que los que están a favor de ella son inconsecuentes si a la par que defienden la<br />

legitimidad de la pena de muerte condenan la legalización del aborto. Pero los inconsecuentes<br />

no son los que defienden la pena de muerte <strong>para</strong> los culpables mientras que<br />

la rechazan <strong>para</strong> los inocentes, sino los que hacen lo contrario. Porque teológicamente<br />

hablando, los niños no nacidos son inocentes y tienen todo el derecho a la vida, mientras<br />

que los adultos condenados a muerte en las cárceles del m<strong>un</strong>do, además de ser<br />

manifiestos pecadores desde el p<strong>un</strong>to de vista teológico, suelen ser también comprobados<br />

criminales desde el p<strong>un</strong>to de vista jurídico, por lo cual la pena de muerte <strong>para</strong> ellos<br />

no es algo improcedente ni injusto. De hecho, la prohibición de no matar contenida en<br />

el decálogo (Ex 20:13; Dt 5:17), no incluía las sentencias de muerte ordenadas por el<br />

mismo Dios y sancionadas por los trib<strong>un</strong>ales humanos <strong>para</strong> numerosas transgresiones<br />

comprobadas entre su pueblo, alg<strong>un</strong>as de ellas muy triviales <strong>para</strong> la mentalidad moderna<br />

(Ex 21:17; Lv 24:10-16; Nm 15:32-36; Dt 17:2-5; 21:18-21), que se escandaliza entonces<br />

ante la pres<strong>un</strong>ta «crueldad» de <strong>un</strong> Dios que presume misericordia, como si ellos<br />

mismos fueran más misericordiosos que Dios. Pero lo cierto es que Dios, antes que<br />

misericordioso es justo y, en justicia «… la paga del pecado es muerte...» (Ro 6:23). Debería,<br />

por tanto, bajársele el tono a la polémica alrededor de la legitimidad o no de la<br />

pena de muerte desde la óptica cristiana, pues en el peor de los casos la pena de muerte<br />

pretende establecer estricta justicia y no ofrecer misericordia, ya que el estado ha sido<br />

instituido <strong>para</strong> hacer justicia y no misericordia. Y de paso, deberíamos valorar todos los<br />

días con el profeta Jeremías que Dios no ejerza justicia estricta con nosotros, pues de<br />

ser así debería ejecutarnos de manera sumaria e inmediata a causa de nuestros pecados<br />

(Lm 3:22-23). Y mientras agradecemos su misericordia, debemos también prestar<br />

atención a esto:<br />

Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas<br />

que el Señor aborrece.<br />

Proverbios 17:15 nvi<br />

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