CREER Y COMPRENDER: 365 reflexiones para un ... - Editorial Clie
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de diciembre<br />
Los lobos en el alma<br />
«Todo cristiano maduro sabe que incluso cuando estamos dando culto a<br />
Dios, los lobos pueden estar aullando en nuestras almas»<br />
Helmut Thielicke 629<br />
La rapacidad, voracidad y ferocidad de los lobos son <strong>un</strong> gráfico recurso bíblico <strong>para</strong><br />
ilustrar el despotismo codicioso de los gobernantes (Ez 22:27; Sof 3:3), así como la<br />
oposición y hostilidad que el testimonio cristiano debe enfrentar en el m<strong>un</strong>do (Mt<br />
10:16; Lc 10:3), muchas veces hasta el martirio (Ro 8:36). Del mismo modo, los lobos<br />
son <strong>un</strong> símbolo de los falsos profetas que acechan en la iglesia <strong>para</strong> engañar, desviar y<br />
dispersar a sus miembros por medio de falsas doctrinas, sirviéndose al mismo tiempo<br />
de ellos <strong>para</strong> sus intereses mezquinos, alimentando sus ansias de poder y enriquecimiento<br />
mediante la explotación religiosa de sus seguidores (Jn 10:12; Hch 20:29; 1 Tm<br />
6:3-5). Pero en este propósito, los lobos no se presentan n<strong>un</strong>ca como tales, sino que se<br />
disfrazan en principio como ovejas <strong>para</strong> poder así infiltrarse en el rebaño que pretenden<br />
explotar y destruir (Mt 7:15), por lo cual antes de aceptar cualquier injerencia de<br />
su parte en la iglesia se deben examinar muy bien sus frutos (Mt 7:16). Sin perjuicio de<br />
ello, lo cierto es que los lobos no son de manera exclusiva <strong>un</strong>a amenaza externa <strong>para</strong> el<br />
creyente, sino que de <strong>un</strong> modo u otro se encuentran siempre agazapados en nuestro<br />
interior, acechando <strong>para</strong> aprovechar cualquier espacio que nuestra naturaleza pecaminosa<br />
les llegue a conceder <strong>para</strong> moverse. De hecho, los cristianos maduros saben bien<br />
que los lobos no se encuentran ausentes ni siquiera en nuestros momentos más conscientes<br />
de entrega, devoción y adoración a Dios, pues a<strong>un</strong> la sinceridad y sublimidad<br />
de estos momentos se ve ensombrecida con facilidad por motivaciones e intenciones<br />
profanas y mezquinas que se mezclan y conf<strong>un</strong>den con las más puras y nobles que dan<br />
inicio a este movimiento hacia Dios y que nos obligan a estar en constante vigilancia,<br />
de tal manera que cuando creemos estar alcanzando las más elevadas alturas espirituales,<br />
es cuando debemos estar con los ojos más abiertos ante los intrusos interiores que<br />
aúllan a distancia en nuestras almas (Cant 2:15; Mr 14:38; 1 Cor 10:12). Por eso:<br />
Examínense <strong>para</strong> ver si están en la fe; pruébense a sí mismos…<br />
2 Corintios 13:5 nvi<br />
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