phenomena_junio_2014

SERGIO SADA
Redactor jefe del departamento de prensa de la escuela de cine
Estudiodecine. Colabora diariamente en las webs Culturaencadena
y Ridyn, ambas especializadas en cultura. Es el autor del blog Mis
Huevos Toreros, en el que además de realizar entrevistas, tienen
cabida sus textos más personales.
En 1986 cuando compartió pantalla por primera vez con
Harrison Ford en La costa de los mosquitos, una profunda
fábula sobre el consumismo en la sociedad moderna con
guion de Paul Schrader. Un film realmente adelantado a su
tiempo, necesario y reivindicable en esta época.
Sean Connery ha demostrado con creces ser un magnífico
actor, pero no ha podido evitar vivir a la sombra de su
personaje más famoso: James Bond. Escocés hasta el
tuétano, siempre ha sido un activista reivindicativo de
la independencia de su país, llegando a donar grandes
cantidades al Scottish National Party, un partido político
nacionalista que lucha por la independencia de Escocia.
A principios de los años sesenta, Connery era un actor
joven y apuesto, de aspecto varonil y bruto, el cual le valió
para conseguir el ansiado papel de Agente 007 y que en
aquella época había sido rechazado por Cary Grant y
Richard Burton entre otros. James Bond contra el Dr. No, la
primera película de la saga en el año 62, le convirtió en una
estrella y dio paso a una serie de exitosas secuelas que le
permitieron acceder a otros papeles hasta que abandonó el
personaje en 1967 con Sólo se vive dos veces, asegurando
que nunca más sería 007 y cediendo por primera vez el
codiciado papel a George Lazenby, quien sería Bond en
una única ocasión con 007 Al servicio de su majestad.
A pesar de lo dicho, Connery retomó el personaje con
Diamantes para la eternidad, en 1971, despidiéndose
“definitivamente” del espía. Con ello quería evitar
encasillarse y se dispuso a olvidar al famoso agente,
cediendo por segunda vez el papel. Ésta vez a Roger
Moore. En 1983 interpretaría por última vez al agente 007
con Nunca digas nunca jamás, al lado de Kim Basinger
como chica Bond. Curiosamente es producida por Warner
Bros en lugar de EON Productions, quien había producido
la mayoría de las películas de la saga. Algo así como un
James Bond no oficial.
Lejos del papel de espía, luchó por reivindicarse como
actor durante la década de los 60 con Alfred Hitchcock en
Marnie, la ladrona, y en los 70 trabajando a las órdenes de
John Milius, Sidney Lumet o John Houston. A medida que
Connery se hizo mayor, aumentó su prestigio. Su atractivo
de hombre maduro le deparó una segunda juventud y un
nuevo estrellato, hasta que El nombre de la rosa le convirtió
en actor de culto. Poco después, su intervención en Los
intocables de Eliot Ness le valió para conseguir una estatuilla
de la academia como mejor actor secundario. A partir de
ahí, fue encadenando grandes éxitos y ahondando en su
aura de hombre seductor, que hizo que la diferencia de
edad con las mujeres que trabajaba fuera cada vez mayor.
Su época de madurez le reportó sus papeles más
importantes, que de alguna manera, se inspiraban en James
Bond. Desde su personaje de Malone en Los intocables de
Eliot Ness, pasando por Indiana Jones y la última cruzada,
en la cual rodó varias escenas de torso sin sus pantalones
puestos debido a su manía de andar en calzoncillos por el
plató instalado en el desierto de Almería. Ese mismo año
sería nominado para los Globos de Oro al mejor actor de
reparto. Incluso su personaje de John Mason en La Roca,
tenía un poco del súper agente.
Dicen que una retirada a tiempo es una victoria. Ahora
Connery disfruta de su familia y del golf, pero siempre nos
quedará para el recuerdo su estupenda filmografía.
Defensor a ultranza de los derechos de los animales y
un ejemplo generacional a seguir por su compromiso con
los derechos humanos. Al contrario que muchos de sus
compañeros de profesión, River Phoenix entró en el mundo
de la interpretación obligado por sus padres y la necesidad
de dinero de estos. Durante un tiempo trabajó en series de
televisión hasta que Joe Dante le puso el ojo encima y le
dio su primer papel en el cine. Se trataba de Exploradores,
un film de ciencia ficción que le convertiría en estrella de la
noche a la mañana y donde compartía pantalla con Ethan
Hawke, otra joven promesa que terminaría teniendo más
suerte que él.
Empezaron a lloverle oportunidades y volvió a dar en el
clavo con Cuenta Conmigo, una adaptación de la novela
de Stephen King en la que cuatro amigos pasaban de la
adolescencia a la madurez a través de un viaje, por los
bosques de su pueblo, con el fin de ver un cadáver oculto
entre la maleza. Una película de culto para una generación
entera.
Su primer protagonista absoluto llegó en el año 88 con
Una noche en la vida de Jimmy Reardon, una comedia
de enredo muy al estilo de la época, en la que Phoenix
debía recaudar dinero duran una sola noche para viajar a
Hawaii. Ese mismo año, logró una nominación a los Oscar
por Un lugar en ninguna parte, de Sidney Lumet. A partir
de ahí comienza a trabajar en una serie de films más o
menos notorios y muy acordes con la década de los 80.
Dramas, comedias, policiacos y espionaje… Pero fue en
1989 cuando llegaría su papel más recordado de la mano
de Steven Spielberg en Indiana Jones y la última cruzada,
donde volvería compartir créditos con Harrison Ford.
Spielberg siempre ha mantenido que esta tercera parte es
su película favorita de la saga. Phoenix contaba que para
preparar el personaje jamás se fijó en Indy, sino en el propio
Harrison Ford, al cual observó muy de cerca durante algún
tiempo para lograr parecerse a él.
Quizá su interpretación del joven Indiana Jones fue lo que
le terminó dando a conocer, pero realmente sería Gus
Van Sant quien le ofrecería la oportunidad de su vida al
protagonizar, junto a Keanu Reeves, uno de los grandes
iconos del cine independiente de los años 90: Mi idaho
privado. Dos años después repetiría con ambos en Ellas
también se deprimen, sin llegar a alcanzar el éxito que les
reportó su anterior colaboración.
Prácticamente consagrado como estrella, Phoenix empezó
a trabajar al lado de grandes nombres de la industria
independiente como Lili Taylor, Robert Redford, Sam
Shepard o Jonathan Pryce, intentando desligarse de la
industria cinematográfica más comercial.
La noche del 31 de octubre de 1993, River se encontraba
junto a su novia, sus amigos y su hermano Joaquin en el
Viper Room, un club propiedad de Johnny Depp. La mezcla
de cocaína, heroína y anfetaminas hicieron que Phoenix se
desplomara en la puerta al salir del club. Cuando llegó la
ambulancia ya era demasiado tarde.
Durante décadas ha servido de inspiración para varias
generaciones. Incluso Red Hot Chili Peppers o Natalie
Merchant le escribieron canciones dedicadas, siendo R.E.M.
quien se llevó la palma dedicando todo su disco Monster a
la memoria de River Phoenix. Nos queda su trabajo y una
pregunta: ¿Hasta donde habría llegado su carrera
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