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BEL KENDAL<br />
Bel Kendal roba su apellido a una rubia<br />
hitchcockiana que tiene a la muerte<br />
pegada a sus talones. Espectadora<br />
compulsiva de cine, especialmente en<br />
blanco y negro. Desde 2011 intenta<br />
que el cine clásico no caiga en el olvido<br />
escribiendo en www.clasicosis.com<br />
CARY GRANT,<br />
PRÁCTICAMENTE PERFECTO<br />
por Bel Kendall (www.clasicosis.com)<br />
Cary Grant es ese icono de la elegancia clásica por<br />
excelencia. Sus personajes potenciaban la imagen de<br />
hombre carismático, agradable y conquistador que parecía<br />
prácticamente perfecto. Sin embargo, en dos de sus<br />
mejores comedias esta faceta brilla por su ausencia.<br />
En Arsénico por compasión (1944) se hace referencia a<br />
su lado más galán simplemente para situar a Grant en la<br />
escena. Mortimer Brewster es un codiciado soltero que por<br />
fin ha pasado por la vicaría. Al acercarse a casa de sus tías<br />
Abby y Martha para dar la noticia, descubre que estas dos<br />
entrañables ancianas están llevando a cabo una macabra<br />
tradición: asesinar a ancianos solitarios para que no sufran.<br />
Todo bondad. Sobre esta oscura premisa se cimenta una<br />
de las mejores comedias negras del Hollywood clásico, a<br />
pesar de que Estados Unidos nunca fue amigo de reírse de<br />
la muerte o el asesinato, eso se lo dejaban a los británicos.<br />
A Frank Capra lo podemos definir como la conciencia del<br />
cine clásico. Un director inspirado que en este film cambió<br />
de tercio y adaptó un éxito de Broadway. Cary Grant nunca<br />
estuvo contento con su actuación en esta película, la<br />
consideraba una de las peores. Ciertamente, su personaje<br />
es el que menos humor aporta, es el cuerdo en medio de tal<br />
locura. Su interpretación exige mucha cara de asombro y<br />
un estado de nerviosismo exagerado constante y eso es lo<br />
que el actor da al personaje, aunque por momentos roce el<br />
histrionismo. Arsénico por compasión va más allá de Cary<br />
Grant, son esas dos entrañables tías, ese hermano que se<br />
cree Teddy Roosevelt, ese otro hermano monstruoso y su<br />
temeroso médico y especialmente ese ritmo endiablado<br />
que no nos permite recomponernos entre carcajada y<br />
carcajada.<br />
hecho, ocurre. Hawks, uno de los maestros indiscutibles de<br />
este arte, supo montar un puzzle inédito hasta el momento,<br />
tan inédito que nadie la valoró positivamente. Consiguió<br />
darle un ritmo que ni decae ni satura a un guion sin pausa.<br />
Los protagonistas son dos personajes opuestos en un<br />
eterno tira y afloja. Hepburn ya da muestras de su maestría<br />
en el género en esta, su primera comedia. Su personaje es<br />
un ciclón acostumbrado a salirse siempre con la suya, por<br />
su parte, Grant está perfecto dejándose arrollar sin llegar<br />
a ser insulso. En esta ocasión ellos sí que son la película,<br />
pero no hay que minusvalorar a los fantásticos secundarios<br />
que pululan alrededor. Nada sobra en este film. Excepto<br />
la música, que al igual que en Luna nueva (1940) Hawks<br />
decide no incluirla para no cargar al espectador y no se<br />
echa de menos.<br />
“Creo que para envejecer, lo mismo que para convertirse<br />
en hombre cuando se es un chiquillo, se necesita tener<br />
muy buena voluntad. Yo soy un poco distraído y me había<br />
olvidado de envejecer. Eso es todo” CARY GRANT<br />
Y si hablamos de Cary Grant envuelto en una espiral<br />
de locura y de un film sin descanso no podemos dejar<br />
de nombrar a La fiera de mi niña (1938), una de las<br />
mejores screwballs de la historia. Howard Hawks dirige<br />
un soberbio guion de Dudley Nichols apoyado sobre un<br />
surrealimo creciente que sortea el límite pero nunca pierde<br />
la coherencia interna de este atípico relato. Cary Grant es<br />
aquí un paleontólogo a punto de casarse, de completar el<br />
esqueleto de un brontosaurio y de recibir una donación de un<br />
millón de dólares hasta que se cruza en su camino Katharine<br />
Hepburn. A partir de este momento todo puede ocurrir y, de<br />
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