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✒
Jesús Manzano
Ganar a cualquier precio o anteponer el
espectáculo por encima del resultado,
eterno debate en el deporte rey del que
ningún aficionado ha escapado nunca y
que no podría ser menos en una tierra
tan futbolera como Huelva, y en la que se ha
alcanzado grandes cotas con sistemas de juego
diametralmente opuestos. Pongamos los casos de
la etapa de Lucas Alcaraz, con un fútbol cimentado
en descarados tintes defensivos, o la de Marcelino
García Toral, con un concepto futbolístico muy
alejado del anterior, y que dio como fruto la época
dorada del Decano en su dilatada historia.
Al margen de ellos, y remontándonos a mediados
de los 80, aún se recuerda las grandes tardes
de fútbol en el Viejo Colombino de un nuevo
Recreativo de Huelva bajo la batuta de Víctor
Espárrago. El banquillo onubense sirvió al
uruguayo para dar el salto a España, donde dejó
impronta de su calidad futbolística, en el Sevilla,
primero, y en el Recre, después. Todo un lujo para
el balompié hispano tener en nómina a un jugador
que lo fue todo con Nacional de Montevideo
y con la selección charrúa, con la que llegó a
disputar hasta tres mundiales (1966, 1970 y 1974).
Huelva fue destino de ida y vuelta para Víctor
Espárrago. La dejó como futbolista en 1979, tras
formar parte de aquella histórica plantilla que
logró el primer ascenso del Recre a la máxima
categoría. Volvió a su Nacional, con el que siguió
ganando títulos hasta su retirada en 1982. Dejó
tras de sí 432 partidos y 62 goles como jugador.
“
El charrúa, un lujo como futbolista
en el Sevilla y el Recre, disputó
tres Mundiales (66, 70 y 74)
”
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