Principios para una Sociedad Libre - Jarl Hjalmarson Foundation
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que la gente presente ideas no convencionales y nuevas maneras<br />
de pensar. De estas innovaciones la mayoría se mostrará tonta o<br />
errónea, pero <strong>una</strong> parte servirá <strong>para</strong> promover el dinamismo de la<br />
sociedad. Si no se hubiera respetado esta idea, Alexander Graham<br />
Bell hubiera sido descartado como totalmente excéntrico o loco,<br />
cuando propuso que se podría conversar en lo que más tarde sería el<br />
teléfono.<br />
La libre expresión<br />
La libre expresión requiere el derecho de imprimir, publicar y<br />
transmitir cualquier cosa, siempre y cuando no dañe directamente<br />
a alguien, por más que sea muy ofensivo. Las ideas y el lenguaje<br />
racistas, sexistas, revolucionarios, pornográficos y homo-fóbicos<br />
deben ser permitidos y, si es necesario, criticados. Los musulmanes<br />
fueron profundamente agredidos por Los Versos Satánicos de Salman<br />
Rushdie, pero se equivocaron cuando trataron de prohibir el libro y<br />
ejecutar al autor.<br />
John Stuart Mill escribió la defensa más famosa de la libre expresión<br />
en Sobre la Libertad. “Suponiendo que todos los hombres salvo uno<br />
fueran de la misma opinión, si todos los hombres silenciaran al único<br />
hombre en contra, estaría tan injustificado como si él, si tuviera el<br />
poder <strong>para</strong> hacerlo, silenciara a todos los demás hombres… Si su<br />
opinión fuera la correcta, este acto les quitaría la oportunidad de<br />
cambiar el error por la verdad; si la opinión fuera errónea, perderían<br />
algo casi tan importante como lo anterior, que es el resultado de la<br />
confrontación entre la verdad y el error: <strong>una</strong> mejor percepción y <strong>una</strong><br />
impresión más viva de la verdad.”<br />
El derecho a la libertad de expresión se funda en cuatro argumentos.<br />
Primero, el argumento de falibilidad acepta que podemos<br />
equivocarnos. Siendo humanos, cualquiera se puede equivocar en<br />
su razón y su instinto. Si suprimimos <strong>una</strong> opinión, quizás más tarde<br />
nos daremos cuenta que la opinión que suprimimos era verdadera.<br />
La única manera de estar seguros de que no es verdadera, es si<br />
suponemos que nunca podemos cometer un error. Ni siquiera<br />
el hecho de que <strong>una</strong> abrumadora mayoría de la gente, o los más<br />
educados, tenga <strong>una</strong> cierta opinión, es suficiente <strong>para</strong> justificar la<br />
supresión. Opiniones que en su momento fueron defendidas por<br />
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