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De pronto oyó:<br />
—Pablo, escucha, deja en paz a los caracoles. Tengo una<br />
idea mucho menos agresiva.<br />
El jardinero Sal Gorda le dijo algo al oído a Pablo.<br />
Tanto entusiasmo produjeron en el chico las palabras de su<br />
amigo, que buscó por la hierba una pluma de mirlo y<br />
empezó a cosquillear la barba blanca y la nariz del jardinero.<br />
Varios días después, Ignacio Tomillo notó que su amigo<br />
Pablo iba menos al parque:<br />
—Pablo, ya no te quedas a jugar al pilla pilla por las<br />
tardes.<br />
—No nos has contado ningún chiste nuevo de ballenas y<br />
cachalotes —añadió Margarita Cominos.<br />
—Es que estoy harto de Eduardo Picante. Es un abusón.<br />
Cuando lo veo de jefe sufro ataques de envidia y rabia.<br />
Además, don Federico y yo tenemos un plan. Vosotros me<br />
podéis ayudar si lo lleváis en secreto.<br />
Llegaron días de sol. A Pablo Azafrán se le veía casi<br />
siempre con el señor Federico aprendiendo trucos para<br />
trasplantar y cuidar frutales y árboles de sombra. Volvió el<br />
chico una tarde de junio al parque a regar los geranios y vio<br />
que Picante, subido en una escalera, comenzaba a recoger<br />
las cerezas ya maduras.<br />
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