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es enseñar a identificar las emociones, a ponerlas<br />
nombre. Dotar a los hijos de vocabulario emocional es<br />
imprescindible para que ellos puedan luego reconocerlas.<br />
En el cuento, don Federico le pone nombre a lo que siente<br />
Pablo y le ayuda a reconocer los síntomas de la envidia.<br />
Don Federico Sal Gorda le ofrece multitud de<br />
alternativas para que Pablo canalice positivamente su<br />
emoción. Todas las emociones tienen una lectura positiva,<br />
ya que todas las emociones cumplen alguna función. En<br />
este sentido, si piensas con objetividad en la envidia, te<br />
da información sobre lo que tú deseas o sobre lo que tú<br />
valoras. Es decir, que si lo que tu hijo envidia es un buen<br />
objetivo, ese sentimiento te permitirá ayudarle a buscarlo.<br />
En ocasiones también ocurre que la habilidad envidiada<br />
no es un valor encomiable; entonces, tu ayuda consistirá<br />
en que tu hijo sea consciente de a dónde le lleva intentar<br />
alcanzar ese valor.<br />
En este sentido, don Federico, al final del cuento, le dice<br />
a Pablo:«Quizás la envidia pueda enseñarte a ser mejor<br />
persona, ya que te ayuda a saber qué deseas ser. Pero no<br />
siempre lo que uno envidia de otros es bueno». Le aporta<br />
reflexiones para que Pablo sea consciente de que la envidia<br />
le ha ayudado a descubrir su necesidad de ser líder y<br />
aprovecha para hacerle reflexionar sobre si ese valor vale la<br />
pena o no.<br />
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