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HANS ULRICH GUM811ECHT<br />
•<br />
PRODUCCiÓN DE PRESENCIA<br />
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nos, y la relación entre los seres humanos y las cosas del mundo. El<br />
tiempo, en contraste. es la dimensión primordial para cualquier cultura<br />
del significado. porque parece haber una asociación inevitable entre la<br />
conciencia y la temporalidad (piénsese en el concepto de "corriente de<br />
la conciencia". de Husserl). Sobre todo. sin embargo. el tiempo es la<br />
dimensión primordial de cualquier cultura de significado. porque insume<br />
tiempo desarrollar aquellas acciones transformativas a través de las<br />
cuales las culturas de significado derroen la relación entre los seres<br />
humanos y el mundo. Ahora. sí el espacio es la dimensión dominante a<br />
través de la cual, en una cultura de presencia, la relación entre humanos.<br />
esto es, entre cuerpos humanos, se constituye. entonces tal relación. séptimo,<br />
puede transformarse constantemente (y de hecho tiende a hacerlo)<br />
en violencia::esdecir. en ocupar y bloquear espacios con cuerpos- contra<br />
otros cuerpos. Para las culturas del significado, en contraste, es típico<br />
(y acaso incluso obligatorio) diferir infmitamente el momento de la<br />
~ violencia real. y transformar así la violencia en poder, al cual podemos<br />
definir como el potencial de ocupar o bloquear espacios con cuerpos.<br />
Cuanto más la autoimagen de cierta cultura se corresponde con la. tipología<br />
de una cultura del significado, más trata de esconder y aun de<br />
excluir la violencia, como una extrema potencialidad del poder. Es así<br />
que podemos explicar el hecho de que, en las décadas recientes, los historiadores<br />
y fIlósofos de nuestra cultura han confundido relaciones de<br />
poder con relaciones definidas por la distribución, de conocimiento. Pero<br />
las líneas a lo largo de las cuales es distribuido el conocimiento s610<br />
t ~ coincidirán con las líneas de relaciones de poder en la medida en que la<br />
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V<br />
estabilidad de las lineas de distribución de conocimiento esté cúbierta en<br />
último ténnino, incluso en una cultura de significado. por el potencial y<br />
la amenaza de la violencia flsica.<br />
En una cultura de significado, octavo, el concepto de ev~<br />
ligado inseparablemente al valor de la innovación y. como consecuencia<br />
de tal valor, con el efecto de sorpresa. En una cultura de presencia, sin<br />
embargo, el equivalente de una innovación es el-necesariamente ilegítimo-<br />
apartanúento de las regularidades de una cosmología y sus c6dí~<br />
gas inherentes de conducta humana. Es por eUo que imaginar una cultura<br />
de presencia implica el desafio de pensar un concepto de evento<br />
desligado de la innovaci6n y la sorpresa. Tal concepto nos recordaría<br />
que incluso aquellos cambios y transformaciones regulares que pode_<br />
mos predecir y esperar implican un momento de discontinuidad.<br />
Sabemos que, un poco después de las ocho en la tarde, la orquesta<br />
comenzará a tocar una obertura que hemos escuchado muchas veces. y<br />
aun así, la discontinuidad que marca el momento en el cual suenan los<br />
primeros sonidos nos "golpeará", produciendo un efecto de "evento"<br />
que no por ello implica ni sorpresa ni innovación. El ejemplo de un<br />
evento en el escenario nos lleva., novena al jue¡O y la ficción como conceptos<br />
a tra,"s Ele JOi cnales las cll!h'ras de signifipado caracterizan jntemcciones<br />
cuyos participantes tienen una cQDciencia yaga, limitada O<br />
inexistente respecto de las motivaciones que guían su comportamiento.<br />
Esta ausencia de una conciencia respecto de las motivaciones que guían<br />
su comportamiento es la taZÓn por la cual. en situaciones de juego o fIcción,<br />
reglas -ya sea reglas preexistentes o' reglas que están siendo<br />
hechas a medida que se desarrolla el juego- toman el lugar de las motivaciones<br />
de los participantes. Al no tener las acciones. definidas como<br />
comportamiento humano estructurado por motivaciones conscientes, un ~ ~<br />
lugar en las culturas de la presencia, éstas no pueden producir un equi ..!-~<br />
..\: v.,<br />
valente a los conceptos dejuego o fIcción ~ tampoco el contraste entre<br />
i;<br />
juego/ficción por un lado, y la seriedad de las interacciones cotidianas<br />
por otro,"" Si, en una cultura de signifIcado, la seriedad de las interaccio ~<br />
nes cotidianas encuentra un contraste intemo en el juego y la ficción. las ;¡<br />
culturas de presencia necesitan suspenderse a sí mismas -durante límites<br />
de tiempo claramente defInidos- cada vez que quieren permitir una ~<br />
excepción a los ritmos de la vida cosmológicamente fundados. Esta es<br />
Ja estructura que académicos inspirados por Mijaíl Bajtin llaman. metonúnicamente,<br />
"carnaval"," Finalmente, para llenar esta tipología tan<br />
binaria con algo de imaginación histórica. podríamos dCcir, de nuevo,<br />
que las discusiones parlamentarias, en principio, son una competición<br />
entre diferentes motivaciones individuales, es decir, entre diferentes<br />
visiones de un futuro remoto que puede orientar el comportamiento<br />
individual y colectivo en un futuro inmediato. Aunque las discusiones<br />
parlamentarias, hasta el presente. han contado con la presencia física de<br />
Jos participantes, se presentan como siendo exclusivamente definidas<br />
por la calidad intelectual de las visíones y argumentos en 'competencia.<br />
~ eucaristía, en contraste. es un ritual de magia en tanto hace que el<br />
" Véase mi artículo "FiktiOIl I NichtfiktlOD" CJI H,Brackert y E. Ummert (cds.), <br />
Funkkolleg Uteratur, vol. lo (pnmkfurt sJM, 1977), pp. 188-209. <br />
N V6asc Mijail Bajtin. Rabelms and hil World (Cambridge. Mw., 1968) (ed. CJI caste<br />
nano: Mijail Bajtin, La cultllra P