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y la de sus artistas. Creo que hoy la norma<br />
es el corazón y las ganas de sumar. No creo<br />
que sea especialmente difícil el vínculo con<br />
los artistas. Ellos en general siempre están dispuestos<br />
a conversar. Lo que sí creo que hace<br />
falta es una mayor profesionalización en el<br />
aporte que, como periodistas especializados,<br />
podemos hacer a la danza, en términos de la<br />
Frente al aniversario de DCO, al considerar<br />
que actualmente hay lazos más abundanposibilidad<br />
de ayudarla a pensarse, al tiempo<br />
que la ayudamos a difundirse. No alcanza<br />
con la pasión ni con lo que uno “piense” de<br />
tal o cual cosa, sino que, como comunicadores,<br />
tenemos la responsabilidad de estudiar,<br />
leer, aprender siempre y poder devolver una<br />
perspectiva que opere como aporte y no<br />
como mero “criticismo”. ◆<br />
CARNE VIVA!, UNA VERSIÓN<br />
REDUCIDA Y FRESCA DE DCO<br />
Carne Viva! es una gaceta inventada organizada,<br />
formateada, y distribuida por Gustavo<br />
Emilio Rosales, escritor y editor de textos relacionados<br />
con la danza.<br />
En <strong>20</strong>04, Emilio creó una revista en papel llamada<br />
DCO (léase deseo: danza, cuerpo, obsesión),<br />
cuyo inicio fue muy rústico, pero que<br />
fue adquiriendo peso teórico y un formato de<br />
alta calidad con el paso del tiempo. Para sostener<br />
DCO, asegurando su continuidad bajo<br />
la promesa de que cada número sería un<br />
poco mejor que el anterior, consiguió becas<br />
en México, su país natal, y Holanda. Cuando<br />
no las tuvo, cubrió la impresión con recursos<br />
propios, con préstamos o incorporando a su<br />
rutina profesional labores de taxista en la ciudad<br />
de Buenos Aires, donde distribuye DCO<br />
desde <strong>20</strong>06.<br />
Este año, en que se cumple el décimo aniversario<br />
de revista DCO, publica Carne Viva!<br />
con el propósito de renovar el impulso creativo<br />
que lo llevó en su momento a fundar DCO.<br />
El editor considera que publicar asiduamente<br />
textos de danza ha sido una actividad ardua,<br />
pero que ha rendido frutos. Cuando DCO comenzó,<br />
las comunidades agrupadas bajo el<br />
signo de la danza se percibían menos lectoras<br />
y había, por tanto, un mercado muy débil<br />
para libros y revistas especializados.<br />
Los primeros años de DCO, en consecuencia,<br />
fueron muy difíciles, pues el ecosistema mexicano<br />
de la danza es uno de los menos proclives<br />
a la lectura. Ocasiones hubo en que Emilio<br />
pensó en vender todo un tiraje de revistas<br />
por su peso en bruto, como mero papel.<br />
La tozudez del mexicano, la difusión de DCO<br />
en comunidades paralelas al mundo de la<br />
danza, donde sí había un interés latente por<br />
cuestiones de estudio relacionadas con el<br />
cuerpo (sectores vinculados con la filosofía,<br />
la psicología y la antropología, principalmente),<br />
la incipiente distribución de la revista en<br />
<strong>Argentina</strong>, donde la publicación encontró<br />
un eco lector más decidido; y la creación de<br />
una red propia de distribución, propiciaron la<br />
supervivencia de Revista DCO.<br />
“El abandonar las librerías y cualquier intención<br />
de estar en ellas, paradójicamente,<br />
fortaleció nuestras ventas y nos permitió el<br />
control adecuado para trazar una economía<br />
de publicación. Las librerías resultaron ser<br />
una desilusión: piden una comisión que siempre<br />
es alta, no exhiben el producto en áreas<br />
específicas, y no rinden cuentas de manera<br />
clara y oportuna. Por el contrario, venderla<br />
de persona a persona - en festivales, aulas,<br />
funciones o por medio de las redes sociales<br />
– ha dado curso de salida a nuestro inventario.<br />
Por lo anterior, no creo exagerado afirmar<br />
que la subsistencia de DCO suscitó, de<br />
manera indirecta, el surgimiento posterior de<br />
otras revistas, al menos en Latinoamérica”,<br />
apunta Emilio.