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PROGRAMA DE CIENCIA Y TECNOLOGIA PARA EL DESARROLLO<br />
CYTED XIV. B VIVIENDO Y CONSTRUYENDO<br />
CYTED<br />
REFLEXIONES SOBRE<br />
LA AUTOCONSTRUCCION DEL<br />
HABITAT POPULAR EN AMERICA LATINA<br />
Víctor Saúl Pelli<br />
Mario Lungo<br />
Gustavo Romero<br />
Teolinda Bolívar
PROGRAMA CYTED<br />
CIENCIA Y TECNOLOGIA PARA EL<br />
DESARROLLO<br />
SECRETARIO GENERAL<br />
Doctor Jesús Sebastián<br />
SUBPROGRAMA CYTED XIV<br />
TECNOLOGIAS PARA LA VIVIENDA DE INTERES SOCIAL<br />
COORDINADOR:<br />
Dr. Arq. Luis Silvio Ríos<br />
RED CYTED XIV. B<br />
VIVIENDO Y CONSTRUYENDO<br />
AUTOCONSTRUCCION PROGRESIVA Y<br />
PATICIPATIVA<br />
COORDINADOR<br />
Lic. Edin Martinez
PROGRAMA DE CIENCIA Y TECNOLOGIA PARA EL<br />
DESARROLLO RED CYTED XIV. B<br />
VIVIENDO Y CONSTRUYENDO<br />
CYTED<br />
REFLEXIONES SOBRE<br />
LA AUTOCONSTRUCCION DEL<br />
HABITAT POPULAR EN AMERICA LATINA<br />
Víctor Saúl Pelli<br />
Mario Lungo<br />
Gustavo Romero<br />
Teolinda Bolívar
Indice general<br />
INTRODUCCIÓN 6<br />
PROLOGO 7<br />
Autoconstrucción, el camino hacia la Gestión Participativa y<br />
Concertada del hábitat<br />
Víctor S. Pelli 9<br />
INDICE 10<br />
La Autoconstrucción delHábitat Popular: Perspectivas frente a los<br />
camb ios estructurales de la Economía y la Sociedad<br />
Mario Lungo 41<br />
INDICE 42<br />
Las alternativas y opciones de la Autoconstrucción de vivienda en<br />
América Latina<br />
Gustavo Romero 67<br />
INDICE 68<br />
La Autourbanización y la Autoconstrucción en la Producción de<br />
las Ciudades Latinoamericanas: Piezas para armar una crítica<br />
Teolinda Bolivar 97<br />
RESUMEN 99<br />
5
Introducción<br />
A partir de los años 80, pierde fuerza la reflexión global teórica sobre el<br />
tema de la autoconstrucción de vivienda de interés social, provocando un vacío<br />
que es necesario contribuir a llenar desde todas las perspectivas posibles.<br />
Posteriormente a ese período, se han desarrollado un sinnúmero de estudios<br />
de casos empíricos, que han introducido a la discusión nuevas facetas, como<br />
vincular la autoconstrucción con el asentamiento, la obtención de infraestructura<br />
técnica y social, la creación de actividades generadoras de ingresos, la<br />
organización comunal y barrial, la cultura popular que crea, y últimamente, el<br />
tema ecológico y de género.<br />
En todos nuestros países, la autoconstrucción de vivienda constituye la<br />
principal fuente de producción de hábitat para los sectores populares urbanos,<br />
a tal punto que esas formas de autoconstruir, han servido de inspiración a<br />
programas oficiales en distintos países y ciudades del Tercer Mundo.<br />
No obstante, estas formas de apropiación de experiencias populares por<br />
parte de los Estados, si bien han favorecido los procesos de construcción de<br />
viviendas para los sectores de bajos ingresos, también han contribuido a<br />
profundizar las desigualdades sociales, evidenciando que no todas las<br />
concepciones posibles de políticas habitacionales, tienen un lugar para la<br />
autoconstrucción.<br />
Carece de sentido el esfuerzo de promover la adopción de la<br />
autoconstrucción, si no se asegura su coherencia con la estructura de gestión<br />
habitacional en la que se la pretende insertar, estructura que básicamente<br />
debe estar centrada en el protagonismo de la gente, en las decisiones de<br />
solución de sus propios problemas, así como en sus necesidades de inserción<br />
no segregada y en igualdad de derechos, en el sistema socio-urbano vigente.<br />
La pregunta que debe ser respondida es la siguiente: ¿tal como están siendo<br />
adoptadas por los Estados, constituyen las distintas modalidades de<br />
autoconstrucción, una respuesta al multidimensional problema de la vivienda?.<br />
Esta interrogante puede ser respondida si se vuelve a la reflexión teórica del<br />
problema, basándose en las ricas experiencias hasta ahora acumuladas.<br />
Este libro que testimonia la necesidad actual de volver a la reflexión sobre<br />
el tema, constituye una valiosa contribución de la Red XIV.B del Programa<br />
Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo -CYTED-, aun<br />
cuando estamos conscientes de que la temática no se agota con los aportes<br />
de los cuatro autores aquí presentados.<br />
Edín Martínez .<br />
Coordinador Red XIV-B
PROLOGO<br />
En este volumen se hablará de una idea, de un proceso, y también de un conjunto de palabras,<br />
que empezaron a tomar forma alrededor de los años 50 y 60, casi al mismo tiempo en que la crisis<br />
latinoamericana de vivienda (y de pobreza) adquirió la fisonomía con que llega al día de hoy. En<br />
este proceso intervino la propia gente sin techo, la gente con techos que ellos se hacen con sus<br />
ideas y sus medios, y la gente con techos que ellos se hacen con las ideas y los medios de otros.<br />
En algún momento empezaron a incorporarse al vocabulario de la «vivienda social» palabras<br />
como «ayuda mutua», «esfuerzo propio», y también «autoconstrucción». Se desarrollaron<br />
innumerables experiencias con esta idea y estas palabras, en los gobiernos y en los grupos que<br />
ahora se llaman organizaciones no gubernamentales. Estas experiencias empezaron en seguida<br />
a ser acompañadas de indispensables trabajos de evaluación y de reflexión. Y también hubo<br />
memorables debates, que reflejaron no sólo el pensar y sentir de sus actores en torno a la vivienda<br />
y á la gente sino también sus compromisos con diferentes formas de entender la sociedad, sus<br />
problemas y sus modos deseables de evolución. «Este debate...cesó, de alguna manera, a<br />
comienzos de los 80, cuando se hizo obvio que había argumentos atendibles de ambos lados de<br />
la confrontación de posiciones, mientras que al mismo tiempo la discusión traía poca ayuda a la<br />
solución de los problemas de cada día de la gente de los tugurios y de los asentamientos<br />
irregulares» 1 . Ha pasado casi medio siglo desde que este proceso se puso en marcha y aquella<br />
idea y aquellas expresiones siguen activas. Mientras tanto, la asombrosa historia reciente ha<br />
traído tantas modificaciones al escenario y a las reglas de juego, que se hace poco menos que<br />
indispensable preguntarse qué es lo que hoy tenemos entre manos y cuál es hoy la naturaleza del<br />
problema que hemos estado y estamos enfrentando.<br />
En la Red CYTED. XIV. B., «Viviendo y construyendo», se han reunido, con el propósito de<br />
potenciarse mutuamente en su labor de acción directa, de reflexión, de difusión y de promoción,<br />
un conjunto significativo de personas y organizaciones dedicadas a la vivienda en toda la América<br />
Latina que coinciden en su adhesión a la idea amplia de autoconstrucción, sin entrar aún a<br />
diferenciar sus variantes. En la mesa de gestación de la Red, en la reunión de San Salvador, en<br />
noviembre de 1992, así como en las reuniones preliminares en Santiago de Chile, en 1991, se<br />
sintió como imprescindible la clarificación y actualización de la idea nucleadora. El Subproyecto 3<br />
de la Red, establecido como línea de acción para llevar adelante esta tarea, se propuso iniciar (o<br />
reiniciar una vez más), con este mandato, el proceso de lectura e interpretación, a la luz de las<br />
nuevas pautas, de las lecciones que pueden extraerse de toda la experiencia acumulada.<br />
Antes de entrar a comentar la elaboración de este trabajo, viene al caso recordar que en los<br />
años ’60 y ’70 se produjeron también, además del intenso debate teórico centrado en el<br />
protagonismo de la gente, otros sucesos significativos, con una orientación similar: Por un lado,<br />
aquel fue el momento de nacimiento de muchas de las organizaciones y proyectos institucionales<br />
que han jugado un papel histórico en Ia evolución y en el esclarecimiento de la concepción de la<br />
gestión habitacional centrada en la participación de la propia gente. No pocos de ellos están hoy<br />
representados en esta Red o en otros Proyectos y Redes del Programa CYTED 2 . Por otro, se<br />
concretó en 1976, con el nombre de Hábitat la reunión mundial sobre la vivienda popular más<br />
numerosa, representativa y significativa de todas las que se habían producido hasta el momento,<br />
con un marcado giro hacia lo social y lo urbano, hacia la gente, por contraposición a las habituales<br />
reuniones sobre tecnología, sobre financiación o sobre tipología de diseño. El proceso al que se<br />
dedica este volumen, y muchas de sus protagonistas, no fueron ajenos a la orientación general ni<br />
al contenido de las propuestas que se gestaron en la reunión de Hábitat.<br />
La red quiso aludir a este período de aproximadamente veinte años de vida de las<br />
organizaciones, de «suspensión del debate», de acumulación de experiencia, y de vigencia de<br />
las conclusiones de la reunión de Hábitat, al bautizar a este Subproyecto con el nombre: «LAS<br />
LECCIONES DE LAS EXPERIENCIAS DE VIVIENDA POPULAR EN 20 AÑOS EN AMÉRICA
LATINA. BASES PARA EL FUTURO».<br />
También está en las intenciones de la Red encaminar su aporte a la gran tarea evaluadora y<br />
reorientadora que se propone para 1996, la reunión Hábitat II.<br />
Los escritos que se reúnen en este trabajo son el resultado del encargo efectuado por la Red<br />
a los arquitectos Teolinda Bolívar, Mario Lungo, Gustavo Romero y Víctor Saúl Pelli. Algunos<br />
otros compañeros iniciales de trabajo han ido, a su pesar y al nuestro, debiendo apartarse del<br />
Proyecto, exigidos por la intensa dinámica de sus responsabilidades en sus puestos de trabajo.<br />
En cuanto a los cuatro documentos que finalmente se reúnen en este trabajo, no hace falta<br />
extenderse en hacer notar que han sido desarrollados desde distintos niveles de experiencia<br />
laboral, distintas radicaciones nacionales, distintas bases ideológicas y también distintos «estilos»<br />
e historias personales, porque todo esto se hará evidente en la lectura y es, creemos, lo que la<br />
enriquece. La tarea conjunta se desarrolló a distancia; quedará para otra instancia la elaboración<br />
compartida personalmente y entremezclada en mesas de discusión, indudablemente más<br />
integradoras de contenidos y resultados que los fax, los teléfonos y el correo rápido.<br />
Estos documentos no pretenden por cierto el lugar de aquellos escritos, ya históricos, que<br />
veinte años atrás dieron forma y vida al debate, pero sí sumarse y estimular la vuelta a la práctica<br />
de formular preguntas, objetar, reflexionar y aventurar hipótesis en torno al significado de las<br />
formas en que la gente puede y debe hacerse cargo de las acciones públicas de solución de sus<br />
propios problemas habitacionales. Se pretende con esto, quizá a riesgo de fuertes refutaciones a<br />
los mismos trabajos que aquí se reúnen, activar aún más y comprometer a la comunidad de<br />
personas y organizaciones que tienen empeñada su vida en la conformación de un hábitat digno<br />
y equitativamente distribuido, a hacer lo que ya es tiempo de hacer: someter a intenso examen su<br />
labor de todos estos años, clarificar y dar coherencia a sus bases teóricas y sus esquemas<br />
operativos, entender y ajustar su posición dentro de la difícil trama del mundo actual, e incrementar<br />
su incidencia en la solución global del problema de la vivienda de los sectores populares en<br />
nuestras sociedades, cada vez más duro, cada vez más evidente, cada vez más contrastante, y<br />
por todo esto cada vez más difícil de admitir.<br />
Resistencia, Octubre 1994.<br />
Víctor Saúl Pelli<br />
Coordinador Subproyecto 3<br />
Red CYTED XIV. B., «Viviendo y Construyendo»<br />
(1) Mathey, Kosta: «Positions on Self-Help Housing» en «Beyond Self-Help Housig»; Editor:<br />
Mathey, Kosta; Ed. Mansell, London: 1992. (traducción de VSP para este prólogo).<br />
(2) CYTED: El Programa de Ciencia y Técnologia para el Desarrollo nació en 1984, con la<br />
promoción de In Cooperación Española y bajo la conducción de los Organismos Nacionales<br />
de Ciencia y Técnica de todos los países latinoamericanos, España y Portugal El Programa<br />
abarca numerosos Subprogramas, dedicados cada uno a una rama o a un tema especHico<br />
de la ciencia o de la técnica Entre estos, el Subprograma CYTED. XIV, «Tecnologías para<br />
Vivienda de Interés Social», puesto en marcha en 1987 por el Dr. Ing. Julián Salas Serrano,<br />
quien lo condujo hasta 1993 dió nacimiento y cobijo a diversos Proyectos específicos<br />
directamente relacionados con la vivienda. El primero de estos Proyectos, el XIV.1. «<br />
Autoconstrucción, construcción progresiva y participativa», fué el que, al concluírse, aseguró<br />
una continuidad de su tema de trabajo poniendo en marcha Ia actual Red XlV.B, «Viviendo y<br />
Construyendo, Construcción Progresiva y Participativa».
Victor Saúl Pelli *<br />
Autoconstrucción<br />
El camino hacia la Gestión Participativa<br />
y Concertada del Hábitat<br />
* Arquitecto en la U.N. Buenos Aires, 1960. Director del Instituto de Investigación y Desarrollo<br />
en Vivienda (IIDVI) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U.N. del Nordeste (Choco,<br />
Argentina), que fundó en 1967, y del Instituto para la Comunidad y el Hábitat, (ICoHa),<br />
Organización No Gubernamental. Profesor de «Introducción a la Viviendo Económica» en la<br />
carrera de Arquitectura de la UNNE, creada según su proyecto. Investigador en categoría<br />
Independiente y miembro de la Comisión Asesora del CONICET sobre Arquitectura y Hábitat.<br />
Ex Jefe de Misión Técnico de lo OEA en la República Dominicano. Ex Jefe del Proyecto<br />
CYTED-D XIV.1 «Autoconstrucción: Construcción Progresiva y Participativa».
INDICE<br />
1. Introducción<br />
2. La presencia de la autoconstrucción en la evolución de las<br />
propuestas de política habitacional en América Latina.<br />
3. El marco conceptual propicio<br />
4. Perfil de un modelo de gestión habitacional participativo, adecuado<br />
a las necesidades de los sectores populares urbanos<br />
latinoamericanos y compatibles con las condiciones de contexto<br />
5. La aptitud de las distintas acepciones y categorías de<br />
autoconstrucción, para el Desarrollo de políticas de vivienda<br />
orientadas hacia el perfeccionamiento de la gestión popular del<br />
hábitat.<br />
6. Una reflexión sobre la cogestión del hábitat.<br />
7. Bibliografía
Introducción<br />
Autoconstrucción es la palabra clave que, más<br />
que identificar, representa y simboliza una<br />
concepción global del abordaje de los problemas<br />
habitacionales de los sectores populares de América<br />
Latina.<br />
El concepto de autoconstrucción, que ha venido<br />
tomando forma, como eje de una corriente de<br />
opinión, propuestas y acciones, aproximadamente<br />
desde la década de los ´50, ha venido también desde<br />
entonces evolucionando en sus significados y en sus<br />
formas y criterios de implementación. Al presente<br />
es común encontrarlo en diferentes versiones, con<br />
significados superpuestos y no coincidentes, a veces<br />
directamente contradictorios. Todas estas versiones<br />
tienen, sin embargo, un núcleo de significado en<br />
común: en todas ellas se plantea la inclusión de los<br />
habitantes en el proceso de producción de su propia<br />
solución habitacional. Este núcleo es sólido y marca<br />
una profunda diferencia con todas las propuestas<br />
de gestión hobitacional que excluyen al habitante<br />
del proceso de resolución (y que continúan gozando<br />
de la predilección de los sectores dominantes). Es<br />
tan fuerte este rasgo de diferenciación con otras<br />
estrategias de gestión que termina por contribuir a<br />
la falta de precisión en cuanto al significado de los<br />
formas, muy distintas entre sí, de entender y propiciar<br />
la inclusión de la gente, que se expresan a través<br />
de las distintas acepciones de autoconstrucción.<br />
Una revisión de la evolución del concepto de<br />
autoconstrucción en la historia de los políticas<br />
habitacionales latinoamericanas, aún dentro de las<br />
limitaciones de extensión de un trabajo como el<br />
presente, hará las veces de camino introductorio a<br />
una clarificación conceptual de estas distintas formas<br />
de concebir la autoconstrucción:
La presencia de la autoconstrucción en la<br />
evolución de las propuestas de política<br />
habitacional en América Latina<br />
El tiempo de afloramiento de la crisis habitacional latinoamericana con sus<br />
rasgos actuales: masividad, pobreza extrema, urbanización, desborde de los<br />
mecanismos formales-legales de organización de la ciudad, segregación social<br />
y espacial, fue coincidente con la post-guerra europea, fuerte punto histórico<br />
de inflexión en las corrientes de influencias, presiones y condicionantes de las<br />
que nunca dejaron de depender las estructuras sociales y económicas de los<br />
países latinoamericanos. En un plano específico (en relación a la vivienda),<br />
los países directamente involucrados en la contienda desarrollaron y exhibieron<br />
una intensa actividad de reconstrucción a cargo de los estados nacionales en<br />
tren de recuperar calidad de vida y capacidad productiva. Esa actividad, y los<br />
modelos de gestión que se desarrollaron, ejercieron fuerte influencia sobre las<br />
actitudes de los estados latinoamericanos frente al problema habitacional, al<br />
amparo de los esquemas de política económica que estaban siendo adoptados,<br />
y dentro de los cuales estos modelos de gestión habitacional se insertaban<br />
como instrumentos coherentes de «acción social». Fue también el tiempo de<br />
la generalización de un modelo de vida y de relación social y doméstica<br />
fuertemente identificado con los paradigmas generales de la modernidad. Las<br />
acciones habitacionales de algunos estados latinoamericanos de la década<br />
del 50, incluyendo aquellos sometidos a regímenes dictatoriales, registran<br />
experiencias de incorporación sin transiciones (y también sin análisis críticos<br />
ni tentativas de adecuación a una realidad diferente) del modelo «moderno»<br />
en sus políticas habitacionales, ya sea en su versión refinada dentro de los<br />
cánones de lo que en arquitectura se llamó y se llama «movimiento moderno»,<br />
ya sea en versiones menos estrictas en cuanto a las formas arquitectónicas,<br />
pero igualmente categóricas en cuanto materialización de un patrón cultural.<br />
No se trató ciertamente de una opción por estilos arquitectónicos, sino de una<br />
opción general, más o menos consciente, por un modelo de sociedad, de<br />
cultura, y de estrategia de producción y acumulación, coherente con las<br />
estrategias de desarrollo, fuertemente modernizantes, adoptadas por los<br />
estados latinoamericanos por aquellos tiempos. Opción por otra parte<br />
contradictoria con el mantenimiento de un esquema crudamente dual de<br />
sociedad que no alcanzó nunca a desdibujarse del todo, en la mayoría de<br />
nuestros países, desde la primera irrupción e instalación de los europeos en<br />
la región (Romero, J. L. 1976).<br />
Alrededor de la década de los '50, también, las consecuencias y<br />
contradicciones de este trasplante ajeno a las circunstancias y a los actores<br />
12
sociales involucrados comenzaron a hacerse sentir y observar a través de los<br />
embriones de planteos críticos, o simplemente alternativos, con sus<br />
correspondientes contrapropuestas, que fueron cobrando desarrollo en las<br />
décadas posteriores. Este desarrollo siguió dos vertientes: desde algunos<br />
sectores empresarios y profesionales de la construcción, la preocupación por<br />
reducir costos y tiempos del proceso de producción y por mejorar la calidad<br />
material de las viviendas mediante sistemas y procedimientos constructivos<br />
innovadores fue el punto de arranque de una corriente de impulso a los sistemas<br />
de prefabricación y de industrialización, fuertemente alimentada desde los<br />
países europeos, del oeste y del este. Esta corriente adscribía en todos sus<br />
puntos al paradigma de modernidad, tendiendo sólo a perfeccionar sus modos<br />
de materialización, precisamente como un avance y una mayor definición en<br />
esa dirección. Hubo sólo muy contadas excepciones a esta tendencia, que<br />
desarrollaran, por ejemplo, la prefabricación y la industrialización como<br />
herramientas facilitadoras de la participación social. Simultáneamente<br />
empezaron a producirse, en otros sectores profesionales e institucionales,<br />
cuestionamientos a la solución del problema habitacional calcada de los<br />
modelos urbano-modernos de vida, de vivienda y de gestión habitacional, a la<br />
vista de los aspectos propios y característicos de la realidad latinoamericana<br />
que resaltaban sus fuertes diferencias con los de la situación europea. Más<br />
que en el producto y en el proceso de construcción, la atención fue<br />
gradualmente centrándose en la gente en sus reacciones frente a las soluciones<br />
habitacionales provistas por el Estado, en el «descubrimiento» y revalorización<br />
de sus expectativas de vida y de sus prioridades, en el «descubrimiento« de<br />
las potencialidades positivas de sus modos espontáneos de solucionar su<br />
propio problema habitacional, y en la clarificación del fuerte efecto de cada<br />
modelo posible de proceso de solución habitacional sobre los aspectos<br />
cualitativos del proceso troncal de incorporación de los sectores populares a<br />
la trama de la sociedad urbana. Esta fue una de las oportunidades en que<br />
empezó a aplicarse el término y el concepto de autoconstrucción,<br />
identificando en este caso los procesos obligada e involuntariamente<br />
autónomos a través de los cuales la propia gente encara la resolución de<br />
su problema habitacional, con talento y tenacidad, pero sin recursos ni<br />
marco institucional suficiente para llegar a soluciones plenamente<br />
satisfactorias.<br />
En algunas instituciones, incluso en algunos países latinoamericanos, a<br />
través de sus esquemas de política habitacional, y en determinados casos<br />
con la presencia y la acción inductora de países externos a América Latina (p.<br />
ej. Alianza para el Progreso: Burguess, 1992), comenzaron a ensayarse<br />
propuestas de inclusión de los habitantes en las soluciones habitacionales.<br />
Algunas de estas propuestas apuntaron básicamente a la reducción de costos<br />
13
de asistencia y, accesoriamente, a la reducción de reclamos en la etapa de<br />
uso de la vivienda, comprometiendo a los habitantes en el aporte «sin costo»<br />
de su mano de obra en la construcción de sus propias casas. Los esquemas<br />
de producción fueron diseñados de manera acorde con este punto de partida<br />
conceptual: el habitante se incorporaba como mano de obra a la construcción<br />
de modelos de vivienda y de urbanización concebidos por profesionales, en la<br />
mayoría de los casos sin consulta a los propios usuarios-constructores; en<br />
otros, con consultas «encerradas», sin demasiado margen para la introducción<br />
de opciones por parte de los «beneficiarios». A esta modalidad de acción<br />
también se le aplicó, y lo conserva, el nombre de autoconstrucción.<br />
Aproximadamente en la misma época comenzaron también a tomar forma<br />
propuestas fuertemente influidas por hallazgos en otros campos de trabajo Y<br />
reflexión, como el de la educación popular, el de la promoción comunitaria, el<br />
de la promoción de la salud, o el de la extensión agropecuaria, que reconocen<br />
la necesidad de replantear el criterio de acción social (en nuestro caso, el de<br />
acción habitacional) sumando, al aporte de recursos financieros y técnicos<br />
dentro de procesos de resolución de necesidades, la cesión (o restitución) de<br />
espacios de poder a los propios habitantes para que puedan hacerse cargo<br />
de los procesos, e 'incluso de los recursos financieros aportados desde «afuera»<br />
(en rigor no es desde afuera sino desde el Estado y desde otras instituciones<br />
de la misma sociedad a que pertenecen los «beneficiarios») para<br />
implementarlos: en la práctica estos hallazgos condujeron a modelos de acción<br />
en los que a los «beneficiarios» de las acciones institucionales de vivienda, los<br />
habitantes, les cabe el protagonismo en las decisiones de diagnóstico, solución y<br />
procedimientos de solución, así como en el control y administración de los procesos.<br />
El aporte «externo», financiero, técnico, jurídico, político, se diseña e implementa de<br />
manera de alimentar el accionar de grupos de decisión, control y gestión, integrados<br />
por los habitantes, los técnicos y la mayor cantidad posible de actores involucrados<br />
en los procesos de resolución. Estas propuestas implican fuertes cambios, frente a<br />
la idea convencional de acción habitacional, en la noción física y simbólica de vivienda,<br />
en la concepción de sus formas de uso y de sus formas de producción y,<br />
significativamente, en las relaciones de poder entre los actores, los «naturales» y<br />
los «externos», del proceso de resolución. El término autoconstrucción también<br />
apareció asociado o aplicado a esta modalidad de acción.<br />
Estas tres formas de aplicación del término autoconstrucción, sobre cuyas<br />
profundas diferencias no hacen falta mayores comentarios, suelen presentarse<br />
hoy entremezcladas en una misma propuesta, sin diferenciación y sin una<br />
clara percepción de las confusiones a que conduce, potencialmente o<br />
efectivamente, la superposición de significados.<br />
La confusión no sólo ha sido el origen de fuertes obstáculos para la puesta<br />
14
en vigencia de aquellas formas de la autoconstrucción que desde una óptica<br />
de genuina participación pueden apreciarse como positivas dentro de estas<br />
tres versiones, sino que también ha ofrecido puntos indebidamente vulnerables<br />
a la crítica, que encontró y encuentra en las propias contradicciones y<br />
superposiciones del uso del concepto, motivos atendibles y argumentos para,<br />
por lo menos, poner en duda sus beneficios sociales y su eficacia.<br />
Si bien se las percibe como la expresión de distintos puntos de vista vigentes<br />
actualmente sobre la participación popular, se podrá identificar aún más<br />
ajustadamente estas distintas acepciones si se las entiende también como<br />
distintas etapas históricas de! proceso de esclarecimiento del significado social<br />
de acción de vivienda; es decir, el esclarecimiento del significado de la solución<br />
habitacional en la experiencia de vida de los propios habitantes, en su difícil<br />
proceso de asimilación a la ciudad y a la sociedad urbana moderna con su<br />
inevitable movimiento de creación de formas nuevas y propias de inserción en<br />
ellas; en su proceso de superación (o de consolidación) de estados ancestrales<br />
de sometimiento con respecto a los sectores sociales hegemónicos<br />
(económicos, políticos, profesionales, rituales), y en su proceso de<br />
enfrentamiento y superación de su crítica y para ellos, en rigor, incomprensible<br />
situación de pobreza. Este proceso de esclarecimiento, tanto teórico como<br />
empírico, ha ido poniendo en evidencia el significado del proceso mismo de<br />
resolución habitacional como una de las experiencias troncales de vida de las<br />
familias, con fuerte incidencia en la generación de sus modos de relación interna<br />
y externa, su inserción social, sus pautas culturales, sus compromisos<br />
económicos y su salud. Consecuentemente, ha ido generando también una<br />
conciencia de la necesidad de incluir, de manera ineludible, este significado<br />
entre los factores determinantes del diseño de los procesos de solución<br />
habitacional.<br />
En la historia del desarrollo de modelos de gestión habitacional pública, la<br />
primera interpretación de la carencia de vivienda como mera necesidad de<br />
disponer de un conjunto de bienes ha dado origen a determinado tipo de<br />
respuestas. La interpretación más evolucionada de carencia de vivienda como<br />
necesidad de un conjunto de bienes insertados en una trama de servicios e<br />
interrelaciones, originó un tipo más evolucionado de respuestas habitacionales:<br />
Aquellas experiencias «primitivas» de atención al problema habitacional<br />
construyendo cantidades de casas, según tipologías arquitectónicas de origen<br />
europeo, sin mayor atención a su inserción en la trama funcional y social urbana,<br />
debieron dejar paso a las experiencias más evolucionadas de construcción de<br />
conjuntos habitacionales según una noción de hábitat urbano integrador de la<br />
unidad residencial (la casa) al sistema urbano: funcional, productivo y cultural.<br />
En los hechos esto significó la incorporación, dentro del concepto de solución<br />
15
habitacional, de las previsiones de infraestructura de servicios y de buen acceso<br />
a la trama urbana y, de manera un poco más reticente, la inclusión de<br />
equipamiento básico para servicios sociales. Esta versión mas evolucionada<br />
no dio, sin embargo, situaciones tan satisfactorias como se esperaba. En un<br />
grado aún más afinado de percepción, el cada vez mejor conocimiento, por<br />
parte de algunos sectores profesionales e institucionales, de los datos de<br />
situación y de identidad de los sectores populares 'latinoamericanos, y también<br />
las repetidas crisis de no aceptación de conjuntos habitacionales evaluados<br />
por los técnicos como «completos» e inobjetables, llevaron a leer la necesidad<br />
de vivienda, no sólo según aquellas dos versiones centradas en la carencia<br />
funcional inmediata, sino además, y prioritariamente, como una expresión en<br />
superficie de la necesidad general y profunda de los grupos populares de<br />
superar su conflictiva situación actual de no inserción en una sociedad y en<br />
una cultura: La imposición, por la vía de la ayuda (la ayuda sería en este caso<br />
la solución de vivienda impuesta por las instituciones), de modelos de vida<br />
doméstica (grabados en los modelos arquitectónicos), de modelos de relación<br />
social (grabados en los modelos urbanísticos), de modelos de organización<br />
productiva (grabados en los modelos de producción y distribución de las<br />
viviendas) y de modelos de compromisos económicos (a través de los sistemas<br />
de crédito), que no coinciden con sus patrones de comprensión, control,<br />
expectativas y posibilidades, y muy en particular con sus patrones de solución<br />
de problemas (Declaración de Salvador de Bahía, 1993), puede dar lugar a las<br />
crisis de aceptación de soluciones habitacionales aparentemente impecables.<br />
Según esta interpretación la solución habitacional, además de proveer un conjunto<br />
de comodidades funcionales, debe producirse a través de un proceso de gestión<br />
diseñado tomando en cuenta esa situación de extrema sensibilidad de la gente,<br />
no sólo al cambio sino a las formas del cambio. Un proceso diseñado de esta<br />
manera asegura la coherencia del producto con las necesidades y posibilidades<br />
de la gente, como ellos las viven. La transformación positiva implícita y buscada<br />
con la solución del problema habitacional no se limita, según esta interpretación,<br />
a los efectos de un cambio favorable de hábitat físico, sino a los efectos del<br />
proceso que conduce a ese cambio, como experiencia de vida de sus<br />
protagonistas. No sólo el hábitat físico debe proveer condiciones y estímulos<br />
favorables, sino que aparece como indispensable que el proceso general de<br />
gestión que incluye la transformación del hábitat físico, se constituya también<br />
en una experiencia social transformadora, y coherente con la dirección, también<br />
transformadora, que se propone para sus resultados físicos.<br />
Para quienes, a través de nuestras experiencias de abordar en la práctica<br />
el problema, a través del estudio y la reflexión, o a través de la construcción de<br />
un amplio consenso en torno a un conjunto de ideas, hemos ido arribando a la<br />
convicción de que la inclusión de la gente en la gestación y en la conducción<br />
16
de los procesos de resolución de sus propias necesidades habitacionales es<br />
una condición insoslayable para que el desarrollo de los procesos alcance su<br />
plenitud como acto de producción y como acto social, se hace necesario<br />
rescatar aquellas áreas de propuesta, dentro del hasta ahora impreciso y<br />
escurridizo concepto de autoconstrucción, que garanticen no sólo la inclusión<br />
de la gente, pues esa inclusión, mal formulada, puede traducirse en el plano<br />
técnico en un mero entorpecimiento de un proceso de solución o, en el plano<br />
social, en una forma más de sometimiento, sino que garanticen, también, que<br />
sea inclusión se produzca dentro de condiciones innovadoras en cuanto a las<br />
formas de trato y de trabajo conjunto entre quienes pueden, tienen y saben<br />
más y quienes pueden, tienen y saben menos, o dicho de una manera aún<br />
más ajustada, condiciones que permitan la asociación, la acción conjunta y la<br />
valorización recíproca de distintas formas de poder, tener y saber: Las de<br />
quienes prestan la ayuda, y las de quienes la reciben.<br />
El marco conceptual propicio<br />
A los fines de este trabajo sería erróneo, o simplista, pretender que la<br />
dinámica de autoconstrucción es buena para cualquier planteo de gestión o<br />
de política habitacional. Una política habitacional puede asumir diversas<br />
estructuras y fisonomías según el marco conceptual, explícito o tácito, en que<br />
se apoya, expresando filiaciones ideológicas más o menos claras; intereses<br />
sectoriales más o menos protagónicos, más o menos evidentes, más o menos<br />
Iícitos pautas culturales más o menos definidas, permeables o asimilables; y<br />
capacidades intelectuales (en quienes formulan las políticas) más o menos<br />
desarrolladas. No todas las concepciones posibles de política habitacional<br />
tienen un lugar para la autoconstrucción. Realmente, carece de sentido el<br />
esfuerzo de promover la adopción de la autoconstrucción, entendida, como se<br />
intentará poner en claro más adelante, como autogestión integralmente asistida<br />
y equitativamente concertada, o como cogestión equitativa, si no se asegura<br />
su coherencia con la estructura de gestión habitacional en la que se la pretende<br />
insertar, estructura que, básicamente, debe estar centrada en el protagonismo<br />
de la gente en las decisiones de solución de sus propios problemas, así como<br />
en sus necesidades de inserción no destructiva (para ambas partes) y en<br />
igualdad de derechos, en el sistema socio-urbano vigente.<br />
Aparece como necesario referirse a un modelo de gestión habitacional con<br />
esas características, a través del análisis de lo que podrían ser algunos de sus<br />
rasgos más definitorios. Esa presentación se hará aquí analizando las<br />
respuestas del modelo a un conjunto de cuestiones básicas:<br />
17
Perfil de un modelo de gestión habitacional<br />
participativo, adecuado a las necesidades de los<br />
sectores populares urbanos latino-americanos y<br />
compatibles con las condiciones de contexto.<br />
Pautas<br />
La condición participativa en un modelo de gestión habitacional, junto con<br />
la de adecuación a las necesidades integrales de los sectores sociales a los<br />
que se dedica, señalan que las claves del modelo deben encontrarse no sólo<br />
en los rasgos de las soluciones que debe producir, adecuadas a los<br />
requerimientos y prioridades funcionales y biológicos y a los hábitos cotidianos<br />
de quienes van a hacer uso de esas soluciones, sino también en los de los<br />
modos de gestión y de operación y en las estructuras organizativas,<br />
institucionales impresas en el modelo, que deben ser compatibles con los<br />
códigos de comprensión, de comportamiento y de acción de la gente, los<br />
«beneficiarios» (Declaración de Salvador de Bahía, 1993) que, por definición,<br />
deben ubicarse entre sus operadores más significativos; y compatibles,<br />
también, y muy especialmente, con la imperiosa necesidad de la gente de<br />
experimentar la gestión misma de la solución habitacional como un cambio de<br />
reglas de juego, como un proceso de transición formativa y restauradora hacia<br />
una condición de integración favorable, no sólo física, sino también, obviamente,<br />
social, dentro de la estructura de la ciudad moderna.<br />
Las condiciones de contexto plantean exigencias al modelo: son muchas y<br />
rigurosas, y por ello su análisis daría otro carácter y extensión a este trabajo,<br />
pero tres de entre ellas son suficientemente indicativas: La insuficiencia de<br />
recursos financieros en relación a la escala social del problema; el paradigma<br />
urbano-moderno de vida, en la casa y en la ciudad, como marco cultural<br />
predominante y muchas veces único para la inserción en la ciudad; y el carácter<br />
de la ciudad como sistema múltiple (de funciones, de organización espacial,<br />
de interrelaciones, y de distribución de poder) que plantea exigencias complejas<br />
al nuevo elemento que se integra a él, y que al mismo tiempo experimenta<br />
modificaciones, estructurales y de significado, como consecuencia de la<br />
integración del nuevo elemento. La integración nunca es automática, sino que,<br />
por su complejidad y por sus implicancias, pone en juego fuertes tensiones y<br />
requiere, si se quiere que sea realmente modificadora y restauradora, un afinado<br />
trabajo de negociación, no siempre fácil, fluido o libre de obstáculos, limpios o sucios.<br />
18
El modelo de gestión participativa caracterizado a través<br />
de sus respuestas a un conjunto de cuestiones clave<br />
La definición de vivienda, de criterio de prioridades frente a una<br />
situación masiva de necesidades básicas de vivienda insatisfechas, y de<br />
criterio de resolución de necesidades básicas de vivienda.<br />
En esta concepción, condicionada por la insuficiencia de recursos<br />
financieros, por la magnitud social del problema, por las expectativas de<br />
integración favorable al sistema urbano, y por la necesidad de encontrar<br />
fórmulas adecuadas, en cada caso, al proceso de transición, la vivienda se<br />
entiende como un conjunto variable y desagregable en el tiempo, ya sea<br />
en un sólo proceso de producción o a lo largo de diferentes etapas, de<br />
situaciones, bienes y servicios cuya función es posibilitar a las familias o<br />
núcleos de convivencia desarrollar su vida doméstica según modos que integren<br />
y compatibilicen sus propias pautas con las de los sistemas, vigentes en su<br />
medio de inserción, de satisfacción de necesidades y de interrelación y<br />
agrupamiento social. De acuerdo a esta definición, la vivienda puede «ir<br />
construyéndose, concentrándose, habilitándose y/o usándose a lo largo de<br />
etapas y circunstancias diferentes y, con frecuencia, intercambiables» (Pelli,<br />
V.S.1992), como resolución-síntesis de las tensiones entre necesidades<br />
propias, demandas y ofertas del medio, y disponibilidad de recursos.<br />
Las necesidades básicas de vivienda son, desde este modelo, las que<br />
pueden ser satisfechas con aquellos componentes del concepto global de<br />
vivienda que el conjunto de actores involucrados y, prioritariamente, los<br />
habitantes, consideran imprescindibles para generar, como mínimo, situaciones<br />
y condiciones estables de supervivencia y de base sólida para la evolución,<br />
física y social, dentro del sistema urbano vigente. Aún cuando no alcancen a<br />
conformar lo que dentro de las convenciones de ese sistema se considera<br />
una casa.<br />
El concepto de necesidades habitacionales básicas se considera una<br />
herramienta indispensable para garantizar una distribución equitativa de los<br />
recursos disponibles, particularmente cuando uno de los datos predominantes<br />
del '.problema es su marcada insuficiencia (ILO, 1977).<br />
La resolución de las necesidades básicas de vivienda se materializa,<br />
en esta concepción, a través de los satisfactores que en cada tipo de caso el<br />
conjunto integrado de actores determina como imprescindibles y básicos en la<br />
secuencia, en los tiempos y en las combinaciones más adecuadas para cada<br />
caso. En relación a las concepciones de política habitacional consideradas<br />
convencionales, se propone desplazar el centro de la definición de la habitual<br />
noción de solución habitacional como obra física hacia su concepción como<br />
19
producción secuencial de transformaciones tangibles o intangibles<br />
(físicas, jurídicas o sociales) que se traduzcan en satisfacción de<br />
necesidades habitacionales prioritarias en la forma en que son sentidas<br />
y expresadas por grupos humanos específicos en situaciones específicas,<br />
y en acuerdo favorable con el sistema socio-urbano en el que se insertan.<br />
La vivienda es siempre parte de un sistema, pero en la ciudad actual esto<br />
se hace insoslayablemente evidente: La vivienda no es entonces, aún en las<br />
condiciones dramáticas en que se dan, el problema y en muchos casos la<br />
solución en la ciudad latinoamericana «moderna», solamente un asunto de<br />
quienes la habitarán (a la vivienda): Lo es también del conjunto socio-urbano.<br />
La solución del problema es un punto de concurrencia de intereses y de<br />
concepciones de la ciudad y de la sociedad y, consecuentemente, el mejor<br />
planteo de solución será aquél que ponga en evidencia esta concurrencia<br />
(que, inevitablemente estará de todos modos presente), que promueva la<br />
participación explícita de los actores interesados (no sólo la de los habitantes)<br />
con sus diferentes concepciones del esquema problema-solución, y que provea<br />
las condiciones para una negociación equitativa, a partir del objetivo de<br />
integración socialmente favorable, propio del presente modelo de solución<br />
(Robirosa, C. y otros, 1990).<br />
El significado social del problema habitacional de los sectores<br />
populares urbanos latinoamericanos.<br />
El problema se ubica dentro de la tendencia global de los sectores populares<br />
urbanos, sentida y vivida como necesidad (o como condición insoslayable),<br />
de integrarse a la sociedad urbana vigente en condiciones no degradantes (1) .<br />
Sin embargo es importante subrayar que la insatisfacción de las necesidades<br />
habitacionales básicas se expresa, no exactamente en los códigos de la<br />
sociedad hegemónica a la que la gente aspira (y al mismo tiempo se ve<br />
compelida) a integrarse, ni tampoco en los términos de su cultura habitacional<br />
previa (2) , sino en los términos de sus procesos y necesidades de comprensión<br />
gradual de estos códigos, y de evolución gradual dentro de esta sociedad,<br />
generando, inevitablemente su propia versión de vida urbana. Se trata de una<br />
necesidad de transición o de tránsito, a dos niveles, de una situación de<br />
insostenible desamparo dentro de la estructura social, a una situación de base<br />
para la ejercitación de derechos esenciales, y de un sistema de hábitat (y de<br />
vida social) a otro. Los satisfactores habitacionales básicos indispensables<br />
para concretar la transición se definen en esta versión no sólo en términos de<br />
mejor o peor respuesta directa a las necesidades sino también en términos de<br />
sus posibilidades de ser asimilados, entendidos y operados por parte de sus<br />
destinatarios concretos.<br />
20
Desde este ángulo la acción de solución habitacional urbana se define<br />
como la generación de condiciones (físicas, jurídicas y sociales) adecuadas<br />
para la transición hacia la integración a la sociedad urbana-moderna, con<br />
modos de producción igualmente adecuados, financiera, técnica y<br />
socialmente.<br />
Es importante, por otra parte, prever que la asimilación a un sistema, como<br />
la organización social vigente, por parte de sectores tan significativos, requiere<br />
la aceptación, por parte del mismo sistema, de su propia modificación, a través<br />
de la introducción de pautas y condiciones nuevas aportadas por los actores<br />
incorporados. Esto significa que es erróneo prever la solución de problemas<br />
como el habitacional de los sectores populares, como simple réplica del modelo<br />
de solución que los sectores ya integrados y consolidados en el sistema socialurbano<br />
aplican a sus propias necesidades, como si se tratara de una ampliación,<br />
en «versión económica», de las áreas residenciales desarrolladas para y por<br />
esos sectores. Los grupos incorporados no sólo necesitan generar su propia<br />
versión del hábitat urbano moderno, (dentro de sus propias maneras de entender<br />
la economía), sino que, por pasar a pertenecer a un conjunto, necesitan que se<br />
reconozca y acepte que el conjunto en su totalidad será inevitablemente<br />
modificado, cualitativamente, por la incorporación del nuevo elemento.<br />
El papeI del Estado y de las instituciones frente al problema<br />
habitacional de los sectores populares. El carácter de la acción deI Estado<br />
y de las instituciones.<br />
Así como es obvio que este modelo de esquema problema-solución carece<br />
de sentido desde una concepción de la organización social que suponga que<br />
al Estado (o a otras instituciones sintetizadoras del conjunto social) no le cabe<br />
ningún papel en la solución del problema habitacional de los sectores populares,<br />
(1) Esta acotación representa un punto clave de esta concepción de gestión habitacional, y<br />
probablemente uno de los más difíciles de aceptar por los agentes de decisión Todas las<br />
políticas habitacionales vigentes presuponen la integración de los beneficiarios al sistema<br />
urbano-moderno, pero, al centrarse en el hecho físico, lo casa, el agrupamiento o los servicios<br />
no se proponen modificar las condiciones de subordinación y postergación de esos beneficiarios,<br />
claramente expresado en sus situación habitacional previa, autogestionada, del mismo modo<br />
que también estó expresada en ella su voluntad de superar esas condiciones, más urgente,<br />
quizá, que la de superar las malas condiones de hobitabilidad de su habitáculo inmediato. Lo<br />
premisa de producir la transición en y hacia condiciones físicas y sociales no degradantes<br />
introduce una exigencia de recaudos y mecanismos muy poco usuales y de tan difícil ejecución<br />
como de aceptación por los sectores sociales dominantes, pero totalmente factibles.<br />
(2) Esto puede explicar los fracasos y la desubicación, comparables con los de los soluciones<br />
habitacionales "modernas", de las soluciones alternativas que pretenden basarse en supuestos<br />
"modos de vida" de los habitantes, correspondientes a una imagen idílica de vida y producción<br />
rural, que se encuentra muy lejos de los actuales expectativas de cambio de los pobladores<br />
de la marginalidad urbana.<br />
21
el esquema tampoco es coherente con el criterio de resolución total del<br />
problema por parte de las instituciones (entre ellas el Estado). El supuesto de<br />
trabajo de este modelo da, en cambio, como imprescindible, la voluntad y<br />
decisión de la sociedad de participación y aporte a la solución de los déficits<br />
de una de sus partes a través del Estado u otra de sus instituciones<br />
coordinadoras, reguladoras y compensadoras (3) .<br />
El aporte institucional se concibe en este modelo como el conjunto de todas<br />
las categorías de recursos y de todas las formas de poder acumuladas en el<br />
conjunto social que, mediante su transferencia, pueden concurrir a las<br />
soluciones apropiadas: Capacidad de financiación como expresión de la<br />
acumulación de poder económico; capacidad de generación, manipulación y<br />
transferencia de tecnología como expresión de la acumulación de poder<br />
intelectual: Capacidad de gestión y capacidad de generación de marcos y<br />
espacios jurídicos institucionales apropiados como expresión de la acumulación<br />
de poder político. Es importante subrayar este criterio, más abarcador e integral<br />
que el más difundido, de una asistencia limitada a los aportes financieros y<br />
técnicos, y una gestión limitada a la buena canalización de esos aportes.<br />
En esta concepción se supone que las instituciones a través de las cuales<br />
la sociedad interviene en la solución del problema: a.: estimulan e inducen a<br />
los actores involucrados en el problema habitacional y en su solución,<br />
principalmente los propios habitantes, a hacerse cargo del proceso de<br />
resolución; b.: se integran a los procesos de resolución como uno de los actores<br />
involucrados; c.: ponen sus aportes a disposición del conjunto integrado de<br />
actores involucrados; y d.: se inhiben de imponer la modalidad de aplicación<br />
de esos aportes.<br />
El papel de los procesos de resolución del problema habitacional en<br />
el desarrollo de las familias y de las comunidades.<br />
Esta concepción reconoce al proceso de resolución habitacional como una<br />
de las experiencias troncales de vida de la mayoría de la gente y en particular<br />
en los sectores pobres. La evolución implícita en la solución del problema<br />
habitacional no se limita, según esta interpretación, a los efectos de la<br />
transformación física del hábitat, es decir a los cambios que la gente<br />
experimenta cuando pasa a disponer de una vivienda mejor, sino también a los<br />
(3) Desde esta concepción la expresión provisión de vivienda, empleada en los documentos de<br />
los organismos internacionales de mayor competencia, pierde su significado literal y debe ser<br />
entendido sólo con carácter simbólico, de síntesis, en relación al concepto de aporte a la<br />
cogestión equitativa de la satisfacción de las necesidades habitacionales, que sería el<br />
adecuado. Sería significativo, con todo, que esta expresión comenzara o ser retirada de los<br />
textos básicos sobre gestión habitacional.<br />
22
efectos del proceso que conduce a esa transformación, es decir a los cambios<br />
que se van produciendo en la gente a través del esfuerzo de procurarse y ver<br />
materializar la vivienda mejor. No sólo el hábitat físico debe proveer condiciones<br />
y estímulos favorables, sino que aparece como indispensable que el proceso<br />
general de gestión que tiene por meta que la transformación de la situación<br />
habitacional se constituya también en una experiencia transformadora,<br />
coherente con el sentido social de su resultado. Según este criterio el proceso<br />
de resolución se diseña y se implementa no solo en función de la satisfacción<br />
de necesidades específicamente habitacionales, sino también en función de la<br />
decisión de desarrollar este proceso como una experiencia de vida favorable a<br />
la necesidad de los habitantes de adquirir actitudes y aptitudes para un<br />
desempeño más adecuado a las exigencias funcionales de la vida urbanamoderna,<br />
a las reglas de juego de una estructura social formalmente planteada<br />
como democrática y al desafío de ganar (recuperar) en la situación real los<br />
espacios que les corresponden por derecho dentro de la estructura de una<br />
sociedad que por identificarse como democrática se pone a sí misma en la<br />
obligación de Ilegar a ser equitativa.<br />
El control de los procesos de resolución habitacional.<br />
La resolución satisfactoria de las necesidades habitacionales, aún cuando<br />
se limite a aquellas que se consideran básicas, es un proceso movilizador de<br />
recursos económicos de magnitud apreciable. Esta movilización no sólo se<br />
manifiesta en los efectos "finales" de resolución habitacional, con beneficios<br />
económicos directos e indirectos para los habitantes-sujetos de la solución<br />
habitacional, sino que produce acumulación en los otros sectores que se<br />
involucran en las distintas etapas del proceso de resolución. Esta posibilidad de<br />
acumulación en beneficio de actores laterales y secundarios (si los identificamos<br />
así en relación a los objetivos genuinos de las acciones) ha sido, en la mayoría<br />
de las veces, el principal factor de decisión en las políticas y en las operaciones<br />
de resolución habitacional dentro de la versión de estructura capitalista en que<br />
se desenvuelven la mayoría de los países latinoamericanos. Estos actores<br />
«secundarios», en virtud del poder adquirido con esa misma acumulación, son<br />
los que con frecuencia, en los hechos, cuentan con mayor espacio en las<br />
decisiones de política habitacional. En el modelo que se analiza aquí se tiene en<br />
cuenta que dentro de la actual estructura económico-social de la mayoría de los<br />
países latinoamericanos estos actores del proceso de producción aparecen como<br />
parte necesaria, pero se reafirma su condición de secundarios y dependientes,<br />
y se privilegia a los habitantes específicos de cada caso de resolución, en<br />
cuanto actores centrales y motivadores de las acciones, y principales<br />
interesados, en la función de control y determinación del flujo de recursos<br />
que concurren a la resolución de sus necesidades habitacionales.<br />
23
El modelo de gestión habitacional invocado en este esquema conceptual<br />
se centra en la premisa que privilegia el pleno protagonismo de los<br />
habitantes en la gestión de sus soluciones habitacionales cuando éstas<br />
son implementadas con intervención de las instituciones. Desde este<br />
esquema el concepto de autoconstrucción aparece como la forma operativa<br />
apta para la implementación de modelos de gestión adecuados. Y es aquí<br />
donde se hace necesario clarificar y precisar el significado de ese concepto,<br />
como un camino para la discusión de los niveles y de las formas en que el<br />
protagonismo de la gente debe ejercerse.<br />
24
La aptitud de las distintas acepciones y<br />
categorías de autoconstrucción para el<br />
desarrollo de políticas de vivienda orientadas<br />
hacia el perfeccionamiento de la gestión<br />
popular del hábitat.<br />
Al comienzo de este trabajo se identifican varias líneas de desarrollo<br />
conceptual y empírico que fueron produciendo distintas formas de ver y de<br />
entender (y también de motivar y en muchos casos manipular) la participación<br />
de la gente en la resolución de su problema de vivienda; formas de ver y<br />
entender la participación a las que se les fue dando, con intención pero sin<br />
precisión, el nombre de autoconstrucción. Los párrafos que siguen están<br />
orientados a facilitar la diferenciación de esas líneas y la clarificación de sus<br />
distintos significados. Estos significados se insinúan en los subtítulos que,<br />
entre paréntesis, siguen al título con que se denomina cada acepción. Se optó<br />
por conservar dentro de los títulos principales el término original,<br />
autoconstrucción, por su arraigo y por la carga simbólica que, pese a la<br />
confusión de significados, ha ido acumulando en la historia de las acciones<br />
habitacionales.<br />
En los párrafos siguiente se intentará identificar las formas más adecuadas<br />
y precisas de entender, propiciar y articular esa participación de la gente en la<br />
solución de sus problemas habitacionales, confrontando las distintas<br />
acepciones de autoconstrucción con el siguiente conjunto de requerimientos<br />
básicos implícitos en el modelo de gestión habitacional propuesto:<br />
• aptitud como herramienta de «provisión» de viviendas,<br />
• aptitud como herramienta de desarrollo urbano,<br />
• aptitud como herramienta para dar respuesta a las expectativas de los<br />
propios habitantes, de lograr una integración favorable al sistema urbano<br />
vigente,<br />
y<br />
• aptitud para promover la evolución de las familias.<br />
25
La autoconstrucción espontánea y autónoma<br />
(la autogestión espontánea y autónoma del hábitat popular)<br />
En esta acepción, autoconstrucción es el nombre que se da a las acciones<br />
de solución habitacional llevadas a cabo por los propios habitantes,<br />
individualmente o en grupos, con sus propios recursos, según su propio criterio,<br />
sin aportes específicos (financieros, técnicos, legales, políticos) de las<br />
instituciones (incluyendo el Estado) o de otros sectores sociales, y con<br />
posibilidades limitadas (o sin posibilidades) de inclusión en los sistemas que<br />
la ciudad tiene desarrollados para que sus integrantes cuenten formalmente<br />
(legalmente) con acceso a sus satisfactores habitacionales y a otros<br />
satisfactores esenciales.<br />
La autoconstrucción espontánea y -obligadamente- autónoma, en las<br />
condiciones en que se da en la actualidad en los sectores populares urbanos<br />
de América Latina (insuficiencia de recursos financieros; dificultad o<br />
imposibilidad de acceso directo al conocimiento profesionalizado de base<br />
racional y científica; semi-ilegalidad; disponibilidad, entre los habitantes, de<br />
capacidades para la mano de obra de construcción; capacidad, en los<br />
habitantes, de tolerancia al hábitat precario e insuficiente) ciertamente provee<br />
soluciones habitacionales, pero en estas condiciones es la expresión de<br />
dificultades estructurales, parcial o totalmente insalvables, para proveer<br />
o proveerse soluciones habitacionales satisfactorias. Estos son sus límites.<br />
Si bien en estas condiciones son máximas las garantías de que la solución es<br />
la respuesta a lo que los habitantes quieren, la desconexión con los sectores<br />
profesionales y la insuficiencia económico-financiera restan seguridades en<br />
cuanto a la posibilidad de un reconocimiento exhaustivo de sus propias<br />
necesidades (es decir en cuanto a lograr coincidencia entre lo que quieren y lo<br />
que necesitan) y en cuanto a la calidad de la solución, en cuanto respuesta<br />
precisa a las necesidades.<br />
Con respecto al desarrollo de la ciudad, la autoconstrucción popular<br />
espontánea y autónoma es una realidad de la ciudad latinoamericana actual y<br />
es, de hecho, parte del desarrollo urbano real. Sin duda seguirá siéndolo, por<br />
tanto tiempo como se mantengan o fortalezcan las actuales reglas de juego<br />
económicas, políticas y culturales de las sociedades latinoamericanas y de<br />
sus ciudades.<br />
Desde este encuadre, la autoconstrucción espontánea y autónoma, como<br />
26
dato para la elaboración de políticas de desarrollo urbano, da lugar a cuatro<br />
enfoques básicos, coherentes, cada uno de ellos con muy diferentes<br />
intencionalidades frente a la problemática social:<br />
El primero es el que, por decisión política, condicionamiento cultural, o<br />
imposibilidad de percepción, niega su existencia;<br />
El segundo es el que la admite, pero como una aberración, no aceptable<br />
como forma de desarrollo de la ciudad y con cabida en las normas y reglamentos<br />
sólo en su carácter de fenómeno o conjunto de hechos a ser desalentados o<br />
impedidos;<br />
Un tercer enfoque, que también la considera una aberración, pero que la<br />
reconoce como un hecho masivo y característico, en permanente evolución, e<br />
imposible de frenar desde la formulación aislada de políticas de desarrollo<br />
urbano. Desde este enfoque se generan dos tipos de actitudes de política<br />
urbana: un desentendimiento total, o un cierto grado de permisividad, a veces,<br />
incluso, introduciendo algún apoyo, para evitar los desbordes violentos o para<br />
extraer provecho desde el punto de vista de la especulación proselitista.<br />
El cuarto enfoque es el que considera a la autoconstrucción espontanea<br />
y autónoma como un dato de la realidad histórica de la dinámica urbana, con<br />
sus propias características de ocupación y uso del suelo, tecnología, fisonomía<br />
y estilos de vida y, lo que es de mayor importancia, la considera la manifestación<br />
de un problema o de una suma de problemas a resolver, pero también una<br />
toma de posición a través de la cual uno de los sectores de la sociedad urbana<br />
(el mayor en número pero el más desprovisto de poder), expresa y aporta su<br />
concepción de la ciudad, de su vida en la ciudad y del crecimiento de ésta.<br />
Dentro de este enfoque, la respuesta en las políticas de desarrollo urbano es<br />
la de dar por valedero e incorporar ese aporte, con sus componentes positivos,<br />
y elaborar normas urbanas compatibles con las reglas de juego propias de la<br />
autoconstrucción espontánea y autónoma, que favorezcan la evolución de la<br />
ciudad, no sólo en los. términos en que la entienden sus sectores dominantes<br />
sino como la resultante equitativa de la visión y decisión de la totalidad de<br />
grupos sociales que la habitan y la conforman.<br />
Los lineamientos conceptuales de este trabajo indican su afinidad con este<br />
cuarto enfoque. Pero se consideró importante poner en evidencia los tres<br />
restantes pues no siempre aparecen en los análisis y en las decisiones tan<br />
claramente diferenciados: Aún quienes adoptan criterios como los de este cuarto<br />
enfoque, por elaboración racional o por convicción ética o ideológica, pueden<br />
encontrarse apremiados, íntima e inconscientemente, por grabaciones<br />
culturales y psicológicas muy profundas que los impulsan a teñir sus decisiones<br />
y acciones con pautas que corresponden a algunos de los otros tres. El<br />
27
econocimiento consciente de las diferentes opciones, les permitirá revisar,<br />
clarificar y ajustar sus propias actitudes (4) .<br />
La acción de autoconstrucción autónoma, en el medio urbano, con sus<br />
particulares características, puede responder en parte a reflejos culturales<br />
espontáneos, particularmente en el caso de los inmigrantes rurales, pero<br />
básicamente es el resultado de haber tomado conciencia de que uno no puede<br />
entrar en el sistema que la ciudad tiene desarrollado formalmente para<br />
procurarse vivienda y otras soluciones esenciales. Significa saber que hay<br />
que arreglárselas por uno mismo, es decir físicamente dentro del tejido urbano<br />
pero funcionalmente fuera de su sistemas de gestión, y asumir las actitudes<br />
básicas para darse, individualmente o en grupos con afinidad de situación,<br />
una solución por lo menos ambigua (al mismo tiempo dentro y fuera del sistema;<br />
al mismo tiempo legal o ilegal) a sus necesidades.<br />
La autoconstrucción popular espontánea y autónoma es un indicador directo<br />
de la ausencia o débil presencia de un tejido solidario y equitativo en la<br />
organización social. Su sola presencia indica una «sociedad no justa». Por su<br />
propia definición no tiene posibilidades de ser considerada una herramienta<br />
para lograr una integración favorable, pero cabe reconocer su función de<br />
indicador e ilustrador de las posibilidades de los sectores más desfavorecidos<br />
para alcanzar esa integración, si son provistos de los recursos y, más aún que<br />
esto, si son admitidos y provistos de los espacios institucionales y jurídicos<br />
adecuados para intentarlo. Pero esto ya sería, en la categorización propuesta<br />
en este trabajo, autoconstrucción asistida.<br />
La autoconstrucción espontánea y autónoma es una forma de reivindicación<br />
y una manifestación pacífica de fuerza: Vista desde este ángulo es también<br />
una particular forma de integración al sistema urbano, pero sometida a las<br />
condiciones y reglas de juego de la ciudad formal, que no dejan otros caminos<br />
a los sectores pobres que aceptar y someterse a durísimas condiciones de<br />
vida o buscar condiciones más tolerables en la zona fronteriza entre lo legal y<br />
lo ilegal. Es una forma de ejercitar y «construir» una actitud ciudadana de<br />
(4)<br />
No puede dejar de advertirse la equivolencio de estos cuatro enfoques con los que en nuestra<br />
sociedod se aplican, desde las posiciones de poder, ya sea en el plano institucional, ya sea en<br />
el de las relaciones entre personas, a situaciones críticos de lo vida y de la interreloción<br />
sociol: la solud y la enfermedad, el delito, la reloción padres-hijos, la docencia. Esto observoción<br />
permitirá entender que la actitud de un funcionario o un técnico responsoble de decisiones,<br />
frente a la autoconstrucción espontóneo/autónoma masiva, no sera sólo la consecuencio de<br />
un condicionamiento o de una consigna institucional sino también la expresión emergente de<br />
sus íntimas tendencias y hábitos de respuesta personales, y de las del ámbito cultural a que<br />
pertenece, frente a hechos críticos que íntimomente no hon dejodo de ser considerados<br />
anormales.<br />
28
defensa de condiciones mínimas de vida en un medio urbano adverso, y de<br />
lucha por condiciones más propicias, pero no están dadas las condiciones<br />
para que pueda ser considerada una forma válida de integración favorable.<br />
Sería riesgoso y desorientador considerar las acciones de autoconstrucción<br />
espontánea y autónoma, en estas condiciones, como originadoras o indicadoras<br />
de una evolución favorable en la integración de la gente a la sociedad urbana:<br />
Es más acertado pensar que sólo son factor y testimonio de su precaria<br />
supervivencia social y económica, e indicadoras de su condición de<br />
marginación.<br />
La autoconstrucción urbana espontánea y autónoma, en la forma en que<br />
se da actualmente entre los sectores populares de las ciudades<br />
latinoamericanas (particularmente en lo que hace a la ausencia de apoyo e<br />
interacción integradora con el conjunto social y con las instituciones), si bien<br />
debe ser incluida como una realidad en los planes y decisiones de desarrollo<br />
urbano, no puede ser considerada como parte de una política habitacional, es<br />
decir, como parte de una política que dé por cierto que, en las condiciones<br />
estructurales de la sociedad latinoamericana actual, la gente más desfavorecida<br />
(y más numerosa) se basta por sí misma para resolver sus problemas<br />
habitacionales. Pero puede ser la base para ello, en soluciones concertadas,<br />
dentro del criterio de autoconstrucción asistida, concertada con el resto de los<br />
sectores sociales y dentro de una política de redistribución e integración<br />
equitativa de riqueza y poder.<br />
La Autoconstrucción dirigida<br />
(Gestión institucional del hábitat popular con participación de los habitantes<br />
en la construcción)<br />
En esta acepción, autoconstrucción es el nombre que se da específicamente<br />
al aporte de mano de obra de los habitantes en aquellas acciones en las que<br />
las instituciones (generalmente pero no exclusivamente el Estado) se hacen<br />
cargo de la solución habitacional, organizándola con el criterio de inclusión de<br />
los propios habitantes como mano de obra en la ejecución de las obras físicas<br />
y reservando para la institución y sus funcionarios y técnicos la definición del<br />
problema, la definición de los satisfactores (listado de requerimientos<br />
funcionales, emplazamiento urbano, diseño urbano, diseño arquitectónico), la<br />
organización y dirección de los procesos de gestión y resolución, la<br />
administración de los fondos destinados a la financiación de los procesos.<br />
Será necesario detenerse en la clarificación de la expresión autoconstrucción<br />
29
dirigida que, dentro de las versiones del concepto de autoconstrucción, es la<br />
que presenta una definición más difusa: Por un lado es frecuente encontrar la<br />
expresión autoconstrucción asistida aplicada a procesos en los que la<br />
«asistencia» se ejerce realmente como una dirección, sin intervención de los<br />
habitantes en las decisiones; es decir que se están refiriendo a los procesos<br />
que, según la definición del párrafo precedente, son realmente procesos de<br />
autoconstrucción dirigida. Por otra parte, también es frecuente que la expresión<br />
autoconstrucción dirigida sea aplicada a procedimientos que incluyen acciones<br />
en las que los habitantes tienen algún espacio para hacerse cargo por sí mismos<br />
de la conducción de algunas partes del proceso: Estas serían versiones<br />
embrionarias de autoconstrucción asistida. Se ha optado aquí por reservar la<br />
denominación autoconstrucción dirigida sólo para aquellas acciones que<br />
responden estrictamente a la idea de dirección, pues este criterio permite<br />
identifìcar algunos de los equívocos mayores y más perjudiciales para el<br />
desarrollo amplio de la noción de autoconstrucción.<br />
También se excluye de esta categoría, en este trabajo, a la actividad en la<br />
que la dirección de determinados procesos con especificidad técnica o<br />
profesional es ejercida por profesionales y técnicos escogidos y convocados<br />
por los propio habitantes. Si bien en este caso hay una conducción, la estructura<br />
general organizativa sigue siendo autogestionaria. Es más apropiado ubicar<br />
este tipo de acciones en la categoría de autoconstrucción asistida.<br />
En situaciones de máxima pobreza es al menos entendible que la familia<br />
sin vivienda acepte que se le imponga, como condición para recibir alguna<br />
solución o mejora a su situación habitacional altamente insatisfactoria, el<br />
compromiso de hacer una contraprestación en trabajo y de aceptar las<br />
decisiones y la conducción de quienes aportan los recursos, o de otros sectores<br />
sociales ajenos al mismo habitante.<br />
Hipotéticamente, esta combinación permite reducir costos, y puede ser<br />
origen de un cierto grado de apego afectivo del habitante a la vivienda que ha<br />
construido o ayudado a construir para sí mismo, aunque sin poder introducir<br />
sus criterios en el momento de pensarlo (su forma, sus prestaciones, su lote,<br />
su ubicación urbana), ni sus intereses en el momento de administrar su<br />
producción. La certeza sobre estos beneficios es tema de discusión, pero aún<br />
siendo ciertos, el esquema no garantiza por sí mismo la calidad de la vivienda,<br />
en el sentido más profundo de calidad habitacional, que se refiere a la<br />
satisfacción ajustada de los requerimientos y prioridades de las familias<br />
habitantes, como ellos los viven y los sienten, dentro de los estrechos límites<br />
impuestos por los recursos disponibles.<br />
Si «solución del problema de la vivienda» es sólo hacer casas, o<br />
30
asentamientos, poniendo el énfasis en los aspectos cuantitativos y de calidad<br />
constructiva y, sólo en el mejor de los casos, de calidad habitacional, pero<br />
entendida como nivel de logro, dentro de los márgenes de un presupuesto<br />
insuficiente, de una réplica mínima del modelo vigente de hábitat urbanomoderno,<br />
la autoconstrucción dirigida es una vía de solución, pero no corresponde<br />
a un esquema genuinamente participativo de resolución habitacional.<br />
Si la vivienda resultante de acciones de autoconstrucción dirigida es<br />
discutible en cuanto a sus aspectos cualitativos, también son discutibles las<br />
acciones mismas en cuanto al papel que les cabe a los habitantes en ella: En<br />
algunos casos, su actuación se encuadra en esquemas organizativos similares<br />
a los de la producción encarada con criterio empresarial lucrativo: La mano de<br />
obra del habitante simplemente reemplaza a la mano de obra contratada. En<br />
otros casos, los habitantes se organizan dentro de esquemas de trabajo grupal<br />
pautados, controlados y reglamentados por las instituciones externas. En estos<br />
esquemas, que casi sin excepción reciben el nombre de «ayuda mutua», tienen<br />
poca o ninguna cabida la compatibilización del proceso de solución habitacional<br />
con la organización de vida de los habitantes, que generalmente integran de<br />
manera compleja y turbulenta en un sólo «plan» las operaciones de solución<br />
de todas sus necesidades, de las que las habitacionales no siempre son las<br />
prioritarias. Menor cabida aún tienen para permitir que los habitantes ejerciten<br />
roles y actitudes sociales, en el curso de la construcción de su vivienda, que<br />
difieran y superen el rol que les es habitual, de sometimiento o por lo menos<br />
subordinación a los actores con mayor poder (económico, político, intelectual,<br />
social, ritual). Ciertamente los esquemas de autoconstrucción dirigida son muy<br />
poco aptos, sí lo son, para lograr la amplia inclusión de la gente misma, de<br />
modo que no experimenten en esta intensa relación con instituciones y personas<br />
con mayores recursos y poder las mismas vivencias que forman parte de su<br />
experiencia cotidiana, profundamente degradante, cuando les toca actuar<br />
dentro del conjunto de la sociedad urbana.<br />
Con respecto al desarrollo de ciudad, la modalidad de autoconstrucción<br />
dirigida, con sus múltiples puntos de contacto y afinidad con las modalidades<br />
convencionales de solución habitacional (obra «terminada»/llave en mano),<br />
puede constituir, igual que éstas, un factor y un instrumento de un determinado<br />
tipo de desarrollo urbano, en cuanto constituyen herramientas para la<br />
conformación de la ciudad con amplio control de sus resultados físicos y sociales<br />
por parte de profesionales e instituciones. En este punto de análisis, como en<br />
otros, las limitaciones de la autoconstrucción dirigida radican en su propia<br />
definición: Se tratará de un desarrollo urbano encarado y concebido desde el<br />
punto de vista de las instituciones, y de sus técnicos y funcionarios decisores.<br />
La autoconstrucción dirigida, por definición, no deja gran espacio a la inclusión<br />
31
en las decisiones de desarrollo urbano de los criterios, intereses y motivaciones<br />
de los sectores populares, como ellos los viven, sienten y expresan: No hay<br />
lugar para decidir el tamaño y forma de los lotes, ni de las vías de circulación,<br />
ni de los espacios comunes. Mucho menos para la ubicación de su futura<br />
vivienda en la ciudad. Esta inclusión, aún en los casos de mejor voluntad y<br />
solidaridad de técnicos e instituciones, sólo será la de la interpretación que<br />
éstos hayan logrado hacer, con menor o mayor fortuna, de aquellos criterios,<br />
interese y motivaciones.<br />
En lo que hace a la promoción de la evolución de las familias, la<br />
autoconstrucción dirigida comparte con la modalidad convencional (vivienda<br />
«terminada»/llave en mano) sus posibilidades sólo parciales de promover el<br />
desarrollo social y económico de las familias, mejoramiento y estabilización<br />
de condiciones de confort doméstico y a través del incremento del patrimonio<br />
familiar. También desde cierta concepción de la educación y de la promoción<br />
social, las acciones dirigidas por expertos externos al propio grupo de<br />
pobladores (educadores, profesionales de la construcción, promotores<br />
sociales), que incluyen adiestramiento y capacitación, pueden significar un<br />
paso de evolución en las capacidades laborales y organizativas de las familias<br />
y, por agregación, de las comunidades que éstas integran. Pero el límite de la<br />
autoconstrucción dirigida se encuentra en su propia definición, que no deja<br />
espacios para los procesos espontáneos y/o basados en la concepción propia<br />
de los pobladores (5) y, sobre todo, centrados en sus modos y tiempos de<br />
evolución. En este trabajo se cuestiona la aptitud de las acciones dirigidas<br />
para estimular las capacidades de desenvolvimiento social de los sectores<br />
populares. Más bien, se plantean dudas sobre si la actividad dirigida, que<br />
mantiene y refuerza el esquema de prioridad de los criterios (aunque sólo<br />
fueran criterios técnicos) de los sectores «externos» con mayor poder, no<br />
conduce a un refuerzo de los hábitos (adquiridos forzadamente) de ocupación<br />
de roles y espacios sociales de dependencia, subordinación y, en los casos<br />
peor manejados, sometimiento.<br />
Si bien es muy posible reconocer que la autoconstrucción dirigida, en la<br />
forma en que se define en este trabajo, puede jugar un papel en la solución<br />
del problema de producir soluciones en condiciones que escapan al alcance,<br />
o al interés, de los sectores de la actividad privada lucrativa, y también un<br />
papel como vehículo para una cierta forma de acercamiento a la gente, es<br />
importante no confundirla con un encuadre auténticamente participativo como<br />
el que sustenta el modelo de gestión al que se orienta este trabajo: El análisis<br />
(5)<br />
Merece tenerse en cuento el valor de la ejercitación del «derecho a equivocarse» por parte de<br />
los sectores con menor poder, como una forma educativa y fortalecedora de la copocidod de<br />
autodeterminación.<br />
32
de los párrafos precedentes indica que esta modalidad carece de las<br />
posibilidades básicas de generar los efectos modificadores que la participación<br />
bien ejercida puede producir en la ciudad, en la sociedad urbana y en la actitud<br />
y en la vida de las familias.<br />
La Autoconstrucción Asistida<br />
(autogestión espontánea del óbito popular, con asistencia no integral)<br />
(autogestión del hábitat popular, espontánea o inducida, integralmente asistida)<br />
(autogestión del hábitat popular, espontánea o inducida, integralmente asistida,<br />
socialmente integrado y equitativamente concertada)<br />
(cogestión del hábitat)<br />
Esta acepción se refiere a las acciones en que el aporte institucional la<br />
«acción habitacional» de las instituciones externas a los propios pobladores,<br />
se organiza con carácter de aporte y refuerzo del trabajo de autoconstrucción<br />
espontánea y autónoma.<br />
La estructura de las acciones de autoconstrucción asistida varía en función<br />
de tres factores:<br />
• El carácter del aporte de origen externo a los propios pobladores<br />
(financiación, tecnología, gestión, cesión de espacio organizativo para<br />
asumir responsabilidades y decisiones, conformación de espacio jurídicoinstitucional<br />
adecuado a sus acciones, etc.)<br />
• Su grado o nivel de cobertura, organización y sistematización de las<br />
acciones habitacionales: Desde los aportes ocasionales y esporádicos,<br />
hasta los aportes estructurados y sistematizados en la escala de una<br />
totalidad de acciones y en función de objetivos finales explícitos.<br />
• La mayor o menor equidad en los esquemas, introducidos en las acciones<br />
habitacionales junto con los aportes y condicionados por estos, de<br />
distribución y articulación de roles y de poder de decisión sobre procesos<br />
y productos, particularmente entre habitantes y actores externos, pero<br />
también entre los distintos actores externos (Estado-nacional, -provincial,<br />
-municipal, ONGs, empresas de servicios públicos, organizaciones<br />
empresarias, etc.)<br />
Para este trabajo interesa identificar algunas categorías fuertemente<br />
representativas de autoconstrucción asistida, diferenciadas por la incidencia<br />
de estos factores.<br />
Una de estas categorías es aquella en la que la asistencia externa no<br />
33
alcanza a modificar la estructura propia de los procedimientos autogestionarios<br />
espontáneos, aunque sí puede reforzarlos y colaborar a arribar a mejores<br />
resultados que los que se pueden lograr sin aportes externos. A esta categoría<br />
le cabe su identificación como autogestión espontánea del hábitat popular,<br />
con asistencia no integral.<br />
Otra categoría es aquella en la que la asistencia externa es lo<br />
suficientemente intensa e integral como para dar origen a estructuras de acción<br />
diferentes de las propias de la actividad netamente autogestionaria-autónoma.<br />
A esta categoría le cabe su identificación como autogestión del hábitat popular,<br />
inducida, integralmente asistida, socialmente integrada y equitativamente<br />
concertada.<br />
Una tercera categoría es aquella en la que por la magnitud, complejidad y<br />
variedad de los aportes y por la forma equitativa de distribución de los roles y<br />
del poder de decisión entre los actores, se desdibuja el esquema autogestión<br />
con asistencia externa, y se organiza como gestión concertada entre la totalidad<br />
de los actores, o al menos la totalidad de los principales actores involucrados<br />
en un problema habitacional (Robirosa, Cardarelli y Lapalma, 1990). Esta<br />
forma evolucionada y genuinamente solidaria (y cabe reconocerlo, con algunos<br />
rasgos de utopía) de gestión, supera la aislación social que representa la<br />
autogestión, cuando la expresión se refiere a la gestión de un grupo o sector<br />
dentro de un conjunto mayor al que pertenecen, y merece una denominación<br />
más específica, para la que se propone la expresión cogestión del hábitat.<br />
No es el propósito de este trabajo profundizar en un desarrollo tipológico<br />
de corte académico: El análisis de las formas posibles de autoconstrucción<br />
asistida podría llevar a una tipología más extensa y meticulosa, basada en un<br />
juego de variables más ajustado. Sin embargo lo que interesa aquí es identificar<br />
aquellas categorías predominantes y repetidamente detectadas en la práctica,<br />
con rasgos y diferencias fácilmente visualizables, que ayuden a una depuración<br />
con fines prácticos de las definiciones de autoconstrucción.<br />
En lo que respecta a sus aptitud como herramienta para arribar a formas<br />
de solución que respondan ajustadamente a las necesidades que las motivan,<br />
la modalidad de gestión a la que se aplica el nombre de autoconstrucción<br />
asistida, en sus diferentes grados posibles de intensidad y diversidad de aportes<br />
externos y de complementación equitativa entre los habitantes y otros actores,<br />
cuenta, por definición, con posibilidades de logro de niveles cualitativos<br />
aceptables, ya que por su planteo de base: El protagonismo pleno de los<br />
habitantes, asegura respuestas ajustadas a sus necesidades, como ellos las<br />
viven, compatibilizadas con la disponibilidad de recursos, el carácter de la<br />
asistencia y las condiciones estructurales de la ciudad. Esta certeza es más<br />
34
difícil de lograr si se refiere a la calidad constructiva y a la eficiencia cuantitativa<br />
(masividad, bajos costos y, sólo donde esto sea realmente necesario, tiempos<br />
reducidos): La modalidad de autoconstrucción asistida hace indispensable la<br />
adopción de mecanismos organizativos y técnicos coherentes con estas<br />
condiciones de trabajo, aunque novedosos y extraños frente a las formas<br />
«tradicionales» de acción habitacional, a fin de asegurar el logro de estos<br />
niveles de calidad y eficiencia (6) .<br />
La modalidad de organización que en este trabajo se denomina<br />
autoconstrucción asistida es una herramienta óptima de gestión habitacional,<br />
a condición de que no se la incorpore como una pieza adicional dentro de las<br />
estructuras convencionales (mal entendidas como «tradicionales») de gestión,<br />
que de inmediato la rechazarían o desfigurarían (Turín, D., 1980), sino que se<br />
encaren dentro de procesos integrales de estructuración de mecanismos e<br />
instituciones guiados por principios de protagonismo de los pobladores en<br />
estructuras de gestión concertada y equitativa.<br />
Con respecto al desarrollo urbano, es válido admitir que una decisión de<br />
las instituciones, particularmente del Estado, de dar apoyo a la autoconstrucción<br />
entendida como autogestión popular del hábitat, y de brindar ese apoyo con<br />
carácter de asistencia o, en formas más perfeccionadas, con carácter de<br />
cogestión, es de por sí una decisión de desarrollo urbano, en la medida en<br />
que reconoce a los sectores populares un espacio en las decisiones globales<br />
de la ciudad y el derecho a incluir su propia concepción de la vida urbana, así<br />
como su propia concepción de la ciudad y de su forma de desarrollarse (7) .<br />
(6)<br />
Conviene oquí reiterar que en lo autoconstrucción asistida, según lo definición que se odoptó<br />
en este trobajo, el eje no poso por lo participación física de los pobladores en lo obra de<br />
construcción: este es sólo un componente en algunos de los modelos posibles. El eje pasa,<br />
en combio, por la amplia participación en el control de objetivos, procesos y resultados. Este<br />
criterio compatible con la incorporación de los sectores formales de la producción (profesionales,<br />
empresos constructoras, bancos, etc.) en las acciones de autoconstrucción asistida, también<br />
es compatible con el empleo de tecnología evolucionada, garantizando resultados técnica y<br />
económicamente satisfactorios. La asocioción cosi automática, y lamentoblemente muy<br />
difundida, de AUTOCONSTRUCCION con mano de obra de los hobitontes, ho sido<br />
históricamente una de las fuentes importantes de confusión y equívocos.<br />
(7)<br />
A mediados de la década de los ’90 esta forma de entender desde las instituciones el desarrollo<br />
urbano se encuentra muy lejos de la realidad de la mayor porte de las ciudades y naciones<br />
latinoamericanas, en las que lo concepción populor sobre la ciudad y su crecimiento se<br />
encuentra con serias dificultades para llegar, estructuralmente, a incidir en los decisiones<br />
institucionales. La asistencia a la autoconstrucción, o su formo mós ovanzada, la cogestión<br />
equitativa de la construcción del hobitot, es uno formo factible de uno gestión urbono orientodo<br />
a uno ciudod solidorio y hocia uno distribución equitativa del poder: a la luz de las condiciones<br />
actuales de organización social, conviene reconocer que con algún derecho esta forma de<br />
gestión puede ser vista como algo que se aproxima a la utopía. Esto no elimina los posibilidodes<br />
de este esquemo de cumplir con una función orientadora frente o situaciones menos ideales.<br />
35
En las etapas iniciales de la discusión de bases comunes para la elaboración<br />
de este trabajo el grupo de tareas propuso el concepto de «aptitud para la<br />
construcción de una ciudad más justa» como parámetro con el cual verificar la<br />
eficacia de las modalidades de autoconstrucción. En el curso de la elaboración<br />
se prefirió sustituir este parámetro, de fuerte carga simbólica pero difuso como<br />
herramienta analítica, por otros que parecen asegurar mayor precisión. Al<br />
menos para una confrontación comparativa de las tres acepciones de<br />
autoconstrucción. Sin embargo pareció de interés incluir las reflexiones que<br />
arroja la confrontación en particular del concepto de autoconstrucción asistida<br />
con la imagen de «construcción de una ciudad más justa»:<br />
La autoconstrucción asistida aparece como un camino para llegal a una<br />
situación de «ciudad más justa» desde la práctica de la solución de las<br />
necesidades habitacionales, pues indica la presencia de estructuras, o al menos<br />
de corrientes, de solidaridad y distribución equitativa de poder y recursos.<br />
Aquí corresponde detenerse en la precisión de la expresión «ciudad más justa»,<br />
que sugiere una «ciudad más justa que la actual», pero no se llesa a hablar de<br />
una «ciudad justa»: se supondría que en este estado social, ciertamente<br />
utópico, no se estarían dando situaciones que requieran que sectores con<br />
mayor poder «asistan» a otros con menos poder. En la lejana, quizá<br />
inalcanzable, «ciudad justa», los problemas habitacionales se estarían<br />
resolviendo por cogestión entre sectores diferenciados por roles, por habilidades<br />
o por rasgos, pero no por monto de poder.<br />
En lo que hace a sus posibilidades de promover la evolución de las familias,<br />
si bien en el extremo «de mínima» de la escala de categorías de<br />
autoconstrucción asistida que se propone en este trabajo, se encuentran<br />
acciones de aporte externo o asistencia tan reducidas que sólo constituyen un<br />
refuerzo operativo al esfuerzo de autoconstrucción espontánea y autónoma,<br />
con efectos mejoradores o aliviadores pero no sustancialmente promotores<br />
de evolución, todo el conjunto de acciones de autoconstrucción asistida, y<br />
muy particularmente todas aquellas en las que la asistencia se expresa como<br />
actividad de facilitación, acompañamiento, complementación y aporte al<br />
desarrollo de procesos autogestionados, se centra en el propósito de fortalecer<br />
la capacidad de desenvolvimiento social de los pobladores, a partir de premisas<br />
de igualdad de derechos de ocupación de espacios en la sociedad urbana.<br />
Esto conduce a un esquema de tareas quizá más laborioso para las instituciones<br />
que las modalidades más convencionales de solución habitacional (incluida la<br />
autoconstrucción dirigida), pero más conducente a una modificación favorable<br />
de los roles y espacios sociales desfavorables e insalubres que les tiene<br />
asignados a sus sectores más pobres la sociedad latinoamericana actual.<br />
36
Todas las variantes de autoconstrucción asistida apuntan a sustituir los<br />
mecanismos de gestión espontánea y autónoma de los propios pobladores,<br />
pero no sustrayéndoles, como ocurre con los mecanismos convencionales de<br />
provisión de vivienda, lo mejor de esta forma de gestión, que es el amplio<br />
control de procesos y resultados por parte de los pobladores, sino por el<br />
contrario reforzando este aspecto, e incorporando recursos, cuotas de poder,<br />
elementos organizativos y reglas de juego que superen la condición de<br />
aislamiento estructural (aislamiento en relación a la estructura formal de la<br />
sociedad urbana) y desamparo en que se produce en los hechos la autogestión<br />
popular del hábitat.<br />
La Autoconstrucción «Apropiada»<br />
De todas las versiones de autoconstrucción en vigencia, la de<br />
autoconstrucción asistida, en su modalidad de autogestión del hábitat popular<br />
integralmente asistida, socialmente integrada y equitativamente concertada,<br />
aparece como el conjunto de formas operativas y organizativas más compatible<br />
con un modelo de gestión participativa del hábitat como el que se perfiló en<br />
este trabajo. Su incorporación al modelo implica la implementación de un serie<br />
de proposiciones; la primera: los pobladores (los de cada caso concreto) deben<br />
ser los principales protagonistas de las decisiones y de los procesos de su<br />
solución habitacional; la segunda: los pobladores no pueden ser los únicos<br />
protagonistas de las decisiones y de las responsabilidades, quedando los<br />
sectores «externos» en pura función de aporte de recursos, pues esto sería<br />
una nueva versión, más «lujosa», de aislamiento social: La gestión habitacional<br />
debe estar en manos de una «mesa de negociación o articulación» de los<br />
actores sociales inevitablemente involucrados, pero esta «mesa» requiere ser<br />
planteada con una distribución de poder más equitativa y favorable a los<br />
habitantes que la vigente en la situación urbana de la que todos (incluso ellos),<br />
o casi todos, o algunos, pretenden que salgan; la tercera: la gestión de vivienda<br />
no debe ser planteada con una finalidad puramente funcional, de solución de<br />
un conjunto de necesidades prácticas de confort, sin incluir, en el diagnóstico<br />
y en la solución, la situación conflictiva de inserción social y la necesidad de<br />
ineludibles modificaciones en esa situación como condición para que la solución<br />
habitacional sea apropiada y aceptada, y experimentada por los habitantes y<br />
por la ciudad como un paso de evolución. La esencia de esas modificaciones<br />
no está, ciertamente, en la solución habitacional, pero en ésta se encuentran<br />
muchos más elementos con potencialidad para producir o inducir esos cambios<br />
que los que generalmente se contabilizan.<br />
Las acepciones restantes de autoconstrucción corresponden a modalidades<br />
37
que permiten, ciertamente, arribar a soluciones habitacionales, pero que, al<br />
no tener prevista e incluida en su programación la producción de modificaciones<br />
de esa índole, no sólo no garantizan la evolución social y la integración urbana<br />
que aquí se entienden como indispensables, sino que no llegan a garantizar,<br />
como lo prueban innumerables ejemplos, la aceptación de las soluciones<br />
habitacionales por sus destinatarios originales. La autoconstrucción, en su<br />
versión más difundida (y desde cierto punto de vista, más deformante), de<br />
puro aporte de mano de obra de los habitantes; la autoconstrucción en la<br />
versión que la caracteriza como un fenómeno social y productivo de<br />
supervivencia, de gestión autónoma de los sectores populares, y de «mercado<br />
y tecnología informal», y la autoconstrucción asistida, cuando es entendida<br />
como acciones de aporte esporádico y asistemático a los autoconstructores<br />
espontáneos, son nociones que enriquecen la comprensión del problema y el<br />
repertorio de posibilidades de solución, pero requieren una clara diferenciación<br />
y comprensión de sus límites y riesgos, que es lo que se intentó plantear aquí,<br />
y la limitación de su aplicación sólo a situaciones determinadas, específicas, y<br />
coherentes con una política general participativa que no las puede tener como<br />
su eje conceptual ni operativo.<br />
Una reflexión sobre la cogestión del hábitat<br />
En este trabajo se ha introducido en varios puntos la noción de cogestión<br />
sugiriéndola como una forma más evolucionada de autoconstrucción asistida.<br />
Esto merece su aclaración: Esta expresión suele aplicarse con frecuencia, y<br />
con derecho, con un significado diferente del que está recibiendo en este<br />
trabajo. Ese significado corresponde a lo que aquí se ha preferido denominar<br />
autogestión del hábitat popular integralmente asistido, socialmente integrada<br />
y equitativamente concertada. Es muy frecuente (y válido), en las reflexiones<br />
de los grupos de acción, pensar la cogestión como un escalón previo a la<br />
autogestión: En esa acepción de cogestión, y en su mejor forma de concreción<br />
los agentes «externos» trabajan, en cada caso en particular, con los habitantes,<br />
en paridad de poder de decisión, diferenciándose sólo por los roles, a los que<br />
se ha despojado de connotaciones de poder. Desde este enfoque, la<br />
autogestión aparece como una situación aún más evolucionada, en la que los<br />
habitantes han pasado a tener total control de los aportes de origen «externo»<br />
y de los procesos desarrollados con la suma de estos aportes y de los propios;<br />
en este enfoque los técnicos, o son integrantes de la propia comunidad, surgidos<br />
de ella, o son «externos», pero a su servicio. Sin embargo es posible pensar<br />
que tanto el criterio de autogestión como el de cogestión, referidos a un sólo<br />
sector dentro un conjunto social, por perfecta que sea su realización, está<br />
indicando todavía una compartimentación de la sociedad, en la que cada sector<br />
38
esuelve sus cosas dentro de su compartimiento, aún cuando reciba aportes<br />
de otros con mayores recursos (8) . Una visión de la sociedad como sistema<br />
único e integrado exigiría una estructura más orgánica y una cooperación más<br />
fluida y permanente entre sectores. Un objetivo no tan utópico sería el de la<br />
solución de los problemas de un sector como problemas de la totalidad<br />
del sistema, no como un problema de «otros», por noble que aparezca el<br />
propósito de «ayudarlos». Se prefirió, de esta manera, reservar y proponer el<br />
nombre de cogestión para la referencia, ciertamente utópica, a una gestión<br />
social integral y permanente de solución de necesidades humanas, dentro<br />
de una sociedad con poder y recursos equitativamente distribuidos, y<br />
con sectores sociales diferenciados sólo por características cualitativas<br />
y por diferentes capacidades de aporte (que no se traduzcan en cuotas<br />
correlativas de poder), colaborando concertadamente en los procesos<br />
de solución de las necesidades de cualquiera de ellos. Esta no es la<br />
situación actual y no hay indicios de que podrá llegal a serlo en algún futuro<br />
medianamente próximo y previsible. En las condiciones actuales las medidas<br />
de optimización sólo pueden pretender orientarse dentro del esquema de<br />
autogestión del hábitat popular, inducida o espontánea, integralmente asistida,<br />
socialmente integrada y equitativamente concertada como uno de los mejores<br />
esquemas de acción posibles de concretar, pero cabe también la clarificación<br />
de la idea de cogestión como imagen de gestión social integral y permanente<br />
dentro de una sociedad sin acumulaciones hegemónicas de poder de cualquier<br />
índole en sólo algunos de sus grupos, a modo de referencia utópica, orientadora<br />
de las acciones posibles.<br />
(8)<br />
Esta compartimentación se presenta, con signos negativos, no sólo en la situación de<br />
aislamiento involuntario de los sectores con mínima cuota de poder, sino también en la de<br />
autoaislamiento y «autogestión» de los sectores sociales con mayor cuota de poder (político,<br />
económico, intelectual, social). Puede resultar esclarecedor advertir que, en la estructura de<br />
la sociedad urbana actual, la única autogestión plena del hábitat, con resultados satisfactorios<br />
(para sus sujetos aunque no para la ciudad) es la que practican los sectores más poderosos.<br />
39
Bibliografía<br />
Burgess, Rod: «Helping Some to Help Themselves» en «Beyond Self-Help<br />
Housing»; Editor: Mathey, Kosta; Ed. Mansell, London; 1992.<br />
Centro de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, CNUAH-<br />
HABITAT. «Las 64 Recomendaciones de Hábitat (Conferencias de las Naciones<br />
Unidas sobre los Asentamientos Humanos. Vancouver, 1976)»; CNUAH -<br />
HABITAT; sin fecha.<br />
Declaración de Salvador de Bahía, documento de la reunión del 3 de diciembre<br />
de 1993. Publicado en «Carta Urbana», N’ 21, FUNDASAL, Fundación<br />
Salvadorena de Desarrollo y Vivienda Mínima; San Salvador, El Salvador;<br />
Enero-Febrero 1994.<br />
International Labour Office, ILO: «The basic-needs aproach to developmet»<br />
ILO; Geneva; 1977.<br />
Laquian, Aprodicio: «Vivienda Básica, políticas sobre lotes urbanos, servicios<br />
y viviendas en los países en desarrollo»; International Development Research<br />
Centre´; 1985.<br />
Max-Neef, Manfred; Elizalde, Antonio; Hopenhayn, Martín: «Desarrollo a Escala<br />
Humana»; CEPAUR / Fundación Dag Hammarskjold; Suecia; 1986.<br />
Mathey, Kosta: «Positions on Self-Help Housing» en «Beyond Self-Help<br />
Housing»; Editor: Mathey, Kosta; Ed. Mansell, London; 1992.<br />
Pelli, Víctor Saúl: «Clarificación y replicabilidad. La aplicación masiva de los<br />
procedimientos progresivos y participativos de vivienda.»; IIDVi-lCoHa; 1992.<br />
Robirosa, Mario; Cardarelli, Graciela; Lapalma, Antonio: «Turbulencia y<br />
Planificación Social», UNICEF / Siglo Veintiuno; España-Buenos Aires; 1990.<br />
Romero, José Luis: «Latinoamérica, las ciudades y las ideas»; Siglo Veintiuno,<br />
S.A.; 1976.<br />
Turín, Duccio A: «Exploring Change: What should have happened at Habitat<br />
[I]», en: Habitat International, Vol 5, N’ 3/4, Great Britain; 1980.<br />
United Nations Centre for Human Settlements -UNCHS (Habitat): «Global<br />
Strategy for Shelter to the year 2.000»; UNCHS; Nairobi, Kenya; 1991.<br />
40
Mario Lungo *<br />
La Autoconstrucción del<br />
Hábitat Popular:<br />
Perspectivas frente a los cambios estructurales<br />
de la Economía y la Sociedad.<br />
* Arquitecto, Universidad de El Salvador. Estudios de Postgrado en Urbanismo en la<br />
Universidad de París VIII, y en Ciencias Sociales en el IPHE. París. Investigador invitado,<br />
Universidades de California, Johns Hopkins, Montréal-Quebéc, Sao Paulo, TU-Hamburg-<br />
Harburg, TU-Delft. Actualmente Consultor de HABlTAT, Profesor de la Universidad<br />
Centroamericana “José Simeón Cañas» de San Salvador.<br />
41
INDICE<br />
1. Introducción: retomando un debate interrumpido.<br />
2. Los cambios recientes en el contexto urbano y su incidencia en la<br />
autoconstrucción del hábitat popular. Reflexiones sobre la evolución de<br />
las modalidades de autoconstrucción en América Latina.<br />
3. Sobre el sistema de actores en la autoconstrucción y sus cambiantes<br />
percepciones y roles.<br />
4. La autoconstrucción en el marco de las actuales políticas de vivienda y<br />
asentamientos humanos.<br />
5. Conclusiones<br />
6. Notas<br />
7. Bibliografía<br />
42
Introducción: retomando un debate<br />
interrumpido<br />
El texto que se presenta a continuación tiene características particulares<br />
que es importante aclarar. En primer lugar, se trata de un esfuerzo de reflexión<br />
global sobre la autoconstrucción del hábitat popular a partir de experiencias<br />
latinoamericanas y no un análisis de casos particulares. para lo cual retoma<br />
los puntos más importantes del intenso debate que sobre esta cuestión se<br />
desarrolló antes de 1980; enfatiza luego en la incidencia de los cambios<br />
recientes en el contexto urbano sobre los procesos autoconstructivos del hábitat<br />
popular; en tercer lugar. constituye un intento de explorar el sistema de actores<br />
que intervienen en esta problemática; finalmente, tiene un carácter prospectivo,<br />
es decir, trata de explorar el futuro de la autoconstrucción del hábitat popular y<br />
su papel en las políticas de vivienda y asentamientos humanos que se están<br />
redefiniendo en este período por los profundos cambios que están ocurriendo.<br />
Expongamos brevemente las razones de la opción tomada. a lo largo de<br />
las últimas tres décadas se han realizado numerosos estudios de casos sobre<br />
esta problemática. tanto por planificadores como por investigadores<br />
académicos, de los cuales se han extraído valiosas conclusiones. También se<br />
hicieron análisis globales que dieron. en la década de los 70, lugar a una<br />
polémica ampliamente conocida (Turner. 1972; Pradilla, 1977; Burguess, 1978).<br />
Sin embargo a partir de los años 80 esta reflexión global, que respondía a<br />
las condiciones socio-económicas y políticas generadas por el modelo de<br />
desarrollo sustitutivo de importaciones, va perdiendo fuerza en favor de<br />
enfoques más operacionales cuando, paradójicamente, ocurren drásticos<br />
cambios en la economía, la sociedad, el Estado y el contexto urbano,<br />
provocando un vacío que es necesario contribuir a llenar desde todas las<br />
perspectivas posibles.<br />
Este constituye el objetivo central del esfuerzo de reflexión realizado y que<br />
se plasma en las páginas que siguen, en las que se prioriza sobre el futuro de<br />
la autoconstrucción más que sobre su trayectoria, lo que consideramos es de<br />
mayor utilidad para todas las personas, organizaciones e instituciones<br />
preocupadas por esta problemática, aunque introduce desafíos que, estamos<br />
conscientes. no es fácil enfrentar con éxito.<br />
43
Retomemos, entonces, el debate interrumpido.<br />
Los trabajos de Turner fueron los primeros que señalaron sistemáticamente<br />
los aspectos positivos de la autoconstrucción (1), entre los que destacaba:<br />
* El mejor conocimiento de sus necesidades. por parte de los usuarios.<br />
que de parte de los expertos y los burócratas.<br />
* La utilización óptima de recursos escasos por parte de los primeros.<br />
* La consideración de las determinantes locales y el hecho de construir<br />
valores de uso se traduce en mejores diseños.<br />
* Comparadas con las masivas y monofuncionales viviendas construidas<br />
por el Estado, los residentes de los asentamientos autoconstruidos están<br />
en mejor posición para mejorar su situación económica por la<br />
capacitación adquirida durante el proceso constructivo, por la ubicación<br />
del asentamiento respecto a actividades generadoras de ingresos y por<br />
la posibilidad de combinar trabajo y residencia en la misma unidad<br />
habitacional.<br />
Estas afirmaciones y otras, algunas muy discutibles, levantaron una fuerte<br />
crítica centrada en el hecho de que el optimista análisis de Turner no tomaba<br />
en consideración el contexto socio-económico en que se desarrollaban los<br />
procesos de autoconstrucción, ignoraba las causas que generaban estos<br />
procesos y dejaba de lado la extrema heterogeneidad social y económica de<br />
los grupos autoconstructores. Por esta razón, se privilegiaba el análisis de los<br />
éxitos y fracasos de estos procesos aisladamente (Burgess. 1978).<br />
Al abordar el análisis histórico de los orígenes de la autoconstrucción urbana<br />
contemporánea. emergían rápidamente cuestiones que hoy parecen fuera de<br />
moda: La doble explotación que implica la autoconstrucción, la cooptación<br />
política que se posibilita, los precarios estándares y condiciones técnicas de<br />
las viviendas, la inseguridad que provoca la ilegalidad del status de tenencia y<br />
propiedad, etc. Más aún, un análisis integral conducía a cuestionar el papel<br />
del Estado frente al problema de la vivienda de los sectores sociales de menores<br />
ingresos. colocando la política en el centro del debate (Pradilla. 1977).<br />
Con el tiempo la visión de la autoconstrucción de Turner ha cambiado<br />
relativamente. Si inicialmente era vista como un insumo significante para los<br />
sectores populares, en la actualidad la auto-organización de estos sectores<br />
constituye el elemento clave, especialmente en momentos en que el papel del<br />
Estado frente a los asentamientos humanos se ha transformado<br />
sustancialmente.<br />
En el debate general de los años 70. la riqueza y las limitaciones de las<br />
44
soluciones que presentaban los proyectos autoconstruidos, que es una cuestión<br />
clave en esta problemática, era difícil de captar. Sin embargo el giro operado<br />
a partir de la década de los 80, cuando se interrumpe el debate y se prioriza el<br />
estudio de casos particulares, produjo una impresionante masa de información<br />
al respecto. pero que al perder el referente histórico y descontextualizarse,<br />
aporta pocas ideas sobre el papel de la autoconstrucción de los asentamientos<br />
humanos en el desarrollo global de las ciudades. Por eso es que, aún cuando<br />
en algunos análisis se comienzan a introducir facetas antes no abordadas de<br />
este fenómeno como la cultura popular que se crea. las consecuencias<br />
ecológicas o la discriminación de género, la visión sectorial que privilegia los<br />
abordajes analíticos y propositivos parciales sobre cuestiones como la<br />
legalización de la propiedad, la dotación de infraestructura, el mejoramiento<br />
de las viviendas o la creación de actividades generadoras de ingresos,<br />
permanecen sin respuesta las interrogantes fundamentales siguientes: Si las<br />
distintas modalidades de autoconstrucción constituyen una respuesta al<br />
multidimensional problema de la vivienda; su posición dentro de las políticas<br />
de vivienda; el papel del Estado y de las organizaciones de la sociedad civil en<br />
los procesos de autoconstrucción del hábitat popular; etc.<br />
Los puntos del debate interrumpido, brevemente esbozados en los párrafos<br />
anteriores, guiaron el análisis sobre la autoconstrucción y su futuro en el marco<br />
del modelo de desarrollo que rápidamente se está imponiendo a nivel mundial.<br />
Es necesario antes, sin embargo, observar rápidamente los cambios que<br />
se están operando en la economía, la sociedad, el Estado y en el contexto<br />
urbano para evitar caer en la descontextualización dominante en los estudios<br />
que han prevalecido a partir de los años ’80.<br />
45
Los cambios recientes en el contexto urbano<br />
y su incidencia en la autoconstrucción del<br />
hábitat popular.<br />
El patrón de urbanización en América Latina ha sufrido importantes<br />
modificaciones a partir de la crisis del modelo de sustitución de importaciones,<br />
en la segunda década de los años 70; de los programas de ajuste estructural<br />
de la economía impulsados desde la década siguiente; y con el despliegue de<br />
las políticas neoliberales en los años actuales.<br />
Numerosos estudios se han hecho al respecto, los que destacan las<br />
consecuencias urbanas de la creciente globalización de la economía mundial<br />
que integra los mercados de trabajo. capital y bienes antes fragmentados por<br />
las fronteras nacionales.<br />
Estos cambios a nivel mundial modifican las relaciones y los mecanismos<br />
de dependencia. Si durante el periodo de industrialización sustitutiva la<br />
dependencia se basó en las inversiones de las multinacionales y la importación<br />
tecnológica, la dependencia generada en la fase actual descansa en la<br />
formación de mercados mundiales integrados y no en mercados fragmentados,<br />
lo que introduce nuevas implicaciones para los actores claves del proceso de<br />
urbanización (Roberts, 1990).<br />
Una de las más importantes de ellas está ligada al cambio en el papel del<br />
Estado, quien fue durante la fase de la sustitución de importaciones el agente<br />
más activo del desarrollo urbano, en tanto que dentro de la fase exportadora<br />
actual se pretende que el mercado sea el principal actor que juegue este rol.<br />
A nivel específicamente urbano se señalan cuatro procesos que están<br />
transformando las ciudades de los piases del continente: primero. la<br />
diversificación de las redes y funciones urbanas; segundo. los cambios en los<br />
patrones migratorios; tercero, las transformaciones en los mercados laborales<br />
en las ciudades; y cuarto, el surgimiento de una nueva estructura social urbana<br />
y por consiguiente de sus expresiones organizativas.<br />
La diversificación de las redes y las funciones urbanas se manifiesta en la<br />
pérdida del nivel de primacía urbana de las ciudades más grandes frente a un<br />
conjunto de ciudades secundarias que están creciendo a un ritmo mayor, y en<br />
las transformaciones en las economías intraurbanas.<br />
Los cambios en los patrones de los flujos migratorios se expresan en el<br />
peso creciente de la migración internacional sobre la migración interna,<br />
dibujando un panorama muy distinto a la clásica migración campo-ciudad que<br />
46
prevalecía, antes de los años 70. Las ciudades cumplen en este aspecto una<br />
nueva función, y los efectos en el desarrollo urbano de las remesas de los<br />
migrantes hacia sus lugares de origen es un fenómeno de nueva y singular<br />
importancia.<br />
Las transformaciones en los mercados laborales urbanos, derivadas de<br />
los cambios en las economías intraurbanas principalmente, es otro de los<br />
procesos que exige sea analizado en profundidad en relación a sus<br />
consecuencias para el desarrollo de las ciudades. La informalización de las<br />
actividades económicas urbanas, presente desde hace años en las ciudades<br />
de América Latina. se acentúa en el momento en que la industrialización ligada<br />
al modelo sustitutivo de importaciones muestra sus estrechos límites, y continúa<br />
creciendo en importancia en la fase actual en combinación con las nuevas<br />
actividades maquinadoras y la emergencia de numerosas zonas francas.<br />
Todo lo anterior se ha traducido en la configuración de nuevas estructuras<br />
sociales urbanas en el continente. Esta es una de las realidades menos<br />
estudiada aunque visible en nuestras ciudades cuando percibimos que hay<br />
nuevos actores sociales que tienen novedosas percepciones y valoraciones<br />
frente a la compleja dinámica urbana.<br />
A pesar de su nivel de generalización, es útil tener una visión de la evolución<br />
demográfica de América Latina,. la cual aparece en el siguiente cuadro:<br />
CUADRO 1<br />
AMÉRICA LATINA: PORCENTAJE DE LA POBLACIÓN URBANA<br />
Y TASAS DE CRECIMIENTO DE LA POBLACION URBANA Y RURAL. 1970-2000<br />
Porcentaje de la población 1970 1980 1990 2000<br />
urbana<br />
58 65 71 75<br />
tasas de crecimiento 1970/75 1975/80 1980/85 1985/90<br />
urbana 38.41 35.63 30.63 28.27<br />
rural 5 56 .1.61 4.38 3.35<br />
FUENTE: CELADE. «Porcentaje urbano”, Boletín Demográfico, Santiago, 1991.<br />
* Proyección<br />
Siendo comunes a todos los piases de América Latina. estos procesos<br />
adquieren formas y ritmos particulares en cada uno de ellos, lo que ha Ilevado<br />
a plantear la necesidad de evitar generalizaciones en torno al proceso de<br />
urbanización y a la necesidad de realizar investigaciones específicas. Dado<br />
sin embargo el creciente proceso de globalización e integración de las<br />
economías, es de gran utilidad la realización de estudios comparativos (Portes,<br />
47
1989; Portes y Lungo. 1992a y 1992b).<br />
Esta opción metodológica es de gran interés para este trabajo pues en el<br />
análisis de la evolución y las perspectivas de la autoconstrucción del hábitat<br />
popular inciden cada vez más factores externos como la integración de las<br />
economías, las políticas de los organismos de cooperación internacional, los<br />
cambios en los patrones culturales, etc.<br />
A partir de esta visualización global de los cambios recientes en el contexto<br />
urbano haremos una desagregación analítica de los mismos para observar su<br />
relación con el proceso de autoconstrucción del hábitat popular en nuestras<br />
ciudades. Esta desagregación, que se presenta esquemáticamente en el cuadro<br />
siguiente. permite observar como, por distintas razones que expondremos más<br />
adelante, la autoconstrucción del hábitat popular ocupa cada vez un lugar<br />
más importante en el desarrollo de nuestras ciudades, con las contradictorias<br />
consecuencias que esto implica para la formulación de las políticas urbanas.<br />
CUADRO 2<br />
RELACION ENTRE LOS CAMBIOS EN LA URBANIZACION<br />
Y LA AUTOCONSTRUCCION DEL HABITAT POPULAR<br />
PROCESOS<br />
Crecimiento poblacional<br />
Agotamiento del territorio<br />
Urbano<br />
Informalización de las<br />
actividades económicas<br />
urbanas<br />
Crecimiento de la pobreza<br />
urbana<br />
Disminución de la oferta de<br />
servicios urbanos<br />
INCIDENCIA<br />
incremento en la demanda de vivienda, lo que<br />
eleva la importancia de la autoconstrucción<br />
como solución.<br />
encarece la tierra urbana obligando a los autoconstructores<br />
a ocupar terrenos de malas<br />
condiciones e ilegalmente.<br />
modifica el uso del tiempo de los grupos<br />
familiares que trabajan en este sector y sus<br />
condiciones de acceso a los programas de<br />
vivienda formal.<br />
disminuye las posibilidades de acceso a los<br />
programas de vivienda formal<br />
incrementa los costos de los programas de<br />
vivienda terminada.<br />
Desregulación del desarrollo<br />
urbano y del sector de la<br />
vivienda<br />
Cambios en la gestión urbana<br />
facilita la autoconstrucción al disminuir las<br />
restricciones impuestas por las normas<br />
urbanísticas y constructivas.<br />
facilita la autoconstrucción al abrir nuevos<br />
canales para impulsar programas de<br />
autoconstrucción.<br />
48
Efectivamente. es claro que el crecimiento poblacional urbano, a pesar de<br />
la disminución de su ritmo. durante los últimos años, paralelamente a la<br />
reducción de las acciones del Estado en el sector de hábitat popular,<br />
especialmente en los programas de vivienda terminada de más bajo costo, se<br />
traduce en un incremento de la autoconstrucción en sus distintas modalidades.<br />
Constituye la única posibilidad, para las familias más pobres que conforman la<br />
mayoría de los habitantes de nuestras ciudades, de acceder a un lugar, así<br />
sea precario, donde habitar.<br />
Ligado estrechamente a este crecimiento poblacional se encuentra el<br />
paulatino agotamiento de la tierra urbana disponible para construir viviendas,<br />
lo que encarece drásticamente su precio y obliga a la población de menores<br />
ingresos a ocupar terrenos cuyas condiciones materiales son pésimas (a la<br />
orilla de ríos y barrancos. sobre basureros, en los bordes de las líneas férreas,<br />
en las cimas de los cerros circundantes a las ciudades, etc.). y que<br />
generalmente no cuentan con la dotación de servicios urbanos. Evidentemente<br />
aquí la única opción posible es la autoconstrucción. a pesar del aumento de<br />
los riesgos ambientales que esto implica.<br />
La informalización acelerada de las actividades económicas urbanas tiene<br />
importantes consecuencias sobre la problemática que nos ocupa.<br />
Destaquemos, entre ellas, la modificación en el uso del tiempo de los grupos<br />
familiares cuyos miembros trabajan en su mayoría en este sector, sea como<br />
asalariados, trabajadores por cuenta propia o patronos, pues sus horarios de<br />
trabajo presentan tal variedad y volatilidad que exige replantear los esquemas<br />
de ayuda mutua y otras actividades dentro de la autoconstrucción.<br />
Adicionalmente el carácter no regulado de las actividades económicas<br />
informales conduce a una situación de inaccesibilidad frente a la oferta de los<br />
programas de vivienda formales, al exigir una serie de requisitos a los<br />
demandantes de vivienda para ser sujetos de crédito que ellos no pueden<br />
llenar.<br />
El aumento de la pobreza urbana (que no debe considerarse sinónimo de<br />
informalidad), debido a la crisis de la aplicación de los programas de ajuste<br />
estructural a las economías latinoamericanas, tal como ha sido ampliamente<br />
constatado, también contribuye a reforzar la inaccesibilidad frente a la oferta<br />
de lo programas de vivienda formales.<br />
Aunque en pocos casos podría sostenerse que en América Latina llegaron<br />
a constituirse «Estados de Bienestar» al estilo del modelo social demócrata<br />
europeo, se hicieron ingentes esfuerzos para desarrollar programas sociales,<br />
entre ellos los servicios urbanos, dirigidos a los sectores mayoritarios de la<br />
población. Hoy, a inicios de los años 90 la situación es radicalmente diferente.<br />
49
Al déficit fiscal heredado de la crisis se suman las políticas neoliberales que<br />
buscan su reducción pero también la privatización de la provisión de los<br />
programas sociales y los servicios urbanos.<br />
Lo anterior incrementa los costos de urbanización al trasladarse. en muchos<br />
casos, los costos de estos servicios a las viviendas terminadas. Nuevamente<br />
la autoconstrucción tiende a reforzarse por esta razón.<br />
Presenciamos, desde la década pasada. una intensa desregulación del desarrollo<br />
urbano y de las actividades del sector vivienda. Esta tendencia concordante con<br />
las políticas neoliberales actuales tiende a facilitar y estimular los procesos de<br />
autoconstrucción al eliminar numerosas restricciones en la normatividad del<br />
desarrollo de urbanizaciones y de la construcción misma de viviendas.<br />
Si esto crea una atmósfera favorable para la autoconstrucción, la ausencia<br />
de regulación conduce rápidamente a la creación de urbanizaciones y viviendas<br />
que no reúnen condiciones mínimas o son verdaderamente precarias. En<br />
algunos países, donde las colonias ilegales o piratas constituyen una de las<br />
formas predominantes del hábitat popular, esta desregulación acentúa las<br />
pésimas condiciones de habitabilidad, por lo que la autoconstrucción sin control<br />
es realmente una negativa práctica.<br />
Los cambios, por último, en las formas de gestión urbana tienen así un<br />
resultado ambivalente. Si por un lado la descentralización y el reforzamiento<br />
de los gobiernos locales, así como una mayor participación de las ONG’s y<br />
otras organizaciones de la sociedad civil pueden potenciar el papel de la<br />
autoconstrucción en la solución del problema del hábitat de las mayorías<br />
empobrecidas de las ciudades latinoamericanas, al abrirse nuevos canales y<br />
crearse nuevos mecanismos para desarrollar programas de este tipo, el cambio<br />
en la gestión puede conducir a dispersiones. duplicaciones, y hacer recaer<br />
sobre los sectores populares todos los costos de esta problemática, algunos<br />
de los cuales son generados por otros sectores sociales y en general por las<br />
deseconomías inevitables que genera toda aglomeración urbana.<br />
50
Reflexiones sobre la evolución de las<br />
modalidades de autoconstrucción del hábitat<br />
popular<br />
Como decíamos antes, a partir de los puntos del debate interrumpido y los<br />
cambios en el contexto urbano, trataremos de plantear algunas reflexiones<br />
sobre la evolución de la autoconstrucción del hábitat popular en América Latina<br />
y su futuro. Para ello nos apoyaremos, críticamente, en un reciente análisis<br />
hecho en el marco del Programa CYTED.<br />
Basándose en la revisión de numerosas experiencias de autoconstrucción<br />
realizadas en América Latina. se ha elaborado una propuesta para su análisis<br />
considerando cuatro variables: el proceso de construcción, el producto<br />
resultante, el marco tecnológico y el contexto sociopolítico (Salas 1993). De<br />
este análisis se deriva un conjunto de tipologías que se sintetizaran a<br />
continuación.<br />
La primera variable incluye el sistema de organización, gestión y desarrollo<br />
del hábitat popular; las expectativas familiares; y el tiempo de ejecución. A<br />
partir de ella se identifican seis modalidades:<br />
- autoayuda (restringida al grupo familiar)<br />
- autoayuda con asesoría técnica<br />
- ayuda mutua (donde participa un determinado número de familias)<br />
- cooperativismo de ayuda mutua (que implica un mayor nivel organizativo)<br />
- grupos de autoayuda con apoyos externos<br />
- proceso mixto (realización por agente externo y autoayuda)<br />
La variable producto resultante permite clasificar seis modalidades que<br />
configurar una secuencia desde la fase inicial. pasando por la consolidación,<br />
hasta la fase final, siendo las cuatro últimas sujeto de intercambio en el mercado:<br />
- hábitat provisional<br />
- vivienda mutable<br />
- núcleo básico<br />
- vivienda «semilla»<br />
- vivienda consolidada<br />
- vivienda acabada<br />
51
El marco tecnológico, que incorpora los materiales,. herramientas y equipos,<br />
y los procesos constructivos, conduce a una clasificación en las cuatro<br />
modalidades siguientes:<br />
- tecnología precaria<br />
- tecnología artesanal<br />
- tecnología de industrialización incipiente<br />
- tecnología de industrialización asimilable<br />
Por último. la consideración de los aspectos sociopolíticos se basa<br />
fundamentalmente en la actitud del aparato estatal frente a la autoconstrucción.<br />
y lleva a identificar cinco modalidades:<br />
- política de hostilidad<br />
- política de indiferencia<br />
- política de tolerancia<br />
- política de patrocinio<br />
- política de promoción<br />
Este ensayo de tipología en función de las cuatro variables identificadas<br />
como claves, plantea con claridad la enorme complejidad de la autoconstrucción<br />
del hábitat popular en América Latina y a pesar de su carácter descriptivo<br />
sugiere interesantes ideas para este trabajo, especialmente si se hace un<br />
análisis multidimensional involucrando a las distintas variables a través de<br />
una periodización, para intentar encontrar causalidades sin quedarse a un<br />
nivel de generalidad poco útil.<br />
Para esto, de la variable proceso de construcción derivaremos otra que<br />
nos parece clave y que está implícita en ella: la organización social, y de la<br />
variable contexto sociopolítico derivaremos otras dos: financiamiento y<br />
legislación, que están íntimamente relacionadas con la políticas del hábitat<br />
popular.<br />
Creemos que si aplicamos estas tres variables que consideramos claves a<br />
una periodización podemos detectar las grandes tendencias de cambio a nivel<br />
global de las distintas modalidades de la autoconstrucción del hábitat popular,<br />
sus tendencias actuales y su futuro. para poder proponer acciones en torno a<br />
ella.<br />
La variable correspondiente al marco tecnológico se considera subordinada<br />
con respecto a las tres anteriores. Por esto sólo será tomada en consideración<br />
indirectamente un aspecto específico que se cataloga como crucial, el acceso<br />
52
a la tierra urbana,. tampoco podrá ser analizado por la extrema variedad de<br />
situaciones que presenta en América Latina y que dificulta su generalización.<br />
Las variables seleccionadas; organización social, financiamiento y<br />
legislación, permiten retomar la discusión sobre puntos del debate interrumpido<br />
como la sobre-explotación,. la cooptación política, la ilegalidad de la tenencia<br />
y sus consecuencias, y el rol del Estado. Incorpora además. al ubicarse el<br />
análisis en periodos históricos determinados, la contextualización ausente en<br />
muchos de los estudios de casos sobre auto-construcción del hábitat popular<br />
realizados en América Latina durante los últimos años.<br />
Expongamos a continuación la periodización que utilizaremos y los criterios<br />
para su selección.<br />
Como es conocido, las periodizaciones se establecen en función del objeto<br />
específico de análisis. En nuestro caso, la autoconstrucción del hábitat popular,<br />
tomaremos como elemento determinante del contexto las políticas de<br />
vivienda.(2). Esto conduce a tratar de hacer una generalización de las grandes<br />
tendencias que han seguido en América Latina las políticas de vivienda.<br />
Con las limitaciones que todo ejercicio de abstracción implica, hemos<br />
establecido la periodización siguiente:<br />
Antes de 1950, cuando la intervención del Estado en este sector es muy<br />
débil, las políticas de vivienda tienen poco nivel de formulación en la mayoría<br />
de países, y los planes de desarrollo urbano escaso desarrollo. Los niveles de<br />
urbanización son aún bajos en la generalidad de países.<br />
Entre 1950 y 1970, cuando se consolida el modelo sustitutivo de<br />
importaciones, se moderniza el Estado creándose un fuerte aparato<br />
centralizado que posibilita la formulación de políticas de vivienda y planes de<br />
desarrollo urbano con un buen nivel de complejidad y cobertura nacional. Este<br />
periodo coincide con el aceleramiento del proceso de urbanización y la<br />
profundización del problema de la vivienda.<br />
Entre 1970 y mediados de los años 80. periodo caracterizado por una<br />
crisis de la economía, la sociedad y el Estado que se traduce en una disminución<br />
del rol de este último en el problema de la vivienda y la configuración de una<br />
alternativa que se inscribe dentro de la corriente neoliberal actualmente<br />
dominante.<br />
A partir de mediados de la década de los 80, años en que se estructuran<br />
las actuales políticas neoliberales en este sector mientras se sigue buscando,<br />
desde el campo popular, nuevas alternativas.<br />
A partir de la periodización esbozada. trataremos de analizar la evolución<br />
53
de la autoconstrucción del hábitat popular observando como se expresan,<br />
articulan y modifican las tres variables seleccionadas antes: organización social,<br />
financiamiento y legislación.<br />
Periodo anterior a 1950<br />
Podría sostenerse que aunque la autoconstrucción del hábitat popular por<br />
parte de los sectores populares se desarrolla paralelamente al crecimiento de<br />
las ciudades,. por el bajo nivel de las contradicciones urbanas este proceso<br />
está predominantemente a cargo de familias individuales. Los ejemplos de<br />
organización en torno a la cuestión del hábitat popular más importantes que<br />
se conocen en algunas ciudades latinoamericanas, durante la primera mitad<br />
del siglo, son los movimientos inquilinarios, y giraban principalmente alrededor<br />
del costo de los alquileres de las viviendas. Sólo lentamente se van<br />
estructurando organizaciones comunitarias que van promoviendo acciones<br />
colectivas de demanda y autoayuda respecto al hábitat popular.<br />
La poca exigencia que enfrenta el Estado en esta área hace que no se<br />
creen instituciones muy especializadas. ni sistemas financieros y legales<br />
destinados a enfrentar específicamente esta problemática, la que es atendida<br />
puntualmente por el gobierno central o local o por organizaciones privadas de<br />
carácter más bien caritativo<br />
Pocos análisis y reflexiones se hacen entonces alrededor de una<br />
problemática que no aparece como prioritaria en medio de otros problemas<br />
sociales.<br />
Periodo entre 1950 y 1970<br />
Como se señaló antes. a partir de mediados del siglo va a ocurrir un giro<br />
importante en la economía y la organización del Estado que colocará a la<br />
autoconstrucción del hábitat popular en un primer plano de la reflexión y las<br />
políticas de vivienda.<br />
Con la consolidación en la mayoría de países del modelo de sustitución de<br />
importaciones y la modernización del aparato estatal que este modelo exige<br />
se procede, en un primer momento. a enfrentar el problema de la vivienda en<br />
las ciudades con el criterio de proveer de unidades terminadas a las familias<br />
de menores ingresos por parte del Estado.<br />
Frente a esta política dominante, la autoconstrucción aparece como un<br />
remanente de épocas pasadas que poco a poco debería ir desapareciendo.<br />
Rápidamente sin embargo, la realidad demostró los estrechos limites de<br />
esta opción y poco a poco, mientras se van reduciendo los programas de<br />
vivienda terminada, se empiezan a impulsar programas de vivienda progresiva<br />
en los que el componente de la autoconstruccición, dirigida o asistida, ocupan<br />
54
un lugar importante.<br />
En esta toma en consideración de la importancia de la autoconstrucción<br />
van a jugar un papel importante, además del Estado. un conjunto de nuevos<br />
agentes de la sociedad civil. las ONG’s, que desarrollan una incesante<br />
búsqueda para articular los procesos de autoconstrucción con procesos<br />
educativos y de organización social, principalmente.<br />
Es en este momento, y por el obligado análisis que se comienza a hacer<br />
sobre las experiencias de autoconstrucción existentes. que se desarrolla la<br />
aguda polémica entre quienes ven la autoconstrucción principalmente como<br />
una forma adicional de explotación de la fuerza de trabajo y como mecanismo<br />
de cooptación política. y quienes defendían su función como un instrumento<br />
que permitía solucionar el problema del hábitat popular desde la base de<br />
impulsar procesos de concientización y educación, polémica a la que nos hemos<br />
referido en el primer punto de este trabajo<br />
Van surgiendo así por parte del Estado programas de apoyo financiero<br />
para los proyectos en que la autoconstrucción tiene un papel importante,<br />
cambiando poco a poco la posición secundaria que tenía en el conjunto del<br />
financiamiento estatal de los programas de vivienda. Por el lado de las ONG’s<br />
se observa un creciente apoyo a la autoconstrucción por parte de las agencias<br />
que les brindan apoyo financiero, partiendo de su papel en el potenciamiento<br />
de la organización social.<br />
Podemos decir, en síntesis. que durante este periodo se desarrolla con<br />
vigor la organización social para la autoconstrucción y crece el apoyo financiero<br />
para estos programas, tanto por la vía del Estado como por la vía de las ONG’s<br />
Sin embargo podemos plantear que la otra variable que estamos considerando,<br />
la legislación. queda desfasada con respecto a las dos primeras, y que el<br />
proceso de articulación entre las tres es por lo mismo muy incipiente.<br />
Periodo entre 1970 y mediados de los años 80<br />
Durante este período, que podemos calificar de transición, tanto el<br />
redimensionamiento y cambio de la función estatal en el sector vivienda, como<br />
la búsqueda de alternativas por parte de los sectores populares, genera nuevas<br />
propuestas sobre la autoconstrucción y su papel en la solución del problema<br />
del hábitat popular. No obstante es posible observar como indicamos antes,<br />
una disminución de la reflexión sobre el rol de la autoconstrucción y sus<br />
vinculaciones con otros procesos sociales.<br />
Surgen innovadoras sugerencias pero que mostrarán rápidamente las<br />
limitaciones de enfrentar aisladamente una problemática que aparece cada<br />
día con más claridad vinculada a una pobreza creciente y a importantes cambios<br />
55
en la estructura de los mercados laborales. Predominan así una serie de<br />
experiencias puntuales que, aunque exitosas algunas, son poco replicables y<br />
siguen siendo marginales dentro de la dimensión del problema del hábitat<br />
popular.<br />
Es un período ante todo de profunda desarticulación, al agotarse el modelo<br />
anterior, y de búsquedas sobre las cuales es difícil emitir un juicio definitivo.<br />
Periodo a partir de mediados de la década de los 80<br />
Durante los últimos años, mientras se consolida el modelo neoliberal de<br />
crecimiento económico, y se continúa incesantemente buscando propuestas<br />
alternativas, la concepción del papel de la autoconstrucción pasa a ocupar un<br />
papel central en las políticas de vivienda del Estado actual dirigidas a los<br />
sectores de menores ingresos. y se liga a la reforma del Estado que globalmente<br />
se promueve, mientras se comienza, dentro de las ONG’s. a promover<br />
sugerentes propuestas que giran alrededor del financiamiento pero sin llegal<br />
aún a la vinculación de las tres variables que estamos considerando (3).<br />
(Cabannes, 1993 y 1994).<br />
Por la importancia de las transformaciones actuales para el futuro de la<br />
problemática que nos ocupa, hay que observar en mayor detalle lo que está<br />
sucediendo en este último período. Para estudiar el nuevo carácter que le<br />
asignan las políticas neoliberales nos apoyaremos en el análisis de las políticas<br />
de vivienda actual. Para analizar en qué sentido se mueven las acciones<br />
impulsadas desde la sociedad civil, estudiaremos los cambios que están<br />
ocurriendo en los roles del sistema de actores que intervienen en la<br />
autoconstrucción de la vivienda popular.<br />
Veamos antes, sintéticamente, cómo la periodización expuesta permite<br />
observar cómo las distintas formas de la autoconstrucción crecen en<br />
importancia paralelamente a la imposibilidad del Estado de enfrentar el<br />
problema del hábitat popular, aunque los ejecutores cambian<br />
contradictoriamente.<br />
CUADRO 3<br />
PERIODO<br />
IMPORTANCIA<br />
EJECUTOR<br />
espontáneaasistidadirigidaPRINCIPAL<br />
EVOLUCION<br />
DE LA<br />
IMPORTANCIA<br />
DE LA<br />
AUTOCONSTRUCCION<br />
ANTES 1950 grande mínima nulafamilias<br />
1950-1970 grande regular mínima<br />
1970-1985 grande grande regular<br />
DESDE 1985 grande grande grande<br />
familias y<br />
comunidades<br />
comunidades y<br />
familias<br />
familias y<br />
comunidades<br />
56
Sobre el sistema de actores en la<br />
autoconstrucción de la vivienda popular y sus<br />
cambiantes percepciones y roles<br />
Como todo proceso social, la autoconstrucción del hábitat popular es<br />
ejecutado, en medio de permanentes contradicciones, por un conjunto de<br />
actores sociales, cuyas percepciones y roles sobre este proceso se modifican<br />
a lo largo del tiempo en la misma medida en que algunos de ellos se<br />
transforman, otros desaparecen y surgen nuevos. Por la importancia de estos<br />
actores en el proceso de autoconstrucción y los programas que lo impulsan o<br />
bloquean, es interesante hacer una revisión de los mismos durante las últimas<br />
décadas y especialmente en los años actuales.<br />
Podríamos comenzar haciendo una lista de estos actores para pasar luego<br />
a analizar cómo se articulan algunos de ellos en los distintos momentos<br />
analizados y tratar de encontrar los puntos de convergencia, desencuentro, y<br />
las alianzas que se producen. Esto permitiría poder señalar los aspectos que<br />
habría que acentuar para potenciar procesos de autoconstrucción más<br />
equitativos que contribuyan a la solución del problema del hábitat popular de<br />
los sectores sociales de menores ingresos.<br />
Se pueden distinguir nueve actores al respecto:<br />
- Familias actuando individualmente<br />
- Organizaciones comunales<br />
- Organizaciones políticas<br />
- El gobierno central<br />
- Los gobiernos locales<br />
- Las ONG's locales<br />
- Las iglesias<br />
- Los organismos multilaterales de cooperación<br />
- Las agencias de cooperación al desarrollo no gubernamentales<br />
Para analizar su presencia y articulación, así como identificar los puntos de<br />
convergencia y desencuentro, utilizaremos la periodización empleada en el<br />
cuadro número tres, que permite además ubicar al conjunto de actores frente<br />
al que juega un rol central el Estado, a través de las políticas de vivienda que<br />
impulsa desde el gobierno central y/o los gobiernos locales.<br />
Dicha periodización permite construir un nuevo cuadro que aparece a continuación:<br />
57
CUADRO 4<br />
LOS ACTORES DE LA AUTOCONSTRUCCIÓN Y SU EVOLUCIÓN<br />
PERIODO<br />
ACTORES (+) (+-) (-)<br />
ARTICULACIÓN<br />
PRINCIPAL Y<br />
SECUNDARIA<br />
ACTITUD DEL / Y<br />
FRENTE AL ESTADO<br />
1940/62 f oc gc oc/op/ong/i/acd acuerdos entre<br />
op gl y la sociedad con<br />
ong omc gc/omc poca participación<br />
i<br />
del Estado<br />
acd<br />
1960/70 f gc gl oc/op/ong/i/acd comienzan a<br />
oc i y establecerse<br />
op omc gc/omc nuevas<br />
ong<br />
vinculaciones<br />
acd<br />
1970/85 f op gl se amplian los<br />
oc gc oc/ong/i/acd/omcacuerdos con el<br />
ong omc y Estado y los<br />
i oc/gc/omc organismos<br />
acd<br />
multilaterales<br />
1985… f gl op se generalizan los<br />
oc i oc/ong/acd/omc/ acuerdos<br />
gc<br />
manteniéndose<br />
ong oc/ong/gc/omc las contradicciones<br />
omc<br />
acd<br />
f = familiaong = organización no gubernamental<br />
oc = organización comuna i = iglesia<br />
op = organización política omc= organismo multilateral de cooperación<br />
gc = gobierno central<br />
acd= agencia de cooperación al desarrollo<br />
gl = gobierno local<br />
El cuadro anterior permite visualizar la presencia de los distintos actores,<br />
la cual se ha calificado desde muy activa (+), hasta prácticamente nula (-), en<br />
cada período considerado. Asimismo se puede observar como la articulación<br />
entre ellos se va modificando a medida que el Estado y los organismos<br />
multilaterales de cooperación se van involucrando en programas de<br />
autoconstrucción de vivienda popular y va cambiando la situación política<br />
general que da a la sociedad civil cada vez más preeminencia en la solución<br />
de los problemas nacionales.<br />
58
Es claro, por ejemplo, la disminución del peso de la intervención directa de<br />
las organizaciones políticas y de la iglesia en esta problemática, en un<br />
movimiento a la vez de institucionalización y "ciudadanización" de la misma<br />
no exento de serias contradicciones.<br />
Tratemos ahora de identificar los puntos de convergencia y desencuentro<br />
y su recorrido en el período analizado, lo que haremos utilizando las tres<br />
variables indicadas al inicio: la organización social, el financiamiento y la<br />
legislación, y posteriormente alrededor de otra variable clave, el acceso a la<br />
tierra urbana.<br />
Durante el primer período y parte del segundo, entre 1940 y 1960, no existe<br />
una mayor relación entre las organizaciones sociales que participan de distinta<br />
manera en la autoconstrucción y los programas gubernamentales de vivienda<br />
en la medida en que éstos están orientados a proveer de vivienda terminada a<br />
familias individualmente. Por lo mismo, los programas de financiamiento y la<br />
legislación para los programas de vivienda formal terminada y para la<br />
autoconstrucción caminan paralelamente sin mayores puntos de encuentro.<br />
A partir de finales de los años 60 y durante toda la década de los años 70,<br />
cuando los gobiernos comienzan a promover la autoconstrucción y se ven<br />
obligados a cooptar o crear organizaciones de base para la ejecución de sus<br />
programas, se originan puntos de encuentro y desencuentro entre quienes<br />
trabajan desde la sociedad civil apoyando organizaciones autónomas y la<br />
actitud clientelista y paternalista de la mayoría de los gobiernos. A este<br />
panorama conflictivo no es ajena la participación directa en esta problemática<br />
de las organizaciones políticas de distinta orientación. Los desencuentros a<br />
nivel del financiamiento y de la legislación son a menudo fuente de agudos<br />
conflictos en la medida en que predomina aún en las instituciones estatales<br />
una hacia la producción de vivienda terminada. Sólo comienzan a establecerse<br />
puntos de acuerdo en la medida en que los organismos multilaterales de<br />
cooperación inician su apoyo a programas de vivienda progresiva.<br />
Será durante el tercer período, entre 1970 y mediados de los años 80 ante<br />
la aguda crisis económica y las serias restricciones fiscales, que poco a poco<br />
van convergiendo, en el apoyo a programas de autoconstrucción y vivienda<br />
progresiva, las organizaciones comunitarias de base, las ONG's, los gobiernos<br />
y las organizaciones de apoyo externo, incrementando a la vez los puntos de<br />
encuentro y las discrepancias en torno al apoyo y la autonomía de las<br />
organizaciones sociales trabajando en estos procesos, por un lado, y los<br />
programas de financiamiento y una legislación urbanística y constructiva que<br />
se resiste a incorporar modificaciones para adecuarse a la nueva realidad, por<br />
el otro. Este período de transición es a la vez un período de agudos<br />
59
enfrentamientos pero a la vez de búsqueda de caminos comunes.<br />
La imposición de las políticas neoliberales a partir de inicios y mediados de<br />
la década de los años 80, exigirá una mayor apertura y una readecuación de<br />
las políticas gubernamentales frente a la autoconstrucción y la progresividad<br />
del hábitat popular, modificándose drásticamente las reglas del financiamiento<br />
y la regulación urbana y constructiva, mientras se impulsan programas de<br />
regularización de la propiedad de la tierra urbana, y se promueve la<br />
descentralización y la privatización de los programas de la política social en<br />
general.<br />
Este importante giro provocará nuevos puntos de encuentro que generarán<br />
una densa trama de acuerdos y desacuerdos entre los distintos actores sociales<br />
alrededor de la autoconstrucción. Estos van desde el papel asignado a las<br />
organizaciones comunitarias de base y a las ONG s (¿participación en la<br />
definición de las acciones y delegación de poder o simples instancias de<br />
ejecución de políticas centralmente acordadas?), pasan por el problema de la<br />
rentabilidad económica de este tipo de proyectos en la medida en que se<br />
pretende que el mercado participe activamente en ellos, llegan al problema de<br />
la atomización del marco jurídico y las competencias de los gobiernos centrales<br />
y locales.<br />
Nos encontramos así frente a una situación sumamente volátil donde<br />
muchas cuestiones están aún en proceso de definición, la que abarca no sólo<br />
la problemática del hábitat popular sino todos los aspectos de la realidad social.<br />
Destaquemos la situación de la variable acceso a la tierra urbana. Es<br />
solamente durante el último período que los programas de regularización de<br />
la tierra urbana crean condiciones, antes muy difíciles de alcanzar, para impulsar<br />
proyectos de autoconstrucción y vivienda progresiva. Sin embargo, dado que<br />
estos programas enfatizan casi exclusivamente en la propiedad individual, se<br />
favorece la autoconstrucción espontánea y se corre el riesgo (a menos que se<br />
legisle en sentido contrario), de introducir irrestrictamente al mercado viviendas<br />
autoconstruídas, corriéndose el riesgo de perder el esfuerzo que muchas<br />
familias han realizado durante largo tiempo si la situación económica de la<br />
mayoría de los sectores sociales populares no mejora sustancialmente.<br />
Por otra parte, al limitarse al problema legal, no se considera el hecho de<br />
que muchos de los terrenos, que se están regularizando se encuentran<br />
sometidos a fuertes riesgos ambientales.<br />
60
La autoconstrucción en el marco de las actuales<br />
políticas de vivienda<br />
Dado que el contexto inmediato que enmarca la autoconstrucción en la<br />
mayoría de los países de América Latina lo constituyen las políticas de vivienda,<br />
es necesario analizar como éstas, a través de la definición de principios y<br />
objetivos, las estrategias. los programas que las integran, las instituciones<br />
ejecutoras, el marco jurídico y el financiamiento, etc. asumen una posición,<br />
explícita e implícita frente al fenómeno de la autoconstrucción del hábitat<br />
popular.<br />
Aunque la orientación de las políticas de vivienda durante los periodos<br />
analizados corresponden en sus rasgos generales a los modelos de desarrollo<br />
imperantes, se presentan los Iógicos desfases entre las políticas a nivel<br />
macroeconómico Y las políticas sociales a nivel sectorial, por lo que ellas<br />
presentan especificidades que exigen plantear una periodicidad propia.<br />
Haciendo la aclaración nuevamente de las limitaciones contenidas en un<br />
nivel de abstracción de este tipo, podemos establecer que para la generalidad<br />
de los piases de América Latina se pueden distinguir los siguientes períodos<br />
en las políticas de vivienda en función de la posición de esta, políticas hacia la<br />
autoconstrucción: 1940 - 1960; 1960 - 1970; 1970 - 1985; y a partir de 1985.(4)<br />
Durante el primer período los esfuerzos gubernamentales, se dirigen hacia<br />
la construcción de viviendas terminadas de áreas relativamente grandes,<br />
principalmente. Durante el segundo la magnitud creciente del déficit y las<br />
limitaciones financieras llevan a una reducción paulatina de las áreas pero<br />
manteniéndose dentro de la opción de la vivienda terminada. En ambos casos,<br />
la autoconstrucción no se considera como una línea central dentro de estas<br />
políticas, o tiene una posición marginal.<br />
Será durante los años 70, con el inicio de la crisis económica. la acumulación<br />
de los problemas urbanos generados por tres décadas de una acelerada<br />
urbanización en el continente. y la, visibles limitaciones de las políticas de<br />
vivienda impulsadas hasta ese momento. que la autoconstrucción es tomada<br />
en consideración por las entidades gubernamentales. comenzando a estudiarse<br />
las experiencias de la autoconstrucción espontánea que aparece como la<br />
principal vía que tiene la mayoría de la población de menores ingresos para<br />
acceder a una vivienda, y las experiencias de los proyectos de autoconstrucción<br />
desarrollados con apoyo de las ONG’s.<br />
Dentro de este período, que se extiende hasta mediados de los años 80,<br />
las acciones estatales priorizan en numerosos países, con el apoyo y la<br />
61
orientación de las agencias multilaterales de cooperación, los proyectos de<br />
autoconstrucción dirigida, uno de cuyos mayores ejemplos lo constituyen los<br />
proyectos llamados de «lotes y servicios».<br />
A partir de mediados de la década pasada, la autoconstrucción pasa a<br />
ocupar un papel central en las políticas de vivienda, sólo que ya no será un<br />
proceso dirigido directamente, sino que estimulado indirectamente por el nuevo<br />
rol «facilitador» del Estado.<br />
Esta hipótesis requiere un análisis más detallado de los rasgos generales<br />
de la mayoría de políticas de vivienda actuales en América Latina.<br />
Veamos antes el siguiente cuadro, que busca establecer sintéticamente<br />
las relaciones entre estas políticas de vivienda y la autoconstrucción.<br />
CUADRO 5<br />
RELACION ENTRE LAS POLITICAS DE VIVIENDA Y LA AUTOCONSTRUCCION I I<br />
PERIODO<br />
RELACION<br />
1940/1960 la autoconstrucción tiene un papel marginal o mínimo dentro de las políticas<br />
de vivienda<br />
1960/1970 la relación anterior se mantiene a pesar de desarrollarse un fuerte debate<br />
sobre el papel de la autoconstrucción<br />
1970/1985'<br />
comienzan a impulsarse por el Estado programas de autoconstrucción<br />
dentro de una óptica que puede calificarse de dirigida<br />
1985... la autoconstrucción pasa a ocupar un rol de gran importancia en las<br />
políticas de vivienda pero dentro de una óptica en que el Estado no asume.<br />
sino que sólo estimula estos procesos<br />
* este año, como todos los del cuadro, sólo tiene una función de carácter indicativo.<br />
La mayoría de las políticas de vivienda de los Estados latinoamericanos<br />
están, en el momento actual, siguiendo en buena medida las orientaciones de<br />
los organismos multilaterales de cooperación, especialmente el Banco Mundial.<br />
Este señala que durante los años 70 el Estado cumplió un rol de proveedor<br />
de tierra y vivienda, y parcialmente el de financiador de algunos procesos de<br />
vivienda progresiva. Durante los años 80 este rol se transforma, dirigiéndose<br />
a cumplir un papel de provisión del financiamiento de las viviendas,<br />
principalmente a través de instituciones públicas. A partir de los años 90 el<br />
papel asignado es el de «facilitador» para que la provisión de tierra y vivienda<br />
esté a cargo del sector privado. a través de la coordinación institucional y la<br />
modificación de las funciones de regulación, mejorando la coordinación del<br />
sector con la política macroeconómica (Banco Mundial, 1993).<br />
62
Las orientaciones que promueve el Banco Mundial en este momento buscan<br />
crear un conjunto integrado de políticas e instrumentos de crédito para estimular<br />
la demanda (regularización de los derechos de propiedad, financiamiento de<br />
viviendas y subsidios focalizados, etc.), partiendo de la constatación de que<br />
sus programas anteriores de apoyo al sector de la vivienda han tenido un<br />
impacto limitado y que las viviendas construidas informalmente constituyen<br />
una contribución importante; que debe continuarse orientando la ayuda a los<br />
sectores más pobres a través de la variedad más amplia de soluciones; y que<br />
debe priorizarse el paso de la ejecución de proyectos hacia la reforma<br />
institucional del sector.<br />
La aplicación de estas orientaciones debe remover las distorsiones del<br />
mercado y estimular la innovación en el sistema crediticio. Se sugieren para<br />
alcanzar este objetivo los siguientes instrumentos: Por el lado de la demanda<br />
la promoción del derecho de propiedad y el libre intercambio de bienes mediante<br />
la modernización del registro y la regularización; la creación de un sistema<br />
financiero hipotecario competitivo; y la racionalización y focalización de los<br />
subsidios.<br />
Por el lado de la oferta se propone garantizar la provisión de infraestructura<br />
para las urbanizaciones; una nueva regulación de Ia tierra y la vivienda que<br />
remueva los obstáculos que se presentan a la oferta; y el desarrollo del sector<br />
de la construcción.<br />
Volviendo a la hipótesis que planteáramos antes, sobre el papel de<br />
estimulador indirecto de la autoconstrucción del hábitat popular es útil retomar<br />
la clasificación esquemática de la autoconstrucción en tres formas: espontánea,<br />
asistida y dirigida.<br />
Pareciera que las políticas de vivienda actual tenderían a reforzar la<br />
autoconstrucción en general pero particularmente la autoconstrucción espontá<br />
nea sólo que apoyada por el gobierno a través de múltiples medidas, en la<br />
medida en que estimula la acción de las familias individuales.<br />
Ocurre así con la ayuda financiera que se brinda a la regularización del<br />
derecho de propiedad, el cual se promueve principalmente de manera<br />
individual. Lo anterior,. unido al libre intercambio de terrenos y vivienda, estimula<br />
evidentemente la inversión de recursos financieros y esfuerzos individuales<br />
por parte de las familias, en la medida en que, además de solucionar su<br />
problema de vivienda, accede a la propiedad de un bien que puede vender en<br />
un momento determinado. En eI mismo sentido opera la creación de un sistema<br />
hipotecario competitivo.<br />
La provisión de infraestructura para las urbanizaciones y la eliminación de<br />
63
las restricciones a la construcción contenidas en las normas urbanísticas y<br />
constructivas complementan el conjunto de medidas que, de manera indirecta,<br />
tienden también a favorecer a la autoconstrucción.<br />
Aquí es necesario hacer una precisión, planteamos que las políticas de<br />
vivienda actuales favorecen la autoconstrucción pero fundamentalmente de la<br />
vivienda de los sectores populares que no pueden acceder en su mayoría al<br />
mercado de viviendas formales, incluso las de más bajo costo, y dado que<br />
este sector social constituye la mayor parte de la población de nuestras<br />
ciudades, este componente se convierte en uno de los principales de las<br />
políticas de vivienda actual. El otro, que no puede ser olvidado pero que no<br />
guarda relación con la problemática que nos ocupa, es el establecimiento de<br />
un nuevo marco financiero que estimula la producción de viviendas terminadas<br />
para los sectores de medianos y altos ingresos y el acceso a éstas por los<br />
últimos.<br />
Pero insistimos, se trata de incentivar, así sea implícitamente, la<br />
autoconstrucción sin una participación del Estado, ni aún en el aspecto<br />
tecnológico, el cual se deja también a la espontaneidad de las familias o<br />
comunidades autoconstructoras.<br />
Conclusiones<br />
La reflexión hecha sobre la autoconstrucción del hábitat popular en los<br />
países de América Latina durante las últimas décadas y las tendencias que se<br />
comienzan a dibujar sobre su rol en el nuevo modelo de desarrollo que se está<br />
imponiendo rápidamente en el continente, sugieren que la autoconstrucción<br />
seguirá teniendo un papel importante en la estructuración del hábitat popular<br />
en nuestras ciudades, sólo que éste tendría un carácter, más individual que<br />
colectivo, más privado que público.<br />
Si distinguimos en el hábitat popular tres dimensiones (la familia, el<br />
vecindario y la comunidad, donde cada uno de ellos tiende a generar límites<br />
que vuelven significativas determinadas acciones) (Sepúlveda. 1993). podemos<br />
observar que los procesos de autoconstrucción tienen diferentes ritmos y<br />
determinaciones en cada una de éstas dimensiones. Globalmente,. podríamos<br />
decir que si en el período de constitución (o intento de constitución) de «Estados<br />
de Bienestar». se priorizó en muchos casos los procesos de autoconstrucción<br />
al nivel de Ia comunidad, en el momento actual la opción desreguladora y<br />
«facilitadora» de las políticas estatales tenderían a promover los procesos<br />
autoconstructivos a nivel de la dimensión de la familia, lo que se traduce a<br />
nivel espacial en la autoconstrucción de unidades habitacionales individuales.<br />
64
Si esto es cierto,. la relación de las instituciones estatales encargadas de<br />
promover o apoyar la autoconstrucción del hábitat popular con las familias y<br />
comunidades autoconstructoras y con las organizaciones de la sociedad civil<br />
que trabajan en este campo tenderán a sufrir modificaciones.<br />
Estas son visibles diferencialmente en los distintos países Latinoamericanos<br />
dependiendo de sus historias particulares. Se puede plantear hipotéticamente,<br />
sin embargo, que en los próximos años,. en la medida en que frente al modelo<br />
actual de desarrollo no se configuran alternativas factibles, la tendencia hacia<br />
la individualización de los procesos autoconstructivos será dominante.<br />
Aunque esto no es nuevo pues en las ciudades latinoamericanas la<br />
autoconstrucción individual antecede a la comunitaria, el movimiento previsible<br />
plantea la necesidad de retomar los puntos del debate interrumpido que<br />
sintetizáramos anteriormente y otros nuevos que surgirán del incesante<br />
desarrollo de éste y otros procesos de la realidad de nuestros países.<br />
Notas<br />
(1) Nos apoyamos en la excelente síntesis hecha por Kostas Mathey en el<br />
libro Beyond Self-Help Housing, referido en la bibliografía utilizada.<br />
(2) No tomamos las políticas de desarrollo urbano por su poco peso en la<br />
mayoría de los países latinoamericanos.<br />
(3) Interesantes al respecto. son las ideas que han comenzado a plantear,<br />
entre otras instituciones,. FEDEVIVIENDA. de Colombia.<br />
(4) Consideramos que esta doble periodización complementa el análisis<br />
sin presentar mayores contradicciones.<br />
65
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11. Salas, Julián: Contra el hambre de vivienda. ESCALA, 1992, Bogotá.<br />
12. Sepúlveda. Rubén y Otros: «Una perspectiva teórica integrada para<br />
la interpretación del desarrollo progresivo en hábitat pobres», en<br />
VlVIENDA, Vol. 4, número 1, enero-abril de 1993. INFONAVIT,<br />
México.<br />
13. Turner, John y Fichter, Robert: Libertad para construir, Siglo XXI<br />
editores, México, 1976<br />
66
Gustavo Romero *<br />
Las alternativas y opciones de la<br />
Autoconstrucción de vivienda en<br />
América Latina<br />
* Arquitecto Director del Fondo Solidario de la Vivienda de México. Miembro del Directorio del<br />
HIC.<br />
67
INDICE<br />
Introducción<br />
Alternativas de la autoconstrucción en las políticas<br />
de viviendas en América Latina<br />
68
Introducción<br />
Orígenes del trabajo<br />
Resumiendo treinta años de experiencia<br />
En México la autoconstrucción, la informalidad, los movimientos populares,<br />
la pobreza, las estrategias de sobrevivencia y el clientelismo son algunos de<br />
los componentes decisivos incorporados al fenómeno urbano que inició hace<br />
ya cinco décadas.<br />
En los años sesenta empezó a ser objeto de atención mundial el fenómeno<br />
de la urbanización explosiva -que en América Latina se dio principalmente en<br />
los cuarenta y los cincuenta- Por profesionales críticos y las primeras<br />
organizaciones no gubernamentales (ONGs), que se acercaron y se vincularon<br />
a dicha problemática.’<br />
A través de todo ese tiempo se han llevado a cabo múltiples experiencias,<br />
tanto a nivel micro como macro con muy diferentes características, niveles y<br />
contextos, al mismo tiempo que se han suscitado diversos análisis y polémicas<br />
al respecto y sobre diferentes enfoques teóricos y posiciones políticas, que<br />
han contribuido al conocimiento más ordenado y sistemático de la problemática<br />
urbana.<br />
Podemos decir que la mayor parte de los gobiernos latinoamericanos vieron<br />
el fenómeno de la urbanización popular con desprecio y como un peligro y un<br />
mal que había que erradicar. Aún cuando algunos gobiernos tuvieron cierta<br />
apertura o comprensión, sus acciones nunca pasaron de ser marginales o<br />
minoritarias (como podría ser el caso de Perú y Colombia).<br />
1. Entre ellos se pueden mencionar a: Charles Abrahams, John Turner, Mangin, y las ONGs:<br />
CENTRO COOPERATIVO URUGUAYO, COPEVl, MEXlCO (1963), FUNDASAL, EL<br />
SALVADOR. etc., que entre otros analizaron, plantearon alternativas y llevaron a cabo proyectos<br />
y programas ante dicho fenómeno.<br />
69
Los enfoques teóricos fueron variando su posición con respecto al Estado,<br />
los sujetos sociales y el papel de los investigadores, es decir sobre el orden<br />
social existente y el que debería existir. En un primer momento hubo fuertes<br />
diferencias entre las posiciones de la izquierda marxista, los anarquistas 2 y los<br />
cristianos. Los primeros tuvieron una actitud crítica al considerar la urbanización<br />
popular una forma más de explotación y los segundos veían el germen de un<br />
proceso autogestionario, de afirmación de los individuos y los grupos sociales<br />
marginados y de bajos ingresos.<br />
Durante los setenta y la primera mitad de los ochenta la «autoconstrucción»<br />
se llevó a nivel de políticas nacionales. a causa de la presión de instituciones<br />
como el Banco Mundial y de las influencias de muchas de las ONGs 3 . Los<br />
gobernantes y políticos se limitaron a utilizar el discurso cientificista de la<br />
planeación y posteriormente de la modernización para fundar su legitimidad.<br />
Las respuestas de los investigadores y organizaciones no gubernamentales<br />
fue dejar la atención sobre los agentes del capital y el Estado y pasarla a la<br />
comprensión de los procesos de construcción y desarrollo de los agentes<br />
populares, promoviendo una auto reflexión sobre los movimientos urbanos<br />
populares.<br />
Después de todo este tiempo no se ha hecho una evaluación a fondo de<br />
todas las prácticas, experiencias y posiciones llevadas a cabo. Se requiere,<br />
por lo tanto, hacer un esfuerzo de reflexión y de reconceptualización así como<br />
de ver los posibles caminos ante esta realidad que finalmente es la dominante<br />
en la mayor parte de los grupos de bajos ingresos y ahora también de algunos<br />
de ingreso medio de América Latina.<br />
Clasificación conceptual.<br />
¿ De qué fenómenos estamos hablando? y ¿de que niveles?, ¿cuáles son<br />
las relaciones e intermediaciones entre ellos?, ¡bajo qué concepciones? son<br />
algunas de las preguntas que debe contestar una discusión sobre lo que se ha<br />
llamado «la autoconstrucción de la vivienda y de los asentamientos o barriadas<br />
populares». A continuación planteamos algunos aspectos que pretenden ver<br />
la cuestión desde una visión global.<br />
2. Denominamos aquí, como corrientes anarquistas. -en una calificación que ha sido evadida<br />
por los científicos sociales por algún problema no clarificado-, o una serie de diversos grupos<br />
y personas que mantuvieron una posición de crítica ante las diferentes corrientes del socialismo<br />
marxista y en contra de los sistemas de autoridad centralizada y que enfatizarón diversas<br />
posiciones autogestionarias.<br />
3. Entre los casos significativos están los de Uruguay, con la ley de vivienda; el del Salvador, con<br />
el programa del Banco Mundial ejecutado por FUNDASAL; y finalmente Méjico. donde estuvo<br />
influenciado fundamentalmente por las ONG´s en la formulación del Programa Nacional de<br />
Vivienda de 1979 y la creación del FONHAPO.<br />
70
El fenómeno de la autoconstrucción puede ser visto desde diversas<br />
disciplinas de las ciencias sociales. dentro de diversos enfoques y corrientes.<br />
Sin embargo, creemos que el problema de la vivienda y más aún el de la<br />
autoconstrucción encuentra su explicación más adecuada desde la perspectiva<br />
de un fenómeno socio-cultural, ya que su significado simbólico y funcional<br />
varía de acuerdo a las diversas regiones y países de que se trate. Lo anterior<br />
no invalida el enfoque económico que lo entendería como un conjunto de<br />
satisfactores tangibles para la reproducción social, sino que se suma la idea<br />
de un conjunto complejo y cambiante de satisfactores intangibles para un<br />
conjunto también complejo y cambiante de necesidades.<br />
El proceso de construcción de la ciudad lo llevan a cabo no sólo los gobiernos<br />
y empresarios, sino los sectores populares que han tenido que enfrentar la<br />
solución habitacional que el Estado no ha podido resolver, recreando prácticas<br />
adquiridas en los ambientes rurales de los cuales provienen, representando<br />
una potencialidad positiva para la ciudad.<br />
Dentro de este enfoque socio-cultural existen algunos esfuerzos como los<br />
de Pelli (1994), que logran una sistematización de las diferentes experiencias<br />
de autoconstrucción y nos propone una tipología en donde el núcleo común<br />
es la inclusión de los pobladores en el proceso de producción de su propia<br />
solución habitacional, en tres acepciones fundamentales de autoconstrucción<br />
espontánea, dirigida y asistida. Antes de desarrollar estas modalidades daremos<br />
cuenta de los diferentes niveles e intermediaciones en las diferentes<br />
concepciones en las que se dan estos procesos. 4<br />
Cuando se ha tratado de abordar el problema de la vivienda en los llamados<br />
países del «tercer mundo». dependientes, subdesarrollados o periféricos (según<br />
sea la óptica con la que se les mire) generalmente se le ha visto desde sus<br />
causas y manifestaciones hasta las formas particulares que adopta.<br />
Existen principalmente dos enfoques:<br />
El primero hace ver que el mal surge de las propias condiciones del sistema<br />
socio-económico en que se encuentra envuelto y su profunda desigualdad.<br />
por la que es inherente al mismo. En este enfoque encontramos dos visiones,<br />
aquellos que plantean que sólo mediante la modificación del sistema se puede<br />
combatir el problema; y la otra, que plantea la necesidad de solucionar las<br />
contradicciones actuales, sin perder de vista los objetivos del cambio social.<br />
Estas modalidades están en crisis, ante la caída del denominado socialismo<br />
real, que de alguna manera representaba lar bases que una sociedad debería<br />
4 Pelli, Víctor Autoconstrución: El cambio hacia la gestión del hábitat,. Red Cyted. 1994:27<br />
71
tener. Las excepciones son aquellos grupos más cercanos al pensamiento<br />
anarquista, autotogestivo y al ecologismo que fueron críticos de las realidades<br />
de Ios países socialistas desde hace mucho tiempo. hecho que les valió para<br />
ser acusados de reaccionarios o revisionistas.<br />
El segundo se dedicó a analizar los problemas en sí mismos y daba por<br />
naturales las desigualdades como producto de las actuaciones individuales y<br />
sostenía que el desarrollo, principalmente económico, llevaría a la. desaparición<br />
de los problemas de la vivienda. Su ejemplo más significativo serían los países<br />
como: Taiwan, Hong Kong, Singapur y Corea del Norte que lograron disminuir<br />
en gran medida las condiciones de pobreza y avanzar en el derecho a una<br />
vivienda más adecuada para la mayoría, esto mediante el desarrollo económico.<br />
Por el contrario nuestros países,. donde también ha dominado esta visión<br />
oficialmente, han fracasado durante cuarenta años en sus intentos por modificar<br />
la situación.<br />
La atención al problema de la construcción de vivienda la veían como un<br />
factor de caridad hacia los grupos pobres e incapaces de salir por si mismos<br />
de su situación habitacional. Ante la crisis del «Estado Benefactor» y la irrupción<br />
dominante de las teorías liberales, estas actitudes de caridad y atención han<br />
disminuido, enfatizándose en cambio la creencia de que el desarrollo y un mer<br />
cado abierto y «libre» serán la base para la solución del problema.<br />
Es evidente que estamos hablando de los problemas de la pobreza. en la<br />
cual se encuentran inmersos dichos países. Problemas complejos que vienen<br />
de sus antecedentes históricos, de sociedades ancestrales, desiguales y<br />
muchas de ellas primitivas, de haber sido casi todas colonizadas directa o<br />
económicamente y que ante el advenimiento del Capitalismo quedaron en la<br />
dependencia, en la heterogeneidad social, económica y cultural, propiciando<br />
un desarrollo desigual y combinado.<br />
Ante la situación de pobreza existente en nuestros países, la actitud<br />
dominante ha sido de no aceptarla, ya sea como negación o como crítica al<br />
sistema que la produjo, pero las dos visiones que han predominado y que han<br />
marcado las políticas para atacarla han partido de esta posición, negando de<br />
alguna manera la opinión o las decisiones de los propios grupos afectados.<br />
En las dos modalidades se ha creído que los dirigentes o las vanguardias<br />
políticas son las que sabían qué hacer.<br />
Las dos visiones acerca de la pobreza parten de una creencia en el progreso<br />
material y constante, en la fuerza de la ciencia y de la producción industrial<br />
como paradigmas. Aquí, baste recordar las posiciones de las izquierdas<br />
marxistas que calificaron a las posiciones ecologistas como «formas<br />
encapuchadas del capitalismo perverso» Ambas partían también de un<br />
72
desprecio hacia la población, a pesar del discurso por su participación amplia,<br />
variada y democrática. Es justo señalar que el socialismo sí Ilevó a una<br />
distribución mucho más justa de los bienes materiales y a disminuir<br />
significativamente la pobreza de las mayorías y que la comparación aquí<br />
marcada se refiere a dichos aspectos y no a otros. Por otro lado en dicho<br />
sistema se tuvo que aprender duramente que no era suficiente, que había<br />
necesidad de una participación y de una libertad, no establecida a priori y<br />
dirigida por la vanguardia política. Vale la pena aclarar esto último porque<br />
tiene relación con las políticas urbanas y de vivienda, ya que la que éstas<br />
corrientes impulsaron adolecieron del mismo problema.<br />
En ambas corrientes han existido grupos de tendencias esencialmente<br />
democráticas, que evidentemente cuestianarón lar visiones cerradas<br />
predominantes y en los últimos años han crecido ante el desarrollo de los<br />
movimientos sociales de los más diversos tipos y se han unido a las otras<br />
corrientes que estuvieron fuera de las dos dominantes. Estas han partido<br />
siempre de que las soluciones surgen desde las propias clases y grupos<br />
sociales afectados y son esencialmente ellos los que deben ser los actores<br />
fundamentales de su desarrollo y evolución y/o transformación a formas sociales<br />
más justas y equilibradas. 5<br />
Desde las nuevas posiciones democráticas, autores como Ríofrío (1991),<br />
señalan que en países tan heterogéneos como los de América Latina «...las<br />
actividades de los constructores pobres de la ciudad han mostrado ser más<br />
adecuadas para la escasez generalizada de recursos. que las propuestas de<br />
políticos, planificadores, profesionales especializados y demás. No nos queda<br />
más remedio que repenzar el país y nuestras ciudades» 6 .<br />
Es evidente que para combatir la pobreza es necesario hacerlo en toda la<br />
complejidad del problema, es decir, en todos los aspectos y campos que la<br />
involucran, en un proceso cuya temporalidad no es la misma que la visión de<br />
vivienda terminada, por la que no habría que esperar soluciones mágicas.<br />
Hay dos campos fundamentales estrechamente interrelacionados, el<br />
desarrollo de la capacidad productiva de la sociedad y la distribución de las<br />
5 Es evidente que no se pretende negar la importancia que tienen las grandes fuerzas,<br />
económicas y sociales que existen a nivel internacional y nacional, que son papel fundamental<br />
en las determinaciones que guían los procesos sociales. Pero por otro lado vemos cada día<br />
las inusitadas posibilidades de intervenir y de actuar de nuevas fuerzas sociales que surge<br />
de la intervención ciudadana, sin que por ello echemos las campanas al vuelo, ya que este<br />
es un largo camino no andado y lleno de piedras.<br />
6 Ríofrío. Gustavo. Producir la ciudad (popular) de los 90. Entre el mercado y el Estado,<br />
Centro de Estudios de Promoción del Desarrollo, Lima Perú, enero,1991.<br />
73
capacidades y riquezas producidas de tal forma que pueda alcanzar un<br />
equilibrio que permita su desarrollo. (Esto no significa la igualdad a ultranza e<br />
ingenua y por decreto que muchos han imaginado). De alguna manera es la<br />
intención de integrar el mundo real con el mundo de las instituciones, de las<br />
leyes y de las voluntades.<br />
Tenemos que aceptar que existen diversas condiciones en lo que<br />
denominamos el mundo de la pobreza, las cuales se desarrollan de acuerdo a<br />
la capacidad y creatividad cultural y buscan satisfacer los elementos materiales<br />
mínimos para un desarrollo al que todos los seres humanos deberían tener<br />
derecho. Existen desde los que carecen de un poco y están cerca del nivel<br />
planteado, hasta los que carecen de casi todo. Este es un mundo desigual y<br />
diverso que no podemos ver con ojos unitarios; en él intervienen distintos<br />
factores: discriminación, niveles de educación y capacitación,<br />
condicionamientos por la pertenencia a un país, región, localidad, etc.<br />
Aquí deben unirse los diferentes aspectos de las llamadas políticas sociales,<br />
en función de tratar de construir un proceso que vaya transformado la situación.<br />
La discusión de este aspecto rebasa los objetivos y alcances de esta reflexión,<br />
pero baste decir que debemos revisar seriamente nuestras ideas acerca de:<br />
progreso, desarrollo, justicia, estado, gobierno, cultura, educación.<br />
En el campo de la construcción de los asentamientos humanos, pueblos y<br />
ciudades, se plantean los problemas de la producción de sus componentes:<br />
infraestructuras, equipamientos. viviendas y sistemas de servicios y los de las<br />
localizaciones para su estructuración e interacción.<br />
El primer problema consiste en la variación de las ideas y visiones de lo<br />
que se piensa, se quiere y se puede para la ciudad ya que a veces se confrontan<br />
entre las clases dirigentes, las Ilamadas medias y las populares, (generalmente<br />
pobres o de escasos recursos). Entre mayores son las diferencias sociales,<br />
económicas y culturales de los grupos, más conflictos y divergencias existirán<br />
y se reflejarán en las ciudades y sus componentes. En estas circunstancias<br />
no debe extrañar que gran parte del crecimiento de la ciudad es una expresión<br />
de estas condiciones y sus contradicciones. Una de ellas se refiere al fenómeno<br />
denominado «AUTOCONSTRUCCION» que engloba el proceso de ocupación<br />
de tierras que se abren a la urbanización en condiciones precarias, fuera de<br />
los criterios legales establecidos por las clases dominantes y compartidos por<br />
las medias; así como a la construcción de las viviendas en la que la mayor<br />
parte de los trabajos necesarios son realizados y/o controlados por los propios<br />
habitantes. Existen numerosos trabajos de investigación sobre los procesos<br />
que nos permiten entenderlo y no caer en mitos o suposiciones.<br />
Este proceso además de su ilegalidad con los marcos jurídicos y<br />
74
eglamentarios, se llesa a cabo con prioridades y ordenes diferentes y a través<br />
de la construcción progresiva del mismo.<br />
Las razones y la Iógica que determinan dicho proceso son muy peculiares<br />
y surgen de las propias características del medio: economía limitada, en gran<br />
parte informal, pero articulada y subyugada a la dominante y formal, la cual<br />
desconoce los sistemas bancarios crediticios y aplica el ahorro conforme va<br />
surgiendo en el tiempo. a intervalos arrítmicos; vida y relaciones sociales de<br />
compadrazgo; interacción intensa. espacial y social entre redes familiares y<br />
amistosas; confianza en sus propias capacidades tecnológicas; y, desconfianza<br />
y temor de los grupos externos.<br />
Las estructuras de organización que adoptan estos pobladores son procesos<br />
que permiten la construcción de la habitación. que aseguran y son parte de la<br />
promoción y realización de las estructuras materiales necesarias para la<br />
reproducción de la sociedad. Es decir la respuesta popular ante la ambigüedad<br />
del Estado que tolera las ocupaciones ilegales pero no les da una solución definitiva.<br />
Los aspectos señalados son algunos de los que nos permiten entender<br />
este peculiar proceso por medio del cual la mayor parte de los habitantes de<br />
nuestros pueblos y ciudades se han asentado. En gran parte ha sido con su<br />
propio esfuerzo, sus recursos, sus limitaciones y con el aprovechamiento de<br />
agentes sociales corruptos y avezados. Estos funcionan como intermediarios<br />
y promotores. y no obstante que hacen negocio han sido más funcionales a<br />
las necesidades de reproducción de la ciudad. (con todo lo que esto tiene de<br />
contradictorio) que muchos políticos, autoridades y técnicos, especialistas e<br />
investigadores que no llegan a comprender y por tanto a enfrentar el problema<br />
de Ias demandas sociales.<br />
En conclusión, podemos decir que el fenómeno de pobreza mayoritaria<br />
que ha sido el signo histórico de nuestras sociedades tiene como una de sus<br />
expresiones el poblamiento de las ciudades con sus múltiples contradicciones,<br />
deficiencias y problemas. Dicha situación se ha acentuado ante el carácter<br />
explosivo del crecimiento urbano, -formado inicialmente por migrantes, que<br />
además sufrían el choque cultural-,. y las dimenciones de la mayor parte de<br />
las ciudades importantes.<br />
La característica principal ha sido un crecimiento urbano dual: por un lado<br />
el denominado legal o formal, que cumple con la mayor parte de los requisitos<br />
que se han establecido en función de tratar de ordenar el crecimiento, pero<br />
que en la mayor parte de los casos tampoco se ha sujetado a los intentos<br />
planificadores; por el otro, tenemos el denominado crecimiento irregular o ilegal,<br />
no controlado, pirata e informal. que se ha caracterizado por asentarse donde<br />
lo han dejado o ha podido, en los peores lugares y tierras disponibles,<br />
75
generalmente fuera o lejos de las infraestructuras y los equipamientos. La<br />
vivienda se ha construido progresivamente. en un proceso de «auto<br />
producción» y los servicios en un proceso de gestión y lucha larga y dolorosa.<br />
Esta segunda forma ha sido rechazada, reprimida y dejada fuera de los marcos<br />
legales. Los pocos apoyos que se llegan a dar son condicionados a que cambien<br />
algunos de sus aspectos tales como: la legalidad y el cumplimiento de requisitos<br />
técnicos, lo cual obliga a este sector a caer en manos de los profesionales, dueños<br />
sociales de este «saber». En este proceso de «formalización» (fuera de algunos<br />
casos autogestionarios), tienen que pagar un alto precio, sin que este se traduzca<br />
en una mayor presencia y fuerza en la sociedad.<br />
«En el nivel urbano podemos señalar cuatro procesos que están<br />
transformando la ciudad actualmente: la diversificación urbana. los cambios en<br />
los patrones migratorios (hacia el extranjero), la transformación de los mercados<br />
laborales urbanos y el surgimiento de una nueva estructura social-urbana» 7 .<br />
Estos se han caracterizado por: el crecimiento poblacional, agotamiento<br />
del territorio urbano, informalización de las actividades productivas de la ciudad,<br />
crecimiento de la pobreza, disminución de la oferta de vivienda para sectores<br />
de bajos ingresos y cambio en la legislación para que la tierra entre al juego<br />
de libre mercado.<br />
La propuesta conceptual fundamental sería el reconocimiento de que las<br />
situaciones de pobreza se pueden transformar a partir del reconocimiento real<br />
de su existencia, de las dimensiones de su problemática pero también de las<br />
fuerzas sociales que subyacen en ella, sin idealizarlas. Proponiéndoles<br />
alternativas que sean asumidas por ellas, formuladas a partir de sus<br />
potencialidades, respetándolas en su esencia.<br />
Que los apoyos que reciban sean sin ataduras, sin prejuicios, abiertos y<br />
que permitan el desarrollo de la creatividad de los sectores sociales que se<br />
comprometan a la transformación. Se requiere una acción integral desde lo<br />
económico, cultural, político, organizativo hasta los servicios urbanos, de<br />
vivienda, educación, etc. En tanto no caminemos en este sentido, lo que se<br />
haga estará limitado.<br />
Tenemos que aceptar que el asentamiento «espontáneo y progresivo» y la<br />
«auto producción de la vivienda» son un fenómeno que está presente y que<br />
no va a desaparecer en el corto y mediano plazo por más exorcismos de<br />
cualquier tipo que hagamos. Será necesario enfrentarlo, aceptarlo y tratar de<br />
llevar a cabo a través de una serie de políticas que lo incorporen y puedan<br />
manejar en sus dos aspectos: urbano-espacial y de producción.<br />
7 Lungo Mario<br />
76
Es importante aclarar que con la autogestión urbana de los sectores<br />
populares, no se pretende transformar a la sociedad por importantes y<br />
mayoritarios que estos sean. Este sector ha producido valores sociales y<br />
culturales que debemos revalorar, por lo que es necesario revisar y profundizar<br />
en esta realidad para plantear los múltiples y complejos caminos que se nos<br />
presentan, llenos de dificultades pero de alguna manera más ricos que algunas<br />
de las utopías que hemos concebido y confundido con el mundo real y posible.<br />
Es evidente que el cambio y la transformación de las sociedades está en la<br />
totalidad, desde lo elemental y lo cotidiano a lo más general, y el problema<br />
está en cómo lo articulamos. 8<br />
Las concepciones de la “autoconstrucción”<br />
A pesar de la dimensión del fenómeno de la autoconstrucción y de los<br />
muchos trabajos y análisis que se han efectuado no existe una claridad en la<br />
definición de los aspectos que el fenómeno pretende englobar. El primero de<br />
ellos se refiere al nombre mismo «autoconstrucción». que da a entender un<br />
hecho en el que los que hacen su vivienda la construyen ellos mismos,<br />
físicamente, con su trabajo directo o con sus propias manos. Si así fuera en<br />
estricto,. una gran parte de la vivienda que ha sido hecha en nuestros países<br />
no cumpliría con esta característica más que en un porcentaje . 9 .<br />
En este sentido cabe decir que lo que hace la gente es encargarse casi<br />
totalmente de su producción, es decir: Busca y consigue terreno; se procura<br />
sola el financiamiento con sus enormes, limitaciones, diseña o concibe la<br />
vivienda; compra los materiales, consigue la mano de obra que le ayudara a<br />
administrar la obra. etc.. Vemos entonces que dentro de los múltiples trabajos<br />
que le requieren, la construcción directa es uno de ellos y no necesariamente<br />
el más importante a ejecutar por el habitante y uno de los que puede delegar.<br />
Estamos ante lo que se ha denominado por diversos autores, la<br />
autoconstrucción espontánea y autónoma.<br />
8 En este camino están algunos trabajos que tratan de reflexionar sobre estos asuntos desde el<br />
punto de vista de lo urbano y la vivienda vg: Ríofrío, Gustavo, Producir la ciudad (popular).<br />
DESCO, 1991; Coraggio, José Luis; Ciudades sin rumbo. Investigación urbana y proyecto<br />
popular SIAP y CIUDAD de Quito. 1991. Es este un campo muy resbaloso y siento que aún<br />
hay mucho que analizar y discutir y los autores citador nos hablan de los peligros y<br />
cuestionamientos que tienen también los caminos que proponemos.<br />
9 Podemos decir que en el caso de las ciudades mexicanas,. en los últimos cuarenta años, la<br />
mayor parte de la llamada vivienda auto construida no pasó del 10 al 20 % en mano de obra<br />
directa de sus habitantes. la apropia gente tiene una expresión que explica muy claramente<br />
“nosotros queremos construir con nuestro albañil”. Es probable que en el caso de ciudad de<br />
México, sólo el 10 al 15 % de las casas autoconstruidas tengan más de un 50% de mano de<br />
obra de este tipo. Creemos que aunque el fenómeno varia en América Latina por países,<br />
regiones y momentos históricos, la situación es bastante generalizada.<br />
77
Quizá el trabajo más importante que realiza el «habitante» es controlar el<br />
proceso de producción. para que el producto sea lo más adecuado a su realidad<br />
económica y social. Un aspecto que se olvida en los análisis, -extrañamente<br />
siendo arquitectos de origen muchos de los investigadores, (o ya lo olvidaron)-<br />
es el significado espacial de la vivienda, producto de las visiones culturales de<br />
la vivienda de sus habitantes. La relevancia es tal para ellos que no se puede<br />
dejar en manos de otros, especialmente cuando los «técnicos o expertos»<br />
son parte de otro mundo cultural y económico.<br />
Esto nos puede explicar los grandes errores y fracasos de las viviendas<br />
para los sectores populares diseñadas por los arquitectos. Significa en última<br />
instancia que extraños decidan cómo debe vivir la gente de los sectores<br />
populares. Este proceso se conoce como autoconstrucción dirigida.<br />
La gran ventaja de los procesos de autoconstrucción está en la expresión<br />
y aporte sobre la concepción de ciudad de los sectores populares que sin ser<br />
mistificada debe ser entendida, para, en todo caso potenciarla.<br />
Tenemos una rica experiencia en el llamado «diseño participativo», que ha<br />
intentado establecer una relación dialéctica entre los técnicos y los usuarios y<br />
que las decisiones sean síntesis del proceso establecido. Dichas experiencias<br />
las hemos reconocido como la autoconstrucción asistida en donde la inclusión<br />
de la familia en las decisiones de la vivienda son fundamentales.<br />
En rigor podemos decir que el término «autoconstrucción» es impreciso y tiende<br />
a crear confusión respecto a lo que pretende decir y entender. La única razón de<br />
usarlo está en que es un término muy difundido y el de auto producción, que es<br />
más preciso, no es fácil de entender. Desde el punto de vista del análisis nuestra<br />
sugerencia es que se use el segundo para poder ser más claros y precisos.<br />
De cualquier manera estos términos pueden ser utilizados en lo que se ha<br />
denominado autoconstrucción espontánea, dirigida y asistida. En los casos<br />
en que organizaciones sociales se aboquen a llevar a cabo un proceso de<br />
«auto producción». con plena conciencia y pretendan controlarlo, estamos<br />
hablando de un proceso «autogestionario». Se plantea así, una cuestión<br />
trascendental. Este proceso se plantea como la única alternativa que le queda<br />
a los grupos de bajo ingreso de llegar a tener una vivienda, especialmente<br />
propia (enfrentando la crítica social y el tener que hacerlo).<br />
Nadie auto construye o auto produce por gusto a excepción de alguna<br />
gente con recursos que lo hace con cierto objetivo. Esto se transforma cuando<br />
el grupo acepta una realidad social pero trata de llegar a controlarla en los<br />
aspectos que le sean posibles y le permitan tener un mejor papel y un desarrollo<br />
como individuo y colectivo imponiéndose una visión autogestionaria<br />
78
Alternativas de la Autoconstrucción<br />
en las políticas de vivienda<br />
en América Latina<br />
La propuesta de las alternativas a lo que hemos denominado «La<br />
autoconstrucción y la auto urbanización de las viviendas y los asentamientos,<br />
especialmente populares» no puede plantearse sin ubicar en el conjunto de la<br />
sociedad, sus determinantes, la coyuntura actual y las complejas relaciones y<br />
mediaciones que están presentes en el desarrollo y transformación de nuestro<br />
mundo contemporáneo.<br />
En este sentido queremos plantear los aspectos que nos parecen<br />
fundamentales de las tendencias actuales en nuestras sociedades. En el mundo<br />
actual se ha ido desarrollando cada vez más el llamado fenómeno de la<br />
globalización, en el cual las relaciones entres los países y las diferentes<br />
sociedades se intensifican cada vez más. A partir de la caída de los países<br />
socialistas el modelo dominante, sin enemigo al frente, son las sociedades de<br />
mercado capitalista, las cuales a través de las más desarrolladas y hegemónicas,<br />
han planteado la apertura total, abriendo las economías a la interacción entre<br />
ellas en una batalla desigual entre las más fuertes y las más débiles.<br />
Las sociedades latinoamericanas, junto con las del llamado Tercer Mundo,<br />
pertenecen al grupo de las más débi!es y que podemos Ilamar «dependientes»<br />
concepción que debemos revalorar ya que es un factor y un elemento que<br />
debemos tomar en cuenta si pretendemos tener un entendimiento más<br />
completo. La característica predominante es que en nuestros países, «los<br />
dependientes», se da un desarrollo «dual» que sin menoscabo de la<br />
interrelación y articulación entre ambos sectores se acentúa cada vez más.<br />
Esta situación se presenta desde los que tienen menos desequilibrios internos<br />
históricamente v.g. Argentina y Uruguay, los de economías crecientes y<br />
poderosas en este ámbito, v.g. México y Brasil o los menos desarrollados v.g.<br />
Bolivia, Haití y en este sentido podemos hablar de una igualdad a pesar de<br />
sus diferencias entre ellos.<br />
El fenómeno que queremos destacar se refiere al número creciente de<br />
población. actividades económicas y patrones de comportamiento y culturales<br />
que no pueden ser plenamente integrados a los modos de la sociedad<br />
dominante, moderna y capitalista, debido a la incapacidad del sistema de<br />
hacerlo. En este sentido los Estados Latinoamericanos se encuentran envueltos<br />
en una paradoja; por un lado están enfrascados en reacomodar su participación<br />
79
y funcionamiento en relación a las nuevas demandas que les plantean las<br />
fuerzas y organismos internacionales para adecuarse a la apertura de los<br />
mercados, y para lograr la disminución de los déficits fiscales y las ineficiencias<br />
gubernamentales. Por el otro se verifica un crecimiento de las condiciones de<br />
pobreza y desigualdad social y por lo tanto la «marginalización» de parte<br />
importante, en muchos casos mayoritaria, de la población y de muchas de las<br />
actividades económicas y sociales, que pone en duda el sentido de las<br />
«trasformaciones y adecuaciones» que se Ilevan a cabo. Es cierto que se han<br />
implementado «mediante las sugerencia del FMI y el Banco Mundial» los<br />
programas de «solidaridad» que con nombres parecidos o similares se están<br />
llevando a cabo en América Latina. Pero el efecto de estos, inclusive en el<br />
caso mexicano, 10 que ha adquirido dimensiones importantes, el problema es<br />
relativamente pequeño ante el crecimiento de la pobreza.<br />
En este marco queremos plantear una estrategia que se apoya en que la<br />
contradicción existente puede llevar a conflictos muy serios y complejos que<br />
los estados nacionales no quisieran enfrentar. En este sentido podemos ver la<br />
posibilidad de insertar una estrategia de signo popular 11 , y tal como nos plantea<br />
j.L. Coraggio 12 , «Aunque tal estrategia, en tanto voluntad política, sólo puede<br />
surgir del encuentro entre los diversos sectores y organizaciones sociales y<br />
políticas en cada coyuntura nacional y regional, a la vez, en tanto proyecto<br />
histórico posible, deberá nutrirse del reconocimiento y del conocimiento objetivo<br />
de la realidad actual y de sus posibles desarrollos». Es evidente que los<br />
gobiernos se mostrarán interesados en una política que se inscribe en los<br />
nuevos roles que pretenden asumir, pero que tratarán de controlar y dirigir en<br />
un sentido meramente instrumental. Pero si pretenden algún resultado<br />
significativo, deberán aceptar que la participación social debe incidir en su<br />
direccionalidad en un proceso dialéctico, no exento de confrontación de fuerzas.<br />
Es en este sentido que queremos plantear la inscripción de una política para<br />
la vivienda popular, que evidentemente tendrá que darse en una acción más<br />
amplia y compleja, que de alguna manera se relacione y se articule con los<br />
demás aspectos que tiene que ver con la construcción del «Hábitat».<br />
La experiencia a la que se ha denominado “Autoconstrucción y auto<br />
IO- En el año 1993, el presupuesto estuvo cercano a los tres mil millones de dólares Informe<br />
Presidencial 1993.<br />
II- Utilizamos aquí el término «estrategia de signo popular» así como las argumentaciones que al<br />
respecto se presentan en Coroggio j.L. Ciudades sin rumbo. Investigación urbana y proyecto<br />
popular. SlAP y CIUDAD, Quito, Ecuador 1991, que creemos es uno de los trabajos más<br />
acabados al respecto. Las interpretaciones al caso que nos ocupa son responsabilidad del<br />
autor de este documento.<br />
I2- Coraggio).L- op. cit.<br />
80
urbanización” y que hemos definido como un proceso que se inserta dentro de<br />
las manifestaciones y acciones que llevan a cabo los «sectores populares 13 ,<br />
no puede simplemente incorporarse a las políticas nacionales sin entender la<br />
complejidad de su factura so pena de reproducir caricaturísticamente las formas<br />
externas de la misma. tales como los programas de «lotes y servicios y vivienda<br />
progresiva» que los gobiernos ya han implementado, generalmente con<br />
resultados poco satisfactorios.<br />
ESTRATEGIA<br />
El asunto más importante detrás de la «autoconstrucción» en relación a su<br />
posibilidad de tener una política adecuada, se refiere a la confusión e<br />
incomprención sobre lo que significa y es realmente. Se requiere demostrar y<br />
mostrar, las características reales, sus posibilidades, sus limitaciones y de<br />
qué manera es una alternativa que con apoyo, respeto y comprención puede<br />
ayudar a construir tanto soluciones materiales al problema de la vivienda así<br />
como contribuir al desarrollo social.<br />
Para alcanzar el objetivo de entendimiento y aceptación social de una<br />
estrategia de apoyo a la vivienda popular, especialmente en el campo de la<br />
«autoconstrucción». se requiere:<br />
a) La discusión analítica sobre el fenómeno de la «autoconstrucción», su<br />
proceso, alcances, significado, posibilidades, alternativas y opciones y<br />
su relación. Esta debe realizarse en términos de discusión política,<br />
primero entre los grupos y movimientos sociales populares,<br />
acompañados de los técnicos, investigadores, profesionales y de<br />
organismos de la sociedad civil: sindicatos, ONGs, agrupaciones<br />
diversas, que de alguna manera simpatizan con los procesos de cambio<br />
y transformación hacia una sociedad más justa.<br />
13- Nos hemos referido como Sectores Populares a aquellos que forman las maryorías sociales<br />
en nuestros países, principalmente de bajos ingresos y que tienen una conformación y patrones<br />
culturales tradicionales, entendidos estos como los relativos a las sociedades rurales y urbanas<br />
conformadas en el tiempo y que asumen parcialmente o no lo que se denomina la modernidad.<br />
Aquí consideramos conveniente ampliarlo a la concepción que nos propone Coraggio “La<br />
condición fundamental para clasificar como “Popular” a una unidad de reproducción es el<br />
trabajo propio (en relación de dependencia por cuenta propia) como base necesaria de la<br />
reproducción”. Esta clasificación incluye y nos amplía a los obreros, campesinos, artesanos,<br />
maestros y profesores, artistas, pequeños comerciantes, lumpen que de alguna manera realizan<br />
actividades que se contraponen o se marginan de las mercantilistas capitalistas en alguna<br />
forma. No es motivo de este trabajo profundizar en este tema, para esto ver Coraggio. Op. cit.<br />
81
El resultado debería ser, por un lado un consenso sobre la concepción<br />
de la problemática, -que actualmente no existe-; apoyada en las múltiples<br />
prácticas y experiencia de las realizaciones e investigaciones en América<br />
Latina. que podemos considerar sumamente ricas y profundas. Por otro,<br />
llevar ese consenso expresado en una estrategia de acción para trabajar<br />
en su proceso de implantación, que debe contener una política escrita<br />
con planes, programas, instrumentos, leyes, reglamentos<br />
(modificaciones, creación, adecuación), proyectos y acciones concretas.<br />
Aquí debe existir un trabajo conjunto de los grupos de las sociedades<br />
latinoamericanas que están en la misma línea. Por un lado se facilitaría<br />
el trabajo a realizar, dada las similitudes 14 , y por otro le daría una<br />
dimensión internacional, lo que significaría un apoyo a nivel nacional.<br />
b) En base al punto anterior se requiere una campaña de difusión y<br />
discusión en la opinión pública y especialmente en los medios masivos.<br />
Ante la realización de la Reunión de «HABITAT II» a realizarse en<br />
Estambul en 1996 a instancias de Las Naciones Unidas, se presenta la<br />
ocasión de Ilevar a cabo un trabajo que pueda sumar las experiencias,<br />
las iniciativas y las propuestas de las organizaciones sociales, de las<br />
ONGs de los técnicos y profesionales involucrados en la temática y las<br />
redes nacionales e internacionales, en términos de impactar, presionar<br />
y lograr la instauración de procesos de transformación en la dirección<br />
de la estrategia propuesta.<br />
c) Llevar a cabo un proceso de negociación con los gobiernos, en los<br />
diferentes niveles: nacionales, estatales o regionales y locales y con los<br />
sectores privados de la economía, por medio del cual se puedan ir<br />
abriendo espacios dentro de los Iíneamientos de la estrategia global,<br />
de acuerdo a los consensos alcanzados.<br />
14- Es evidente que las particularidades locales y regionales serían de la responsabilidad de los<br />
grupos nacionales.<br />
82
Supuestos generales<br />
En ánimo de aportar a la discusión general del punto «a», proponemos los<br />
siguientes supuestos generales, basados en las conclusiones de la discusión<br />
presentada en la primera parte de este trabajo:<br />
Los procesos de la denominada «autoconstrucción de la vivienda 15 , y de<br />
la auto urbanización» de los asentamientos populares, han sido la respuesta<br />
social que ha permitido dar salida a las enormes demandas de vivienda de los<br />
grupos que disponen de escasos recursos o Ingresos en nuestras sociedades.<br />
Sin soslayar que son una expresión de la desigualdad e injusticia sociales<br />
existentes en nuestros países, así como que la mayor parte del esfuerzo en su<br />
desarrollo se ha hecho por los propios habitantes, a pesar de todos los<br />
obstáculos que se enfrentan por la incomprensión de los grupos formales y<br />
dominantes de la sociedad. También es importante señalar que los<br />
asentamientos o barriadas representan, hasta este momento la mejor opción<br />
que hemos encontrado 16 , a pesar que muchos de ellos, especialmente los<br />
más nuevos, tienen muchas carencias-, para vergüenza de las autoridades<br />
gubernamentales, de la opinión pública que juzga superficial y deformadamente,<br />
de los técnicos, profesionales e investigadores que en su mayoría los han<br />
rechazado antes de tratar de comprenderlos y oponiéndoles sus ideas<br />
esquemáticas y desconocedoras del medio en donde se producen y<br />
evidentemente de los sectores privados, de empresarios y comerciantes, que<br />
los consideran un mal de la pobreza, de la cual son culpables los propios<br />
pobres.<br />
En los asentamientos populares se desarrollan actividades económicas,<br />
principalmente de las denominadas «informales», con modalidades de<br />
organización y productividad que no destruyen el tejido social existente, sino<br />
más bien, se integran al mismo. 17 Ellas representan en general un importante<br />
movimiento económico, que evidentemente en muchos aspectos se articula<br />
15 Que tal como hemos argumentado anteriormente su nombre más preciso es “autoproducción<br />
de la vivienda” pero que en función del uso común actual, continuamos en el uso del termino<br />
“autoconstrucción”.<br />
16 Al respecto Gustavo Riofrío nos dice en «Producir la ciudad (popular) de los 90, “Entre el<br />
mercado y el Estado”. DESCO. Lima, Perú 1991, «pero la barriada no ha sido solamente una<br />
modalidad de producir vivienda y ciudad. Los pobladores de los asentamientos populares<br />
modernos de la ciudad han producido un hábitat y relaciones sociales de gran riqueza y<br />
modernidad que constituye uno de los elementos más importantes de la vida urbana peruana<br />
contemporánea». De alguna manera podríamos decir lo mismo de muchas de las «barriadas<br />
o colonias populares mexicanas” con las salvedades propias de cada contexto.<br />
17 Riofrio G., op. cit.<br />
83
con los circuitos de la economía capitalista de mercado moderno y dominante.<br />
En los asentamientos populares, además de existir de diferente tipo 18 ,<br />
tenemos dos fenómenos, uno se refiere a los Ilamados auto constructores,<br />
que son propietarios o posesionarios y que en el caso de nuestro país<br />
representan en la mayor parte de los casos, uno de los sectores con mayor<br />
ingreso dentro de los grupos de escasos recursos, ya que tienen una capacidad<br />
de invertir en la compra de terreno y en la inversión inicial de ocupación, por<br />
precaria que esta sea, o dicho de otra forma son los menos pobres de los<br />
pobres y además son grupos compuestos muchas veces por la gente con<br />
mayor dinámica social en estos estratos. En segundo, recordar que este sector,<br />
a su vez, es el que produce la mayor parte de la oferta de renta ilegal o irregular,<br />
que es la que responde a la demanda de los grupos más pobres, de reciente<br />
formación familiar o de inmigración. Este último grupo se olvida muy<br />
frecuentemente en los análisis y queda fuera de las políticas.<br />
EL PAPEL DE L0S ASENTAMIENTDS AUTO CONSTRUIDOS<br />
EN UNA CIUDAD EN CRISIS.<br />
Las ciudades en América Latina se enfrentan a múltiples problemas, uno<br />
de ellos se refiere a su crecimiento físico, en este aspecto se ha querido echar<br />
la culpa a los asentamientos, colonias o barriadas populares, de la falta de<br />
orden y control al respecto y de su falta de planeación, -como si el resto se<br />
planificara efectivamente. Los puntos de vista de estas opiniones o análisis<br />
parten de un esquema de lo que la ciudad debería ser- pero nunca ha sido- en<br />
lugar de tratar de entender que es lo qué ha parado y esta detrás de una<br />
simple observación física, en un corte específico.<br />
Es evidente que la ciudad actual se encuentra en crisis y es necesario<br />
revisar y realizar lo que ha pasado, especialmente el papel real que han jugado<br />
los asentamientos de vivienda popular y que está parando con los<br />
procedimientos de gestión urbana así como de los mecanismos que han estado<br />
funcionando. Tenemos que entender que en el futuro próximo tendremos que<br />
18 En el caso mexicano hemos distinguido los siguientes: Ciudades perdidas o donde se renta el<br />
suelo y el habitante construye una vivienda, generalmente muy precaria; Asentamientos de<br />
invasión; de dos subtipos- progresiva y de una sola vez: colonias populares, consisten en<br />
venta de lotes, a su vez de dos subtipos, en venta irregular en terrenos de propiedad privada<br />
y de venta ilegal en terrenos de propiedad ejidal, o sea tierra dotada a los campesinos en<br />
usufructo, pero que no puede ser transferida. A partir de 1991, se modifico la Constitución en<br />
este último aspecto y la tierra ejidal ya puede ser vendida y transferida, ver. Sudra Tomasz,<br />
Romero Gustavo. «El sistema de vivienda de la población de bajos ingresos en la zona<br />
metropolitana de la Ciudad de México. Investigación sobre vivienda de bajo costo. Proyecto,<br />
SIAP-CHD. México 1975.<br />
19 Riofrío Gustavo op.cit.nlatria Guriava op. cii<br />
84
enfrentar las diferentes modalidades que tenemos de hacer ciudad, -y una de<br />
ellas son los asentamientos populares-. las cuales deben interrelacionarse y<br />
en un proceso dialéctico surgirán nuevas alternativas, algunas veces más<br />
impregnadas de una modalidad que de otra. Si pretendemos que la idea de<br />
ciudad «ordenada, simple esquemática, decente, hermosa», se imponga a la<br />
otra idealmente, el resultado será muy crítico. Un proverbio que debería estar<br />
como epígrafe en cualquier plan de política urbana y de vivienda es aquel que<br />
nos dice «De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno».<br />
En relación a dicha discusión nos permitimos transcribir lo que nos plantea<br />
Gustavo Riofrio 19 al respecto: «Son los propios pobladores o usuarios quienes<br />
saben lo que quieren. Ellos pueden movilizar recursos que pueden ser puestos<br />
en movimiento por las autoridades, así como edificar viviendas<br />
comparativamente más adecuadas que las que producen los gobiernos. Según<br />
este planteamiento lo sabio de una política de vivienda consiste en apoyar la<br />
iniciativa de los constructores, en vez de sustituirla». «En vez de libertad y<br />
menor Estado, la política de vivienda para los pobres debe consistir en jugar<br />
un rol facilitador efectuado por un mejor Estado». La iniciativa de los auto<br />
constructores «debe traducirse en normas que favorezcan su edificación. El<br />
Estado debe apoyar a los diferentes actores que produzcan vivienda. Permitirles<br />
que actúen es uno de los aspectos de ese apoyo, pero no el único. El rol del<br />
Estado debe ser el de poner a su disposición las herramientas técnicas y<br />
financieras que les permitan actuar mejor y con más fuerza. Con la misma (o<br />
menos) cantidad de subsidio se debe desarrollar una política «facilitadora» de<br />
las inversiones de los sectores privados populares en la vivienda, en vez de<br />
una inversión que los sustituya a ellos con magros resultados. El rol facilitador<br />
del Estado consiste en apoyar las iniciativas que ya existen y muestran<br />
resultados; en vez de reemplazarlas por acciones desde arriba, generalmente<br />
mal planeadas e incapaces de Ilegar a los necesitados de apoyo estatal 20 .<br />
Vemos como este autor nos plantea con claridad que la construcción de la<br />
ciudad posible, realista del futuro inmediato pasa por no darle la espalda a lo<br />
que ha sucedido en los últimos cincuenta años en nuestras ciudades y que si<br />
queremos realmente avanzar nos tenemos que enfrentar a manejar y conciliar<br />
las diferentes fuerzas y situaciones sociales existentes, especialmente aquella<br />
que representan los pobladores populares, que junto con los agentes que les<br />
acompañan han construido en promedio el 60% del área de nuestras ciudades.<br />
Uno de los problemas fundamentales que se presentan ante el desarrollo<br />
espacial de las ciudades es cómo afrontar el crecimiento y el ordenamiento<br />
físico. Tal como hemos esbozado, las propuestas de ciudad vigentes se basan<br />
en la ciudad ideal, ordenada y hermosa, sin clases sociales, con una concepción<br />
20 Ríofrío,Gustavo,op. cit.<br />
85
muy simple de lo que es la vida social. Lo grave es que tal concepto esta<br />
plasmado en leyes, reglamentos y se ha permeado a la opinión pública, con<br />
su simplicidad y sin visión crítica, en tal sentido que sólo un pequeño porcentaje<br />
de nuestra sociedad puede llegar a tener el nivel establecido. Es necesario<br />
decir que también, parte importante del pensamiento y las líneas políticas que<br />
luchan por un mundo más justo y menos desigual, también avalan esta<br />
normatividad en función de la aspiración de justicia social. Conviene reflexionar<br />
si no existe en este último caso una confusión entre objetivos y metas a alcanzar<br />
y ubicar esta cuestión dentro de la estrategia global que se proponía discutir.<br />
Necesitamos adecuar las leyes, reglamentos, normas urbanas y de<br />
construcción como así también las reglas de operación de los instrumentos e<br />
instituciones de vivienda, de forma tal que no sea una débil concesión, de la<br />
concepción formal de la ciudad «moderna», llena de candados con el objeto<br />
de evitar el «desorden» e «ignorancia» de los pobres y bajo la mirada<br />
paternalista de las élites dominantes 21 . Esta adecuación debe partir de un<br />
reconocimiento de la importancia, valor y significados de los trabajos populares<br />
por construir la ciudad y de los apoyos que pueden requerir para desarrollar<br />
etapas nuevas. Esto implica una apertura y una desregulación, que rompa<br />
con el concepto de lo que esta «bien» y lo que esta «mal» e irlo sustituyendo<br />
por los criterios discutidos, concertados, concertados que vayan logrando la<br />
discusión social democráticamente.<br />
POLITICA DE VIVIENDA EN APOYO A L0S PROCES0S DE<br />
AUTOCONSTRUCCION Y AUTOGESTION DEL POBLAMIENTO<br />
Y LA VIVIENDA<br />
Las políticas de vivienda deben tomar en cuenta toda la demanda y<br />
producción que se da en los conjuntos nacionales y tratar de incidir en todos<br />
los aspectos que están involucrados. No se puede pretender que sólo o muy<br />
preferentemente se atienda a los grupos con mayores carencias o problemas,<br />
primero porque no atender el conjunto acaba afectando a las más débiles y<br />
segundo porque los problemas, especialmente de los más pobres 22 , son<br />
estructurales y de sobrevivencia y tienen que resolverse junto con acciones<br />
en esos campos y finalmente lo que han producido, es que los gobiernos<br />
hagan discursos y demagogia con la atención a estos sectores y con muy<br />
21- En este asunto los profesionales y técnicos han jugado un triste papel por desconocimiento<br />
de los fenómenos sociales detrás de los hechos de la ciudad y creer que es un problema de<br />
normas “abstractas”. Desgraciadamente muchos movimientos sociales y políticos populares,<br />
así como investigadores académicos que en pos de un ideal político lo mezclan con la<br />
investigación que pretende ser rigurosa y científica, miden las situaciones existentes con<br />
estos criterios. Uno de los muchos ejemplos es la elaboración de los llamados “déficits” de<br />
vivienda, que sirven más para confundir que para aclarar las cosas.<br />
86
pocos efectos reales. Debe entenderse que esto no significa que no se atiendan<br />
a estos grupos, sino que debe hacerse dentro de una política general y dentro<br />
de una estrategia como la que se propone. A veces en términos prácticos conviene<br />
atender preferentemente un cuello de botella en la oferta a los sectores medios<br />
que está afectando a los grupos de menores ingresos y más desprotegidos.<br />
El mercado de Ia vivienda.<br />
Hasta el momento actual el mercado ha sido la forma más eficiente para<br />
regular la producción y distribución de bienes y servicios en la sociedad humana.<br />
Es cierto que por sus propias condiciones es inequitativo, que tiene muchas<br />
distorsiones en su funcionamiento y esto se agrava cuando se vincula a los<br />
mecanismos de poder. En una modalidad capitalista y especialmente en la<br />
fase actual, «capital financiero y trasnacionalizado», este adquiere<br />
características monopólicas y perversas. Como alternativa se ha propuesto<br />
que sea la planificación el instrumento que regule la producción y distribución.<br />
Desgraciadamente la experiencia de los países del Ilamado socialismo real<br />
no fue lo exitosa que se esperaba, en donde fue aplicada a la totalidad del<br />
funcionamiento económico. En los países de economía de mercado en su<br />
modalidad capitalista, se ha utilizado como una alternativa y un complemento<br />
para actuar en sectores donde la Iógica del mercado no es la más adecuada,<br />
con resultados muy dispares, principalmente negativos 23 .<br />
Dada la situación internacional y con el predominio de los países ricos de<br />
economía de mercado capitalista, en el futuro próximo el mercado reguirá<br />
siendo una realidad en nuestros países. Creemos entonces que debemos<br />
pensar en «producir y consumir con la mediación del mercado si, pero no de<br />
un mercado organizado desde la Iógica del capital». sino «que sean<br />
articulaciones de elementos interdependientes y complementarios, que vinculen<br />
más directamente a productores y consumidores (cooperativas de<br />
abastecimiento, cooperativas de vivienda, sistemas barriales de autodefensa,<br />
sistemas de auto educación, sistemas de autogestión del hábitat y la salud..<br />
22 Nos referimos en este caso a los grupos que se encuentran en la pobreza extrema o de<br />
sobrevivencia, que en el caso mexicano posiblemente corresponda al IO ó 15% de la población.<br />
23 El temo de la discusión sobre la función y los papeles de la planificación social en nuestros<br />
países, rebasa los alcances de este documento, pero consideramos que es muy importante<br />
abordarlo, ya que desgraciadamente existe un «culto» de parte de la izquierda socialista,<br />
lleno de mitos y que requiere obordarse con espíritu crítico y abierto. Solamente queremos<br />
señalar que desde nuestro punto de vista «la planificación como ha sido planteado en muchos<br />
de sus textos propositivos y en la práctica tiene muchos elementos autoritarios y deterministas.<br />
Por otro la planificación participativa y democrática tiene una experiencia muy corta, pero es<br />
indudable que es un camino sobre el que hay que trabajar, siempre y cuando no se olvide<br />
aquello de «De buenas intensiones esta empedrado el camino al infierno»<br />
87
etc.) o que suman con otro sentido lar actividades de intermediación» 24 .<br />
Hemos, mencionado en varias discusiones que debemos repensar nuestra<br />
actitud y plantearnos lo que denominamos «Los mercados democráticos».<br />
Nos referimos a que existen múltiples de ellos con tal potencial en el sistema<br />
social y en algunos, por ejemplo los submercados de la vivienda y el<br />
poblamiento popular entre otros, tienen elementos como los planteados<br />
anteriormente y que pueden Ilegar a tener dichas condiciones. No se pretende<br />
ingenuamente que dichos mercados funcionen como islas, especialmente dada<br />
su pequeñez y debilidad frente al capitalista dominante, pero además de una<br />
cierta autonomía relativa, dadas sus peculiares condiciones, es posible que<br />
pueda trabajar en el sentido planteado.<br />
Se requiere además de estudios y análisis profundos y variador de los<br />
mercados urbanos y de vivienda populares de los cuales se tiene un amplio<br />
desconocimiento en tal sentido, ya que los estudios existentes tienen otra<br />
óptica y objetivos. Es evidente que si queremos participar en la producción de<br />
la oferta y demanda, los planteamientos deben partir del conocimiento y no<br />
sólo de la ideología y las buenas intenciones.<br />
La política de vivienda y el poblamiento para la Autoconstrucción.<br />
Una política para apoyar el proceso de autoconstrucción, entendida como<br />
la hemos planteado tiene que actuar en diferentes campos que tienen incidencia<br />
y que podemos señalarlos así:<br />
- En el ámbito territorial ya que un insumo fundamental es la tierra que pueda<br />
usarse en términos habitacionales y que tiene que ver con la cantidad necesaria<br />
para producir una oferta satisfactoria, y la relación y articulación que tiene que<br />
tener con los otros usos urbanos (comercio, fabriles, reparaciones,<br />
administrativos públicos y privados, recreación, etc.) y que conformaría lo que<br />
preferimos Ilamar la organización espacial de pueblos y ciudades en lugar del<br />
impreciso e insuficiente nombre de desarrollo urbano, así como con la<br />
construcción y capacidades de la infraestructura. Este asunto a su vez se<br />
expresa en dos aspectos: las normas y reglamentos que pretenden regular,<br />
controlar y dirigír los procesos de la construcción espacial de los asentamientos<br />
humanos. Y en segundo se refiere a la concepción arquitectónica y urbana de<br />
los espacios habitacionales, es decir al diseño y construcción de las viviendas,<br />
su lotificación y sembrado, sus vialidades, su estructuración espacial y toda su<br />
morfología inherente así como la concepción tecnológica de las<br />
infraestructuras. (25) El otro aspecto que incide muy importantemente es el<br />
financiero pero que trataremos como parte de la producción.<br />
24- Coraggio I.L., op. cit.<br />
88
- El siguiente tiene que ver en con la producción y en este caso se trata de<br />
incidir en todos los aspectos relacionados, tales como: El financiamiento,<br />
la tecnología que tiene que ver tanto con las técnicas de producir materiales<br />
y constructivas así como con la mano de obra directa y los técnicos<br />
necesarios y de forma especial con el diseño arquitectónico de la vivienda (26) ,<br />
y la administración de los procesos de construcción.<br />
-Un tercer aspecto se refiere al asunto de la gestión y la organización de la<br />
población para los menesteres de la Autoproducción. Este es un asunto esencial<br />
y además característico ya que en las otras modalidades de producción de<br />
vivienda este factor no cuenta o no existe.<br />
Se han identificado tres tipos básicos de auto construcciones de acuerdo a<br />
los agentes que intervienen y el sentido de las mismas, estas son 27 : La<br />
espontanea, la dirigida y la asistida y de acuerdo a ellas planteamos las<br />
características que deben tener las propuestas.<br />
.<br />
Autoconstrucción espontánea 28<br />
Esta modalidad representa sin lugar a dudas la más numerosa existente<br />
en nuestros países a pesar de que presenta signos de agotamiento,<br />
especialmente en las ciudades metropolitanas por la dificultad de conseguir<br />
tierras. Es también la más conflictiva, ya que en muchos casos usa terrenos<br />
25- Este es un asunto en donde existen diversas polémicas y que porten de las mismas<br />
concepciones de cómo se concibe la hechura de la ciudad y la arquitectura, en ese caso la<br />
habitacional y que parten por un lodo de visión positivista y formalista que piensa que los<br />
arquitectos o profesionales afines deben ser los que propongan y resuelvan las soluciones<br />
arquitectónicas y urbanas, en su concreción espacio-formal. En esta posición vuelven o estar<br />
desgraciadamente unidas tanto las corrientes del capitalismo tecnocrático como del socialismo<br />
que podemos calificar con el mismo término, y por el otro, tenemos aquellos que piensan que<br />
la creación de los espacios arquitectónicos urbanos es un asunto complejo de relaciones<br />
dialécticas entre técnicos y habitantes -pobladores- usuarios, en que las decisiones acerca<br />
de cómo deben ser, compete principalmente o estos últimos. Dentro de estas corrientes<br />
tenemos algunas de las experiencias de «diseño participativo» de varias ONGs<br />
latinoamericanas. entre ellas señalamos, por razones de conocimiento directo, COPEVI-CENVl<br />
Y FOSOVI en México.<br />
26- Puede parecer extraño que hablemos de la mano de obra profesional pero conviene recordar<br />
que estamos hablando principalmente de la «autoproducción» y especialmente la autogestiva,<br />
y en ella existe la participación mayoritariamente de dicha mano de obra<br />
27- El cuerpo de documentos que forman parte del proyecto “Las lecciones de la experiencia de<br />
vivienda popular en América Latina. Base para el futuro” de la Red XIVV. B. “Viviendo y<br />
construyendo”, Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, CYTED,<br />
del cual éste forma parte menciona esta clasificación. Ver Pelli, Victor y Lungo, Mario.<br />
28- En este caso estamos usando la definición de autoconstrución espontánea, dirigida y asistida<br />
según se presenta en el documento de Pelli, Victor “Autoconstrucción: Límites y posibilidades,<br />
en el que se recogen las reflexiones conjuntas de Mario Lungo, V. Pelli, como parte del<br />
Subproyecto 3 de la Red CYTED. XIV. B. de la cual este documento forma parte.<br />
89
inadecuados, en los que generalmente cuesta mucho introducir la<br />
infraestructura; la acción individual dificulta enfrentar problemas y además<br />
alrededor de ella se generan situaciones de corrupción necesaria para poder<br />
existir, que crean a su vez una serie de agentes sociales; fraccionadores o<br />
lotificadores piratas, gestores y promotores que se encargan de corromper a<br />
las autoridades y los propios funcionarios que están dentro de los contubernios.<br />
Se presta también a la manipulación política y es por otro lado la más fácil de<br />
hacer precisamente por su individualidad y porque ya ha creado una cultura<br />
en la cual los pobladores pobres y populares ya saben que hacer. En cuanto a<br />
la construcción de las viviendas y su supuesto alto costo por la manera como<br />
se hace, no es tan grave ni tan cierto, a pesar que suele ser el juicio primero<br />
de críticas, hay que actuar en él, pero es secundario.<br />
Tierra<br />
Este es el elemento clave ya que en función de su acceso los pobladores<br />
podrán iniciar su proceso. Se requiere estudiar y analizar las demandas para<br />
conocer sus características y peculiaridades significativas así como su magnitud<br />
con objeto de poder ayudar a producir una oferta adecuada.<br />
Se debe tratar de producir una oferta para los diferentes estratos de los<br />
grupos populares que demandan este tipo de vivienda. Para ello es necesario<br />
que el resto de los submercados, especialmente los formales produzcan una<br />
oferta amplia, ya que esto facilitaría el propio desarrollo de mercados abiertos<br />
y legales de tierra popular que se pueden complementar con tierra pública. Se<br />
requiere para que esto suceda desregularizar el suelo, pero vincularlo a<br />
esquemas de organización del desarrollo y crecimiento de las ciudades, amplios<br />
y flexibles y no deterministas.<br />
La oferta debe empezar desde zonas con servicios potenciales (se puede<br />
prever que en tales zonas pueden construirse en el futuro inmediato<br />
infraestructuras y se les puede provisionalmente atender). Lo importante es<br />
que las zonas deben ser parte de planes de desarrollo u organización urbana<br />
concertados con la población; a su vez la ocupación de los sitios debe hacerse<br />
mediante convenios claros entre promotores, gobierno y habitantes, que<br />
responsabilizan a las partes, sin pedir cosas que no se puedan cumplir a los<br />
diferentes actores. Lo anterior significa que se entiende el proceso y se respeta<br />
el esfuerzo de los pobladores.<br />
Debe legalizarse ampliamente el proceso de construcción y urbanización<br />
progresiva desregularizando la normatividad urbana. Debe abrirse a que todo<br />
tipo de promotores pueda desarrollar proyectos, siempre y cuando cumplan<br />
reglas, que deben ser sencillas. Suele existir entre la mayor parte de los<br />
investigadores y técnicos progresistas y funcionarios públicos bien<br />
90
intencionados un odio acérrimo contra los fraccionadores y promotores privados<br />
a los que consideran dentro de la peor calaña de los agente capitalistas, pero<br />
independientemente que en muchísimos casos se merezcan tal situación, se<br />
debe reconocer que en toda situación de consumos ilegales surgen las mafias<br />
y los individuos de baja estofa capaces de moverse en esas condiciones. La<br />
alternativa de que los agentes privados mejoren, es como se dijo,<br />
desregularizar, como reiteradamente hemos dicho y legalizar los procesos<br />
para romper dicho círculo vicioso, así como una demanda más informada y<br />
más organizada.<br />
La normatividad urbana y la de construcción deben ser un marco de<br />
parámetros y guía donde los diferentes actores deben medir la situación dónde<br />
están y su cumplimiento debe ser parte de los patrones culturales. Se deben<br />
identificar con claridad aquellos aspectos que no deben ser permitidos y se<br />
refieren principalmente a los perjuicios que se puedan hacer a terceros, a las<br />
comunidades y a la población en general,. tales como zonas de preservación<br />
ecológica,. peligrosas o sumamente costosas de utilizar. Pero la mayor parte<br />
debe ser revisada ya que surge de la idea equivocada -plenamente- que con<br />
normas no se evita la pobreza y además son en gran parte preocupaciones<br />
tecnocráticas que lo que provocan es que exista un grupo de técnicos que<br />
tenga que traducir una serie de cuestiones a veces innecesarias, así como<br />
corrupción por no poder y no querer cumplirlas. 29<br />
Mediante los proyectos de diseño urbano: lotificaciones, sembrados de<br />
vivienda y equipamientos, tipología habitacional, se imponen formas culturales<br />
y modalidades de producción ajenas a los grupos populares. Aquí una<br />
alternativa es instaurar procesos de diseño participativo donde las decisiones<br />
fundamentales ante el tipo de asentamiento y formas de vida las tomen los<br />
futuros habitantes, se presentaría así la oportunidad de que los auto<br />
constructores individuales se organizaran para actuar en este sentido. 30<br />
29 En el coro Mexicano tenemos últimamente las leyes ecológicas que impiden casi totalmente<br />
que se pueda hacer poblamiento popular y cerrar aún más la brecha de las opciones. El<br />
problema está en confundir los objetivos, y los ideales con las metas posibles de alcanzar y<br />
con un sentido en el tiempo y cumplirse de una vez. Otro elemento importante es el falso<br />
sustento técnico-científico de las normas ya que la mayor parte de los casos son posiciones,<br />
opiniones o elucubraciones de los técnicos ya que esto sucede inclusive en muchas que<br />
tienen que ver con la ingeniería de la construcción a pesar de su fachada matemática. Uno de<br />
los aspectos donde las suposiciones y las inventivas se han desarrollado, se refiere a las<br />
densidades, campo profundamente desconocido donde generalmente se propone un “deber<br />
ser” sacado de una visión estrecha.<br />
30 Una alternativo intermedio es utilizar a los técnicos que trabajan en la autoconstrucción asistida, que por<br />
su experiencia podrían diseñar, bajo modelos de simulación de participación, los futuros asentamientos.<br />
Es una forma de acercarse pero debe recordarse que es sólo una aproximación a la realidad.<br />
91
Un aspecto que se relaciona con la densidad se refiere a cuales son las<br />
adecuadas a usar en las diferentes circunstancias. Ante esto surge la siguiente<br />
cuestión: se ha dicho reiteradamente que la tipología de vivienda unifamiliar<br />
en lote individual, con traza reticular de manzanas simples y calles públicas, 31<br />
provoca la extensión inadecuada de la ciudad, ya que se supone que dicha<br />
solución tiene una densidad baja. Ante ésto es necesario decir que esta es<br />
una falsa dicotomía entre viviendas en altura -alta densidad y vivienda<br />
unifamiliar o multifamiliar de uno y dos pisos baja densidad-. Se pueden lograr<br />
altas densidades con construcciones de dos y tres viviendas, básicamente<br />
unifamiliar, que para la población de bajos recursos es una solución más<br />
adecuada y eficiente culturalmente y con menor costo de mantenimiento social.<br />
Como una manera de enfrentar el dilema de aumentar densidades en los<br />
proyectos de vivienda popular autoconstruida, principalmente en la dirigida y<br />
la asistida, se ha ido reduciendo el tamaño del lote para la vivienda, en los<br />
diferentes tipos de soluciones urbanísticas y de forma de tenencia. Conviene<br />
señalar que desarrollar áreas habitacionales de lotes uniformes muy pequeños<br />
y de alta densidad y de una gran magnitud, debe ser repensado y revisarse y<br />
pensarse en términos de mezclas de tamaño de lotes y de densidades. Se<br />
trataría de construir una ciudad más diversa y compleja y no simplificaciones<br />
en pos de lo económico, esto es parte de lo que puede lograrse si se trabaja<br />
en la discusión conjunta sobre la ciudad y la participación decisoria y creativa<br />
de los diferentes actores.<br />
Finalmente sobre este punto queremos decir que las densidades y las<br />
zonificaciones de los pueblos y ciudades es un asunto básicamente cultural<br />
más que técnico y que su transformación pasa por procesos diversos de<br />
asimilación, en los cuales deberían insertarse las propuestas de los técnicos.<br />
Los problemas principales, desde el punto de vista general del ordenamiento<br />
de la ciudad y para el caso del poblamiento habitacional popular, se refieren a<br />
la posibilidad de vincular las redes de vialidad y transporte y de las<br />
infraestructuras de agua, drenaje y electricidad a las nuevas áreas de desarrollo.<br />
Por un lado los gobiernos exigen de los desarrolladores la construcción de la<br />
infraestructura y por otro los grupos populares asumen que es una función del<br />
gobierno. Es evidente que la parte más difícil de «autoconstruir o auto producir»<br />
y especialmente para la espontánea se refiere a ésta. Se necesita entonces<br />
que socialmente se acepte plenamente que el gobierno es el agente adecuado<br />
31 Esto parece ser la modalidad dominante en los asentamientos populares en América Latina<br />
de “Autoconstrucción espontánea”; los de Autoconstrucción Dirigida incorporan algunos<br />
elementos, como las circulaciones peatonales y disminución de lotes y agrupamientos de<br />
conjunto con vialidades diversas, pero en estricto son similares.<br />
92
para establecer los planes de desarrollo, que guíen y planteen las alternativas<br />
para la construcción futura y realizar la obra correspondiente a la infraestructura<br />
primaria, los inversionistas privados y la población organizada con apoyo<br />
financiero pueden atender la segunda. Si se simplifica la concepción y los<br />
requisitos de producción el mercado puede asumir una buena parte de la<br />
demanda y construir la oferta respectiva. Otra parte de la demanda tendrá que<br />
ser subsidiada y puede hacerse por el aparato público el que debe controlarse<br />
por los pobladores o con participación mezclada de la industria privada y los<br />
pobladores mismos.<br />
Es evidente que el caso más difícil para organizar el crecimiento y el<br />
ordenamiento urbano es la «autoconstrucción espontánea». pero en tanto se<br />
acepte como un hecho que debe manejarse y se abra la posibilidad de<br />
intervención de los agentes sociales en un marco de normalidad facilitará su<br />
integración a una política urbana de la que debe formar parte, pero que ella<br />
sola no puede, ni le toca solucionar el problema general de la ciudad.<br />
La autoconstrucción dirigida.<br />
La experiencia de la dirigida ha sido generalmente problemática,<br />
precisamente por la actitud tecnocrática de creer que los técnicos son capaces<br />
de resolver un problema que no es técnico sino cultural y económico 32 . En el<br />
caso de que los gobiernos continúen en este tipo de programas, se requerirá<br />
que los proyectos incorporen el conocimiento y las orientaciones que han<br />
surgido de las experiencias de proyectos autogestivos con participación de la<br />
ONGs y de algunos gubernamentales exitosos, especialmente en lo que se<br />
refiere a concepciones de diseño arquitectónico y urbano. Dadas las<br />
características de este tipo de programas y proyectos lo más elemental es que<br />
se desarrollen en terrenos indicados para el crecimiento urbano y articulados<br />
a los programas de infraestructuras coincidentes o futuros con la ejecución de<br />
los mismos. Volvemos a insistir que los principales problemas del crecimiento<br />
y la ordenación de las ciudades no tienen que ver principalmente con este tipo<br />
de poblamiento, ni por su tipología de vivienda, ni por sus densidades, ni por<br />
su construcción progresiva. Sí son aceptados como la mejor posibilidad de<br />
enfrentar la demanda de vivienda para los grupos de bajo ingreso, será posible<br />
armar mejor el crecimiento de la ciudad.<br />
Autoconstrucción Asistida<br />
Esta modalidad se basa en la que demandan los grupos organizados de<br />
pobladores o solicitantes de vivienda en propiedad y que tiene como<br />
32 Aquí nos apoyamos y remitimos al documento de Víctor Pelli op. cit. donde se plantean con claridad<br />
las características y problemáticas así como posibles alcances de la «autoconstrucción dirigida».<br />
93
características principales: la organización misma independiente de los<br />
aparatos de estado y gobierno, que le da fuerza y la convierte en el centro de<br />
decisiones que en gran parte serán colectivas pero cercanas a la individualidad<br />
de sus unidades familiares. Así como la relación con los técnicos que la ayudan<br />
y la apoyan a desarrollar y armar sus propuestas y proyectos. El poder de la<br />
técnica debe quedar de su lado y así hay menos posibilidades de que les<br />
impongan o se les manipule técnicamente en función de los supuestos y<br />
visiones que ya hemos comentado. Pueden también luchar y gestionar por<br />
sus demandas financieras y reglamentarias de mejor manera.<br />
Su limitación surge de su propia característica, una organización autónoma<br />
y que será mejor en tanto tenga fines más amplios que los propios de la solución<br />
de la vivienda misma. Requiere que se instauren políticas de apoyo para el<br />
desarrollo de organizaciones populares abocada a Ia solución de los problemas<br />
de la vivienda y el poblamiento: asociaciones civiles y sindicales, sistemas<br />
locales tradicionales, cooperativas, mutualidades, etc. Debe dárseles prioridad<br />
en los sistemas financieros sobre los créditos individuales, (son mejores<br />
pagadores en la mayor parte de los casos que los individuales); permiten la<br />
introducción concertada y consensada de proyectos colectivos y comunes con<br />
posibles tecnologías más productivas. Al mismo tiempo pueden ser aliados en<br />
las propuestas para armar y organizar una ciudad más equilibrada en los<br />
términos que hemos venido planteando.<br />
Creemos que estos temas de la posibilidades de los diferentes tipos de<br />
«auto construcciones», ha sido tratado en el documento inicial ya citado<br />
presentado por Víctor Pelli sobre las reflexiones conjuntas con M. Lungo, así<br />
como en otros del mismo autor. 33 Las conceptuaciones y proposiciones de<br />
este documento y los citados pueden ser una base para ir configurando el<br />
consenso sobre estas materias en América Latina.<br />
FINANCIAMIENTO<br />
En los aspectos referentes a la producción habitacional nos limitaremos a<br />
comentar solo algunos de los aspectos que consideramos más importantes<br />
sobre el financiamiento, dada las limitaciones de tiempo para desarrollar este<br />
documento. Tradicionalmente se ha considerado al financiamiento el factor<br />
principal en los planteamientos de política habitacional. Precisamente el<br />
fenómeno de la «Autoconstrucción y la Autourbanización popular» ha mostrado,<br />
sobre todo en el primero, como se ha podido construir la mayor parte de la<br />
33- Pelli, Victor. «Clasificación y Replicabilidad». La aplicación masiva de los procedimientos<br />
progresivos y participativos de vivienda. IIDV; - CoHa. Resirtencia, Chaco. Argentina 1994<br />
94
vivienda en nuestras ciudades con sus muy escasísimos recursos, partiendo<br />
de un uso óptimo de los mismos y con modalidades financieras muy<br />
elementales pero propias: el ahorro familiar diverso, el préstamo solidario, las<br />
rifas y tandas, las fiestas, etc. Como en todos los demás aspectos requiere<br />
primero ser comprendido, respetado y apoyado.<br />
Los requerimientos principales para el financiamiento popular consisten en:<br />
- Prestamos variados, flexibles, sin papeleos y complicaciones<br />
- Las garantías deben ser variadas y usuales en su mundo cultural: a la<br />
palabra, garantía solidaria, quirografaria, etc.<br />
Montos variados a petición de los usuarios y no ligarlos a paquetes rígidos<br />
con imposiciones tecnológicas y de materiales.<br />
Por su propia naturaleza<br />
Los plazos deben ser también variados y establecidos por la demanda y no<br />
a priori por los técnicos y los políticos.<br />
Debe apoyarse el desarrollo de organismos financieros más propios para<br />
el mundo de lo popular, tales como: cajas de ahorro, cooperativas de ahorro y<br />
préstamo, fondos revolventes manejados por ONGs y organizaciones sociales,<br />
etc. Esto dependerá en gran medida de las experiencias de cada país, pero<br />
también conviene intercambiar experiencias que pueden desarrollarse en otros<br />
lugares.<br />
Los apoyos pueden darse a través de canalizar recursos subsidiados y<br />
normales 34 así como crear una legislación para este tipo de instituciones. Se<br />
requiere que existan muchas organizaciones regionales y locales y que pueda<br />
buscarse formas de articulación y apoyo ente ellas y se puedan vincular con<br />
organizaciones e instancias de gobierno, siempre y cuando se respeten las<br />
autonomías respectivas.<br />
Los montos financieros que se destinan como porcentaje del total de<br />
recursos nacionales de los sistemas financieros formales son minoritarios en<br />
casi todos los países. Debe lucharse primero por que los que se destinen lo<br />
hagan en una forma óptima y posteriormente luchar por aumentarlos. Para<br />
esto se requiere una fuerza social y política y plantear con claridad las<br />
propuestas que sustenten el uso de los recursos. El apelar a una justicia social<br />
34 En el caso mexicano los fondos no gubernamentales hemos planteado la posibilidad de que<br />
puedan manejar el 1% anual de los denominados recursos públicos, que en el año 1993,<br />
sería alrededor de 50 a 70 millones de dólares. Ver memorias del Foro Nacional de Vivienda<br />
(Reunión de Organizaciones del Movimiento Urbano Popular y ONGs) mayo 1993.<br />
95
en abstracto que no comparten los sistemas vigentes tiene desgraciadamente<br />
poca fuerza para lograr que se aumenten los fondos destinados a esta<br />
modalidad de producción social.<br />
Como es evidente existen múltiples experiencias e ideas acerca de cómo<br />
es posible desarrollar sistemas de apoyo a los esfuerzos populares que se<br />
vienen haciendo en nuestros países. Se requiere de un gran trabajo para que<br />
fructifiquen y se conviertan en políticas amplias, consensadas y dentro de una<br />
estrategia que busca una transformación social, económica, cultural, jurídica<br />
ambiental y del hábitat en forma integral. Esta puede empezar por quienes de<br />
alguna manera hemos estado vinculados a estos procesos: organizaciones<br />
sociales, ONGs, técnicos, profesionales, investigadores, funcionarios públicos<br />
comprometidos, etc. Establezcamos consensos, confrontemos nuestras<br />
prácticas y concepciones y podremos presentar frentes comunes a niveles<br />
locales, nacionales e internacionales.<br />
Creemos que el trabajo que la Red. Cyted «Viviendo y Construyendo» se<br />
ha planteado en el proyecto «Las Lecciones de la Experiencia de Vivienda<br />
Popular en Veinte Años en América Latina, Base para el Futuro» va en tal<br />
sentido. Esperamos que este documento se sume al resto que forman este<br />
proyecto y las reflexiones y proposiciones que desarrollamos sirvan para motivar<br />
la discusión y lograr avanzar en apoyar los esfuerzos populares y en la<br />
construcción de mejorar pueblos y ciudades dentro de una sociedad más justa.<br />
96
Teolinda Bolivar*<br />
La Autourbanización<br />
y la Autoconstrucción<br />
en la producción de<br />
las ciudades<br />
latinoamericanas<br />
Piezas para armar una crítica<br />
* Arquitecta, Universidad Central de Venezuela. 1959. Doctora en Urbanismo, Universidad de<br />
París XII, 1987. Miembro del Personal Docente y de lnvestigación de la Facultad de Arquitectura<br />
y Urbanismo de la UCV. lnvestigadora III del S.N.P.I.<br />
Desde 1988, coordina las investigaciones sobre la densificación de los barrios caraqueños<br />
que se realizan en el Sector de Estudios Urbanos de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo.<br />
97
INDICE<br />
Resumen<br />
Palabras introductorias<br />
Sobre la Autoconstrucción de<br />
Desarrollo y Consolidación Progresiva<br />
Por una transformación de las<br />
intervenciones de agentes externos<br />
Conclusiones<br />
Referencias Bibliográficas<br />
98
RESUMEN<br />
La idea central de nuestra contribución consiste en repensar la<br />
utilización de la autoconstrucción en los proyectos de vivienda que se<br />
realizan con intervención de agencias públicas (organismos del Estado)<br />
e instituciones privadas o proyectos de viviendas promovidos por ONG’s.<br />
Consideramos que la generalización de la autoconstrucción, tanto para<br />
nuevos proyectos como para operaciones de «Rehabilitación y/o<br />
Renovación» de tugurios, puede violentar los ritmos, tasas de esfuerzos<br />
y prioridades que se observan en la generalidad de los casos analizados<br />
en diversos países del mundo durante el proceso de producción de los<br />
asentamientos urbanos precarios realizados por y para los usuarios,<br />
estos últimos, en general, constituidos por familias de bajos ingresos.<br />
En nuestra reflexión destacaremos algunos elementos presentes<br />
en los procesos de producción de los «barrios de ranchos» venezolanos<br />
que podrían ser dinamizados por los agentes externos que intervienen<br />
en el mejoramiento de las condiciones materiales. Apuntaremos también<br />
la necesidad de cambiar la actitud que se observa en la actualidad, que<br />
en vez de coadyuvar a la creación de satisfactores sinérgicos convierten<br />
las intervenciones en nuevas formas de dominación y en consecuencia<br />
fomentan la pasividad de los beneficiados.<br />
A nuestro juicio, algunos mecanismos que pueden identificarse en<br />
los procesos complejos de producción de viviendas necesarias para<br />
los sectores de población de pocos recursos económicos, se están<br />
desconociendo, obviando variables fundamentales como son: el tiempo<br />
de realización de las soluciones habitacionales (años que han consumido<br />
en la construcción); la edad de los sujetos que han asumido, por<br />
necesidad y la obligación de urgencia, la vía de la autoconstrucción<br />
para proveerse un hogar; las formas y tamaños que llegal a tener en el<br />
tiempo, y en el espacio, las diversas soluciones habitacionales; el<br />
producto vivienda como patrimonio y mercancía virtual que en cualquier<br />
estadio de su producción puede ser vendido por sus dueños, que no<br />
necesariamente son propietarios del terreno donde estos se asientan;<br />
la obligación de examinar lo construido para evitar desastres, con<br />
pérdidas de vidas humanas y del patrimonio construido individual y<br />
socialmente necesario.<br />
99
PALABRAS INTRODUCTORIAS<br />
Inmensos territorios poblados de millones de seres humanos que habitan<br />
en ciudades, metrópolis y megalópolis, son la característica principal de este<br />
siglo. Producir las estructuras materiales para ese hábitat urbano<br />
contemporáneo no hubiera sido posible, en los países del Tercer Mundo, sin el<br />
papel jugado por los habitantes urbanizadores y constructores. Estos hombres<br />
y mujeres han construido con sus vidas los asentamientos humanos y viviendas<br />
donde viven ellos, sus familias y otros a quienes las arriendan o las prestan.<br />
Dichos asentamientos, llamados barriadas, o barrios urbanos, se van<br />
progresivamente construyendo por la fuerza que imprime la necesidad y<br />
obligación social de tener un hogar (Chombart de Lauwe, 1969).<br />
En nuestras sociedades se conjugan infinidad de variables que permiten<br />
explicar la urdimbre de la masiva producción de viviendas por y para los propios<br />
usuarios. Estos son familias de bajos ingresos que en búsqueda de<br />
sobrevivencia, y con la convicción de realizar sus sueños, vencen el miedo a<br />
lo desconocido 1<br />
Algunas personas o familias se van del campo a un pueblo, a una ciudad,<br />
y en colectivos que emergen de la necesidad se apropian de un territorio urbano,<br />
conformado por pequeñas parcelas que muchas veces no saben a quien<br />
pertenecen, pero que las ocupan, apropiándoselas, porque las necesitan. 2 En<br />
Venezuela, la ocupación de terrenos baldíos, próximos o cercanos a las<br />
ciudades existentes a principios del siglo, han servido de base fundamental a<br />
la urbanización de las familias sin hogar urbano, que no han tenido acceso al<br />
mercado inmobiliario «formal», o que en ciertos casos han rehusado a vivir en<br />
un pequeño apartamento. Son porciones de terreno que al momento de la<br />
ocupación no tienen servicios y que frecuentemente se localizan en la periferia<br />
del centro urbano más cercano, pero paulatinamente adquieren el acceso social<br />
al territorio urbano. Es una situación de facto. Se tolera una forma de<br />
urbanización que no es la establecida en las leyes, pero que es legitimada por<br />
el Estado y los citadinos ocupantes, no propietarios de la tierra. Estos no gozan,<br />
en la práctica, de los derechos de otros ciudadanos urbanos; algunas veces<br />
se dice que son ciudadanos de segunda y otras veces de tercera. Con los<br />
años, muchos pueden adquirir una cierta estabilidad de ocupación y convierten<br />
1- Ocupan terrenos ajenos, construyen generalmente sin disponer de recursos económicos. Sin<br />
tener «permiso para construir» y en algunas, ciudades muestran desafíos técnicos y<br />
constructivos (Bolivar et al., 1993)<br />
2- Hay países donde las «urbanizaciones clandestinas» o «urbanizaciones piratas» han sido lo<br />
dominante como oferto de parcelas.<br />
100
sus construcciones en obras relativamente buenas; sin embargo, no pueden<br />
registrar sus propiedades, sólo pueden hacer un «título supletorio».<br />
De una manera general, en América Latina la masiva producción de terrenos<br />
y construcción de viviendas para asentamiento de las familias sin hogar, no<br />
solventes, adquirió importancia y legitimidad en esta segunda mitad del siglo<br />
XX. Así, de una forma no prevista en planes y proyectos, se entronizó como la<br />
solución para los que necesitan vivienda y están dispuestos a vivir<br />
«urbanizando» y construyendo.<br />
Los agentes sociales que articuladamente han asegurado la autoproducción<br />
de edificaciones no permisadas, también se han ido haciendo cada vez más<br />
complejos (Bolívar, 1989). Esas formas de construir viviendas, aunque<br />
legitimadas, son irregulares. No obstante, sirven de inspiración a programas<br />
oficiales en distintos países y ciudades del Tercer Mundo. La autourbanización<br />
y autoconstrucción de viviendas -según la coyuntura económica, social y<br />
política- toma diversas modalidades, pero en todos nuestros países constituye<br />
la principal fuente de producción de viviendas necesarias para muchos<br />
habitantes urbanos (Bolívar, 1989b: 146-147).<br />
Tomando prestado fragmentos de trabajos anteriores nuestros, queremos<br />
resaltar que se ha formado la ciudad-barrio, cuyo origen ha sido, en la mayoría<br />
de los casos, la unión de barriada de viviendas precarias. Esta ciudad-barrio<br />
es una creación cultural (Bolívar, 1991; Ontiveros 1989), inspiradora, como lo<br />
señalamos antes, de los programas de autoconstrucción que los gobiernos<br />
latinoamericanos y otros del Tercer Mundo han puesto en práctica (Laquian,<br />
1985).<br />
Consideramos que este proceso de recuperación, por parte de los Estados<br />
de nuestros países, de esas formas de producir viviendas por los sectores<br />
sociales dominados, que perciben pocos ingresos ,3 ha favorecido los procesos<br />
de construcción masiva de viviendas, pero también ha contribuido a profundizar<br />
las desigualdades sociales: se aumentan las exigencias a los que menos<br />
ingresos tienen y trabajan más y se les coartan libertades conquistadas, como<br />
es por ejemplo poder llegar, aunque sea a costa de la vida, a tamaños de<br />
vivienda que consideren confortables, o a decidir cuándo se comprometen a<br />
ampliar o reconstruir la vivienda.<br />
De algunos de estos aspectos queremos hablar, para entrar en discusiones<br />
que puedan rescatar lo esencial de la autoconstrucción y el ser humano.<br />
3 Nos referimos a muchos programas oficiales de viviendas de desarrollo progresivo.<br />
101
Sobre la Autoconstrucción de Desarrollo<br />
Preliminares<br />
Consolidación Progresiva<br />
De una manera general, cuando analizamos la producción de viviendas es<br />
necesario tomar en cuenta los elementos requeridos para su construcción,<br />
estos son: proyecto y/o tecnología; materiales; maquinaria y/o equipo: fuerza<br />
de trabajo; financiamiento y, evidentemente, la base material: el terreno<br />
adecuado al uso habitacional. Es de recordar que en condiciones normales el<br />
proceso de construcción de una vivienda consume por lo menos varios meses,<br />
en algunos casos años, y esto refiriéndonos a la construcción a través de<br />
empresas dedicadas a la promoción y/o ejecución para la venta, para el Ilamado<br />
mercado formal de la vivienda. Parto de estas evocaciones, que pueden parecer<br />
a muchos nimiedades, pues quiero invitarlos a que repensemos la llamada<br />
autoconstrucción, a la luz del conocimiento de investigaciones que hemos<br />
realizado en Caracas, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la<br />
Universidad Central de Venezuela y otras a cuyos resultados, publicados o<br />
mimeográficos, hemos podido acceder.<br />
Tiempo de realización de las viviendas según las posibilidades de<br />
sus hacedores<br />
La construcción progresiva es una de las lecciones aprendidas de los<br />
habitantes urbanos que autoproducen gran parte de nuestras ciudades. La<br />
ampliación y consolidación de las viviendas, en la Ilamada autoconstrucción<br />
espontánea, es decidida u obligada en cada caso por las circunstancias de<br />
la vida familiar. Esto lo hemos comprobado en los cientos de casos<br />
reconstruidos en nuestras indagaciones (CEU, 1980; Rosas, 1986; Bolívar,<br />
1987; Ontiveros, 1989). Cada caso es diferente y mediado por las formas de<br />
vida, papel de la vivienda en las prioridades familiares, agentes<br />
dinamizadores, la recodificación de los usos y costumbres familiares, etc.<br />
Queremos recordar -pues parecen olvidados- aquellos casos frecuentes de<br />
personas que ante la necesidad de algún familiar pospone la ampliación o<br />
mejora de su vivienda. Tampoco podemos omitir en el análisis que la<br />
utoproducción de viviendas está marcada por una distribución, desigual de<br />
los ingresos; a los salarios de subsistencia de las personas en consideración,<br />
debemos también añadir la inestabilidad en los puestos de trabajo, el<br />
desempleo, el subempleo. Situación que en la crisis que envuelve a muchos<br />
países latinoamericanos, en lugar de mejorar se empeora.<br />
102
Entonces: ¿bajo qué supuestos, reales, diferenciados y desiguales, deben<br />
establecerse los programas y propuestas de urbanización de desarrollo<br />
progresivo y/o lotes con servicio? A este respecto opinamos que pretender o<br />
suponer que todas las familias podrán asegurar un proceso de ampliación y<br />
mejoramiento de la calidad de los materiales y estructuras en iguales o similares<br />
lapsos de tiempo, es partir de una hipótesis que ha sido suficientemente negada<br />
en diversas investigaciones, no solo venezolanas sino en otras sociedades<br />
(Cuturelle y Godard, 1980).<br />
Tiempo de realización de las viviendas en los barrios venezolanos<br />
Los habitantes de los barrios venezolanos generalmente inician su hogar<br />
con una edificación Precaria -hablamos de ranchos, Ilamados en otros países:<br />
champas, chozas-, localizada en terrenos casi siempre sin ningún tipo de<br />
acondicionamiento: ausencia de movimiento de tierra, en lo que respecta al<br />
trazado de vías, terraza, etc.; la vialidad vehícular es muy escasa, a veces<br />
trochas, veredas y escaleras en tierra, donde difícilmente puede circularse en<br />
época de lluvias; ìnexistencia de sistemas de cloacas, drenajes de aguas de<br />
Iluvia, acueductos y energía eléctrica (esta última es obtenida a la fuerza,<br />
«robada» del poste más cercano). ¿Pueden considerarse esos asentamientos<br />
y esas viviendas urbanos y humanos?<br />
Aunque en nuestra sociedad. al igual que en muchas otras, especialmente<br />
las latinoamericanas, las construcciones precarias iniciales son «soluciones<br />
habitacionales» que cumplen el papel de la vivienda necesaria, de la vivienda<br />
«obligación social» (Chombart De Lauwe, 1969: 210-213) (nadie puede, hasta<br />
ahora, vivir sin tener aunque sea una champita, un ranchito) 4, en rigor esas<br />
viviendas no pueden considerarse adecuadas para la vida de seres humanos,<br />
pues ofrecen condiciones que impiden el desarrollo de una vida sana y segura.<br />
Los ranchos protegen relativamente de la intemperie, son vulnerables a las<br />
más insignificantes variaciones climáticas y más aún a las artificiales (incendios<br />
debidos a cortocircuitos, etc.).<br />
No obstante, al observar que ya en algunos países latinoamericanos está<br />
tomando importancia el hecho de que la gente viva en los espacios públicos<br />
(vías, puentes, plazas, etc.), el paso de habitar en un rancho, aunque sea<br />
pequeño y muy precario, es un avance, en comparación a tener que estar en<br />
la calle o a la intemperie... Además, es necesario tener en cuenta que la mayoría<br />
4 Aludimos a los aportes del autor citado relativo a las necesidades materiales y las necesidadesobligaciones<br />
sociales que están referidas a los objetos indispensables a un individuo para ser<br />
admitido en sociedad.
de los ranchos son transformados en viviendas unifamiliares o multifamiliares.<br />
El rancho puede ser el punto de partida para un avenir más cónsono a la<br />
condición de persona.<br />
El proceso de transformar un rancho en una casa pone en relieve que cada<br />
una de las familias toma sus decisiones, establece sus prioridades: decide día a<br />
día las operaciones y/o etapas de mejora y/o ampliación y/o transformación de<br />
las viviendas de unifamiliar a multifamiliar, para uso familiar o para arrendamiento.<br />
Estas transformaciones son, en general, difíciles de prever cuando comienzan.<br />
En diversos análisis de casos que hemos realizado (CEU 1980; Bolívar, 1987 y<br />
1989; Rosas; 1986; Ontiveros, 1989), hemos comprobado que la edad promedio<br />
para una ampliación y/o transformación -aunque sea urgente, según nuestro<br />
razonamiento- es variable para cada familia; no obstante, podemos hablar de<br />
una media de 10 años para la transformación cualitativa de una vivienda muy<br />
pequeña e inadecuada en cuanto a materiales de construcción y servicios<br />
disponibles, a una unidad habitacional con relativamente buenas condiciones<br />
de habitabilidad. 5 Seguidamente introducimos el cuadro 1, el cual recoge tiempos<br />
y transformaciones de las viviendas (8 casos).<br />
Como lo destaca el título de la Red «Viviendo y Construyendo», la gente<br />
vive construyendo. Esto debe tenerse muy presente y Ilamarnos a la reflexión<br />
a fin de convertirnos en dinamizadores de los procesos de construcción, en<br />
elementos externos catalizadores (Chombart de Lauwe, 1975), en vez de<br />
intermediarios de la clase dominante que busca mitigar la grave crisis de la<br />
vivienda auspiciando la autoconstrución como forma de hacerlas más baratas,<br />
de suerte que el monto del financiamiento sea menor, olvidando las exigencias<br />
que se imponen a los jefes de familia.<br />
Tamaño de las viviendas autoproducidas<br />
Creemos oportuno que se considere, que se analice como problema global<br />
de sociedades que buscan mejorar las condiciones de vida de la población,<br />
especialmente la urbana, el tamaño de los lotes y de las viviendas; los diseños<br />
de las soluciones habitacionales en los asentamientos humanos existentes,<br />
en realización y en proyectos.<br />
No deja de Ilamarnos a la reflexión, de preocuparnos y hasta de<br />
angustiarnos, la reducción del tamaño de las parcelas y del área construida y<br />
posible de construir en las unidades habitacionales. Personalmente tenía<br />
referencias de lo que se estaba proponiendo a nivel mundial como soluciones<br />
5 Es necesario advertir que las condiciones de habitabilidad son relativos especialmente en lo<br />
referido a la calidad del asentamiento, a las condiciones funcionales y estructurales de la<br />
unidad habitacional. Algunas, aunque son habitadas, tienen notables deficiencias en cuanto a<br />
ventilación, iluminación, grado de humedad, solidez estructural, diseño de escaleras, etc.<br />
104
DEL RANCHO A LA CASA ACTUAL<br />
(SUPERFICIE, TIEMPO DE CONSTRUCCIÓN, ESTADO ACTUAL Y FORMA DE<br />
FINANCIAMIENTO)<br />
Caso<br />
Nº<br />
Fecha<br />
Inicio<br />
Superf. pers. 1º<br />
rancho<br />
Duración de<br />
la<br />
construcción<br />
Superf. de<br />
la viv.<br />
Sup. de<br />
la Parcela<br />
La vivienda actual (m2)<br />
Sup. X<br />
Pers.<br />
Estado de<br />
la vivienda<br />
Fuentes<br />
de<br />
Financia<br />
miento<br />
1 1958 5.00 25 años 80 125 16.00 Bueno Ahorro<br />
personales.<br />
Liquidación<br />
laboral.<br />
2 1958 sin información 23 años 192 120 10.66 Bueno Ahorro<br />
personales.<br />
Préstamo<br />
caja de<br />
ahorro<br />
3 1960 3.75 25 años 90 180 11.25 Malo empresa<br />
Ahorros<br />
personales<br />
4 1958 3.00 3 meses (viv.<br />
actual)<br />
107 173 11.00 Bueno Liquidación<br />
laboral.<br />
5 1963 8.00 12 años 46 147 9.22 Bueno Ahorros<br />
personales<br />
6 1960 sin información 2 meses 50 64 25.00 Bueno Ahorros<br />
personales<br />
7 1956 5.00 10 años 70 140 17.50 Bueno Ahorros<br />
personales<br />
8 1955 6.00 20 años 170 145 34.00 Bueno Ahorros<br />
personales<br />
Elaboración propia.<br />
105
habitacíonales para la población de bajos ingresos, pero al ver los resultados<br />
en viviendas que se construyen en Bogotá, en México y algunos casos en San<br />
Salvador, no puedo dejar de expresar algunas consideraciones nutridas de<br />
viejas y nuevas investigaciones en Venezuela, principalmente en Caracas. 6<br />
El área requerida como espacio privado creemos debe ser considerada en<br />
cada uno de los casos, tomando en cuenta el contexto donde se ubica. No es<br />
lo mismo en una urbanización, «reparto», o colonia, donde existan espacios<br />
públicos y equipamientos, que en una comunidad, en un tugurio, o barrio de<br />
ranchos caraqueños. En este último los equipamientos y espacios públicos y/<br />
o semipúblicos son muy escasos. También hay que tomar en cuenta la<br />
racionalización de los espacios no privados pues no sólo se trata de construir<br />
sino también de conservar, de vigilar, de proteger. A este respecto, observando<br />
casos de nuevos asentamientos urbanos en San Salvador, hemos notado que<br />
las áreas de viviendas son muy reducidas, pero en cambio en ciertos<br />
asentamientos se dejan amplias aceras, con áreas arboladas y calles muchas<br />
veces abandonadas (no utilizadas por los vecinos) y/o mal concebidas. Al verlas,<br />
nos preguntamos si no sería más útil, para futuros proyectos, reconsiderar los<br />
espacios destinados a las viviendas, a los grupos de vecinos y a los condominios.<br />
Se han hecho investigaciones que deberían tomarse en cuenta en la<br />
elaboración de reglamentaciones urbanas, donde se piense no sólo en la<br />
producción de viviendas y urbanizaciones, sino también en la calidad de vida<br />
(Caminos y Goethert 1984). Mantener económicamente el medio ambiente<br />
construido producido y en óptimas condiciones debe ser una premisa.<br />
Hay que darle prioridad a las unidades habitacionales que puedan ampliarse<br />
y mejorar su calidad; además, es aconsejable que en los conjuntos se<br />
contemple la clasificación de espacios donde el uso semiprivado dé lugar, no<br />
sólo a lugares de encuentro sino también al mantenimiento y vigilancia de los<br />
mismos por los propios habitantes.<br />
Es notable ver en San Salvador cómo los niños y adultos se apropian de<br />
los espacios que en algunos lugares son públicos y abiertos al tráfico automotor.<br />
Estas observaciones nos remiten no sólo a revisar criterios de diseño de<br />
urbanizaciones y asentamientos urbanos sino también a tomar en cuenta el<br />
papel de los usuarios en las nuevas concepciones.<br />
6 Recientemente en Venezuela se ha suscitado una discusión a nivel de la presidencia del<br />
Consejo Nacional de la Vivienda y promotores privados que están construyendo apartamentos<br />
de aproximadamente 35 m2, vale decir, menos de 7 m2 por persona. El primero (compartimos<br />
su opinión) considera que estas áreas tan reducidas no pueden ser aceptadas, ya que crean<br />
condiciones inadecuadas al desarrollo de las personas.<br />
106
Por una transformación de las intervenciones<br />
de agentes externos<br />
Percibimos que a la familia sin hogar, de bajos ingresos y de poca<br />
participación en la vida social y política, se le «ofrecen soluciones» que<br />
aparentemente mejoran su condición de vida, ya que a veces pasan de un<br />
cuarto inmundo en un mesón o casa de vecindad, o de una champa, a una<br />
solución habitacional de relativamente buena calidad constructiva y con los<br />
servicios públicos fundamentales. No podemos dejar de reconocer la mejora<br />
física, pero sospechamos que en estos programas se recrea y/o se fomenta la<br />
no expresión de los sectores de clases dominadas. Las decisiones tomadas<br />
por los técnicos y funcionarios, o mejor dicho, llevadas a la práctica por éstos,<br />
no dejan lugar a que las personas usuarias intervengan en las decisiones.<br />
Son considerados objetos, no sujetos; así nunca llegaremos a soluciones que<br />
coadyuven al desarrollo de las personas, que contribuyan a la empresa de<br />
crear una sociedad más equitativa solidaria y responsable .7 Tampoco se logrará<br />
que los asentamientos tengan un adecuado mantenimiento, ni que las familias<br />
sientan amor por sus barrios (la «querencia al barrio», como dirían los habitantes<br />
de Aguachina, barrio caraqueño). Rehabilitar y/o mejorar un tugurio, transformar<br />
un mesón en un condominio, poblar nuevos asentamientos urbanos, son<br />
ocasiones únicas donde podrían experimentarse formas de construcción y de<br />
autogestión urbana, creativas, propias a los sectores de barrios de bajos<br />
ingresos, cuya cultura urbana recodifica los usos y costumbres de pueblos y<br />
de la vida rural. Esta riqueza no puede despreciarse, las oportunidades son<br />
únicas y tenemos la obligación de aprovecharlas.<br />
Un Ejemplo -Caso San Salvador<br />
Quiero detenerme a reflexionar en torno a lo observado en San Salvador<br />
en unas visitas a antiguos mesones transformados en habitaciones individuales,<br />
suerte de condominios, llamados Nuevo Amanecer y San Francisco Reparto<br />
Guerrero, y al Programa Municipal de Mejoramiento Barrial (Proyecto GTZ y<br />
Alcaldía de San Salvador, 1993). En estos casos todos los habitantes trabajaron<br />
en la construcción de sus viviendas, de acuerdo a proyectos de agentes<br />
privados, públicos y/o mixtos.<br />
Según los documentos consultados - Proyecto GTZ y Alcaldía de San<br />
Salvador, 1993-, así como los testimonios de un arquitecto que fue responsable<br />
de uno de los proyectos, se puede notar que las personas, en su mayoría,<br />
trabajaron en la construcción, no importando la edad que tuvieran y durante<br />
7- Ver Declaración de Salvador de Bahía 1993 y Plataforma por un mundo solidario y responsable<br />
(FPH, 1993).<br />
107
todo el período de realización de la operación .8 . En el caso de la comunidad<br />
Tinetti, se exigieron 28 horas por semana y 16 horas semanales, todos los<br />
fines de semana, durante 2 años aproximadamente (Proyecto GTZ y Alcaldía<br />
de San Salvador, 1993: 45 y 48). Con estas ilustraciones quiero destacar la<br />
diferencia en los tiempos de realización de las unidades habitacionales cuando<br />
lo deciden los usuarios o cuando se les impone.<br />
A nuestro juicio, estos casos también ponen en relieve que en las<br />
operaciones de renovación urbana los jefes de familias responsables pueden<br />
tener edades donde ya no pueden trabajar tantas horas semanales,<br />
especialmente en labores de construcción, que deben realizarse a la intemperie,<br />
y en ciertas operaciones en que el trabajo es muy fuerte. Sabemos que para<br />
muchos de los beneficiarios la vivienda que construyen puede significar la<br />
realización de un sueño, de tener un espacio privado propio en la ciudad, y<br />
que esta aspiración hará olvidar las limitaciones por la edad, a veces influida<br />
por el estado de salud, debilidades acumuladas por la mala alimentación, etc.<br />
Nos parece oportuno agregar a lo antes dicho que en la mayoría de los casos<br />
esto significa un compromiso de pago a largo plazo: 15, 20 ó más años, y que<br />
estos años de pago pueden conducir a la pérdida del lugar: bien sea por mora,<br />
o por venta antes de perder todo. Se mudan quién sabe si de nuevo a otro<br />
mesón, o a una champa, o a un tugurio, para no perder los ahorros invertidos<br />
en las construcciones ya valorizadas.<br />
No queremos detenernos más en este punto por no tener suficientes estudios<br />
que sustenten ampliamente los aspectos tratados, pero estamos convencidos<br />
que en cualquier lugar del planeta un tipo de operaciones como las descritas, de<br />
sustitución de viviendas, arrendadas e inadecuada, debe ir más allá de las<br />
aparentes realizaciones de los sueños de ser propietario, pues más bien se<br />
puede estar contribuyendo a amargar la vida de adultos o personas de avanzada<br />
edad que seguirán como errantes urbanos después de haber pasado unos días<br />
en un cuarto sano, a veces con la pesadilla de ser desalojados...<br />
¿Qué hacer en casos como estos? El problema emerge en toda su<br />
complejidad, la iniquidad está presente. En casos como este, sostenemos<br />
que a una familia de escasos recursos, además en el ocaso de su vida, no se<br />
le puede exigir una tasa de esfuerzo superior a la que podría dar un joven.<br />
Tampoco se pueden cargar los viejos a las comunidades constituidas por<br />
personas de escasos recursos económicos.9 Para los mayores hay que pensar<br />
en subsidios de la sociedad.<br />
8- Fue excluido una pareja de ancianos en una de las operaciones<br />
9- En el caso de El Salvador y quién sabe cuantos países más del Tercer Mundo, las «Remesas»<br />
pueden ser atenuantes tal vez temporales a la falta de recursos económicos de las personas<br />
de edad (Montes, 1993).<br />
108
Conclusiones<br />
No pretendemos exponer un rosario de recomendaciones, consideramos<br />
que estas rápidas reflexiones, escritas bajo la emoción de poder compartir lo<br />
que vive el pueblo salvadoreño, están impregnadas de un rechazo a las formas<br />
de dominación cuya expresión, en nuestro caso, son los nuevos asentamientos,<br />
las operaciones de renovación urbana, que tienen varias formas de concretarse<br />
en cada uno de nuestros países.<br />
A nuestro juicio la cuestión del tamaño de parcelas y de las casas debe<br />
remitirnos a reflexión, pues pareciera que con esto estamos aceptando ser<br />
instrumentos de los sectores de clase dominante para día a día profundizar<br />
las desigualdades sociales.<br />
La creatividad debe buscarse en la expresión de los «sin techo». Soluciones<br />
en masa y mejoras debe ser nuestra apuesta, sin que la autoconstrucción sea<br />
manipulada para beneficio de los sectores de clases dominantes.<br />
109
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